LAS TRES DIOSAS
La historia sirve para prevenir y no cometer los errores del pasado.
-Lamento mucho molestarlos- dijo Sofí detrás de la puerta.
-Le informó es hora de la iniciación y la ceremonia de su rango - explico Sofi.
-¿Invitación?- Sofi dijo que si con la cabeza.
-Exacto será su bautizo, su primera comunión y confirmación señorita, lamento que al no ser salvada del primer pecado su boda será - Mic la detuvo.
-Sofi me permites hablar con mi esposa un minuto- Sofi se salió y Mic cerró la puerta.
-¿cómo que la iniciación?- pregunté sin bajarme se la cama.
-Es una ceremonia de toda la noche, estaras con más personas que desean que nuestra divina palabra los aliente, es bonito para muchos y conmovedor para otros no te preocupes estarás bien y protegida yo no puedo asistir ya que no lo nesecito- dijo con cautela y bastante modesto.
-En este caso yo no puedo intervenir hasta que la ceremonia terminé si te sientes en peligro o algo así por favor se fuerte - se retiró y dejo que Sofi entre.
Tragué saliva, en qué me acabo de meter dije en mi mente.
Pude ver cómo guardaba un cuchillo de obsidiana, Sofi me llevo un poco de comida y preparo un vestido azul bastante feo.
-¿Por qué ese color?- pregunté mirándolo, tenía un velo de tela delgada, me recordaba bastante al de color blanco del sacrificio.
Los recuerdos pasaban por mis ojos, Dayana el fuego, aquella sombra sus uñas y el cuchillo de Mic.
-Señorita- dijo Sofi.
-¿Que sucede?- mire otro traje de color gris.
-Nesecito que utilicé esto iremos a la capilla a misa de medio día- tome el vestido y me vestí en el baño, una vez que salí Sofi arregló mi cabello.
-Es muy suave su cabello señorita- me puse un poco nerviosa mientras veía si reflejo en el espejo.
-Gracias Sofi - me hizo una trenza no dejo que ningún cabello se saliera de su lugar.
Me levanté y camine hacia la capilla junto a ella, hacia mucho calor ahí dentro, todos me miraban, todos los presentes susurraban se convertían en un nudo.
Toda palabra toda habladuría, cada mirada todas las mujeres vestían de gris, mientras los hombres verían de negro.
Mic estaba ahí junto a otros hombres, me miraba mientras yo solo sentía el dolor de todos los demás, las únicas de otro color de vestimenta eran las mujeres como Sofi, nodrizas, parteras, maestras, aquellas que servían a su religión, por qué de verdad querían servir al menos eso era lo que decían.
Su conocimiento las ponía en una punto clave, para ser llamadas brujas es por eso que se ocultaban aquí o sus padres las dejaban aquí desde pequeñas.
Ninguna tenía permitido conocer o casarse, una vez que su servicio aquí era celebrado, mire a mi alrededor todas esas cruces entre imágenes, más haya se destacaba una.
El párroco hablaba y bendecía a todos, pasando con el cuerpo de su sagrada palabra, no más que un pedazo de pan, un pedazo de horo que todos veneraban.
Observé la imagen, era un cordero con dos cabezas, uno lloraba y el otro sonreía, arriba en el centro otro ambos sonreían y al final los dos estaban muertos.
¿Que pasa?, me pregunté intentando disimular el temblor de mis manos.
-Usted no puede probarlo señorita no hasta que esté bautizada - dijo Sofi mientras veía a los demás.
-No te preocupes Sofi solo me daba curiosidad - Sofi me tomo de las manos y respire profundo.
Entre más hablaba con ellas más voces llegaban, me sentía ahogada me sentía en las aguas profundas del mar, entre más hablaban más profundo me llevaban, respire profundo y aún así lo sentía muerta, caía al fondo de aquel cruel mar me daban de las piernas y jalaban al fondo.
-callense – dije en voz baja, mientras sentía como era tragada por el agua.
Aunque me contestaban con una risa su risa era lo peor, se burlaban de mí por qué sabian como me sentía, sabían cómo moría a su alrededor y no hacían nada más que seguir hablando.
