Capítulo 11
El sol entraba ya a través de la ventana cuando Meredith abrió los ojos. ¿Que hora sería? Miró confundida alrededor, había dormido hasta tarde. ¿Por qué nadie la había despertado?. Suspiró y apartó las sabanas para levantarse pero pensó que si lo hacía ya no habría vuelta atrás. Tendría que sumergirse de lleno en los preparativos del día siguiente y eso le hizó pensar en los sentimientos contradictorios que gobernaban su vida en las últimas semanas.
No tenía duda alguna de que su futuro marido le atraía como un poderoso imán, incluso pensaba que estaba comenzando a sentir algo más profundo por él. Se sentía incompleta en cierta manera cuando no estaba a su lado y eso le daba pavor. Ella siempre pensó que depender totalmente de otra persona no era bueno, te exponías abiertamente al dolor si te fallaban.
Frunció el ceño al pensar que esos sentimientos eran lo peor que le había podido suceder porque a pesar de que él siempre se portaba con cortesía, incluso con delicadeza, no llegaría nunca a sentir por ella más que un simple cariño. Con cualquier otro eso le hubiera bastado, pero no con Starling, con él ella quería pasión, amor, entrega....Quería que viviera y respirara por ella.
Se colocó una mano sobre los ojos intentando dejar de pensar, no tenía solución y además se convertiría en su esposa en pocas horas. Tendría que sentirse satisfecha, no todas las mujeres se casaban con la persona querida, algunas lo hacían con hombres que eran francamente repugnantes. Rió ante tal pensamiento porque la imagen del Lord Pembrooke pasó por su mente con su gran barriga y el eterno pañuelo en la mano para secarse el sudor que parecía no tener fin en su reluciente calva.
En ese aspecto no tenía ninguna queja de su prometido ¡Oh, no! Era el hombre más apuesto de cuantos conocía, y nada más verlo acercarse a ella le producía un inmediato calor. A veces ocurría que el cerebro se paralizaba y era incapaz de hilvanar un par de frases consecutivas pero por lo menos hasta entonces no se le había quedado mirando como boba sin saber que decir.
Se sentó al filo de la cama y balanceó los pies. Tenía un miedo atroz al día siguiente por la noche, ella necesitaba tiempo, no estaba preparada aún para hacer lo que fuera que se hacía. Necesitaba tiempo para sentirse segura, para saberse deseada, pero no sabía como planteárselo y tampoco estaba muy segura de si él aceptaría.
Recordó la noche que había ido a su casa y la encontró dormida en el sofá. Se había mostrado muy comprensivo cuando ella le pidió que parara con su besos y caricias, aunque claro entonces no estaban casados y él no tenía ningun derecho a exigirle nada, pero si había sido tan considerado aquella vez podía ser que también lo fuera en la noche siguiente...
Saltó de la cama con renovada energía. Cómo podía haber sido tan tonta al pensar que él no la escucharía, claro que lo haría, después de todo era un caballero y esperaría a que ella estuviera preparada para dar ese paso ¿verdad?.
Apartó las últimas dudas de su mente, ya las iría solucionando más adelante, y se dirigió a la ventana para abrirla del todo y dejar que el sol de ese precioso día inundara la habitación.
Llamaron a la puerta y la cabeza de Marion se asomó por ella. Miró la cama y al verla vacía recorrió la habitación buscándola. Se le iluminó la mirada cuando la encontró despierta y con un gritito entró y cerró sin la más mínima delicadeza.
- Meredith, estoy tan nerviosa... No puedo creer que mañana sea el día. No he pegado ojo en todo la noche. ¿Llevas mucho tiempo levantada? ¿Porqué aún no estás vestida?.- Le miró interrogándola.
- No, no llevo mucho tiempo levantada y ahora mismo me vestiré mientras hablamos de tus nervios.
- Bueno, no es de mis nervios por lo que he venido a hablar, después de todo eres tu la que te vas a casar y supongo que ya tendrás suficientes como para que yo siga con mis tonteriás- La miró con cautela no sabiendo si continuar o quedarse calladita. Soltando un bufido continuó.- Meredith, me prometí a mi misma que no te preguntaría si tu no sacabas el tema, pero creo que va en contra de mi naturaleza no hacerlo, así que... ¿Que piensas de lo que ocurrió anoche en Almack's?. No me negarás que fue de lo más extraño la actitud de esa mujer. Por un momento pensé que te saltaría encima como una tigresa, incluso estaba preparada para defenderte si fuera preciso.- Agitó sus rizos con energía al asentir con la cabeza para darle énfasis a sus palabras.
Meredith la escuchó y lágrimas de gratitud afloraron en sus ojos ante las palabras de su prima. Si le hubieran dicho hacía tan solo unas semanas que podría ocurrir no se lo hubiera creído. Marion dispuesta a defenderla frente a esa arpía. Pensar en ella le produjo un escalofrío.
Abrazó a la la rubia muchacha y se secó con el dedo una lágrima traicionera que escapó de sus ojos.
- Oh, Marion....no sabes lo importante que es para mi, que me digas eso, saber que me aprecias como una amiga.- La miró agradecida.
-Vamos, tontuela, no sólo eres mi amiga sino que además somos familia, y eso es lo más importante, aunque yo me haya dado cuenta un poquito tarde ...- Le dijó avergonzada y cambiando el tono a otro más jovial añadió.- Pero ahora nada ni nadie nos podrá separar jamás. ¡Las primas Remington! Dirán cuando nos vean pasear por Picadilly....- y ambas soltaron una carcajada ante tal idea.
Meredith lloraba ahora pero de risa, Marion era una verdadera loca y sentía de verdad no haberla conocido antes, era todo lo que ella no sería capaz de ser. Divertida, segura de si misma, alegre, valiente....Suspiró y comenzó a vestirse.
-Marion, volviendo a lo de ayer noche...No se que pensar, creo que ella estaba celosa y por eso me dijo aquello, pero realmente no me gustaría saber que están enamorados o que se siguen viendo después de casados. Ya sé que es de lo más normal que los hombres vean a otras mujeres pero no creo que yo pueda soportar eso.- Calló durante un momento y apenas en un susurro añadió.- Ella es tan hermosa, tan elegante...como puedo yo siquiera pensar que podré retenerlo a mi lado y que no salga corriendo al suyo...
Marion se encontraba detrás de ella cerrando el vestido, no daba crédito a lo que escuchaba
Meredith levantó la vista y miró a su prima a trevés del espejo que tenía enfrente. Ella la miraba como si estuviera loca. Si giró para encararla.
-¿Que te ocurre, te sientes mal?...
-¿Meredith, de verdad piensa que no tienes ningún tipo de atractivo, verdad?-
- No lo pienso, lo sé- afirmó con convicción.
Marion la agarró por el brazo y la enfrentó al espejo.
-¿ Sabes que veo yo? A una muchacha bonita, agradable a la vista, una cabello inusualmente cobrizo, que ya quisiera yo para mi, y no este rubio que poseen la mayoría, tu figura es espléndida, Meredith, quizá no estilizada,pero tienes bonitas curvas. Eres simpática, cariñosa, amable.....cualquier hombre se sintiría orgulloso de llevarte del brazo si no es un redomado zoquete. No entiendo como puedes decir que no te sientes atractiva.- La miró fijamente.- No serás la más bella, Meredith, pero ¿quien lo es....? Siempre, y escúchame bien, siempre nos veremos algún defecto, yo misma me encuentro a diario docenas de ellos. Soy testaruda, orgullosa, no tengo los pechos que quisiera- Miró con envidia los de su prima.- aunque no me quejo. Meredith, nadie tenemos lo que queremos porque simplemente queremos más. El secreto está en aceptarnos tal como somos y sacar el mejor partido de ello.
Meredith asintió y se propuso recordar esas palabras más adelante. Agregó una nueva cualidad a su prima: Inteligente.
Sintiéndose cada vez mejor desde que se había levantado se dispuso a encarar el día con la mejor de sus sonrisas. Parecía que todo iba mejorando y porqué no pensar que Marion tenía razón y ella era mejor de lo que pensaba.
Agarradas del brazo y entre risas salieron de la habitación.
Nick, se desprendió de los guantes de montar y la chaqueta la lanzó sin contemplación encima de la cama.
Sonrió para si al pensar en Hunt, su ayuda de cámara, cuando la recogiera de allí. Le pasaría las manos alisándola y protestaría por como cuidaba una prenda de tan excelente paño. Era un gran tipo, y él hacía como que no lo oía cuando lo regañaba.
Había salido a cabalgar bien temprano esa mañana. Necesitaba de alguna manera quitarse la frustación que sentía desde que estaba comprometido. Sonrió de nuevo al pensar en su futura mujercita. No veía la hora de tenerla entre sus brazos y hacer con ella todo lo que venía soñando.
Pensó en la manera que la tocaría, la besaría, la acariciaría lentamente entreteniéndose en cada curva. Se la imaginó desnuda ante él. Sus pechos duros y esperando sus caricias.....
Necesitaba un buen baño que lo relajara, llevaba dos semanas continuamente excitado por esa bribona de ojos violetas. Lo había hechizado, no tenía otra explicación, lo tenía en la palma de su mano y lo gracioso de todo ello es que no le importaba que fuera así.
Miró el reloj de bolsillo, Damon lo esperaba en menos de una hora, tendría que darse prisa.
-¿No te dije que mi nuevo faetón era fántastico?- Le dijo Damon por décima vez. Sonreía de oreja a oreja como un niño.
Se había dejado convencer para ir con él en el coche y por como conducía el tiro de dos caballos negros dudaba que lo volviera a hacer en breve.
-No deberías de correr tanto, maldita sea. ¿Pretendes que no llegue vivo al día de mi boda?-
Su amigo se carcajeó sin ningún tipo de remordimientos.
- Vamos, Nick. No me dirás que estás preocupado por ello. Prometo que mañana darás el "Sí, quiero" sin ningún tipo de problemas físicos. Además soy tu padrino, yo también tengo intención de ver como te casas.- Se lo pasaba en grande.- Después de la boda tengo que ausentarme un par de semanas así que cuando vuelva quiero que me des pelos y señales de la vida de casado... por si me decido.-Lo miró de reojo.
- No creo que exista en el mundo mujer suficientemente loca como para aceptarte.- Bromeó.
- A mi quizás no, querido amigo, pero a mi dinero. ¡Quien podría negarse!.- Y lo miró como si lo dicho fuera lo más gracioso que se le hubiera ocurrido en años.
Por fin, llegaron a White's y pudo bajarse ileso del indiablado faetón. Sabía que Damon era un experto conductor pero le gustaba pincharlo continuamente por su forma de conducir.
Entraron en el prestigioso Club saludando a los allí reunidos. Pidieron algo de beber se acomodaron en los sillones y se dispusieron a pasar el tiempo en agradable camaradería.
Con sus copas ya en la mano y saboreando el buen Coñac que servían , Nick miró a su amigo y le contó lo ocurrido con Lady Charmicael.
-¿Que piensa hacer Nick? Esa mujer no dejará en paz a Meredith, lo sabes.
- No tengo ni la menor idea, por ahora esperaré a casarme y después quizá nos alejemos de Londres un tiempo- Se encogió de hombros.- No puedo ir a verla simplemente y decirle que se aleje de mi vida, eso ya lo intenté. Tampoco puedo explicárselo al marido. Puede ser que sea comprensivo al haberla aceptado de nuevo, pero no creo que sea apropiado que alguien le diga que su mujer lo sigue como perra en celo. No encuentro una solución a corto plazo y estoy que me llevan los demonios.- Lo miró con determinación.- Sólo una cosa tengo segura. Si se atreve a volver a acercarse a ella no creo que pueda contenerme, Damon.
- ¿Quieres que hable yo con ella? Así tu no tendrás que involucrarte y ella no lo tomará como un acercamiento por tu parte. Le daré tu recado y tendrá que darse por advertida, después pensarás que medidas tomar si hace una de las suyas de nuevo. Creo que es, sinceramente, lo mejor que puedes hacer en estos momentos.
Nick lo pensó un instante y asintió con la cabeza.
- Buenas tardes caballeros,¿me permiten acompañarlos?.
Ambos giraron la cabeza y observaron como Lord Prescott se acercaba a ellos con la determinación que le caracterizaba.
-Como no coronel, tome asiento.- Le invitó señalando un sillón libre.
- Gracias, muchachos, gracias. Mis huesos ya no son lo que eran por mucho que trate de ignorar ese hecho..- Se quedó pensativo por un momento- aunque claro, llegar a la vejez no está garantizado para nadie. Después de todo yo puedo hablar de mis años vividos mientras que otras personas...-
Dejó el comentario en el aire. Los dos amigos se miraron no sabiendo bien que decir. Nick garraspeó incómodo y Damon se removió en su asiento.
- Ha ocurrido algo coronel, ¿alguien de su familia quizás?- se atrevió a preguntar Ibree.
- No, no, no. Gracias a Dios, nada parecido.- Levantó la vista de su puro, al que había estado mirando fijamente y los miró sorprendido.- Creía que lo sabían, después de todo, usted Laughton tenía cierta amistad con la dama.- Se apreciaba su nerviosismo, como si no supiera bien donde se había metido y no estuviera acostumbrado a esa situación.
Nick se irguió en su asiento y entonces sí que le prestó toda su atención. ¡¿De qué diablos estaba hablando ese hombre?!
- No tengo la menor idea de a lo que se está refiriendo Prescott.- Dijo lo más calmadamente posible.
- En ese caso, siento mucho ser yo el que le de la noticia,- Calló no sabiendo como empezar.- Bien...esta mañana.. se encontró en el río su cuerpo. Dicen que se tiro desde uno de los puentes y que cuando intentaron sacarla ya era demasiado tarde...
Esperaron a que continuara y al no hacerlo preguntaron los dos a la vez.
-¿Quien?
- A Lady Carmichael. Sí, a ella.... murió ahogada y todo parece indicar que por su propia mano.
Un frío silencio se produjo entre los presentes.
Damon miró a Nick y se levantó.
- Que desgracia,...er....lo siento coronel pero tenemos una cita ineludible, si nos permite.- Y sacó a su sorprendido amigo de allí.
Iban camino de ninguna parte en silencio. Damon miraba de reojo a su acompañante.
Starling no se lo podía creer, Elisabeth, muerta...no era santo de su devoción pero le había impactado la noticia.
Después de todo no iba a ser necesario que nadie hablara con ella.
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