Introducción
HOLA DE NUEVO!!!
BUENO YA ESTÁ AQUÍ LA HISTORIA DE DAMON Y LISEHT, ESPERO QUE OS GUSTE PORQUE AUNQUE SÉ QUE LA MITAD ANDÁIS ENAMORADAS DE ÉL, CREO QUE OS GUSTARÁ SABER QUE AL FINAL TERMINARÁ PERDIDAMENTE ENAMORADO. CLARO QUE POR EL CAMINO PASARÁ POR SITUACIONES QUE NUNCA PENSÓ QUE LE PODRÍAN OCURRIR JAJAJAJA
ESPERO QUE APARTÉIS LOS CELOS Y ACEPTEIS A LISEHT, EN FIN, YO TAMBIÉN LE COGÍ MANÍA DURANTE UN TIEMPO PERO ESTOY RESIGNADA ANTE EL HECHO DE QUE SON EL UNO PARA EL OTRO.... :-)
AQUÍ COMIENZA LA HISTORIA DEL TERCERO DE LOS AMIGOS.
PARA TODOS AQUELLOS QUE HAYAN LEÍDO LA HISTORIA DE NICK Y MEREDITH O DE GABE Y MARION, ESTA ES SIN DUDA LA QUE LE FALTABA Y CON LA QUE ME TIEMBLAN HASTA LAS PIERNAS DE PENSAR EN NO PODER OFRECEROS LO QUE ESPERÁIS AL LEERLA :-(
LO INTENTARÉ CON TODAS MIS FUERZAS, O MEJOR DICHO CON LA INTELIGENCIA QUE DIOS ME DIO, PORQUE NO TENGO OTRA.
SUBIRÉ EN CUANTO TENGA ALGO ESCRITO MIENTRAS TERMINO LOS ÚLTIMOS CAPÍTULOS DE REBELDE RENDICIÓN Y EN CUANTO ACABE CON ÉSTA, LO HARÉ TODOS LOS DOMINGOS COMO SIEMPRE!!
BESOTES ENORMES Y HASTA PRONTO
POR CIERTO OS DEJÓ MÁS ABAJO, EN LOS COMENTARIOS, EL ENLACE DE LA ENTREVISTA QUE ME REALIZÓ PatriciaMB PARA SU BLOQ, ESPERO QUE LA LEÁIS!!
***
Afueras de Oxford, Inglaterra.
Abril de 1816.
El carruaje volvió a zarandearse debido a un bache del camino y Bill se agarró con fuerza al pescante maldiciendo en voz alta.
- Demonios, John. Es el quinto que pillas en todo el maldito día. En el próximo saldré volando y me partiré la cabeza.- Se quejó sin esperar que su compañero pusiera mayor atención al recorrido de lo que lo estaba haciendo hasta el momento.-
- Es el camino, maldita sea, ¿cómo pretenden que lleguemos puntuales con la entrega del correo si tenemos suerte de que un caballo no se parta una pata?.- Gruñó entre dientes.-
Bill miró a su amigo y pensó que debía de poner en orden sus prioridades. A él le preocupaba más que terminara molido por los continuos vaivenes del carruaje que por el posible accidente de los equinos.
El día había sido largo pero sólo faltaban unas leguas para llegar a la posada " El buho", y allí podrían refrescar sus resecas gargantas y si tenía suerte, disfrutar del calor de la descarada de Rosie. Se tocó el bolsillo para confirmar que seguía allí el regalo que le llevaba a la muchacha porque después de su última visita se habían separado en no muy buenos términos.
- Mañana, tendremos que salir más temprano para recuperar algo del tiempo perdido.- John refunfuñó como era su costumbre.-
- Esperemos que en ésta ocasión sea algo menos ajetreado que la última vez.-
Ambos se quedaron callados preocupados por lo que podía aún suceder.
De todos era sabido que los salteadores de caminos era un problema para el que decidiera recorrer esos rumbos, y llevar correo no les eximía de ser atacados por ellos, por lo que iban bien provistos de armas y siempre atentos a lo que podía suceder, tanto así, que en el viaje anterior si no llegan a defenderse con uñas y dientes podrían ahora estar bajo tierra y llorados por sus familiares y amigos.
John arreó a los caballos en cuanto vio aparecer la posada, y estos respondieron acelerando algo el paso deseando también poder descansar.
***
Bill asomó la cabeza por la puerta trasera de la cocina esperando encontrar a Rosie y convencerla de que le dedicara un poco de tiempo.
