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Capítulo 27

Nick se quedó inmóvil frente a   la habitación de su madre. Estuvo a punto de darse la vuelta y marcharse pero con determinación impidió que sus piernas lo llevaran  a cualquier otro lugar que no fuera detrás de esa puerta.

Levantó el brazó pero no pudo llamar y dejó el puño suspendido en el aire, indeciso aún por encontrarse a solas con ella. Se paso las manos por el desordenado cabello con gesto impaciente.

Sintió un repentino calor y tiró un poco del elaborado nudo de su pañuelo, termino quitándoselo del todo y metiéndolo en uno de sus bolsillos. Se aflojó un par de botones de la camisa y llamó antes de que se arrepintiera.

Sabía que su aspecto no era el adecuado para realizar una visita, aunque  esa visita fuera a su madre pero ¿Estaba en su casa, no?, y eso debería de bastar. El podía vestir como quisiera dentro de las dependencias privadas y al cuerno con lo que Abby pudiera pensar de su falta de educación.

La escuchó dar el permiso para que entrara y giró el picaporte. No recordaba cuando había sido  la última vez que se había encontrado con su madre completamente a solas, sin posibilidad de ser interrumpidos.

Entró como si nada le preocupara de aquel encuentro y pudo apreciar como ella lo miraba con sorpresa para a continuación, levantarse del sillón que ocupaba frente a la ventana en el que al parecer se encontraba leyendo antes de ser interrumpida.

  - ¡Nicholas! No esperaba que fueras tu...pasa, pasa, no te quedes ahí.- Dijo mientras daba un par de pasos hacia él y luego se detenía al pensar que quizá no fuera mejor un mayor acercamiento.

  Nick la miró sin saber  muy bien como empezar y sin decirle la verdad sobre el porqué quería que prolongara su estancia en Laughton House. Debería de haberlo pensado antes de acudir a hablar con ella, no era propio de él no haber planeado un encuentro con su madre y eso lo irritaba bastante. Bueno, ya no tenía caso lamentarse y cuanto antes terminara con aquello, antes podría respirar tranquilo.

  Siempre se sentía igual ante su presencia. Una mezcla de rabia y nerviosismo, como si todavía tuviera cinco años y esperara una reprimenda por algo de lo que no era culpable, aunque recordó que su madre jamás le había reprendido por nada ya que era Harry quien se había encargado de su educación tratándolo como su hijo.

   - Madre.- Le dijo en tono áspero.- Me preguntaba que si es totalmente indispensable que partas mañana hacia Dreams. Me gustaría, nos gustaría a Meredith y a mi, por supuesto, que  te quedaras con nosotros algo más de tiempo..- 

  Pudo apreciar como la expresión de Abby  cambiaba de cautelosa a la más pura alegría. Sonreía de oreja a oreja mientras asentía con la cabeza a cada palabra que  escuchaba atentamente.

    - Me complacerá mucho, Nicholas. De verdad que lo haré si eso os hace felices.- Abby no pudo evitar que su voz demostrara la emoción que sentía ante una solicitud de su hijo. Nunca en los últimos quince años le había pedido nada. Nada en absoluto y pensar que ahora quería su compañía la llenaba de gozo. Tanto, que en cuanto saliera por la puerta estaba más que dispuesta a soltar carcajadas y saltar si fuera necesario.

    Nick la miró. Había sido fácil convencerla. Demasiado fácil. No le había pedido ningún tipo de explicación del porqué le pedía aquello y se sintió más tranquilo porque le había bastado con decirle que deseaban que se quedara y ella había accedido sin más. No sabía que le habría dicho en caso contrario.

   - Meredith te ha tomado mucho cariño. Incluso se podría decir que te aprecia como si fueras una madre.- No pudo evitar el tono agrio de sus últimas palabras ya que le parecía de lo más irónico que su mujer considerara a Abby como su madre cuando ésta no lo había sido para sus verdaderos hijos.

   Cuando vió como sus palabras, y sobre todo el tono al pronunciarlas, habían hecho que su semblante volviera a adquirir ese aire de indiferencia que tanto odiaba se maldijo por lo torpe que podía llegar a ser a veces.

    - Claro que yo también me sentíría dichoso de su presencia.- Intentó imprimirle a su afirmación algo de dulzura pero no estaba muy seguro de haberlo conseguido.

