Capítulo II
¿Cuantas horas habían transcurrido desde que decidió irse a dormir?.
Miró hacia la ventana para volver a comprobar que la luna seguía brillando, dueña y señora de la noche, y maldijo una vez más al ver que el sueño parecía haberse cogido la noche libre y dejarlo abandonado por completo a su suerte. Estaba lo suficientemente inquieto como para no poder pegar ojo y eso no era habitual en él. Por regla general no había tocado con la cabeza la almohada cuando ya dormía plácidamente sin que hubiera poder humano que lo despertará hasta la mañana siguiente, pero por alguna razón esa noche era distinta.
Se incorporó y echó los pies al suelo sin decidirse a levantarse. Inclinó el cuerpo para apoyar los codos en las rodillas abiertas y se sujetó la cabeza entre las manos. Era la primera vez en su vida que sufría insomnio y era desesperante. Gruñó de mal humor y el sonido pareció hacerse eterno en aquel silencio. Nada se escuchaba en la mansión. Agudizó el oído y el silencio se prolongó aún más haciéndole sentir la soledad por primera vez en su vida.
Nadie dormía en aquella parte de la casa y las habitaciones de los criados estaban en otra ala, bastante alejada de sus aposentos, por lo que era imposible que escuchara algo por mucho que lo intentara. Miró hacia la puerta que conectaba su dormitorio con el del que sería de su esposa, si la tuviera, y de pronto pensó en lo que podría haber ocurrido si esa noche el marido de su amante lo hubiera pillado en aquella cama.
Lo más seguro es que hubieran llegado a las manos, pero el individuo tenía más años que Matusalén, y no habría sido problema demasiado difícil de resolver. También era muy probable que lo hubiera retado a duelo, a pesar de que estaban prohibidos, pero el honor era algo sagrado para un hombre y quizá se sintiera tentado a salvarlo aunque la mujer no mereciera que se jugaran la vida por ella. Tampoco esa posibilidad hubiera sido un gran inconveniente, se consideraba un buen tirador.
Quizá, el hombre al entrar en la habitación llevara un arma y podía haberle disparado dejándolo herido o matándolo sin mediar palabra. Podía haber dejado de existir de un momento a otro. Un instante respiraba y al siguiente nada. Muerto.
La idea arraigó con fuerza en su cerebro y se negó a irse por mucho que lo intentaba.
Muerto, ¿quién lo echaría de menos, quien lo lloraría?. Sus amigos, sin duda, pero no dejaría a nadie de su propia sangre que lo recordara en los años venideros. Nadie que lamentara su perdida. Una esposa e hijos que lo recordaran con afecto.
Realmente el tema de la esposa no era importante, podía pasar sin que ninguna se lamentara por haberlo perdido, pero los hijos era otro asunto, algo de lo que un hombre se sentía orgulloso de haber traido al mundo, en la mayoría de los casos claro.
Se levantó y comenzó a pasear desde la cama hasta el gran ventanal y de vuelta hasta la cama, una y otra vez tratando de poner sus ideas en orden.
Hijos. Carne de su carne y sangre de su sangre. Esos sí que serían su legado, su forma de decir al mundo que él había vivido, que había existido alguna vez y que sería recordado mucho tiempo después de que abandonara la vida para abrazar lo que quiera que le esperara después de la muerte.
El tiempo no pasaba en vano y ya no era un jovencito. Era un hombre maduro que estaba estaba bien entrado en la treintena y tenía que asumir que aunque se encontrara bien con su estilo actual de vida, tenía responsabilidades que asumir. El título necesitaba un heredero y él era el que tenía que proporcionarlo.
Ahora que lo pensaba, no quería ser un abuelo para sus hijos, ser demasiado mayor para disfrutar de ellos cuando al fin se animara a tenerlos. Pensó en Nick, que tenía su misma edad, y en la forma que tenía de mirar a Violet y Andrew, sus mellizos, y eso lo hizo decidirse.
Si ahora muriera, Dios no lo quisiera, dentro de unos años cuando todos sus conocidos estuvieran con el creador, sería como si él nunca hubiera estado vivo, olvidado para las generaciones futuras. Se estremeció de solo pensarlo.
