Capítulo 21
Meredith retocedió ante su asedio inclinando hacia atrás su cuerpo sobre el brazo que la mantenía unida a él pero parecía que no estaba muy dispuesto a dejarla ir.
Su boca la besaba con furia. Sus lengua irrumpía en su interior con fuerza. Una de sus manos le impedían que retirara el rostro, porque los dedos enredados en su pelo la mantenía firme bajo su ardiente beso.
Intentó respirar, el aire le faltaba y sus pulmones le pedían con apremio que lo consiguiera cuanto antes. Colocó las manos en su amplio pecho intentando separarlo pero no consiguió moverlo. Era un muro infranqueable lleno de pasión desbordada. Notaba su respiración agitada y el acelerado latido de su corazón y se recreó con la sensación que le producía al sentir las ondulaciones de su musculado torso bajo sus dedos.
Cuando pensaba que no soportaría ni un minuto más sin respirar, Nick, desplazó su boca ardiente por su mejilla. Ella boqueó recuperando la respiración. La cabeza le daba vueltas sin llegar a saber muy bien si debía de pararlo de alguna manera aunque su cuerpo pedía que siguiera besandola, tocándola y haciéndole sentirse viva.
Dejó de resistirse entre sus brazos y se abandonó a todo lo que quisiera hacerle y como quisiera hacérselo.
Sus dientes le mordían el cuello y su lengua trazaba sendas que dejaban su piel enfebrecida y deseando más.
Sintió su aliento sobre la oreja y su respiración agitada la excitó más que cualquier otra cosa. Le pasó los dedos entre su negro pelo y lo atrajó más hacia ella. Lo escuchó gemir y el calor de su boca le acarició el interior del oido. Sus piernas temblaban, toda ella lo hacía, y se asió con más fuerzas a él para no caer. Notaba un lugar entre sus piernas que pulsaba rabiosamente exigiendo atención.
Jadeó cuando una de sus manos aprisionó un pecho y curvó la espalda para profundizar el contacto. Su boca bajaba por su cuello y notaba como su piel agradecía su roce vibrando con cada toque. El deseo era dueño de su cuerpo mientras suplicaba que Nick la siguiera tocando.
De prontó sus manos le levantaron la falda del vestido con prisa, con rabia, dejando sus piernas visibles para que él pudiera observarlas, si quería, solamente bajando la mirada mientras su falda seguía colgando por detrás. Ella tembló cuando el aire rozó su piel. Se sentía expuesta pero dejó de pensar cuando sus manos le acaricaron el trasero. Contuvo la respiración, esta vez voluntariamente, mientras Nick la apretaba contra él. La levantó del suelo y volvió a besarla. Ella le correspondió con todo lo que podía dar de si misma.
- Rodeame con tus piernas.- Exigió.
Se separó de su boca el justo tiempo de ordenarle aquello y luego bajó otra vez para reclamarla.
Escucharlo le provocó oleadas de placer que la recorrieron sin darle tiempo a saber de donde venían. Su voz era áspera y no permitiría una negativa que por otra parte ella no iba a darle.
Obedientemente sus piernas se ciñeron él y se restregó sin pudor ninguno contra su cuerpo. Necesitaba que la tocara o el fuego que sentía dentro la consumiría.
Nick pareció escucharla porque sus dedos se deslizaron entre sus piernas y ella sintió tal descarga que su cuerpo se aflojó. Jadeó ante su tacto mientras le acariciaba sin tregua su carne húmeda, no dejando un lugar por recorrer.
Agradeció el que su brazo la sostuviera contra él porque no se sentía con fuerzas suficientes de hacerlo por ella misma.
Se concentró en el sabor de su boca, en como su lengua la torturaba. Le chupaba el labio y eso hacía que perdiera la cordura.
Nick hacía magía con sus dedos. Se deslizaban dentro de ella una y otra vez. Los sentía en su interior y suspiro de puro placer.