El olor a guiso le inundó las fosas nasales y le hizo crujir las tripas, pero antes de aliviar su cuerpo con comida y bebida, tenía que contentar a su espíritu haciéndose perdonar por la muchacha.
- Pshhhh, Rosie.-
Ella se giró y tras un grito de alegría, soltó el cuchillo con el que cortaba verduras y secándose las manos en su amplio delantal, corrió para lanzarse sobre él y hacerle ver,con un beso profundo, cuanto lo había echado de menos.
El hombre la pegó a su cuerpo y hundió sus manos entre los pliegues de su falda buscando su trasero.
- ¡Espera!.- Rosie miró alrededor para cerciorarse de que estaban solos.- Si Eddy te encuentra en la cocina....recuerda lo que sucedió la última vez. Me prometió que me daría una paliza que me haría escupir hasta los dientes si volvía a encontrarnos juntos mientras yo tuviera trabajo.- Le advirtió mientras lo empujaba hacia fuera con muy poco resultado ya que no consiguió moverlo ni un ápice.-
- Vamos, cariño, sólo será un ratito, prometo que te gustará. Además te traigo un regalo.- Se apresuró a decir al ver que la muchacha iba a cerrar la puerta.-
Rosie se mordió el labio indecisa y sonrió con coquetería.
- ¿Ah, sí?¿Y puedo saber que es?.-
Bill sacó el pañuelo de su bolsillo y supo que había ganado algo más que besos cuando vio como le brillaban los ojos.
- Dime que te gusta.- Le pidió acercándose de nuevo hasta poder besarle el cuello.-
- Es precioso.- Contestó arrebatándoselo de las manos.-
- Creo que merezco que me lo agradezcas con algo más de entusiasmo.- Bill trató de levantarle la falda.-
- He dicho que aquí no.-
Rosie le apartó las manos de un empellón.
- Mira, el coche del correos está en la parte de atrás. Sólo podremos estar el tiempo justo para comer algo y proseguir el camino. Te espero allí, ¿de acuerdo?..- Bill rezó por escucharla decir que sí y a punto estuvo de gritar de júbilo cuando ella asintió.-
- Esta bien, pero tendrá que ser algo rápido.- Dijo la muchacha sin dejar de admirar su nuevo pañuelo.-
- Eso está hecho.- Le guiñó un ojo de manera cómplice.-
Bill desapareció rápidamente y Rosie cogió una cesta al salir. Si se encontraba con Eddy le diría que iba por huevos, no quería que cumpliera su amenaza de golpearla.
Se colocó el pañuelo alrededor de la cabeza esperando que le favoreciera el color y caminó contoneándose hasta el lugar donde Bill la esperaba impaciente.
Sin esperar un segundo Bill la introdujo en el carruaje y cerró la puerta tras él. Comenzaron a besarse y acariciarse entre risas. Bill era siempre muy complaciente y nunca la dejaba insatisfecha como el tonto de Richard.
- ¡Augh, espera!.- Rosie quitó una de las sacas de correo que parecía querer perforarle la cintura.- Me estoy clavando la maldita bolsa.- Se quejó.-
- No te preocupes que nada se clavará en tu delicioso cuerpo excepto yo.-
Rosie rió ante la ocurrencia y vio como Bill lanzaba la bolsa a través de la ventanilla del carruaje.
- Estás loco.-
- Loco, por ti.-
Ninguno de los dos habló más hasta que estuvieron bien satisfechos.
***
El chico corrió a lo largo del pasillo y al girar resbaló cayendo al suelo.
- Maldita sea.- Dijo entre jadeos.-
Se levantó con un torpe movimiento de brazos y piernas y reanudó su loca carrera. Perro iba en dirección a la cocina y si Rosie lo veía por allí lo trincharía y lo serviría como cena.
El ruido de sus botas, demasiado grandes para alguien tan pequeño como él, resonaban en sus oídos con fuerza. Tenía que coger a su mascota antes de que Eddy o la cocinera lo vieran dentro de la posada. Ya le habían advertido que no lo querían correteando y haciendo diabluras dentro y que la próxima vez.....Volvió a resbalar pero esta vez pudo mantenerse en pie con algo de suerte.
Perro saltaba delante de él sin más preocupación que jugar. Resopló y aceleró el paso.
