Capítulo 8
Removió de nuevo los huevos que se había servido para desayunar. Suspiró y se dedicó a mover la comida de un lado a otro del plato.
A pesar de los deliciosos alimentos que preparaban con tanto esmero en la cocina, no podía comer nada. Tenía el estómago revuelto y lo único que había podido hacer era tomar un poco de té. Todavía no había bajado nadie a desayunar y se encontraba sola con sus pensamientos. Últimamente pensaba demasiado pero siempre en el mismo tema. Dejó escapar otro suspiro de resignación. No es que él no le gustara, claro que no, creía que era maravilloso...¿De donde había salido eso?¿Maravilloso? Bueno quizá no tanto, simplemente divino....Rió por lo bajo porque estaba empezando a parecerse a una de esas jovencitas enamoradas de los libros que tanto le gustaban, aunque por supuesto ella no tenía ninguna clase de sentimientos por su prometido. Lo único que le ocurría es que pensaba que ella no estaría a la altura. No se sentía inferior, eso no, pero sabía cuales eran sus limites y él llegaría el momento en el que también se percataría de su falta de preparación para ejercer con desenvoltura el papel de esposa de un Conde.
Por supuesto que pondría de su parte para que no se sintiera defraudado de ella, pero no tenía mucha confianza en que pudiera llevarlo a buen termino. Todavía se sorprendía que un hombre como Nicholas Starling fuera a ser su marido en menos de una semana. Bueno, realmente no se lo creía ni ella ni gran parte de la sociedad. La miraban intentando descubrir que es lo que había visto el Conde en alguien como ella y comentaban sorprendidos su inminente boda. Claro que intuían que no era un compromiso usual y que las prisas se debían a algún hecho que no había salido a la luz. Había notado que más de una de las amigas de su tía le miraban descaradamente el vientre intentando descubrir signos de embarazo y así poder entender lo apresurado del enlace. En esas situaciones notaba como se encendía de vergüenza y se alejaba con cualquier excusa.
Después de su excursión a casa del Conde, él se había mostrado bastante solícito. La visitaba en su casa, la había llevado al teatro, habían coincidido en una velada musical y en el baile de los Abbot, siempre como no, con la presencia de su tía, y aunque no le gustaba admitirlo tenía que reconocer que se esforzaba por agradarla, cosa que ella agradecía porque la hacía sentirse más segura.
Notaba a medida que pasaban los días que sus deseos de verlo aumentaban y no sabía si eso era del todo bueno, después de todo no quería tomarle demasiado afecto a alguien que lo más probable era que después de casados la engañara con alguna de su bellas amigas. Todo el mundo sabía quienes eran porque ellas no paraban de alabar su forma de tratarlas. ¡Descaradas!.Resopló con fastidio ante aquel pensamiento.
No tenía muy claro como manejar la situación ya que no se sentía con ninguna autoridad para reclamarle cuando llegara el momento, aunque al ser su esposa sí que podría exigirle algún tipo de respeto ¿o no?
Dejó nerviosa el tenedor en la mesa y se propuso seriamente no pensar más en ello, pero sospechaba que sería imposible porque no paraba de darle vueltas al asunto.
Escuchó unos pasos que se acercaban y levantó la cabeza para ver como Marion, deslumbrante como siempre, hacía su entrada en el pequeño salón.
- Buenos dias, prima- le sonrió sin esperanzas de que le respondiera.
-Buenos días, ¿Que tienes planeado hacer hoy?.- Dudó un momento y sentándose con gracia soltó como si fuera de lo más normal- ¿Te apetecería acompañarme de compras?.-Cogío una servilleta y se la acomodó sobre su vestido de mañana.
Meredith la miró perpleja, parpadeó varias veces no creyendo que se dirigiera a ella. Estuvo a punto de volver la cabeza para ver si había alguien más en la habitación.
-Si, como no....estaré lista cuando tu quieras...¿Te encuentras bien?
Notó como su prima se sonrojaba ligeramente y la miraba con cara de sorpresa. Terminó de untar mantequilla al panecillo y lo dejó en el plato.
-Claro que sí, pero si no quisieras venir no hay problema.....-Levantó la barbilla con orgullo.
-No,no, claro que no. Me encantaría que saliéramos de compras juntas Marion.- No sabía que había impulsado a su prima a hacerle aquella invitación pero le gustaría que la relación entre ellas fuera un poco más afectiva.
Se encontraban en una tienda donde se podían adquirir los más exquisitos encajes de Bruselas, todo tipo de cintas, lencería...Meredith se dedicaba a mirar de aquí a allá mientras Marion escogía unos encajes para un vestido nuevo. De vez en cuando le pedía consejo ya que dudaba entre tal cantidad que no pensaba que se decidiría nunca.
-¿Que te parece este? Creo que será mejor que el de color rosa ¿no?- Se mordía el labio intentando decidirse.
Meredith la miraba sonriendo y por quinta vez le dijo que le parecía maravilloso. No sabía que es lo que había llevado a su prima a mostrarse amable con ella, pero tenía que admitir que la tarde estaba transcurriendo de forma muy agradable. Era una lástima que empezaran a llevarse bien cuando ella en pocos días tendría que abandonar la casa para ir a la de su esposo.
Un escalofrío la recorrió de arriba a abajo, como siempre que pensaba en su vida de casada, pero se recompuso y observó como su prima se giraba hacia ella.
-Bien, listo. Y ahora a lo que en realidad hemos venido.- La miró de forma especulativa y sonrío.- Quiero regalarte algo para que afrontes tu nueva faceta de mujer casada y no puedes decirme que no. ¿De acuerdo?.- Le tomó una mano entre las suyas y le dió un ligero apretón.
- ¿Un regalo? No tienes porqué de verdad.-
-Pero quiero hacerlo...verás...- la miró con cautela como no sabiendo bien como seguir- Mi comportamiento del otro día fue horrible contigo. No tenías porque aguantar mi mal genio, ni entonces ni todas las veces que te he hablado de forma grosera- Bajo un poco la voz a pesar de que se encontraban a solas. La única en la pequeña tienda era la dueña pero se encontraba distraida envolviendo la compra de su prima.- Sé que he sido altanera y orgullosa contigo, ni yo mismo lo entiendo pero el error ha sido totalmente mío y quiero que sepas que puedes contar conmigo en todo lo que necesites a partir de ahora.- Asintió con la cabeza como si así le diera más fuerzas a sus palabras.- Y por eso mismo voy a regalarte algo que seguro que disfrutaras tu....y tu marido.- Y diciendo esto se rió nerviosa.
Meredith no sabía que contestar. No había esperado ese derroche de sinceridad por parte de Marion pero intuía que era sincera. No le preguntaría los motivos por los que no se habían llevado todo lo bien que cabía esperar sino que disfrutaría de ella de ahí en adelante.
- Marion, me alegro muchísimo que podamos ser amigas, aunque siento de verdad no haberlo sido antes. - Entonces recordó lo que le había dicho del regalo. ¿Que lo disfrutaría ella y su marido? ¿A que se refería?- Marion que has querido decir con eso de disfrutar....- Y vió como su prima sonreía de oreja a oreja.
- Verás quiero que en tu noche de bodas te veas resplandeciente, maravillosa, arrebatadora- Acompañaba con un movimiento de manos cada palabra para darle énfasis.- Y para eso que mejor regalo que un conjunto de ropa de cama. Necesitaremos un camisón, una bata....-
Y siguió hablando y numerando todo lo que para ella sería necesario para esa noche en especial.
Meredith se había puesto como la grana a esas alturas pero se dejó hacer al ver la emoción con que su prima se había embarcado en su proyecto de convertirla en toda una diosa Afrodita.
Pasaron la siguiente hora entre risas, eligiendo lo que ambas consideraban que podía ser más seductor. Cada vez que veían un nuevo modelo sonreían nerviosas sin saber por cual decidirse.
De vuelta a casa, ambas estaban enfrascadas en una animada conversación sobre el próximo baile de Almack's.
La calesa las llevaría de regreso tan rápido como el trafico le permitiera. Ralf, el cochero y Sarah, iban subidos en el pescante y mantenían una animada charla. Ellas se habían acomodado una enfrente de la otra y en ese momento Marion se inclinó hacia ella.
-¿Verás a tu prometido allí?- Sus grandes ojos grises la miraron fijamente.- ¿No estas nerviosa por tu boda? Te confieso que te envidio. Me encantaría casarme y celebrarlo con muchos invitados. El traje sería magnífico y mi marido estaría muy orgulloso de mi mientras camino hacia él...- Le brillaban los ojos de emoción y su voz dulce y soñadora fue disminuyendo de intensidad hasta quedar en silencio mirando por la ventanilla abstraída en sus pensamientos.
- Creo que la mía no será asi.- sonrió intentando que la tristeza no la ganara.- Lord Laughton, ha decidido que sea una ceremonia íntima, sólo con la familia y unos pocos invitados.-Jugó nerviosa con su pañuelo.- Quizás sea mejor así, no sé si podría soportar una gran ceremonia y que todos me esten observando.- Recompuso su falda alrededor suya.- No soy como tu ¿sabes? ....- Miró a su prima a los ojos con las mejillas arreboladas.- Tu atraes a todos, eres encantadora y sabes siempre que decir y que hacer. Yo no tengo esa chispa.- se encogió de hombros.- Aún no sé siquiera si mi marido se sentirá orgulloso de mi.- y rió sin ganas.
Marion se puso seria y le apoyó una mano en la rodilla.
-Escúchame bien, Meredith. Si Starling no se da cuenta de la suerte que tiene al tomarte como esposa es que no te merece, eres dulce, no tienes artificios-abrió los ojos con sorpresa- casi todas las señoritas de sociedad nos comportamos igual.- Se inclinó aún más- hace tiempo que noto que soy una figurita más sacada de un molde y me he propuesto ser yo misma a partir de ya.- Sonrió y le dió un golpe juguetón en la pierna.- No tienes que pensar que le gustaras o no, sino que tienes que hacer que le gustes y por eso hemos comprado esa maravillosa ropa interior.....
- Ah, sí....respecto a eso...No sé si tendré el valor de ponérmelo.
-Pues claro que tendrás el valor porque sino yo misma te vestiré y no saldré de la habitación hasta que tu marido se encuentre dentro.-La miró con picardía.- Sólo para cerciorarme que no te las quitas antes de tiempo.
Varias personas que paseaban se volvieron al escuchar las carcajadas que salían del coche que pasaba.
Nikc se encontraba en Whites's esperando a Damon. Miró el reloj de bolsillo para cerciorarse de la hora. Se retrasaba. Tíipico en él. Se llevó la copa a los labios y tomó un trago. Esa noche tendría que ir a Almack' s, Meredith le esperaría allí y podría tomarla en sus brazos mientras bailaban el vals. No habían vuelto a estar a solas, su tía la vigilaba con celo, sí señor, como debía ser. Aunque si la hubiera cuidado igual de bien aquella noche, él no se enontraría a las puertas de la iglesia en ese momento. Ese pensamiento le llevó a otro. No estaba tan seguro de no querer casarse. Continuamente se encontraba pensando en esa picaruela que sería su mujer y lo más extraño es que sonreía cuando lo hacía. La vida le había cambiado para mejor y se sintió satisfecho.
-Nick, por fin he llegado. Perdona pero me han entretenido en Tattersall's, me he comprado un faetón y dos magníficos caballos. Tienes que probarlo es fantástico. Ligero y rápido como a mi me gustan.-Se sirvió una copa y tomó asiento frente a su amigo.
-Tu y la velocidad, cualquier día me llamaran diciendo que te has partido esa cabeza tan dura que tienes.-
-Bueno, amigo, con tal de que la noticia no sea como para que me mandes una corona de flores, no me importa partirme la cabeza si luego me la pueden arreglar.
-Cambiando de tema.¿Vas a Almack's esta noche? Meredith me esperará allí y no me apetece ir solo.- Lo miró esperando una respuesta.
-Nick, no se como puedes soportar esos bailes. Todas esas matronas buscando maridos para sus hijas. Esas hijas intentando enredar a pobres hombres como yo...
-Bueno, no voy por eso claro está, porque sino lo recuerdas, me caso pasado mañana y tu estas invitado. Pero hablando de hijas y matronas, entiendo que no quieras pisar ese antro de perdición para solteros convencidos como tu.- Acompañó sus palabras con una gran sonrisa.
Damon gruñó pero al momento sonreía de nuevo.
-No te preocupes por mi, se cuidarme. Aunque no se puede decir lo mismo de ti. Te dejo solo unos minutos y mira donde estás. De camino al altar. ¡Salud!- Bebió en su honor siguiendo el estado de humor de su amigo.- Te acompañaré, pero me debes una. Después de todo no tenía planes para esta noche y la señorita Carrington me cae rematadamente bien, ya lo sabes. La pobre tendrá que tener a alguien que la divierta porque tu eres de lo peor.....
Nick, sonreía escuchando a su amigo cuando de pronto notó que todas las conversaciones alrededor se habían ido apagando. Levantó la vista para ver que pasaba y se topó con Alec Folk, Lord Carmichael, el marido de Elisabeth. ¡Maldición!. Hasta ahora no se habían encontrado. Lo miró fijamente esperando que se acercara pero éste decidió pasar de largo sin mirarlo siquiera.
Los caballeros empezaron a hablar de nuevo, ya que el momento había pasado. Nick, miró a su amigo. El momento de diversión se había evaporado como por arte de magia.
-Nick, ¿no vas a hablar con el , verdad?-
-¿Que quieres que le diga?. De todas formas no creería que no toqué a su mujer ni en un millón de años. Esa señora está loca Damon. Me perseguía a todos sitios, me mandaba notas, me buscaba. Al principio intenté rechazarla con delicadeza pero insistía. Al final se presentó en mi casa de campo pensando que estaba allí. Convenció a mis criados que yo la enviaba y que después me reuniría con ella. Cuando llegué allí y me la encontré no daba crédito a lo que veía. Ella estaba convencida que el destino nos había unido y que yo sólo tenía que aceptarlo.- Se mesó los cabellos al recordar esos días.- Cuando la mandé de nuevo a su casa. Lloró, pataleó e incluso me amenazó. Me dijo que nunca sería de otra. Que no dejaría que nadie se acercara a mi.-Pensó en Meredith.- Lástima que cuando me di cuenta de que se encontraba en mi propiedad habían pasado casi dos meses desde que ella dejara a su marido. Pensó que con el escándalo yo la aceptaría. Pero su marido le abrió las puertas de su casa en cuanto ella piso los escalones de la entrada. Al menos no le dió con ella en las narices, porque todo el mundo sabe que se fue, pero no que realmente no estuvo conmigo.
Damon sabía todo eso y más pero lo escuchó con paciencia y comprensión. Lady Carmichael había sido y seguía siendo un grano en el culo para su amigo. Sólo ellos sabían hasta que grado de locura podía llegar para conseguir hacerle la vida imposible.
-¿Sabes Damon? No entiendo la actitud de Folk. Si me hubiera insultado, incluso amenazado o intentado pegarme una paliza, comprendería su reación.¡ Hasta yo lo haría, que diablos!. Pero él se ha limitado a aceptarla de nuevo y a mi ni un maldito reproche....nada.-Negó con la cabeza- No, amigo mío, no lo entiendo.
Damon observaba a Carmichael, estaba sentado con otros caballeros, hablando y bebiendo como si no tuviera otros problemas. Frunció el ceño.
-¿ No tienes miedo que le haga algo a Meredith, verdad?. Le dijo con tono preocupado.
-La verdad no he vuelto a pensar en esa mujer hasta ahora. Pero ya que lo dices... Hace más de una semana que salió en los periódicos el anuncio de mi compromiso y no ha hecho nada.-Calló y se mantuvo en silencio. Pensando.- Creo que amenazó en vano porque sino algo habría ocurrido.
Se quedaron en silencio cada uno con sus propios pensamientos.
Nick se sentía intranquilo, como no había pensado que Elisabeth, esa desequilibrada, podía idear algo en contra de Meredith. Iba a tener que vigilarla más de cerca.
Cayó en la cuenta que en menos de dos días se casarían y entonces podría protegerla de cualquier peligro. Esperaba que no fuera el caso porque después de todo nada había sucedido hasta ahora.
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