Capítulo V
SIENTO SUBIR TAN TARDE PERO WATTPAD NO ME DEJABA HACERLO Y TAMPOCO CONTESTAR COMENTARIOS!!
ESPERO QUE DISFRUTÉIS DEL CAPÍTULO, BESOS!!!
***
El cielo parecía no cansarse de escupir agua. El viento se había propuesto intentar volcar el carruaje y la noche se acercaba cada vez más.
Damon Ibree no tenía uno de sus mejores días y no estaba acostumbrado a sentirse de esa manera, estaba de un humor irascible que rayaba en lo inaguantable. Sabía de antemano que el viaje sería pésimo pero nada lo había preparado para eso.
Llevaban una semana de viaje y no había recorrido ni la mitad del camino a este paso no solo rezaba para llegar y encontrar a tía Pru con vida, sino que lo hacían para que el carruaje no tuviera un accidente y fuera él al que fueran a visitar al cementerio.
Debían de parar en la siguiente posada y esperaba que tuvieran habitaciones porque sino tendrían que pasar la noche en el carruaje ya que sería demasiado tarde para llegar hasta la siguiente.
El bueno de Pick debía de tener congelado hasta el tuétano y se sentía realmente mal por él, pero no podía dejar de acudir a Gloucester. Su conciencia no lo dejaba dormir tranquilo desde que había leído aquella carta.
El carruaje aminoro el paso y Damon se asomó por la ventana.
La posada " El Buho" se encontraba iluminada por faroles y parecía bastante acogedora, aunque hasta una cueva, en esos momentos se lo parecería. Cualquier sitio donde poder estar caliente, comer y descansar sería bienvenido.
Entró sacudiéndose el sombrero y maldiciendo entre dientes.
- Buenas noches, milord. Mi nombre es Eddy, bienvenido a "El buho".-
- No me diga que no tiene habitaciones libres porque eso sería matarme.- Refunfuñó Damon quitándose la capa y dejándola sobre una silla.-
A Eddy le refulgieron los ojos de avaricia. Si tan desesperado estaba por tener habitación, él se la proporcionaría, pero con un claro incremento, por supuesto.
- Verá, milord, acabo de alquilar la última a un caballero que está ahora mismo esperando a que le sirvan algo de comer en aquella mesa-
Eddy señaló hacia un lugar incierto del salón repleto de mesas, la mayoría ocupadas por otros viajeros que habían decidido resguardarse del mal tiempo.
- ¿No podría llegar a un acuerdo con él, o decirle que ha cometido un error y que la habtiación ya estaba ocupada?.- Damon sabía que todo aquello era una treta para sacarle más dinero pero no le importo.- Le recompensaré.-
Eddy pareció pensar la propuesta y después asintió con firmeza.
- Me fío más de usted, milord, que de él.- Le sonrió con confianza.- Ahora mismo le acompañaré hasta su habitación.-
- Que me suban algo de cenar y vino, y que le lleven algo a mi cochero.- Añadió.- Espero que los caballos reciban el trato que merecen.-
- Por supuesto, milord, todo se hará a su entera satisfacción.-
Se alejó camino de la cocina para buscar a Rosie y que ésta se encargara de subirle la comida al nuevo huésped.
La habitación no estaba nada mal, limpia al menos, y eso era mucho pedir.
No había más que una cama que crujió en cuanto se sentó en ella, una silla, una mesa y una pequeña consola donde se encontraba una palangana y un espejo.
Torció el gesto con cansancio. Para dormir no necesitaba nada más, además estaba seguro de caer rendido en cuanto comiera algo. Estaba agotado.
Lo bueno de ese viaje es que tenía muchas horas para pensar y al final había reconocido que su mejor apuesta era Rosamarie Wick. En cuanto volviera a Londres hablaría con la muchacha y con su padre y formalizarían el compromiso.
Problema resuelto.
Llamaron a la puerta y sin esperar respuesta entraron.
- Le traigo su cena, milord.-
Una muchacha bastante bonita sostenía una bandeja enorme sobre sus manos mientras lo miraba embobada.
