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EPÍLOGO

Que penita que tengo!!!!!!

Esto ha llegado a su fin, ahora sí, y parece que otro hijo mío se ha ido para hacer su vida jajajajaja

Por otra parte estoy feliz porque por fin empezaré la historia de Vincent y Kate que como muy bien me indico una lectora son los nombres de los personajes de "Bella y Bestia" la serie de televisión ;) Tengo que decir que es pura coincidencia porque yo no la había visto hasta que me lo comentaron hace un par de semana y debo decir que me encanta!!!!!! Así que creo que en honor a esta coincidencia mi personaje masculino será Jay Ryan, el actor que encarna a la bestia, a pesar de que el color de los ojos no coincide (para eso está la imaginación jijijij)

Muchas gracias por seguirme hasta aquí y por la espera tan larga para éste capítulo, tres semanas, pero estamos en verano y también disfruto de tiempo libre!!!

Besos a todos y millones de buenos deseos!!!!!!!

Nos vemos en "Espías en la Sombra: Mi perfecto Espía"!!!!!!

***

El padre Tunner no dejaba de observar a los contrayentes y aunque, como hombre que era, se sentía más que satisfecho de la forma en la que Lord Arlington miraba a su mujer durante el enlace, como sacerdote, no tenía más remedio que admitir que le incomodaba la mirada hambrienta y posesiva que no intentaba disimular aún estando en la casa del creador.

En cambio ella parecía más bien tímida y se sonrojaba con cada nueva insinuación por parte de su esposo. Aún así, sonrió feliz de verlos tan unidos y cómplices a pesar de que su matrimonio no había empezado de una manera demasiado tradicional.

-Y ahora, puede besar a la novia.- Concluyó más que satisfecho.

Damon no esperó a que el padre terminara la frase cuando se inclinaba ya sobre su esposa. Le parecía más que increíble que fuera suya después de la forma tan despreciable en la que la trató y agradecía infinitamente la manera en la que habían conseguido salvar todos los escollos que se habían encontrado hasta llegar ahí. Deseaba sobre todo, que fuera un digno poseedor de su amor.

Tembló cuando sintió la dulzura de sus labios y aunque trató de que fuera poco más que un simple roce, fue incapaz de evitar profundizar el beso y estrecharla fuertemente entre sus brazos.

Ninguno de los dos fue consciente, hasta que se separaron mirándose con amor, del carraspeo del sacerdote llamándoles la atención o de las risas de los invitados ante su demostración.

Liseth se derretía contra él y era incapaz de pronunciar una palabra debido a la emoción que le cerraba la garganta amenazando con hacerla llorar de pura alegría. Jamás pensó que se pudiera amar de la manera en la que lo hacía y sentirse totalmente retribuida.

Escuchó los vítores que lanzaban y algunos aplausos y eso la hizo ser consciente de que estaban rodeados de personas que los miraban con menor o mayor grado de diversión. Sonrió feliz y hundió el rostro en el pecho de su marido algo avergonzada por la efusividad del beso antes de girarse para salir de la iglesia.

Damon le rodeó la cintura firmemente sin dejar de sonreír un solo instante acercándola a él.

-¿Crees que podríamos escaparnos y adelantar la noche de bodas?.- Le susurró junto a su oído antes de besárselo con suavidad.

Liseth se volvió fingiendo escandalizarse ante la sugerencia y él lanzó una carcajada al aire que pareció hacerse eterna entre las paredes del sagrado recinto.

***

-¿Porqué no dejas de sonreír cuando me miras?.- Damon dio un trago de la copa con despreocupación pero realmente interesado en la respuesta.

Gabe ensanchó aún más la sonrisa ante su demostración de curiosidad.

-Caballeros, brindemos por la feliz pareja.- dijo en lugar de responderle.

Nick lo secundó con entusiasmo y Vincent simplemente los imitó mucho menos exaltado que sus amigos.

-No me has respondido y además el sonreír tanto no beneficia a tu papel de hombre serio.-

-Hoy me encuentro especialmente feliz.- le dijo palmeándole la espalda.- No siempre puede uno alegrarse porque su hermana se casa, por segunda vez, con un buen hombre que además es un gran amigo, sino que me complace que al fin te veo rendido ante una mujer aún después de asegurar que jamás lo harías. Tengo que decir que eso me poner de muy buen humor.

Damon había soportado ese tipo de comentarios desde hacía varios días tanto por parte de Gabe como de Nick y aunque no le molestaban, le gustaba llevarles la contraria sabiendo que no los engañaba en ningún momento.

-Creo que te refieres a Nick. Todos sabemos que su mujer es la que manda realmente a pesar de parecer una mujer dócil y obediente.-

El aludido se atragantó al escucharlo y lo miró con sorna.

-La clave está en la palabra "parecer".- Todos rieron ante el comentario.- No dudo que estoy locamente enamorado de mi mujer pero no intentes desviar la conversación. Liseth es la horma de tu zapato, no lo niegues.

- No lo hago.- Afirmó Damon buscándola por el salón hasta dar con ella.- Simplemente no creo dejarme llevar por mis sentimientos tanto como otros. Aún se comenta de cierto caballero que se llevó a su esposa de un salón de baile cargándola sobre el hombro.- Se complació de ver a Nick mirarlo fijamente.- Eso sí que fue una demostración de posesión y dominio.

-Creo que se está refiriendo a ti, Nick. Incluso a mi me ha llegado esa historia a pesar de que ocurrió hace bastante tiempo.- Vincent disfrutaba viéndolos acicatearse unos a otros mientras que el era generalmente un mero espectador de sus duelos verbales.

-¿De parte de quien estás?.- Le amonestó Nick simulando sentirse traicionado.- Eso fue algo impulsivo lo reconozco, pero os puedo asegurar que logró su objetivo, deberíais probarlo.- Sonrió al recordar lo que sucedió una vez llegaron a casa y Meredith se tranquilizó por el bochorno que había pasado.

-No dudo que te perdonaría pero eso no aumentó tu fama de caballero.-

-Mereció la pena.- Aseguró con contundencia.- Pero no me negaréis que Gabriel me supera en originalidad. Fingió un compromiso para lograr que una mujer se casara con él.-

Esta vez fue Gabe al que le tocó defenderse de sus ataques.

-Más bien fue ella la que me enredó para que yo aceptara fingir el compromiso. En mi caso, puedo asegurar que fui la víctima.- Dijo de buen humor.

-Por supuesto, todos recordamos que la que andaba como loca muerta de celos era ella, ¿verdad. Damon?. Tu jamás sentiste algo más que un leve aleteo en tu duro corazón.- Nick se alegraba enormemente de la felicidad de su amigo.

-Y tampoco fuiste aquel que destrozó completamente su despacho, muerto de rabia, porque te sentiste atrapado por sus....encantos.-

Gabriel los ignoró como solía hacerlo. No era bueno que les contestara más de lo debido porque entonces podían seguir indefinidamente con aquel tema.

-Creo que nos has superado a todos, Damon. Desde que regresaste hace unos meses todos hablan de los condes de Arlington, primero por la mujer misteriosa y que apenas salía de casa y después porque resultaba que estabas casado cuando nadie lo sabía. ¡Hasta se ha llegado a decir que eras un romántico herido de amor y que por eso te dedicabas a enamorar a cuánta mujer se ponía en tu camino queriendo volver a sentir lo que una vez perdiste!.

-Realmente me parece increíble que todo haya salido tan bien.- Damon los miró a todos agradeciendo su participación.- Me alegro de haberos tenido cerca y creo que nunca podré demostraros lo suficiente, lo que eso significa para mí.

Los cuatro hombres se miraron en silencio y asintieron con la cabeza. No había que decir nada más. Ellos se entendían sin palabras.

-¿Dices que cargártela al hombro surtió efecto?.- Damon torció la boca en una sonrisa endiablada y sus ojos brillaron al centrar su atención en la mujer que reía a pocos metros de ellos.

