Capítulo XXVII
HOLA, MIS QUERIDAS LECTORAS!!!
SÉ QUE EL CAPÍTULO PASADO OS GUSTO Y ESPERO QUE ÉSTE TAMBIÉN LO HAGA....YA ME CONTARÉIS JIJIJII. ES MÁS LARGO, PARA QUE NO OS QUEJÉIS MUCHO, PERO HOY ME SENTÍA INSPIRADA :)
QUIERO PEDIROS UN FAVOR ME HAN NOMINADO, POR DECIRLO DE ALGUNA MANERA, A UN JUEGO QUE CIRCULA POR WATTPAD. CONSISTE EN PUBLICAR 20 COSAS SOBRE TI Y LA VERDAD ES QUE ME RESULTA INTERESANTE PORQUE ASÍ CADA VEZ QUE ENTREN EN NUESTRO PERFIL TENDRÁN, COMO SI FUERA UN LIBRO, LA OPORTUNIDAD DE SABER UN POCO MÁS DE ESE ESCRITO/LECTOR QUE SOMOS TODOS LOS QUE NOS ENCONTRAMOS AQUÍ!!!!
ME ENCANTARÍA QUE MI HICIERÁIS PREGUNTAS SOBRE QUE OS INTERESARÍA SABER SOBRE MI (NO SOBRE MIS HISTORIAS PORQUE NO SE TRATA DE ESO JIJIJI) Y YO ESCOJERÉ LAS 20 QUE ME PAREZCAN MÁS INTERESANTES Y LAS PUBLICARÉ!! (ESPERO QUE AL MENOS ME HAGÁIS 20 JEJEJEJE ).
LA VERDAD ES QUE ASÍ ME PARECE MÁS DIVERTIDO QUE PONER YO LO QUE QUIERA :)
BUENO OS DEJO CON EL CAPÍTULO DE HOY Y ESPERO QUE LO DISFRUTÉIS!!
¡¡¡¡BESOTES ENORMES!!!!
***
A pesar de que cuando despertó era consciente de que apenas había dormido, se sentía lleno de energía. Pareciera que la actividad continua de las últimas horas tenía un efecto contrario en él.
No. Rectificación. Era Liseth, su compañía, la que lo revitalizaba.
Había recordado que su intención al entrar la noche anterior en la habitación de Liseth era llevarle las joyas, así que se levantó para encontrar dónde podía haberlas dejado.
Tras buscar por el suelo las halló bajo su camisa. Los estuches seguían cerrados y los dejó encima del tocador. Se los daría más tarde y esperaba que le gustaran.
Volvió a la cama, era demasiado temprano para despertarla aún, pero no podía resistirse a mirarla mientras dormía y sabía que no sería capaz de volver a conciliar el sueño, así que se acomodó de lado y sobre un brazo flexionado apoyó la cabeza a la vez que con el otro iba descubriendo el cuerpo desnudo de su mujer. Muy despacio, para no perturbarla, la fue destapando y apenas contuvo la respiración esperando que no notara el cambio de temperatura a pesar que la habitación se encontraba caldeada.
Yacía bocabajo y con el rostro vuelto hacia él pero oculto por esa mata de pelo azabache en la que había hundido más de una vez los dedos y enredado más de dos las manos. Las largas guedejas le cubrían la espalda hasta llegar a su trasero en forma de corazón. ¡Maldito infierno!. Volver a verlo le hacía recordar lo bien que se adaptaba a su agarre, fijándola mientras la embestía como un poseso.
Control. Necesitaba controlarse.
Le apartó el cabello para dibujarle la espalda con la yema de los dedos. Comenzó por el cuello y bajó lentamente hasta el final, deteniéndose allí para fijar la mirada en lo que le había cautivado durante una de su intensas exploraciones corporales. Justo al final de la columna y donde comenzaban esos glúteos perfectos, tenía dos hoyuelos, uno a cada lado. Le habían parecido lo más seductor que había visto nunca. Los rodeó con cuidado con un dedo y no pudo evitar acercarse para pasar la lengua por ellos.
Lamió uno notando la depresión leve de su carne, hundiéndose en él para saborearlo plenamente. Su pene respondió en el acto, listo para la acción. Paseó su boca hasta encontrarse con su gemelo y ya no pudo evitar acariciar con sus manos las caderas de Liseth, subiéndolas por sus costados hasta llegar a sus senos. Gimió al introducir las manos bajo su cuerpo y apoderarse de ellos.
Era demasiado pronto, lo sabía. Era consciente de que debía de estar exhausta y dolorida pero era incapaz de parar.
Un quejido ténue escapó de sus labios. Esperaba que no fuera para decirle que parara porque eso lo mataría en el acto. Estaba seguro.