- Gracias, puede dejarla ahí,- Señaló la mesa y dudó en que se mantuviera en pie en cuanto tuviera que soportar el peso que la muchacha estaba poniéndole encima, pero milagrosamente lo hizo.-
Rosie se volvió en cuanto se vio libre de su carga y se recolocó la blusa escotada.
- ¿Quiere que le suban agua para darse un baño?.- Se relamió los labios imaginándolo desnudo.- Si quiere puedo ayudarlo a frotarse la espalda.-
Damon sonrió ante el descaro de la muchacha. La miró de arriba a abajo y le gustó lo que vio.
- Está bien pero dame algo de tiempo para comer. Tengo que recuperar fuerzas.- Le dijo guiñando un ojo.-
- No se preocupe volveré en cuanto usted haya acabado con la comida. Espero que deje sitio para el postre.-
Damon rió mientras la muchacha se marchaba moviendo las caderas haciéndose notar.
***
No había pegado ojo en toda la noche, primero entretenido con esa muchacha Totsie, o como se llamara, y después con el insomnio que le acompañaba desde que salió de Londres.
Se abrigó bien con la capa y salió a la fría mañana, al menos había dejado de llover. Pick lo esperaba junto al carruaje.
Un perro pasó como un rayo frente a él y a punto estuvo de dejarlo caer.
- Maldito chucho...- Se quejó mientras recuperaba el equilibrio.-
Oyó pasos a la carrera que se acercaban y giró la cabeza intrigado. Un niño algo delgado corría como un poseso y resollaba con fuerza.
-¡Perro!.- Gritó con el poco aliento que le quedaba.-
- Creo que se ha escapado por allí.- Le indicó Damon con la cabeza en dirección a la parte trasera de la posada.-
- Gracias, milord. Si no lo dejo atado, Eddie me sacará la piel a tiras.- Le dijo mientras pasaba por su lado sin dejar de correr.-
Damon negó con la cabeza, pensando que Eddy sería muy capaz de poner esas tiras de piel como cena para sus próximos huéspedes.
Se acomodó en el carruaje esperando que ese día pudieran avanzar algo más rápido.
***
- ¿Está segura de tratarlo usted con Campbell, Liseth?.- Aaron la miró de reojo sin terminar de apartar la vista de la calle por la que transitaban.-
- Yo soy la que contrató la entrega de los sacos de harina, y seré yo la que solucione este problema.- Liseth era bastante obstinada y no daba su brazo a torcer a las primeras de cambio.-
- Lo sé, pero ese hombre tiene un genio que....-
- ¿Y piensas que le tengo miedo, es eso?.- Le acuso clavándole un dedo en el brazo.-
Aaron negó con la cabeza. Él no pensaba que Liseth le tenía miedo a Campbell ni a nadie y ese era el problema.
- Para aquí, llegaré antes andando y en cuanto llegues baja la harina del carro. Se la dejaremos en su puerta.-
No esperó que la ayudara a bajar y lo hizo de un salto. El muchacho la vio andar con esos pasos cortos y enérgicos que la caracterizaban cuando estaba realmente enojada. Internamente se compadeció del pobre tendero, no le gustaría estar en su pellejo en el momento en que ella se enfrentara con él.
Liseth por fin tenía la excusa perfecta para sacar todo el enojo que tenía desde que se había enterado que Damon venía. No podía pagarlo con nadie de la casa, no sería justo, pero sí que lo haría con Campbell. Desde que el hombre había heredado el negocio de su padre, pensaba que por ser mujer podía engañarla impunemente. Le surtía de harina, legumbres, arroz, vino, aceite y un sin fin de cosas más, pero de vez en cuando le enviaba productos en mal estado y ella se había callado pensando que no lo hacía a propósito. Esta vez no lo haría. Toda la harina, diez sacos, estaba llena de gusanos y no permitiría bajo ningún concepto que la ninguneara por ser mujer. Ella pagaba como todo el mundo y merecía el mismo respeto.
Entró en la tienda como un huracán y se colocó las manos en las caderas al ver a Campbell de espaldas a ella.
- Buenos días.- Dijo con un tono muy poco amistoso.-
El hombre se volvió y le sonrió enseñando una dentadura amarillenta que a punto estuvo de hacer vomitar a Liseth.
- Buenos días....-
- Aaron le dejará en su puerta los diez sacos de harina que me envió. Quiero mi harina limpia de gusanos.- Al ver que le iba a replicar se acercó hasta encararse con él.- Y no me vaya a decir que salió de aquí en perfectas condiciones porque no me lo trago. Usted y yo sabemos que no es verdad, así que ya puede ir colocando los sacos nuevos para que nos lo podamos llevar.-
Estaba deseando que le contestara para así sacar el mal genio que tenía en esos momentos. Hacía días que apenas dormía aunque se tomaba todo tipo de infusiones. Despertaba en plena noche y era incapaz de conciliar el sueño de nuevo y todo por culpa de ese engendro marino con tentáculos. Hacía más de cinco días que debía de haber llegado, pero no, el egocéntrico de Damon tenía que hacer esperar a su tía. Era un maldito egoísta que solo pensaba en su propio bienestar y en cuanto le pusiera la vista encima....
- ......no es culpa mía.-
Liseht no había escuchado nada porque de nuevo se había dejado llevar por su vena mercenaria. El solo pensar en ese hombre conseguía sacarla de sus casillas.
- ¿Qué?. ¡Claro que es su culpa!. Su harina, su mercancía, su responsabilidad.- Le amonestaba con un dedo frente a la nariz y el hombre vizqueaba al seguirlo.-
Liseth sabía que ponía nerviosas a las personas cuando la miraban a los ojos por eso, para no incomodarlas, casi nunca lo hacía. Tenía una mirada un tanto peculiar, un ojo azul intenso y otro verde esmeralda, pero en esa ocasión no le importó utilizar esa mirada en su propio beneficio.
- ¿Como sé yo que esos son mis sacos y no me ha traído algunos que ya tenía estropeados?.-
Campbell se apartó unos pasos y Liseth se lo agradeció porque su olor no le gustaba demasiado.
- ¿Está insinuando que intento engañarlo, que miento?.- Lo miró atónita sin podérselo creer.-
Se estiró lo más que puedo y alzó la barbilla.
- Bien, si es así como piensa, no hace falta que hablemos más. A partir de ahora no suministrará de víveres a Lady Pru. El señor Maxwell estará muy contento de tenernos por clientes.-
Dio dos pasos decididos y contó en espera de su reacción.
- ¡Espere!.- Campbell la sostuvo por el brazo pero la soltó al momento al ver que había dejado una mancha en la manga de su vestido.-
Liseth volteó los ojos pero se volvió con una sonrisa inocente en los labios.
- ¿Sí?.-
- No tiene porqué ir a hablar con Maxwell, yo le cambiaré la harina, nunca dije que no lo iba a hacer, ¿sabe?, sólo estábamos cambiando impresiones sobre lo que podía haber sucedido.- Se excusaba alejándose hacia almacén.-
Liseth batió unas silenciosas palmas mientras daba saltitos de alegría.
Por fin una buena noticia. Siempre era un placer salirse con la suya.
***
Llegaron bien entrada la noche pero Damon se había negado a hacer otra parada y así llegar por la mañana. Deseaba hacerlo de una buena vez.
Llamó a la puerta y un adormilado Copton le abrió.
- Señor, no lo esperábamos a estas horas....- Se calló que llevaban más de una semana haciéndolo.-
- Lo sé Copton, lo sé, pero estaba deseando llegar. ¿Cómo se encuentra tía Pru?.- Preguntó temiendo la respuesta.-
El hombre lo miró durante un segundo eterno y Damon se pensó lo peor.
- Como siempre, milord, aunque últimamente está guardando cama.....-
Damon respiró tranquilo, al menos estaba viva y parecía que había mejorado porque sino Copton le habría contado algo. Miró hacía arriba y pensó que era demasiado tarde para verla.
