• FICHEAD 'S A CEITHIR
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SAIGHEAD BOIREANNACH
XXIV. Aprendiendo a vivir con el dolor.
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— «...Mi madre me dijo
que algún día compraré galeras con buenos remos y navegaría a costas lejanas.
De pie en la proa
guío un noble barco con rumbo firme hacia el puerto
Derrotando a muchos enemigos
Derrotando a muchos enemigos.
Mi madre me dijo
que algún día compraré galeras con buenos remos que navegarían a costas lejanas.
De pie en la proa
navego este noble barco con rumbo firme al puerto derrotando a muchos enemigos derrotando a muchos enemigos ...»
Los ojos de Heidrun estaban repletos de añoranza, observaba el océano junto a la pequeña barcaza de fresno blanco, esta tenía al medio un mástil de tamaño mediano, la proa estaba decorada con la figura tallada de una serpiente.
Entonó aquella melodía y observaba el mar, como si estuviese mirando algo más allá de este mundo, algo que no fuera terrenal.
—Esa es una bella canción ¿es de tu cultura? —preguntó Marlenne.
—Sí —murmuró limpiando una lágrima que descendió por su mejilla —, habla de aventura, de desafíos.
Marlenne y el resto de las chicas se encontraban disfrutando de una cálida tarde en el mar, bañarse entre las olas era uno de los placeres más vigorizantes, sentir el oleaje calmado azotar el cuerpo flotante se sentía relajante. La irlandesa salió del agua con las vestiduras empapadas, todavía no tenía la confianza de algunas de las mujeres quienes eran capaces de hacerlo desnudas. Se estrujó el exceso de agua de la ropa y del cabello y se acomodó en la arena junto a la otra joven mientras se envolvía en una toalla.
—Observas el mar como si esperaras que alguien regrese—dijo al final, percibiendo la melancolía.
Marlenne era muy buena para leer a las personas, más bien dicho, para leer su silencio entre medio de una conversación.
—Extraño mucho a mi familia, solamente que ellos no volverán, hace falta que yo muera para que volvamos a vernos en los grandes salones.
Marlenne comprendió las palabras de Heidrun, entendiendo que la familia de la joven había fallecido y al parecer ella era la única que quedaba con vida. Se mantuvo callada pues no quería incomodarla con preguntas que talvez no quería contestar.
—Mis padres eran los reyes del pueblo de Litvak—mencionó luego de unos minutos de mantenerse prácticamente hipnotizada por el mar delante de ella—, un pueblo en un pequeño archipiélago de Noruega, allí hasta hace poco todavía se vivía como lo habían hecho nuestros ancestros antes que nosotros, vivíamos en paz, cultivábamos la tierra, navegábamos las costas, teníamos una granja próspera y nuestros aparceros vivían tranquilos. Herald y Liv, mis padres, eran las personas más inteligentes, generosas y llenas de astucia que jamás conocí. De verdad no lo digo porque sean mis padres, pero en ellos se notaba a leguas el espíritu guerrero de los dioses.
>> Éramos cinco hermanos en total, Hvitsark el mayor, después venía Melker, luego vengo yo y después las pequeñas Anikka y Sigrid. Mi hermano mayor salió a navegar, a enfrentarse en batallas para demostrar su valía, después de unos años dejamos de esperarlo, nunca más supimos de él pues no regresó a casa, jamás. Unos años después mi padre consideró que sería bueno que me casara, que podría estar segura bajo la protección de otra familia cuando ellos ya no estuvieran en este mundo. Lo consideré por mucho tiempo hasta que acepté— susurró como si las escenas en su cabeza todavía estuvieran vivas—, finalmente era lo que podía hacer y no me causaba rechazo después de todo.
Se quedó en silencio por unos momentos pensando en cómo decir lo que sentía.
>> Mi padre invitó a varios aliados a Litvak durante meses, con la finalidad de conocer al mejor hombre para que se convirtiera en mi marido. Hasta que conocí a Leif Ulfsson, ellos eran viejos conocidos de mis padres y Leif tenía sólo algunos años más que yo, por lo que concedieron el compromiso, no lo amaba, pero tenía algunas cualidades notables y creí que el tiempo haría lo suyo.
—¿No fue como lo esperabas no es así?