Mordió su piel para después calmarla con besos húmedos. Sabía tan condenadamente bien que podría alimentarse de su cuerpo el resto de su vida.
- Ummmm... ¿Damon?.- Liseth susurró medio dormida.
- Duerme, fierecilla.- Le aconsejó sin dejar de tocarla.
Liseth se rió bajito ante la contestación.
- No creo que pueda hacerlo mientras te propasas conmigo.- Dijo sin disimular su buen humor.
Damon la volteó para poder besarle el vientre y reptar por su cuerpo hasta cubrirla totalmente con el suyo, no sin antes darle los buenos días a las dos bellezas que se encontró por el camino.
- Lamento haberte despertado.- Le confesó besándola rápidamente y riendo, cuando ella quiso profundizar el beso y levantó la cabeza para salir a su encuentro y terminarlo como era debido.
- Mentiroso.- Dijo sobre sus labios.
Se contoneó provocativamente y Damon fingió escandalizarse por su descaro.
- Eres una damita muy traviesa. Jamás pensé que fueras tan lasciva, condesa.
Liseth dejó de moverse al instante y se sonrojó intensamente. Quizá él pensaba que era demasiado atrevida, a pesar de que parecía que había disfrutado de sus encuentros. Una ola de calor le recorrió todo el cuerpo al recordar todo lo sucedido y como en cada ocasión ella lo había animado a ser más exigente y enérgico en su acometidas.
De una mujer juguetona y dispuesta, se transformó de pronto en alguien tímida y retraída ante sus ojos.
- ¿Qué te ocurre?.- Le besó el cuello y le gustó que su piel oliera a él.- ¿Liseth?.- Siguió acariciándola hasta que ella le correspondió abrazándolo.
- No quisiera que te sintieras incómodo... - Quería replantear su explicación pero Damon dejó de excitarla para mirarla intensamente.
- ¿De qué hablas?.- Su falta de entendimiento era bastante evidente.
- Quizá soy muy demostrativa en mis acciones y debiera de contenerme un poco.- Susurró sin mirarlo muerta de la vergüenza.
Apenas parpadeó mientras asimilaba lo que esa adorable mujer le quería decir. ¿Pensaba que él se escandalizaría porque ella era pasional y entregada?. ¿Él?. Estuvo a punto de soltar una carcajada pero se contuvo pensando que ella no lo apreciaría. Veía lo molesta que estaba al tratar ese tema en concreto y para alguien que apenas había descubierto su sexualidad era muy importante sentirse segura.
- Mírame.- Le pidió y no habló hasta que ella lo hizo.- Te aseguro que no cambiaría éstas últimas horas por ninguna de las que haya pasado en compañía de otras mujeres. Eres perfecta para mi. Me gusta tu entrega y la forma que tienes de enardecerme. Mi cuerpo responde con solo mirarte y no puedo dejar de desearte, de mirarte, de tocarte.- Se movió contra ella para que apreciara que sus palabras eran ciertas y que lucía una muy saludable erección.- Así que no quiero volver a oírte decir que eres demasiado ardiente, demasiado sensual, demasiado sexual... - Le hizo sonreír y se alegró.- Me gustan tus excesos y me siento un hombre afortunado de tener a una mujer que es capaz de abrirse a esos apetitos carnales...siempre y cuando lo hagas con tu esposo.- Besó sus labios entreabiertos pensando que había sonado más posesivo de lo que hubiera querido con su última frase, pero con Liseth nada ocurría como debiera y hacía aflorar su faceta dominante.- Asiente si me has entendido.
Liseth le obedeció inmediatamente contenta de que él estuviera satisfecho con esa parte de su relación. Había escuchado a las matronas en Gloucester hablar sobre las relaciones matrimoniales y aseguraban que una buena esposa debía de esperar a su esposo pacientemente tumbada en la cama. Abrir las piernas y dejarse hacer. Los hombres se desahogaban pronto y las mujeres podían cumplir con su deber sin perder demasiado tiempo. Se había preocupado mucho al imaginar que ella era demasiado lujuriosa porque eso no era lo que había hecho en su noche de bodas con su marido.
- Y ahora quiero que me des más de eso que me vuelve loco.- Sus palabras fueron apenas siseadas antes de besarla con unas ansias que no sabía que poseía.
Balanceó las caderas golpeando su entrepierna y agradeció que ella le facilitara el acceso abriéndose para él. Le encantaba la facilidad con la que conseguía excitarse y pedirle que la llenara con su miembro sin palabras. Dejó que su mano la recorriera por completo, bajando por su cuerpo hasta su mismo centro. En cuanto la tocó ella dio un respingo y se lamentó.