- Me alegra oírlo.- Estaba tan aliviado que sintió como su peso corporal se aligeraba bastante.- Estoy contento de estar de vuelta, Copton. No hace falta que me acompañe, conozco el camino a mi habitación de sobra.-
- Milord.- Lo llamó cuando ya Arlington se encontraba en mitad de la escalera.- Su habitación no está disponible, Thomas dejó caer un candelabro encendido mientras la arreglaban y salió ardiendo.- Dijo algo compungido.-
- Está bien, ¿Haya alguna más preparada?.- Damon siguió subiendo mientras esperaba a la respuesta.-
- Sí, milord, todas las del ala izquierda, Liseth.....- Copton cayó al verlo desaparecer. Bien, ya encontraría él solito una donde pasar la noche. Se dijo encogiéndose de hombros y ayudando a Pick a entrar los baúles con el equipaje del conde.-
Todo estaba demasiado oscuro pero él conocía esa casa como la palma de su mano y le bastaba con la luz que entraba por las ventanas del final del pasillo. La distribución de los muebles no se había cambiado desde que el pasaba allí sus veranos. Recordaba esa época con cariño y deseó que ya fuera de día para poder encontrarse con la mujer que le había proporcionado tantos recuerdos felices. Su tía.
Abrió la puerta que estaba justo al lado de la que era su habitación. La ventana estaba casi oculta por las cortinas pero la luz de luna se filtraba por un rendija y le permitía ver lo mínimo para poder desvestirse y meterse en la enorme cama que presidía la estancia.
A tientas apartó la colcha y se deslizó entre las sábanas limpias y perfumadas. Le gustaba ese olor, a flores silvestres, no sabía bien a que, pero era algo fresco y picante a la vez.
Cerró los ojos y se quedó dormido.
***
Alguien tocaba su cuerpo con manos expertas. Le calentaban la piel de los muslos y Liseth se movió para facilitarle el acceso bajo su camisón.
Una boca le recorrió el cuello con besos húmedos y apasionados. Decía algo pero era incapaz de entenderlo. El sueño era muy parecido al de otras veces y ella se abandonó a él. En un momento el camisón desapareció de su cuerpo dejándola expuesta casi por completo a la exploración de la que estaba siendo objeto.
Gimió cuando una lengua lamió un pezón hasta hacer que se pusiera duro como una piedra. Quería que no parara y sostuvo la cabeza contra ella enredando sus dedos en el pelo suave del hombre.
Él pareció agradecer el gesto porque rió de manera sensual y volvió a prestar atención a su pecho pero esta vez lo abarcó con toda su boca y succionó hasta hacerla gritar de placer.
Cada vez sus sueños eran más vividos. Otras veces se despertaba jadeante pero nunca la habían hecho sentir cosas tan reales como......
Trató de cerrar las piernas cuando unos dedos demasiados curiosos se introdujeron por su ropa interior y abarcaron con la mano su entrepierna. Se sentía tan bien, que se relajó y lo dejó hacer.
Las sensaciones se iban acumulando. Algo no iba bien. Trató de salir del sueño donde se encontraba y con gran pavor se dio cuenta que no estaba dormida, que realmente había un hombre en su cama y que se estaba dejando manosear por alguien que no conocía.
Comenzó a luchar de forma desesperada cuando el mordió con delicadeza su otro seno.
Manoteó buscando algo con lo que golpearlo y su mano rozó la bandeja de plata en la que subía cada noche la tisana para tratar de dormir y sin pensárselo dos veces le golpeó con ella en la cabeza. Saltó de la cama y salió disparada hacia la puerta sin mirar atrás.
Damon se llevó una mano a la cabeza sorprendido.
¿Qué demonios había pasado?.
Una de las muchachas del servicio había decidido hacerle una visita y el había despertado enredado como si fuera una serpiente y ella su rama preferida y cuando mejor se estaba poniendo todo aquel asunto le había dado un golpe que le había hecho ver las estrellas y se había largado corriendo.
Tenía un dolor de cabeza terrible y algo caliente le caía por la frente.
¿Quién entendía a las mujeres?.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro