Capítulo 24
Meredith se despertó pero era incapaz de abrir los ojos o mover un sólo músculo. Estaba desnuda y rodeada por completo por Nick. Una de sus manos le sostenía un pecho como si no hubiera tenido bastante con lo que le habia hecho durante toda la noche o pensara que podia desaparecer sin más. Lo sentía desnudo pegado a su espalda y eso le bastaba para sentirse maravillosamente bien.
Al pensar en lo ocurrido se asombró de que pudiera incluso pensar. Estaba exhausta y notaba una leve incomodidad entre las piernas pero no se sorprendió porque Nick le había demostrado con creces que era un toro, y de los bravos.
Rió ante su ocurrencia y se pegó más a su cuerpo sintiendo el calor de su piel.
Tenía que reconocer que hasta el amanecer, momento en el que Nick consideró que tenían que dormir algo, no le había dado un minuto de tregua. La volvía a excitar una y otra vez cuando pensaba que era imposible que su laxo cuerpo volviera a la vida y la había adorado en cada ocasión, le había demostrado cuanto la amaba en cada caricia, en cada gesto, en cada mirada.
Aún no podía creer que ella, alguien que no era especialmente bella ni atractiva, hubiera conseguido el amor de alguien como su marido. Se sentía muy afortunada y ahora que era suyo no permitiría que nadie se interpusiera. Antes se helaría el infierno.
Se dió cuenta que era una persona posesiva pero después de todo Nick, era SU MARIDO y eso le daba derecho para serlo. De algo tenía que servir llevar un anillo en su dedo.
Había escuchado más de una vez insinuaciones, por parte de aquellas señoras que en algún momento se había relacionado con Nick, sobre sus artes amatorias y ahora entendía el porqué más de una seguía intentando llamar su atención. Aunque no tenía con quien comparar sabía que para ella era el único que la hacía sentirse plena y con eso le bastaba.
Nick era suyo como ella era de él.
El pecho se le lleno de dicha ante esa idea. Después de todo su noche de bodas había sido digna de recordarse. Tardía pero intensa.
Se acomodó mejor sobre el brazo que le servía de almohada y suspiró de felicidad.
Sólo había algo de lo que aún no habían hablado pero ella estaba dispuesta a hacerlo en cuanto tuviera oportunidad. No podía posponerlo por más tiempo. No después de que él le confesara su amor hacía unas horas. Tendría que explicarle lo de "William" y porque hizo aquello. ¿Y si él pensaba que era una persona fría y calculadora por haber urdido ese engaño?. Su alegría desapareció por completo ante la duda que la asaltaba pero sabía que peor era que él creyera que ella podía guardar algún tipo de sentimientos por alguien imaginario.
Se lo tendría que decir y cuanto antes mejor.
Estaba tan perdida en sus pensamientos que no notó que Nick había despertado. La apretó contra su pecho y le besó la nuca para luego pasarle la lengua muy lentamente. Un escalofrío la recorrió desde la punta de los dedos de los pies hasta la raiz del cabello. Parecía que su cuerpo reaccionaba todavía cuando debería de estar agotado. Su mano se desplazó hasta el vientre para empujarla hacia él. Su miembro estaba dispuesto para jugar de nuevo y lo notaba en todo su esplendor pegado a su trasero.
- Buenos días.- Le dijo arrastrando las palabras mientras le besaba la espalda.
Meredith reaccionó ante sus caricias y se frotó contra él incitándolo a seguir.
- Parece que la señora condesa no quedó satisfecha después de toda la noche. - Murmuró apenas junto a su oido.- Bien, porque yo tampoco he tenido bastante de ti.
Y pasó a demostrarle cuanta verdad había en sus palabras.
Estaba todavía recuperándose del último asalto a sus sentidos cuando Nick brincó de la cama, se puso una bata y salió de la habitación.
Meredith parpadeó ante la energía que tenía ese hombre. Ella no pensaba poner un pie en el suelo al menos en dos semanas, eso contando que él no pasara ese tiempo con ella en la cama porque entonces no se recuperaría nunca.
Se estiró como una gata después de una buena siesta. Era una sensación maravillosa el querer y saberse querida y estaba dispuesta a disfrutarla plenamente.
Escuchó la puerta abrirse y Nick apareció con un plato de galletas de avena.
Le sonrió de tal manera que ella se derritió al mirarlo.
- Veo que has traido algo de comer para ti, porque a mi no me gustan las galletas.- Dijo haciendo un mohín.
Nick mordió una sin parar de sonreir y volvió a la cama con el plato.