De pronto Nick comenzó a andar cargando con ella pero no por ello dejó de besarla o detuvo el movimiento de su mano. La sentó sobre la mesa y entonces ella lo miró a los ojos.
El le desabrochó el vestido por detrás para dejárselo suelto y el corsé corrió la misma suerte. Después se lo bajó para dejar que sus pechos reposaran sobre sus manos. Todo sin dejar de mirarla.
Meredith notaba el roce de sus manos sobre la piel y bajó la mirada para cerciorarse que sus manos abarcaban sus senos.
Gimió al verlo rozar una y otra vez sus pezones y que estos respondían ante sus caricias poníendose duros ante sus ojos. Le estaban produciendo descargas eléctricas que reververaba directamente en su clítoris. Cerró los ojos intensificando las sensaciones que no dejaban de sorprenderla pero los abrió cuando sintió que se introducía entre los dientes uno de ellos mientras que el otro lo retorcía con cuidado entre sus dedos para luego tirar de él .
- Sí... -
Se sorprendió de su propia voz. Esa no era ella. Sonaba a lujuria y desenfreno, o como ella pensaba que sonaría, pero no le importó en absoluto. Quería sentir, sentirlo. Eso era lo único importante en ese momento.
Abrió de nuevo los ojos para mirar, no podía dejar de hacerlo. Ver como la chupaba, como la lamía casi la hacía explotar y retorcerse. Se notaba muy mojada y palpitante.
- Por favor Nick.. no puedo..- Le imploraba pidiéndole liberarla de aquel dulce tormento.
-¿Que quieres, Meredith? Dilo..- Le dijo implacable.
Dios, sabía que estaba enfadado, que la castigaba de algún modo, pero no le importaba quería lo que tuvo la otra noche. Que su cuerpo dejara de exigirle y terminara temblando entre sus brazos.
- Te quiero a ti, quiero...
No la dejó terminar. La tumbó sobre la mesa después de robarle otro ardiente beso. Cuando se separó, Meredith pensó que la iba a dejar allí pero sintio su boca besándole la cara interna de los muslos, sus piernas se aflojaron al contrario que su sexo que se contrajo aún más a punto de estallar.
La desplazó hasta dejarla al filo de la mesa y ella se retorció anticipando lo que vendría. Esperaba que sus dedos la llevaran a las estrellas...pero Nick se arrodilló entre sus piernas y colocó sus muslos sobre sus hombros, Meredith se incorporó sobre los codos extrañada pero al instante sintió que él la estaba besando allí. Su cabeza cayó hacia atras sin fuerza para sostenerse. Su lengua se movia lamiéndola una y otra vez con determinación. No pudiendo soportar más el nudo que notaba dentro de ella se dejó llevar. Escuchó a alquien gritar y supo que era ella. Tras los párpados cerrados notaba como su cuerpo se estremecía por la intensidad de la liberación.
Recuperó el sentido pero era incapaz de moverse. Miró alrededor y lo vió de pie ante ella.
Pasado el momento de pasión se sintió expuesta tumbada en la mesa, con los pechos al aire y la falda arrugada sobre su cintura.
-¿Nick?.- Preguntó asustada. Su mirada era salvaje y el pelo le caía sobre la frente. Se extrañó de la tensión que se apreciaba en su postura mientras que ella era practicamente incapaz de moverse.
-Quiero enseñarte algo, Meredith.- Dijo conteniendo la voz.
Ella lo miró sin saber a que se refería. Entonces la incorporó y le puso de pie frente a él. Tomó una de sus manos que aun temblaba un poco y se la llevó hasta su entrepierna.
Meredith abrió los ojos, tanto que estaba segura que se le saldrían de las órbitas. Bajo sus dedos notaba una gruesa vara. La recorrió en toda su longitud. Era grande y palpitaba. No sabía porqué pero retiró la mano intuyendo que no era del todo correcto tocar a ningun hombre allí. Sabía que las parejas se unían de alguna manera pero al tocarlo supo sin ningún género de dudas que eso formaba parte de la unión.
