Capítulo XXXV
MUY BUENAS! ;)
YA ESTOY DE NUEVO AQUÍ JAJAJAJA
ESTE CAPÍTULO ME HA ENCANTADO ESCRIBIRLO, NO ME PREGUNTÉIS PORQUÉ PERO ASÍ HA SIDO. ESPERO QUE LO DISFRUTÉIS MUCHÍSIMO, ASÍ YO PUEDO IRME A COMER TRANQUILA :), PORQUE TENGO QUE DECIROS QUE AÚN NO LO HE HECHO, PERO COMO HE DESAYUNADO TARDE ......
BUENO OS DEJO TRANQUILITAS PARA QUE LO LEÁIS Y YA ME CONTARÉIS, ¿DE ACUERDO?
¡¡¡BESOTES ENORMES!!!
***
Le gustaba ver dormir a Thomas, tenía que admitirlo. Era de esas madres que podían pasar horas solamente mirando a su hijo. El leve sonido de su respiración la tranquilizaba como ninguna otra cosa pudiera hacerlo y en ese momento era lo que necesitaba, calmar los nervios que le habían obligado a saltar de la cama antes de que amaneciera.
Volvió a acomodar la colcha sobre el cuerpo del pequeño y suspiró cuando el rió en sueños. Parecía que el cambio que se había producido en sus vidas no lo había afectado lo más mínimo. Adoraba a su padre y entre ellos parecía existir una complicidad que le ponía un poco celosa, pero sólo un poco.
Minny había despertado cuando la escuchó entrar, pero ella le hizo señas con la mano para que siguiera durmiendo. La muchacha estaba acostumbrada a que apareciera durante la noche y ya no le daba mayor importancia, así que cerró los ojos y antes de que se diera cuenta había vuelto a quedarse dormida.
Liseth se preguntó como era posible que su hijo se pareciera tanto a su padre, y no se trataba del físico, que ya de por si era escandalosamente similar, sino que había ciertos ademanes que eran un calco perfecto de su progenitor. El día anterior, sin ir más lejos, Thomas había querido seguir montando a Chocolate mientras Damon, le explicaba con paciencia que el pony debía descansar. Después de varios minutos, el muy bribón miró a su padre y resoplando se pasó una mano por el cabello, tal y como Damon hacía cuando las cosas no marchaban como deseaba. Ella se quedó mirándolos tan asombrada que por un instante pensó que dentro de unos años tendrían serios problemas para lidiar con esos hombres.
Dándole un último vistazo a su hijo, se marchó sin hacer ruido.
La casa estaba sumida en el silencio aunque a medida que bajaba las escaleras y se dirigía a la cocina, podía escuchar el ruido de los empleados enfrascados en sus quehaceres diarios.
El olor a deliciosa comida flotaba en el aire y el estómago le rugió exigiéndole alimento. La noche anterior apenas había probado bocado y ahora estaba famélica.
- Buenos días.- Saludó alegre.-
Aaron se giró en cuanto soltó una enorme caja de verduras en el suelo.
- Buenos días, milady.- Le respondió pasándose una mano por la frente para limpiarse el sudor.-
Liseth le dirigió una mirada de advertencia por su forma de llamarla. Ya lo habían hablado, pero él insistía en que delante del resto de los sirvientes debía mostrarle el mismo trato que los demás porque así se evitaba los problemas que derivarían si entre ellos se trataran con familiaridad. Pensarían que al tener cierto grado de amistad con la señora de la casa, no se podía confiar lo suficientemente en él y le darían de lado. Ella lo comprendía, pero no le gustaba que precisamente Aaron y Minny la trataran con tanto formalismo.
- ¿Podría tomar una taza de té?.-
- Por supuesto.- Se apresuró a decir la cocinera y rápidamente rellenó una tetera, la puso sobre una bandeja junto a una delicada taza de porcelana, una servilleta y terrones de azúcar. Le añadió unos cuantos bizcochos y llamó para que la llevaran al saloncito del desayuno.
- No es necesario, se lo aseguro. Me sentaré aquí mismo y no molestaré.- Tomó la bandeja ella misma y se sentó en una silla con la mirada puesta en la comida.-
Aaron rió ante el gesto incrédulo de la cocinera al ver como la condesa se acomodaba en su cocina como si fuera lo más normal del mundo.
La bebida caliente le sentó de maravilla y le agregó más azúcar a su segunda taza. Miró los bizcochos y tomó solo uno pensando en que más tarde tendría que desayunar junto a Damon, Gabe y Marion. Solo de pensarlo una sonrisa se le dibujó en el rostro y se mantuvo allí un buen rato demostrando que estaba de muy buen humor.
Ambrose entro en la habitación y tras saludarla y no mostrar el menor asombro por encontrarla sentada allí, se dirigió a un gran cubo en el que echaban los desperdicios y tiró algo que a Liseth le pareció que era una carta. Y no una cualquiera, no. Era de color violeta. Un color que no podía pasar desapercibido.
Fingió no darse cuenta de lo extraño que le parecía que el mayordomo tirara correspondencia y comenzó a dar conversación mientras se levantaba de la silla y comenzaba a deambular por la habitación mirándolo todo con gran interés como si nunca en su vida hubiera entrado a una cocina, cosa que por otra parte no era demasiado extraño. Las señoritas de sociedad no tenían porque poner un pie en ellas en toda su vida y dudaba que muchas supieran siquiera el aspecto que tenía la de su propio hogar.
- Ambrose, ¿Sabe si llegado una carta desde Reading?.- Liseth estaba deseando poder adueñarse de ese sobre y mirar el contenido. Estaba casi a punto pero con tantos ojos pendiente de sus movimientos era imposible.-
- No creo que esté en el correo de hoy, milady, acabo de comprobarlo.- Le dijo con el mismo gesto serio de siempre.- Pero iré ahora mismo a hacerlo de nuevo.- Añadió al instante y se marchó sin más, tras inclinarse levemente ante ella.-
Liseth dio un paso más hacia su objetivo y se entretuvo admirando unas ristras de ajos que colgaban desde el techo. Debía parecer idiota allí parada como si aquello fuera lo más interesante que había visto nunca. Simplemente tenía que inclinarse y tomar el sobre antes de que alguna otra persona volcara más desperdicios sobre él.
- ¿Le importaría rellenarme la tetera de nuevo?.- Le pidió a la cocinera.-
- Naturalmente.- Dijo la mujer nerviosa porque ella no estaba acostumbrada a servir directamente a los señores.-
En cuanto le dio la espalda, Liseth extendió la mano y atrapó el sobre y sin saber donde meterlo lo arrugó, convirtiéndolo en una bola que mantenía dentro de la mano cerrada.
Aaron la miró intrigado porque no se había perdido un solo movimiento y ella le dijo sin palabras que no se metiera donde no le llamaban. Salió presurosa de la habitación dejando a la cocinera con la humeante tetera en la mano.
***
Se encerró en la biblioteca tras comprobar que no había nadie allí. Puso el arrugado papel sobre el escritorio y los extendió hasta dejarlo lo mejor posible. Lo miró por ambos lados y descubrió que no tenía escrito el nombre de la persona que lo enviaba, así que tenía que suponer que su marido sabía quien era y que estaba acostumbrado a recibir ese tipo de notas.
Rasgó el sobre con un abrecartas y con mucha curiosidad sacó la nota que, para su sorpresa, también era del mismo horrendo color. El olor a violetas le golpeó con fuerza y pensó muy seriamente en contener la respiración, pero desechó una idea tan absurda al momento. No le pasaría nada por aspirar durante unos segundos más ese desagradabe perfume.
"Querido, Damon:
Sé que éste no es un buen momento para ninguno de los dos, pero necesito verte. Nuestro último encuentro quedó interrumpido y nada sería más grato que consiguiéramos acabarlo como es debido.
Comprendo que debamos ser cautos y que tu idea de no mantener contacto es, por ahora, la más acertarda, pero si somos cuidadosos nada sucederá.
Ansío tu respuesta, por mi parte te esperaré en el mismo lugar que te indiqué en la carta anterior, y a la misma hora.
No me falles.
Tuya,
I."
Arrugó de nuevo la nota entre los dedos y después la rompío varias veces junto con el sobre.
¿Damon se estaba viendo con una mujer a sus espaldas?. Se apoyó en el escritorio tratando de calmarse. ¿Entonces porqué tiraban los sobres antes de que pudiera leerlos?. No tenía sentido, a no ser que no quisiera que ella los viera pero entonces, ¿como se enteraría él de las citas clandestinas?.
Quizá esa mujer quería causar problemas. Tenía que estar enterada de los rumores que circulaban, incluso podía ser que el mismo Damon la hubiera puesto al corriente, pero supiera o no que tenía esposa o amante, lo que estaba claro es que sabía que tenían que tener cuidado de no ser vistos. Tal vez ella fuera casada....Estaba claro que era una de las amantes de Damon y le dolía inmensamente pensar que él siguiera viéndose con ella.
Respiró varias veces profundamente. Tenía que ser justa en todo ese asunto. Esa mujer le pedía que acudiera de nuevo a una cita, entonces significaba que él no había aparecido a la anterior, a lo mejor, no había nada ya entre ellos pero esa descarada mujer, con un pésimo gusto para el perfume, seguía insistiendo.
De lo que estaba segura es que eso no que quedaría así. Llegaría hasta el final de ese asunto. No iba a permitir que nadie disfrutara lo que era suyo y mucho menos que su marido recibiera misivas de amor o de cualquier otra índole de parte de cualquier mujer.
***
Estaba dispuesta a sacarlo de la cama si hiciera falta. A punto estuvo de caerse debido a que no se recogió el vestido cuando subía las escaleras. No corría, ir apresuradamente solo le serviría para enfrentarse a él llena de furia y rabia, así que se limitó a fingir que nada la hacía hervir de puro coraje.
Entró sin llamar y el primer sitio donde lo buscó fue en la cama. Al no encontrarlo paseó la mirada por la habitación hasta ver como él la miraba con la barba llena de restos de espuma y manteniendo suspendida en el aire,una navaja de afeitar. Su torso estaba completamente desnudo y Liseth tragó con fuerzas al ver como se contraían los músculos de su abdomen.
Por un segundo se olvidó del porqué estaba allí y solo pudo pensar en lo bien que se sentía esa piel bajo sus dedos.
- ¿Qué sucede?.- Damon se limpió el rostro con rapidez y se acercó a ella preocupado.-
Liseth solo pudo admirarlo. No era de extrañar que después de haberlo tenido, ninguna mujer estuviera dispuesta a soltarlo. Los celos regresaron con fuerza, ocupando cada rincón de su corazón y nublando su mente.
- ¿Porqué tengo la sensación que lo que me vas a decir me gustará aún menos de lo que escuché la pasada noche?.- Damon cada vez conocía mejor los gestos de su mujer y el que tenía en ese momento no auguraba nada bueno.- Vamos, no será tan grave.- La calmó al ver que ella no hablaba.-
Liseth sacudió el hombro cuando él intento poner una mano sobre ella.
- Para ti seguro que no. Debe de ser lo más normal recibirlas en tu casa.- Le dijo vocalizando apenas.-
- ¿Recibir a quien?.- No entendía nada.- Si no te explicas mejor....-
Le tiró los trozos de papel que tenía apretados en un puño a la cara y uno se le quedó pegado justo en la mejilla.
- Ahí tienes tu explicación.-
Damon se quitó el papel del rostro y lo miró más perdido que antes.
- Ya veo....- Pero no era cierto. No llegaba a entender porqué estaba tan enfadada.-
La rodeó y cerró la puerta con cuidado de no rozarla siquiera. Si tenía que decir la verdad, verla en ese estado, con los ojos brillantes de furia, le hacía desearla con fuerza. Besarla hasta que su cólera derivara en pasión y que ambos se perdieran por completo el uno en el otro. Realmente estaba enfermo, pero de deseo por ella.
Apartando la lujuria a un lado intentó descubrir que es lo que la tenía tan enojada.
- ¿Piensas que voy a permitir que una de tus amantes te proponga citas frente a mis narices?. No me conoces, te aseguro que en el momento que averigüe que tu me engañas.....- Soltó un grito lleno de frustración porque no podía poner en palabras lo que pensaba. Estaba demasiado ofuscada para hacerlo con claridad.-
Damon comenzó a entender. Por primera vez se fijó en los papeles que su dulce mujercita le había tirado y supo que ella había encontrado una de las notas. Tendría que hablar con Ambrose y recordarle que el principal motivo de no recibir ese correo era el que su esposa no se enterara.
- Te lo puedo explicar...- Avanzó hasta ella y a pesar de que lo miraba queriéndole golpear, dejó que le alzara el rostro sujetándola por la barbilla.- Eso es pasado, no hay nada entre nosotros. No desde que estás en mi vida.....-
Liseth no lo dejó hablar. Se lanzó sobre él y se pegó a su cuerpo de forma tan inesperada que ambos cayeron al suelo con estrépito. Damon casi rió pero cuando iba a soltar la carcajada su boca se vio invadida por unos labios que lo devoraban. No se hizo de rogar. La rodeó con los brazos para pegarla a él y profundizó el beso devolviéndoselo con ardor.
Estaba totalmente desatada, iba a demostrarle a ese hombre a quien pertenecía. No le iba a dejar pensar en otra que no fuera ella, así tuviera que tenerlo atado a la cama de por vida.
Los besos se hicieron desesperados. Cada cual quería dominar al otro, nombrarse vencedor y lo único que conseguían era alimentar el deseo más y más. Con manos ansiosas, Liseth, consiguió liberar su duro miembro y lo tomó entre sus dedos, acariciándolo y consiguiendo que Damon gimiera dentro de su boca. Eso la excitó aún más y entre jadeos dejó que él le recorriera la piel con su lengua y la mordiera con sus dientes.
En un instante sus manos comenzaron a recorrerle los muslos e introducirse por su ropa interior para agarrarle de forma posesiva los glúteos, pero ella quería más. Deseaba sentir su húmeda lengua lamerle los pezones. Quería que sus dedos la tocaran íntimamente.
Se retorció, frotándose contra su cuerpo.
- Quítame el vestido.- Le susurró antes de moverse contra él de una forma tan impúdica que consiguió que Damon apretara los dientes con fuerza.-
Sus manos trabajaron deprisa, pero a ella le parecieron siglos hasta que los dos estuvieron totalmente desnudos. No dejaron de tocarse mientras se libraban de la ropa y en cuanto la última prenda fue apartada, se abalanzaron sobre el otro sin pudor. Dejando ver cuanto deseaban tocarse y sentirse plenos.
Le capturó la lengua entre sus labios y la absorbió mientras sus dedos la tocaban apartando los rizos de su entrepierna. El calor que desprendía lo estaba volviendo loco, su miembro hinchado estaba apunto de explotar. Le frotó su centro haciendo que ella gritara y le clavara las uñas. Le fascinaba esa faceta de ella. Podía llegar a ser tan salvaje cuando se dejaba llevar... y eso a él, lo calentaba en demasía.
Tenerla encima de él y poder recorrer su cuerpo a su antojo, moldearle la carne con sus dedos mientras que ella le besaba y tocaba dónde quería, le estaba produciendo algo mucho más que el simple placer. Era agonía por hundirse en ella, por ver su rostro cuando llegara al climax, por escucharla decir su nombre, por arrancarle jadeos y gemidos que lo llenaran de satisfacción.
Le colocó las piernas a cada lado de sus caderas y en cuanto sus sexos entraron en contacto, tembló. Había hecho eso antes, cientos, miles de veces, pero nunca había sentido nada como aquello. Liseth no le daba tregua, ni a su boca ni a su cuerpo. Trataba de llevar el control pero se sabía perdido. Deslizó su palpitante falo entre los húmedos pliegues de ella y gimió en voz alta. Con una mano la mantuvo pegada a su cuerpo mientras se movía provocándoles oleadas de placer, y con la otra, consiguió que su rostro quedara frente a él.
Se miraron durante unos segundos y después Damon la besó con maestría. Acariciando su lengua y jugando con sus labios.
La hizo rodar para quedar encima de ella. Necesitaba sentir que él era el que llevaba el control aunque no fuera del todo cierto. Durante la noche en vela que había pasado, se había acercado a la puerta de su habitación en incontables ocasiones pero finalmente había desistido, pero ahora, había encontrado la manera perfecta de dejar ir toda esa frustración.
Le delineó a besos su precioso rostro antes de bajar por su cuello. Liseth lo agarró del pelo y le hizo descender hasta sus pechos. A Damon le gustaba su forma de entregarse, a pesar de que su experiencia era limitada, no tenía miedo de hacer lo que quisiera o de pedir lo que deseaba.
Sus pechos estaban bien formados. Los rodeó con sus manos, deleitándose en su suavidad. Los apretó con cuidado consiguiendo que ella se arqueara y susurrara lo que esperaba que fueran palabras de ánimo para que siguiera adelante.
- Voy a devorarte, ¿lo sabes, verdad?.- Le advirtió antes de juntar sus senos hasta que las puntas estuvieron muy cerca una de la otra y lamerlas alternativamente hasta conseguir que sus pezones se pusieran duros como guijarros.-
Liseth se mordió los labios al sentir el calor de su boca y la presión de sus dedos en esa zona sensible de su cuerpo. Además, el roce continúo que le estaba prodigando, a su ya de por sí excitada entrepierna, no la dejaba pensar. Sentía que iba a llegar al clímax y ni siquiera la había penetrado aún.
Damon le pasó la lengua por las areolas, le sopló consiguiendo que los pezones le dolieran de excitación y los mordió arrancándole un grito sorprendido por todo lo que su cuerpo estaba experimentando en aquella batalla carnal.
Rotó las caderas para conseguir que él la rozara dónde ella quería, aceleró sus movimientos y explotó de repente cuando volvió a besarla con fuerza.
Él se tragó su grito pero continuó moviéndose contra ella mientras conseguía calmarla y que regresara de nuevo al mundo de los vivos.
Cuando Liseth consiguió fijar la mirada en los ojos azules llenos de deseo, Damon se deslizó en su interior.
La penetró con suavidad pero con firmeza y en cada embestida la señalaba como suya. En cada movimiento oscilante, dejaba su huella impresa. Aumentó el ritmo y ella abrió las piernas y le rodeó la cintura para facilitárselo. Ninguno dijo nada porque todo lo decían en silencio.
Con cada estocada, cada una más fuerte que la anterior, consiguió que la mujer que le había quitado el sueño volviera a gemir. Controló la intensidad con la que se introducía en ella porque quería dejarle bien claro que no habría otro que la hiciera disfrutar tanto como él. Nadie más que se preocupara porque ella gozara como lo estaba haciendo en esos momentos.
- Damon.-
Una palabra, una simple palabra dicha entre suspiros le hizo perder el control. La sujetó con fuerza de las caderas y se clavó en ella con fuerza hasta conseguir que ambos terminaran agotados, desmadejados sobre la alfombra.
Sólo se oían las respiraciones aceleradas de ambos y a medida que iban normalizándose, Liseth supo que por primera vez en su vida no había sido dueña de sus actos. Desde que viera esa maldita carta todo se había vuelto borroso para ella y lo único en lo que había pensado era en demostrar que Damon le pertenecía por mucho que eso no fuera del todo real.
Damon la acurrucó contra su cuerpo y le besó la frente. Tenerla cerca suyo después de ese apasionado encuentro era el final perfecto.
- Te aseguro que no tienes que sentir celos.- Continuó con la conversación como si nada hubiera pasado entre ellos mientras le acariciaba el costado con ternura.- Le pedí a Ambrose que las tirara a la basura conforme llegaran. Ella ya sabe que no deseo recibirlas pero insiste, y parece que la nota que le envié pidéndole que dejara de hacerlo no surtió efecto, así que imagino que se cansará cuando vea que no le respondo.-
Liseth se apartó de su lado y comenzó a recoger la ropa que estaba desperdigada a su alrededor mientras Damon no apartaba los ojos de su cuerpo deseando poder volver a empezar.
- Ahora no estás solo. No puedes simplemente dejar que las mujeres se aburran de perseguirte porque entonces yo tendré que soportar que lo hagan mientras tanto.- No entendía como podía verlo todo desde un punto de vista tan simple.-
- Lo comprendo, pero son muchos años de actuar igual y ahora me doy cuenta que tendré que esmerarme más en ciertos aspectos.-
Se puso en pie sin importarle estar totalmente desnudo y ella apartó la vista con las mejillas arreboladas.
- Dios, Liseth, si supieras las horas que me has hecho pasar pensando en que podías dejarte convencer por Gabriel de que me abandonaras.- La apretó contra su pecho con fuerza.-
- Él nunca ha dicho una cosa como esa.- Le aseguró feliz de que estuviera admitiendo que no deseaba que se alejara de su lado.-
- Quizás a ti no, pero a mi me ha dejado claro que no cree que sea lo mejor para ti y que tendré que demostrárselo cada segundo de mi vida. Por supuesto, le he asegurado que tu eres feliz a mi lado.- La besó suavemente en los labios. Los tenía bastante hinchados y se preocupó de haber sido demasiado fogoso.- Lo que acaba de ocurrir demuestra que nos necesitamos y eso debe bastarle.- Estaba seguro que todo estaba más que solucionado entre ellos.-
Liseth volvió a enfadarse con él. ¿Pensaba que el mantener relaciones era la único que ella buscaba?. ¿Unos cuantos besos y hasta la próxima vez?. Estaba muy equivocado. Era cierto que esos besos le hacían perder la razón pero ella quería mucho más que eso.
- Creo que a Gabriel puede bastarle, pero no a mí.- Dijo separándose y comenzando a vestirse.- ¿Para ti fue suficiente el acostarte con alguna mujer como para sentir que querías pasar con ella el resto de tu vida?.- Lo miró y él comenzó a fruncir el ceño.- Me imagino que no, porque entonces estarías casado hace mucho. La necesidad de la que hablas es física y para eso no me necesitas a tu lado, cualquiera puede proporcionártela en mayor o menor medida.- Continuó aunque le dolía admitir algo como aquello.- Y si yo estuviera conforme con eso, no estaríamos teniendo esa conversación. Yo deseo ser la única con la que pudieras saciarte, la única con la que imaginaras poder llegar a sentir lo de hace apenas unos minutos.- Se subió el vestido y se giró para que él se lo abrochara, cosa que hizo mecánicamente.- Si no lo obtengo, no le veo el beneficio al amar sin ser amada. Te lo dije anoche y ahora te lo vuelvo a repetir por última vez. Puede que ésto siga sucediendo entre nosotros. Seguramente, ocurrirá, pero ten por seguro que lo que siento en estos momentos por ti, desaparecerá con el tiempo. Me encargaré de que así sea.- Dijo antes de desaparecer de la habitación con el corazón golpeándole en el pecho y a punto de echarse a llorar por ser tan idiota de seguir confesando su amor a un hombre que claramente no lo quería.-
Damon estuvo a punto de seguirla pero recordó que estaba desnudo justo a tiempo.
¿Es que acaso no era capaz de decir algo acertado?.
¡Maldición y condenación!.
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