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Capítulo 5

Las vestales caminábamos en fila hacia el Atrium como cada mañana, cuando ante mis ojos se abrió un numeroso grupo de soldados. Con Roth a la cabeza el amplio despliegue de hombres que contemplaba llamó mi atención y les observé durante un rato mientras caminaba.

- Helmi - llamé a mi valquiria y esta me alcanzó y se puso a mi lado caminando - ¿No son muchos los guerreros los que se preparan para salir?

- Roth ha dado la orden de que todos los guerreros deben salir para el glorioso Ragnarök.

- ¿Todos? - me salí de la fila y caminé hacia la terraza. A mis pies miles de guerreros formaban para irse a la batalla que les esperaba, sabía que habría más preparándose en otras partes del planeta. Pero no era extrañeza lo que me causaba ver aquellos hombres, ni los pertrechos, ni las unidades formadas. Era el hecho de que dejasen Asgard sin protección, toda la población estaría a merced de cualquier ataque y así se lo comenté a Helmi - ¿Y si nos atacan? Hemos visto patrullas enemigas de reconocimiento cerca de aquí.

- Que a tu preciosa cabecita de vestal eso no le importe, Senda - me dijo Helmi riéndose - Roth y los suyos saben qué deben hacer.

Pero algo dentro de mí me decía que no, volví a mirar a los soldados, me era todo tan familiar... Mi mente pasaba de un plan a otro, estructuraba con rapidez los efectivos que veía y nada de esto tenía sentido. Era una locura dejar el planeta sin la protección adecuada estando tan cerca del enemigo. Salté hasta la terraza que tenía debajo y volví a saltar, las terrazas formaban una especie de escalera en el gran edificio y si saltabas de una a otra podías llegar hasta donde estaban parados los guerreros dispuestos en ordenadas filas. Busqué a Roth y le encontré cerca de de las primeras filas por lo que me acerqué a él corriendo seguida de una Helmi que gritaba mi nombre exasperada detrás.

- Vaya, vaya... - dijo Roth volviéndose al escuchar cómo le llamaba - Qué sorpresa tan agradable vestal Senda. ¿Es una visita de cortesía?

- ¿Vas a dejar sin protección a Asgard? - pasé de saludos formales, reverencias y tonterías varias.

- Las decisiones que tome no son asunto tuyo, vestal. - dijo ofendido por mi pregunta.

- Estás moviendo a todos tus efectivos, ¿no vas a dejar un contingente para proteger el planeta?. Los movimientos enemigos vaticinan un ataque inminente, ¿acaso no lo ves? - le pregunté sin respirar por mi alegato.

- Mujer, tu lugar está en el Atrium no aquí entre guerreros. - me miró desde su impresionante altura y se encaró conmigo.

- Y por eso mismo te lo estoy diciendo, cuando hago mis conexiones con vosotros puedo ver vuestros movimientos y también los del enemigo, dejar vacío el planeta de soldados me parece una temeridad.

- Las decisiones estratégicas no te incumben, vestal. ¡Valquiria! - llamó a Helmi que se acercaba corriendo - llévate a tu vestal al Atrium. - le ordenó, Helmi me cogió de un brazo y tiró suavemente de él.

- Ven Vestal Senda, debemos dejar a los guerreros.

- ¡Roth! ¡¡Mira los mapas!!! Se están reuniendo en un punto para atraernos hacia él, pero no sabemos cuántos de ellos hay, puede ser una trampa. ¡¡Hazme caso!!

- ¡¡Basta!! - un trueno resonó en el cielo con su grito y por un momento me asusté - ¡No toleraré que una niña cuestione mis decisiones!. ¿Acaso crees que sabes más de la guerra que yo?

Por un momento mi furia volvió a removerse dentro de mí intentando salir, otra vez la calma que provenía del dragón original la ancló y no la dejó salir, pero un rostro cruzó en aquel momento por mi mente, ¡¡un recuerdo!!! mis pupilas se dilataron y dejé de respirar por un instante. Un hombre, apuesto, maduro, con el cabello blanco y una barba cuidada estaba delante de mí, supe que es hombre era muy importante para mí, ¿quién era?, ¿mi padre?, ¿mi hermano, un amigo, ¿mi pareja???, su voz resonó en mis oídos como si estuviese de verdad presente, 'pequeña...' me llamó, ¿quién era él???. Sacudí la cabeza y el recuerdo se desvaneció en el aire.

