CAPÍTULO XXVI
- ¿Y dices que Meredith y Marion se encontraron con ellos en Green Park?.- Damon no pudo dejar de verle el lado gracioso al asunto. Ella tratando de postergar el momento en el que conocería a sus amigos y resultaba que ya conocía a sus mujeres.-
Nick lo miró incómodo por aquella situación y se levantó para deambular por la habitación con las manos en los bolsillos.
- No sabes el mal trago que pasé cuando me comenzó a preguntar.....- Se masajeó la nuca sin dejar de caminar.-
- ¿Y porqué no le dijiste la verdad?.- Damon se estaba divirtiendo y no se molestaba en ocultarlo.-
Nick se giró hacia él y lo miró con cara de estupefacción.
- Me lo dice el hombre que me pidió que no abriera la boca. El marido que quería tener tiempo para estar con su mujer sin tener que compartirla con nadie más tras su recuperación. El amigo que no deseaba que nadie se enterara antes de que él lo contara. El....-
- Ya, ya. Comprendo tu punto de vista.- Lo cortó entre risas.- Pero primero le dijiste que no sabías nada y después que Tía Pru estaba en casa. A eso le llamo yo contradecirse.- Fingió asustarse cuando Nick fue hacia él con cara de pocos amigos.- Está bien, te agradezco que mantuvieras la boca cerrada aunque ello te lleve a tener una disputa con Meredith en el caso de que averigüe que eras mi cómplice desde el principio.- Se lo estaba pasando en grande.-
- Desagradecido.- Masculló Nick esbozando una tímida sonrisa.- Si eso llega a suceder haré que tu vida sea tan miserable que me pedirás de rodilla que me olvide de ti.-
Damon estuvo de acuerdo con un rápido movimiento de cabeza y se levantó para quedar junto a Nick.
- Esta mañana envié las invitaciones para esa cena de la que hablamos. Dentro de dos días todos conoceréis a mi mujercita, espero que Gabriel esté de vuelta para ese entonces, pero no creo que le importe ser el último en envidiarme.- Le pasó un brazo por los hombros y lo dejó allí más contento de lo que debería estar tras el fracaso de la tan deseada noche.-
- Si antes no se descubre la verdad y mi cabeza termina rodando por el suelo de mi despacho.-
Nick aún no estaba del todo convencido que todo ese maldito asunto le terminara explotando en la cara cuando menos lo esperara.
- ¿Qué puede ocurrir en unos días?.- Lo animó Damon con una de sus sonrisas.-
Meyers asomó la cabeza por la puerta entreabierta de la oficina tras llamar con los nudillos y no recibir respuesta.
- ¿Lord Laughton?. Unos caballeros desean ser recibidos.- Miró sobre su hombro algo nervioso.-
- ¿Y puedo saber quienes son?.- Contestó Nick separándose de Damon y advirtiéndole con la mirada que se comportara.-
- Aguafiestas.- Damon se separó no sin antes sujetar su rostro y darle un beso fraternal en la frente.-
Meyers puso los ojos en blanco. Estaba visto que Lord Arlington no podía ser más serio en ésta ocasión que en las anteriores.
- Naturalmente, milord. Los caballeros son Vincent Holdford y Adam Blazey. Si me permite decirlo no tenían una cita concertada.-
Se asombró de ver en cambio en la expresión de Laughton que entre risas y con gesto impaciente le indico que los hiciera pasar sin dilación.
- Dichosos los ojos que te ven.- Nick se fundió en un abrazo con Vincent y soltó una risotada.-¿Damon, recuerdas a Vincent Holdford?.-- Añadio mientras saludaba con la misma alegría a Adam.-
- Como no, tuvimos que soportarnos en más de una ocasión en la boda de Gabriel y Marion.- Dijo apretando su mano con fuerza.- ¿De visita de nuevo?.-
- Esta vez, no. Vengo a quedarme.- Aclaró Vincent.-
- Esa es una buena noticia. Me alegra poder verte con más frecuencia.- Nick no disimuló su alegría al saber que se quedaría en Londres definitivamente.-
Vincent se limitó a esbozar una media sonrisa y se dirigió a Damon.
- Permíteme presentarte a un muy buen amigo mío. Adam Blazey, Lord Arlington.-
Ambos hombres se dieron la mano y Damon pudo apreciar que Adam, a pesar de vestir con elegancia y totalmente de negro a excepción de la camisa, parecía que se sentiría mucho más cómodo sin el pañuelo y sin la chaqueta. Llevaba el pelo suelto, ocultándole las facciones parcialmente y sus ojos eran del azul más claro que nunca había visto. Su mirada era totalmente inexpresiva a pesar de la tibia sonrisa. Le recordaba mucho a Gabriel. Tanta seriedad.....le cayó bien de inmediato y no se planteó la razón. Solía dejarse guiar por su instinto y pocas veces se equivocaba.
- Llámame Damon, tanto Lord me da dolores de cabeza.- Le animó.-
Los cuatro hombres se dedicaron a ponerse al día y Damon se sorprendió al saber de que Blazey era el dueño de "El pecado Rojo", el garito más famoso y frecuentado de Londres, y de otros no tan conocidos. Había abierto uno nuevo, "La doncella", que por lo visto le iba bastante bien y se sorprendió de que alguien como él fuera íntimo amigo de Vincent y muy apreciado por Nick cuando estaba más que claro que no se movían en los mismos ambientes.
- Doy una cena dentro de dos días en mi casa y me gustaría mucho que acudiérais. Cuántos más hombres, mejor. Las mujeres a veces suelen ser terribles y necesitamos apoyo para poder lidiar con ellas.- Les guiñó el ojo.- No puedo aceptar un no como respuesta. Os aseguro que no llegaremos a la docena de invitados.- Añadio al ver que comenzaban a declinar su invitación.- Nick, su madre y su mujer. Marion, la mujer de Gabriel Stanton a quien conoces,- Aclaró a Vincent.- junto a su madre, Lady Remington. Lady Cartwright, que estoy seguro que acudirá y por supuesto mi querídisima tía, mi preciosa mujer y yo. Ese día la conoceréis todos así que no podéis negaros.-
- No sabía que te habías casado, enhorabuena.- Le felicitó Vincent.- Y por mi, no te preocupes que estaré allí para conocerla.- Sus rasgos duros parecieron relajarse un poco ante su franca sonrisa.-
- Gracias, pero espera a conocerla y entonces sí que podrás felicitarme con conocimiento de causa.- Bromeó.-
- Estoy seguro que será encantadora.- Concedió Adam.- Pero me es imposible aceptar, necesito cuidar de mi negocio y es la noche la que me ocupa.-
- Serás bienvenido en el caso en el que cambies de opinión.- Le aseguró antes de cambiar de tema interesándose por el manejo de un negocio como del que era dueño Blazey.-
Tanto Nick como Damon le aseguraron que acudirían a "La doncella" en algún momento no muy lejano.
***
Dejó el libro sobre el estante y se propuso buscar a Thomas y David.Hacía tiempo que no los escuchaba y se preguntaba donde podían estar o más bien, en que lío estaban metidos esta vez.
Abrió puertas, una tras otras, sin resultado y decidió subir a la segunda planta. Aún se sorprendía por el lujo de la mansión y se propuso hacer un recorrido minucioso por todas las habitaciones. Cada una de ellas era más elegante y lujosa que la anterior y eso la intimidaba bastante. Damon había hablado con ella y le había tenido que dar la razón en cuanto a que no podían retrasar más su primera aparición. Habían acordado dar una cena primero para los más allegados y se le hacía un nudo en el estómago nada más pensar en ello.
¿La aceptarían o por el contrario creerían que era demasiado poco para Damon?. ¿Les agradaría a ella las personas que eran tan importante para su marido?. ¿Se adaptaría a una vida que era muy diferente de la que hasta ahora había llevado?.
Cientos de preguntas para las que por ahora no tenía una respuesta pero estaba dispuesta a enfrentarse a ello con la cabeza bien alta. Ella no tenía de que avergonzarse y creía firmemente en que todo saldría mucho mejor de lo que imaginaba. Solamente la inseguridad le jugaba malas pasadas en algunos momentos pero como solía hacer siempre, enfrentaría lo que viniera y seguiría adelante.
No los encontró por ningún sitio y comenzó a preocuparse. ¿Dónde podían haberse metido?. Se imaginó las docenas de trastadas que podían estar maquinando.
Volvió a la planta baja y entonces vio a Minny correr por el pasillo.
- ¡Minny!.- Sintió pena al ver como la muchacha se encogía al saber quien la llamaba y eso no la hizo tranquilizarse en absoluto.- ¿Dónde están los niños?.-
- ¡Ay, milady!. Los dejé un momento para ir a buscar un pañuelo y hace media hora que los busco.- Confesó con los ojos llorosos.-
- No te preocupes.- La tranquilizó. Minny los cuidaba bien pero esos niños eran especialistas en evitarla.- Daremos con ellos. Yo he revisado todas las habitaciónes y no están en ellas.-
- Tampoco en la cocina, en la despensa ni en ninguna de las habitaciones de los empleados.-
Liseth pensó durante unos segundos antes de decidir que hacer.
- Bien. Tu, revisa los establos y yo iré al jardín trasero.-
Una vez que supieron a donde dirigirse cada una tomó un camino diferente.
Ya pensaba en enviar a llamar a todos los empleados de la casa para que las ayudaran a buscarlas cuando escuchó ladridos a través de las puertas francesas que daban al jardín.
Suspiró aliviada por ésta vez y apresuró el paso pero se detuvo al escuchar el chapoteo del agua y la risa de Thomas. Con menos confianza traspasó las puertas para salir al exterior. No sabía si seguir adelante y ver lo que le esperaba o volver sobre sus pasos y que fuera otro el que los fuera a buscar. Cerró los ojos durante un momento y respiró profundamente antes de bajar los escalones y encaminarse hacia la fuente.
Era exactamente lo que había imaginado. No iba a preguntar como habían terminado, perros y niños incluidos, chapoteando alegremente dentro de la enorme fuente que sin duda no estaba acostumbrada a que la utilizaran para esos menesteres.
Darling y Thomas parecían estar comodísimos saltando sin descanso, mientras evitaban sin esfuerzo alguno el ser atrapados por su hijo. David mantenía al niño cogido de una mano mientras que con la otra trataba de agarrar a los canes y les hablaba con melosas palabras para que se acercaran, pero ellos no parecían tomárselo demasiado en serio y se mantenían quietos hasta que David los tenía a mano y entonces se escabullían con soltura. Miró al cielo y pidió paciencia. el día no era del todo frío pero estaba nublado y en las habitaciones se mantenía el fuego encendido de las chimeneas. Si seguían allí mucho más tiempo bien podían pillar algo más que un resfriado.
Estaba visto que no se les podía quitar la vista de encima en ningún momento.
- Salid ahora mismo de ahí.- Trató de que su tono no fuera excesivamente duro.- David, acércate con Thomas para que pueda sacaros.-
David se quedó quieto pero casi cae de bruces cuando Darling lo empujó con el hocico reclamando atención.
- Milady.- Le dedicó una amplia sonrisa pero su mirada estaba llena de preocupación.- No podía dejar a Thomas solo, así que decidí meterlo conmigo para sacarlos a ellos.- Señaló a los perros que parecían muy contentos con el baño improvisado.- Aunque creo que no ha sido muy buena idea porque con él de la mano no he podido moverme con rapidez.- Se rascó la cabeza viendo el fallo de su plan.-
- Está bien, David, pero la próxima vez que estos traviesos decidan saltar a la fuente, no vayas detrás de ellos. Avisa a Ambrose o a cualquier otra persona.- Dejo estirando los brazos para tratar de alcanzarlos y a la vez queriendo evitar que la salpicaran.
Por mucho que David intentó aproximarse a ella le fue imposible porque los perros creían que seguían con el juego y saltaban de aquí para allá impidiendo su avance.
Liseth se recogió la falda del vestido y sin quitarse las zapatillas se metió en la fuente. El agua estaba muy fría y estaba pensando en que tendrían que dar un baño de agua caliente a los niños nada más sacarlos de allí. Consiguió dar varios pasos pero Darling creyó que se unía a la diversión y saltó sobre ella haciendo que perdiera el equilibrio y cayera hacia atrás, terminando sentada y con el agua chorreando por todo su cuerpo.
Thomas aplaudió y rió, pasandoselo en grande y David dejó entrever un atisbo de sonrisa que procuró ocultar lo mejor que pudo.
Liseth tiritó sin poderlo evitar. Estaba visto que incluso ella tendría que tomar ese baño caliente.
***
Damon llegó antes de lo previsto a Arlingotn House. Estaba impaciente por ver a Liseth y si conseguía unos pocos de besos y arrumacos antes de la cena se daría por satisfecho. Eso lo ayudaría a guantar las próximas horas hasta que pudieran estar a solas. Sólo de pensarlo se excitaba por completo. Imaginaba todo lo que quería hacerle, como hacerlo y hasta podía aventurar cuantas veces lo haría. En los últimos días había descubierto que lo que el llamaba deseo hasta ese momento, no era más que simple capricho. Deseo era lo que lo consumía durante las últimas semanas. Deseo era lo que le corroía las entrañas cuando estaba cerca de ella. Deseo era como su cuerpo respondía con solo imaginarla. Eso era el deseo.
Entró en su despacho y abrió la caja fuerte que tenía camuflada tras una estantería con libros. Tras varias vueltas con la combinación correcta, consiguió abrirla. Apartó la carpeta con los documentos importantes y el dinero en gruesos fajos hasta dar con lo que buscaba.
Tomó la caja entre las manos y la depositó con cuidado sobre el escritorio. Lo que contenía había pertenecido a su madre. Eran joyas heredadas en su mayoría y otras adquiridas durante toda su vida. Algunas eran realmente impresionantes y dudaba que no hubiera una piedra preciosa que no estuviera presente en alguna gargantilla, pulsera, anillo, collar o pendientes. También había broches, camafeos y prendedores, una basta colección que había ido aumentando con cada nueva condesa. Muchas de ellas las tenía bien protegidas en el Banco de Londres, pero otras estaban allí y no sabía muy bien porque nunca se había planteado dejarlas a buen recaudo junto a las otras aunque ahora se alegraba de no haberlo hecho porque así podía tener a mano lo que buscaba.
Tras varios minutos dio con el estuche adecuado y lo sacó, abriendolo para admirarlo. Había sido el preferido de su madre. Una gargantilla de oro, brillantes y zafiros azules. La colocó sobre la palma de su mano y la acercó a la luz que entraba por la ventana para admirarla. Tenía que admitir que su color era extraordinario y que era casi exacto al color de los ojos de Liseth, bueno, de uno de ellos. Rió porque se había acostumbrado tanto a mirarlos que ya no los veía como algo fuera de lo común aunque a él le seguía produciendo el mismo efecto su mirada. Lo dejaba clavado en el sitio e incapaz de apartar la vista.
En otra ocasión le enseñaría el resto de lo que guardaba pero esa noche quería verla con ese collar en concreto puesto. Tomó los pendientes y la pulsera que hacían juego y guardó el resto con algo de prisa. Había pensado dárselos y dejar que se lo agradeciera dándole un beso que los hiciera olvidarse del mundo. Se relamió nada más de pensarlo y con prisas subió hasta su habitación.
