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Capítulo XV

El carruaje aminoró la marcha hasta detenerse por completo y Arlington suspiró aliviado al saber que podría descansar y darse un baño. Estaba agotado.

El viaje hacia Reading estaba siendo de todo menos placentero. Pru había insistido en llevar su propio coche y tenía que reconocer que había sido lo más acertado porque tres adultos, un niño y el perro eran demasiados para estar mínimamente cómodos.

Aaron había tenido que ejercer de cochero, pero al menos su tía y Mindy, que también los acompañaba para ayudar a las damas en lo que necesitaran, ocupaban un carruaje sin sentirse agobiadas. Damon, por el contrario, estaba cada vez más tenso. Liseth estaba instalada frente a él junto a Thomas que se removía inquieto tratando de saltar sobre el asiento. El pequeño no soportaba estar muchas horas dentro del carruaje, por lo que tenían que hacer continuas paradas para lograr que calmara un poco la energía infinita que parecía tener. Y, como no, el lugar que él ocupaba lo compartía con el peludo amigo de su hijo. Se había hecho amo y señor de la mitad del asiento y parecía dormitar con la cabeza sobre las patas, pero Damon sabía que era puro teatro, en el momento en el que él intentaba estirar un poco las articulaciones, el chucho infernal abría un ojo y le enseñaba los dientes.

En más de una ocasión había reprimido la enorme satisfacción que le produciría cogerlo y lanzarlo por la ventana. Con sólo pensarlo una sonrisa maliciosa se dibujaba en su rostro haciendo que Liseth lo mirara con el ceño fruncido.

Y ahí estaba su segundo problema de convivencia en ese viaje.

Ella.

Cuando parecía que estaban llegando a un acercamiento, algo ocurría, y que lo torturaran si sabía que había sucedido. Le dirigía aquellas miradas suyas que parecían clavarlo en el sitio y él solo podía intentar volver a conseguir recuperar la distancia perdida.

Desde que salieron de Gloucester su trato había sido el correcto, no podría llamarlo de cordial, pero al menos podían tener una conversación educada el uno con el otro, pero esa misma mañana, tras proseguir el viaje después de pasar la noche en una posada, su actitud para con él había cambiado como de la noche al día. Estaba más fría que un témpano y ni siquiera se había dignado darle los buenos días. Al principio pensó que tenía un mal despertar, aunque eso no lo hubiera notado antes, y después pensó que quizás el viajar le producía mal humor, pero ahora estaba seguro que él era el causante de su enfado.

Suspiró y le dirigió una sonrisa tendiéndole la mano para ayudarla a bajar. La sujetó con firmeza y sin perder un momento volvió a entrar en el coche para tomar al niño entre los brazos. Cerró la puerta con determinación y sujetó a Liseth por el codo para entrar en la posada.

Unos ladridos se escucharon antes de que pudiera dar dos pasos.

- Creo que hemos dejado a Thomas encerrado en el carruaje.-

Liseth se soltó de la mano de Damon y éste volteó los ojos con desesperación.

- Por Dios, déjalo allí dentro. No le ocurrirá nada malo y podremos estar tranquilos sin su presencia incordiosa.-

Se quejó por lo bajo cuando el perro saltó sin problemas hasta el suelo y pareció burlarse de él caminando sin complejo hasta la puerta del establecimiento.

- Querido, estoy francamente cansada.- Lady Pru no tenía muy buen semblante y Damon se sintió responsable.-

- Tía, no tenías porque acompañarnos. O bien podíamos haber pospuesto el viaje.-

Minny se hizo cargo del niño y Damon pudo abrazar a Lady Pru, reconfortándola.

- Tonterías.- Rió por lo bajo cuando sintió que Damon la cubría a besos para sanarla como cuando era pequeño.- Esta es la mejor medicina que puedo tener.- Agregó entre risas.-

- Lo sé.- Damon hinchó el pecho vanagloriándose.- Y es precisamente por eso por lo que te doy el remedio Arlington. No todos pueden tener acceso a él.

Damon le ofreció el brazo para acompañarla al interior y cuando buscó con la mirada a Liseth para hacer lo mismo con ella, se dio cuenta que la muchacha había desaparecido hacía rato sin esperarlo.

***

Liseth necesitaba alejarse de Damon. Había intentado no ser tan obvia y no demostrar su enfado pero creía haber fallado estrepitósamente.

Ese hombre la exasperaba, la enervaba, la enfurecía de tal manera que nunca había pensado que realmente la sangre hirviera de rabia, pero ella había descubierto que era verdad. Hervía, bullía con fuerza y no podía hacer nada para calmarla.

Se habían detenido el día anterior para pasar la noche en una posada y Damon había tratado de que ella compartiera un dormitorio con él, alegando que no había suficientes libres como para alojarlos a todos, pero ella se había negado en redondo a hacerlo y había compartido el suyo con Minny y su hijo. Era demasiado pequeño y caluroso por lo que en mitad de la noche había decidido salir un poco a un balcon, del que se podía acceder desde el pasillo, para tomar el aire.

Se movió con el mayor sigilo posible para no despertar ni a Thomas ni a la muchacha que parecían dormir plácidamente y tras sortear los escasos muebles que componían la decoración de la humilde habitación, salió encajando la puerta, sin llegar a cerrarla.

Al notar el aire que parecía correr por el pasillo su cuerpo se refrescó un poco y con su habitual paso enérgico, caminó con decisión para disfrutar del aire de la noche. Aspiró llenando sus pulmones y dejando la mente en blanco, algo que no hacía desde que Damon había vuelto a su vida. Él ocupaba cada uno de sus pensamientos, cada minuto de su vida.

No supo cuánto tardó en volver a entrar pero abrigándose bien con la capa que se había puesto antes de salir, pensó que ahora sí que podría dormir sin problemas.

Se equivocaba.

El chirrido de una puerta le hizo girar la cabeza justo antes de poder entrar en su habitación y vio la silueta de una mujer que se escabullía de una estancia hasta desaparecer por el final del pasillo.

Parecía que alguien había sido favorecido con la compañia de una de las mozas y a punto estuvo de olvidarlo cuando una sospecha le rondó con saña.

Contó las puertas y a punto estuvo de entrar como una exhalación pero se contuvo a duras penas haciendo gala de un dominio de si misma que no creia poseer hasta ese momento.

¿Así que Damon aprovechaba la primera noche para engañarla?. ¿Ese era el tipo de promesa que él podía cumplir?. No había tardado en engañarla ni un mes. Tenía claro que lo había hecho con anterioridad pero debido a las circunstancias había aceptado que su extraño matrimonio había empezado apenas se reencontraron y ambos habían acordado hacer lo posible para que aquello funcionara.

Por lo visto ella era la única que iba a esforzarse porque él volvería a las andadas y sin importarle que su esposa y su hijo durmieran unas puertas más allá.

Se calmó como pudo y volvió a su habitación. Tendría que hablar con él pero no en ese momento, porque no quería formar un expolio y hacer que todos se enterara de lo que había ocurrido.

Eso era algo que tendrían que hablar entre ellos.

No durmió en toda la noche.

***

Sólo había dos habitaciones libres en la posada "El Buho", una la compartiría ella y Lady Pru con el niño y la otra sería para Damon. Él, por supuesto, había sugerido que Pru tuviera una para ella sola debido a su malestar pero ella se había mantenido firme. Habían conseguido que Minny compartiera la habitación de una de las muchachas que trabajaban allí, Rosie.

Liseth se había dado cuenta de la mirada pícara que ésta le dirigía a Damon cuando pensaba que nadie la miraba y de como sacaba pecho para exhibirse ante él.

Al parecer Arlington se había hospedado allí cuando iba camino a Gloucester, así que por las miradas lujuriosas que la muchacha no paraba de lanzar suponía que habían existido más que palabras entre ellos dos.

Ella se iba a cerciorar de que nada más ocurriera.

La habitación era bastante grande y tanto ella como Lady Pru quedaron complacidas. El colchón era confortable y estaba segura de que las dos y el niño podrían dormir en él con comodidad. Siempre estaba la opción de que Thomas eligiera dormir con Damon, pero hasta entonces eso no había ocurrido. El niño parecía aceptarlo cada día más pero aún no le había señalado para pasar la noche con él y ese era, sin duda alguna, el instante en el que el pequeño demostraba su cariño por alguien. Así había sido desde siempre, cada noche Thomas decidía con quien dormir y como todos en Glocucester era como una familia, a ninguno se les había ocurrido que podría ser de otra manera.

- ¿En que piensas, querida?.- Lady Pru se sentó en la única silla de la habitación con evidente placer.- Mis huesos no son los que era.- Se quejó majajeándose los muslos.

- En nada en particular, Lady Pru.

Liseth se pasó el cepillo por la lustrosa melena negra y fingió estar muy concentrada en lo que hacía.

- Pues para no pensar en nada se diría que tu expresión lo dice todo.- Esperó una respuesta y al ver que no llegaba continuó.- Trata de ser paciente, Liseth. Esto no es fácil para ninguno de los dos y confío en que podáis arreglar vuestras diferencias. Estoy convencida que si eres inteligente, cosa que no dudo, harás que mi encantador sobrino caiga rendido a tus pies. Veo en la forma en que te mira y te aseguro que no es la más inocente. Lo único que me preocupa es cuando él se dará cuenta del interés real que siente por ti. Tarde o temprano, lo hará y si no, tendremos que abrirle los ojos a base de golpes.- Rió de manera tan encantadora que Liseth fue incapaz de no esbozar una ligera sonrisa.

- Eso es lo que me tiene preocupada. Que sea más tarde que temprano.- Se sentía extraña al confiarle sus pensamientos a la tía de su marido.- Él es tan experimentado con las mujeres que a veces pienso si yo conseguiré llamar su atención tanto como para que no quiera pensar en otra. Ló único que poseo es confianza en mí misma pero no creo ser lo suficientemente seductora.

- En eso te equivocas, querida.- Lady Pru se levantó y la sostuvo por los hombros mirándola con intensidad.- Tu eres seductora y atrayente y mi sobrino estaría ciego si no se da cuenta de ello, pero esas dos cualidades son efímeras. No digo que no agregen interés al conjunto, pero lo que de verdad cuenta es lo que tienes aquí.- Le colocó la mano en el corazón que palpitaba con parsimonia.- Es bueno que el envoltorio sea agradable para la vista, pero lo que realmente importante es el regalo que hay en el interior. Y tu eres un magnífico regalo, sólo tienes que saber como llegar hasta el corazón, hasta ahora virgen, de mi sobrino.

Liseth la abrazó con fuerza porque sentía que ella la cuidaba como si fuera su madre verdadera. Estaba segura que allí donde estuviera la suya le había enviado a Lady Pru para cuidarla.

- Es usted tan buena conmigo.- Sorbió tratando de evitar las lágrimas.

- No es bondad, querida niña, es simple egoísmo, porque te quiero para mi. Pretendo que seas parte de mi familia y formes la tuya con lo que más quiero en el mundo que es el alocado de mi sobrino.- Se apartó un poco para que ambas se tranquilizaran.- Así que ya ves, formas parte de mi diabólico plan para hacerme feliz.

Liseth no pudo más que reir ante el comentario.

- Trataré de que todo salga de acuerdo con sus maquinaciones.

Las dos se dijeron más con las miradas que lo que se habían dicho con palabras.

***

Damon golpeó la puerta y entró sin esperar respuesta.

- ¿Estáis listas?.- Sonrió abiertamente a Liseth que estaba radiante. Era asombroso como un simple vestido de viaje hacía que luciera como una reina. Estaba deseoso de verla con un vestido de noche de pronunciado escote....Cortó esa línea de pensamiento porque no quería comenzar de nuevo con lo que esas ideas le provocaban a la parte baja de su cuerpo.

- Damon, estás imponente, parece que te diriges a una de tus fiestas en Londres en lugar de bajar a cenar a una posada.- Se burló Lady Pru sabiendo que había exagerado en su afirmación.

- No es la ropa lo que me hace imponente, tía, sino yo mismo el que provoca ese efecto en la ropa.

Se acercó a la cama donde Lady Pru descansaba.

- Pensé que estarías lo suficientemente bien como para acompañarnos, hoy.

- Lo siento, pero creo que prefiero quedarme aquí, y que me suban la cena.- Le palmeó la mejilla con su pequeña mano como cuando era niño.

Damon le besó la palma y le guiño un ojo.

- De acuerdo, pero tendrás que esforzarte en recuperarte porque en cuanto lleguemos a Londres tendrás que acompañarme a todos y cada uno de los eventos a los que quiera asistir.

- Tendré que acompañaros, querrás decir.- Lady Pru lo corrigió con delicadeza.-

- Sí, claro, a los dos. A.....¿Itzel?.- Pronunció el nombre en un susurro para que solo su tía pudiera oírlo y ella en compensación le negó con la cabeza y le deletreo el nombre sin hacer ningún sonido.- Eso es, nos acompañaras a Liseth y a mi allá donde queramos ir.

La besó de nuevo antes de alejarse para acompañar a su esposa hasta la puerta.

Esposa.

Se sorprendió de la palabra, no de ella en sí, sino de lo fácil que había acudido a su mente al pensar en la mujer que caminaba a su lado.

Era práctimente una desconocida pero lo intrigaba en tantos aspectos que estaba asustado por el interés desproporcionado que sentía por ella. Nunca le había ocurrido algo semejante pero, claro que nunca se había enfrentado antes a una situación parecida y era de lo más normal tratar de conocer a la persona que compartiría contigo el resto de tu vida.

El recordaba perfectamente su nombre, pero le gustaba fingir ante su tía que aún no lo hacía. Más por hacer una chiquillada que por otra cosa. Para él todo lo referente a ella estaba bastante presente. La forma en la que sonreía, la manera en la que se apartaba el cabello del rostro y fruncía el ceño cuando algo le preocupaba o molestaba. Lo dulce y cariñosa que era con Thomas, con todos en realidad. Con todos menos con él.

Ella parecía mantenerlo aparte. Era cuidadosa en su trato, tanto, que a veces pensaba que era alguien frío, pero eso no era posible. Recordaba con precisión la respuesta de su cuerpo aquella primera noche de su llegada a Gloucester y también recordaba demasiado bien el golpe en la cabeza que le dio.

Inconscientemente se llevó la mano a la frente y después se miró el dedo que le había mordido, eso sin contar los golpes y patadas que recibió cuando discutieron en su habitación.

Ella no era fría, era alguien de sangre ardiente que hacía que tuviera sueños tórridos y que deseara poder cumplir todas las fantasías que se le ocurrían lo más pronto posible.

- ¿Crees que a Thomas le hubiera gustado cenar con nosotros?.- Damon procuró tener una conversación alejada de polémicas y por eso la centró en el niño.

- Quizá, pero necesita descansar y en cuanto Minny le haya terminado de bañar, lo dormirá. Solamente espero que no moleste demasiado a Lady Pru.

Damon se sentó frente a ella una vez que llegaron hasta la mesa y le hizo una seña al posadero, Eddy, de que podían servirles.

- Es absurdo que compartáis ambas y el niño la misma habitación. Sabes que puedes dormir conmigo. Prometo no propasarme y ser un perfecto caballero, si es lo que te preocupa.

Liseth apretó la mandíbula ante el comentario. Sabía que lo había dicho completamente en serio pero eso le hizo pensar en lo ocurrido la noche anterior, y aunque, se había propuesto discutirlo más tarde, en cuanto terminaran de cenar, no pudo controlar a su lengua inquieta.

- ¿Tan caballero como lo fuiste con la moza de la posada ayer por la noche?. La vi salir de tu habitación a altas horas de la noche.- Clavó sus ojos en él y se alegró al ver como cambiaba su expresión divertida por una de auténtica sorpresa.

Damon la miró sin poderse creer que estuviera enterada de ello.

- Aquí tiene, milord. Espero que sea de su agrado.

Rosie colocó los platos en la mesa sin percatarse del ambiente tenso que envolvía a los comensales. Se inclinó más de lo necesario para llenar las copas de vino y dejó la jarra sobre la mesa moviendo con descaro los pechos.

Damon apenas la miró pero sabía que Liseth sí que se había dado cuenta delas insinuaciones de la muchacha por como sus ojos se entrecerraban cada vez más. Le estaba acusando de haberse acostado con alguna la noche anterior y ahora tenia a otra delante que era demasiado evidente en sus intenciones.

- Puede retirarse, la llamaremos si necesitamos algo más.

Rosie frenó en seco sus avances al notar el tono helado del conde pero se aventuró una vez más con sus coqueteos  aunque ésta vez se limitó a expresarlos solamente con palabras.

- Tengo preparado el postre que tanto le gustó la vez anterior. Si quiere, solo tiene que pedirlo.

Se alejó meneando las caderas pero sin darse cuenta que no tenía público que se percatara de ello.

El silencio se prolongó durante unos segundos sin que ninguno de los dos hiciera nada para evitarlo.

Liseth tomó el tenedor y un trozo de pan pero realmente no tenía ganas de comer nada, así que se decidió por darle un buen trago al vino.

- Volviendo a nuestra conversación anterior. Sé que crees saber que ocurrió.- Toda diversión había desaparecido por completo.- Te puedo asegurar que no sucedió nada. Te dí mi palabra y no pienso romperla con la primera que se me presente.

- ¿Entonces quizá la romperías con la segunda que se te ofrezca?.- Liseth no pudo evitar la respuesta mordaz y vio como el músculo de la sien le latía con fuerza a Damon.

- Sabes perfectamente que no es eso lo que he querido decir, así que evitaré responderte.- Estaba bastante molesto por su desconfianza.- Ella se presentó en mi habitación y después de que le dejara bastante claro que no estaba interesado en nada de lo que pudiera ofrecerme, se marchó. Si esperabas otra explicación, siento mucho decepcionarte. Es lo que ocurrió.

- Y tengo que creerte, supongo.- Liseth no podía evitar hacer comentarios como ese. Después de todo solo tenía dos opciones, creerlo o no, y no estaba muy segura de aceptar su respuesta con un encogimiento de hombros y olvidarla. Sabía, por propia experiencia, del apetito sexual de Damon y llevaba varias semanas sin estar con una mujer.

Damon no pensaba que lo creyera sin más, él tampoco lo haría si estuviera en su lugar, pero era la verdad. Ni siquiera había dudado en echar a la moza de su habitación. En otro momento de su vida le habría dado la bienvenida con los brazos abiertos pero en ese instante sólo deseaba a una mujer, a su mujer, por muy raro que le llegar a parecer ese sentimiento. Quizá era por como ella trataba de evitarlo que él se esforzaba más y más en conseguirla, no estaba seguro pero ahora que lo pensaba con detenimiento, no había deseado a otra desde que se habían vuelto a encontrar.

Maldita fuera su mala suerte.

¿Qué demonios hacía Liseth a esas horas vagando por la posada?.

- Lo único que puedo decir en mi defensa es que si yo hubiera aceptado su compañía, nada en el mundo hubiera evitado que ella abandonara mi cama hasta el amanecer.

Damon se limitó a comer en el más absoluto silencio desde ese momento y Liseth lo imitó.

***

Liseth se movió en la silla. Llevaría una hora allí sentada junto a la puerta entreabierta pero estaba segura de que esa muchacha, Rosie, no dejaría pasar la oportunidad de subir a la habitación de Damon.

Lady Pru y Thomas dormían como angelitos y ella estaba empezando a dar cabezadas. No sabía que podía llegar a ser tan posesiva pero se consolaba al pensar que si él pensaba en engañarla ella lo evitaría como fuera.

