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Capítulo XIII

HOLA A TODOS!!!

YA TENÉIS AQUÍ EL CAPÍTULO, A VER QUE OS PARECE PORQUE ESTA HISTORIA ME ESTÁ GUSTANDO MUCHO MÁS POR LAS REACCIONES QUE CONSIGO ARRANCAROS JIJIJI

LO SÉ, SOY RETORCIDA, PERO ME ENCANTA!!! ;)

OS DESEO UNA FELIZ SEMANA Y QUE CONSTE QUE EL CAPÍTULO ES MÁS LARGO ESTA VEZ!!!!

¡¡¡BESOTES ENORMES!!!!

***

- ¿Podría hablar contigo un momento, Damon?.

Lady Pru observó como su sobrino soltaba la copa para poder erguirse y saludarla antes de ayudarla a acomodarse junto a él. Era sin duda su familiar preferido y al que apreciaba de corazón por encima de sus defectos, porque a pesar que el físico nublaba el juicio de las mujeres cuando lo conocían, Damon tenía defectos, y uno de ellos era que el terreno sentimental, que acompañaba indiscutiblemente a las relaciones, le era totalmente desconocido. Jamás lo había visto emocionado por alguna mujer y se las quitaba de encima como podía, por eso era imperativo que le hiciera ver que, con Liseth, su modo de comportarse debía cambiar drásticamente.

Intentarlo al menos.

Había querido mantener esa conversación durante los últimos días pero tras pensarlo detenidamente, prefirió dejar pasar algún tiempo para que las aguas volvieran a su cauce. Todos en la mansión estaban un poco nerviosos por los recientes sucesos y medían cada una de las palabras para evitar cualquier tipo de situación incómoda. Liseth era la más irritable de todos, aunque ella trataba de disimularlo lo más posible. La encontraba ensimismada a cualquier hora del día y se mantenía ocupada cocinando más de lo que sin duda podrían comer en una semana. La entendía perfectamente, aquella situación no era lo que una muchacha como ella merecía.

Damon, por el contrario, parecía bastante dispuesto a aceptar los hechos. Cada día había salido con Thomas a cabalgar y pasaba bastante tiempo con el niño, tanto, que entre ellos se había comenzado a formar un lazo que con el tiempo se fortalecería. Sin embargo, con Liseth, la situación no avanzaba como debiera, los silencios tensos durante las comidas lo demostraban y aunque él hacía lo posible por amenizar la velada, ella se limitaba a mirarlo de manera hosca.

Suspiró frustrada de no poder hacer más de lo que hacía. Había hablado con Liseth, le había dado su opinión y ahora haría lo mismo con Damon.

Miró en su dirección y se topó con su mirada resuelta. Él sabía que tipo de charla iban a mantener y no pensaba eludirla.

- ¿Y bien?. Supongo que esta conversación no podía esperar más. Me preguntaba cuanto aguantarías hasta acorralarme.- Damon sonrió sin ganas porque a pesar de que había recuperado parte de su buen humor aún se encontraba algo incómodo por el ambiente enrarecido que reinaba en el lugar.

- Directo como siempre.- Le comentó sin malicia.

- Es la mejor manera de tratar los temas importantes, porque no quiero que pienses que para mi éste no lo es.- Se inclinó y volvió a apoderarse de la copa que hizo girar entre sus manos pero de la que no había bebido ni un sólo trago.

- Sé que ha sido una sorpresa para ti, para todos en realidad, porque nadie pensó en que una boda podría interpretarse de tantas maneras diferentes.- Expresó su inquietud, sin tapujos, ya que Damon parecía no tenerlos a la hora de hablar sobre el tema.

- Yo ni siquiera sabía que me había casado, aún no lo creo.- La miró para aclarar ese punto pero aceptando el hecho de que su vida, tal como la conocía, había dado un vuelco inesperado.

- Sí, Liseth me comentó tus dudas sobre ello, me contó toda la historia.- Damon asintió ante la afirmación sin apartar la mirada.- ¿No crees que es posible que fuera real?. Quizá estés equivocado.- Procuraba no censurarlo con sus palabras porque comprendía que él no había podido prever las consecuencias que aquella charada traería consigo.

- Tía, sabes que las amonestaciones no corrieron, es imposible que fuera real, pero estoy dispuesto a demostrar que no pretendí burlarme de ella, que mi único fin había sido....cuidarla.- No podía explicar a su tía que la había deseado y que por ello había querido ser el primero. Que tras ver como aquel hombre trataba de obligarla, se propuso que aquella noche no fuera traumático para ella el tener que vender su cuerpo. Se pasó la mano por el cabello y bebió un largo trago. Su tía lo miró comprensiva sabiendo lo que no podía expresar con palabras.- La envié aquí para que no tuviera que dedicarse a aquello, para ofrecerle otra salida con la que pudiera sentirme más cómoda. Me olvidé de ella, lo reconozco, pero no imaginaba que realmente creyó ......y se quedó embaraza. Una maldita carta, es todo lo que hizo para ponerse en contacto conmigo, una carta.- Camino hasta la ventana y contempló el exterior sin verlo realmente.- Me casaré con ella, cometí un error de juicio y lo repararé, pero en mi defensa tengo que decir que no podía imaginar que una señorita y un cura pudieran estar en aquella maldita fiesta.

Lady Pru torció el gesto al oír la maldición, no le gustaban las palabras malsonantes pero no dijo nada porque sabía que su sobrino tenía que expresar lo que sentía y comprendía demasiado bien el impacto que todo lo sucedido había causado en su vida.

- Liseth es una buena muchacha, es íntegra, cariñosa...- Damon rió por lo bajo al oírla y ella lo miró amonestándolo.- Aunque no lo creas, lo es. Risueña y con una determinación que pocas veces he visto en alguien tan joven. Tiene mucho amor que dar, todos y cada uno de los que la conocen la adoran. Es una excelente madre, tiene paciencia y siente devoción por Thomas, nunca será de las mujeres que se desentienden de sus hijos para dejarlos en manos de nodrizas y tutores para no tener que lidiar con ellos y verlos a la hora de dormir para darles el beso de buenas noches. Siempre procura sacar tiempo para ese angelito, por muchas que sean sus obligaciones. Creo que será una excelente condesa porque aunque aquí no ha querido relacionarse con nadie más, en cuanto lleguemos a Londres tendrá que aceptar las invitaciones que sin duda llegaran en cuanto se sepa la noticia. Tienes que darle una oportunidad, tenéis que daros una oportunidad. Eso es lo único razonable y creo que ella sería la mujer adecuada para ti, independientemente de como os conocisteis.

Damon escuchó el discurso de su tía sin inmutarse. Parecía que la muchacha tenía cientos de virtudes, pero también tenía defectos, como todos. Era testaruda, orgullosa, peleona y por mucho que él había intentado limar asperezas entre los dos, ella no había cedido un ápice.

Esa situación era nueva para él. No estaba acostumbrado a que las mujeres lo miraran con antagonismo, al contrario, siempre se había sorprendido de la facilidad con que ellas parecían aceptarlo. Muchos le habían preguntado por su secreto para seducir y él había reído evitando contestar. ¿La verdad?, no tenía ninguno. Él era así desde que tenía memoria, y con el tiempo el físico potenció aún más su éxito. Su forma de ser extrovertida parecía gustar a todos sin excepción y nunca tuvo que esforzarse en ganarse a nadie. Ninguna mujer le había dado de lado.

Nunca.

Ninguna, hasta que apareció ella.

Desde que tenía catorce años y tuvo su primera experiencia sexual con la institutriz de su primo Cribbs, fue consciente de como las mujeres lo miraban y se había acostumbrado tanto a ello que apenas reparaba en ese detalle. Sus amigos lo acusaban de coquetear con todas, pero lo cierto era que él se comportaba por igual con hombres y mujeres. A veces se sorprendía que durante un baile, le deslizaran una nota entre los dedos, cuando él no había hecho nada para que la dama en cuestión se ofreciera de aquella manera. Si era un conquistador, lo era sin duda alguna de forma inconsciente. No iba a negar que no sabía que las atraía, porque mentiría como un bellaco, pero no se esforzaba en hacerlo. Él era así y no podía cambiar.

Y ahora que necesitaba realmente de todo su encanto para que su futura esposa lo aceptara de buen grado, no sabía que hacer. Se había esforzado en cada ocasión que había tenido pero ella no había dejado de mirarlo con antagonismo con aquellos ojos que lo fascinaban y lo atrapaban en la misma medida.