- Eres una personita muy huraña, Meredith.- Le dijo divertido.- He encargado que nos traigan el desayuno. Algo consistente porque hay que reponer fuerzas.- La miró de reojo.- No queremos que te desmayes por falta de alimento ¿verdad?.- Terminó la galleta y cojió otra del plato que había dejado en el centro de la cama.
- ¿No bajamos a desayunar?.- Meredith miraba como su boca se movía al masticar y apartó la vista al comenzar a imaginar..
- No, hoy te mantendré secuestrada en esta habitación. Nos traeran lo que pidamos y tu serás mi esclava sexual.- Su voz volvía a enronquecerse.- Sobre todo si me sigues mirando de esa manera.-Aclaró.-
Meredith se puso de rodillas mientras las sábanas resbalaban dejando a la vista su cuerpo desnudo. Nick se quedó con la boca abierta y la galleta a escasos centímetros de sus labios. Le recorrió con ojos hambrientos todo el cuerpo pero cuando se disponía a avalanzarse sobre ella llamaron a la puerta.
Nick estaba pletórico, la noche pasada había sido sin duda perfecta. Hacer el amor con Meredith le había abierto una puerta a un lugar que hasta ahora no había visitado. Había comprendido por fin lo que otros decían sobre la diferencia de hacer el amor o practicar sexo. El siempre defendió que era lo mismo pero desde ahora era un aferrimo defensor de " hacer el amor" . Ahora comprendía esa unión espiritual que le faltaba cuando había mantenido relaciones con sus amantes porque al compararlo con las sensaciones que le producía tener a Meredith entre sus brazos quedaban en muy mal lugar. Habían sido huecas y vacías. La satisfacción física estaba muy bien pero no tenía comparación con lo que sentía al notar que otro cuerpo vibraba al mismo tiempo que el tuyo. Que la otra persona respondía al mínimo roce de tus manos. Ahora que lo había probado no estaba dispuesto a renunciar a ello. Nunca.
Meredith era una persona muy sensual. Lo había sabido siempre y estaba muy satisfecho de haber tenido razón. Cuando descubrió que bajo el camisón iba totalmente desnuda, que nada más le impedía recorrer su piel que una finísima tela casi le provoca un ataque al corazón.
Eso le hacía pensar que una vez que adquiriera experiencia y superara los temores de las primeras veces tendría que tener mucho cuidado con ella porque podía darle más de una sorpresa.
Eso no sería ningún inconveniente, es más estaba deseando que le diera ese tipo de problemas.
A pesar de creer que le había exigido demasiado durante su primer encuentro, no podía apartar las manos de Meredith. Necesitaba tocarla, estar en contacto con ella de alguna forma. Sabía que tenía que estar dolorida por sus exigencias pero había decidido ser egoista y no dejarla salir de esa cama hasta que los dos cayeran rendidos.
Le puso un arándano entre los labios y ella perezosa abrió la boca con los ojos cerrados. Estaba tumbada en la cama dejándo que Nick le diera de comer. La punta rosada de su lengua le acarició el dedo cuando tomó el fruto entre los dientes y Nick notó como su entrepierna respondía ante el gesto.
¡Demonios! No sabía las veces que había hecho el amor a la provocadora pelirroja que tenía en su cama pero parecía que no eran suficientes. A este ritmo no saldrían de la cama en días. Sonriendo pensó que no era mala idea.
- No puedo más, Nick. Si me das algo más de comer, reventaré ante tus ojos.- Suspiró satisfecha.
- Bueno, espero que de lo único que estés satisfecha por ahora sea de comida.- Le besó para probar el sabor de la fruta en sus labios. ¡Deliciosos!.
Meredith le respondió con un beso lento, enroscando su lengua con la de él, para luego separarse riendo.
- Para.- Le dió un suave golpe en el hombro.- Dejame reponer fuerzas ¿No querras que me desmaye, verdad?.- Rió con ganas cuando se abalanzó sobre ella para castigarla por su descaro al devolverle sus palabras.
Nick la apresó entre sus brazos y la inmovilizo para que no escapara. Ese era su lugar, entre sus brazos y la besó de nuevo para confirmarlo.
Ella le miraba con adoración cuando teminó de besarla pero en un momento su expresión cambió y se volvió cautelosa. Le iba a preguntar que le ocurría pero Meredith habló primero.
- Te mentí.- Le dijo acaricandole la mejilla . Sus ojos se volvieron vidriosos y esquivaron los suyos.