Estuvo a punto de caerse de la silla y parpadeó con rapidez.

Era patética. ¿Qué haría una vez que llegaran a Londres?. Simplemente no podía perseguirlo a todos los sitios a los que fuera. Todo era falta de confianza en él, lo sabía, pero era incapaz de pensar con claridad cuando era Damon el responsable de sus desvelos.

Se levantó y rotó los hombros dispuesta a volver a la cama cuando comprendió lo absurdo de su actitud, pero cuando estaba dispuesta a cerrar la puerta, escuchó que alguien subía la escalera. Quiso evitar la tentación de mirar para ver quien era, pero su curiosidad pudo más.

¿Ya que estaba despierta, bien podía echar una ojeada, verdad?.

Abrió un poco más la puerta y asomó la cabeza.

Una falda apareció tras la esquina y después, Rosie en persona. La muchacha se colocaba bien el vestido, si se le podía llamar así, a bajarse el escote hasta casi enseñar los pezones con total descaro, mientras con la otra mano sostenía una bandeja con comida.

Liseth esperó para ver a donde iba. Quizá era un viajero de última hora que había pedido que le subieran algo de comer, pero recordó que ellos habían adquirido las últimas habitaciones.

La sospecha se abrió paso como un rayo en ella y salió en silencio al pasillo para ver como la moza llamaba a la puerta de la habitación de su esposo con toques suaves.

Se movió rápidamnte y antes de lo que esperaba estaba ante una sorprendida Rosie que la miraba con los ojos abiertos.

- Milady...

- ¿Eso es para mi marido?.- Le dijo en un tono de voz gélida.

Rosie miró la bandeja que tenía entre las manos. Se había dado cuenta que el conde apenas había probado bocado durante la cena, casi toda la comida había sido devuelta, así que ella el había subido una sopa caliente, algo de carne, pan y vino, y con esa excusa había subido para intentar ver si se le abría otra clase de apetito. Había esperado hasta que Eddy se había quedado dormido para escabullirse y ahora veía que todo lo planeado se venía al traste con la presencia de esa mujer.

- Sí, pensé, que milord tendría algo de hambre. Apenas comió -dijo con finita humildad.

- Está bien, yo misma se la daré. Puede marcharse.

Liseth tomó la bandeja de las manos de la moza sin ceremonia ninguna.

- No es necesario que se moleste, milady.

Rosie trató de recuperarla sin éxito y bufó frustrada.

- He dicho que puede retirarse.- Ahora estaba totalmente furiosa por la insistencia de esa descarada.

Rosie optó por hacer una ligera reverencia y desandar lo andado. Había esperado pasar otra noche con ese hombre y ahora tendría que conformarse con despertar a Eddy.

***

Damon apenas había cerrado los ojos cuando sintió unos golpes ligeros en la puerta.

Primero pensó que había sido su imaginación pero después escuchó murmullos. Alguien estaba sin duda esperando que abrieran pero ¿porqué estaría hablando a solas?.

Al imaginarse a Liseth haciéndole una visita nocturna se puso duro de repente.

¡Maldición y condenación!.

Era incapaz de controlar su lujuria cuando pensaba en ella por mucho que lo intentara. Sin duda era debido a la abstinencia sexual. No había otra explicación posible.

Apartó las mantas y se dejó sólo los calzones sin preocuparse de taparse más. Quién llamara a esas horas no podía asustarse de encontrarlo de esa guisa.

¿Habría ocurrido algo a Pick o a Aaron?. Dormían en los carruajes a falta de un sitio mejor, o quizá en los establos y bien podía haberse producido cualquier eventualidad que necesitaba de su presencia.

Abrió la puerta y se encontró a Liseth mirando con dureza hacia la escalera que daba acceso a la planta baja de la posada y se giró rápidamente cuando escuchó que la puerta se abría.

- ¿Ocurre algo?.- Damon dio un paso adelante preocupado.- ¿Thomas?.-

Liseth no sabía que decir. Notaba como se había puesto totalmente roja al ser pillada delante de su puerta. Pensó con celeridad un buen pretexto y le pareció buena la excusa de la comida. Después de todo tenía la bandeja en las manos.

- No es nada importante, pero quería disculparme contigo por lo de la cena y como vi que apenas comiste. Te he traído esto.-

Liseth no podía mirarlo a los ojos pero supo que habría sido mejor porque entonces solo tenía ante sí, una gran extensión de piel musculosa y tentadora. Tragó con fuerza y resiguió el vello que se perdía bajo sus calzones. Rápidamente elevó la mirada para toparse con otra que no salía de su asombro.

- No tendrías que haberte molestado, pero ya que estás aquí, bien podías compartirla conmigo. Tampoco cenaste gran cosa, por favor.- Damon no perdió tiempo y se apartó para dejarla pasar. Si quería que comiera tendría que meter ella misma la bandeja en la habitación.-

Liseth dudó, pero si se marchaba, el pretexto que había inventado del porqué se encontraba frente a su puerta a esas horas de la noche se vendría abajo, así que, sonriendo a duras penas, pasó al interior. Al escuchar la puerta cerrarse le pareció que la habitación se volvía más pequeña, cosa que era imposible, pero la sensación de agobio aumento al volverse y encontrárselo a dos pasos de ella.

- ¿Podrías cubrirte?.- Apenas le salío la voz .-

Damon la miró atentamente y tras asentir se colocó la camisa abrochándose unos pocos botones pero dejando gran parte de su pecho al descubierto. Él estaba cómodo con su cuerpo y no le importaba enseñarlo.

Y ella esta deseando poder tocarlo...

Apretó las manos en los bordes de la bandeja para evitar que sus manos volaran y se deslizaran por su piel. Sería un error enorme dejarse llevar por el deseo que Damon despertaba en ella. Tenía que enseñarle a valorarla como persona.

- Creo que no tengo hambre, así que si me disculpa, volveré a mi habitación.-

Damon no se apartó y ella apenas se dio cuenta que pensaba irse sin dejar la comida que supuestamente le había llevado.

- Vamos, que mal puede hacerte quedarte aquí y comer un poco.- Damon quería que se quedara. Por el rabillo del ojo veía la cama y ansiaba tenerla allí, bajo él, retorciéndose de placer y gimiendo de deseo.-

El tono bajo y sensual no pasó desapercibido para Liseth no pudiendo evitar sentirse tentada. Desde el beso que se dieron en la biblioteca había querido más. Mucho más.

Damon supo que ella sentía el mismo desenfreno que él. Su pupilas se habían dilatado y respiraba superficialmente. Podía ver la lucha interna que tenía con ella misma y eso le gustó, al menos, él no era el único que sufría.

- Saciaremos nuestro apetito, te lo prometo y quedarás tan satisfecha que querrás volver a repetir. Estoy más que dispuesto a darte lo que necesites para que tu hambre se aplaque.-

No hablaba de comida. Los dos lo sabían.

Liseth cerró los ojos unos segundos. no podía sucumbir tan pronto. Merecía que lo hiciera desearla hasta la desesperación, merecía que estuviera tan ansioso por poseerla que la mente se le nublara con tan sólo pensar en ella. Merecía......

Dejó que la bandeja se inclinará, le fallaban las fuerzas, y la comida cayó sobre Damon haciéndolo saltar de la impresión.

- ¡Qué demonios!.-

Liseth aprovechó para salir corriendo sin mirar atrás.

- ¡Maldita sea!.-

Damon seguía maldiciendo mientras se desvestía. Afortunadamente la sopa no estaba lo suficientemente caliente como para escaldarle. Tenía demasiado aprecio a esa parte en concreto de su anatomía como para que sufriera un accidente de ese tipo.

Miró a la puerta y sonrió. Parecía que ella no era tan inmune a él a pesar de que le gustaba fingir lo contrario.

Esa mañana al despertar y a pesar de no recordar que había soñado, estaba seguro que la protagonista principal de sus fantasías era su rebelde Liseth.

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