—Unas semanas antes de la boda, todos los Ulf llegaron a las costas de Litvak con barcos de guerra y un número de hombres capaces de hundir al imperio más poderoso que existiera en el mundo. Nosotros no éramos temerarios, no éramos un pueblo que quisiera continuar con los saqueos a otros puertos, teníamos suficiente para vivir en paz— murmuró—Fue devastador, mi padre y mi hermano murieron en batalla junto con los hombres, mi madre también. Cuando supe lo que pasaba luché, luché todo lo que pude hasta que me escabullí en la casa para intentar salvar a Anikka y a Sigrid, el que iba a ser mi prometido las había violado y asesinado después, pude darme cuenta ¡Sólo tenían doce años, en qué mente cabe hacer algo así!—exclamó con el fuego de la ira carcomiéndola por dentro—, luchamos, pero yo no era lo suficientemente fuerte como para detener la masacre que ellos desataron, pude zafarme de su agarre porque logré asestarle un cuchillazo cercano al ojo, quizás debí morir con mi familia, allí— pronunció después de una pausa—, llegué al embarcadero y me oculté aquí— mencionó tocando el barco que ahora la acompañaba en las tierras altas—, la victoria de ellos sobre mi aldea fue completa y sin piedad, o quedaron habitantes que pudieran ir en su contra, a los demás seguramente los tomaron como esclavos, cuando la noche cayó, navegué, hasta que logré alejarme lo suficiente como para parar en un puerto en lejano a Litvak, allí viví un tiempo trabajando en mercados para obtener comida y emprender viaje lejos de Noruega, lejos de todo lo que había sucedido; también con la esperanza de volver a ver a Hvitserk, pero eso no sucedió.
>> Me mataba la idea de que no podría volver a vengarlos—señaló—, no era una gran guerrera como para tener aliados, Litvak era un sitio que estaba alejado de las ciudades principales que ya no tenían ese modo de vida. No pude hacerles un funeral como corresponde, quedaron allí, en la tierra, desangrándose, no pude despedirme de ninguno como merecían ser honrados. Por eso navegué hasta que llegué aquí luego de algún tiempo. De no ser por Flora probablemente sería una salvaje alma errante, o hubiese muerto en el mar hasta que la diosa de la muerte me llevara, pero no habría muerto honorablemente en batalla, no habría subido con ellos hasta los salones del Valhalla o del Fólkvangr donde tanto añoro ir. Pero somos mar y tierra como decía mi madre, somos parte de ellos y volveremos algún día a ellos.
Marlenne no podía evitar sentir lo que su ahora amiga sentía, era demasiado empática como para ignorarlo.
—Cuéntame, ¿Qué son esos salones que tanto nombras? ¿Podrías explicármelo?
—Los vikingos siempre han sido de naturaleza guerrera, siempre hemos añorado que nuestros dioses nos miren con admiración, tanto como nosotros a ellos, por eso el sueño de cualquier vikingo es morir en batalla, morir por algo que nos importa, morir con honor— explicó— El padre Odín es el más grande guerrero y Freyja es la mujer, la diosa y la protectora más grande, todas las plegarias y sacrificios pedidos en su nombre son cumplidos. Ellos viven respectivamente en los salones del Valhalla y Folkvangr en Asgard, su reino. Cuando hay una batalla, la mitad de los guerrero caídos son reclamados por Odín y los otros por ella, donde se encuentran con los otros, son agasajados y obtienen la gloria que cualquier guerrero digno merece.
—Vaya— dijo Marlenne finalmente—. De verdad lamento mucho lo que sucedió con tu familia, nadie debería vivir algo así, no se lo deseo ni al ser más ruin que pise la tierra. Debió ser muy doloroso, siento que es algo que jamás se puede superar.
—No, de hecho no, lamentablemente aprendes a vivir con el dolor, pero la herida sigue allí. Siempre, inolvidable y marcada con fuego. Pero ya ha sido suficiente de hablar de mí, cuéntame ¿Cómo fue que llegaste al campamento de las chicas?
La irlandesa no sabía si estaba realmente preparada para contarle a alguien sobre su aventura. Sobre la magia que el círculo de piedras de Craigh Nah Dun había dejado caer sobre su ser. No obstante añoraba tener la posibilidad de ser honesta, de sincerarse y contarle a alguien como se sentía realmente, de vez en cuando sentía que iba a estallar por sentir tanto, quizás por sentir de más o por abrumarse en sus profundas emocionas, esas que por lo general no compartía con nadie.
—Mis padres murieron cuando yo era muy joven, mi hermana mayor se hizo cargo de todas nosotras desde muy temprana edad. Comenzó a trabajar y dejó de lado muchas de las cosas que las mujeres adolescentes siempre buscamos de forma equivocada, siempre se puso por delante de nosotras para evitarnos cualquier mal, para que no nos faltase nada.
—Asumo que debes de extrañarles mucho. Cuando faltan nuestros padres quedamos a la deriva, significa que realmente somos adultos y tenemos que valernos por nosotros mismos.
—Bueno, Irlanda ha pasado por distintos conflictos, batallas y bueno ahora la hambruna—Marlenne conocía algo de historia, tenía nociones por todos los relatos de su padre y porque también era muy asidua a leer, sabía que en este período Irlanda fue azotada por una ola de hambruna que hizo que mucha población muriera y otra emigrara a las colonias porque sus tierras estaban devastadas desde hacía muchos años, teniendo en consideración las guerras confederadas vividas cien años atrás y los enfrentamientos entre católicos y protestantes.
—¿Siempre hay una guerra no es así? Siempre hay sangre de por medio—murmuró Heidrun—, la religión siempre ha sido para muchos, el opio de los hombres, el objeto que ha mantenido la discordia entre familias y hermanos.
—Mi hermana consiguió hacer un trato para que me casara con un hombre rico—siseó la joven—, debo aclarar que jamás lo hizo con la intención de sacar provecho. Él ha vivido en el condado desde que le conocemos pues su padre es un banquero acaudalado, él al parecer siempre mostró intenciones e interés hacia mí. Sólo que este no es recíproco.
—Oh—manifestó la rubia comprendiendo hasta donde iba la conexión.
—Su familia pidió mi mano en matrimonio, ni siquiera teníamos una relación, un coqueteo o una amistad de larga data. Solamente lo hizo porque era soltera y al momento aún no éramos presentadas en sociedad.
—¿Qué es presentarse en sociedad?—cuestionó la rubia.
—Es una reunión muy grande donde muchas jóvenes en edad de comprometerse asisten, por lo general se realiza en el salón de alguna mujer influyente y acaudalada de la sociedad. Es como un baile, donde se conocen las familias y ellas comienzan a conocer cuáles son las opciones para unir a sus respectivos hijos en matrimonio.
—Prácticamente es como un mercado de solteros, debería ser prohibido. Siempre pensaré que cada quien debería casarse con quien se le plante en gana.
—Elijah no es un mal hombre, o eso es lo que creo. Pero no siento absolutamente nada por él, no existe la menor chispa de luz entre nosotros, además no puedo sentir nada más sobre nuestra unión que no sea forzosa. Sentiría que me han vendido, que lo hice por algo tan banal como el dinero. He venido aquí para intentar abrirme camino sola en la vida, después de todo no es fácil alejarse de un hombre que cree que puede comprarte con el dinero de su padre para que seas su esposa. Realmente quiero ayudar a mis hermanas, pero no sé si soy lo suficientemente fuerte como para poder sacrificarme en el proceso, eso le daría estabilidad a mi familia, pero quiero poder generar dinero para un negocio, para que sea nuestro, no de alguien más, no de alguien que apenas se canse de mí me deje en el aire y mis hermanas y yo quedemos en la miseria.
—Qué difícil es que la maldita sociedad vea a las mujeres como moneda de cambio. Créeme, no lo digo por tu familia, pero seguramente si tus padres estuviesen con vida no tendrías que pasar por esta situación tan tensa—murmuró—. No te preocupes, te aseguro que harás lo que sea necesario, como mujeres siempre lo hacemos, podrás salir adelante y conseguir ese dinero para poder levantar a tu familia, nunca dudes de tus capacidades, tampoco de ti misma y de lo que puedes conseguir con aquello— le aconsejó—. Llega un instante en la vida en el que tenemos que empezar a ver por nuestro futuro, por nuestro bienestar aunque este sea diferente al de nuestras familias, aunque lo que nuestra familia sea distinto, tenemos que aprender a sobrellevar la vida por nosotros mismos.
A pesar de que se veía muy joven, Heidrun era una mujer muy sabia, solía tener palabras muy acertadas con respecto a la vida, los acontecimientos duros y de tener la fuerza suficiente para levantarse ante la adversidad. Junto a Marlenne estaban manteniendo una amistad naciente, pero que cada vez tenía mayor afinidad.
Mientras mantenían aquella conversación pudieron notar el resonar de los caballos acercarse al borde de donde se encontraban la mayoría de las mujeres. Dos hombres que se acercaban eran miembros del clan Mackenzie, esto se lograba reconocer debido a las vestimentas y el color de su tartán.
—Rupert, no te dijeron que tenías prácticamente prohibido el ingreso a la isla—siseó una mujer mayor que recolectaba algas junto a los roqueríos.
Rupert Mackenzie era un hombre de contextura gruesa, barba negra y cara algo grasosa, llevaba una clásica boina escocesa protegiendo su cabeza y no le hizo nada de gracia el comentario de la mujer. Hace algunos meses había intentado besar a Nimué por la fuerza, por lo que las cosas en la isla habían sido algo violentas cuando los demás hombres del clan quisieron liberarlo, debido a que las mujeres no tenían intención de dejarlo ir tan fácil.
—Vengo en son de paz—anunció en cuanto vio a varias mujeres levantándose, pues habían reconocido su nombre.
—Lárgate, ya sabes lo que Nimué piensa sobre ti—bromeó Heidrun.
—Mira, mujer—balbuceó algo hastiado—, sólo estoy de paso. Vengo a dejar un mensaje del Laird, Colum Mackenzie—comentó extendiendo un sobre.
—¿A quién buscas aquí?—intervino Caitlin.
—A la chica que anda con Blaire y su clan. Marlenne Fitzgerald.
Marlenne sintió su cara enrojecer y se levantó a trompicones de la arena, sintió la necesidad de cubrirse con una frazada, puesto que el hombre de inmediato se fijó en sus vestiduras mojadas y en la forma en que estas se pegaban a su piel. La irlandesa levantó la cara con altivez y enarcó una ceja.
—No te conozco, ¿Qué quieres?—interrogó.
El hombre de inmediato dejó de intentar fisgonear entre sus vestiduras y se centró en guardar la compostura.
—El Laird de Leoch quiere verte, quiere hacerte una oferta de trabajo.
La aludida no comprendió del todo hasta que el hombre le entregó un sobre cerrado con el sello correspondiente.
—Si te interesa debes presentarte en Leoch y pedir hablar con el Laird. Él te dará mayores detalles.
Dicho esto, el hombre dio la media vuelta y hecho a andar el caballo lo más veloz que pudo.
Marlenne se quedó algo sorprendida, no esperaba aquella visita, menos que el mismo Laird del castillo mandara por ella.
—¿Querías dinero? Pues allí lo tienes— mencionó Heidrun— ¿Qué esperas acaso no vas a abrirlo?
Caitlin y Heidrun se acercaron a la irlandesa cuando quitó con delicadeza el sello lacrado. No le molestaba que vieran el contenido, no creía fuera algo demasiado personal, puesto que no conocía al terrateniente de nada. Allí se apreciaba la notable letra elegante del líder del clan.
Señorita Fitzgerald:
Es un placer saludarle y desearle parabienes, quisiera contar con su presencia de ser posible en el castillo Leoch. Esto con la finalidad de hablar sobre un posible trabajo en el castillo debido a que mantengo información de su notable talento en las artes la lírica.
Si esta propuesta le es de interés, ruego presentarse en Leoch para conversar en profundidad.
Con profundo respeto.
Colum Mackenzie.
—Es hora de hacer un espectáculo, al parecer tu presencia es requerida por más de una persona en Leoch— bromeó Heidrun, quien ya sabía de la creciente cercanía entre ella y el pelirrojo sobrino del Laird.
—¿Vas a ir Marlenne?—preguntó Caitlin con una mirada traviesa.
—Es una oportunidad que no se presenta todos los días y no puedo esperar a que me la arrebaten de entre las manos ¿no crees?
Las puertas repentinamente se abrían para ella, sólo que en una época muy distinta a la que había crecido. Lenna sintió una sensación reconfortante en su interior; estas oportunidades eran sólo para ella, para su beneficio, para conocerse a sí misma, para establecer un límite más allá de sus horizontes.
Algo que no pensó cuando se encontraba rodeada de praderas verdosas repletas del césped que bailaba en las parcelaciones en su hogar de cien años antes.
Estaba lejos de casa, de su tiempo y de su familia.
Pero se encontraba floreciendo más que nunca, tal como su madre lo había anunciado aquel día de Samhain.
¿Acaso se podría encontrar un futuro en el pasado?
¿Era posible alterar de esa forma el paso del tiempo?
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