Realmente todo en ella le tenía intrigado. Se había descubierto observándola más de lo que debería, pero era normal que tratara de descubrir con que clase de persona iba a compartir el resto de su vida. Era bastante atractiva, eso lo había notado desde el día en que llegó, pero su belleza no podía considerarse clásica. No poseía una piel de porcelana, sino que su tono era dorado, tostado por el sol y en más de una ocasión se imaginó acariciándola e imaginándose su respuesta.....pero las imágenes desaparecían cuando ella clavaba sus ojos en él. Censurando, acusando, recriminando.

- ¿Damon?.

Se giró para encarar a su tía y le sonrió para tranquilizarla.

- Sé que es un dechado de virtudes.- Su tía lo miró sin estar segura de si hablaba en serio o no.- ¿Sabes?. Lo curioso es que yo había decidido buscar esposa antes de recibir tu carta.- Se complació al ver que le sorprendía con esa noticia.- Había estado a punto de hacer la propuesta a Rosamarie Wick, y ahora no sé que diré cuando regrese a Londres. Su padre pensará que me he burlado de su hija.- No había pensado en ello hasta ese momento y no le gustó descubrir que eso era muy probable que ocurriera.- El caso es que pensaba hablar con ella y explicarle en que términos nos casaríamos.

- ¿Términos?.- Lady Pru estaba intrigadísima y no se molestaba en ocultarlo.

- No soy un hombre que crea en el amor y no pretendía una unión basada en él. Quería dejar claro que ofrecía mi posición y fortuna a cambio libertad.- Su tía lo miró sin comprender.- Quiero mi vida tal y como la he llevado hasta ahora....- No se sintió bien al confesarle este hecho a su tía por lo que apartó la mirada en espera de su reacción.

- ¿No pensarías decirle eso a la muchacha, verdad?.- Le dijo incrédula.- ¿No pensarás siquiera planteárselo a Liseth, verdad?.

- No pretendo engañar a nadie y creo que lo mejor es explicar lo que se puede esperar de mi. No seré el primer hombre que tiene....distracciones fuera del matrimonio. - Se sintió avergonzado por la mirada recriminatoria de su tía pero pensaba que no tenía porqué mentir.

- Ella no lo aceptará, Damon. Creo que deberías intentar cortejarla, ganarte su afecto y quizá descubras más de lo que esperas de tu esposa. No digo que surja el amor, pero sí el cariño. Yo amé profundamente a mi esposo y él a mi y quisiera lo mismo para vosotros, pero ambos tenéis que poner de vuestra parte e intentarlo. Comprendo que no será fácil, ya estáis unidos por otros lazos. Tenéis a Thomas y por él es necesario un esfuerzo, pero también por vosotros, porque merecéis ser felices...y me gustaría que lo lograrais sin tener que recurrir a terceras personas.

- ¿Y si resulta que no nos soportamos? ¿Qué somos totalmente opuestos?.- Damon entendía el razonamiento pero pensaba que en la situación en la que se encontraban y con todo lo ocurrido sería un verdadero milagro que surgiera algo más que el respeto. Del amor mejor no hablar....y ese sería el mayor milagro de todos, porque si por un casual llegaba a enamorarse por primera vez, lo haría de su esposa.

¿Qué probabilidades tendría de que eso ocurriera?.

- Pero al menos lo habríais intentado. Hazme caso, querido. tendréis que convivir muchos años y es mejor hacerlo en armonía y respeto que incrementando el antagonismo que ahora mismo sentís el uno por el otro.- Espero para ver si con sus palabras conseguía algún resultado y se felicitó interiormente cuando comprobó que su sobrino la miraba pensativo, sopesando cada palabra.- Si con el tiempo comprobáis que es imposible cualquier tipo de acercamiento, siempre podréis replantearos vuestra situación, pero creo firmemente que debes de intentar tratar a tu esposa como se merece, con el mayor respeto posible y eso incluye, sin duda, que limites tus atenciones al sexo femenino y la centres en ella. Después, Dios dirá.

Damon se acercó hasta ella y poniéndola en pie, la abrazó con cariño.

- Te prometo que lo intentaré, pero no puedo asegurarte los resultados.- Le susurró antes de besarla en la mejilla.- Tendré que acostumbrarme a tener a alguien a la que considerar por encima de las demás.

Lady Pru sonrió tenuemente ante el tono jocoso y dramáticamente resignado de Arlington.