Nick sintió un manto helado cubrirlo de las cabeza a los pies. " Te mentí " , ¿en qué lo había hecho, acaso no lo amaba, lo habría dicho bajo el influjo de la pasión, a qué demonios se refería?. Intentó tranquilizarse para no saltar de la cama y encararla hasta que no supiera que quería decir con sus palabras.
- ¿Lo hiciste?- Dijo con precaución.
No, tenía que ser otra cosa. Nadie podía fingir tan bien ¿o sí? Quizá el deseo de ser correspondido le había jugado una mala pasada y veía cosas donde no las había.
Meredith asintió con la cabeza. Intentó hablar pero no le salieron las palabras. Una lágrima resbalo por su mejilla. El la observó caer y respiró hondo esperando. Un puño le atenazaba el corazón.
- Meredith, dime que ocurre. No puede ser algo tan horrible como para que estés así- La animó pero no estaba seguro de querer oirlo. Prefería vivir en la ignorancia si el conocimiento no iba a ser de su agrado.
- Recuerdas nuestra primera noche.- El fue a contestar que no la podría olvidar mientras viviera pero ella se lo impidió poniéndole un dedo en los labios.- No, no contestes, sé que la recuerdas, pero dejame decirlo de una vez o no podré volver a tener el valor de hacerlo.-
Nick calló pero estaba a punto de agotar cualquier respuesta educada. Los celos lo carcomían de nuevo
.- Cuando os escuche a ti y a Damon en la terraza pensé que tu estabas enamorado de Elizabeh. Yo entonces estaba ya completamente enamorada de ti.- Se removió inquieta bajo su cuerpo, pero seguía sin mirarlo.
Al escucharla Nick no pudo evitar besarla con desesperación. No le importaba que tenía que contarle sobre aquella noche. Lo unico que quería saber era que ella lo amaba. Ella se abrió a sus besos y le correspondió con la misma entrega.
Se apartó con pesar mientras la observaba atentamente.
- No tienes que decir nada más, Meredith no me importa. Si te hace daño decirlo no tienes que hacerlo.- Le limpió una lágrima que quedó presa en sus pestañas.
Ella afirmó con la cabeza y le besó la palma de la mano.
- Pero es que tengo que decirlo por eso mismo. Porque no puedo guardarlo para mí y quede alguna duda entre los dos.- Dijo suavemente pero con voz más firme.- Cuando creía que querías a otra pensé que no podías saber de ningún modo que yo te amaba, sería un golpe muy duro para mi. Así que si no accedías a retardar la noche de bodas....- Lo miró con timidez.- Estaba aterrrada, Nick. Si hubiera sabido que sería tan maravillosa yo misma te hubiera subido por las escalera y te habría obligado a cumplir con tu deber de esposo.- Sonrió ante la imagen y retomo el hilo de la conversación- Si no querías posponer la consumación, entonces tendría que buscar algo que hiciera que te detuvieras.
Llegados a éste punto cerró los ojos y tomó aire para luego expulsarlo lentamente.
- Tu no quisiste ni hablar de ello, y yo estaba muy enfadada contigo, por no quererme a mi, o más bien por querer a otra.- Bajó la voz.
Nick tuvo que acercarse más aún para poder escucharla. No se atrevía a interrumpirla porque se daba cuenta de que aquello que le preocupaba era muy importante para ella.
- Así que cuando estabamos...bueno, tu me entiendes....-Dijo nerviosa.- Pensé que si decía el nombre de otro tu no seguirías adelante. Pudo ser cualquier nombre, Nick, pronuncié el de William, pero pude decir Michael, James o Robert. Pudo ser cualquiera.
Nick tardó en comprender lo que le quería decir con aquello.
Entonces no existía el tal William. No había otro hombre en la vida de Meredith con el que competir por su amor, con el que tener cuidado por si ella seguía sintiendo algo, al que recordar siempre como lo que no pudo ser.
La tranquilidad lo inundó. Su cuerpo se relajo por completo. Estaba enfadado por supuesto, por todo lo que había supuesto esa mentira. Por todo el tiempo perdido, pero eso no era fundamental en ese momento. Ahora, lo único importante era que todo estaba aclarado y que ambos podían estar tranquilos. Ella por haber confesado su engaño y él porque eso lo había estado carcomiendo día tras días. Hora tras hora.
Enterró el rostro en la curva de su cuello e inhaló su aroma. Ella se mantenía inmóvil y desplazó su cuerpo para abrazarla sobre su pecho.
- Meredith, no importa.- Le besó la frente y la abrazó para transmitirle todo su amor.- Entiendo porqué lo hiciste.- Le acaricio el costado hasta llegar a la curva de su cadera.- Pero si lo hubieras dicho antes.- Supiró de forma dramática.- ¡Imagínate la de noches frustadas que nos habríamos ahorrado!.- Concluyó riéndose y haciendo que ella también lo hiciera.