Estaba por saltarse la cena, encerrarse con su mujer bajo llave y no salir hasta que su cuerpo dijera basta.
Soltó los estuches sobre la cama y comenzó a quitarse el pañuelo. Ambrose se encargaría de prepararle la ropa que llevaría a la cena. Se desabrochó los botones de la chaqueta y entonces se le ocurrió dejar las joyas sobre la cama de Liseth. Ella entraría, las vería y entonces iría a buscarlo para agradecerle.....No lo pensó más y volvió a cogerlas con cuidado. Abrió la puerta de comunicación entre las dos habitaciones y entonces frenó en seco porque la imagen que tenía ante él le había dejado la boca seca y el cuerpo tan caliente que corría peligro de morir calcinado.
***
Liseth agradeció el agua caliente que le acariciaba el cuerpo. Aspiró con deleite, agradecida del aceite perfumado que había utilizado. Le relajaba bastante después del día lleno de emociones que había tenido. Todos esos vestidos, sombreros, sombrillas...la habían cautivado pero tenía que admitir que su principal deseo ocurriría en unas horas. Nada más pensar en ello, soltó un gemido que consiguió avergonzarla.
Una noche era lo que había tenido con Damon. Magnífica. Apoteósica. Fantástica. Pero una noche al fin y al cabo. Se preguntaba si realmente no la había engrandecido demasiado con su recuerdo y si cuando volvieran a estar juntos se daría cuenta que no todo había sido tan maravilloso como su mente quería hacerle creer.
Se puso en pie y trató de recoger los mechones que se le escapaban del improvisado recogido. Quería lucir esa noche como ninguna otra. Tenía que mirarse al espejo y estar segura que Damon la encontrara totalmente irresistible. Necesitaba saberse deseada.
Con los brazos en alto se acomodó el cabelló para que no se le mojara. Había conseguido salir bien librado de su baño en la fuente y ahora no quería que se le humedeciera demasiado porque no tendría tiempo de secarlo y dedicar tiempo a su arreglo como tenía pensado. Esa noche había pedido a Lady Pru que le enviara Judith, por lo visto la joven era más que experta en hacer lo más maravillosos peinados que te pudieras imaginar y eso es precisamente lo que necesitaba. Toda ayuda era poca y ella estaba dispuesta a utilizar todo lo que estuviera a su alcance para dejarlo sin habla.
Agradeció que la chimenea encendida mantuviera una buena temperatura. Se pasó le paño de lino por los muslos pensando lo que sentiría si fueran las manos de Damon las que le acariciaban. Cerró los ojos y se irguió imaginando que era él el que la tocaba. Sus dedos apenas rozando sus pechos. Su boca lamiendo su labios. Una ola de calor le recorrió el cuerpo y tuvo que dejar de fantasear.
Temblaba tratando de tranquilizarse cuando escuchó algo que le hizo mirar por encima del hombro y parpadeó sin poderse creer que Damon la estaba observando desde la puerta. Gimió avergonzada pero no pudo moverse y mucho menos ocultarse de su mirada. Parecía devorarla y sus ojos azules brillaban de puro delirio al recorrerle el cuerpo muy lentamente.
Ninguno hizo el menor gesto. Damon era incapaz de reaccionar temiendo haberse dormido y que aquello no fuera más que un sueño y Liseth estaba atrapada por su mirada sin poder hacer nada más que dejarse admirar y contener la respiración.
Avanzó hacia ella sin decir una palabra pero deseando poder expresar lo hermosa que se veía allí, gloriosamente desnuda para él. Cuando la tuvo lo suficientemente cerca como para acariciarla se limitó a vagar por su cuerpo, emborrachándose con su visión y queriendo guardar ese momento para siempre. La vio temblar pero estaba seguro que no era frío lo que la hacía estremecerse sino el mismo deseo desatado que había conseguido apropiarse de él también.
Sus miradas se cruzaron hablándose en silencio, diciendo tantas cosas a la vez que no hacían falta las palabras para expresarlas.
Le tembló la boca buscando palabras pero sus labios habían olvidado los movimientos adecuados para pronunciarlas. Liseth estaba desnuda y lo único en lo que podía pensar era en cómo demonios había podido olvidarla. Su cuerpo era lo más endemoniadamente perfecto que había tenido la dicha de ver. Quedó hipnotizado viendo como una gota resbalaba desde su cuello, paseaba por su piel recorriendo la curva de su seno y quedaba prendida del pezón.
No pudo evitarlo.
La capturó con sus labios y saboreó esos pechos que habían llegado a obsesionarle en sueños. Gimió contra su piel y abrió la boca aún más para chupar con ansias a la vez que sus manos se cerraron alrededor de ella encarcelándola entre sus brazos.
Había dejado de pensar con coherencia. Quería llenar sus sentidos de caricias y besos hasta que no pudiera soportarlo más y terminara hundiéndose en ella sin poder controlarse.
Apenas se sostenía por si sola pero Damon la mantenía firmemente contra él. Le acarició la espalda mientras su boca se daba un festín y ella se retorcía empujando contra sus dientes su dolorido pezón. Dejó que se lo lamiera, calmando su escozor, acicateando el fuego que la consumía con los movimientos circulares de su lengua.
Damon la apartó un poco para recorrer el camino hasta su boca con besos ardientes y cuando la besó, sólo pudo agarrarse a sus hombros y evitar caer. Su lengua se introdujo en ella exigente, queriendo dominarla con un solo beso profundo y consiguiendo que ambos se quejaran a la vez.
A Liseth le dolían los pechos deseosos de su caricias, se derretía por dentro y estaba segura de que estaba muy cerca de explotar en mil pedazos. Lo deseaba tanto que estaba lista para recibirlo en su interior. Enredó una pierna en su cintura para pegarse a él y se alegró de encontrarlo duro y dispuesto. Movió las caderas con total abandono y gimió de placer cuando las manos que adoraba apretaron su trasero para que la fricción fuera aún mayor.
De pronto, Damon la soltó y ella estuvo a punto de caer. Ambos respiraban agitadamente y Liseth lo miró suplicante.
- Espera.- Dijo un Damon jadeante y con apenas voz.- Esta vez quiero asegurarme.-
Sintió frío cuando se alejó de su lado y a punto estuvo de llamarlo cuando vio que se dirigía hacia la puerta, pero calló al ver como la cerraba con llave y después hacia lo mismo con la que daba su habitación. Recordó lo sucedido en el despacho y a punto estuvo de aplaudir su acción.
Se volvió hacia ella y mientras se acercaba iba quitándose prenda tras prenda dejándolas caer al suelo. Liseth salió de la bañera y se enredó en él. Necesitaba sentirlo cerca y conseguir que la calentara con su toque. Lo besó con abandono, provocándole, buscando una respuesta que no tardó en llegar.
Volvió a sentir que el descontrol se apoderaba de su mente y que solo él era el dueño de su cuerpo. Enredó sus manos en su cabello mientras las de él la alzaban y hacia que le rodeara las caderas.
Se arqueó haciendo lo posible porque su boca se reencontrara con su pecho y volviera a adueñarse de él. Le gustaba como su lengua golpeaba contra su punta, endureciéndola y luego lo mordía haciendo que casi gritara de placer. Adoraba cada toque y cada cosa que él quisiera hacerle y esperaba que él también disfrutara con lo que ella le hiciera.
Se contoneó sin pudor ninguno y le arrancó un gemido que la hizo sonreír.
- Si no te gusta, sólo tienes que decírmelo.- Le dijo al oído con voz sugerente sin poder evitar lamerle y sabiendo que Damon estaba a punto de perder el control.-
- ¡Dios!. Si sigues moviéndote así no llegaremos a la cama. Te tomaré aquí mismo.- Le aseguró enfebrecido de lujuria.-
Liseth le mordió el cuello con suavidad. Sabía tan bien que le apetecía comérselo entero y no dejar ni los huesos.
Sin dejar de tocarse llegaron hasta la cama a trompicones y Damon la dejó sobre el colchón. Le chupó los labios y sus manos capturaron sus pechos masajeándolos al mismo tiempo que su pelvis realizaba los movimientos adecuados contra la de ella, pero aún tenía el pantalón puesto y era imposible que así llegaran a mucho más.
Con reticencia abandonó su cálido cuerpo y sin dejar de mirarla terminó de desvestirse con movimientos lentos. Ver como ella lo devoraba con la mirada le hacía calentarse más y mas, si eso era posible, hasta casi resollar. Liseth se mordió el labio y gimió elevando las caderas. Provocando que su miembro latiera a punto de estallar ante su imagen.
Se cernió sobre la ardiente mujer que hacía que la deseara como un loco. Encajó su pierna entre las de ella para que lo recibiera y su erección rozó el interior de su muslo buscando el poder envainarse en su dulce calor.
Acarició su cuerpo dejando que sus manos la recorrieran a capricho, quemando, arrasando lo que encontraba a su paso.
Liseth era incapaz de apartar los ojos de Damon. La tenía cautiva con su manera de amarla porque eso no podía ser otra cosa que amor. Quería que la penetrara. Lo necesitaba moviéndose dentro de ella pero él parecía querer otra cosa porque la atormentaba acariciando su centro una y otra vez con su pene. Se deslizaba entre sus pliegues haciendo que él se humedeciera con su propia excitación.
No creía poder aguantar mucho más.
Un jadeo se escapaba de sus labios. Estaba totalmente obnubilada por el deseo. Su boca, sus manos, el roce de su piel contra sus senos, su olor, su duro y grueso miembro atormentándola sin descanso. Todo contribuía a que su cuerpo fuera respondiendo. El nudo se iba tensando en sus entrañas y estaba listo para romperse de un momento a otro.
- Por favor, te necesito...- Le suplicó abriendo las piernas aún más.-
Damon la miró y entonces le acarició el rostro de manera tan cariñosa que se sorprendió de las repentinas ganas de llorar que le entraron.
- No creo poder prolongarlo mucho esta vez. Estoy tan excitado que creo que me correré en cuanto entre en ti.-
Liseth asintió. No le importaba. Él le había demostrado que no era un amante egoísta y sabía que procuraría que ella disfrutara también.
Abrió los ojos cuando le alzó las piernas hasta colocarlas sobre sus hombros y se sintió insegura pero Damon eligió ese momento para tocarla justo donde toda ella palpitaba. Gimió en voz alta y eso pareció gustarle porque rodó el dedo y pellizcó el clítoris para hacerla gritar de nuevo.
- Me gusta oir tus gemidos.- Susurró cuando le introdujo dos dedos con mucho cuidado.-
Liseth respiraba apenas superficialmente y su pechos estaban duros y muy sensibles.
Damon comenzó a moverlos dentro de ella sin dejar de observar su expresión. Lo tenía fascinado.
- Quiero que me mires. Quiero ver cuando alcanzas tu placer.- Apresuró la fricción y Liseth no pudo hacer otra cosa más que adaptarse al movimiento de su mano.-
Cuando creyó que la tenía donde quería, retiró los dedos y colocó su miembro en la entrada. El calor que desprendía le hizo flaquear pero consiguió controlarse y deslizarse en ella con una lentitud que amenazaba con matarlo.
Su suavidad lo envolvió como un guante, tan apretada y dispuesta que tras penetrarla por completo tardó unos segundos en comenzar a moverse temiendo que se cumplieran sus palabras y terminara antes de haber empezado.
Se movió con suavidad al principio, queriendo contenerse, queriendo prolongar el placer pero Liseth le sorprendió empujándolo con sus manos. Sus dedos se clavaban en la piel instándolo a profundizar, a ir más deprisa.
Damon se dejó llevar y se clavó en ella una y otra vez. La escuchó gritar y aflojar su agarre pero él siguió adelante buscando su propia liberación y ella lo recibió en su interior sin dejar de mirarlo.
Golpeó contra su pelvis dos veces más mientras tenía el orgasmo más potente y largo de toda su vida.
Un huracán había arrasado con todo.
El alma abandonó su cuerpo y regresó a él poco a poco haciendo que volviera a ser consciente del suave cuerpo que tenía bajo él y de los latidos de su errático corazón.
Procuró no aplastarla pero no se retiró por completo. Le gustaba estar dentro de ella y saber que por fin era su mujer.
¿Alguna vez había pensado que había disfrutado con el sexo?. Después de lo ocurrido sabía que nada podía compararse a lo que Liseth y él podían crear. La besó con suavidad en los labios pero después lo hizo con posesividad. Esa mujer era suya.
Ella le sonrió pero tras la pasión estaba algo avergonzada por su comportamiento. Había sido más que agresiva con él y muchísimo más descarada que lo que se espera de una esposa.
- ¿Estás bien?.- Damon la miró con una sonrisa complacida.-
Liseth asintió con la cabeza porque todo era demasiado para ella. Había descubierto que lo amaba más de lo que estaba dispuesta a admitir y las palabras querían salir de su boca.
- Te amo.- Dijo antes de arrepentirse.-
Vio la sorpresa en su mirada. Seguramente no se esperaba ese tipo de comentario.
El silencio pareció apoderarse de los dos pero ella estaba dispuesta a esperar lo que fuera necesario para que él le confesara lo mismo. No le importaba que él lo supiera pero quería asegurarse que cuando Damon se lo dijera, fuera de verdad y no por verse obligado a contestar lo mismo. Por eso mismo acortó distancia con sus labios y lo besó despertando de nuevo la pasión entre los dos.
***
Damon mantenía a Liseth abrazada mientras veía como la noche daba paso al día. No sabría decir lo que le produjo escuchar ese Te amo pero agradeció no haber podido responder. ¿Qué le habría dicho cuando ni él mismo comprendía lo que sentía por ella?. No quería herirla con palabras que quizá no fueran ciertas y sólo admitiría algo así cuando estuviera totalmente seguro que ese sentimiento era el que le embargaba.
Le besó el pelo y acarició su costado. Hacía apenas una hora que la había dejado descansar por fin, sin embargo él, seguía en un estado alterado. Habría sido capaz de seguir hasta bien entrada la mañana.
Cada vez había sido mejor que la anterior y con cada entrega de Liseth se había maravillado de su suerte.
Era puro fuego. Lava ardiente dispuesta a quemarlo en cuanto él se aproximaba.
Su deseo de ella parecía acrecentarse en lugar de disminuir. No tenía suficiente con poseerla una vez...tres....cinco. Le encantaba su forma de responder a la pasión, sus manos exigiendo a la vez que dando y su cuerpo voluptuoso contorsionándose bajo él. Sobre él.
Jamás olvidaría la imagen de Liseth desnuda, de pie junto al fuego y el agua haciendo brillar su piel. Casí sufrió un ataque al corazón cuando la vio acariciarse los pechos con las puntas de los dedos y la boca se le hizo agua nada más imaginar lo que sentiría al tenerla pegada a él como lo estaba en ese preciso instante.
La miró por última vez antes de cerrar los ojos preguntándose si tal vez lo que sentía era algo más que una poderosa atracción.
Si quizás, y sólo quizás podía estar enamorado.
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