COMIENZO
Todo lo que un día fue dejara de ser y todo lo que es, terminará.
Había una vez, un mundo lejos de la realidad, perdido entre las sombras, buscando un lugar donde estar.
Moría de distintas formas y volvía a renacer entre muchas otras, se dejaba caer y volvía de nuevo.
En ese mundo había un reino poderoso, uno que todos los días crecía más a pesar de vivir entre las sombras, era hermoso, el viento lo seguía, tan pequeño que sus habitantes cabían por el agujero de una aguja.
No conocía el miedo, no conocía la tristeza, el amor o cualquiera otra cosa, no había muerte por qué ya se creía muerto, era un reino tan magnífico, a pesar de no brillar.
La oscuridad no dejaba que lo viera, era una bruma tan poderosa, que era difícil quitarla, la oscuridad de la noche se perdía con ella, un corazón hambriento lleno de curiosidad y pasión, tan inocente, como un pequeño niño al correr.
El poder de la fuerza que tenía era incontrolable, no obstante, la princesa del reino intento salir, no podía verlo, su mirada fina se avía acostumbrado a la oscuridad.
Sin embargo, pudo salir nadie entendía como tal vez suerte, coincidencia o destino, corrió y se cayó, pero no sintió dolor, la oscuridad estaba dispuesta a detenerla y cuando estaba a punto de salir.
No pudo atraparla, la luz que ahora veía y distinguía era diferente, sentía frío y dolor, su cuerpo se volvió en algo diferente y se plasmó en algo sorprendente.
Aunque la oscuridad la buscaba, intentaba atraparla y capturarla, y cuando la encontró, entonces era tan irreconocible, que ella tampoco lo recordaba, tanto sus emociones como lo que hora era la hacían ver más humana.
La tenía frente a ella, una oscuridad que la buscaba, abrumadora y espesa, pero no le tenía miedo al contrario estaba lista para abrazarla.
Se hizo una sola con ella, el reino la recibió, pero ella no se quedó.
Esta vez no huyó, solo camino, era un camino largo que la oscuridad tuvo que dejarla ir, el viento la esparció, y el mundo se dejó ver ante la luz.
Si la oscuridad la alcanzaba, la princesa la esperaba, pero no dejaría de caminar, pues sabía que llegaría.
Y estaría lista para recibirla de nuevo y dejarla ir otra vez, ya que la luz también le pertenecía.
No había un príncipe azul, ni una bruja el cual aniquilar, tampoco había una princesa hermosa y encantadora, tal vez esa niña la imagino como ella.
Una princesa que simplemente se veía como las demás o como ella misma.
-Esa historia no me gusta- le dije a mamá mientras me arropaba, su cabello largo casi me tapaba el rostro, la ventana estaba abierta, y la luz de la luna entraba dejando que la vea por algunos instantes.
-A nadie le gustan las historias que hablan de la oscuridad, pero si quieres te puedo contar algo diferente- la miré a los ojos y sonreí, esperando la historia que seguía.
-Bueno está historia- respiro profundo y cerro la ventana.
-Existió hace miles de años, mucho antes de que tú y yo estuviéramos en este lugar, Cuánta la leyenda que existió un ser, no era el diablo ni dios, no era el bien ni el mal, él era el todo.
Un espíritu más allá de lo desconocido, lo invisible y lo visible, uno que podía crear y dar, así mismo nos quería crear.
La complicidad de aquello que una vez paso con un corazón de hielo lo hizo retomar.
Tomo un puñado de barro y con eso nos formó poco a poco nos amoldo nos dio un cuerpo, cara y ojos, no obstante al darnos vida descubrió que ante la caída de la lluvia moríamos.
Después de eso busco otra cosa para formarnos busco entre todo, la imaginación que tenía le hacía pensar en que podía crear y descubrió la madera, de igual forma nos tomó y acomodo pieza por pieza con sus manos, sin embargo se dio cuenta que su creaciones de ese modo no tenía alma ni tampoco memoria.
Sin dejar de lado el querer crearnos, continúo buscando algo para crearnos no obstante encontraron algo hermoso tan y brillante, cual oro salido de la tierra era poco pues mezclo maíz con madera, poco a poco, creo mezclo y logro.
La variedad del maíz el de color rojo fue nuestra sangre, el amarillo piel, el negro cabello, hizo tantos que no se permitió dejar de usarlos y una vez que nos creó a todos de diferentes maneras, se dio cuenta de aquella gran creación que creo, no obstante, no nos dejó a todos juntos.
Nos separó en una tierra, dejo que creciéramos y nos reproducimos cada vez más y más, aunque con lo que no contó con lo que después llegaría, muchas de sus creaciones muchos de sus pensamientos los dividían, los hacía arrogantes y horribles con los demás.
Y al mismo tiempo despertaba en ellos una libertad de curiosidad, como el de su vida misma, comenzaron a moverse a querer más lugar del que tenían.
Entre todos esos lugares existía una aldea, creada plenamente del oro que aquel dios adquirió, a pesar del haberlo creado aquel lugar lo había cosechado, esperaban a qué creciera junto al chocolate y muchas más especies, que los hacían uno mismo como iguales.
Un día todos se comenzaron a pelear, aquella aldea lucho por su territorio uno contra otro, ambos reinos divididos queriendo ganar, acabaron con todo, dejaron muertos y heridos y poco a poco la aldea murió, se apagó como una vela, no dejo restos y tampoco cenizas aquellos que tenían un nombre diferente y poco común eran perseguidos por los otros pueblos hasta terminar con su existencia o unirte a ellos.
Así fue como llegamos aquí acostó de poder ambición y territorio a costo de sangre vidas y nuestro pasado, todo se acabó al menos es lo que lo algunos creen nos unimos en territorio, pero no en costumbres, esto enfureció a aquel que nos creó solo podía ser visto por aquellas personas que creían en el y en su poder, como lo más supremo.
Era bondadoso y pasivo, pero al mismo tiempo destructivo y arrogante teníamos poco de él, así como el tenía poco de nosotros.
Se encontraba en medio de un mar desolado, un árbol milenario que se reflejaba ante la tempestad de la luna, creciendo cada vez más.
Las leyendas ante su existencia eran mayores pues aquella isla poseedora de vida y tesoros era deseada por cualquiera, riquezas inexplicables, aguas de vida eterna.
Marineros y piratas se detuvieron en su búsqueda, lo bella que podía ser, lo que podían ganar y lo que podían obtener, no creyendo en el si no en lo que les podía dar.
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