- Sabes Meredith, cada vez que no me permites tomarte, cada vez que no permites hacerte mía, cada vez que tu has conseguido un orgasmo porque yo te lo he dado, sufro.- Le tomó la mano de nuevo y se la colocó en su insatisfecho miembro impidiendo que la retirara.- No sabes cuánto sufro.- Su voz le acarició y se excitó de nuevo.- Espero que sepas apreciar mi paciencia contigo porque no estoy dispuesto a hacerlo mucho más. Esta noche creo haberte enseñado que yo y no otro tendrá tus favores. No lo olvides, Meredith, ningún otro.- La amenazó y ella supo que las consecuencias no serían de su agrado si alguna vez lo engañaba.
- Nick, no hay nadie mas...- Intentó explicarle pero la interrumpió de nuevo.
- No habrá ningún William, ¿entendido?. Nadie.- Estaba furioso. El tono era engañosamente suave.
- Nunca lo hubo, Nick, lo juro.- Quería decirle la verdad pero en ese momento sabía que no la creería.
- No mientas, ni jures. Tu y yo sabemos que estás enamorada de él. Pero no me importa, siempre y cuando te tenga a ti.- Le sujetó en mentón.- No me engañes nunca, Meredith. No sé lo que te podría hacer si lo hicieras.-
Le dió un beso castigador.
Meredith lo sujetó por las solapas de su chaqueta.
- ¿Has intentado darme una lección, Nick? No hacía falta. No te engañaré nunca....
- La única lección que he querido darte, Meredith, es la lección número dos: Aproximación, y quiero que pienses, hasta que te decidas, que te deparará la tercera.
Se dió la vuelta y se marchó.
Nick estaba de nuevo sentado cómodamente en el despacho, parecía que últimamente ese era su lugar favorito, mientras sostenía una copa de la que no había bebido. La hacía girar entre los dedos admirando el color ambarino del licor a la luz del fuego.
Había sido un día muy largo, demasiado largo.
No se sentía muy a gusto consigo mismo porque había querido castigar a Meredith. Obligarla de alguna manera a que reconociera que era suya pero cuando ella le dijo "Te quiero a ti" la razón se abrió paso entre su rabia. Sabía que no se refería al amor sino a la necesidad que invadía su cuerpo en ese momento y que él podía calmar. Así que le dió lo que le pedía. Satisfacción.
Había estado a punto de hacerle el amor sobre la mesa, en la casa de su madre, ¡Demonios!. hubiera estado muy bien si ella fuera una mujer experimentada pero no para la primera vez. Aunque tampoco tenía nada de inocente el jueguecito que habían practicado.
No se sentía especialmente orgulloso de su forma de actuar pero tenía que admitir que al menos no había matado a golpes a ese imbécil pero no por falta de ganas sino porque Meredith se lo había pedido. Una parte de él le instaba a confiar en ella, a creerla pero después la parte irracional se apoderaba de sus pensamientos y lo veía todo rojo. Eso le había pasado esa noche. Siempre pensó que era una frase hecha "Verlo todo rojo" pero ahora entendía que era real y no le gustaba no poder controlarse.
Sabía que todo era fruto de los celos. Tenía que reconocer que era un hombre celoso y muy posesivo en todo lo concerniente a su mujer y eso era debido que si ella no lo amaba y tampoco a nadie más, según sus palabras, entonces su amor estaba libre y podía dárselo a cualquiera.
Le había dicho a Meredith que no le importaba a quien quisiera, que se conformaba con tenerla, pero no era verdad. Quería su amor más que ninguna otra cosa y estaba dispuesto a conseguirlo.
No supo el tiempo que había estado inmerso en sus pensamientos pero levantó la cabeza al escuchar abrirse la puerta sin que llamaran primero. Se relajo al ver a Damon y Gabe.
- Si llego a saber que las reuniones en Dreams son tan divertidas, no me hubiera perdido ninguna, Nick. Tu madre si que sabe entretener a los invitados. Figúrate que un combate de boxeo ha sido la atracción principal de la noche.- Damon hablaba mientras se acomodaba en su asiento cruzando los pies a la altura de los tobillos.
- No tengo tiempo, ni ganas, para tu sarcasmo.- Nick no se veía con fuerzas de aguantar en esos momentos las pullas de su amigo.
- Nick, Damon y yo hemos estado hablando con Towsend, a pesar de que la cara la tiene tan hinchada que podría ser cualquier otro y no lo sabríamos .- Gabe lo miraba con seriedad.- Hemos podido entenderle gracias a una buena dosis de paciencia por nuestra parte y creo que dice la verdad a pesar de la situación en la que los encontraste.
Nick lo miró queriendo creerle, necesitando creerle. El alivio que sentiría si lo hacía no le duraría demasiado pensando que se había equivocado por completo al juzgar lo que vió y entonces se sentiría peor de lo que ya se encontraba por haber tratado a Meredith de una forma tan ruda. Ella por supuesto había disfrutado pero no sabía lo cerca que había estado de que él faltara a su palabra y la tomara como un animal en celo en medio de una fría habitación. El deseaba que su primera vez fuera perfecta para ella porque así lo sería también para él.
Se pasó los dedos por el cabello intentando pensar.
- Me estoy volviendo loco ¿sabeis?. Loco por ella. Se ha metido bajo mi piel poco a poco. No se como la ha hecho, pero está ahí, la siento dentro de mí.- Los miró esperando que se burlaran pero ninguno lo hizo se limitaron a mirarlo y a mantenerse en silencio.-
Después de un tiempo en el que sólo se escuchaba el crepitar de las llamas y el sonido de la botella de licor al chocar con los vasos que eran llenados una y otra vez Nick consiguió tranquilizarse.
- Sé que a veces soy de lo más exasperante- Damon titubeó.- pero me siento en la obligación de darte mi opinión sobre el tema. No conozco todos los detalles, y respeto el que no lo quieras contar, pero tengo la sensación de que piensas que Meredith no te corresponde.- Adelantó el cuerpo apoyándose sobre las rodillas.- Creo conocerla un poco y juraría que estos días la he visto feliz por tenerte de vuelta, Nick. No es la misma persona que cuando tu no estabas. Ahora se la ve radiante, es como si tu le importaras de verdad. Si quieres mi consejo, aunque sabes que siempre son muy malos,- Rió para quitarle algo de seriedad a su charla.- yo en tu lugar no desconfiaría de ella. Si la necesitas tanto como dices dale la oportunidad de demostrarte lo que ella siente. Esta noche parecíais un par de tortolitos, por Dios. Se lo que ví.
Nick sabía que tenía razón, tendría que confiar en que ella le decía la verdad y no había ningún otro pero no era nada fácil. Quería creer que no lo engañaba físicamente con William pero no estaba tan seguro como Damon de los sentimientos de Meredith.
Subió las escaleras hacia su habitación bien entrada la noche. Todo estaba en silencio y sólo se oía el roce de sus zapatos en la madera pulida de los escalones. Damon y Gabe se habían quedado con él hasta hacía escasos diez minutos pero afectados un poco por la bebida habían decidido irse a dormir. Les agradecía el gesto de acompañarlo porque sabía que no había sido muy hablador.
Llegó ante la puerta y la abrió despacio. Debía de hablar con Meredith pero si dormía no pretendía despertarla, ya habría tiempo al día siguiente.
Todo estaba a oscuras a excepción del farol que llevaba y la luz de la luna que entraba a través de la ventanas por las cortinas, que no estaban del todo cerradas. Se acercó despacio a la cama y cuando sus ojos se adaptaron a la oscuridad la vió.
Se había dormido sobre la colcha, seguramente esperándolo, y el camisón lo tenía enredado entre las piernas. Sería tan fácil despertarla con besos tiernos. La recorrió con la mirada una y otra vez fascinado de que su cuerpo fuera tan voluptuoso, lleno de curvas que se podían adivinar bajo el liviano camisón. Dormida parecía aun más joven pero él sabía que era toda una mujer llena de pasión, capaz tanto de recibir como de dar.
Se quitó la ropa dejándose sólo los calzones. Solía dormir desnudo nunca había aguantado ningún tipo de ropa en la cama pero las últimas noches siempre lo había hecho con ellos puestos para que Meredith no se sintiera violenta con la situación.
Muy despacio consiguió meterla entre las sabanas, la movió de tal manera que la espalda de ella quedara pegada a su pecho. Le pasó un brazo bajo la cabeza para que estuviera más cómoda y la afianzó con el otro por la cintura. Ella se movió un poco y ajustó aun más la postura, cosa que agradeció porque así no quedaba ninguna zona de sus cuerpos que no estuvieran unidas.
Cerró los ojos y se durmió mucho antes de lo que esperaba.
Meredith esperaba pacientemente a Abby en su saloncito privado. En el desayuno le había pedido porder halar con ella sabiendo que con tantos invitados en la casa no tendría mucho tiempo pero como siempre, no le había negado su petición.
La noche anterior se quedó dormida esperando a Nick y por la mañana se despertó rodeada por él. Sus brazos y piernas estaban enlazados y la sensación de tenerlo a su lado, de esa forma, hizo que se quedara mirándolo mientras dormía disfrutando del simple hecho de sentir su calor, su olor....Estaba tan relajado, tan diferente, que se alegro de que no estuviera despierto para poder disfrutar mirándolo sin interrupción.
Muy despacio le delineó en contorno de los labios, nadie debería de tener unos labios como los suyos, hacían pensar en besos tórridos y lo que esa boca podría hacer si una se dejara.
Nick se movió, quizá notando su carica y con el cambio de posición una de sus manos quedó sobre su seno. Meredith aguanto la respiración al notar que la sensación traspasaba sin problemas la tela del camisón haciendo que sus pezones pideran ser tocados.
Se liberó con ciudado de su abrazo, se arregló intentando no despertarlo y salió de la habitación, aunque más bien huyó como si la persiguiera el diablo para no encontrarse con él tras lo que habían hecho la noche anterior.
Y precisamente por lo que no habían hecho estaba ahora esperando a Lady Abbigail, sabía que hablar de ese tema con la madre de Nick no era lo más adecuado pero su tía no estaba allí para preguntarle y aunque pudiera hacerlo ella no le contestaría, estaba segura de ello, después estaba Marion que seguramente sabría menos que ella, así que sólo lo quedaba Abby.
Había pensado mucho sobre lo que él le dijo, que sufría, y quería saber porqué y que es lo que ocurriría realmente cuando se entregara por completo. No podía pensar en algo más que en su boca besándole aquella parte...Una ola de calor le inundó en un segundo al recordarlo, pero claro, tambíen creyó que lo que hicieron en el templete era practicamente todo. Sin embargo ella creía entender que había mucho más.
Salivó nada más pensar en que otras cosas podían hacer juntos.
Escuchó que se abría la puerta y se volvió nerviosa. Ahora no le parecía una decisión demasiado acertada la de pedir información a Abby, si Nick se enteraba a lo mejor no le aplaudía la idea.
- Ya estoy aquí, querida. Espero que el loco de mi hijo esté más calmado después de su desagradable actuación de ayer. A pesar de que el pobre William.- Meredith intentó pasar por alto ese nombre.- dijo a todo el que le preguntó que había tropezado con una silla al intentar dejar el candelabro en la mesa, con tan mala suerte que chocó con el filo de la mesa y que al tratar de estabilizarse cayó de cara al suelo.- Calló esperando que Meredith dijera algo, pero al ver que no lo hacía prosiguió con un suspiro.- Pero claro, nadie lo creyó.