Nunca había pensado en ello hasta ese momento y no supo porque lo estaba haciendo en ese instante pero estaba seguro de que eso es lo que ocurriría si no le ponía remedio lo antes posible.
Fijó la mirada en aquella puerta mientras sopesaba la posibilidad de que le había llegado la hora de buscar esposa y tener hijos. Si existiera la posibilidad de tenerlos sin que tuviera que pasar por la iglesia lo haría, pero nunca expondría a un hijo suyo al escarnio social por haber nacido fuera del matrimonio. No sería el primer bastardo que fuera reconocido por un noble pero la sociedad no perdonaba fácilmente ese tipo de cosas, aunque la criatura no tuviera culpa alguna de los pecados de los padres. Definitivamente esa no era una opción válida a considerar.
Sí, tenía que buscar a una mujer adecuada para él,y se pondría manos a ello inmediatamente.
Después de todos, mujeres abundaban. No tenía que ser tan difícil.
***
La música salía a través de las puertas abiertas mientras Damon fumaba en la terraza pensativo.
Diez días, con sus diez noches, habían transcurrido desde que tomara aquella decisión y no había avanzado más que cuando comenzó. Nunca podía haber imaginado que buscar esposa fuera algo tan complicado.
Expulsó el humo con impaciencia y le dio otra calada al puro como si ello lo ayudara a pensar.
Había acudido a cada maldito baile con la esperanza de que una de todas aquellas palomitas le llamara la atención y se le revelara como la persona idónea pero, para su desgracia, eso no había ocurrido y cada día aumentaba las dudas de poderla encontrar en un futuro cercano.
Naturalmente ellas no eran el problema, sino él. No quería una esposa como tampoco deseaba dormir bajo un puente y ahí radicaba el dilema.
Desechaba a las morenas porque prefería a las rubias, pero cuando se fijaba en éstas las veía demasiado pálidas para su gusto y volvía la atención a las castañas, a las que invariablemente les encontraba alguna que otra falta. Las pelirrojas le resultaban demasiado fogosas para lo que él consideraba que tenía que ser su esposa, aunque claro, no quería que su mujer fuera un tempano de hielo por lo que volvía a centrar su interés en las rubias que eran las que le gustaban, a pesar de no tener más preferencias por ellas que por ninguna otra.
Apagó el puro en la balaustrada con irritación.
- ¿Demasiado calor?.-
Damon se volvió para encontrarse con Starling que se acercaba sonriente. ¿Cómo era posible que Nick hubiera encontrado a su esposa en una sola noche y ser completamente feliz?. A él ya le parecería un milagro poder encontrar una mujer que se ajustara a sus necesidades y lo de ser feliz, no le preocupaba demasiado porque lo era con la clase de vida que llevaba.
- Siempre hace calor en este tipo de eventos.- Señaló con la mirada al salón de baile donde el sonido de la música y la charla animada rivalizaban.-
- Debes de saberlo bien porque últimamente se te ha visto mucho por ellos.- Lo miró de reojo sonriendo pícaramente.- Si no te conociera daría crédito a los rumores que corren.-
Damon apoyó la cadera en la balaustrada y se cruzó de brazos.
- Y se pueden saber que dicen.- Preguntó burlón.-
- Que buscas esposa.- Nick lo comentó sin creerlo pero algo en el rostro de su amigo le hizo mirarlo incrédulo.- Por todos los demonios, es verdad.- Soltó una carcajada y tuvo que apoyarse en una columna para no doblarse de risa. - Me parecía bastante extraño que acudieras a estos bailes, nunca te gustaron, pero nunca creí que ese fuera el motivo.- Se acercó un poco más a él hasta que estuvieron lo bastante próximos como para susurrarle.- ¿Quién es ella?.-
Damon se removió ante la sencilla pregunta.
- No hay un quién.- Dijo simplemente.-
Nick lo miró alzando una ceja.
- ¡Oh! -
Se quedaron en silencio hasta que Damon se decidió a sincerarse.
- ¿Cómo supiste que Meredith era la persona adecuada?.-
Nick lo miró largamente antes de contestar.
- Tu estabas allí conmigo. Simplemente no lo supe y las circunstancias hicieron que nos casáramos. Supongo que me atrajo lo suficiente como para acceder a hacerlo en apenas dos semanas....-
- Replantearé mi pregunta. ¿Cómo supiste que estabas enamorado?.-
- Vamos, Damon, del mismo modo que lo haces tu cuando ocurre. No es algo que tenga que explicarte. Se siente diferente a todo lo que hayas sentido alguna vez por otra mujer y entonces lo sabes. No hay nada más.- Nick nunca había visto a Arlington preocuparse por ese tipo de temas.-
Damon negó con la cabeza mientras encendía otro puro.
- Nunca he estado enamorado....- Lo había repetido en constantes ocasiones pero parecía que no le habían creido, claro que nunca lo había dicho con tanta formalidad como en ese momento.-
- Siempre dices eso, pero no creo que .....- Cuando Nick vio la seriedad en los ojos del otro hombre, calló.- Vaya, pensé que lo decías por decir, todo el mundo ha tenido uno o varios amores y me parece increíble que tu afirmes seriamente no haberlo tenido nunca. Has tenido incontables amantes, con alguna, sin duda, habrás sentido algo más que el placer del momento.-
Damon volvió a negar.
- No creo poder reconocer el amor aunque llamara a mi puerta y se anunciara con pompa y boato. Mientras escucho a otros hablar de él, para mi es un sentimiento desconocido. He tenido apego por alguna dama pero nada comparable en lo que percibo en ti cuando miras a Meredith o lo que siente Gabe por Marion. Si a estas alturas de mi vida no lo he sentido no creo poder hacerlo. El amor no es para mi y no es que me importe demasiado.- Se encogió levemente de hombros.- No puedo echar de menos a algo que no he experimentado nunca por lo que solo tengo que basarme en lo que lo hacen la mayoría de los nobles para buscar esposa.- Su tono no demostraba la menor duda de creer firmemente lo que estaba diciendo.-
Damon creyó ver algo de lástima en la mirada de Nick pero podría haber sido alguna otra cosa porque él no consideraba que aquello era algo por lo que debieran compadecerle.
- ¿Y como piensas encontrar a la adecuada?. Supongo que preferirás a alguien atractiva. Te gustan las mujeres.- Nick estaba más que interesado en aquella conversación.-
- Ahí está el quid de la cuestión, que no sé lo que quiero. Como bien dices, me gustan las mujeres atractivas pero he conocido a muchas que no dudan en engañar a sus maridos cuando les surge la oportunidad.-
- Es duro encontrarse en el otro lado. Ser el engañado, ¿verdad?.-
Nick no pudo dejar pasar la oportunidad de hacerle ver a Damon que eso exactamente es lo que sentían los esposos de las mujeres con las que se acostaba.
- A nadie le gusta encontrarse en esa situación lo que me lleva a pensar que tendría que elegir a alguien carente de atractivo pero no creo poder hacerlo. No me imagino pasando la vida al lado de una persona que no me atrae lo más mínimo. Además quiero que mis hijos sean ....-
-¿Hijos?¿Aún no has encontrado a la madre y ya piensas en hijos?.- Cada minuto que pasaba, Nick, se sentía más fascinado por lo que oía.-
- Bueno, se supone que los tendré en algún momento y volviendo a lo que hablábamos, pretendo que sean lo más atractivos posibles.- Se justificó.-
- Y claro, con tu atractivo no tendrías suficiente.- Aclaró para estar seguro.-
- Es como cuando vas a cruzar un semental con una yegua, buscas la mejor.-
Los dos rieron ante la comparación pero Nick no puedo dejar de verle la lógica a todo aquel asunto.
- Y después tengo serias dudas en lo referente al carácter que tendría que tener.- Agregó Damon-
- El carácter...-
Damos prosiguió como si no lo hubieran interrumpido.
- No me gustaría que fuera alguien como Marion o Meredith.- Nick se puso serio al momento y Damon se apresuró a aclararlo.- No es que tenga algo en contra de ellas, pero tienen demasiado genio. Para ti y Gabe, está bien, las adoráis pero no quiero estar pensando en que estará haciendo cuando yo no esté con ella y en que lío se meterá en cuanto la pierda de vista, por lo que debería de escoger a alguien a la que pudiera manejar a mi antojo y no interfiriera demasiado en mis asuntos. Me gusta la vida que llevo y no quiero que una esposa cambie demasiado eso, pero pienso que no soportaría a una persona sin un ápice de personalidad.- Dijo frustrado.-
- Muy lógico, alguien que sea un sombra o algo así.-
Damon lo miró para ver si se estaba riendo de él pero Nick estaba mortalmente serio y prestándole toda su atención.