***

Estaba muy contenta de cómo todo se estaba desarrollando. Los invitados parecían bastante complacidos y así se lo habían hecho saber a la mínima ocasión. No eran muchos, solamente aquellos que les eran más cercanos. Ninguno de los dos quería una boda con cientos de invitados.

Habían decidido celebrar el enlace en Reading, el lugar donde se conocieron, y cuanto más lo pensaba más segura estaba de que era lo correcto. Era un nuevo comienzo... más bien, la continuación perfecta para el resto de sus vidas.

Lord Prescott y su esposa la habían felicitado con lágrimas en los ojos. Le sorprendía el cariño que la pareja le tenía por el simple hecho de ser hija de su madre y ella no podía más que retribuírselo con creces. Conocía el papel que el coronel había desempeñado en la triste historia de sus padres sin quererlo y eso los unía de alguna forma que no podía explicar.

Escuchó unos ladridos y miró por las ventanas sin dejar de sonreír, era incapaz de hacerlo, y vio como los perros corrían seguidos de David que cargaba en su espalda a Thomas y de Minny llevando de cada mano a Violet y Andrew, los hijos de Meredith y Nick.

-Espero que la pobre Minny pueda con ellos.- Dijo Meredith abanicándose pensativa.- A veces pueden ser de lo más agotadores.- Su tono indicaba el cariño inmenso que les tenía.

-Vamos Meredith, a ti te encanta estar con ellos.- Marion se llevó la mano al vientre sin poderlo evitar.

-Y no lo niego, pero ya me contarás, ya me contarás.....-

Kate sonrió apenas mirándolas con simpatía.

-Ha sido una ceremonia, preciosa.- Aseguró con sinceridad.-

Liseth estuvo de acuerdo con ella.

Mientras sus amigas se enfrascaban en una alegre charla sobre sus respectivas bodas ella se limitó a escucharlas a medias. Estaba más que deseosa por encontrarse a solas con Damon. Habían acordado dormir separados durante la última semana porque ambos deseaban que de alguna forma, esa noche fuera especial , y ahora no podía dejar de imaginarse lo que sucedería cuando cerraran la puerta tras ellos. No se habían separado desde que concluyera el enlace y ahora que cada uno dedicaba algo de tiempo a los invitados se buscaban continuamente con la mirada, diciéndose sin palabras lo que sentían en cada gesto.

-Lady Arlington.-

Se giró pensando en lo atractivo que se encontraba Damon aquel día en especial.

-Me alegro que hayan podido venir.- Extendió las manos para que el joven se las besara con ligereza.

- Nosotros también nos sentimos dichosos de haber podido ser partícipes de este día tan importante.- Cribbs miró a la muchacha que tenía a su lado con mal disimulado cariño.

Liseth había conocido a Rosemarie Wick unos días atrás y le había parecido una muchacha encantadora, dulce e inocente, demasiado joven quizás pero deseaba de todo corazón que aquel compromiso tan inusual resultara siendo todo un éxito aunque Damon le había expresado sus dudas al respecto ya que la joven parecía no haber estado muy de acuerdo con continuarlo.

Cribbs era un hombre muy bien parecido y le agradaba especialmente. Los miró a ambos pensando que hacían muy buena pareja. Siendo ella tan feliz no podía dejar de desear lo mismo para los demás.

-¿Se está divirtiendo, señorita Wick?.- Le preguntó amablemente.

-Ciertamente. Son unos anfitriones maravillosos.- Contestó algo tímida.

Cribss le acarició levemente la mano que sostenía sobre su antebrazo antes de mirarla con adoración.

-Espero que cuando decida organizar su boda, no lamente pedirme ayuda si la necesita. Estaré encantada de hacerlo en  la medida de lo posible, además entrará a formar parte de nuestra familia y deseo que podamos ser muy buenas amigas.-

Se felicitó a ella misma por el tono tan ligero que había utilizado y por el sonrojo que había conseguido provocarle a la joven que junto a la mirada nerviosa que había dirigido hacia su prometido, casi la había convencido que ella sentía mucho más de lo que Cribbs parecía creer.

Se apiadó de los dos y tras varias frases más de cortesía se despidió para dirigirse hacia Lady Remington, Lady Abbigail y Lady Pru que parecían estar muy entretenidas.

-Querida, tenemos una pregunta que hacerte..- Lady Pru bajo el tono de voz en cuanto estuvo a su lado.- ¿El dueño de ese casino clandestino...?.- Dudó al no recordar el nombre.

-Adam Blazey.- Apuntó certeramente Lady Remington.

-Ese mismo.- continuo como si no la hubieran interrumpido.- Creíamos que vendría pero conocemos a todos los que están en el salón y nos preguntábamos si lo hará más tarde.- Terminó de decir con aire misterioso.

Liseth las miró sabiendo que se morían de curiosidad por conocerlo y lamentó defraudarlas.

-Le ha sido imposible venir, por lo visto un asunto muy importante lo tiene ocupado fuera de Londres pero pienso invitarlo a cenar una de las próximas noches, me prometió que aceptaría, así que dudo que tardéis demasiado en conocerlo.-

Lady Abbigail parecía muy satisfecha con la respuesta y las tres se ensartaron en una conversación de si sería o no tan enigmático como les habían asegurado.

Aún sonreía al mirarlas cuando Lady Pru levantó una ceja en una pregunta muda, pero no estaba dirigida a ella sino a alguien que se acercaba por su espalda. Se volteó apenas cuando sintió como unos brazos la levantaba con decisión. Soltó un leve quejido tratando de pensar lo sucedido cuando escuchó las risas y quedó bocabajo viendo el suelo pasar ante sus ojos.

-Señores, lamento informaros que los anfitriones se retiran. ¿Vas cómoda, cariño?.- Damon hablaba mientras se dirigía hacia la puerta.

Liseth abrió la boca para decir algo pero fue incapaz de que un sonido saliera de su boca. No era posible que el muy descarado la cargara de aquella manera delante de todos los invitados.

-Bájame, ahora mismo.- Le susurró abochornada por completo.

-Lo haré en cuanto te tenga donde debes estar.-

Y tuvo el descaro de palmearle el trasero mientras reía.

***

Todos salieron en tropel para ver como el conde subía a su esposa por las escaleras hasta desaparecer.

Hubo quien propuso un brindis por los "ansiosos esposos" y la risa fue generalizada.

Nick puso las manos sobre los hombros de su mujer pegándose a su espalda.

-Es un envidioso. No puede soportar llamar la atención.- Le aseguró besándole el pelo.

-Ese espectáculo era nuestro. No tenía ningún derecho a apropiarse de él.- Se quejó Meredith mientras se volvía hacia él, feliz.- Y tienes razón. La envidia le carcome.-

-Está bien, la próxima vez que le vea, me aseguraré que se entere de tu enojo.- Le siguió el juego divertido a la vez que jugaba con un mechón que se había desprendido del peinado.- Podíamos aprovechar y marcharnos también.- Sugirió bajando la voz de forma que solo ella podía oír el tono que empleaba.

Sólo pudo asentir con la cabeza.

***

-¿Crees que le agradecerá el habérsela llevado de esa forma o por el contrario tendrá que hacerse perdonar?.- Preguntó Marion a su marido con una sonrisa traviesa.

-No creo que se lo recrimine lo suficiente. Ese hombre hace siempre lo que quiere y como quiere, Liseth poco o nada puede hacer al respecto.- Le besó la mano sin dejar de mirarla.

-Damon la adora y pienso que sabe que ella lo hace igualmente y se aprovecha. Le encanta montar un escándalo si con ello demuestra lo loco que está por su mujer.- Suspiró resignada ante lo evidente.

-¿Celosa?.- Le preguntó con un brillo pícaro en sus ojos verdes.