- ¿Te duele?.- Preguntó lleno de preocupación y dejó de acariciarla.
- Un poco....- Le confirmó volviendo a ruborizarse.
Damon tenía que haberlo supuesto. Le había exigido demasiado y ahora estaba demasiado sensible.
Le recorrió el cuello con sus labios. Dejando un rastro de besos hasta llegar a su clavícula y lamerla para proseguir hasta sus senos.
Liseth curvó la espalda y se ofreció a él para que siguiera atormentándola, pero cuando notó que el no dejaba de bajar y bajar, lo agarró del cabello con fuerza.
- No creo que... - Dijo jadeante sin saber que esperar.
- ¿No te he dicho que mi saliva es curativa?.- Lo dijo de tal manera que Liseth estuvo segura de lo que pretendía hacer.- Deja que lo haga. Te besaré tan despacio y con tanta dedicación que no sentirás otra cosa excepto placer. Beberé de ti mientras el climax se apodera de todo tu adorable cuerpo y seguiré lamiendo, mordiendo y besando hasta que me pidas que me detenga.
Los ojos azules de Damon brillaban depravados y el ronco tono de su voz hizo que a Liseth le recorriera un escalofrío tan potente que terminó soltándolo y dejando que se adueñara de su carne trémula y palpitante.
***
Tuvo que admitir que se encontraba perdida en ensoñaciones. Le pidió de nuevo a Minny que le repitiera lo último que había dicho y la muchacha no tuvo reparos en hacerlo, no sin que una sonrisita de suficiencia se dibujara en su rostro.
Liseth sabía que todos eran conscientes que la noche anterior tanto Damon como ella no se habían presentado a la cena y que tenían que imaginar muy poco para llegar a la conclusión de a qué se habían dedicado encerrados en su habitación.
- Pienso que lo mejor para Thomas es distraerlo.- Dijo volviendo al presente.
Esa mañana David había comenzado sus clases. Lady Pru había contratado al Señor Bennett, un tutor con muchas referencias y que parecía no ser demasiado estricto. Habían tenido mucha suerte de encontrarlo porque lo último que necesitaba David era alguien que le hiciera sentirse inferior por su ignorancia. A su edad los demás niños de la sociedad estaban bastantes avanzados en sus estudios y tendría que esforzarse muchísimo si quería estar preparado para Eaton. Aún faltaban unos pocos años para eso, pero contando que no sabía leer ni escribir aún....su esfuerzo iba a ser colosal.
Había pasado la mañana ocupada en asuntos que llamaban su atención pero Thomas echaba de menos a su compañero de juegos y estaba bastante irritable. Su hijo estaba demostrando cuan importante se había vuelto para él la compañía del otro niño por lo que Minny apenas podía controlar las pataletas y enfurruñamientos del pequeño.
Liseth se agachó para estar a la altura del niño que golpeaba sin compasión a un pobre soldado de plomo contra el suelo. Tenía un gesto de disgusto que le recordó demasiado a su padre cuando algo lo contrariaba.
- Y bien, pequeño dictador, que te ocurre a ti ésta mañana.- Le dijo revolviéndole el pelo y consiguiendo que la mirara durante una fracción de segundo antes de seguir a lo suyo demostrando su enfado.- ¿Sabes?. Había pensado que podíamos hacer magdalenas con pepitas de chocolate, con arándanos... - Le dijo canturreando y se relamió los labios para que supiera los buenas que estarían una vez horneadas.
El truco surtió efecto porque Thomas soltó el juguete sin importarle dónde caía y le lanzó las manos al cuello para que lo cargara.
- Yo quero.- Le dijo exigente.
- Ésta vez voy a ensañarte como hacerlas. Las harás con mamá y luego las comeremos.- Le hizo cosquillas en la barriguita hasta hacerlo reír sin control.- Verás lo bien que lo pasamos...
Thomas aplaudió ante la idea y dejó que lo llevaran en brazos hasta la cocina.
***
- ¿Entonces ya está todo, señor Rutledge?.- Lady Pru esperaba que así fuera. Cuando había decidido cambiar su testamento, no había pensado que le ocuparía gran parte de la mañana.
- Sí, milady, tan sólo precisa de su firma.- El abogado le señaló el lugar donde debería de hacerlo y esperó pacientemente.
Damon miró a su tía animándola y ella le apretó la mano agradeciéndole el gesto antes de inclinarse y estampar su rúbrica en el papel.
