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Capítulo 34

Miró impaciente a través del cristal de la ventana. No estaba segura de que Nick llegara para cenar con ella como le había prometido.

Apoyó la frente en el frío cristal y se dedicó a empañarlo de vaho para matar el tiempo.

El aburrimiento estaba acabando con ella. Había leido, pintado, cosido, bordado, incluso hundido las manos en la tierra del jardín para plantar bulbos que sin duda florecerían, pero el no poder salir de Laughton House la tenía frenética.

Nick le había prohibido que pisara más allá de la puerta de la calle porque no quería que le ocurriera nada a ella ni a su futura hija. Decía que así, él estaba mucho más tranquilo y podía centrarse en buscar a los esbirros que los llevaría hasta la persona que los había contratado, pero Meredith tenía todo el día para pasear por la casa sin otra cosa que hacer.

Marion no había podido hacerle compañía esos días, como le había prometido, porque se encontraba en cama, así que tampoco habían podido ultimar los detalles de su plan para conseguir el documento que demostrara que Carmichael era la persona que buscaban.

¿Cómo podría salir de la casa sin que los hombres responsables de la seguridad la siguieran?¿Cómo convencería a Nick de que la dejara salir aunque fuera a visitar a su prima?.

No podía hacer nada hasta que Marion se recuperara pero se sentía angustiada pensando que todo podía solucionarse muchísimo antes si ella consiguiera esa prueba.

Primero pensaron en enviar una nota a Alec Folk y esperar su respuesta y así poder comparar la letra. Algo sencillo en un principio, pero no había contado con que el personal de la casa nunca entregarían una carta a ese hombre porque Nick les había hecho saber que no era una persona bienvenida y que podían echarlo a patadas si osaba poner un solo pie en Lauhgton House.

Meredith no tendría ninguna excusa creible si le enviaba una nota después de que su esposo lo había declarado persona non grata. Nadie del personal osaría desafiar al conde entregándola y ella temblaba de solo pensar que se enterara y le pidiera explicaciones.

¿Qué podría decirle después de todo? ¿Que sospechaba de él pero que sólo necestitaba ver su escritura para confirmarlo?. Hasta a ella le parecía poco probable después de pensarlo detenidamente. Hacía ya casi dos meses que viera por primera vez la fima de Carmichael y podía estar confundida al pensar que era la misma caligrafía, pero algo le decía que estaba en lo cierto y esa minúscula parte de ella le hacía seguir adelante con su idea.

Escuchó el sonido de las ruedas del carruaje sobre el empedrado del camino de entrada.

Saltó tan rapidamente de su asiento para ver si era Nick, que se pisó el bajo del vestido y a punto estuvo de caer cuan larga era sobre la mullida alfombra.

Casi corriendo llegó hasta el vestíbulo y esperó hasta que Sanders abríó la puerta.

Nick se quitó el sombrero con aire cansado y le sonrió abriéndole los brazos para que pudiera refugiarse en ellos.

Meredith no se lo pensó dos veces y se lanzó, entre risas, sobre él.

Olía tan bien. Rodeó su cintura con fuerza y lo besó en el cuello poniéndose de puntillas y frunció la nariz cuando la barba le hizo cosquillas.

- Necesitas un afeitado, milord - Lo soltó con desgana para que terminara de quitarse el abrigo.

- Y un baño sin duda.- Se desabotonó la chaqueta.

- Sanders, ¿podría ordenar que preparen un baño?.- Meredith no apartó la vista de su esposo.

El mayordomo asintió y se retiró sin hacer el menor ruido.

- ¿Que ha ocurrido, Nick?.- Preguntó impaciente.

Starling ladeó la cabeza para observarla atentamente y con el dorso de la mano le acarició el rostro mientras la acercaba hacia sí sosteniéndola por la cintura.

- No sé como lo haces, pero cada día estás más hermosa.-

Cubrío su boca con anhelo de sentir su sabor. De sentirla cerca.