La madre y la muerte los que estaban muertos, la vieja y la joven aquel que sonreía y lloraba y por último los que sonreían las dos jóvenes.
Las tres diosas, respire profundo.
-Lo siento sofi me voy a sentar – dije apoyándome en ella.
-Se siente mal señorita – contesto Sofi tomando mi mano.
-Solo un poco mareada – conteste.
-¿Todo bien ?– preguntó Mic una vez que salíamos de la capilla.
-Si – contesté para seguir caminando junto a Sofi, aunque mis manos aún temblaban.
Mire aún par de niños corriendo por el pasillo seguimos caminando hasta ver unos escalones a la parte de debajo de lugar, mi habitación junto a la de Mic estaban en la parte de arriba.
-¿Qué hay abajo?- le se pregunté a Sofi está simplemente agachó la cabeza.
- no tenemos permitido bajar señorita- le di una leve sonrisa respire profundo y toque la pared.
Podia verlos niños y mujeres, abrí los ojos y comencé a llorar para caer de rodillas, miles de niños,cada una de ellas.
-Ustedes- dije en voz baja.
-por favor señorita tenemos que ir a su habitación- repitió Sofi tomándome del brazo.
-¿Qué pasó con los niños de la guerra Sofi?- pregunté mirando a un pequeño niño entre la oscuridad de las escaleras Sofi se quedó petrificada.
-Ustedes realmente nunca cuidaron de esos niños – Sofi se agachó llorando junto a mi.
-Por favor señorita no diga nada, no siga- mire de nuevo a las escaleras.
Y un dolor punzante me penetraba el vientre.
¿Qué es un fantasma?
Un sonido en el viento, un evento destinado a repetirse cuál catástrofe.
Miedo rotundo que no sabe que está ahí, su presencia aguarda su dolor perdura y sin entender continúa.
Se siente vivo cuando realmente no lo está, un momento que se suspendió así mismos en el tiempo.
Al despertar fue lo primero que vi, asomaba su pequeño rostro por la abertura de la puerta, sus manos pequeñas dejaban huellas en la puerta, el rayo de la tormenta se hizo presente mientras la lluvia caía, lo veía entre la oscuridad y escuchaba el caer de la lluvia.
Ya no estaba con Sofi estaba bajando aquellas escaleras la oscuridad me cubria por completo, pero no obstante sabía que la luz de pasado aún estaba ahí.
Una tela blanca cubría mi cuerpo, y entre mis piernas una mancha roja acaba conmigo.
Me levante con cuidado para intentar alcanzarlo, sus pasos sonaban tan pequeños pero creaban eco, sentía las vendas de mis brazos apretadas, las intentaba mover y seguir caminando, escuchaba el sonido de sus gritos perdidos en la habitación del fondo.
El niño corría sonriendo entrando a esa habitación, la puerta se golpeaba contra la pared y se cerraba de nuevo una pequeña ventana, dejaba haber aquel profunda y dolorosa escena llena de dolor y amargura.
Coloque las manos en mi boca y el llanto no se hizo esperar su cuerpo erguido, su estomago inflado parecía estar embrazada sus manos no tenían forma de una manera insólita cada uno de sus huesos estaban fracturados, las paredes de la habitación se quemaban dejando entre la oscuridad dejándola en un solo espectáculo, no respiraba, tampoco se movía, aquel niño que sonreía me despertó, piel pálida y lúgubre desapareció, la puerta cerrada pues a pasar de querer abrirla no podia, un miedo rotundo ante lo que veía me perseguía.
La sangre en mi se hacia cada vez más presente me caí con las piernas abiertas y un grito desesperado lleno de dolor.
Los gusanos de la cama caían, el olor por debajo de la puerta salía, retrocedía lo sentía el frio en mi cuerpo corría, un sentimiento que me detenía, voltee hacia atrás ante mis ojos se mostro, un trágico cuerpo desgarrador lleno de histeria y dolor, de un solo grito de pavor todo en el lugar oscureció.
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