    - Si, claro, te lo agradezco.- Le dijo con una tímida sonrisa.- Me quedaré el tiempo que haga falta. Así podré ponerme al día en todo lo referente a mis amistades. Las he tenido muy abandonadas desde la muerte del pobre de Harry.

   Nick asintió y sin una palabra más se inclinó ante ella y desapareció cerrando la puerta  tras de sí.

   Abby estuvo largo rato mirando al frente. Bueno no reiría ni saltaría de alegría, pero sí que se permitiría darse mentalmente unas palmaditas en la espalda. Su hijo se estaba acercando a ella aunque se resistiera. Y eso por ahora era más que suficiente.

Recostada en la bañera dejaba que su cuerpo se relajara rodeada del agua caliente que le lamía la piel. El olor al aceite perfumado que había añadido al baño la transportaba a prados y colinas, a bosques y jardines sembrados de perfumadas flores.

Sumergió una mano para buscar el paño y le pasó el jabón para crear espuma, deslizándolo después con detenimiento sobre su pecho.

Eso era lo que necesitaba. Desconectar de todo y de todos para poder volver a ser ella misma y no una ratoncita asustada esperando caer en las garras del malvado gato. 

Nick se había mostrado de lo más extraño cuando apareció en casa de su tía.

Marion y ella volvían a la casa a través de los jardines dando un rodeo para entrar por la puerta principal cuando él se bajaba del carruaje frente a la escalinata de la entrada.

Sin decir ni una palabra se aproximó a ella con paso resuelto, pero Meredith notó la seriedad de su rostro y lo miró interrogante. El por supuesto, ignoró su silenciosa pregunta y la tomó entre sus brazos, sin más, apretándola fuertemente contra su cuerpo. Ella lo abrazó a su vez y sintió la desesperación y el desasosiego en su abrazo. Por un momento sintió miedo, se removió sobre él inquieta al no poder descifrar lo que ocurría. Nick le tomó la cara entre las manos y la besó fugazmente en los labios para posteriormente acomodarla sobre su hombro.

No supo el tiempo que estuvieron allí, inmóviles, sin importarles quien podía estar observándolos hasta que un ligero garraspeo los hicieron reaccionar y separarse. Marion los miraba divertida pero Meredith supo que también había notado el estado en que se encontraba su marido.

Meredith nunca se había sentido tan cerca y a la vez tan lejos de Nick. Tan confundida, que no sabía como interpretar ese gesto de evidente cariño. ¿La había echado de menos?  La intensidad con que había sentido su cuerpo rodeándola le había hecho temblar de pies a cabeza. Aún lo sentía al recordarlo.

Se había mostrado igual de encantador y afable durante la comida pero a veces lo pillaba mirándola con preocupación. Claro que en el momento que ella miraba él le guiñaba un ojo o le hacía algún gesto que cambiaba por completo su semblante. Ella sabía que algo ocurría. ¿Quizás se había enterado de las flores enviadas por Carmichael?. 

Se irguió mientras  dejaba que el agua resbalara por su cuerpo. Mandy le acercó una esponjosa toalla y la envolvió en ella con mimo.

Distraida se  secó y en ese momento decidió que le contaría a Nick todo. Bueno todo quizá no. Lo del teatro no se lo contaría, pero sí le diría que ella ya le había comunicado a ese horrible hombre que sus atenciones no eran bien recibidas. 

Ella confiaba en Nick. El sabría que hacer para evitar futuros avances por parte de Carmichael. Se lo diría esa noche en cuanto volvieran de la mansion Carlisle.

Muchísimo más tranquila por haber tomado por fin una decisión se dejó ayudar con su vestimenta por Mandy.

La muchacha hablaba con su habitual alegría  y desenfado y ella la escuchaba a medias y asentía de vez en cuando para hacerle ver que le prestaba atención. Se colocó el corsé ciñéndoselo bien a las curvas de su cuerpo.

  -Ay, señora, que daría por tener su bonito cuerpo y no el de forma de palo que Dios me dió.- Lo dijo con tal dramatismo que ambas se echaron ha reir sin poderlo evitar.

  - ¿Tu crees?- Se miró en el espejo evaluándose.- Yo pienso que soy demasiado...- Buscó la palabra correcta para expresar lo que opinaba de si misma pero la muchacha la interrumpió como era su costumbre. 

  -¿Exuberante?.- Propuso  Mandy sin pensarlo.

Meredith se rió con ganas y volvió a ver su reflejo de forma crítica.

  - No creo que esa  sea la palabra. Más bien estoy demasiado bien dotada, por así decirlo, en algunas zonas. No soy exuberante, eso indica un exotismo que yo no poseo.- Dijo convencida.

  Mandy la miró y asintió.

  - Pues a mi me lo parece, si me permite decirlo. No  a todos nos gusta las mismas cosas.- Sentenció.

Meredith siempre se sorprendía de la agudeza de la muchacha. A veces era de lo más locuela y al momento siguiente te  dejaba boquiabierto por su forma de ver la vida.

   - ¿ Eso también te lo enseño tu madre, Mandy?.- Le preguntó curiosa.

   - Pues sí, mi madre sabe mucho de la vida. No le ha ido muy bien en la suya pero intentó que la mía fuera diferente y lo consiguió. Se siente muy orgullosa de mi y yo de ella, por supuesto.- Contestó con seguridad.

   Meredith se sentó frente  al tocador para permitir que la peinara. Tenía  buena mano para realizarle todo tipo de peinados y siempre conseguía que se viera muy favorecedora con ellos.

   Con las tenacillas  comenzó a rizarle en pelo en bucles y ondas y los iba sujetando con horquillas de tal manera que su pelo quedaba recogido y un tirabuzón le caía con gracia sobre un lado de su cuello. Le colocó brillantes de forma estrátegica entre los mechones rojizos para que relucieran como estrellas en la noche.

  Le terminó de poner varias plumas tintadas de dorado que se balanceaban con gracia con cada movimiento y se alejó para traer el vestido.

  Era uno de los preferidos de Meredith. De saten dorado y cintura alta, ribeteado en el borde de la falda y en las mangas abullonadas por un intrincado bordado. El cuerpo del vestido se le adhería al pecho con precisión, dejando el escote que se apreciara la  tersura de su piel.

  Estaba  terminando de abotonarle el vestido mientras ella admiraba lo bien que le  sentaba cuando la puerta se abrió a su espalda. A través del espejo vió como Nick la buscaba y se acercaba a ella mientras la devoraba con los ojos.

  - Mandy, ya puedes retirarte.- Dijo esperando ser obedecido.-

  - Sí, excelencia.- Le hizo una reverancia y se alejó con premura pero sin poder ocultar una risita nerviosa.-

  Nick se colocó en su espalda y terminó de abrocharle los últimos botones. La acercó a él sosteniéndola por la cintura y sus miradas se cruzaron a través del espejo.

  - Estas preciosa, Meredith.-

  Ella  sonrió confiada y le tiró un beso con coquetería.

  - No te muevas, tengo algo para ti.- Dijo mientras impedía que se diera la vuelta para encararlo.-

  Meredith lo observaba y quedó absolutamente maravillada cuando le colocó con delicadeza una  preciosa gargantilla  sobre su piel.

   Se  la abrochó mientras ella admiraba como las luces hacían refulgir las piedras preciosas y levantó la vista para agradecérselo  pero Nick le besó justo en ese instante  en la nuca y ella se estremeció ante su contacto.

   Le rodeó con los brazos para pegarla a él.

  - No sabes cuánto agradezco haber sido arrastrado por Arlington a la fiesta de tu tía aquel día.- Le dijo con voz aterciopelada mientras  se movía contra ella.- Si no me hubieras provocado con tus descaradas miradas yo no te hubiera seguido para robarte un beso.-

  Meredith soltó un grito indignado y Nick rió roncamente junto a su oido.

 - Sabes que no es verdad. Me perseguiste por todo el salón con esa mirada tan insistente y luego no pudiste contenerte ante mis encantos.- Apuntilló fingiendo sentirse ofendida.-

 - Yo no lo recuerdo así.- La siguió pinchando.- pero si insistes.- Se separó de ella y se inclinó burlonamente.- Las damas siempre tienen la razon.-

Le ofreció el brazo y esperó pacientemente a que ella se  terminara de colocar los guantes y el anillo de compromiso y la alianza sobre ellos.

Salieron juntos de la habitación para reunirse con Abby que los esperaba en el hall.

El recorrido hasta Carlisle House transcurrió rapidamente ya que se encotraba tan cerca de su propia casa que bien podían haber ido a pie de habérselo propuesto, pero no sería correcto no haberse prensentado en el carruaje con el escudo de la familia en la puerta, con toda pompa y boato.

Esa cena era uno de los acontecimientos más importantes de la temporada y era todo un honor ser invitado a ella. Tanto era así que si los anfitriones decidieran avisar con unas horas de antelación, nadie, absolutamente nadie, rechazaría asistir por tener otro compromiso previo.

El recorrido hasta la entrada estaba iluminado por antorchas y en los árboles colgaban faroles por doquier. Meredith se  veía transportada a un lugar de ensueño y lo miraba todo sin perderse el más nimio de los detalles. Era la primera vez que asistía a ese evento y todo era debido a que estaba casada con Nicholas Starling, conde de Laughton.

Esperaron pacientemente que la fila de carruajes fuera avanzando y cuando les llegó el turno, Morgan desplegó la escalerilla y Nick bajó primero para ayudarlas a descender ofreciéndoles su apoyo.

Se situó en el centro de ambas y les ofreció el brazo para acompañarlas hasta el interior donde, Carlisle junto con su esposa, recibían a todo aquel que iba llegando.

Todo era  fastuoso, la iluminación interior era tal que parecía el que el sol brillaba aún y no que era noche cerrada. Se alegró de haber escogido ese vestido para esa ocasión porque todos llevaban, sin lugar a equivocarse, sus mejores galas. Con la mano libre comprobó que la gargantilla  seguía allí tocando la lágrima roja que descansaba entre sus senos.

Les tocó el turno de saludar a los anfitriones y tras unas breves reverencias fuero conducidos hasta un salón donde se servirían unos refrigerios antes de la cena.

Recorrió la estancia con la mirada y toda su alegría se esfumó cuando reconoció al hombre que se reclinaba sobre una de las damas para escuchar lo que ésta le decía.

Era Lord Carmichael y su acompañante Lady Margaret, antigua amante de su marido.

La escudriñó tratando que su examen no fuera evidente. Era toda una belleza rubia, con la piel de alabastro y un bonito y elegante cuerpo. Todo en ella era delicado. El estómago se le  encogió al pensar en Nick besando, en Nick acariciando, en Nick disfrutando con esa mujer. ¿Cómo podía pensar ella que mantendría su interés  por mucho tiempo?. Las inseguridades volvieron a salir a flote pero intentó hacerlas desaparecer con determinación. 

Nick era suyo. La quería a ella. Se lo había dicho infinidad de veces durante los últimos días. No tenía nada que temer. Pero al fijarse en ella de nuevo pensó que los hombres eran inconstantes y que si una mujer así se proponía conquistarlos....

Alejando la  idea de su mente y se giró para entablar conversación con Lord y Lady Abbot, que se habían acercado para saludarlos, pero Nick tenía su mirada puesta en otra zona del salón y Meredith juraría  que era justo dónde se encontraba su antigua amiga.

Intentó mantener la sonrisa en la cara mientras  le entraban ganas de hundirle el codo en las costillas. 

Estaba deseando que la noche acabara y no había hecho más que empezar.

Nick intentó contener el deseo de atravesar el salón y borrarle esa sonrisa de suficiencia a Carmichael. No esperaba encontrarlo allí y mucho menos tener que soportar  su presencia durante toda la velada. Inclinó la cabeza en su dirección en señal de reconocimiento cuando sus miradas se encontraron y una mueca lobuna se dibujó en sus labios al ver como el hombre intentaba disumular su odio al devolverle el saludo de igual forma.

¡Mierda! Acababa de ver quien era la acompañante de Folk, Lady Margaret. Habían mantenido una relación en el pasado y aunque sabía que en algún momento Meredith se tendría que encontrar con algunas de sus antiguas amantes no se sentía cómodo que lo hiciera con Maggi.

Era una viuda, aún joven, que disfrutaba de su libertad tras haber soportado durante algunos años a su decrépito marido. Desde el momento en que enviudó una larga lista de caballeros habían pasado por su cama y ella no trataba de ocultar ese hecho. Es más disfrutaba protagonizando escándalo tras escándalo. Según ella había sido recatada durante demasiado tiempo y las damas no se divertían tanto como ella pretendía hacerlo.

Todo lo que hacía lo realizaba con algún fin. Y su juego preferido era la seducción. Se decía que era insaciable, cosa que el podía constatar en más de un sentido, y que no había hombre dentro del servicio de su casa de Londres, y de las demás propiedades, que no hubiera disfrutado de sus favores

En el pasado había encontrado incluso gracioso como ella ponía en más de un brete a sus amantes insisuándoseles delante de sus esposas pero en ese momento no estaba dispuesto a experimentarlo en sus propias carnes. No cuando Meredith estaba empezando a confiar en él. 

Ella alzó la mirada y se relamió al reconocerlo.

¡Maldita sea su suerte! Nada impediría que es mujer coqueteara con descaro. Nunca encajó demasido bien que él fuera el que rompiera la relación, por muy corta que hubiera sido, ya que ella se jactaba de ir despreciando a sus amantes por no poderla satisfacer plenamente.

La vió comentar algo con Carmichael y con la mirada puesta en él se acercaba sin dejar de acariciarce el escote.

Nick se encogió mentalmente. 

Se avecinaban problemas, y con mayúsculas, y lo único que podía hacer era intentar paliarlos lo mejor posible.

Cubrió con su mano la de Meredith que descansaba en su antebrazo y se la oprimió. Ella lo miró y después clavó sus ojos en la pareja que se acercaba. Nick intuía que ella lo sabía pero eso pasó antes de conocerla y no tenía que pensar que él estaba dispuesto a reanudar algo con Lady Margaret. Tendría que confiar en él porque si no cada vez que ocurriera algo similar ella recelaría de su fidelidad. Se movío para quedar junto a ella y asi hacerla sentir segura ante la inminente confrontación.

  - Nick, querido, no te veía desde que desapareciste tras tu boda.- Lady Margaret era todo candor al pronunciar la puya.

  Meredith entrecerró los ojos y supo que tendría que contenerse si no quería que Lady Abbot, la mayor cotilla de todo Londres, tuviera otro chisme jugoso que contar después de esa noche.

 - Tuve asuntos que resolver.- Fue la escueta respuesta de Nick.

Se inclinó para besarle la mano que le tendía pero ella aprovechó para plantarle un beso en la mejilla, tan cerca de la comisura de los labios que Meredith notó como su temperatura corporal subía varios grados ante su descaro. Primero lo había llamado por su nombre y segundo lo había besado con la familiaridad que se le reservaba a los parientes. 

Afortunadamente notó que Nick la miró censurando su conducta y eso la apaciguó un poco. Pero sólo un poco.

  - Permíteme presentarte a mi mujer, Meredith, ahora Lady Laugthon.- Dijo con orgullo mientras le acariciaba la mejilla con el dorso de la mano.

  Meredith sabía que lo hacía para hacerle saber que no tenía nada que temer y se lo agradeció con una sonrisa.

  - Encantada de conocerla, Lady Margaret.- Intentó que su voz sonara lo más dulce posible.

   La belleza rubia la observó durante unos segundos, que parecieron eternos, y después simplemente inclinó la cabeza  y se volvió ingnorándola para dedicarse por completo a contemplar sin tapujos a su marido.

   Meredith se sorprendía de que no estuviera echando humo por las orejas ante el descaro de la dama.

 Carmichael aprovechó para saludar  a todos los reunidos y a Meredith le  sostuvo la mano un poco más de lo permitido pero ella no pareció darse cuenta siquiera de ello porque toda su atención estaba en su acompañante que parecía que quisiera comerse a Nick en ese mismo instante si hubiera podido.

  Lady Abbot estaba  disfrutando de lo lindo y movía sus inquietos ojos de una lado a otro tratando de captar los máximos detalles posibles de la escena que se estaba desarrollando frente a ella, para luego poder contarlos y agregar algunos de su propia cosecha.

  - Querido, has sido muy pero que muy malo.- Lady Margaret le pasó sus elegantes dedos sobre la manga con una familiaridad que no dejaba lugar a dudas de lo que había existido entre ellos.- No he tenido noticias de ti desde tu compromiso pero ahora que nos hemos encontrado espero retomar nuestra antigua amistad.- Dijo zalamera.

  Se oyeron varios jadeos de sorpresa de parte de todos los que habían escuchado la abierta invitación, pero Nick sólo escuchó como Meredith aspiró con fuerza entre los dientes.

  - Si mal no recuerdo, Lady Margaret, nuestros caminos no se cruzan desde mucho antes.- Ya no iba a intentar enmascarar su enfado hablando con educación.- Y en lo referente a reanudar nuestra amistad, temo que me va a ser totalmento imposible. La vida de casado me absorbe por completo.- 

  Nick le pasó un brazo a su esposa por la cintura para que nadie dudara de lo que quería decir. Si estuviera a solas con esa zorra le hubiera pasado las manos por el cuello y hubiera apretado hasta darle un buen susto. Sabía de su lengua viperina pero estaba pasando la línea de lo que él podía aguantar sin mostrarse abiertamente descortes. Meredith no se merecía estar en boca de todos otra vez. Dando de que hablar.  Todo tenía su límite.

  Maggi se recompuso ante sus palabras y por un segundo lo miró con ojos acerados. 

  Meredith estaba a punto de estallar. Notó la mirada de Lady Margaret sobre ella. La repasó lentamente de abajo a arriba con gesto despectivo.

  - ¿Sabes? No entiendo como tus gustos han cambiado tanto y has terminado casado con alguien como ella.- Le miró el vientre fijamente.- Aunque claro que siempre hay una explicación.- Sonrió ante su ocurrencia.- ¿Quizá quieran darnos una noticia de un posible embarazo?.

  Lady Abbot se abanicó con más fuerza ante el comentario. Lord Abbot gruñó desaprobando por completo la actitud de la señora y Meredith casi salta sobre ella en ese mismo momento. Sólo se lo impidió el pensar que era lo que ella estaba buscando, provocarla hasta que montara una escena y así luego contar que ella la atacó por celos. Daría igual que hubiera testigos de lo que realmente había ocurrido porque cada uno creería lo que quisiera una vez que las diferentes versiones circularan libremente. Y eso sin contar que una dama,  mucho menos una condesa, no podía pelearse como una vulgar verdulera en el salon de una de las familias más prestigiosas de la nobleza.

   - ¿Sabe, Lady Margaret? Tiene usted toda la razón en una cosa.- Moduló la voz para que la rabia que sentía no se notara.

   - ¿Sí, la tengo?.- Maggi parpadeó porque no esperaba que le dieran la razón.

   - Pos supuesto. - Asintió sonriente aunque notaba que la comisura de los labios se le rajarían por el esfuerzo.- Los hombres como mi marido suelen disfrutar durante su soltería de aquello que creen que les gusta, pero a la hora de casarse, de buscar a alguien con la que compartir el resto de su vida, eligen aquello que les gusta realmente.- Miró con adoración a Nick.- Después de todo es bien sabido que los libertinos son los mejores maridos, ya que han experimentado durante bastante tiempo de plena libertad y cuando se casan le muestran a sus esposas todo aquello que han aprendido durante el proceso.

   Lady Margaret no intentó ocultar su odio ante sus palabras, iba a responder pero Meredith la interrumpió con un gesto.

  - Ahora si nos disculpan, mi marido y yo tenemos que saludar al resto de invitados.- 

  Se escucharon algunas risas provenientes de Lord Abbot mientras Meredith se alejaba del brazo de Nick.

  - Vaya parece que  la gatita ha sacado sus uñas.- Dijo Lady Abbot la mar de divertida.- Querido, allí veo a Lady Pembrooke, vayamos a saludarla.

   Margaret abrió el abanico con fuerza y miró a Carmichael.

   - Querida, tu te lo has buscado.- Sentenció Alec y comenzó a reir con ganas. Esa pelirroja cada vez le gustaba más.

   Varias cabezas se giraron ante las carcajadas tan poco propias de una reunión tan elegante y vieron como Lady Margaret partía las varillas del abanico al pegarle bruscamente  a Carmichael con él.

   Meredith aceleró el paso hasta el tocador. Necesitaba quedarse sola durante  unos instantes y rezó porque el lugar habilitado para que las damas se acicalaran estuviera desierto.

   Entró pausadamente y cuando vió que sólo una doncella se hallaba dentro suspiró de alivio. Se acercó a la palangana para lavarse las manos y poder humedecerse la frente con dedos temblorosos. La cena había sido de lo más espantosa posible porque el diablo parecía que había jugado con ella esa noche.

Justo enfrente habían situado a Lady Margaret y a su lado, por supuesto, a Carmichael. Esa horrible mujer había procurado durante todo el tiempo centrar la atención en su persona pero no había vuelto a hacer ningún tipo de alusión al matrimomio de Nick, sin embargo le lanzaba miradas coquetas y mohines de sus bien perfilados labios. Su marido, por supuesto, había tratado de ignorarlos pero cuando todos alrededor estaban pendientes de su flirteo era casi imposible no sentirse incómodo. 

Carmichael por su lado se había dedicado a sonreir divertido ante cualquier disparate que a su compañera se le ocurría y en más de una  ocasión había posado su fría mirada sobre ella. Meredith trataba de fingir que no se daba cuenta pero sabía que fracasaba estrepitosamente en su intento. 

En cuanto había podido se había escapado. Tendría que volver antes que la cantante de opera contratada para amenizar la velada comenzara con su interpretación pero esperaba que a su regreso estuviera más serena.

Si pudiera desaparecería para volver a su casa, llevándose con ella a Nick, por descontado, no lo dejaría cerca de la insoportable rubia por nada del mundo, pero sabía que no podía hacerlo, tenía que fingir que todo estaba bien para no darle el gusto, a la arpía, de saber que una noche que esperaba fuera maravillosa había terminando siendo más bien una pesadilla que no tenía pinta de terminar pronto.

Se miró en el espejo y su reflejo le devolvió a una mujer que no parecía estar pasando por un mal trago. Ensayó una sonrisa y con ella puesta volvió para enfrentar de nuevo a la víbora de dos cabezas.

 Nick intentaba mostrarse impasible pero le estaba siendo realmente imposible seguir como si nada. Maggi estaba disfrutando incomodando una y otra vez a Meredith con sus insinuaciones. Esperarían un poco más y se marcharían,  en cuanto fuera posible, para no desairar a sus anfitriones con su pronta partida. Si de él dependiera lo habría hecho antes de la cena incluso, pero eso hubiera supuesto una victoria para Margaret y entonces no dejaría en paz a su mujer hasta que se cansara de su ridículo juego.

Sonrió al recordar lo bien que se había defendido Meredith de los ataques verbales de Maggi.

Sí, sin duda, su mujer sabía defenderse sola. No hacía falta que el interviniera lo más mínimo.

  - Lord Laughton.-

Nick escuchó una voz que lo llamaba y se giró. Era uno de los lacayos quien lo requería.

  -¿Sí?.- 

  - Su excelencia, la condesa de Lauhgton, se encuentra en una de los saloncitos.- Dijo servil.- Le ruega que se reuna con ella ya que está algo indispuesta.

  Nick pensó que los nervios habían podido con ella. Momentos antes se había retirado para ir al tocador de señoras y seguramente había perdido el valor de volver a enfrentarse con la lengua venenosa de Lady Margaret.

  - Esta bien. ¿Podría indicarme donde está la condesa exactamente?.-

  El lacayo se inclinó y con una mano le indicó educadamente que lo precediera.

 Meredith  buscó, entre los diferentes grupos que se encontraban distribuidos por la estancia, a Nick. Por su elevada estatura debería de resultar sencillo pero por lo visto no le era posible localizarlo. 

Intentó encontrar a Abby y enseguida la vió hablando tranquilamente con Lady Carlisle  cerca del piano de cola que serviría de acompañamiento a la cantante momentos después.

Sorteó a varias  personas hasta que Carmichael se interpuso en su camino. Lo miró de forma altiva, había copiado el gesto de Marion, y con la mirada le instó a apartarse de su camino.

  -Lady Laughton, he esperado toda la noche para poder hablar con usted un momento.- Dijo educadamente.

   - Creo que usted y yo no tenemos nada de que hablar, así que, puede esperar el resto de la velada.- Lo rodeó para proseguir su camino pero se detuvo al notar como su mano la retenía sujetándola por el codo.

   Meredith miró primero el lugar por el que la sujetaba y después lo miró a él directamente  a los ojos. Carmichael apartó la mano en el acto.

    - Sólo quisiera  excusarme ante usted por mi comportamiento de los últimos días.- Le dijo apenado.- Creí que sabía a que estábamos jugando, o más bien pensé que lo comprendía porque era lo que deseaba, pero cuando me explicó en el teatro que no estaba dispuesta a mantener ningun tipo de amistad conmigo, me di cuenta de mi error.- Bajó la vista avergonzado.- Siento muchísimo si le  he ocasionado algún tipo de contratiempo. No era mi intención y ruego que me disculpe.

   Meredith lo observaba atentamente intentando averiguar que se traía entre manos. Se le veía arrepentido, sonaba arrepentido, pero no sabía porqué pero no le creía. Algo le decía que tuviera cuidado con él, aunque quizá estaba juzgándolo muy duramente y realmente lo sentía.

  Decidió ser diplomática con el asunto, lo perdonaría y no tendría nada que ver  con él en el futuro.

  - Si es mi perdón lo quebusca, está perdonado y ahora si me permite.- Echó un último vistazo a su alrededor para ver si encontraba a Nick.

  - ¿Busca por casualidad a Laughton?.- Dijo Carmichael solícito.

  - Sí,¿Lo ha visto?.- Preguntó desconfiada.

  - La verdad es que sí, ha salido hace escasos minutos por la puerta. Me lo he cruzado en el vestíbulo y creo que ha entrado en una de  las habitaciones. Si le sirve de ayuda puedo ir a buscarlo.- La miró seriamente mientras esperaba una respueta.

  Meredith se encogío ante  la proposición. Lo único que le faltaba esa noche es que ese par se encontraran a solas en una habitación. Estaba segura que sin mediar ningún tipo de provocación por ninguna de las  partes, un simple comentario mal entendido haría que terminaran a golpes.

  . No, no....no hará falta. Gracias.-

  Se alejó intentando que no se le  notara  lo ansiosa que estaba por tener de nuevo a Nick a su lado. Estaba deseando irse.

Recorrió el amplio pasillo y miró en cada una de las habitaciones que se iba encontrando. Cerraba la puerta de una de ellas cuando una risa sensual le llegó desde  la estancia de al lado. Sin saber bien porqué intentó no hacer ruido al andar aunque las suaves chinelas  que calzaba no podrían hacerlo aunque saltara sobre  ellas. Quizá una pareja se había escondido allí para algo más que hablar. ¿Debía irse sin mirar?. Otra risa y unos susurros llegaron hasta sus oidos y le pareció, sólo le pareció, escuchar la voz ronca de Nick. Se aproximó y solo tuvo que empujar la puerta que se encontraba entreabierta para ver el interior.

Dejó de respirar por un momento y luego soltó el aire de repente.

Lady Margaret se encontraba pegada a Nick. Sus brazos le rodeaban el cuello mientras que se alzaba para acceder a su boca. Una de sus bonitas manos lo aproximaron a ella enredando los dedos entre su negro pelo.

Abrió la boca para decir algo pero no emitió ningún tipo de sonido.

Nick la sostenía por la cintura y al verlo un nudo se le formó en la garganta imposible de tragar. ¿Había estado ignorando durante toda la noche a Lady Devoradora para que ella no sospechara que seguían viéndose?. ¡Cómo se debían de  haber reido los dos de ella mientras  tanto!.

Gimió ante el dolor que le producía la escena. Ante el engaño del hombre que creía  sincero. Después  de todo era un mujeriego. ¿ De verdad había pensado que se reformaría y la  adoraría ?¿A ella?. Rió amargamente tan descabellada idea.

 Nick intentaba alejar a Maggi de su lado. Estaba cansado de explicarle una y otra vez que no volverían a estar juntos, pero ella parecía no entenderlo aún. Se disponía a marcharse en cuanto supo que no era su esposa la que lo esperaba indispuesta allí, sino Lady Margaret. Había encontrado, mediante un subterfugio, la manera de hallarse a solas con él.

Aprovechó para dejarle en claro que dejara en paz a Meredith o no tendría ningún tipo de problema en hacerle la vida imposible. Si a ella  le gustaba jugar sucio, él disfrutaba haciéndolo también. Y estaba seguro de salir vencedor de aquella contienda, por llamarla de alguna forma.

En cuanto le dejó las cosas  claras se giró para dejarla sola. No tenía nada más que decir, pero ella se le lanzó encima intentando besarle. La sujetó por la cintura para impedirle que se acercara más a él cuando algo le hizo girar la cabeza.

¡ Malcición y condenación!. ¿Podía tener peor suerte?. Meredith se hallaba allí, de pie mirándolo con los ojos desorbitados por la sorpresa y condenándolo con la mirada. 

Empujó a Margaret lejos de él y ni siquiera reparó en que trastabillaba y caía de forma muy poco digna sobre el trasero.

   -¿Meredith?.- Se acercó a ella extendiendo su mano para alcanzarla pero vió como retrocedía. Se recogía la falda del vestido y desaparecía antes de que hubiera  podido detenerla.

¡Otra vez no! No estaba dispuesto a que saliera corriendo como el día de su boda, aunque en esta ocasión podía pensar lo peor. Pero él le explicaría y ella tendría que creerle porque le diría la verdad y nada más que la verdad.

Volvió a maldecir una y otra vez mientras dejaba en el suelo a Lady Margaret que no paraba de insultarlo por no ayudarla a levantarse.

  

   


  

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