Meredith la miró con pesar. Habían protagonizado otro escándalo.
- Lo siento tanto, Abby, no sé como ocurrió...bueno, sí que lo sé, pero fue completamente debido a una falta de entendimiento...
- No hace falta que me digas nada, niña, de verdad. A Ibree, Stanton y a mi nos contó la verdad de lo ocurrido, pero lo que realmente me importa es como se comportó contigo. ¿No se mostraría violento, verdad?.- Su rostro era la encarnación de la preocupación.
- ¡Por supuesto que no!.- Negó al momento.- El sólo estaba furioso pero no me causo daño alguno, se lo puedo asegurar.
- Eso me tranquiliza bastante. Pero entonces ¿Cual es la urgencia por hablar conmigo, querida?
Meredith descubrió que no era tan fácil plantear sus dudas como había pensado.
Abby se sorprendió que ellos no hubieran consumado aún el matrimonio, pero Meredith le aclaró que era debido a sus dudas y sus miedos.
Pero cuando la señora tuvo que explicarle la unión entre un hombre y una mujer su turbación era evidente.
Meredith la escuchaba atentamente. Le preguntó si le dolería en extremo a lo que Abby respondió que eso dependía de la pericia del caballero en cuestión pero que ella confiaba en que su hijo sabría desempeñarse con bastante soltura.
Cuando, cada vez más sonrojada, le planteo la cuestión del tamaño, Lady Abbigail le dijo muy delicadamente que no todos los hombres tenían iguales proporciones pero que no se preocupara por ello demasiado. Meredith la miró entonces sin saber si seguir por ese camino pero después de lo que su mano palpó a través del pantalón de Nick, sí que estaba preocupada porque pensaba que no podría recibirlo en su entera totalidad, era imposible.
Así se lo hizo saber y Abby le aseguró que el tamaño no importaba pero al ver el brillo de orgullo en sus ojos, Meredith pensó que sí que importaba y mucho.
Le agradeció de corazón todas sus explicaciones y se marchó pensativa. Era la conversación más dificil que había tenido en su vida.
Lady Abbigail vió a Meredith salir de la estancia y suspiró aliviada. Nunca en la vida se había creido en la necesidad de explicar ciertas cosas, no desde que Violet murió, pero se había sentido halagada que hubiera confiado en ella. La situación había sido un poco extraña porque la otra parte afectada era su hijo y escuchar el tamaño de su pene le había hecho pensar que estaba invadiendo su intimidad.
Ambas habían acordado que esa conversación la mantendrían en secreto y ni bajo tortura le dirían nunca a Nicholas que había tenido lugar.
Nick se despertó y sin abrir los ojos tanteó el otro lado de la cama, pero notó las sabanas frías. Había vuelto a escbullirse aunque en esta ocasión no se lo reprochaba.
Se levantó con la sensación del cuerpo de Meredith aún impregnada en él.
Sonrió al recordarla dormida y su pelo como una cortina de seda sobre las sábanas y se lamentó por no haberle dado un beso de buenos días, aunque aún estaba a tiempo.
Llamó a Hunt, y estuvo listo en pocos minutos. La comodidad del traje de montar siempre le había gustado, se sentía como en casa encima de un caballo.
Salío silbando de la habitación.
Entro en la sala del desayuno y los que alli estaban lo saludaron, curiosos unos y censurándolo otros, parecía que el percance de la noche anterior le pasaría factura cuando se hablara sobre él.
No podía hacer nada ya, y además no se arrepentía de como había dejado al tipo sino de como reaccionó ante Meredith. Quizá, después, cuando todo había pasado se había asustado por lo ocurrido porque las mujeres no solían disfrutar en esas situaciones. Frunció el ceño al pensarlo, tal vez le tuviera miedo y por eso no se encontraba en la habitación cuando despertó.
Perdió totalmente el apetito, se despidió y se propuso encontrar a Meredith y disculparse por su agresividad si hacía falta, pero no se disculparía por nada más. No lo haría por sus celos, que creía justificados, ni lo haría por lo ocurrido encima de la mesa del salón.
¡Demonios! Cada vez que comiera en esa mesa recordaría esa noche. A Meredith entregada al placer que él le había hecho sentir y estaba seguro que se excitaría cada vez que esa imagen ocupara su mente.
La encontró cerca de las caballerizas. Estaba absolutamente arrebatadora con el traje de montar. Era magnífico, tenía que reconocerlo, una creación en terciopelo violeta y negro que hacía que sus ojos parecieran dos gemas. Se recreó en como se le ajustaba al pecho y le marcaba la cintura. Pensar en sus pechos le provocó unas ganas horribles de llevarla dentro de uno de los establos y besarlos hasta hartarse.
Se obligó a sonreir y mostrarse educado ya que Marion estaba con ella.
- Buenos días, veo que saldrán a cabalgar, así que si no les importa las acompañaré.-
Ella mantenía la mirada baja y pensó aprovecharse de que estaba su prima para besarla.
Meredith casi sufre un colapso cuando escucho su voz. Había esperado tranquilizarse un poco después de la charla con Abby. Las imágenes que se le formaban en la cabeza la tenían alterada y ahora con él alli, tan cerca, sus nervios estaban alcanzando cotas insospechadas..
Estaba demasiado cerca y su corazón ya iba como loco cuando todavía no la había tocado, así que no le extrañó nada que, en el momento que sus dedos levantaron su rostro para besarle, un gemido escapara entre sus labios. Fue un simple roce pero eso fue suficiente para desearlo.
Nerviosa se giró hacia Marion pero ésta ya se alejaba camino de los establos. Los caballos estaban esperando.
Nick esperaba a que sacaran a Zeus.
- Meredith, respecto a la noche pasada, quiero asegurarme que no te hice daño ¿Lo hice?.- Le colocó un rizo tras la oreja.
- No, no me lo hiciste.-
¡Oh, no! Si empezaba a hablar de lo ocurrido se sentiría tan avergonzada que saldría corriendo hasta Londres sin esperar ningún tipo de transporte.
- Me alegro por ello.- Sonrió mientras jugaba con un botón cerca de sus senos.- No quisiera que me tuvieras miedo, Meredith. Me lo dirías si fuera así ¿verdad?.- Le dijo sin alterar el tono pero con firmeza.
Meredith asintió.
En ese momento sacaron varios caballos más para que los jinetes pudieran montarlos.
- ¿Salías a montar con alguien más a parte de tu prima?.-
Meredith pensó que estaba dudando de ella de nuevo, que la acusaba de tener otra cita a escondidas y eso unido a las ganas que tenía de salir de allí la enfadó de verdad.
-¿ Desconfía de mi, milord?- Entrecerró los ojos.
- No, pero quizá si lo haga de los que te acompañan- Le contestó molesto por su seca respuesta.
- Por lo tanto, desconfía de mi, ya que no me cree capaz de decir "no" cuando se me insinuen.- Su actittud era ya claramente belicosa.
Nick se exasperó, ¿Cómo diablos una simple pregunta sobre quien iba a formar parte del grupo había desencadenado en una nueva discusión?.
Respiró hondo para intentar mantener la calma.
- Estás equivocada, no dudo de tu capacidad, sólo preguntaba quien saldría a acompañaros, simplemente eso.
Meredtih cerró los puños, furiosa.
- ¡Ajá! Entonces está seguro de que como soy tan insignificante y Townsy, no se encuentra bien para montar, gracias a usted, no puedo atraer a nadie más, ¿es eso?- Dijo sin medir las palabras.
- Ahora que lo mencionas, te recuerdo que no quiero que estés cerca de él.- Se cruzó de brazos mostrándose inflexible.
- ¿Me prohibirá hablarle a alguien más, milord?- Meredith se contenía. Si comenzaba a ceder en todo lo que Nick le pidiera, terminaría siendo alguien sin voluntad y no estaba dispuesta a ello.
- Pues ahora que lo mencionas sí, no me agrada tampoco Alec Folk.- Nick aprovechó para prohibirle acercarse a esa sanguijuela.
- O sea, que no me cree capaz de elegir mis propias amistades, porque no se distinguir entre los que se lanzaran sobre mí y los que me encuentran más insípida que unas galletas de avena.
Nick la miró intentando comprenderla. A él le gustaban las galletas de avena ¿Estaba enfadada porqué creía que dudaba de ella o porqué pensaba que la acusaba de no tener atractivo? ¡Buen Dios! No entendía nada. Respondiera lo que respondiera seguro que se equivocaba, así que optó por cerrar la boca y mirarla enojado.
Meredith sabía que estaba siendo irracional y no le ayudó en absoluto reconocerlo. Se giró y echó a correr hacia el primer caballo que estaba listo para ser montado. Un lacayo la ayudó a subir no sin antes mirar en dirección al conde para que le diera permiso pero al no obtener ninguna respuesta la sentó sobre la silla en un momento. Poco después salía al galope ante el asombro de todos.
Nick no entendía que había pasado, por todo el fuego del infierno que no lo entendía.
La vió alejarse montada sobre Zeus. Tendría que ir tras ella porque aunque era una buena amazona, su caballo tenía un temperamento de los mil demonios.
Meredith sentía el viento sobre la cara. Las poderosas zancadas del caballo hacía que pareciera que volara. Se había puesto en ridículo. Nunca jámas había perdido de esa manera la compostura. Tiró de las riendas para reducir velocidad. Estaba pensando en parar cuando el caballo se encabritó de repente y la lanzó por los aires.
Cayó al suelo y el golpe la dejó sin aire. El mayor impacto lo recibió su trasero y no se atrevió a moverse porque no estaba del todo segura de no haber muerto. Mantenía los ojos cerrados mientras su carne palpitaba dolorida.
Nick la seguía de cerca. Meredith hacía correr a Zeus en total libertad y así no la alcanzaría. Pocos minutos después vió que el caballo desaceleraba y se alegró de que hubiera frenado su loca carrera, pero lo siguiente que vió fue como Meredith era lanzada al suelo como una muñeca de trapo y quedaba tendida sin moverse.
La sangre se le congeló en las venas. Si lo hubieran pinchado en ese momento estaba seguro de no sangrar.
Con el corazón en un puño llegó a su altura y se bajó del caballo antes de que éste parara del todo.
-¡Meredith, por Dios!- Se agachó y comenzó a palparla para ver si tenía roto algo.- Contéstame... dime algo....-
Meredith escuchó la angustia de su voz y eso la hizo reaccionar y abrir los ojos.
Los suyos la miraban con desesperación pero paso al más absoluto alivio en cuanto se percató de que lo miraba.
- ¿Te duele algo?.- Seguía tocándola por todas partes intentando encontrar algún tipo de lesión.
- Nick, lo siento...he sido una estúpida.- Los ojos se le llenaron de lágrimas debido al dolor que sentía en las posaderas. Se moriría de vergüenza al confesárselo.
- Eso ahora no tiene importancia.- La atrajo hacia su pecho y la abrazo fuertemente.
Meredith se quejó y él maldijo.
- Me duele el trasero, Nick.- Gruesas lágrimas caían por sus mejillas.
Nick la miró y le sorprendió el tono lastimero de su voz. Le secó las lágrimas con los dedos. Sabía que le tenía que doler muchísimo. La caida había sido muy fuerte y tendría suerte si sólo le dolía eso. La volvió a abrazar para consolarla. Recordó el miedo que pasó cuando la vió allí en el suelo.
Era una experiencia que no estaba dispuesto a repetir.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro