Capítulo 2
Con el corazón latiéndole más deprisa de lo normal, Meredith salió del salón. Sabia que su tía no le dejaría retirarse, aún era temprano, así que decidió refugiarse en la biblioteca. Allí podría recuperar un poco la compostura. Con paso ligero llegó a su destino. Miró primero por el pasillo para asegurarse que nadie la seguía......En cuanto lo pensó, casi suelta una carcajada.
-"Meredith, Meredith- pensó.- ¿Quien va a seguirte a ti?."- Giró el pomo y entro en la habitación.
Ese lugar en particular era su preferido. ¿Cuántas horas había pasado allí leyendo?. Cuando llegó para vivir con sus tíos se sentía sola. Su padre acababa de fallecer y con el tiempo descubrió que su familia no le iba a ayudar mucho para llenar el hueco que le había dejado su perdida.
Una vez dentro inhaló profundamente. Olía a madera, a piel de los cientos de volúmenes que habían dispuestos a lo largo de las paredes. Era su mundo. No entendía la vida sin la lectura. Y como bien sabía que pasaría se sintió mucho más tranquila. Pensándolo bien no entendía como se podía haber sentido así hacía tan sólo unos momentos. Un caballero la miraba, sí y qué. No era para tanto. Seguramente se debía a su habitual apariencia que iba desde su pelo a su vestido, no muy elegante precisamente. Ella se hacía su propia ropa ya que su tía le proporcionaba telas y todo lo necesario para ello. No le importaba coser, incluso le hacía más llevaderos sus días ya que no tenía mucho más que hacer. Pero a veces soñaba despierta y se veía a sí misma comprando todo lo necesario para la temporada en las lujosas Boutiques. Movió la cabeza para alejar esos pensamientos y decidió que ya estaba bien de salir corriendo por una cosa sin importancia como el sentirse observada y se dispuso a regresar a la fiesta.
Se envaró. Sabía que estaba detrás de ella. Notaba como su mirada se le clavaba en la nuca y un escalofrío le recorría toda la espina dorsal. Se volvió con los ojos cerrados, esperando que cuando los abriera todo fuera fruto de su imaginación.
-Ummmm. veo que suele soñar despierta señorita Carrington. Abra los ojos.- Dijo con voz sedosa.-
La orden hizo que Meredith los abriera al instante. Pensó en retroceder pero se mantuvo en el mismo sitio a pesar de que la parte racional de su cerebro le instaba a que se fuera de allí.
-Mucho mejor Milady.- Estaba apoyado despreocupadamente en el marco de la puerta y al decir esto último se enderezo y entro en la estancia cerrando la puerta tras de sí.
Ella lo miró como hipnotizada, no podía apartar los ojos de él. Sus movimientos eran los de un gato jugando con el pobre ratón. Entendía perfectamente el porque de su fama como mujeriego.
Se riñó mentalmente y se apartó otro mechón de cabello. Ella no era ningún ratón para nadie simplemente se estaba imaginando cosas gracias a su fructífera imaginación. Y tras decidir que no corría peligro ninguno que todo era perfectamente normal lo miró con una sonrisa.
-¿Milord, desea algo?.-le dijo solicita.
No supo como ocurrió, un instante antes se encontraba delante de ella y al siguiente la cogió entre sus brazos. Parpadeó intentando discernir que había ocurrido y entonces advirtió como su boca se acercaba a la suya. Comenzó a retorcerse entre su brazos y él aumentó la presión.
-Bueno ya que tan solícitamente me ha preguntado sobre mis deseos....- Una sonrisa se dibujó en su boca al mismo tiempo que una de su manos se elevaba para soltarle el pelo. Le quitó una de las horquillas y un rizo cayó sobre uno de su hombros. Nick lo miró fascinado. Todo en ella lo tenía hechizado. No debía de haberla seguido, Pero desde el momento en el que entró en la habitación sabía que terminaría así. Se controló hasta que ella le hizo esa pregunta. Sabía que no la había realizado con ninguna doble intención pero en él provocó una respuesta primaria. Respiró hondo intentando controlarse. Nunca se le había dado especialmente bien hacerlo sobre todo una vez que tomaba la decisión, pero ante la evidencia que no era una mujer experimentada tenía que reprimirse y soltarla. Pero malditas sean las ganas que tenía de hacerlo.
Meredith se quedó quieta. El la observaba como calibrándola. Ella buscaba algo ingenioso que la sacara de aquella situación, pero no sabía todavía si quería que terminara tan pronto, después de todo ¿En cuantas ocasiones se había encontrado ella de vivir algo apasionante? Recordó a las heroínas de sus libros y quiso saber que se sentía al ser besada la primera vez. Nadie tenía porque enterarse...notó como le quitaba una horquilla y como la iba empujando hacia atrás hasta que sus piernas chocaron con el escritorio. No, aquello no estaba bien. Entoncés notó como él deslizaba suavemente una de sus manos por su brazo. Le resultaba placentero pero tenía que pararlo.
Lo miró. Sabía lo que tenía que hacer pero no era capaz de llevarlo a cabo. En sus ojos se perdía. Veía como la miraba, como nadie jamás lo había hecho. ¿Le pedía permiso en silencio o se lo estaba imaginando? Le daba tiempo para que lo rechazara, pero ella no podía pensar del todo bien. Notaba su aliento muy cerca de su boca, como acariciaba su piel, como la sostenía por la cintura...y decidió dejarse llevar.
Nick, respiraba cada vez más agitado. ¡Diablos! Esa mujer lo tenía comiendo de la mano y no había hecho absolutamente nada. Se agarró a su sentido del honor y aligeró el abrazo dándole la oportunidad de escapar. No dejaba de mirarla y en sus ojos se veían las dudas y los miedos por los que atravesaba. Eso lo hacía sentirse peor, porque si ella no se retiraba pronto él iba a terminar por hacer algo que no estaba seguro de poder parar.
Entonces lo supo. El momento exacto en el que ella capituló. Su sangre brincó de alegría y aceleró su recorrido. Sofócó un gemido y la besó.
Notó el impacto de su boca. Sus labios eran suaves y exigían una respuesta. Ella comenzó a imitarlo en sus movimientos. Al momento sintió como su respiración se aceleraba y la temperatura le subía. El jugaba con su boca. La acariciaba. Le daba pequeños bocados a su labio inferior. Le gustaba como sus labios la hacía sentir....
La reclinó sobre el escritorio y se centró en su boca. Sabía a frutas, fresca y húmeda. Le respondía con timidez y le estaba volviendo loco. Nunca le había sucedido algo igual. Nunca se había sentido tan embriagado. Quería devorarla entera y al mismo tiempo pretendía que no acabara nunca. Profundizó el beso.Con su lengua le obligó a que abriera sus labios y se sintió morir.
No podía respirar. Las emociones le asaltaban una tras otra y no sabía identificarlas. El jugaba con su lengua y ella estaba disfrutando. Pero entonces notó como los besos de Nicholas cambiaban de dirección. Bajaban por su cuello. Eso estaba mal, muy mal. No podía parar y no estaba segura de querer hacerlo. Estaba obnubilada, lo veía todo a través de una especie de niebla. como si no fuera ella.Tenía que detenerlo. ¡Oh,Dios! como le gustaban sus besos.
Nick, le besaba el cuello, y con la otra mano le iba levantando la falda del vestido. Notaba su media. La fue subiendo más, con cuidado para no asustarla, y llegó a su rodilla.
Meredith, notó una mano que subía por su pierna. Se pueso rígida. ¡NO!, se dijo. Es una locura tengo que pararlo.
Y en ese momento se abrió la puerta.
Meredith estaba un momento antes reclinada sobre el escritio y al siguiente el cuerpo del Conde de Laughton, la protegía de ¿quien?.
Nick, notó como ella se retraía y cuando iba a detenerse, mal que le pesara, escuchó como alguien giraba el picaporte. Se irguió, tiró de Meredith y la cubrío con su cuerpo, pero era demasiado tarde.
Lady Remington estaba en el umbral de la puerta. Su cara pasaba de Meredith a él y viceversa. No daba crédito a sus ojos. ¡Mierda! Se pasó la mano por el pelo y esperó que pudiera salir de esa situación.
-Lord Laughton. Espero su visita mañana a primera hora.- Hechó un vistazo al estado en que se hallaba su sobrina. El pelo revuelto. La manga del vestido fuera de su sitio...y sus ojos se volvieron fríos, muy fríos. Se giró.- Meredith, te quiero en tu habitación hasta nueva orden.-
Esperó hasta que escuchó como su protegida la seguía y salió cerrando la puerta lentamente.
Nick, se quedó allí de pie. ¿Que había pasado?.
Sabía lo que había pasado. No se había podido meter las manos en los bolsillos y ahora tendría que pagar por ello.
La ira sustituyó a la incredulidad. ¡Maldita sea!, Cómo se le había podido ocurrir aquella tontería. Perseguir a una joven con edad de casarse en su propia casa, aunque ella no había puesto mucha resistencia, él era un hombre que sabía contener sus deseos, o por lo menos lo había sido hasta ese momento..
Todo había cambiado en cinco minutos. Salió de la habitación. Le dolía terriblemente la cabeza.
Meredith, paseaba por su habitación. Su tía no le había dirigido la palabra desde que la dejara en su habitación.
Se abrazaba a si misma. Tenía frío. Sí, estaba segura de que estaba enferma. No podía pensar. No sabía que es lo que había pasado, ni porque su tía quería hablar con Lord Laughton al día siguiente. Estaba segura que su tía la desterraría a una de sus fincas y moriría sola o lo que era aún peor que la echara de la casa. ¿A donde iría? No tenía otros familiares.
No sabía cuanto tiempo había estado paseando de arriba a abajo por la habitación. Exhausta se tendió en la cama sin desvestirse. Mañana hablaría con su tía e intentaría buscar una solución. Le pediría disculpas mil veces. No entendía que le había pasado. Sólo había sido un beso. Maravilloso eso sí, pero un beso al fin y al cabo. No había pasado nada irreparable. Si nadie decía nada, nadie se enteraría. Y con ese pensamiento se quedó dormida.
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