-Jamás.- Aseguró.- Tengo al hombre más maravilloso de la tierra para mi solita. ¿Qué más se puede pedir?.- Le pasó una mano por el pecho con un mohín seductor en su boca.

-Si sigues diciendo esas cosas, terminaré por creerlas y tendremos que marcharnos muy pronto.- Su mirada se veló por el deseo.

-Eso espero, eso espero...-

***

Abrió la puerta con rapidez y la cerró con el pie sin detenerse apenas. Con cuidado la dejó sobre la cama y se recostó sobre ella hundiendo la cabeza en su cuello para poder besar su piel. Deslizó la lengua formando círculos por su escote y gimió al llegar a la curva sugerente de su pecho.

Liseth no se movía. No había dicho nada desde hacía unos minutos, así que dejó, con gran pesar, lo que estaba haciendo y la miró a los ojos, lo mismos que lo fascinaban de forma irremediable.

-¿Estás enfadada?.-

Lo había hecho impulsivamente y no se había parado a pensar que a ella no podía gustarle el ser tratada de esa forma.

-¿Liseth?.-

Estaba tan seria que comenzó a separarse de ella para que pudieran hablar más cómodamente.

De pronto comenzó a temblar incontrolablemente y Damon se asustó. Algo debía de ocurrirle sin duda si se estremecía de esa manera.

La primera carcajada salió de forma abrupta y se llevó las manos a la boca para tratar de acallarlas pero era algo imposible. Rió como hacía tiempo que no lo hacía y Dammon la acompañó al instante al comprender que nada malo sucedía.

Tras varios minutos de tratar de calmarse ambos cayeron agotados sobre el colchón.

-¿Qué pensarán de nosotros?.- A Liseth la risa le bailaba aún en los labios y él los miró intensamente relamiéndose de paso.

-Creeran que te deseo tanto que no puede esperar por más tiempo a tenerte en la privacidad de la habitación y tendrán razón.

-¡Oh, Dios!.- Se acurrucó en su pecho ocultando el rostro ruborizado.

-El culpable es Nick por meterme ideas en la cabeza.- Se excuso comenzando a acariciarla.

-No trates de eludir tu culpa.- Sus manos volaron hasta su pañuelo y lo desató con rapidez.

-Soy inocente, tan inocente como....- Calló al sentir las atrevidas palmas de sus manos deslizándose por su pecho.

-No conoces esa palabra, descarado.-

Sus bocas se buscaron con desesperación hasta dejarlos sin respiración y tuvieron que separarse jadeantes.

Le dibujó el contorno de la cara con la yema de los dedos antes de rozarle los labios con delicadeza.

-Eres mucho más de lo que me merezco.- Le confesó totalmente convencido de ello.-

Liseth le colocó un dedo en la boca para hacerlo callar.

-Creo que he sido muy afortunada al encontrarte y puedo asegurarte que superas con creces mis locos sueños.- Le besó lentamente provocándolo.

-Ummmm, me gusta.-

-Me alegra saber que mis besos provocan algo en ti.- Se contoneó sobre él buscando una respuesta.

-Lo que quería decir es que me gustaba que haya superado tus sueños de príncipes azules. No he dicho nada de tus besos.- Le dijo con fingida inocencia.-

-Eres....-

Lo avasalló a caricias hasta tenerlo completamente rendido.

-He cambiado de opinión.- Damon apenas podía pensar.- Creo que eres la mujer más seductora de cuantas hayan existido, fierecilla.

-Eso me gusta más.- Confirmó antes de enredarse de nuevo en su cuerpo.

Esta vez fue ella la que pidió clemencia ante el asedio al que su esposo la tuvo sometida.

Mucho tiempo después, ambos saciados por completo se darían cuenta de que no estaban en su habitación, si no en la de un invitado que sin duda habría tenido que dormir en otro sitio.

Entre risas y bromas se culpaban el uno al otro de lo sucedido pero ninguno hizo el intento de levantarse, sino que inmersos en un mundo aparte se dedicaron a complacerse una vez más.

FIN

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