Merediht colocó las manos en sus hombros para aumentar el contacto y le correspondió contenta de tenerlo con ella.

Nick la levantó por las nalgas y dejó que ella sintiera la presión de su miembro ya excitado por completo. Dejó escapar un jadeo cuando sus labios calientes le recorrieron la piel del cuello.

- No me has contestado.- Dijo entrecortadamente.

- ¿Umm?.-

Meredith frenó sus avances colocándole las manos sobre el pecho para alejarse de él.

- Nicholas Starling, si crees por un momento que podrás distraerme con estos jueguecitos estás muy, pero que muy quivocado.- Dijo fingiendo enfado.

- ¡Ah, las mujeres! No hace mucho conseguía que te olvidaras de todo con mis jueguecitos pero veo que, ya que has conseguido que esté completamente loco por ti, me despachas con viento fresco.- La atrajó de nuevo hacia él.

Con meticulosa obstinación se dedicó a atormentarla con sus expertos besos y sus atrevidas caricias. Meredith ni siquiera objetó el que estuvieran en un lugar en el que cualquier criado podía verlos, simplemente quería que ese hombre, que era su marido, la tocara allí donde su cuerpo palpitaba expectante.

Nick la cogío en sus brazos y sin apenas dejar de besarla subió la escalera directo a su habitación.

Sanders los observó besarse,desde el rellano, hasta que desaparecieron de su vista. Parecía que el baño iba a quedar postergado para mucho más tarde.

Yacían saciados por completo entre una maraña de miembros y sábanas enredadas. Meredith se acurrucó mimosa en su costado y se dedicó a pasar el dedo distraidamente por su costado.

- Y ahora, milord, quiero saber todo lo que ha sucedido hasta éste momento.-

Nick se puso de costado para poder mirarla mientras hablaba y su rostro se endureció.

- Nada, Meredith, no hemos conseguido absolutamente nada.- Dijo apretando los dientes.- Todos los lugares a los que hemos ido, todas las informaciones que hemos recibido no han servido para dar con ellos.

La miró impotente y a Meredith se le partió el corazón sabiendo que toda su preocupación era no poder ser capaz de proteger a su familia.

- No te preocupes, todo se solucionará.- Pero hasta ella tenía sus dudas.

Starling notó su aflicción y la besó para tranquilizarla.

- Eso no lo dudo, mi amor, todo saldrá bien.

Se durmieron uno en brazos del otro.

Carmichael permitió que su ayuda de cámara le colocara con un elegante nudo el pañuelo del cuello sujetándolo con un alfiler coronado con un diamante.

Se miró, evaluándose frente al espejo. Estaba impecablemente vestido de blanco y el chaleco azul le confería un aire elegante. Saldría esa noche y trataría de disfrutarla para recuperar todas las que había pasado recluido en su casa.

Apenas tenía moletías y se podía decir que era el mismo de antes.

Se atusó el pelo y bajó silbando las escaleras hasta la entrada donde le esperaba el mayordomo para entregarle los guantes y ayudarle a ponerse el abrigo.

Esperaba que esa noche fuera memorable.

El día siguiente seguramente lo sería. Si todo salía según lo planeado.

Colocó con fuerza el tenedor sobre el plato, aún con el pollo en salsa de menta pinchado en él, y no le importó nada que Nick entrecerrara los ojos por el ruido que produjo.

Llevaban discutiendo más tiempo de lo que quisiera. Durante toda la cena para ser precisos y había llegado a un punto en el que su paciencia estaba llegando al límite.

- ¿Por qué?.- Dijo con enojo Meredith.

- No voy a explicártelo otra vez . - Soltó con enfado la servilleta sobre la mesa.- No vas a salir de aquí hasta que yo lo permita y punto. Ni a casa de Marion, ni a la modista, ni siquiera a la iglesia para asistir a misa. ¿ Ha quedado lo suficientemente claro?.

Ella no se acobardó ante su tono autoritario sino más bien se levantó y apoyando las manos en la cadera lo fulminó con la mirada.

- Y cuánto tiempo se supone que tengo que permanecer encerrada. ¿Una semana?¿Un mes? ¿Un año?.- Levantaba cada vez más la voz.

Nick apartó la silla con fuerza al ponerse de pie y mirarla de forma amenazadora cruzando sus brazos sobre el pecho y haciendo que pareciera más amenazador aún.

- El tiempo que sea necesario. No voy a permitir que te ocurra nada y hasta que no tenga a ese maldito bastardo encerrado, no saldrás de aquí.-

Meredith se sentía impotente ante tanta obstinación.

- Marion está enferma, Nick, y yo hace días que no salgo ni a que me de el sol. ¿Qué problema sería el ir a verla ?. Pueden acompañarme los hombres que contrataste y nada me ocurrirá. No me opongo a que lo hagan.

Nick la miró pensativo y relajó un poco la postura por lo que Meredith aprovechó para acercarse e intertar acabar de convercerlo.

- Por favor, Nick. Te vas y me quedo aquí sola porque tu madre aunque intenta distraerme prefiere quedarse en su habitación debido a las continuas jaquecas que padece. No me quejo, bastante tiene la pobre con sobrellevar todo ésto, pero yo necesito salir aunque sea para encerrarme en la casa de mi tía.- Dijo con voz suave.

Nick la abrazo y la acunó entre sus brazos.

- Meredith, si te pasara algo, yo...-

- Shhhhh, no digas nada, lo sé.-

Starling la separó un poco para poder mirarla con seriedad.

- Prométeme que saldrás de aquí a casa de tu tía y si es preciso te quedarás allí hasta que yo pueda ir a por ti.- Le dijo algo más calmado dejándose engatusar por esa hechicera.

Meredith no pudo pronunciar las palabras que se le atragantaban en la garganta pero asintió con la cabeza y le mostró la mejor de sus sonrisas para agradecerle que hubiera cambiado de opinión.

Se sentía realmente mal porque si Nick llegaba a descubrir el porqué de su ansiedad en visitar a Marion, estaba segura que la encerraría hasta el día del juicio final. Necesitaba planear junto con su prima el siguiente paso a dar y para eso necesitaba salir de casa y encontrarse con ella, pero eso no impedía tener la terrible sensación de estar engañando a su marido.

Y para mayor mortificación Nick confiaba en ella.

Otra interminable noche sin conseguir ningún resultado y se estaba impacientando. Aún era noche cerrada pero muy pronto comenzaría a amanecer y él necesitaba descansar antes de enfrentar un nuevo día.

Ultimamente no había pasado el tiempo suficiente con su mujer y comprendía que ella se sintiera sola y abandonada pero él estaba intentando por todos los medios que fuera por un corto periodo y se desesperaba cada vez que tras largas horas de búsqueda no daban con aquellos a los que quería encontrar desesperadamente.

Reclinó la cabeza sobre el asiento del carruaje y se dejó mecer relajando todo el cuerpo eliminando con ello la tensión acumulada.

Había sido otra noche igual a las anteriores. Se habían dividido en grupos y visitado cada maldito garito, taberna, burdel o cualquier otro lugar sobre el que hubieran recibido un chivatazo pero invariablemente el resultado era el mismo.

Nada.

A pesar de todo su empeño, de haber ofrecido más de lo que cualquiera de los que vivieran en aquella inmunda zona de Londres pudiera conseguir toda su vida, incluso si llegaran a vivir más de una, no tenían una sola pista fiable sobre ese hijo de perra.

En un arranque de rabia golpeó con fuerza unos de los laterales del carruaje y se sintió mejor al darle la bienvenida al dolor.

La sangre le corría por el puño cerrado y Nick sacó un pañuelo para envolverlo en él. Si tuviera a ese malnacido a su entera disposición se recrearía en cada golpe que le propinara y en cada hueso que fracturara debido a ello.

Cerró los ojos y sonrió ante la imagen.

No se contendría lo más mínimo en cuanto consiguiera echarle el guante encima, lamentaría haberse cruzado en su camino y él disfrutaría de cada bendito momento.

Tenía que agradecer a Gabe y Damon el que cada noche estuvieran allí con él y lo hubieran ayudado más allá de lo posible. No tenía manera de demostrarles lo que ellos significaban en su vida pero quería pensar que ambos lo sabían con certeza.

Miró a través de la cortina del carruaje para cerciorarse de que estaban cerca de Laughton House y se alegró de ver la verja de su casa a escasos metros.

El coche aminoró el paso a medida que se acercaban y se detuvo por completo para que Morgan pudiera bajarse y abrir las pesadas puertas de hierro, que daban acceso a la mansión.

Un muchacho harapiento de unos diez años se entretenía afilando un trozo de madera con una navaja, que en sus manos parecía demasiado grande. Levantó la mirada cuando el carruaje paró junto a él y se puso de pie tirando con descuido el palo al suelo.

- ¡Eh, oiga! El del carruaje.- Gritó con altanería.

Nick sonrió ante el descaro con el que hablaba y se asomó por curiosidad.

- ¿Es a mi?.-

El muchacho lo miró con desconfianza antes de decidir con una encongimiento de hombros que podía dirigirle la palabra.

- Pues claro que es a usted. ¿Acaso ve a alguien más en la calle?.-

A estas altura Starling ya se diviertía con la actitud fanfarrona del chico.

- Ciertamente no, ¿puedo ayudar en algo o simpemente querías saludarme?.-

El niño resopló con disgusto.

- ¿Es usted, Nick Starling?.-

- Sí, lo soy.-

- Bien, entonces esto es para usted.-

Le tendío una nota enrollada, atada con un burdo cordel.

Nick la desató y desplegó el papel.

"Nick, tengo la información que estás buscando. Reúnete conmigo en la taberna. He avisado también a los otros cachorros.

Big Jim."

Starling respiró hondo y una oleada de energía eliminó por completo el cansancio y la desesperación que hubiera podido sentir hasta ese momento.

- ¡Morgan!.- Gritó sacando más de medio cuerpo a través de la puerta del coche.

El hombre apareció al momento junto a él.

- Vamos a la taberna del Big Jim, ya sabes el camino.-

Morgan subió al pescante y comenzó a maniobrar para poner el carruaje en marcha en la dirección adecuada.

-¡Eh, amigo!.- El muchacho agitó los brazós para llamar la atención.- Big Jim me dijo que me daría una moneda por traerle la nota.

Nick se metió la mano en el bolsillo para sacar una moneda y se la tiró. El chico la cogió al vuelo.

- Te llevo, si quieres. .- Se ofreció Starling.

Después de todo iban en la misma dirección y el muchacho tardaría un buen rato en llegar hasta allí a pie.

El chico lo miró con cautela, primero a él y despues al carruaje.

- ¿Me pedirá algo a cambio?.-

- ¿Que podría pedirte?.- Pero supo que en el mundo donde vivía el muchacho seguramente nadie ofrecía ayuda sin esperar nada como retribución.- Soy amigo de Big Jim, puedes confiar en mi.

Nick abrió la puerta del carruaje y con un movimiento de cabeza le indicó que subiera. El chico lo miró durante un segundo y asintió. Con rapidez se encaramó al coche y se sentó lo más alejado posible de él.

Durante todo el camino se dedicó a observar como el niño lo estudiaba con atención. El muchacho casi esperaba que saltara sobre él de un momento a otro y quería estar preparado para huir. Se sintió triste ante la idea que alguien tan joven fuera tan desconfiado con alguien que sólo había pretendido ahorrarle una caminata, pero entendía que en su mundo no recelar de los demás podía suponer, como poco, unos cuantos golpes.

Si Big Jim le había mandado aquella breve nota era porque no había duda alguna de que sabía donde se encontraban esos malditos hombres y una vez los hubiera atrapado tendrían el nombre del responsable de sus quebraderos de cabeza.

Esperaba que antes de ver a Meredith en unas horas, todo estuviera solucionado.

Meredith había pasado toda la noche dando vueltas en la cama.

No estaba segura si ello era debido a que Nick no dormia con ella y lo echaba de menos, o a que no tenía la conciencia limpia. Suponía que era una mezcla de ambas cosas.

Se miró en el espejo dándose el visto bueno. Aunque sólo iría a visitar a Marion no podía salir de cualquier manera vestida. Tenía que procurar lucir siempre tan elegante como se esperaba de una condesa. Eso la hizo sonreir levemente porque nunca hubiera pensado que ella se preocuparía tanto por estar a la moda.

Parte de la culpa la tenía su esposo y la forma en que la miraba cuando se arreglaba para salir. El brillo de sus ojos le hacía saber exactamente en lo que estaba pensando y eso le encantaba.

- Milady, el carruaje ya está listo.-

Mandy le informó entrando en la habitación para ayudarla a fijar el sombrero en el lugar correcto y tras ponerle varios alfileres para evitar que se callera se retiró con aire satisfecho.

Meredith recogió la sombrilla que descansaba sobre una de las sillas y estuvo lista para salir.

Al llegar a casa de su tía le informaron que Marion aún guardaba reposo pero que se encontraba muchísimo mejor, así que subío hasta su habitación para evitar que fuera ella la que bajara ,como sin duda haría, cuando supiera que había ido a visitarla.

Llamó a la puerta y no esperó a que le permitiera pasar sino que giró el picaporte y entró sin más.

Marion se encontraba sentada en la cama y solamente indicaba que había estado enferma unos surcos, algo más oscuros que el resto de la piel, alrededor de los ojos. Por lo demás se encontraba tan hermosa como siempre.

- Parece que ni siquiera el tener fiebre te impide lucir bien, Marion.-

Meredith se acercó hasta el borde de la cama para abrazar a su prima que le tendía las manos para darle la bienvenida.

- No he tenido fiebre, simplemente me he encontrado un poco indispuesta ultimamente.- Sonrió levemente ante el escrutinio de Meredith.

- Me alegra ver que no haya sido nada grave.-

Las dos se sonrieron con cariño mientras Marion se apartaba un poco para dejar sitio a Meredith que con un revuelo de faldas se acomodó a su lado.

- Y bien, cuéntame lo que ha ocurrido ultimamente.- Marion la miraba expectante.

- No hay mucho que contar. Simplemente que Nick pasa la mayor parte del día fuera buscando a esos hombre pero hasta ahora no ha podido dar con ellos y está comenzando a desesperar un poco y yo con él, si quieres que te sea sincera.

Inconscientemente su mano acarició el vientre mientras hablaba.

- No te preocupes, todo se solucionará de manera satisfactoria. No tengo la menor duda.

Meredith le agradeció la confianza que tenía al hablar. Necesitaba que alguien le infundiera ánimos porque ella estaba empezando a dudar de que toda aquella pesadilla terminara pronto.

- Si supieras que para venir aquí he tenido que pelear con uñas y dientes con el terco de mi marido. No me permitía salir de casa y por eso no he podido venir a verte antes. Pero ahora que estás mejor creo que es buen momento para que pensemos en lo que vamos a hacer con respecto a Carmichael.

Meredith se mordió el labio con aprensión desmostrando realmente el miedo que tenía de que algo saliera mal.

- No te preocupes. Estos días he pensado mucho sobre ello y además me he permitido averiguar la disposición del despacho de ese hombre en su casa.- Marion se sentía orgullosa de si misma.

- ¿Cómo lo has hecho?.- Preguntó Meredith intrigada.

- Muy fácil, un sobrino de un mozo de las caballerizas trabaja en casa de Carmichael y le pedí que viniera a verme en cuánto pudiera.- La miró jactándose de su astucia.- Simplemente me dibujó un mapa de la localización de esa habitación en particular, así que solamente tendremos que entrar, conseguir lo que necesitamos y listo.

Se miraron durante unos segundos sin decir una palabra.

- Bueno, la verdad es que no había pensado que una vez que nos hayaramos dentro de la casa, no sabríamos donde buscar, sino que tendríamos que abrir puerta por puerta hasta dar con el lugar exacto. Eso sin contar que no sabemos como entrar, como evitar al personal para no ser vistas y si podremos salir sin ser descubiertas.-

Meredith enumeró por primera vez en voz alta todas sus dudas. Cuando le propuso a Marion hacerlo no había tenido en cuenta una infinidad de factores que podían salir mal. Estaba realmente muerta de miedo.

- También he pensado en ello.-

Marion dudo seguir hablando porque no estaba del todo segura si a Meredith le gustaría esa parte del plan.

Aspiró profundamente y comenzó a explicarle su idea.

- Creo que lo más sencillo, es que te presentes en casa de ese hombre para hacerle una visita social. Después de todo el piensa que puede llegar a tener algo contigo y no creo que sea muy dificil que te permita entrar. Contamos con que te recibirá con los brazos abiertos.

Meretith torció el gesto ante la imagen de Carmichael intentando abrazarla.

- No creo que sea capaz de soportar su sola presencia y menos en su casa.-

- Pero eso es mucho menos arriesgado que tratar de colarnos.- Marion se estaba animando conforme exponía sus ideas.- Tu llegas haces que te anuncien, pero tienes que procurar que no te hagan pasar a ninguna habitación sino te quedas en el vestíbulo mientras el mayordomo va a buscar a Folk. Cuando se marche, me abres la puerta y yo que sé donde ir, entraré sin que me vean.

- ¿Pero y si alguien lo hace?.- Meredith cada vez estaba más nerviosa al contario que su prima.

- Diremos que he llegado contigo y que buscaba a alguien del personal porque te había dado un ligero mareo debido a tu embarazo...ya se me ocurrirá algo, no te preocupes.- Improvisaba mientras hablaba.

Marion se golpeó la mejilla con una de sus bien cuidadas uñas intentando ordenar sus ideas.

- Meredith, es muy importante que lo entretengas pero tienes que salir de allí pronto. Digamos, quince minutos desde tu encuentro con él. Yo saldré por la puerta del jardín y nos encontraremos fuera.

Marion le dedicó una sonrisa radiante esperando ser felicitada. Meredith no quiso defraudarla y después de todo no tenían un plan mejor.

- Hay un problema.- Dijo indecisa.- Nick no me permitirá salir otra vez de casa.

Marion se levantó de un salto de la cama.

- Bien, entonces tendremos que hacerlo ésta mañana.-

Comenzó a ponerse unas enaguas con rapidez y Meredith no pudo más que mirarla sin poder reaccionar.

- ¿Hoy?¿Ahora?.-

- Claro, no podemos arriesgarnos a esperar otro día. Tu misma has dicho que es casi imposible que salgas otra vez.-

- Si pero ahora me acompañan dos detectives de Bow Street. Están esperando en el coche a que salga para llevarme de vuelta a casa. No podemos decirles sin más que vamos a casa de Carmichael, no me lo permitiran bajo ningún concepto. Nick los ha instruido muy bien respecto a ese hombre.

Marion frenó sus movimientos y se quedó con el vestido el alto.

- Muy bien, entonces saldremos por la puerta de servicio y no pasaremos por donde están esperando sino por la puerta del jardín. Pararemos un coche de alquiler y volveremos antes de que sepan que nos hemos marchado.

Meredith la ayudó a cerrarse el vestido.

Cuando a Marion se le metía algo en la cabeza era imposible hacerla cambiar de opinión.

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