- Y por último dudo entre elegir a una viuda o una de las jovencitas que abundan en nuestra sociedad. Sé que Lord Carlisle estaría más que interesado en que eligiera a su sobrina, Emily, y también Lord Wick me ha insinuado que no le parecería mal que su hija, Rosamarie, se uniera a mi.-
- En lo referente a Rosamarie Wick, no tengo la menor objeción, pero si te decidieras por Emily Carlisle, lamento decirte que Meredith jamás volverá a invitarte a nuestra casa si vienes con ella. La odia a muerte desde que la muchacha dudara del compromiso de Marion con Stanton y no lamentara decir que pensaba que era una farsa a todo el que la quisiera escuchar.- Le advirtió divertido de ver el gesto de contrariedad de Damon.- Y creo que Marion opinará lo mismo. Así que por nuestro bien y en deferencia a la amistad que nos une, te pediría que no la tuvieras en consideración. Si estuvieras enamorado de ella jamás te diría esto pero como no tienes preferencia por ninguna...-
Damon asintió sabiendo que tenía razón.
- Bueno, al menos me has ayudado a eliminar una de mi larga lista.- Bromeó.- Bien, como te decía, si escojo a una señorita que acaba de salir de las faldas de su madre, me sentiré francamente mal de destruir los sueños que puedan llegar a tener sobre el matrimonio y el amor. Ellas esperan un amor eterno y yo no puedo ofrecerles eso, por lo que me queda elegir a una viuda que sepa lo que es la vida y la convivencia con un esposo y no pretenda tejer sueños alrededor de un enlace por conveniencia pero volvemos al primer punto, el tipo de damas que están interesadas en la fama y la posición y que posean el decoro necesario, no abundan, pongo como ejemplo a Lady Allyson y Lady Margaret, ambas viudas y con más amantes a sus espaldas que la mejor de las cortesanas. No quiero una esposa que en cuanto yo salga por la puerta meta a alguien por la ventana.-
Al decirlo pensó en la ironía de que hasta el momento no le había importado lo más mínimo ser el que entrara, o saliera dependiendo el caso, por la ventana. Y en cuanto contrajera matrimonio no quería preocuparse por eso.
Nick cada vez estaba más divertido al comprobar que su amigo no tenía idea de lo que quería en realidad.
- Deja que me aclare, quieres a alguien atractivo o no, con carácter o sin él, que te deje hacer lo que quieras sin que te reclame, que no te pida explicaciones de tus actos y que no te engañe.- Fue numerando los puntos uno por uno y Damon asentía con cada puntualización.- Te deseo suerte.- Dijo finalmente.-
- Solo tengo claro que quiero seguir con mi vida sin que intervengan demasiado, haré concesiones, por supuesto, pero pretendo seguir como hasta ahora. Lo único que me falta por concretar es quien puede encajar en ese perfil e ir a por ella.-
Nick fue a responderle pero cerró la boca cuando escucharon acercarse a alguien.
- Por fin te encuentro, querido.-
Una mujer se aproximaba sin dejar de sonreír. La sonrisa que exhibía la hacía bastante atractiva a pesar de que sus rasgos no lo eran. No recordaba su nombre pero sí sabía, por su fuerte acento que era alguna de las damas que formaban parte de la embajada rusa. Nick la vio extender la mano para que Damon se la tomara y no se sorprendió cuando su amigo sonrió de aquella forma en la que lo hacía. Todo el que fuera objeto de la sonrisa Arlington caía bajo su hechizo.
- Me prometiste acompañarme a que me diera un poco el aire.- Le dijo mimosa sin importarle que hubiera alguien más allí.-
- Por supuesto, querida, deja que te muestre las delicias de estos jardines.- Damon le guiñó el ojo a Starling mientras se alejaba con la dama colgada de su brazo.-
Nick sonrió y pensó que Damon no cambiaría nunca.
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