- ¿Le serás fiel?.- Lo presionó un poco más esperando no tirar demasiado de la cuerda y que consiguiera justo lo contrario de lo que pretendía.- Eso es primordial, al menos hasta comprobar hasta donde podréis llegar en vuestro intento de arreglar este estropicio.- Le aseguró al ver que el se tensaba ante la sugerencia.- Necesita confianza, querido.

Damon tardó en responder pero no la soltó hasta que tuvo su respuesta.

- No sé si seré capaz. Nunca he mantenido ningún tipo de relación con ninguna mujer, pero te prometo que lo intentaré. Será la única mujer en mi vida a no ser que ella decida lo contrario.- La soltó sintiéndose mucho mejor consigo mismo de lo que había estado en los últimos días.-

Esperaba que lo que acababa de prometer fuera tan sencillo como decirlo. Nunca había tenido que preocuparse en ocultar que una mujer le gustaba y ahora no sabía muy bien como lidiar con la exclusividad que se sentía obligado a dar. Lo haría lo mejor que pudiera. Se esforzaría en hacer lo correcto y lo que tan opuesto estaba de su idea original.

Fiel. Tenía que acostumbrarse a la palabra, aunque en realidad, ser infiel también era algo desconocido para él, ya que para hacer lo uno o lo otro se necesitaba a una persona a la que engañar o respetar.

- Creo que tendré que mantener una conversación con ella. Esperemos que no me saque los ojos nada más acercarme.- Bromeó mientras se despedía con un beso de su tía.

- Damon, otra cosa....- Lady Pru le golpeó el hombro con desenfado.- Procura recordar su nombre a partir de ahora. A nadie nos gusta que nos confundan continuamente.

Damon asintió guiñándole un ojo.

- Por supuesto. Te sentirás orgulloso de mi, ya lo verás.

Cuando estaba a punto de salir por la puerta la escuchó decir en voz suficientemente alta como para que él la escuchara.

- Su nombre es Liseth, querido. No Elisabeth, Elspeth, Lilibeth..... o cualquier otro que se te pueda ocurrir.

Damon se marchó con una carcajada.

Parecía que su buen humor había vuelto a pesar de que su vida había cambiado por completo.

***

Con paso resuelto y con la mente puesta en la conversación mantenida con su tía salió en dirección al invernadero. La señora Copton le había asegurado que ella se encontraba allí.

Ella, no. ¿Liseth?. Sí, ese era el nombre y tenía que procurar no volverlo a olvidar.

Tras tomar la decisión, esperaba que correcta, de como encauzar su vida a partir de ese momento se sentía mucho mejor. Más a gusto con lo que el destino le tenía reservado, aunque al pensar en ella tendía a fruncir el ceño. No sería fácil de llevar y era demasiado voluntariosa pero esperaba que consiguieran un cierto grado de cordialidad que les hiciera la vida un poco más apacible a ambos.

El día era bastante frío y gris. El aire cortaba el aliento pero Damon silbó con ganas mientras giraba para encarar la entrada del invernadero.

Chocó de pronto con alguien y, por instinto sostuvo al cuerpo que se tambaleaba a punto de caerse debido al impacto.

- Lo siento, milord.

Damon estabilizó a una de las muchachas que trabajaban allí, antes de soltarla del todo y le sonrió con despreocupación.

- No tienes que pedir perdón, la culpa ha sido mía por no ver por donde iba.- Sería bueno que se ganara a la muchacha porque si Liseth estaba tan unida a todos los habitantes de la casa, ellos podrían ayudarlo en su cometido, que no era nada más y nada menos, que conseguir que ella le perdonara por su error de apreciación. No sería fácil, lo sabía, pero una pequeña ayuda nunca vendría mal.

Ginny se sonrojó al recibir la disculpas.

- Dime....- Maldijo su poca memoria para los nombres.

- Ginny.- Le aclaró la muchacha.

Damon apoyó un hombro sobre el cristal del invernadero y se cruzó de brazos con indolencia.

- Estaba a punto de decirlo.- Mintió descaradamente con una pícara sonrisa.- ¿Está la condesa dentro?.- Hizo un movimiento de cabeza para indicar el lugar al que se refería. Le resultó extraño llamarla así, pero creía que era lo mejor y no despertar la ira de la fierecilla si se atrevía a llamarla muchacha o de alguna otra manera y como ella se consideraba casada con él, para más señas, que mejor que darle el título que de todas formas pensaba otorgarle en cuanto se casaran.

- Sí, milord.

- ¿Crees que está de humor como para soportar mi presencia?.- Bromeó, pero realmente estaba interesado en el estado en el que ella podía encontrarse en esos momentos.

No pudo escuchar la respuesta porque otra, mucho más seca, le llegó desde unos metros más allá.

- Aunque no lo estuviera, tendría que hacerlo, ¿verdad?. No creo tener otra opción.

Ginny saltó ante el frío tono y se giró rápidamente para mirar a Liseth que mantenía toda su atención puesta en el hombre que se erguía para caminar hasta ella. Aprovechó el momento para escabullirse y dejarlos solos. Parecía que, después de todo, la señora no estaba de buen talante.

Liseth no retrocedió a pesar de que él se había detenido a escaso cincuenta centímetros de ella. Lo miró sin pestañear mordiéndose la lengua. Verlo tan contento y relajado, hablando con Ginny, le había puesto furiosa. No podía acusarlo de coquetear descaradamente pero había estado muy cerca de ello. Su pose calmada y esa sonrisa que hacía que su estómago se contrajera cada vez que la esbozaba, le ponía de los nervios.

Se había ganado a casi todos en muy poco tiempo, claro que era el señor y los Copton lo conocían desde pequeño, pero no había esperado que les cayera bien. No después de lo que le había hecho.

Hasta había logrado que Thomas lo aceptara como si hubiera formado parte de su vida durante largo tiempo y se sentía traicionada. Comprendía que nadie tenía que ponerse de su parte a ciegas y que cada cual podía juzgarlo según se portara con ellos, pero eso no evitaba que se sintiera molesta porque todos, sin excepción, parecían querer darle una oportunidad.

Ella estaba feliz por su hijo, de verdad, pero sentía que los celos la carcomían, aún sabiendo que el cariño entre ellos era lo correcto.

- ¿Puedes dedicarme unos minutos?

La pregunta fue pura retórica porque la sujetó por el codo y la volvió a llevar al interior del invernadero sin darle tiempo a contestar.

A pesar de que su mano no hacía contacto directo con su piel, la pelliza que llevaba puesta para resguardarla el frío lo evitaba, sintió el calor recorrerle la zona que tocaba. Se molestó por la reacción traicionera que su cuerpo tenía y una vez dentro del recinto, se soltó de un tirón.

- Antes de lanzarme una de tus acostumbradas puyas, quiero que me escuches.- Damon la cortó antes de que pudiera protestar por su actitud autoritaria.

Liseth se tragó el comentario hiriente que tenía listo, para no darle la razón.

- No pensaba decir nada que pudiera herir su extrema sensibilidad.- Utilizó su tono más dulce y comedido.

Damon la miró sin creerse una palabra pero dispuesto a dejar el tema de lado.

- Creo que no me he disculpado, al menos, no como debiera y lamento haber tardado tanto.- Se aclaró la garganta buscado las palabras correctas.- Sé que malinterpreté toda la situación, y que no debí dar por hecho lo que para mi era evidente. Te ofrezco mis más sinceras disculpas por todo lo sucedido y te pido que las aceptes, si no por mi, por Tommy.

- Se llama Thomas, no me gustan los diminutivos. Sólo lo llamaría así si él me lo pidiera y como es demasiado pequeño para poder decidir como quiere llamarse, es Thomas para ti y para todos.- Lo retó a contradecirla alzando la barbilla.

Damon se contuvo. ¿Es que esa mujer pensaba hacer una batalla de cada frase que le dirigiera?. Era imposible no estallar teniéndola al lado.

- Está bien, Thomas entonces.- Concedió para darle gusto.- En lo referente al tema que nos ocupa, creo que debemos intentar sobrellevar lo mejor posible nuestra relación a partir de ahora.

- ¿Crees que se me puede olvidar así como así lo sucedido?. ¿Que porqué usted lo decida los últimos años desaparecerá con un simple chasquido de dedos?

Liseth trataba de controlar su temperamento pero no creía que le estuviera dando resultado.

Damon siempre se había considerado alguien paciente y de buen talante. Pocas personas, o ninguna, lo habían visto fuera de sí, pero ella conseguía en muy poco tiempo sacarlo totalmente de sus casillas.

- No pretendo que lo olvide, sólo que haga lo posible por hacer que todos nos encontremos más cómodos en lugar de darle rienda suelta a su genio.

- ¿Pretende que nos llevemos bien por los demás o más bien para tranquilizar su conciencia?. Creo que está acostumbrado a que todos, sin excepción, le perdonen sus faltas pero no puede pretender que me sienta cómoda después de saber lo que piensa sobre mí.

Liseth dio un paso adelante para encararlo y supo que había cometido un error. No era bueno tenerlo tan cerca pero se negó a rectificar su movimiento y se quedó mirándolo con fiereza.

- ¿Cree que ser la única que lo está pasando mal?. ¿Cómo cree que me siento al saber que he sabido de la existencia de mi hijo casi dos años después?. ¿Qué se suponía que tenía una mujer?.

Sus manos volaron para sujetarla por los hombros y tiró de ella hasta que tenerla tan cerca que sus alientos se mezclaron.

- Sé que no es fácil, pero estoy dispuesto a intentar un acercamiento entre nosotros. Si ponemos de nuestra parte, quizá no sea un total desastre nuestro matrimonio, pero para eso, necesito que tu cooperes también y con su actitud es prácticamente imposible llegar a buen puerto.- Dijo exasperado por completo, tuteandola y olvidando los formalismos.

Liseth entrecerró los ojos tratando de descubrir donde estaba la trampa. Comprendía lo que quería decir pero sabía, sentía, que ella no era capaz de hacer mansamente lo que le pedía. Estaba tan rabiosa con él que no sabía como podía ni siquiera estar en el mismo lugar y soportarlo.

- Le recuerdo que para usted no soy su esposa.- Dijo ella entre dientes.

- Pero tu crees que sí, y en todo caso lo serás, no te quepa duda de ello. Lo único que te pido es que ambos tratemos de ser ...educados con el otro para conseguir que funcione.- Aminoró la presión de sus dedos sobre su piel y le acarició la zona. No quería haberla tratado rudamente aunque ella parecía no percibir sus caricias.

Ese hombre desde luego sabía escoger las palabras para conseguir que su genio se avivara.

¿Educados?. Pretendía que su matrimonio discurriera de manera ¿educada?.

Casi se hecha a reír pero se contuvo porque le esta ofreciendo lo que otros caballeros propondrían a la dama elegida sin que mediara ningún tipo de sentimientos.

- Eso suponiendo que yo aceptara en ser su esposa.- Se alegró de ver como el parpadeaba ante su comentario.

- ¿Porqué no habrías de hacerlo?. - La soltó del todo pero no se alejó.- ¿Porqué me aceptaste en Reading?.

Liseth no se había esperado esa pregunta pero no estaba dispuesta a admitir ante él que la atracción que ejercía sobre ella había inclinado lo suficiente la balanza como para echar al vuelo toda precaución o duda.

- Ya le expliqué porqué, en aquel momento no tenía donde ir y me pareció que aceptar una propuesta matrimonial era una tabla de salvación en mis circunstancias.- Admitió a regañadientes sabiendo lo que el pensaría de ella.

Interés. Ambición.

Se encogió de hombros mentalmente. Cualquier cosa antes de admitir la verdad. Que se había enamorado de él apenas conocerlo y que aún ejercía cierta fascinación sobre ella a pesar de todo. Eso era lo que más le enrabietaba y lo que no la dejaba ver aquello desde la perspectiva adecuada.

Damon la miró atentamente sin saber porqué se sentía decepcionado con la respuesta. A ningún hombre le gustaba saber que sus encantos no habían influido en la decisión de una dama para aceptarlo. Y él le molestaba mucho más que al resto.

- Entonces, no comprendo que ha cambiado.- Dijo queriendo zanjar el asunto de una vez por todas. Ella tendría que aceptarlo.- Sigues sin tener otro lugar al que ir y yo te ofrezco todas las ventajas que mi título, mi posición y mi fortuna pueden ofrecerte. Sabes más de mi, ahora, que en aquel momento, y además ninguno de los dos tenemos otra opción. Está Thomas, y ni tu, ni yo queremos que, a pesar de que lo reconozca, se le señale el resto de su vida como el bastardo que sería si no me aceptas.

Liseth sabía que tenía razón y suspiró resignada. Con paso lento se acercó hasta un banco situado bajo una planta de grandes hojas.

- Le aseguro que no tendrá que casarse conmigo, de nuevo, pero que llegado el caso, le aceptaría, por Thomas.- Fijó la vista en algún lugar indeterminado.- Cuando se refiere a convivencia educada, ¿qué es lo que insinúa en concreto?.- Lo mejor era tener aquella conversación de una vez y pasar al siguiente punto, fuera cual fuera.- ¿Que tan real pretende que sea nuestro matrimonio?.

Damon se sorprendió del cambio de actitud y su optimismo floreció de nuevo.

- Quiero todo lo que engloba la palabra matrimonio.- Dejó que el significado calara en ella y hasta sonrió cuando lo miró con los ojos abiertos.- Tanto de cara a la sociedad como tras la puerta de nuestra habitación.- Esperó que estallara en ese momento pero volvió a admirar la contención de la que ella hacía gala.- Yo por mi parte trataré de ser un buen marido.- Ella resopló y él la miró advirtiéndole que lo dejara acabar.- Sé que tal vez me cueste algo adaptarme a las circunstancias pero tengo confianza en que todo marche como debe esperarse.- Rezaba para que así fuera pero contuvo ese pensamiento en particular y se negó a expresarlo en voz alta.- Tengo confianza en que nos llevaremos bien.- ¿En serio había dicho eso?

- Le seré totalmente sincera. No confío en usted ni en su buena disposición.- Se puso en pie para evitar su mirada azul clavada en ella y se paseó sin dejar de hablar.- No es que no le crea cuando dice que pondrá todo de su parte para conseguir lo que se propone, sino que pienso que no es la clase de hombre que es capaz de hacerlo.

Damon se sintió insultado. Nadie le había acusado nunca de no hacer honor a su palabra y ella le condenaba antes de poder probar que podía hacerlo. Redobló sus ansias de demostrarle a esa mujer que él podía ser el marido perfecto.

- En lo referente a la intimidad que se espera que surja entre nosotros....no creo que pueda hacerlo hasta no confiar en usted.- Se giró para quedar cara a cara con él y ver su reacción. Parecía desconcertado y a punto estuvo de reír en su cara.- Sé que lo entenderá. Quiero tiempo para adaptarme, es lo único que pido.

Damon nunca pensó que ella se negaría a algo así. Un matrimonio era algo más que verse las caras y compartir.....¡Demonios! Un matrimonio implicaba sexo y si a él se le privaba de eso, y tampoco podía buscarlo fuera...La miró y supo que ella sabía lo que estaba pensando por la sonrisa de suficiencia que se dibujaba en su cara.

Esa condenada mujer quería que admitiera que no era capaz de aceptar la única condición que le imponía. Antes moriría en agonía extrema que hacerle ver que él no tenía la suficiente entereza para esperar a que ella le diera acceso a su cama. ¿Cuánto le llevaría conquistarla?. Sin duda algo más que a las otras porque ella estaba predispuesta contra él, pero confiaba en su encanto lo suficiente como para preocuparse por ese detalle tan nimio. Estaba seguro que terminaría convenciéndola mucho antes de lo que ella se imaginaba. Se sorprendió de las ganas con las que aceptaba el reto que le había lanzado sin ella saberlo.

- De acuerdo.- Aceptó con una sonrisa lobuna que hizo fruncir el ceño a Liseth.- Te daré tiempo para que te acostumbres a mi. Y ahora que parece que hemos llegado a un acuerdo....- Le ofreció el brazo para abandonar el invernadero y regresar a a la casa. Si le daba la oportunidad la seduciría,después de todo era un afamado libertino.

Liseth le dirigió una sonrisa tensa. Estaba segura que él se guardaba un as bajo la manga pero ella sabía que no se lo iba a poner fácil. Si esperaba que cayera a las primeras de cambio bajo su embrujo estaba muy equivocado. Tendría que arrastrarse y suplicar antes de que ella cediera a sus pretensiones.

Con un plan formándose en su mente dejó que la guiara.

El muy ingenuo no sabía lo que le esperaba.....o al menos, trataría de someterlo antes de que ella se rindiera.

No en vano uno de sus rasgos personales más destacados, era el empeño desmedido que ponía en cada una de sus proyectos. Y ese era un proyecto del que pensaba salir victoriosa.

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