- ¡Quizá sea solo una vestal pero te aseguro que esta vestal podría hacer mejor la guerra que tú, bastardo desconsiderado! - grité a mi vez. Escuché gritos asombrados a mi alrededor y vi cómo Roth levantaba la mano para golpearme, un brazo cogió su muñeca antes de llegar a tocarme y vi que Arco había parado el golpe.

- ¿Cómo te atreves a tocarme, descastado? - le dijo Roth soltándose furioso.

- Si te atreves tú a golpearla haré mucho más que tocarte, guerrero - dijo con una voz calmada pero llena de amenazas. Roth se separó de nosotros.

- ¡Valquiria! Llévatela, la esperan en el Atrium - dijo dándose la vuelta, intenté seguirle para seguir discutiendo pero Arco me cogió de la cintura.

- ¡Suéltame! Ese idiota os lleva a una muerte segura. - le espeté.

- Senda, ¡para! - me ordenó Arco - debes saber elegir tus batallas. Le has puesto en ridículo, no atenderá nada de lo que te diga, lo único que conseguirás es que te encierren o algo peor, perder tu status frente a Odín.

- Pero... - no me dejó terminar.

- Si es cierto lo que dices no necesitaremos mucho para comprobarlo.

- ¡Pero se perderán vidas! - grité.

- Hay veces que no podemos ganar nuestras batallas, conténtate con ganar la guerra. - tuve una visión de Arco en medio de muchas personas y yo arrodillada frente a él con un puño a la altura de mi pecho, la autoridad que manaba de él era tal que no pude menos que obedecerle.

- Si te pasase algo... - empecé a decir para callarme inmediatamente al ver lo que traslucía mis palabras, él sonrió con esa media sonrisa que me volvía loca.

- ¿Me echarías de menos? - me preguntó con doble intención.

- Para nada, solo estaba pensando que no tendría quién me llevase volando - no dije nada más porque Helmi nos miraba preocupada.

- Si pasa algo avísanos a todos, ¿de acuerdo? - me dijo el dragón, asentí preocupada. Él no debía ir a luchar sino yo, ¿por qué tenía esa sensación de que era yo la que debía entrar en combate?

- Ten cuidado ahí fuera, ¿vale? - le dije de pronto y no pude evitar poner mi mano sobre su brazo. Él posó su mano sobre la mía y me la apretó con fuerza.

- Volveré a ti, te lo prometo. - me dijo con pasión contenida. Vi como se alejaba a grandes zancadas y por un momento mi corazón dejó de latir para hacerlo con un sordo dolor que se instaló en mi pecho. Me lo froté inconscientemente.

Volví con renuencia al Atrium seguida por una Helmi enfadada por el hecho de haberme encarado con Roth. Veía que su posición privilegiada peligraba por mis acciones y le había costado mucho llegar hasta allí para ver ahora perdidos todos sus privilegios.

- Senda, ¿estás loca?, ¿cómo se te ocurrió decirle eso al gran Roth?

- ¿Te has dado cuenta que han dejado sin defensa Asgard?, vosotras, las valquirias, sois grandes guerreras pero vuestro número no es suficiente para un ataque a gran escala. ¡Somos el centro del imperio de los originales y lo han dejado vacío de efectivos!

- ¡Pero le has avergonzado frente a todos! ¿y el descastado?, ¿cómo se le ocurrió intervenir?

- Mejor que lo haya hecho - me revolví yo también enfadada - Si ese imbécil de Roth se hubiese atrevido a golpearme... - volvió una vez más mi furia a moverse en mi interior pugnando por salir, pero una vez más el original hizo que una fría calma me embargase.

Llevaba todo el día metida en el Atrium después de haber recibido una dura regañina de la gran sacerdotisa a la cual Roth había tenido tiempo de quejarse. Me habían prohibido salir de allí sin la compañía de Helmi y otras dos valquirias y suponía que mi vida a partir de ahora no tendría mucha libertad. Pero había dejado de pensar en ello, los guerreros se habían visto inmersos en una terrible batalla, muchos de los hijos de Surt les habían atacado, lo que más me preocupaba era que nuestro enemigo atacaba sin un claro objetivo, como si... como si... como si solo les estuviesen distrayendo.

- 'Roth pide ayuda en los acantilados del sur' - transmití a los guerreros.

- 'Senda, ¿qué te preocupa?' - Arco me habló directamente a mi mente.

- 'Hay algo que se nos escapa de todo esto, ten mucho cuidado'

- '¿A qué te refieres?'

- 'Se les ve demasiado ansiosos porque sigáis luchando. Están perdiendo a muchos de los suyos y ni siquiera han recuperado un palmo de tierra. Simplemente luchan'.

Un terrible crujido nos desestabilizó a todas las vestales y muchas caímos al suelo, ¿era un terremoto?

- ¡Helmi!, ¿qué ha sido eso? - pregunté perdiendo momentáneamente mi conexión.

- Iré a ver, vestal.

- ¡Las demás! ¡A vuestros puestos!, los guerreros se han quedado sin nuestras voces - les indiqué a mis compañeras. No tuve que esperar mucho tiempo para ver entrar a Helmi con la cara desencajada.

- ¡¡Nos atacan!!, ¡¡los hijos de Surt están en Asgard!!!, ¡¡nos atacan!!! - gritó fuera de sí.

Corrí hacia el exterior a una de las grandes terrazas desde donde se podía ver el resto de los palacios y la ciudadela, vi aparecer en el cielo grandes bandadas de los hijos de Surt que se diseminaban por todas partes. Desde el suelo grandes piedras caían en la inmensa ciudad destruyéndolo todo.

¡¡Yo tenía razón!! Todo había sido una trampa desde el principio. Helmi estaba a mi lado viendo aterrorizada el inicio del ataque, a nuestro lado apareció Sveva, la gran guerrera y líder de las valquirias.

- ¿Qué vamos a hacer?, ¡estamos condenados! - dijo poniéndose con horror la mano en la boca.

- ¡Sveva!¡¡¡cierra el Atrium!!! Pon a las valquirias a protegerlo con sus vidas. Mantén a las vestales dentro y que pidan ayuda a los guerreros. - la grité dando órdenes como si siempre lo hubiese hecho - Que les secunden hasta que estén aquí. No dejes que ninguna salga y que hagan su trabajo, ¿me has oído?. ¡¡¡Sveva!! - sacudí sus hombros y pareció reaccionar - Dime que me has oído. - asintió pero aún así se lo repetí - que ninguna vestal salga, que todas mantengan la conexión con los guerreros. Necesito un destacamento de valquirias, intentaré establecer una defensa en la ciudad, nada podemos hacer por los que viven fuera de ella - volvió a asentir.

- Mist y sus hembras te servirán, vestal. Iré a preparar lo de dentro. - ni siquiera se planteó discutir conmigo, sabía lo que le pasaba, las valquirias nunca habían entrado en combate directo y enfrentarse a uno había bloqueado a Sveva.

- Sveva, que no salga ninguna. Si perdemos la conexión con los guerreros no tendremos ninguna oportunidad. Pide a Roth una retirada total, si hay que morir que sea en el mismo Asgard.

- ¿Qué haremos nosotras?? - me preguntó Helmi asombrada por mis palabras. Me quité la túnica y me quedé en una especie de vestidito corto que llevábamos debajo a modo de ropa interior y que me dejaba las piernas al aire.

- Luchar Helmi, defender nuestro hogar. - Alcé el brazo e hice un perfecto semicírculo hacia la ciudad enlazando a todos cuanto mi mente pudo abarcar. - Dame armas, no creo que hoy sobrevivamos sin derramar sangre.

- Pero las vestales no saben utilizar las armas.

- Te aseguro que prefiero morir con el acero vistiendo mi mano que sin nada en ella. - Al final Helmi me dio una espada y una especie de puñal que me puse en el cinto.

Salimos al exterior del Atrium para ver la ciudad atacada, algunos hombres intentaban contener a los hijos de Surt pero no eran ni mucho menos suficientes, uno de ellos vino asustado hacia nosotras.

- ¡Valquirias! ¿qué hacemos?

- ¡Abandonad las posiciones! Debemos hacernos fuertes en el patio del Atrium, las gruesas paredes nos protegerán. Haced lo mismo con el resto de los palacios - dije antes de que ninguna contestase.

- ¿Aquí? - preguntó anonadado el hombre - ¿con las vestales? - ni siquiera me paré a contestar y me dirigí a otra valquieria.

- Mist, toca el cuerno, convoca a todos dentro de las grandes puertas. Diré a todos que los que no lleguen al Atrium se atrincheren en sus casas.

- Sí, vestal Senda.

- Helmi, acoged a todos los que vengan, vigilad por si los hijos de Surt les siguiesen.

- ¿Qué vas a hacer tú?

- Hablaré con Odín. - contesté, la valquiria me miró incrédula.

- ¿Con el Padre de todos los Padres?

- No, con mi padre el tabernero... ¿acaso conoces algún otro? - me aparté a un lugar resguardado y abrí mi conexión - '¿Odín?' - no tardó mucho en contestar.

- 'Hija mía, iré a buscarte para sacarte de ese infierno en cuanto pueda, debes aguantar con vida hasta que llegue.'

- 'No te preocupes por mí, necesitamos que dejen de caer del cielo los hijos de Surt, ¿puedes hacer algo?'

- 'Mis hermanos y yo remontaremos a las alturas y eliminaremos a los enemigos, deberéis encargaros de aquellos que ya están en nuestro sagrado suelo.'

- 'Bien, nos atrincheraremos en el Atrium hasta que Roth y sus guerreros lleguen y nos rescaten. Las murallas de la ciudad no aguantarán mucho sin la protección de los guerreros, haremos defensas secundarias en los palacios.'

- 'Senda, debes esconderte hasta que todo pase.'

- '¿Esconderme? - dije ofendida - lucharé por aquello que he jurado defender, ¿quién te crees que soy?, ¿una cobarde?'

- 'Por lo visto, una temeraria, hija mía. Si no vas a esconderte te diré que los hijos de Surt se vuelven débiles ante los sonidos agudos.' - me quedé pensando en el consejo.

- 'Eso me ha dado una idea.'

- 'Ve, hija mía, ten cuidado ahí fuera.'

Terminé la conexión y volví junto a Helmi que miraba la ciudad con preocupación, por un momento volví a ver al hombre de pelo blanco y barba cuidada mirándome de la misma manera, intenté retener ese pensamiento pero se desvaneció de mi mente como un suspiro. Me centré en lo que me había dicho Odín y la llamé.

- Helmi, Odín me ha dado una idea, hay una hilera de gongs repartidos por la ciudad, su tañido es el que llama a la muerte cuando alguien fallece.

- También los utilizamos para abrir las flores del invierno, es un juego divertido.

- Odín me ha dicho que los hijos de Surt son sensibles a los sonidos agudos. Podríamos utilizarlos para abrirnos paso.

- ¡Es una gran idea! Los gongs están dentro de los palacios. Pero, ¿crees que funcionará?

- No lo sé, transmitiré a la ciudad nuestro descubrimiento y esperemos que sirva de algo. Debemos de tener una persona en cada uno de los gongs y hacerlos sonar al mismo tiempo, creo que eso nos dará un poco de ventaja. Cuando caigan al suelo será el momento que tendremos de matarlos, son demasiado fuertes para un combate directo.

Corrimos hacia las murallas exteriores para esperar y atrincherar el exterior del Atrium, dentro del edificio, las vestales seguían dirigiendo a los guerreros en su huída hacia Asgard. Por el camino, hice una conexión y llamé a todo el que pude encontrar para comunicarle lo que habíamos descubierto y para decirles que se escondiesen hasta que todo pasase.

Al llegar al exterior nos encontramos de bruces con la batalla, ni siquiera me lo pensé cuando desenfundé la espada que me había dado Helmi y comencé a luchar contra ellos. Los hijos de Surt eran unos temibles adversarios, tenían forma humanoide como nosotros pero su piel azulada llena de marcas y tatuajes, sus ojos plateados y sus dientes en pico les daban un aspecto pavoroso. Todos tenían el pelo blanco y lo llevaban largo y suelto en greñas. Un cuerpo largo y estilizado cubierto por fuertes armaduras y lo peor de todo con alas como las de una libélula que les hacían veloces en el aire. Eran más altos que los guerreros de Roth que de por sí eran más altos que la mayoría de nosotros, y su altura y su vuelo les hacía inmensamente peligrosos. Los había visto muchas veces en las visiones que tenía haciendo mi trabajo de vestal, pero tenerles enfrente... curiosamente, en vez de producirme miedo me produjo una sensación de seguridad, como si ya hubiese pasado por esto una y otra vez. De refilón vi a aquellos que dirigían a los hijos de Surt, llevaban las armaduras labradas pero por lo demás no pude distinguir mucho de ellos. Por lo que vi no había ninguna hembra lo que me sorprendió, tenían un alto número de machos y ninguna hembra, ¿no se reproducían o es que las hembras esperaban en su planeta?. Eran inteligentes, utilizaban los escuadrones que caían del cielo con eficacia, nosotros solo podíamos defendernos, no teníamos posibilidad de ataque.

Luché contra ellos lanzándome al combate con inusitado vigor, a mi lado Helmi hizo lo mismo. No recordaba haber sentido tanto miedo en mi vida, pero desde luego no iba amedrentarme ante aquellos seres. Pronto nuestra estrategia dio resultado, varios hombres hicieron sonar todos los gongs con estridencia, los hijos de Surt gritaron agónicamente al escucharlo y aprovechamos para matar a tantos como pudimos, después de un rato pudimos limpiar la entrada al Atrium. Vimos como familias enteras venían hacia nosotros para refugiarse entre los gruesos muros que daban al patio principal y les ayudamos a llegar.

- ¡Helmi! Necesitamos a los guerreros de Roth, ¿dónde están? - le pregunté rabiosa mientras remataba a otro de aquellos seres en el suelo.

Una horda de Surt se abalanzó hacia nosotras, me preparé para su ataque pero antes de llegar fueron masacrados por cientos de flechas que desde las grandes paredes del Atrium, Sveva y las demás valquirias les lanzaron.

- ¡Bien por mis hermanas! - gritó Helmi a mi lado, me miró sonriendo pero una sombra de terror le cruzó el rostro - ¡Vestal! Estás herida!! - me dijo cogiéndome el brazo y apretando un rasguño que me había hecho en el antebrazo. Me miré y vi que no era importante, por lo que separé la mano de Helmi de mi brazo.

- Estoy bien, no es apenas nada - le dije tranquilizándola. Al darme la vuelta vi otra horda de aquellos seres que se acercaba a nosotros, mucho más grande que la anterior, numerosos hijos de Surt se acercaban volando hacia nosotras, ni con todas las flechas de las valquirias conseguiríamos derrotarlas - Gran Odín... - suspiré con miedo por lo bajo. Me di la vuelta para mirar a una aterrorizada Helmi que apuñaba su espada con fuerza - Helmi - la llamé, me miró con ojos de desquiciada - luchemos, defendamos lo que es nuestro y si hoy es nuestro último día que el mismo Odín nos lleve al Vallhala.

- Qué así sea entonces. Yo... nunca conocí a nadie como tú... - me dijo emocionada, sonreí tristemente.

- Me alegra haberte conocido, amiga mía. - le respondí. Por un momento volví a ver a aquel hombre de cabello blanco a mi lado dispuesto a luchar, supe que estuviese donde estuviese me estaba esperando. Debía recuperar mis recuerdos y eso significaba que hoy no era día para morir.

El ataque comenzó, mi destreza en el combate me sorprendió incluso a mí, hice movimientos que ni sabía que pudiese hacer, superaba ampliamente a cualquier valquiria y a muchos de los guerreros de Roth, pero yo sola no podría con todos aquellos seres. Salté sobre ellos para atacarles pero algo me cogió de la mano y cuando miré hacia arriba vi a Arco en su forma semihumana.

- ¡Has venido! - le dije feliz.

- ¿Lo dudabas, vestal? - me sonrió y las mariposas de mi estomago se revolucionaron. - Te dije que moriría por ti. - Y yo me eché a reír.

- No mueras por mí, pero lucha, déjame en el suelo e intenta limpiar el cielo de esos seres.

Me volvió a bajar y alcé mi brazo e hice un perfecto semicírculo con él enlazando a todos los guerreros de Roth que pude y esta vez les dirigí a la guerra.

No recordaba haber luchado nunca, haber dirigido un combate ni decidido una estrategia, pero todo fluyó como si lo hubiera hecho en numerosas ocasiones. Los hijos de Surt eran numerosos pero nosotros éramos mejores guerreros y tras duros momentos conseguimos que empezasen a retroceder. Arco desde el cielo y convertido en un feroz dragón no daba tregua a los enemigos, con su ayuda y la de los guerreros al final del día conseguimos dominarlos y era bien entrada la noche cuando pudimos decir que habíamos vencido.

Las pérdidas habían sido cuantiosas, ni siquiera sabía cómo podríamos superarlo. Los cadáveres de los enemigos y los nuestros se amontonaban en enormes montañas de muerte y sangre. Yo estaba sentada en el suelo al lado de ellos, vendándome una herida de la pierna, a mi lado estaba Helmi con un fuerte golpe en el hombro tumbada. Habían encendido hogueras por doquier para atender a los numerosos heridos y nos hallábamos cerca de una intentando calentarnos.

- Helmi, deberías ir a descansar, ese golpe puede ocasionarte problemas a la larga.

- No voy a dejar sola a mi vestal, olvídalo. - por un momento me miró y vi desconcierto en su mirada - ¿Cómo sabías luchar, Senda? - me preguntó por fin, yo sabía que se lo había estado preguntando todo el día y la verdad, yo también por lo que la contesté con sinceridad.

- No lo sé Helmi, solo sé que no soy como las otras vestales, siento que mi lugar está en el frente, al mando de las tropas.

- Sveva dijo que nunca había visto a nadie comandar como a ti. - Me encogí de hombros y miré hacia donde los guerreros descansaban, allí, apoyado en un árbol estaba Arco también tumbado.

- No se lo digas a nadie - le supliqué a la valquiria - pero el descastado y yo procedemos del mismo mundo - Helmi se incorporó sorprendida.

- ¿Estás segura? - asentí.

- Completamente.

- Pero, ¡él se convierte en dragón! - dijo sorprendida mirándome como si yo también fuese a convertirme en dragón.

- Y yo sé luchar, Helmi. Y... - me quedé callada mirándole, sacudí la cabeza.

- ¿Qué vas a hacer?

- No lo sé, pero... - Roth apareció ante mí en ese momento y paré de hablar para mirarlo de malos modos.

- Odín reclama tu presencia - me dijo simplemente, su rostro estaba serio, una sucia venda le cruzaba la frente y rastros de sangre seca todavía se veían en su barba y en su cara. Me levanté con cuidado y probé la pierna, el vendaje que acaba de aplicar aguantaría. - Valquiria, ve a descansar, yo acompañaré a la vestal cuando acabemos.

- Pero es mi deber... - le interrumpió Helmi.

- Te he dado una orden, valquiria, ¡cúmplela! - le dijo enfadado. Supongo que hoy ya había tenido suficiente con gente que había cuestionado sus órdenes.

- No te preocupes, Helmi, luego te contaré cuando vuelva - asintió hacia mí más tranquila y seguí a Roth.

Caminamos en silencio y por un momento me di la vuelta sintiendo una presencia conocida, Arco estaba detrás de nosotros a una distancia prudencial y no pude evitar emocionarme al pensar que estaba cuidando de mí. Esta vez Roth no se quedó a la entrada sino que pasó conmigo, me sorprendió porque normalmente solía ver a solas al gran dragón. Vi que Odín también había sido herido y me sorprendió muchísimo, creí que los originales no sufrían daños... ¿con qué arma le habían atacado para infligirle aquellos terribles tajos sanguinolentos que se veían en su vientre?

- ¿Son graves tus heridas, hija mía? - me preguntó tras hacerle una reverencia.

- No, Gran Padre - respondí con respeto - molestas a lo sumo, espero que vos también os encontréis bien. - dije con educación.

- Has tomado una difícil decisión hoy y has salvado Asgard con tu actuación.

- No he sido yo sola, Odín, entre todos lo hemos hecho.

- Humildad... cualidad de las que mi guerreros carecen - dijo mirando a Roth a mi lado y vi como se sonrojaba levemente.

- Asumo toda la culpa, Padre de todos los padres - dijo Roth inclinándose hacia delante - la vestal me avisó de mi estrategia incorrecta y no le hice caso.

- No voy a culparte, hijo mío, el error fue mío al ponerla en el Atrium obviando quién es en realidad - le volví a mirar sorprendida, ¿quién era yo en realidad? - solo pensaba en preservarla por encima de todo y evité la posibilidad de que ayudase a defender nuestro reino. No volverá a suceder.

- ¿Qué significa... - empecé a preguntar pero Odín volvió a interrumpirme.

- Volverás al Atrium pero Roth y tú decidiréis a partir de ahora las defensas de nuestro reino.

- ¿Al Atrium? ¡Sé luchar! Mi lugar no está entre faldas y algodones sino en el frente junto a los guerreros, la espada y la sangre. - reclamé furiosa por un instante, luego la maldita calma volvió a envolverme una vez más como sucedía siempre.

- No te expondré a peligros innecesarios, hija mía. Te mantendré a salvo como pueda. Ve, cumple las órdenes de aquel que te dio la existencia.

- ¡Padre! - volví a reclamar, pero Roth puso una mano sobre mi hombro y negó con la cabeza.

- Una última cosa, hija mía, no volarás nunca con el dragón negro. Me perteneces, no debes volar sobre él. Siento tus ansias cuando te eleva del suelo, eso no debe ocurrir. - le miré sorprendida y abrí la boca para saber de qué hablaba cuando.

- Retírate Senda, debo hablar con el Padre de todos los padres. - quité enfadada mi hombro bajo su mano con un violento movimiento y me fui hacia donde me esperaban los criados. Por el rabillo del ojo vi que hablaban, amortiguadas sus voces por las gruesas paredes que nos separaban y al llegar hasta los criados les pedí privacidad para descansar, me dejaron sola y volví a introducirme dentro del recinto donde descansaba el gran dragón escalando por las paredes, como me había supuesto mi agilidad fue de innegable ayuda para estar pronto parapetada en uno de los árboles más cercanos donde descansaba el dragón y donde podía escuchar la conversación.

- Déjate guiar por su experiencia en la guerra, a pesar de no tener recuerdos sus conocimientos perduran - dijo Odín a Roth pero yo me quedé pensando ¿experiencia?, ósea que sí sabía luchar.

- Entonces tiene razón ella y debería estar en el frente, padre.

- No, recuerda la profecía, ella no debe luchar. - espera, espera, me pregunté ¿qué profecía?

- ¿Y qué hacemos con el dragón negro? Luchó junto a ella como si fuesen uno.

- El ejecutor es peligroso, mantenle controlado como hasta ahora. - ¿de quién hablaban?, ¿de Arco?, ¿ejecutor?.

- No se separa de ella, ha llegado incluso a retarme delante de mis guerreros.

- No deberías verle como un enemigo sino como un aliado, hijo mío. Separados son poderosos, cada uno a su manera y al mismo tiempo, peligrosos. Senda es la misma profecía reencarnada, puede ser nuestra mayor esperanza o nuestro final. Arco fue el ejecutor de Loki, nunca nadie había logrado una proeza semejante. Pero si son poderosos por separado, juntos son imbatibles, nadie logrará vencerlos si les dejamos unirse.

- ¿Y eso sería malo, padre?

- Si la profecía es cierta, el dragón y la mujer nunca deben estar juntos pues ocasionarían el fin del Ragnarök y con ello de nuestra existencia. Debemos pensar bien nuestros próximos pasos, traerles fue una decisión arriesgada sin duda, no queremos que todo esto acaba mal.

Lo siguiente ya no fue tan interesante y tan silenciosamente como vine volví a mi lugar sentándome en un banco de piedra esperando a Roth, un montón de preguntas se agolpaban en mi mente, ¿profecía?, el fin del Ragnarök y ¿qué tenía que ver en todo esto Arco?, Odín le había llamado el ejecutor de Loki, ¿quién era?.

- Solo con mirarte me da dolor de cabeza, no deberías pensar tanto - dijo una voz a mi lado y me sobresalté para ver a Arco a mi lado.

- Yo al menos pienso, ¿haces algo más aparte de admirar esos duros abdominales tuyos? - le dije con ironía.

- Te has fijado en mis abdominales, ¿hay algo más en lo que te hayas fijado, vestal? - dijo acercándose a mí con esa sonrisa que me volvía loca. Me sonrojé por un momento y miré para otra parte.

- Ya te gustaría, dragón. - le oí reír quedamente a mi lado y tomó asiento a mi lado.

- ¿Qué has descubierto? - me preguntó serio, me volví para mirarle sorprendida.

- ¿Cómo sabes qué....

- Ni que no supiese que esa curiosidad tuya no te llevó a espiar a Odín y al imbécil de Roth. El que mandases fuera a los criados me lo confirmó. ¿Qué has descubierto? - volvió a preguntarme.

- Odín te llamó el 'ejecutor de Loki', ¿te suena de algo? - Arco pareció hacer memoria pero acabó negando con la cabeza.

- No, no se me ocurre nada.

- También habló de una profecía que tiene que ver conmigo, es por ella por lo que no me dejará tomar parte en los combates, sigo relegada al Atrium solo que esta vez creo que Roth tomará en consideración mis opiniones.

- Me alegro que el gran Odín haya tomado esa decisión, ya es duro separarme de ti, sería terrible saberte en peligro sin estar a tu lado para protegerte. - Las mariposas de mi estómago se revolucionaron al escucharle y una tonta sonrisa se instaló en mi rostro. Él me miró y negó con la cabeza sonriendo con esa media sonrisa que le hacía tan guapo.

- No... no deberías decirme esas cosas, soy una vestal. - dije para que dejase de sonreír.

- No digo más que la verdad y dentro de ti sabes que es cierto. Desde que te vi por primera vez no he dejado ni un instante en pensar en ti, puedo hacer otras cosas, estar en otros lugares pero tú siempre estás presente dentro de mí, tu rostro, tu aroma, tu recuerdo... siempre me acompañan. Si me lo pidieses moriría por ti, si me lo pidieses viviría por ti. - Su rostro estaba a escasos centímetros del mío y mi boca se encontraba tan cerca de la suya que... - Dime vestal, dime qué es lo que sientes por este descastado. - acercó aún más su cara hasta casi rozar mis labios y deseé con todas mis fuerzas que lo hiciese...

- Vestal, Roth os espera - una voz nos sacó de aquella extraña situación y me incorporé enseguida avergonzada para ir detrás del criado que me había llamado, ni siquiera volví la cabeza para ver su rostro.

Encontré a Roth hablando con uno de sus guerreros y me puse a su lado de manera sumisa mirando furtivamente hacia donde se había quedado Arco por si le veía.

- ¿Estás preparada? - asentí con recato y bajé la cabeza para caminar junto a él, seguía igual de silencioso que antes y ni siquiera me molesté en hablarle, hicimos la mitad del camino hasta que se paró de pronto y me miró. - Vendrás mañana a los edificios donde estamos los guerreros y hablaremos sobre las ideas que tienes para fortalecer nuestras defensas.

- No vendría mal un 'por favor' después de esa frase, Roth.

- Es una orden, vestal. Serás la favorita de nuestro padre, pero sigo siendo el mejor de los guerreros y mi status es incuestionable.

- Quédate con tu status y tu pose de chulito insoportable pero o empiezas a tratarme de otra manera o el descastado no será el único que te de una paliza, cretino. - le miré amenazándole. La verdad es que me sorprendió su reacción, porque por primera vez le vi sonreír de verdad y me dijo con voz sincera.

- No me extraña que Odín te considere tanto, solo veo valor en ti, no hay ninguna duda o temor.

- Tengo miedo, de idiotas como tú que hacen que mi vida sea complicada. - le vi asentir y me quedé parada extrañada, no era la respuesta que esperaba, la verdad.

- Tienes razón, debo tratarte con respeto, tu actuación de hoy demuestra que te lo has ganado. Dime, ¿qué sentiste al luchar? - me encogí de hombros ante el cambio de actitud pero le contesté.

- Es como si lo hubiese hecho toda la vida, es natural en mí, quizá antes de llegar a Asgard era una guerrera como tú, ¿sabes algo? - le pregunté con voz acusadora, Roth negó con la cabeza.

- Odín fue con los sacerdotes a recogerte, los guerreros nos quedamos aquí, no sé qué clase de persona eras antes de llegar pero espero fervientemente que sea como dices.

- De vez en cuando se cuela en mi memoria el rostro de un hombre, me veo luchando a su lado. - le confesé.

- ¿Es amigo? - me preguntó interesado.

- Creo que sí, es mayor con el pelo blanco y siento que es como un mentor o un hermano, no estoy segura. ¿Tú tienes recuerdos?

- Siempre he vivido en Asgard, nací y crecí aquí. - asentí sin saber qué más decir y pronto llegamos al Atrium donde Helmi me esperaba con impaciencia. - Descansa esta noche, vestal, te lo has ganado. Mañana seguiremos hablando. - Le hice un gesto de asentimiento pero me sorprendió al coger mi mano y llevársela al pecho donde la apretó fuerte. - Tu valor en la batalla fue incuestionable y tu lealtad hacia Asgard un regalo, hasta hoy admiré tu belleza pero he visto que tu interior es todavía más hermoso, déjame conocer el resto de ti, olvidemos nuestras lides anteriores y comencemos de nuevo, por favor. - le miré sorprendida y solo asentí brevemente, me besó suavemente la mano y se fue.

- No me lo puedo creer, qué romántico ha sido... - dijo Helmi, yo me la quedé mirando.

- Yo solo he visto que no pierde ni una oportunidad para ligar.

- A mí me ha parecido sincero. - le defendió.

- Ya... no sé porqué pero creo que ya he pasado por estas situaciones antes y siempre termina igual.

- ¿Cómo?

- Todos quieres poseerme y yo solo pertenezco a uno.

- ¿A quién, vestal?

Me quedé callada sin responder pero a mi mente vino la imagen de un hombre con unos hermosos ojos azules...

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