• TRITHEAD 'S A SIA
____________________________
SAIGHEAD BOIREANNACH
XXXVI. Consecuencias de la traición.
____________________________
Anabella no conseguía comprender rápidamente las lecciones que le daban su hermana mayor o la vida misma.
En su mente conocía todas las enseñanzas que había tenido desde que tenía aproximadamente doce años. Sabía que las mujeres deben ser hermosas, mostrar elegancia, clase y prepararse desde muy pequeñas con un ajuar y dote para el momento en que sean presentadas en sociedad, pues luego de eso muy seguramente vendrían las propuestas de matrimonio de hombres que quisieran tenerlas como esposas.
Anabella poseía un ajuar desde pequeña, su madre lo había iniciado con sábanas hermosas, frazadas, encajes y enaguas con las que luciría bella para su futuro marido. Sin embargo, también sabía que ese tipo de cosas las debía usar y probar cuando estuviera casada, no saliendo con un hombre a hurtadillas.
La última vez que se había visto con Elijah Robinson, ambos se habían besado.
Él no la había forzado, se había dejado llevar por el momento y se cautivó por las palabras y el modo en que la trató durante su paseo. En su interior sabía que ese tipo de acciones eran dañinas para su reputación, no obstante se embelezó por vivir y por sentirse querida, además pensaba que Elijah jamás podría hacerle daño alguno, pues a sus ojos era un caballero decente y de una de las familias más respetables del condado.
Tras su viaje a Armagh no podía dejar de pensar en las palabras de Marie Sutherland en el atelier hacía ya algunos días. No se consideraba una mala persona, tampoco una mala hermana, pensaba para sus adentros que jamás hubiera besado a Elijah si hubiese tenido la certeza de que su hermana Marlenne estaba enamorada de él, pero sabía que no era así porque Adela había concertado ese acuerdo muy en contra del pensamiento de Lenna.
O eso era lo que se decía a sí misma para no creer que las palabras de Marie eran ciertas.
No quería ser una mujerzuela que iba en busca de hombres comprometidos, tampoco quería ser una mala hermana que se involucraba con los prometidos de estas mismas. Sólo quería casarse y conocer al amor de su via, no sabía si Elijah lo era, pero estaba más cerca de descubrirlo cuando estaba con él.
—¿Dónde vas?—preguntó Madelaine tras dejar uno de los pies de manzana en el horno.
—Pues voy al atelier—contestó Anabella como si nada— ¿A dónde más iría?
—¿Desde cuándo vas al atelier tan arreglada y con tanto entusiasmo?
—Sabes que eres muy odiosa en ocasiones, Maddie—replicó—. Creo que a la única que tengo que contestarle es a Adela y lo hago por obligación la mayoría de las veces, no creas que tienes derecho a cuestionarme pues eres la menor.
Sólo que Madelaine era una chica muy observadora y Anabella demasiado impulsiva.
—Pero es sábado, creo que no trabajas este día.
Sintió que la sangre se iba a su cara, pues por un instante percibió que su hermana sabía lo que ella tenía en mente.
—No tengo porqué decirte cuáles son los acuerdos a los que llego con Madame Brown, ella es mi jefa y si quiero trabajar con ella los sábados, pues lo haré sin más—farfulló rodando los ojos— Ahora si me disculpas, tengo que irme.
—Haz lo que quieras—dijo zanjando el tema—¡Ah! Consulta ¿Sabes a qué hora vendrás los Robinson?
—¿Qué? ¿Por qué vendrían?
—Pues me mandaron a hacer estas tartaletas, deben venir por ellas. Asumí que como hablas tanto con Elijah, lo sabrías.
—Pues no lo sé, no soy tan cercana—mintió—Presumo que será por la tarde.
Dicho esto salió, alisó su vestido blanco y acomodó sus rizos, observando cada detalle para así lucir perfecta, su mirada traviesa e inocente completaban su atuendo, a sus ojos se veía como una señorita elegante pero casual, como que no tuvo que arreglarse tanto para verse de ese modo.
Avanzó por las callecitas, aún era temprano y no habían muchas personas afuera. Había un carruaje junto a la fuente de una de las plazas del condado. Sonrió al verla y se acercó, siendo cautelosa al darse cuenta de que no había nadie detrás de ella.
Allí estaba Elijah y le regalaba una sonrisa.
—¿Cómo estás?—sonrió tomando su mano cuando se acomodó en el asiento frente a él, depositó un beso en el dorso, dedicándole una mirada cómplice.
—Fue algo difícil salir el día de hoy, Maddie estaba preparando las tartas para tu padre ahora y me preguntó a dónde iba.
—Pues te dije que no tenía problema en hablar con tu hermana. Eres la que quiere salir a hurtadillas cuando no en realidad no hacemos nada malo.
¿Aquello era verdad? ¿En realidad no hacían nada malo o incorrecto?
Anabella guardó silencio por unos segundos y observó los ojos de Elijah con algo de timidez.
—Creo a Adela todavía está algo resentida por lo sucedido en Castlehyde, verte allí fue un recordatorio latente de que Marlenne ya no estaba y eso la tiene demasiado desanimada y angustiada. No es personal contigo ni con tu familia, o eso creo.
—Entiendo perfectamente, pero pienso que no es bueno para ti salir sin el permiso de ella, es muy protectora por lo que veo, además puede pensar que tengo malas intenciones.
Anabella era demasiado ingenua en ese sentido, Elijah en realidad no era una mala persona, pero sí estaba analizando la mejor opción dentro de las varias mujeres a las que había notado en la presentación en sociedad pasada. Bailó con Anabella porque no podía negar que adoraba la mirada de fascinación que la rubia tenía para él, estaba seguro de que ella era una mujer pasiva y sumisa a la que era fácil deslumbrar; por ende, en la mente de ella claramente no tenía malas intenciones, ella creía que estaban comenzando un romance, pero si esa hubiera sido la intención de Elijah desde un inicio, habría concertado inmediatamente una reunión familiar con su hermana.
Algo que Anabella no era capaz de entender aún. Algo que sus pensamientos todavía ingenuos no procesaban.
—Mi hermana es algo dura, pronto va a suavizarse.
Él no contestó luego de eso y tomó su mano.
—Ven a sentarte junto a mí, no seas tímida—le instó, cambiando completamente de tema —Hoy luces particularmente linda.
—¿Dónde iremos hoy?—preguntó, ansiosa.
—Pues te llevaré a almorzar a un lugar lindo, me parece que con tus hermanas no sueles salir de Down y me gustaría mostrarte más allá de los límites del condado ¿Te parece la idea?
—Claro, sería un placer ir contigo. ¿Vendrá alguien más de tu familia?
—No, papá está ocupado y mis hermanos aún son pequeños por lo que serían una molestia ¿No te parece molesto lidiar con pequeños mocosos y chillones?
—Me gustan los niños, eso no me incomoda.
—Si conocieras a mis hermanos, verías que son una real pesadilla, nos costó mucho encontrar una institutriz que no saliera huyendo.
—Pues si en algún momento ella quiere irse, podrían considerarme como una opción.
Él la observó complacido, complacido de la latente devoción que mostraba.
—No me gustaría que desperdiciaras tu juventud cuidando de hijos ajenos, no sería correcto que pasaras malos momentos por niños malcriados que no sean los tuyos propios.
¿Él estaba queriendo decir algo? ¿Acaso hablaba sobre hijos propios?
Era un tema de conversación muy controversial, directo y serio como para hablarlo a la ligera.
Cuando llegaron a las afueras del condado en el límite con Antrim, ambos fueron disfrutando del paisaje arbolado y la grata brisa.
—Hemos llegado —declaró Elijah y salió de la carroza para abrir la puerta de Anabella de forma galante —Vamos, te gustará.
Frente a ella había una casona grande de color terracota y algunas carrozas estacionadas a los costados con sus respectivos sirvientes esperando.
—¿Qué es este lugar, Elijah?
—Es un salón de té —mencionó —La casona es propiedad de una familia muy rica y pues la convirtieron en un salón de té muy elegante para poder ofrecer trabajo a personas que quedaron sin nada durante los períodos más graves de hambruna.
—¿Y cómo consiguieron tener provisiones en esa época?
—Tú sabes que las personas con dinero siempre han tenido los medios para hacerse notar. La dueña convida a sus amigos a tomar el té cuando gusten, siempre y cuando den un generoso donativo cada mes. Sólo vienen personas adineradas, pues es un sitio refinado y con un gusto exquisito.
Elijah ofreció el brazo a Anabella y entraron en el sitio, donde la chica se perdió en la inmensa elegancia y aromas deliciosos a bollería y pastelería.
—¿Por qué me invitaste aquí, Elijah?
—Pues porque no me resisto a ver tu hermoso rostro con una sonrisa. Tu expresión de felicidad debe ser de las cosas más encantadoras que han visto mis ojos, Anabella.
Ella sonrió, sintiendo como que el corazón fuera a salirsele del pecho. Las atenciones del joven para con ella eran el tipo de cortejo que siempre había esperado.
—Toma asiento, pronto vendrán a atendernos —señaló apartando la silla para que Anabella pusiede sentarse cómodamente mientras se deleitaba con las vistas a la arquitectura y a los vestidos de las finas mujeres que se abanicaban con prestancia.
—¿Tengo algo en la cara? —preguntó al percatarse de que Elijah la observaba fijamente.
—No. Nada más que eres preciosa y no me cansaré de decirlo —murmuró y se acercó cautelosamente a su oído —Si no hubieran tantas personas te besaría en este instante.
—Pudo haberlo hecho en el coche.
—Pues sí, pero no quise ser atrevido— acotó —, no soy ningún hombre indecente.
•
—Definitivamente estoy muerta —siseó Adela echándose sobre el sofá de la sala tras llegar de la casa de los Thompson —¿podrías traerme un té, querida?
—Claro —afirmó Madelaine —¿Qué tal estuvo tu día?
—Honestamente no fue muy movido, tareas del hogar, niños y demases. Nada muy digno de mención— le respondió a su hermana, quitándose los zapatos para descansar sus pies.
El aroma del té pudo calmar su cansancio y beber fue un calmante para lo que había sido su día laboral.
—¿Tú qué tal? ¿Cómo van esas tartas?
—Sólo deben terminar de enfriar, pero ya están listas. Espero hayan quedado bien.
—La casa huele muy bien, admito que de buena gana me comería esas preparaciones, estás cocinando de lo mejor, Maddie. Los Robinson quedarán muy contentos con tu repostería, realmente los aromas me están matando—sonrió para dirigirse al cuarto de baño y lavarse las manos
—Tranquila, he preparado queque con chocolate para nosotras.
—Mmm, eso suena delicioso ¿Dónde está tu hermana?
Evidentemente se estaba refiriendo a Anabella, hubiese sido ridículo preguntar por cuál.
—Dijo que tenía que trabajar en el atelier.
—¿Qué? ¿Trabajar? Eso no es posible —En ese mismo instante la sonrisa se esfumó de los labios de la mayor de las Fitzgerald.
—Salió muy temprano, arreglada. Pensé que lo sabías.
—Pues no—dijo tajante, tragando saliva—Evidentemente no lo sabía, no entiendo porqué hace lo que hace, como si quisiera hacer este tipo de niñerías para hacerse notar o llamar la atención. Sé que no les puedo dar toda la atención que quisiera, pero debo trabajar y siento que ninguna es completamente una niña.
—No eres tú Adela, es ella. Anabella está actuando extraña—mencionó Madelaine con un dejo de rencor en su voz, algo que no pasó desapercibido para Adela.
—¿Qué está sucediendo? ¿Acaso sabes algo que yo no sé? ¿Han peleado por algo?
—No, es sólo que.
En ese momento alguien llamó a la puerta, por lo que la conversación que ambas hermanas mantenían tuvo que quedar relegada. Adela se acercó a abrir la puerta y vio un chico en el pórtico con un ramo de flores y una carroza en la entrada de la puerta.
—Buenas tardes ¿Es la casa Fitzgerald?
—Sí, es aquí.
—Pues he venido a ver a Anabella Fitzgerald, tuve el placer de verla en el baile, en Castlehyde—pronunció— Mi nombre es Nathaniel Andrews, es un gusto estar aquí.
Adela intercambió una rápida mirada con Madelaine, quien levantó las cejas sorprendida, nadie sabía porqué pasaban las cosas en el mundo y lo extraño que era el destino.
—Qué agradable visita, nada más...
Antes de que pudiera terminar la frase, otra carroza se acercó en dirección al pórtico, deteniéndose de repente, allí bajó Anabella acompañada de Elijah, claro que ninguno pensó que la mayor estaría en casa, no era usual que saliera temprano del trabajo, por lo que sus caras de sorpresa fueron notables.
Anabella sintió la cara arder al notar la expresión de decepción que tenía Adela en el rostro, pero allí estaba de pie en el recibidor, aguantando las ganas de darle una bofetada delante de todos los presentes.
—Anabella que bueno que llegas, él te ha venido a hacer una visita—dijo fingiendo una sonrisa—Es Nathaniel ¿por qué no pasan dentro? Está Madelaine y ella les servirá té.
—Hola Anabella, es un placer volver a verla—saludó el chico con una sonrisa genuina en la cara.
—Le recuerdo del baile, muchas gracias por la visita—farfulló nerviosa—Acompáñeme por favor.
—Iré en seguida para conocerle, pero antes debo hablar con el joven Elijah sobre las tartas que le enviaremos a su padre—dijo con cinismo, no dejando de verle directo a los ojos—Voy en un momento.
Bajó las escaleras del recibidor y enfrentó a Elijah con decisión.
—Sólo te diré una cosa—mencionó tajante al notar que no había nadie más que el cochero en el carruaje—Mañana iré a ver a tu padre para arreglar tu matrimonio con mi hermana, sé que han estado haciendo cosas inapropiadas, has salido con ella sin mi autorización , sin un chaperón, por lo que la reputación de mi hermana se verá mancillada.
—Adela, no es lo que tú crees.
—Si no fuera lo que yo creo, habrías dado la cara como un caballero y no te hubieses aprovechado de su inexperiencia. No sé qué es peor, si no aparecieras más en la vida de ella o si se llegan a emparentar—terció—. Entiendo lo que sucedió con Marlenne, pero estoy segura de que te acercaste a Anabella a propósito y eso no lo comprendo, así que más te vale estar mañana a primera hora o iré a denunciarte a Scontland Yard por abuso, porque la tomaste sin el conocimiento de su familia.
—Anabella es una adulta, según sé ya es mayor de edad y sólo fuimos a dar un paseo.
—Haces cosas con ella como si la estuvieses cortejando de manera formal y sin ningún acompañante. Ya te lo dije, mañana iré a la casa de tu padre y quienes tienen más que perder si existen rumores no serán unas jovenes sin padre, será la familia más rica del condado, por ende, creo que la reputación de tu familia también podría verse implicada, te recomiendo pensarlo bien.
Adela nunca había tenido el coraje de amenzar a alguien, sin embargo toda la valentía que sentía era debido a sus pensamientos por Marlenne, porque sin duda ella era la más valiente de ellas cuatro y Adela tenía ganas de empezar a ser menos sumisa y más directa en todos los sentidos.
Una vez que su visita se fue, Adela se plantó delante de Anabella.
—Puedo explicarlo.
Una sonora bofetada resonó en la habitación sin que Adela dijera una palabra antes.
—No tienes idea en el problema en que te acabas de involucrar, lo digo enserio. Se acabaron las tonterías Anabella, es hora de ser mujer y enfrentar las consecuencias de tus acciones.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro