Capítulo 14
No sabía el tiempo que llevaba con los ojos fijos en la puerta, no creía siquiera haber parpadeado durante toda la noche.
Cuando dejó de llorar se abrazó las piernas y apoyó la cabeza en las rodillas flexionadas ¿Cómo habia salido todo tan rematadamente mal?. Lo peor es que no podía culpar a nadie porque ella y sólo ella tenía la culpa de aquel desastre. Cierto era que él no la amaba pero no se podía mandar en el corazón y eso ella lo sabía muy bien pero lo que ella había hecho la llenaba de verguenza, había querido infligirle el mayor daño posible y lo había conseguido pero ahora él la odiaba.
Recordó por centésima vez sus últimas palabras y la mirada cargada de despreció que le obsequió, y de nuevo como en las veces anteriores, el dolor le atravesó el pecho ante el tono en que las pronunció y en los terminos en que se expresó.
Tenía que buscar una manera de explicarle lo sucedido, que le perdonara y esperaba que la noche hubiera sevido para calmarlo un poco. Rezó para encontrar las palabras adecuadas para arreglar la situación y que él se encontrara receptivo a sus disculpas, aunque en el fondo sabía que no iba a ser muy probable.
Un movimiento frente a la puerta la alertó pero se relajó en cuanto vió que era Mandy.
Pareció no sorprenderse de encontrar la habitación abierta y aún más al ver a la señora sobre la cama aún con su precioso vestido puesto. Al contrario, Meredith, descubrió que la miraba con compación. ¿Acaso todos en la casa sabrían lo que había pasado?. No, claro que no, pero lo que sí sabrían era que el conde no había dormido con su esposa. Se puso escarlata nada más pensar lo que estarían murmurando.
- Buenos días, Su Ilustrísima.- hizo una graciosa reverencia.- ¿Le apetece cambiarse para bajar a desayunar o prefiere hacerlo aquí?- le sonrió tímidamente.
Dudó por un momento pero tenía que enfrentarlo y mejor antes que después, así que intentando que su voz sonara despreocupada se levantó con un gesto de dolor al notar todo el cuerpo acalambrado por la postura de las últimas horas.
- Buenos días Mandy, sí me cambiaré y bajaré a desayunar. Estoy hambrienta.
Lo último que le apetecía en ese momento era comer pero intentaba que no se notara lo alterada que estaba. Sus manos no paraban de temblar de forma incontrolada y tuvo que unirlas para que no lo hicieran.
Saludó a Sanders con una inclinación de cabeza y lo que esperaba pareciera una sonrisa y se sentó en la mesa. Sólo vió un servicio puesto así que supo que él no se encontraba ya en casa o que no iba a compartir el desayuno con ella. No sabía si sentirse aliviada o dolida por ello pero eso le daría tiempo para enfrentarse mejor a la situación.
Se sirvió un poco de té, añadió azucar, un poco de leche y se dedicó a moverlo con la cucharilla hasta que se quedó frío.
No se presentó tampoco a la hora del almuerzo. A medida que las horas pasaban su estado de nervios era cada vez peor. El silencio reinaba en la casa y a ella le parecía que se volvería loca porque a pesar de no escucharse un solo ruido sus pensamientos no la dejaban de torturar.
A la hora de la cena el conde brillaba por su ausencia y ella pidió que le subieran algo de queso y vino a la habitación. No quería comer de nuevo totalmente sola en aquel salón
Masticaba sin ganas cuando decidió preguntar a Sanders si sabía a la hora que regresaría su esposo o a donde podía estar. No había querido hacerlo antes para que no sospecharan que no tenía ni idea de donde se encontraba, pero la incertidumbre la estaba matando. Lo esperaría despierta si fuera necesario de todos modos no creía poder dormir esa noche tampoco.
Se dirigió al saloncito verde y tiró de la campanilla para que acudiera el mayordomo. Se sentó muy recta en un sillón y espero.
Sanders no tardó en aparecer.
- Su Ilustrísima...
- Por favor nada de ilustrísima, ni nada por el estilo, con Lady Laughton será suficiente.- Le cortó amablemente aunque se atragantó un poco al pronunciar el título, tendría que acostumbrarse.
- Como ordene, Su Ilustr... Lady Laughton.- y esperó a que le diera instruciones, porque para eso le habían llamado.
Meredith, una vez lo tuvo delante, no supo empezar así que decidió ser directa y concisa y salir de aquello lo antes posible.
- Dígame, Sanders, ¿ sabe por casualidad a que hora volverá el conde a casa? Antes de irse esta manaña no tuvo tiempo de informarme y me gustaría hablar con él antes de irme a descansar esta noche.- No podía evitar estar ansiosa por su respuesta y se clavó las uñas en la palma de la mano.
Notó que uno de sus párpados del pobre hombre se movía insistentemente. Se había puesto nervioso ante la pregunta, ella podía verlo perfectamente, casi veía los engranajes de su cerebro trabajando a toda velocidad para encontrar la respuesta correcta.
- Pues, verá Lady Laughton...pensé, quiero decir que todo el servicio suponía,.. -se tocó el cuello de la librea como si le costara un poco respirar.
-¿Sanders? Le noto agitado, espero que no esté incubando un resfriado. ¿Se encuentra bien?- Se acercó preocupada.
- La verdad, Lady Laughton, que en éste momento, no me encuentro todo lo bien que quisiera...- se pasó una mano por la frente con un pañuelo para secarse las gotas de sudor.
- Debería cuidarse de las corrientes de aire, son muy traicioneras.....-- le dijo extrañada ante su comportamiento. Pero lo miró insistentemente esperando una respuesta a su pregunta y vió como el perdía un poco su porte antes de contestar.
- Su excelencia partió esta mañana en el carruaje y no dijo su destino, Lady Laughton.
- Sí, sí, ya sé que se fue esta mañana pero lo que quiero saber es a que hora suele regresar cuando lo hace.....- Algo en su mirada la hizo callar.
- Su excelencia, marchó con equipaje y no comunicó en ningún momento la fecha de su regreso, Lady Laughton.- dijo muy suavemente, como un padre que da una mala noticia a su hijo esperando no hacerle daño.
Meredith se quedó de una pieza.
- Equipaje.- fue lo único que pudo pronunciar antes de salir con paso vacilante del saloncito hacia su habitación. Se había marchado y la había abandonado. ¡Vaya! Eso si que era un nuevo record.
Saunder la vió subir las escaleras muy despacio y lamentó la situación. El conde parecía muy feliz las últimas semanas y toda la servidumbre, desde los lacayos hasta las cocineras se habían alegrado por él, pero no sabía que podía haber sucedido la noche anterior, nadie lo sabía, sólo que había despertado a Morgan, el cochero, antes del alba y se había marchado. Estaba de un humor de perros.
***
Habían pasado ocho días desde su marcha y todos y cada uno de ellos había esperado recibir una nota, una carta, pero no ese silencio que la hacía sentirse aún peor.
Los dos primeros días los pasó encerrada en su habitación. No le apetecía ver ni hablar con nadie, aunque pensándolo bien tampoco había con quien hacerlo. El tercer día decidió salir de su enclaustramiento y se paseaba por la casa como un alma en pena. Notaba como el personal del servicio la miraban compadeciéndose de ella y la trataban con cariño y amabilidad, quiza para compensar el abandono del conde.
Las tardes las pasaba bordando en la sala de costuras, nunca le había gustado demasiado hacerlo pero por lo menos la distraía. Mandy la acompañaba y resultó ser muy divertida. A través de ella se pudo enterar de la vida y milagro de todos los integrantes del personal. La Señora Morrison era una experta cocinera que más de una vez había recibido ofertas para que abandonara Laugton House, pero que ella juraba y perjuraba que acabaría sus días sirviendo a la familia donde lo habían hecho su madre y anteriormente su abuelo. Sanders había perdido recientemente a su esposa, no tenía hijos y era otro incondicional del conde. También le contó que Morgan, el cochero, la pretendía pero que ella, a pesar de coquetear con él, se estaba haciendo de rogar, porque los hombres apreciaban más aquello que les costaba trabajo ganarse, y ella pretendía casarse, no darse un simple revolcón. Llegados a este punto y disculpándose por lo que había dicho sin pensar delante de su señora se calló esperando que la regañaran por su forma de expresarse pero Meredith no lo hizo, sino que pensó que tenía mucha razón, que si a los hombres les costaba un poquito de esfuerzo conseguir a la mujer que querían la valorarían más, además, sino persistían en su intento era que no estaban lo suficientemente interesados y entonces no merecía la pena el haberles otorgado algún tipo de favor.
Las cenas las realizaba en su alcoba ya que no tenía sentido hacerlo completamente sola en el salón, así aprovechaba e intentaba leer, pero no había pasado de las primeras páginas cuando se daba cuenta que no prestaba atención y volvía a empezar de nuevo con el mismo resultado. Entonces cerraba el libro hasta la noche siguiente en que volvía a ocurrir exactamente lo mismo.
Esa noche decidió bajar por fruta a la cocina, así podría entablar conversación por un momento con alguien a parte de su doncella. Con paso resuelto se apresuró escaleras abajo .Al entrar en la habítación todos los que se encontraban sentados en la mesa cenando se levantaron sorprendidos al verla aparecer. Meredith se sintió mal al interrumpir las risas y charlas animadas que le hicieron recordar lo sola que se sentía en esos momentos.
-¿ Podrían poner un cubierto más en la mesa para mí?.- No supo quien se sorprendió más al escuchar esas palabras si ella o los once pares de ojos que la obsevaban con absoluto asombro.
En un momento el Señor Sanders se levanto y limpiando su propia silla con la servilleta le ofreció asiento. Mandy le colocó ante ella un plato y cubiertos y la Señora Morrison se encargó de llenarle el plato de comida. Meredith pensó si había hecho bien al imponer su presencia ya que todos se miraban entre sí un poco incómodos y dirigían miradas nerviosas hacia el lugar que ocupaba en la mesa.
- Bueno por lo menos hay no cenaré sola. Les agradezco la compañía.- y les sonrió timidamente.
Comenzaron a comer en silencio y Mandy con su habitual desparpajo comenzó a charlar y a hacer que todos participaran en la conversación, si bien no con el anterior desenfado, si en un ambiente más relajado.
A partir de entonces todas las comidas las hacía en la cocina y eso le hacía sentirse realmente como si perteneciera a esa casa y ellos fueran su familia, pero añoraba la ausencia de su esposo y se preguntarba si realmente volvería.
***
Meredith se encontraba en el templete del jardín perdida en sus pensamientos cuando escuchó que la llamaban. Levantó la vista hacia la casa y vió como Marion corría hacia ella. Cuando era así de impulsiva, una señorita nunca jamás se dirigía a ningún lado corriendo, no podía creer que fuera la misma Marion de hacía un mes, aunque estaba totalmente segura que podía ser igual de fría y altiva cuando se lo propusiera. Sonrío de verdad al verla lanzarse a sus brazos y estracharla fuertemente.
- Meredith, ¿porqué no me lo habías dicho? Te prometo por lo que más quiero que en cuanto lo tenga delante mi mano le hará una visita a su bien afeitada mejilla. ¿Cómo ha podido hacerte algo así?¿Sabes dónde se encuentra? Tengo tanta rabia que creo explotar de un momento a otro, así que me imagino como estarás tu.- la miró fijamente.- Te ves muy mal, Meredith....Aunque claro que teniendo a ese asno por marido quien no se encontraría en tu estado.
-¡Marion, te he echado tanto de menos!.- le tomó una mano entra las suyas.
- Entonces, ¿porqué no me avisaste?
- Pensé que volvería pronto y no tenía sentido preocuparte.- la miró arrepentida.- ¿Como te has enterado?
- Bueno, Sarah me comentó hace apenas una hora lo ocurrido. Por lo visto tu doncella se lo dijo a ella porque estan muy preocupados por ti y pensaron que te vendría bien que tu familia lo supiera, cosa que es muy razonable y deberías de haber hecho tu.- Le recriminó con cariño.- Mamá, aún no lo sabe, no se encontraba en casa y le he dejado una nota diciéndole que me encontraría aquí contigo. Si quieres, claro... No me gustaría que estuvieras sola.
Meredith asentía con la cabeza mientras hablaba.
- Bien, entonces decidido, y ahora cuéntame que ocurrió.
Le contó todo, absolutamente todo sin omitir ningún detalle, desde que escuchara la conversación de la terraza. Al decirlo en voz alta aún le sonó más horrible lo que había hecho y no pudo evitar sentir una profunda verguenza por ello.
- ¡UF! Nunca pensé que fueras capas de hacer eso Meredith.- La miraba sin poder creerlo.- No me extraña que reaccionara de la manera que lo hizo pero de todas manera eso no le justifica su actitud al marcharse de esa manera.- dijo con firmeza.- Ahora hay que pensar como vamos a actuar, porque no tengas dudas de que tarde o temprano todos se enteraran de que no se encuentra en Londres y entonces empezaran las murmuraciones de porqué no te llevó con él.
Meredith se asombró de que hasta entonces no había pensado en ese detalle. Sería la comidilla de toda la sociedad, no podría salir a la calle sin sentirse observada. "Mira, allí va la Condesa de Laughton....pobre....su marido la abandonó ¿sabes?". Se tapó la cara con las manos y gimió al pensar que no podría salir de la casa o que tendría que irse a algún otro lugar a vivir. Sí mejor lejos de Londres.
- ¿Meredith?. Te estoy diciendo que escribiremos a la madre de Starling y le preguntaremos si él se encuentra allí, le diremos la verdad, no tiene sentido ocultársela. A los que pregunten diremos que se tuvo que ir por un asunto urgente en. A ver, a ver,... en Escocia.- se paseaba arriba y abajo golpeándose con el índice en la barbilla.
Una pequeña esperanza se anidó en su corazón. Así no tendría que marcharse. Pero si decían que había tenido que salir de manera precipitada ¿porqué no la había llevado con él?. Y entonces se le ocurrió.
- Diremos que yo me sentía enferma, por un resfriado o cualquier otra cosa y no pude acompañarlo, creo que puede servir, porque los invitados a la boda vieron como me desmayé esa noche.- Y tuvo la decencia de sentirse avergonzada porque sabía que lo había fingido.
-Bien pensado.- Su prima la miró con los ojos brillantes.- Así justificaremos que no salieras de casa todos estos días, porque a partir de ahora lo harás.-sentenció.
- No creo poder hacerlo Marion, porque aunque digamos lo que digamos sabes que no todos lo creeran y tendrán razón. No voy a soportar las burlas.
- Claro que lo harás. Da igual lo que digas porque inventaran lo que no saben y no estoy dispuesta a que te quedes encerrada aquí hasta Dios sabe cuando. ¿No pretenderás esperarlo sin saber cuando regresará, verdad? Tienes que disfrutar de la vida y así cuando vuelva, porque ten por seguro que lo hará, sabrá que no has languidecido llorosa por su ausencia.
Meredith estuvo de acuerdo pero entonces su prima se sentó delante de ella con preocupación.
- ¿Sabes lo ocurrido con Lady Charmicael?
Al oir ese nombre sintió deseos de gritar y llorar a la vez pero en su lugar miró a su prima con curiosidad negando con la cabeza.
- Bueno, esto es bastane violento pero tienes que saberlo y tarde o temprano te enterarás....El día antes de tu boda, osea el de después de tu enfrentamiento con ella, la encontraron en el río...ahogada...dicen que se tiró desde uno de los puentes.- se calló los rumores que circulaban porque no quería herir más a su prima y porque ella no los creía en abosoluto.
-¿Ella está muerta?.- no salía de su estupor.- No lo puedo creer, simplemente no puedo.
Meredith se preguntó si él ya lo sabría y que sentiría al saber que no la vería más. Se dió cuenta que había expresado sus pensamientos en voz alta porque su prima le apretó las manos para que la mirara.
- No creo que él la amara, Yo estaba allí ¿recuerdas?.- al ver que no lo entendía, se explicó.- La noche en que ella te increpó..Vi cuando llegó, como se preocupó por tí, como te consoló y no me pareció que no le importarás. Si estuviera enamorado de ella su actitud sin duda hubiera sido otra. Ella no le importa y no harás que opine lo contrario a pesar de lo que tu creas haber oido. Tiene que existir otra explicación y cuando regrese tendreis que hablarlo.
Meredith hundió los hombros. No se sentía con las suficientes fuerzas para enfrentarse a él. No después de lo que ella le había hecho porque no le podría explicar sus razones. Nunca le diría lo enamorada que estaba de él hasta que no supiera que sentía lo mismo por ella. Suspiró porque no creía que fuera posible.
- Sí, supongo que tendremos que hacerlo .....si vuelve.
A partir de ese día no había tarde en la que su Marion y su tía no se presentaran para visitarla. El tiempo que pasaba con ellas le hacía mucho bien y aunque siempre insistían en que las acompañara a algún sitio, ella no se sentía lo suficientemente animada como para hacerlo y ellas esperaban compresivas a que llegara el momento.
Dos días después de haberle escrito la carta a su suegra, ésta se presentó en Laughton house.
Meredith se encontraba en esos momentos ayudando a hacer magdalenas a la Señora Morrison cuando Sanders apareció en la cocina y le informó de la visita.
Se quitó el delantal y limpiándose las manos fue a reunirse con ella.
Estaba muy nerviosa porque no sabía como la otra mujer habría reaccionado ante la noticia de que su hijo había desaparecido sin dejar rastro.
- Buenos días, Abby, - la saludo desde la puerta.
Esta se levantó con gracia de su asiento y alzó las manos para recibirla.
-Querida niña, dime que ha vuelto. Siento no haber llegado antes pero cuando la nota llegó a Dreams yo me encontraba en casa de unos amigos. He venido tan pronto la he leído. ¿Qué ha ocurrido?- Notaba la preocupación es su voz.
- Discutimos esa noche y él por lo visto decidió marcharse durante un tiempo. La culpa es por completo mía, lo siento.- Nunca le diría lo que había hecho. Nada más pensar que podría enterarse hacía que tuviera ganas de que el suelo se abriera y se la tragara.
- No es propio de Nicholas salir corriendo ante el mínimo problema- sospechaba que algo más había ocurrido pero no iba a insistir para que se lo contara porque entendía que una pareja tenía que tener intimidad- Pero no te preocupes ya estoy aquí para apoyarte en todo lo que necesites. Además, recuerda que tenemos que ir de compras y que mejor momento que este para hacerlo.
Abby, Lady Remington y Marion no la dejaron sola en ningún momento. La convencieron de que tenía que renovar su vestuario al completo y que podía disponer el dinero de su marido ya que el le había dado una asignación más que generosa. No había día que no salieran de la casa para realizar algún tipo de compras y ella temía que no cabría nada más en su vestidor.
Era consciente de que las tres mujeres lo hacían para distraerla porque sabía que, aunque intentaba disimular, su tristeza se reflejaba en sus ojos y ella les agradecía de todo corazón que se preocuparan tanto.
Los vestidos que le habia confeccionado Madame Clhoe eran maravillosos. Se había divertido escogiendo telas,encajes y lazos para crearlos, aunque siempre siguiendo los sabios concejos de la modista que había insistido en realzar su pecho, el color violeta de sus ojos y el cobrizo de su pelo. Con cada vestido que se probaba ya terminado se veía radiante ya fueran de tarde, de paseo o de noche. El traje de montar era una esplédida creación en tercipelo violeta y negro y estaba deseando poder estrenarlo paseando por Hyde Park montada en Venus, la yegua que estaba a su disposición en los establos. Era un poco inquieta pero ella se consideraba una experta amazona y no veía ningún problema a la hora de montarla.
Estaba impaciente de que llegara el primer baile al que asistiría después de casada. Sabía que iría porque se sentiría protegida por su familia pero a la vez creía que era más fuerte de lo que pensaba y que algún día tendría que demostrarlo.....esperaba que ese día no tardara mucho.
Marion se dirigía a la casa de Damon Ibree en compañía de Sarah. Había pagado a unos muchachos durante la última semana para que vigilaran la mansión noche y día y le comunicaran inmediatemente el momento en el que Arlington pisara la entrada. Si alguien sabía donde se encontraba el idiota de Laughton ese era su fiel amigo.
El carruaje se paró y ella bajó sin esperar ayuda. Subió los escalones y llámó con impaciencia. No se abrió la puerta por completo, cuando la empujó y ante la mirada atónita del mayordomó pasó sin más ceremonia.
-¿Donde está?- Se dirigió hacia la primera habitación que encontró a su derecha y miró dentro.
- Disculpe señorita pero......- No pudo terminar la frase porque ella corría escaleras arriba.- Señorita, no es apropiado que suba sin anunciarla ...¡Señorita!
Marion miró a ambos lados una vez arriba y se mordió el labió indecisa sin saber hacia donde dirigirse. Escuchó que el mayordomo subía para detenerla. Nunca se atrevería a tocarla siquiera pero no quería enfrentarse a él sino a su señor.
Damon se encontraba en su habitación quitándose el nudo del puñuelo cuando escuchó que Gibbs gritaba a alguien. Sintió curiosidad porque nunca bajo ningun concepto lo había escuchado gritar. Salió al pasillo y se sorprendió de ver allí a la señorita Remington. ¿Habría ocurrido algo mientras él había estado fuera? No había otra explicación posible a su presencia allí y mucho menos en esa zona de la casa.
-¿Ocurre algo?- Le preguntó preocupado
Marion se giró al escuchar su voz y su mirada le dijo que estaba muy, pero que muy enfadada.
-¿Dónde esta?- le preguntó poniendo en mango de su sombrilla sobre su pecho.
-¿Perdón?¿Dónde está quien?- le respondió sin saber a que o quien se refería.
- ¿No me haras creer en ningún momento que tu no lo sabes verdad?- y le volvió a golpear en el pecho.- Por supuesto que te preguto por tu amigo. Por Laughton.
Damon la miro aún sin comprender y después de manera un poco brusca le arrebató la sombrilla con la que le golpeba sin cesar.
- Supongo que en su casa de Sant James, no tengo noticias de que fuera a salir de Londres.
- ¡Oh, sí! Sí que salió de Londres ¡pero sin su esposa!- Le gritó.
El la volvió a mirar parpadeando, no entendía nada. ¿Nick se había ido sin Meredith?¿Porqué? ¿A donde?. Cogiéndo a su enfadada visitante por el brazo la acompañó a uno de los salones donde pudieran hablar más tranquilamente.
Damon iba en dirección a Laughton House junto con la Señorita Remington y su caravina. No era lo más correcto pero ¡qué diablos! no podía creer lo que había escuchado y quería verlo con sus propios ojos.
Merdith los recibió con una sonrisa en la cara pero notó que lo miraba nerviosa.
- ¡Que alegria verle de nuevo Lord Arlington!- le ofreció la mano para que la besara.
- El placer es mío Milady. - La saludo. No tenía tiempo ni ganas de entrar en frivolidades así que fué al grano.- ¿Donde está Nick?.
Se reprendió haber sido tan directo por la forma en que ella reaccionó ante la mención de su marido. Se puso pálida y su nerviosismos fue aún más visible.
- No lo sé, discutimos, la culpa fue mía por supuesto...- su puño se cerraba sobre la falda de su vestido.
- ¡Tonterias! De acuerdo, discutisteis, pero el salió corriendo sin decirte nada.- Marion se cruzó de brazos.- Mereces respeto, eres su esposa.-
Meredith la miró con pesar porque ambas sabía lo que había hecho que él se fuera de esa manera.
Ibree la miró sin poder ceer que Nick no hubiera dado señales de vida durante dos semanas. Entonces pensó en lo ocurrido en día de la boda y concluyó que ella quizá no había creido que no mantuviera ningún tipo de relación con Elisabeth. Quizá si él se explicaba ayudaría a su amigo auque tal vez a él no le hiciera ninguna gracia que se inmiscuyera.
- Lady Laughton, en lo referente a la conversación que escuchó entre su marido y yo aquel dia- vió que ella lo iba a interrumpir - Por favor déjeme explicarme, ya que fui yo el causante del malentendido.-
Merdith lo miró con recelo no tenía ningún interes en que volvieran a hablar del tema y mucho menos con Damon, por mucho que lo apreciara, hablar de ello dolía demasido, pero tampoco se sintió capaz de negarse.
- No puedo imaginarme lo que creyó escuchar, pero yo sólo le comentaba a Laughton que existía el rumor de que Lady Charmicael se había tirado por el puente por que él se casaba, que ambos estaban enamorados y por eso él contraía nupcias con usted. Simplemente le aconsejaba contárselo antes de que se enterara por otros medios y en ese momento apareció y hechó a correr más rápido que un galgo. Nick se desesperó tanto que comenzó a buscarla inmediatamente.....
-¿Ellos no estaban enamorados?.- Preguntó con un hilo de voz.
- ¡Por Dios, no! Nick no sabía como eludirla, ella insistía pero nunca mantuvieron ningun tipo de ....amistad.
- El no la quería....- Meredith se sintió peor porque entonces lo que había hecho aquella noche no tenía ningún sentido pero por otro lado su corazón saltó de alegría porque él podía enamorarse de ella ¿Porqué no? Después de todo era su esposa y cuando volviera iba a ser todo lo posible porque se olvidara de esa noche y la deseara sólo y exlusivamente a ella.
Marion y Damon la miraron y estuvieron seguron que se desmayaría en ese mismo momento al ver que su cara se ponía de color verde pero de pronto una gran sonrisa, que se reflejó en su mirada, le luminó el rostro y dijo algo que ninguno de los dos esperaba.
-¿Le gustaría acompañarme al baile de los Pembrooke. Lord Arlinghton?
Ibree esbozó una media sonrisa porque parecía que su explicación había servido de algo, aunque todavía no entendía la actitud de su amigo. Habría jurado que estaba loco por su esposa pero sin embargo la había dejado sola nada más casarse.
-Me sentiría muy honrado, Lady Laughton.
A todos los bailes, conciertos, recepciones a los que asistía Lady Laughton, llevaba como acompañante al Conde de Arlington...... y a su familia.
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