MUERTE ANUNCIADA
SIN DISPUTA NI GLORIA AGUARDA SENTADA EN SU TRONO PERDURA ESPERA Y GOZA DEL PODER QUE NADIE VE QUE TIENE, PERO QUE TODOS SABEN PASARA.
LA MAGIA NO ES BUENA NI MALA, PERO YO LOS HARE PAGAR CON ELLA.
Todo el tiempo estuvo ahí, en la pequeña parte del comienzo y en la despedida de su final.
Comenzó de una vida sus gritos y dolor se ligaban a una pesadilla profunda y nada más, horas de tiempo para ella parecían días, la infame vista de la pérdida de su sangre su voz se extendía a gemidos de dolor, yo no me imaginaba que tenía o que estaba pasando solo sentía, sentía su cuerpo.
El descaste sobre natura de sus labios y la atracción de su cuerpo, una obra de arte infinita en el desespero del dolor, el cambio de su cuerpo unos bellos y atractivos senos, el dolor marchito de su vientre, el desgarrador atracón de tu dolor
Furia inerte en sus ojos, el sudor por sufrimiento y dolor era cada vez mayor, un dolor que la paralizaba en aquella cama, el blanco de las sábanas se manchaba, una obra de arte que él desde la puerta admiraba, pintaba con pinceles finos de una forma satisfactoria.
Admiraba de una forma desmedida, de una manera inculta y insatisfecha, dicha mirada se hacía cada vez más obsesiva, la deseaba el dolor de sus ojos, el dolor de su muerte y le gustaba el simple hecho de ver ese dolor.
La sádica escena de muerte era bastante alarmante compleja ante los primeros rayos del sol que pasaron por esas ventas, nadie escuchó sus gritos, nadie atendió su llamado, solo una persona que admiraba y observaba con fascinación.
El inmueble era bastante elegante las cortinas se movían de un lado a otro dejando ver más, cubriendo de luz aquella oscuridad, las telas blancas que rodeaban parte de su cuerpo ahora manchadas.
Dejaban una incomparable comparación, la visión que aquella negra escena, los detalles de las paredes, el tapis era de color, al menos eso era lo único que no tenia un color oscuro, aunque fueran flores, cada hoja cada parte de la flor se abría más con el paso del tiempo, creando un ambiente marchito.
Se cuidaba la casa por si sola, el sonido de los pasos y el rechinido de la madera, los ladrillos gastados y el techo cuarteado, la casa seguía teniendo vida a pasear de ya no haberla dentro de ella.
La penumbra de los sucios que estaban los cristales en las ventanas, las hojas secas que se alborotan dentro de ella, solo ahí en la ventana, la mugre y el polvo mataban a los insectos que ahí se alejaban.
Cada cosa de esa habitación estaba exactamente en su lugar, las sábanas, las cadenas, la posición de la cama, la litera grande, los muebles, aquel espejo en donde ella se sentaba y peinaba si cabello.
La será de esa vela que alumbró su propia agonía, solo para seguir viendo su reflejo, el peine que usaba, aún con su cabello, su perfume favorito, su armario cerrado con cada uno de sus vestidos.
Su cuerpo era un sinfín de arte, no se le tocó mucho menos se le hizo daño, solo se le vio, se vio en un acto de temor, un acto de violencia pura, sus manos atadas con cadenas como un animal, el amplió iris de sus ojos color marrón, la luz que la alumbraba en su dolor se apagaba y eso le daba miedo.
Su cuerpo se retorcía como un animal, uno que pedía a gritos ayuda, no era su casa jamás se le había visto a esa señorita, no era descuidada, pero tenía una rutina en ese lugar.
Su cuerpo estaba flaco, lo que una mujer promedio de la época tenía, sus pechos eran pequeños sus piernas largas, sus dedos tenían un par de lesiones, sus uñas estaban cortas y bien acomodadas.
Usualmente se le veía huyendo corría entre la que la gente, lo que ocasionaba que la misma sabía poco de ella, sus ojos eran bien parecidos a los de su madre, tenía la nariz de su padre fina y delgada.
Sus cachetes rojos cada que sonreía, su cabello oro herencia de su abuela, su real y trágica muerte fue sorprendente ante la comunidad.
Tal cual elogio lleno de miedo para escándalo, mirada perdida en los periódicos, cada uno con una foto a blanco y negro que dejó al descubierto una mala fachada.
Instantes de agobio ante tal atrocidad, las personas no dejaban que los niños tan solo se acercarán a la página a observar.
Cada parte de ella en la curiosidad, una constante integrante, aquella bella mujer de la fotografía de un cuerpo hermoso de una forma atroz.
Los dedos de los manos meticulosamente doblados, sus manos en cambio la forma flaca y escuálida los huesos se le notaban, cada uno.
Sus piernas caídas, no se veía algún cambio de ellos de igual manera parecía que solo tenía eso sus huesos, la fragilidad de estos a pasar de como estaba sin apariencia hermosa pensó mientras miraba su cuerpo y lo cubría con una manta.
Su cabello aún estaba lacio y bien adornada, sus labios, no obstante, sus ojos no estaban, era bien distinguido que la gente siempre la algaba al verla, no obstante, ese día nadie la vio.
Solo ahí marcado en un papel a blanco y negro, nadie la despidió en su funeral, al menos la única persona que la despidió pidió que aquella caja jamás se abriera.
El dueño de aquella casa que un día fue hermosa la encontró, su sola visión ante los hechos lo dejo traumatizado, el infame olor y carroña de los roedores que deseaban de su carne.
Una muerte digna de una mujer tan hermosa como ella, digna de ser aquella estrella que anhelaba ser tan famosa que todas las personas hablaban de ello, tan dramático que a pesar de todo nadie supo que paso con esa hermosa chica.
Su sola prominencia, sin páginas en un libro en blanco un camino que ella había dejado sobre la nieve sabiendo que sus pisadas se eliminarían.
Las sábanas se cambiarían, las manchas de su sangre se lavarían, el tapiz caería poco a poco hasta perder su propia existencia.
Aquel espejo que guardaba su reflejo moría, se ensuciaba tan frágil, un golpe diminuto lo rompería de tal golpe el sonido de sus huesos.
La mala muerte de una mujer desconocida.
-Aunque gracias a mi, el sintió su dolor - cerro los ojos y entre de nuevo a mi habitación pude ver sus ojos cerrar poco a poco y esperaba que jamás los abriera.
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