Había encontrado al cachorrito y enseguida había sentido que era como él, abandonado por su madre y solo en este mundo. Trabajaba duro para comer y podía decir que tenía un techo y alguien que cuidara de él. Rosie siempre le procuraba comida y ropa con la que abrigarse, pero se sentía solo y pensó que los dos podían darse mutua compañía. Él cumplía su parte escrupulosamente preocupándose de alimentar a su amigo, pero desgraciadamente Perro solamente sabía meterse en problemas.
Lo vio entrar directamente en la cocina y él frenó antes de entrar tras él. Jadeando se asomó para ver si Rosie andaba cerca y al ver que no se encontraba allí, corrió de nuevo tras su peludo amigo.
Miró ansioso a su alrededor. ¿Dónde podía haberse metido?. De pronto escuchó como lo llamaba desde debajo de la gran mesa que ocupaba casi toda la habitación.
¡Demonios! Tanto ejercicio físico cada vez que se escapaba le dejaba sin aliento.
Se lanzó sin pensarlo tras él, y se le escapó por muy poco. El cachorro salió por el otro lado y se paró mirándolo con la lengua fuera. Parecía esperar a que volviera a ponerse en movimiento para escapar de nuevo.
El chico sonrió. No era la primera vez que sentía que podía entenderse muy bien con su amigo, mejor incluso que con las personas.
- ¿Quieres jugar, eh?.-
De un salto y a trompicones consiguió salir y perseguirlo de nuevo.
Suspiró con alivio cuando el cachorro decidió traspasar la puerta trasera de la cocina y salir al exterior. Al menos nadie podría decir que estaban jugando dentro de la posada.
Vio sus patas traseras desaparecer tras el carruaje del correo y se apresuró a ir tras él.
¡Fantástico!.Esperaba que no se metiera entre los árboles porque sino tardaría un buen rato en encontrarlo y entonces sí que estaría en un buen lío. No podía alejarse mucho tiempo de la posada. Había mucho que hacer.
Con la garganta seca y el corazón a punto de salírsele por la boca sorteó a los caballos y casi grita de alegría cuando vio al cachorro parado. Aprovechó para inclinarse y poner las manos sobre sus huesudas rodillas y resollar debido al esfuerzo. Cuando se sintió algo más tranquilo, se acerco con mucho cuidado porque no quería que se le volviera a escapar y cuando lo tuvo en sus manos suspiró con alivio.
- ¿Eres muy malo, lo sabías?.- Rió cuando le lamió la cara mientras le acariciaba entre las orejas.-
Se la secó con la manga de la camisa y entonces toda la alegría desapareció.
- ¿Qué diablos...?.- Le quitó un trozo de papel que colgaba aún de la comisura de su babosa boca.-
Miró al suelo y vio una saca de correo abierta. Algunas cartas estaban esparcidas por la arena y una de ellas estaba irremediablemente hecha trizas.
- Me mataran y a ti te harán picadillo.- Dijo con los ojos como platos.
Lo apretó contra su pecho cuando escuchó la risa de Rosie y la de un hombre, seguramente sería Bill, dentro del coche. Si se enteraban de lo ocurrido le quitarían a Perro.
Le llamaba así de manera provisional hasta que tuviera uno que le gustara. Tener un nombre era muy importante, después de todo tendrías que cargar con él toda tu vida, y él no quería equivocarse al elegir el del cachorro. No importaba el tiempo que tardara en decidirse, cuando lo hiciera, sería el correcto.
Recogió con rapidez los trozos rotos y cerró la saca tirando de las cuerdas con fuerza para que no volviera a abrirse. Se internó entre los árboles y cuando creyó que estaba lo suficientemente lejos dejó caer la carta destrozada. El viento se encargó de dispersar los pedazos y jugar con ellos hasta que se perdieron de vista.
Esperaba que nadie se diera cuenta de lo ocurrido.
Volvió al establo mientras advertía a su amigo que esta vez tendría que amarrarlo para que no escapara y que lo sentía de verdad, pero que era necesario por el bien de los dos.
¿Quien podría decir si el contenido de aquella carta era lo suficientemente importante para la persona que tendría que recibirla?.
Tal vez, si hubiera llegado a su destino los acontecimientos en la vida de Damon Ibree, conde de Arlington, se hubieran precipitado, pero el destino, quizás, retrasó lo que tendría que saberse para que todo lo que tenía que suceder, lo hiciera en el momento adecuado.
Todo ocurre por una razón, aunque a veces seamos incapaces de comprenderlo.
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