Lady Pru había insistido en que su sobrino estuviera presente durante la reunión con el señor Rutledge, alegando que él podría aportar algo que a ella podía escapársele. Damon le había asegurado que lo haría con gusto pero que la creía lo suficientemente lista como para no necesitar su presencia. Aún así, allí estaba. Había sido testigo durante horas de como se cubrían todos las posibles circunstancias y como su herencia quedaría repartida en cada caso. Si ella fallecía antes de que David fuera mayor de edad, los tutores legales del muchacho serían Liseth y él mismo, manejarían su capital hasta que el muchacho cumpliera la edad adecuada y velarían por su bienestar.
Si en algún momento había sido consciente del enorme cariño que le profesaba a su tía, en ese instante, además, se sentía orgulloso de ella. Admiraba la forma desinteresada que tenía de amar y lo generosa que podía llegar a ser. Había dejado donaciones para diversas causas y hasta había especificado que una parte iría al proyecto que su sobrino se traía entre manos porque aseguraba que no dudaba que una vez puesto en marcha sería un éxito rotundo.
El abogado se despidió de ellos prometiéndoles enviarles una copia lo antes posible y abandonó la estancia dejándolos solos.
- Bien, todo se ha hecho como querías.- Damon le ofreció una copa de jerez a una Lady Pru bastante satisfecha.
- Sí, y estoy muy contenta que estuvieras aquí conmigo.- Le dio un pequeño sorbo al licor antes de seguir hablando.- Te agradezco que hayas aceptado hacerte cargo de David en el caso...
- No tienes que decir nada. Simplemente he aceptado por que sé que no hará falta asimilar esa responsabilidad. Eres dura como la roca y nos enterraras a todos.- Se justificó.
Ella lo miró sin creerlo. Sabía que no le costaría el menor esfuerzo tomar a David bajo su protección en el caso de que lo necesitara. Todos habían caído bajo el hechizo de ese pequeño y ninguno de ellos era capaz de negar el cariño que le profesaban.
- De todas formas, gracias. Eres un buen sobrino.
- No dudes que haría lo que fuera por ti. Siempre puedes contar conmigo.
- Lo sé, querido, lo sé.
A veces pensaba que quería más a aquella dama de lo que había querido a su propia madre y ese pensamiento lo hacía sentir culpable, porque su madre no había sido alguien demasiado cariñosa, pero era su madre después de todo. Había sido una dama de sociedad en el amplio sentido de palabra. Vivía, respiraba por y para las fiestas, y su familia., sobre todo su único hijo, era algo que podía quedarse olvidado hasta que fuera necesario acordarse de él. A pesar de todo, su infancia había sido feliz y no estaba resentido con ella. Su padre y el resto de sus parientes le habían dado todo el amor que un niño podía necesitar y mucho más.
Tía Pru era la única hermana de su padre y su preferida sin duda alguna. Había sido así desde que tenía uso de razón y nunca tuvo que disimular la adoración que le profesaba.
Se acercó a ella y la envolvió entre sus brazos. Pensar en que algún día podía faltarle le producía un enorme dolor en el pecho.
***
La buscó por toda la casa deseando poder abrazarla.
Aún pensaba, que sin duda alguna algo debía de estar ocurriéndole. Generalmente tras haber disfrutado de una mujer como lo había hecho con Liseth, su cuerpo estaba saciado completamente y no sentía esa comezón que le impulsaba a buscarla después de unas pocas horas separados.
Ambrose apareció a su lado con su acostumbrado silencio y a punto estuvo de escupir el corazón por la boca, pero se abstuvo de hacer algún comentario al respecto porque siempre había pensado que el mayordomo disfrutaba sorprendiéndolo.
- ¿Ha visto a mi esposa?. Soy incapaz de dar con ella.
- Le aconsejaría que mirara en la cocina, milord - Le dijo en tono monocorde.
Damon asintió y comenzó a alejarse pero recordó algo y se giró con decisión.
- Ambrose - Lo llamó.- Estoy esperando que realicen una entrega de Tattersall. Quiero que me informen en cuanto llegue.
- Así se hará, milord.
Sus pasos lo llevaron hasta la cocina y allí se apoyó sobre el dintel de la puerta, cruzándose de brazos y disfrutando de la escena que se desarrollaba ante sus ojos.
La gran mesa que había en el centro de la habitación estaba ocupada por Liseth, Thomas, Minny y hasta la cocinera. Su hijo estaba cubierto completamente por un gran paño anudado al cuello y a su cintura, cosa de agradecer, porque estaba completamente manchado de masa. Desde el cabello pasando por la cara y hasta los deditos que en ese momento se chupaba con gesto goloso.
Parecía que se lo estaban pasando bastante bien removiendo harina. Tenía que reconocer que no tenía la menor idea de como unos simples ingredientes podían transformarse en platos suculentos. Aspiró y el olor le abrió el apetito.