No permitiría que ese día se estropeara por nada del mundo.
Meredith le pertenecía y eso era un hecho tan real como que que el sol salía todos los días por el Este.
El sol brillaba en todo su esplendor y en el cielo no se apreciaba amenaza de que fuera cambiar. Meredith sentía que los últimos días habían sido los más felices de su vida. A veces pensaba que nada podría ser más perfecto y entonces Nick hacía o decía algo que echaba por tierra ese pensamiento haciendo que su amor por él aumentara.
Miró de forma crítica el centro de flores que estaba montando y tras darle su visto bueno lo colocó donde pudiera ser apreciado, justo en la entrada.
Eso le hizo recordar las flores que no había dejado de recibir de Carmichael, al ver que no dejaban de llegar cada día, había ordenado que no aceptaran ninguna más y que fueran devueltas. No sabía si tendría que comentarle algo Nick pero primero quería intentar que Folk se atuviera a razones y dejara su estúpida actitud. Ella en ningún momento le había dado alas para que pensara que no le importaría tener algo más íntimo con él.
Estaba concentrada preparando otro arreglo floral para el saloncito del desayuno cuando Abby entró en la habitación. Había llegado el día anterior para poder asistir a la cena de los Carlisle que se celebraría al día siguiente pero esa noche todos iban a ir al teatro a Drury Lane.
La saludó con una sonrisa afectuosa mientras ella le besaba la mejilla con cariño.
- Querida, tendrás que prepararme otro centro para mí habitación.- Admiró el que estaba preparando de azucenas y lirios.
- Por supuesto, será el siguiente, Abby.-
Meredith se sentía afortunada de tener por madre política a alguien como Abby, la palabra suegra nunca la había gustado, le hacia pensar en brujas con escobas y verrugas en la nariz.
- Si me permites, te ayudo. No tengo otra cosa que hacer aquí más que mirarme como me crecen las uñas. Es frustante.- Dijo con tono ligero cogiendo un jarrón para montar otro ramo.
A Meredith le encantaban las flores y le gustaba dedicarse personalmente a preparar las que engalanarían las principales habitaciones de la mansión.
Trabajaron un perfecta armonía durante un buen rato y se sintieron satisfechas de los resultados.
Meredith le dirigió una brillante mirada a la otra mujer y ésta se la devolvió de igual manera.
- Veo que estás muy contenta, Meredith.- Le dijo con voz suave.
No supo como contestar a su afirmación aunque el color de sus mejillas hacía entrever su respuesta. Asintió con la cabeza.
- Me alegro.- Le sostuvo las manos entre las suyas y se las apretó.- Tengo que agradecerte que hagas feliz a mi hijo, nunca lo había visto tan relajado. No desde.....- Calló y la miró indecisa.- Ven siéntate, querida.
Meredith la siguió hasta el sofá a rayas azules y blancas que precidía la habitación. Ambas se sentaron muy cerca. Percibía el nerviosismo de Abby pero a la vez notaba su resolución en mantener esa conversación.
- Quiero contarte algo y con ello no pretendo excusarme por mi comportamiento, lo hecho, hecho está y no se puede cambiar el pasado.- Sus ojos adquirieron un velo de tristeza.- Sólo pretendo que entiendas la situación entre Nick y yo, y porque considero que a través de ti mi relación con él es mucho mejor de lo que creí que pudiera ser.- Se quedó pensativa, ordenando su ideas durante un momento y luego prosiguió.- Yo tenía dieciocho años y estaba prometida a John Carpenter, era un muchacho de buena familia, y lo amaba con todo mi corazón.- Sonrió ante el recuerdo.- Poco antes de la boda sufrió un accidente, su carruaje se despeñó, y murió. Estaba desesperada porque entonces ya sabía que estaba embarazada de Nick, ¿Dónde podría ir si mi familia me repudiaba?. Fueron unos días horribles pero cuando se lo conté a mi padre, él no dudó en darme su apoyo y su cariño.
Inspiró hondo para darse valor y continuar.
-Mi familia tenía negocios con Harry, mi difunto esposo, y así lo conocí. El conde de Laughton estaba invitado a casa y era todo un acontecimiento. Estuvimos realizando preparativos durante mucho tiempo. Cuando llegó todos estábamos muy nerviosos, figúrate un conde nada más y nada menos que en nuestro hogar. Nosotros no somos de sangre azul y eso era todo un privilegio para una familia de nuestra posición. Estuvo varios días y al marcharse me propuso matrimonio. No lo podía creer, yo con aquella tripa que apenas me dejaba moverme, y él diciéndome que quería convertirme en condesa. Me aseguró que no le importaba, que reconocería a mi hijo como suyo propio y lo querría igual que si lo fuera. El tenía ya un heredero, que desgraciadamente murío años después, por lo que Nick tomó poseción del título y la herencia.
Se mantuvo en silencio recordando y continuo en cuanto encontró las palabras para seguir.
- Yo acepté, por supuesto, pero eso no impidió que una gran melancolía se apoderara de mi. Recordaba con demasiada fuerza a John, y cada vez que veía a Nick me hacía más dificil el poder olvidarle. Cada año era más parecido a su padre y yo opté por no tratarlo demasiado. No es que lo abandonara pero a pesar de que lo quería con locura no era capaz de demostrárselo porque el tenerlo cerca me hacía desear lo que podía haber sido y no fue.- Dijo con gran pesar y la miró buscando algo de comprensión.- Aprendí a querer a Harry, no con un amor apasionado pero sí con el respeto a alguien bueno y bondadoso. El me quería, lo sé, y lamento no haberle correspondido como se merecía.
Meredith la escuchaba sin apenas moverse para no interrumpir el relato.
-Me quedé embarazada y nacio Voilet, pero eso sólo contribuyó a que pensara que había traicionado la memoria de John, así que la traté de igual modo que a Nick. El adoraba a su hermana y conforme ambos crecían ella lo seguía allí donde Nicholas fuera. Cuando Violet fue seducida y el hombre en cuestión no ofreció reparación a la ofensa, Nick lo retó a duelo y lo mató. Después decidió marcharse del país porque no podía soportar la perdida, pero antes se molestó en recriminarme, no sin razón, mi falta de interés por mis hijos. Me acusó de no haber prestado la debida atención a Violet y haber permitido que un sinverguenza se aprovechara de ella. Me culpó en gran medida de su muerte y de no haber sido una buena madre para ninguno de los dos.- Las lágrimas le caían sin control y ella trataba de frenarlas con sus dedos.- Y el caso es que tenía razon. Cuando se fue me di cuenta de lo egoista que había sido refugiándome tantos años en mi dolor y no apreciando lo que tenía. Después sus visitas fueron escasas pero nunca hubo un acercamiento entre los dos. Me sorprendí cuando me invitó a su boda y estuve a punto de no presentarme, pero tenía tantas ganas de verle.....Desde que está contigo es otro hombre, Meredith, y creo que ahora entiende hasta cierto punto mi melancolía de entonces. Aunque sé que no tengo excusa para no haber dado amor a mis hijos, por lo menos de no haberles demostrado que lo tenía, ahora creo que podemos acercarnos el uno al otro e intentar recuperar en cierta medida la relación que debería haber sido desde un principio entre madre e hijo.
Merdith lloraba con el corazón encogido, era una historia muy triste. Quizá Abby no había actuado de la mejor manera pero ella sabía que quería a su hijo y con eso bastaba. ¿Quien era ella para juzgarla?.
La abrazó muy fuerte porque no era capaz de hablar debido a los sollozos.
Abby lloraba sintiendose liberada por fin al contarle a alguien lo que tantos años había guardado para ella sola.
El Teatro Real de Drury Lane, situado en Covent Garden, era algo de lo que uno no podía olvidarse una vez que se visitaba. Había sido construido hacia más de dos siglos y después de un incendio se le instalaron medidas para evitar que volviera a ocurrir pero el fuego se había cebado de nuevo con el edificio que tuvo que ser reconstruido y su aspecto actual era simplemente magnífico.
A pesar de que donde se encontraba situado en otro tiempo había sido una zona más que respetable, ahora proliferaban las tabernas donde la ginebra corría con entusiasmo y las prostitutas y toda suerte de buscavidas ocupaban la calle. Lo único que hacía que la sociedad pisara esa parte de Londres era el teatro que a pesar de todo seguía teniendo un buen nombre.
La noche era bastante fría y la niebla comenzaba a hacer su aparición dando al lugar un aspecto peligroso mitigado por las luces que el teatro mantenía encendidas para paliar un poco el efecto.
El palco que poseía Abby tenía una situación privilegiada y Meredith no podía dejar de admirar el trasiego de espectadores que buscaban sus respectivos asientos. Aquel era un lugar para que las damas se lucieran ya que hasta las más cotizadas cortesanas se dejaban ver en los palcos para así ser admiradas y buscar, en caso de que lo necesitaran, un posible protector.
Era bien sabido que el público no era muy dado a respetar a los actores y había habido más de una ocasión en que el abucheo había sido tan intenso que la función se suspendió por temor a que el reparto sufriera algún tipo de agresión.
Todo formaba parte del espectáculo.
Se giró al escuchar como Lady Remington y Marion se disculpaban por su tardanza.
- No se preocupe tía, aún falta para que comience. De todas formas Lady Abbigail y yo estamos muy entretenidas con todo lo que ocurre entre butacas.
Vendedores de toda clase se movían con agilidad entre el público. Flores, dulces incluso fruta podían ser adquiridos antes y durante la representación.
- Ha sido casi imposible llegar hasta aquí.- Lady Remingtyon se sentó pesadamente y abrió su ridículo para sacar el adorado abanico.- Creí que no lo haríamos nunca. El tráfico está cada vez peor en Londres.- Se quejó abanicándose tan fuerte que Meredith penso que las varillas saldrían volando por los aires.
- Siempre ocurre igual las noches de teatro, no es nada nuevo madre.- Marión puso los ojos en blanco como si esa conversación ya la hubiera escuchado más de una vez y a continuación sonrió complice a su prima.
Meredith le devolvió la sonrisa mientras esperaba que Nick apareciera. Las había dejado instaladas y había salido para saludar a Damon y Gabe que se encontraban dos palcos más a su izquierda. Cuando ella le instó a acompañarlo él la detuvo con delicadeza y le sugirió que se quedara haciendo compañía a su madre. Le pareció bastante raro pero no insistió.
- Marion, estás preciosa esta noche.- Meredith la observó detenidamente porque su prima lucía como un angel etéreo.
Su vestido totalmente blanco hacía que toda ella pareciera un haz de luz aunque había que reconocer que no se necesitaba gran cosa para que se viera resplandeciente. La tiara de diamantes que llevaba, una de las pocas joyas que no habían vendido todavía, brillaba con cada movimiento de su cabeza.
Meredith suspiró y pensó que la vida era muy injusta en su reparto de la belleza porque Marion parecía no esforzarse siquiera por parecer lo más favorecedora posible y sin embargo ella tenía que pasar toda la tarde pensando que ponerse y como peinarse para conseguir algo aceptable.
Charlaban las cuatro animadamente cuando las luces del teatro se fueron apagando para que comenzara la obra.
Notó que la cortina se movía a su espalda y Nick entró silenciosamente sentándose a su lado. Le cogió la mano para sostenerla entre las suyas pero antes le besó la palma sin dejar de mirarla.
Meredith tembló como si no hiciera unas pocas horas que había hecho el amor con su marido. Se sorprendía de que cada vez su respuesta era más fuerte y más rápida a su contacto.
Fue ella la que rompió el contacto visual y escuchó como Nick se reía por su reacción. Se enfadó consigo misma porque quería que él también se sintiera igual de afectado por ella pero parecía que eso no era así y eso no tenía ningun atisbo de cambiar. Su control era muy superior al que ella podría llegar a tener en años.
Lo miró de reojo pero Nick estaba hablando con su tía en ese momento. Le acarició con la mirada el sedoso pelo que se le enroscaba en la nuca y sintió ganas de enredar sus dedos en él pero después cambió de opinión al admirar sus anchos hombros y como la chaqueta le marcaba la espalda. Suspiró porque con Nick tan cerca no creía que pudiera concentrarse en la obra.
En ese instante el telón se abrió y comenzó la función.
"El mercader de Venecia" era su obra preferida de entre todas las de Shakespeare y, aunque la había visto representada en otra ocasión, ésta hacía que no pudiera dejar pasar nada de lo que ocurría sobre el escenario.
Unas risas le hizo fruncir el ceño. ¿Cómo era posible que alguien no pudiera estar prestando atención a la trama?. Se esforzó en seguir el diálogo de los actores pero parecía que esa risa no le permitía concentrarse. Las escuchaba cerca, muy cerca y se inclinó para ver de donde provenían.
El otro espectáculo los estaban dando Damon y Gabe, rodeados por cuatro mujeres que no hacían otra cosa que soltar risitas tontas y acariciarlos con descaro. Volvió a acomodarse en su asiento y se propuso semonearlos por no permitirle disfrutar de la representación. Bueno, quizá no les diría nada porque ella no podía exigirles a ninguno de los dos que no se divirtieran. ¿Pero tenían que hacerlo allí, en ese preciso momento? Bien podían irse con su escandalosa compañía a otra parte.
Cada vez estaba más disgustada pero tenía que reconocer que ellos no eran los únicos que no prestaban atención a los esfuerzos de los actores pero sí eran los únicos con los que ella tenía suficiente confianza como para perdirles un poco de consideración.
Se levantó dispuesta a ir y decírles cuatro o cinco palabras pero Nick también se incorporó mirándola con extrañeza.
- ¿Que ocurre, no te sientes bien?.- Le preguntó muy bajo.
Ella le hizo una señal con el dedo para que la siguiera hasta el pasillo.
Una vez que se encontraron fuera del palco se enfrentó con el ceño fruncido a Nick como si éste fuera el responsable de su mal humor.
- Voy a decirles a tus amigos.- Y le golpeó el pecho con un dedo.- que mantengan un poco de silencio pues parece que han venido al teatro a divertirse.
Se giró con decisión pero Nick la agarró por la cintura y entrelazando los brazos alrededor de ella la pegó a su pecho.
-¿No es a eso a lo que venimos todos?.- Le dijo tan cerca que notó su aliento en el cuello.-
- Sí, pero venimos a disfrutar de la obra no de .....tu me entiendes.- El le besaba el cuello y ella casi se olvida de porqué estaba allí y de qué iba a hacer. Se recompuso con un gran esfuerzo.- Nick, para. ¿Es porqué estaban con esas ....ummm....señoritas, por lo que no me dejaste ir a saludarlos antes?.
Se soltó de su abrazo y se volvió para encararlo.
Nick suspiró y la miró muy serio volviéndola a atraer hacia él. Apoyó su frente en la de ella y le habló muy suavemente para calmarla.
- Meredith, son jovenes y tienen derecho a divertirse un poco. Sabes que no son los únicos que vienen al teatro con esa compañía.- Se calló porque ella lo miró entrecerrando los ojos.- Está bien.- Dijo resignado.- Ire y les pediré que bajen el tono, pero será lo único que haré, porque no me haré responsable de si lo cumplen o no ¿entendido?.-
Meredith le dedicó la mejor de sus sonrisasy alzándose sobre la punta de sus pies le besó en los labios. Pretendía que fuera un beso fugaz pero Nick aprovechó para rodearla por los hombros y profundizar el contacto. Meredith se relajó sobre su pecho mientras notaba como el deseo crecia en ella a pasos agigantados. Le buscó con la lengua y él le correspondió con un ardor que hizo que su cuerpo se derritiera como mantequilla.
Nick la desplazó sin dejar de besarla y la pegó a la pared mientras su manos se volvían atrevidas con las caricas. La levantó soteniendola por el trasero y ella abrió las piernas para enroscarse a él. Sus labios le recorrían la piel expuesta de sus pechos y Meredith jadeaba ya debido al placer que sentía arremolinarse entre sus piernas.
De pronto la soltó y Meredith se encontró vacía, abandonada. Nick se había alejado. Ella lo veía pasarse las manos por el pelo intentando calmarse. Se veía bastante alterado aunque no tanto como ella porque sus piernas se negaban a sostenerla y se estaba resbalando por la pared hacia el suelo.
-¿Nick?.- Le dijo pidiendo ayuda.
El la miró y al verla casi en el suelo se apresuró a levantarla y sostenerla sobre su cuerpo. Meredith cerró los ojos y disfrutó de su solidez pero la vibración de su pecho hizo que levantara la cabeza para mirarlo.
- ¿Te estas riendo?.- Le amonestó.
Nick entonces soltó una carcajada sin poder contenerse. Ella también sonrió viéndole lo gracioso a la situación.
- Había escuchado la expresión "Tener a las mujeres a tus pies" pero nunca creí que fuera a verla hecha realidad.- Le besó aún con la sonrisa en los labios.
- Me alegra que sea yo la que haya hecho posible que se te cumpla un sueño.- Contestó bromeando.
Cuando Nick creyó que ella podía sostenerse sin peligro de caer la alejó de él pero le mantuvo un brazo sobre su cintura. Dió unos pasos para volver a entrar en el palco.
- Nick, creo que ese no es el palco de Damon.- Le recordó.
¡Mierda! Pensaba que se olvidaría de esa tontería pero Meredith era como un perro con un hueso, no lo soltaba hasta que se hartaba de él y en este caso no descansaría hasta que él hablara con sus amigos.
Se inclinó burlón ante ella y se marchó.
Meredith vió como Nick desaparecía tras las cortinas de terciopelo que separaban los pasillos de los palcos. Se volvió para entrar en el suyo pero vió que apoyado indolentemente sobre la pared, muy cerca, se encontraba Lord Carmichael.
¿Cuánto tiempo llevaría ahí? Se irguió cuadró los hombros y levantó la barbilla. Todo en un sólo movimiento para enfrentarse a él.
La recorría con la mirada de forma muy poco galante.
- Lord Carmichael...-
- Alec, por favor.- Le dijo mientras se acercaba un paso más.
Meredith tuvo deseos de salir corriendo pero se quedó en el mismo sitio. Tenía que aclarar unas cuantas cosas con ese hombre y antes de que Nick volviera.
- Lord Carmichael,- Continuó como si el no la hubiera interrumpido y haciendo caso omiso de su petición de llamarlo por su nombre.- me alegra verlo. Tengo algo que hablar con usted....
- Yo también me alegro de verla, Meredith, veo que está bastante bien.- Sus ojos se demoraron más de lo necesario en su pecho.
Meredith se enfadó cuando él pronució su nombre y lo miró muy fijamente para hacer que sus palabras fueran más rotundas. Temblaba por dentro.
- No le he dado permiso para tutearme.- Dió un pequeño paso hacia atrás porque él se le volvía a aproximar.- Iré al grano, no me gusta usted, no me gusta que me mande flores y le rogaría que dejara de hacerlo o....
Carmichael la acorraló contra la pared, no la tocaba pero se hallaba tan cerca que sus respiraciones se mezclaban. Ella fue incapaz de moverse.
-¿O qué? ¿Se lo dirá al perro de su marido? ¿Es eso?.- Con un dedo le recorrió la mejilla y ella giró la cabeza para evitarlo.- Lo que me indica que aún no lo ha hecho, me preguntó porqué. Quizá, y sólo quizá, sea porque en el fondo si que quiere mis atenciones solo que aún necesita tiempo para aceptar ese hecho. De todas formas tiene la otra opción, contárselo a su marido ¿verdad?.-
La voz le cambió al referirse a Nick. Meredith notaba su desprecio y lo miró a los ojos para confirmarlo. Lo que vió allí casi la hace dejar de respirar. Ese hombre odiaba profundamente a Nick y ella sería la excusa para hacerle daño.
Lo empujó para alejarlo de ella y él le dedicó una sonrisa tan sincera que pensó que su expresión de antes se la había imaginado. No, sabía lo que había visto, lo que había sentido.
- Siento mucho si la he incomodado, Meredith, pero creo que los dos somos personas adultas que no temen decir lo que desean y yo la deseo a usted.
- Está loco, si Nick llega a enterarse....- murmuró para sí pero él pareció oirla.
- Dígaselo,Meredith, adelante.- Le animó.
Meredith sabía que eso era lo que quería, no entendía el porqué, pero el quería que Nick se enterara de sus intenciones. Ella no pensaba decírselo nunca, porque no deseaba verse en la situación de que por su culpa a Nick le pasara algo irreparable.
Un movimento a su lado hizo que brincara de susto.
Nick se acercaba con cara de pocos amigos pero no la miraba a ella. Toda su atención se centraba en Carmichael.
-Buenas noches, Laughton.- Lo saludó con una sonrisa desdeñosa.
- Te dije, Carmichael, que no te quería cerca de mi esposa. Te advertí lo que te pasaría.- Su cuerpo estaba en tensión y el tic de su mandibula indicaba lo rabioso que estaba.
Meredith se interpuso entre los dos temiendo que llegaran a los puños. No creía que Carmichael le hicera daño pero no quería correr ningún riesgo.
- Nos hemos cruzado, Nick, no ha ocurrido nada. Sólo me estaba preguntando si me encontraba bien al verme en el pasillo sola...- Le miró suplicante intentando que la creyera.
Nick ni siquiera la miró, seguía con toda su atención puesta en el otro hombre.
- Es como ha dicho su esposa.- Sonrió a Meredith.- Veo que ya está a salvo.- El doble sentido de sus palabras no pasó desapercibida para ella.- Los dejo.
Meredith lo vió alejarse y se relajó. Estaba bastante nerviosa por lo que se aproximó a su esposo para que su calor la reconfortara.
Nick veía el estado de confusión en que se encontrabay la interrogó con la mirada pero ella lo abrazó por la cintura y se recostó contra él.
- ¿Que ha ocurrido, Meredith?.-
La sintió temblar bajo él.
- Ya te lo dije, Nick, no ha ocurrido nada. Es sólo que aún noto las piernas flojas por tus besos.-
Meredith le mentía, estaba totalmente seguro, pero no sabía porqué lo hacía. La rodeó con sus brazos para hacerle saber que estaba allí y que podía contar él siempre. Siempre.
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