Mirar a Liseth le despertó otro tipo de apetito. Su sangre acelero en sus venas y bombeó directamente en su entrepierna. Cambió de posición para que no fuera visible su excitación en el caso de que alguna de las mujeres presentes se diera cuenta de su presencia.
- Si sigues comiendo masa, te pondrás enfermo Thomas.- Liseth lo regañó limpiándole las manitas una vez más.- Además no podremos hacer las magdalenas que tanto te gustan.
El niño la miró con una sonrisa arrebatadora, diciéndole que ya podía ella esforzarse en convencerlo, que al final haría lo que le diera la gana.
Minny se rió y siguió amasando lo que se covertiría en un pan crujiente en poco tiempo.
- Tengo que decirle que agradecería mucho la ayuda de un joven aprendiz.- Bromeó la cocinera mirando a Thomas con apreciación.
- ¿Ves, Thomas?. Ya has conseguido ser un magnífico aspirante a cocinero.- Liseth no pudo evitar sentirse feliz.
El niño tomó la cuchara en su mano y removió el cuenco que tenía ante él, pero pronto se cansó y la dejó aparte para meter las manos. Definitivamente aquello era mucho más divertido para él que como le decían que lo hiciera.
Liseth lo dejó hacer y comenzó a preparar otra hornada cuando un movimiento a su derecha le hizo girar la cabeza.
Allí, tranquilamente, se encontraba Damon.
Se miraron a los ojos y una sonrisa lobuna se dibujó en el rostro de su marido consiguiendo que ella apartara la vista totalmente turbada al recordar como su boca había estado entre sus piernas.
- Huele maravillosamente.- Damon saludó con un gesto de cabeza sin despegar su mirada de su presa. Le gustaba saber que tenía el poder de de imponerse a ella con su sola presencia.
- Es una tarta de melaza que se está terminando de hacer.- Liseth recordó aquella otra que hizo y que no lamentó en tirar al suelo cuando supo que era su preferida.- Alguien me dijo que te gustaban.
Sonrió como un tonto al saber que ella se la había preparado para complacerlo.
- Y te informaron bien.- Confirmó.- Así que tendré que compensarte por tu esfuerzo.
Se acercó hasta ella y sin mediar alguna palabra más, la besó hasta que le pitaron los oídos y la habitación comenzó a dar vueltas. Liseth sólo pudo agarrarse a las solapas de su chaqueta para evitar caer.
Cuando se separaron, los habían dejado solos en la cocina a excepción de Thomas que tironéo de la ropa de su padre para llamar su atención.
- Papá....papá.- Lo llamó insistentemente.
- ¿Sí, hijo?.-Damon se agachó junto a él.
- Mira.
Thomas le enseñó las manos manchadas por completo y sonrió con descaro. Damon le chupó un dedo y se ralamió con deleite.
- Ummmmm....está muy bueno.- Le felicitó haciendo que el niño riera como loco y lamiera la otra mano con gusto.
Liseth no podía apartar la vista de las dos personas a las que más amaba en el mundo.
***
Tomaba el té con Lady Pru, agradeciendo la compañía de la mujer. Desde las puertas abiertas podían escuchar a los niños fuera jugando con Minny. Aaron también se encontraba con ellos porque después de verlos dentro de la fuente había decidido que cuando se encontraran en el exterior necesitaban vigilancia extra. Parecía que el romance entre los dos jovenes estaba prosperando y Liseth se alegraba de ello. Minny era una muchacha muy cariñosa y había demostrado, que con paciencia, se podía conquistar a un hombre. Aaron parecía no querer separarse de ella últimamente, aunque pensaba que algo tendría que ver que Pick, el cochero, estuviera interesado también en la joven.
Los hombres parecían ser demasiado lentos para descubrir lo que sentían realmente por una mujer, pero eso le daba esperanzas con su propia relación.
Esperaba que Damon se diera cuenta que la amaba. No podía esperar a que llegara ese día.
- ¿Estás nerviosa por la cena de mañana?.- Lady Pru dejó el platillo con pastas sobre la mesita.
- Un poco. Espero no meter la pata.
Apenas había pensado en la dichosa cena después de lo ocurrido recientemente, pero ahora que se mencionaba volvía a sentir los nervios atenazándole el estómago.
- No tienes de que preocuparte. Sé tu misma y te adoraran.- Le aconsejó para calmarla.
Liseth sabía que estaba siendo un poco absurda. Nunca se había preocupado demasiado por lo que otros pensaran de ella pero en esa ocasión quería crear una buena impresión. Los invitados eran las personas más allegadas de su esposo y lamentaría que no pudiera tener una buena relación con ellos. Lady BeCastle y Lady Laughton eran las que la tenía más preocupada pues con ellas, se suponía, eran con las que tenía que trabar amistad.
Damon apreciaba muchísimo a sus amigos y deseaba que las tres hicieran buenas migas.
Esperaba que fuera así. Lo deseaba de corazón.
- Menos mal que la tengo a usted a mi lado, así no me sentiré tan fuera de lugar.
- Este es tu hogar. No tienes que ser tu la que se sienta desplazada. Lo harás maravillosamente.- Le palmeó la rodilla para darle confianza.- ¿Madame Chloe te envío el vestido?.
Liseth asintió con los ojos brillantes.
- He recibido más que eso. Me asombra que haya podido terminar tanto en tan poco tiempo, pero no me quejo.- Estaba muy complacida y lo demostraba.- Mañana me pondré ese vestido azul con brocado...¿Se acuerda?. Estuvimos indecisas sobre si ponerle festón o no.- Le recordó.
- Sí, sí.Es realmente impresionante y así te verás con él puesto, sin duda. Me alegra que te decidieras por colores algo más vivos que los tonos pasteles. A mi, personalmente me aburren una barbaridad, pero la moda es la moda.
Se enfrascaron en una conversación que giraba en torno a temas completamente femeninos.
***
Cerró la carpeta y soltó un suspiro satisfecho.
Se había puesto al día con la correspondencia y se había alegrado de no ver ningún sobre violeta, aunque no sabría nunca si era porque Lady Isabella se había dado por vencida o porque Ambrose, siguiendo sus instrucciónes, se deshacía de ellos.
Había necesitado enviarle dos notas, la segunda no en un tono demasiado amable, para hacerle saber que no quería, ni iba a permitir, que le siguiera sugiriendo citas. No había comentado nada de su nuevo estado civil y eso lo incomodaba bastante, habría sido mucho más fácil y sencillo limitarse a decir la verdad, pero le había hecho saber que no estaba disponible ni ahora ni nunca.
Era hora de pasar un tiempo con su esposa. Se asombraba de haber aguantado tanto tiempo pero tenía que tener un poco de control sobre su cuerpo y sus deseos.
Escuchó sus voces e inmediatamente comenzó a sonreír. Le alegraba sobremanera que ellas se llevaran tan bien. Agradeció a su tía que fingiera su enfermedad para hacerle ir a Gloucester como alma que persigue el diablo porque sino, quién sabría cuánto más habría tardado en conocer la existencia de Liseth y Thomas.
¡Gracias, Tía Pru!.
Entró en la habitación y no pudo evitar comerse a su esposa con los ojos. Se acercó a ella hasta situarse tras su asiento y se inclinó para besarle la mejilla, sorprendiéndola.
- Damon.- Se giró para mirarle con los ojos brillantes.
Su nombre dicho de esa manera... Cortó su imaginación en ese momento y saludó a su tía mientras se instalaba junto a Liseth tomándole una mano y besando su palma.
Dio su opinión varias veces pero dejó que el tiempo pasara admirando cada gesto y movimiento de manos de su mujer. Todo lo cautivaba y se sorprendía de descubrir un nuevo mohín u otra forma de que sus labios sonrieran.
Sus sonrisas le tenían preso. Divertidas, tímidas, coquetas, seductoras, alentadoras, desafiantes. Todas le gustaban.
Tenía que poseerla en ese momento. No más tarde, ni un segundo después. Ese momento en concreto era el adecuado.
Se puso en pie y le tendió la mano a una Liseth que lo miró parpadeando por la brusquedad de su movimiento.
- Querida, necesito hablar contigo. Discúlpanos tía, pero acabo de recordar un asunto que debo de solucionar.- No se dignó a mirar a una Lady Pru que lo miraba con los ojos abiertos.
- Claro, si tan importante es....- Añadió la dama.
- Lo es.- Cortó Damon y tiró de Liseth para que lo acompañara sin rechistar.
Cuando ambos salían de la habitación Lady Pru no pudo dejar de hacer el último comentario.
- Damon, querido... acuérdate de cerrar la puerta.
La risa de su tía lo acompañó a lo largo del pasillo.
***
Pensó en llevarla a la habitación pero la biblioteca estaba mucho más cerca, de hecho, allí al lado.
La sostenía por la cintura con firmeza y la hizo pasar con premura. Entró tras ella y cerró la puerta. Estaba en tal estado de excitación que tuvo que tomar varias bocanadas de aire para controlarse.
Se volvió para encararse con Liseth y se sorprendió de verla tranquilamente de espaldas a él admirando la habitación y no mirándolo con extrañeza por su forma de comportarse.
- Me encanta esta habitación, es de mis preferidas.- Dijo sin mirarlo y paséo la mirada por cada estantería y cada mueble.- Mi madre habría disfrutado muchísimo aquí, le encantaba leer y a menudo me decía lo que lamentaba que nuestra vida no fuera tan perfecta como a ella le habría gustado, como pensaba que me merecía.- Dijo con tristeza.- Pero, yo era feliz, porque ella lo era todo para mi. Me amaba más que a su vida, y yo la adoraba...- Se le quebró la voz y no pudo continuar.
Damon se fue acercando a ella a medida que hablaba y la abrazó desde atrás para consolarla. Quería que supiera que estaba allí con ella y que a partir de ahora ya no se encontraría sola nunca más.
Se pegó a su espalda y la rodeó con sus brazos dándole calor. Hundió la cabeza en su cuello y se lo besó con ternura.
- Siempre estará contigo, Liseth, Siempre.- Le aseguró.- Es parte de ti, pero yo también lo soy. Estoy aquí para ti.- Le mordió el lóbulo de la oreja y ella inclinó la cabeza para facilitarle el acceso.- Te necesito...
A Liseth, el susurro caliente le llegó al alma. Era lo más parecido a una declaración que había tenido por su parte y se apretó contra su duro cuerpo, sintiendo la longitud de su miembro contra ella. Tomó las manos de él y se las colocó sobre sus pechos. Necesitaba que la acariciara porque ella también lo necesitaba de una forma que la hacía enloquecer. Perdía la cordura con cada caricia y cada mirada, pero le gustaba.
Se mordió el labio con intensidad para evitar gemir al sentir como él apretaba sus senos y luchaba por dejarlos libres. Ella lo ayudó y se bajó el escote con movimientos torpes. Temblaban sus manos y todo su cuerpo sabiendo lo que vendría a continuación. Arrasaría su cuerpo dejándola sudorosa y saciada. Estaba deseándolo.
Escucharlo gemir junto a su oído le producía escalofríos. Su centro se empapó al instante dispuesto para ser asaltado de nuevo. Curvó la espalda para ofrecer sus senos mientras su trasero rotaba sobre su gruesa vara.
- Vas a acabar conmigo. - Damon sentía que no aguantaría ni un minuto más sin sentir su calor abrasador rodear su pene.- Ponte de rodillas sobre el sofá y apóyate en el respaldo. Hazlo.- Le apremió a que cumpliera su orden y casi gritó cuando ella lo hizo sin rechistar.
Lo miró por encima del hombro y el no pudo más que gruñir. Se sentía arder.
Tan condenadamente caliente...
Levantó la falda del vestido hasta acomodarla sobre la cintura y pasó las palmas de las manos por las piernas enfundadas en medias. Se arrodilló y beso el encaje, pasando la lengua por el filo. La hacía gemir y eso lo excitaba todavía más. Escucharla era como echar leña al fuego de su pasión, elevando las llamas cada vez más y más alto.
Su piel era suave y perfecta. La mordió deseando poder marcarla como suya. Definitivamente algo le ocurría con ella.
Liseth movió el trasero impaciente y él no pudo evitar sonreír de manera lobuna.
Iba a devorárselo sin compasión.
- Tranquila, fierecilla.- Siseó entre dientes y hundió su palma en su dulce carne frotándola con suavidad y firmeza. Dejó que sus dedos resbalaran sobre la tela, entre sus pliegues y ella acompañaba con el vaivén de sus caderas. Soltó los lazos de su ropa interior para tenerla totalmente desnuda ante sus ojos.
Tan hinchada y rosada...
Con un gemido le rozó con los labios y ella gritó animándolo, pero él quería deleitarse con la visión y siguió maritirizándola con sus caricias. Su sexo brillaba totalmente excitado con cada pasada de su mano empapada.
Cuando no pudo soportarlo más hundió su lengua en ella. La besó íntimamente queriendo saciarse con su sabor mientras que con sus húmedos dedos se acariciaba su pene de forma lenta y dolorosa. Pensar en lo mojada que estaba y sentir su lengua resbalar lo estaba llevando rápidamente a la cima del vértice por lo que se separó y hundió un dedo en su interior. Ella convulsionó ante la invasión y le pidió más con esa voz llena de promesas que tanto le gustaba.
- Haces que desee tocarte por todas partes al mismo tiempo.
Le introdujo otro dedo y los curvó en su interior mientras los movía con rapidez.
- Sí....sí.-- Liseth apenas podía pronunciar unas palabras porque necesitaba de toda su concentración para poder seguir respirando. Le enloquecía saber que estaban en la biblioteca haciendo el amor. En un lugar en el que se suponía no debían hacerlo pero eso no le impedía acceder a sus deseos, al contrario, ella participaba gustosa.- Por favor...
Damon volvió a beber de ella, mordiéndola con suavidad y jugando con su duro botón. Lo tomó entre sus dientes y tiró de él arrancándole un jadeo descontrolado.
- No te muevas.- Le dijo mientras se ponía en pie y la sujetaba por las caderas.
Se tomó el pene con una mano y lo acercó hasta casi entrar en ella. Dejó que resbalara de arriba a abajo, mojándolo con su esencia y ambos creyeron morir de ansiedad. Le apretó los dedos en el trasero para fijarla bien y se hundió en ella de una firme estocada.
Ambos jadearon pero Damon tuvo que controlar la oleada de temblores que recorrió su cuerpo. Apenas se sostuvo sobre sus piernas y tuvo que afirmarse sobre su pies para evitar caer.
Cuando se sintió preparado para seguir, miró hacia abajo, donde sus cuerpos se unían y con las manos le separá los glúteos para tener una visión mejor.
Tan malditamente bueno...
Se retiró con cuidado y se volvió a introducir en ella con fuerza. ¡Maldición y condenación!. Esa postura le hacía llegar mucho más profundo, cosa que él necesitaba con urgencia. Sumergirse en ella y perderse en su interior.
A partir de ese momento todo fue desenfreno y lujuria en estado puro. Damon la martilleó con fuerza aumentando el ritmo cada vez más para luego desacelerar en cuanto notaba que ella lo oprimía demasiado. Quería verla rogar, quería que le suplicara.
Liseth era incapaz de pensar. Toda su concentración estaba puesta en sus envites. En sus manos apretándola, en la fuerza con la que se hundía en ella y en la manera que ella lo recibía. Cada penetración la culminaba con un movimiento rotatorio que hacía que sus entrañas se licuaran hasta deshacerse. Se sentía tan mojada....
Damon cambio el ritmo y la penetró con fuerza y rapidez. La sentía apretarlo cada vez más. Su miembro se endureció hasta que estuvo seguro que se quebraría.
- Ahora, Liseth.
Le exigió con dureza y ella se dejó ir entre temblores y espasmos. Se clavó en ella una última vez y gruñó mientras se vaciaba por completo.
Se dejó caer sobre ella y le besó el cuello.
- ¡Dios!.- Fue lo único que pudo decir mientras tomaba aliento.
- Ha sido... - Liseth no tenía palabras para describir lo sucedido.
- ¿Te ha gustado?.- Damon quería creer que sí pero necesitaba su confirmación. No a todas las damas les gustaba que su marido la tomara cuando, dónde y como le apetecía.
- Tu mismo me has dicho que no tengo que lamentar ni coartar mi propio deseo, así que te pido lo mismo. Cuando quieras y dónde quieras.- Le aseguró y Damon pensó que le había leído la mente.
- Te lo dije. Eres perfecta para mi.- Le recordó mientras salía de ella y la ayudaba a arreglarse.-
***
Meredith se encontraba con Kate, Lady Cartwrigth, en el saloncito de recibir y ambas parecían inmersas en una conversación muy interesante cuando apareció Sanders, el mayordomo, casi a la carrera y anunció muy rápido a una visita.
- Lady BeCastle, Lady Remingyton y Lady Abbigail desean...
- No hace falta que nos anuncies, Sanders.- Dijo Marion pasando a su lado con prisas.
El mayordomo casi sintió la tentación de poner los ojos en blanco. Parecía que la costumbre de Lord Arlington se había extendido a través del resto de la familia.
¿Cómo pretendián que hiciera su trabajo si lo interrrumpían continuamente?.
Meredith se puso en pie al ver la agitación de su visitantes.
- ¿Qué ha ocurrido?
Las tres comenzaron a hablar a la vez queriendo explicar su presencia.
Kate alzó las cejas y miró a Meredith sin entender nada.
- Silencio, silencio.....Con las tres parloteando como cotorras somos incapaces de entender nada.- Les dijo callándolas en el acto.- Eso está mejor, y ahora, Marion..¿Qué sucede?
Marion tomó aire con dramatismo.
- Agarrate prima, porque esto va a hacer que te desmayes.
- Está bien.-Meredith rió incrédula.- Suéltalo, vamos.- Apremió muerta de curiosidad.
- La mujer misteriosa de la que todo el mundo habla....- Marion susurró como si estuvieran en un salón de baile repleto de personas que no deberían de oír lo que contaba.
- Dime, dime.- Ahora Meredith estaba francamente intrigada.
- Damon Ibree, ese sinvergüenza mal amigo, se ha casado.- Concluyó y se sintió satisfecha cuando dejó sin palabras y con la boca abierta a sus dos amigas.
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