Capítulo 34
La noche había llegado, lo sentía dentro de mí, a pesar de que donde yo me encontraba la luz se extendía por todas partes, allí donde se encontraba mi hijo la oscuridad era total.
- Es la hora, original – le dije al cuerpo de Draco que estaba detrás de mí.
- ¿Estás segura de esto? – me preguntó nuevamente.
- ¿Cumplirás con aquello que me prometiste? – le siseé furiosa.
- Una vez que someta a tu hijo ya no habrá vuelta atrás.
- Hazlo. – mi voz sonó fría y sin sentimientos, no me podía permitir dudar. No ahora que estaba tan cerca de culminar con mi plan de venganza.
Extendí mis manos y expandí mi mente buscando la de Caram, atravesé mundos, atravesé el espacio hasta llegar a él. Le encontré durmiendo en un catre con la piedra alrededor de su cuello.
- 'Mi precioso bebé' – solo dije mientras le contemplaba dormir.
La piedra roja empezó a licuarse y convertida en un sanguinolento líquido comenzó a trepar hasta la oreja de mi hijo. Suavemente, despacio, con el fin de que Caram no se despertase. A su alrededor todos estaban dormidos, no habría nadie que le ayudaría... Poco a poco aquel repugnante trozo de original llegó hasta su oído y se deslizó por él. Caram abrió los ojos sorprendido e hizo el amago de gritar. Ningún sonido llegó a ser pronunciado nunca.
- 'Su mente me pertenece, jinete rojo' – me informó el original.
- 'Bien... ¿Caram?' – llamé suavemente a mi hijo.
- '¿Madre?' – me respondió como en una nebulosa
- 'Lo has hecho muy bien cariño, ahora me toca a mí. Pero antes... dentro de tu mochila encontrarás una piedra idéntica a la que llevabas puesta, póntela en el cuello, así nadie se dará cuenta de que la piedra está dentro de ti.'
- 'Sí, madre' – accedió como el esclavo que era. A partir de ahora yo controlaría el cuerpo de Caram igual que el original controlaba a Draco.
Sentí a través de la piel de Caram que el amanecer estaba cerca por lo que me vestí y me puse en marcha. Salí de la tienda y me dirigí a la tienda de mis segundos, allí todavía roncaban mis amigos.
- Despertad dormilones, está a punto de amanecer. – les llamé.
- Caram, si no quieres quedarte castigado el resto de tu formación, déjanos en paz. – me dijo Tarnan tirándome una bota.
- Venga Tarni, no podemos perder tiempo.
- Espera – dijo Tarnan incorporándose en la cama - ¿Cómo me has llamado? – Cogí la otra bota de Tarnan y se la tiré en la espalda a Príus.
- ¡Pri! ¡Despierta hombre! Hay que buscar al rey y a Slar. ¡Vamos! – Príus se incorporó de un salto y me miró.
- ¿Senda? – sonreí de medio lado.
- ¿Me echabas de menos Zalta? – Príus se pasó una mano por su pelo alborotándoselo.
- La piedra funciona. – me dijo, cogí la piedra falsa que Caram llevaba al cuello y se la enseñé.
- Funciona. Caram está aquí observando, pero yo controlo su cuerpo.
Salimos una vez que estuvieron vestidos y nos encontramos al rey y a la gárgola. Enseguida Slar entrecerró los ojos evaluándome.
- ¿Tentación?
- No puedo engañarte, Slar. – le dije sonriendo.
- ¿Crees que no conozco a mi jinete? – apoyó una mano en mi cabeza y me atrajo hacia él para darme un fuerte beso en la frente.
- ¿Qué pasa con Caram mientras controlas su cuerpo? – me preguntó sin saludarme el rey.
- Está bien, solo tiene que sentarse y observar. – el rey asintió rígidamente.
- ¡Eh! Caram, ¿por qué no nos has despertado? – preguntó Borin seguido de Kinu. Me di la vuelta y la sonrisa se instaló en mi cara.
- ¡Kinu! Pero mira qué guapo estás, cada día te pareces más a tu padre. Kitu y el jefe Kinua debe dar gracias a los ancestros y al mismísimo Mir por tener un heredero como tú. – dije abrazándole con fuerza. Por un momento me sorprendió ver lo bajo que era, pero luego me di cuenta que estaba dentro del cuerpo de mi hijo y Caram era mucho más alto que yo.
- Caram, ¿qué haces abrazando al mono? – preguntó Borin sin comprender. Pero Kinu me hizo una reverencia y contestó.
- Pequeño gran Jinete, es un honor servir a vuestro lado.
- ¡Kinu! No es un jinete, es un dragón. ¿Estáis todos locos? – volvió a decir Borin y me volví hacia él.
- Borin, nieto de Durin. Enano de las montañas. Largo es el tiempo en el que no te había visto, la última vez que nos vimos no portabas tu hacha. – Los enanos solo portaban el hacha al entrar en la adolescencia.
- ¿Pero qué dices? Si me viste ayer cuando cenamos.
- Estás antes el jinete real, Borin, no ante Caram. – explicó Kinu.
- ¿Eres la reina? – preguntó el enano con la boca abierta. Dirigí una rápida mirada a mi marido.
- Bueno, era la reina. Ahora solo soy un jinete de dragón. Bien. Id a desayunar, nos pondremos en marcha en breve. Tarnan, que los estudiantes estén preparados. Nosotros iremos a ver cómo ha planeado la entrada Príus.
- De acuerdo, Senda. – me dijo mi segundo y se fue con ellos.
- Tentación – me llamó Slar - ¿qué tal anda el estirado?, no debe ser fácil estar en Asgard. – Por un momento me atraganté pensando en el destino de Draco pero me repuse.
- Bien, ya sabes... se queja y eso. – balbuceé y me di la vuelta para mirar los mapas como prestándoles atención. – Prí, ¿estás seguro de que por aquí podremos pasar?
- Seguro, seguro no estoy, solo espero que tengamos un poco de suerte.
- Bueno, pues hagamos que la suerte esté de nuestra parte – dije sonriendo.
Todos andábamos encorvados con el fin de no destacar demasiado, habíamos llegado al planeta en plena noche y decidimos avanzar entre las sombras para poder estar más cerca de nuestro objetivo. Era el tercer planeta que visitábamos, con cada salto de portal nos adentrábamos más y más en el imperio Surt y cada vez se hacía más peligroso pues cada vez se veían menos carroñeros por los que hacernos pasar. A mi lado Harry, el chico humano, se dejaba guiar por mí en la completa oscuridad de la noche. Era la primera vez que veía el mundo a través de los ojos de un dragón y me sorprendí por la claridad con la que podía ver, realmente la visión de los dragones era algo maravilloso. Lo más cerca que yo estaba de esa fabulosa visión era la visión que me habían otorgado las hidras gracias al veneno que me inyectaron, pero ni por asomo podía ver con tanta precisión como los dragones.
- Detengámonos aquí – dijo Príus – No sabemos qué hay más adelante y no es prudente seguir avanzando.
- Iré a investigar – me ofrecí, siempre se me ha dado bien pasar desapercibida.
- Iré contigo – dijo Arco y le miré sorprendida pero asentí.
Los dos seguimos avanzando en silencio, le hice un gesto para que se parase y le señalé un grupo de carroñeros que estaban alrededor de una hoguera.
- Hay que capturar a alguno para que Harry pueda introducirse en su mente. – le susurré.
- ¿No puede hacerlo tú misma? – me preguntó.
- La piedra solo hace de amplificador para mi mente, pero mis poderes están dentro de mi cuerpo, no puedo valerme de mi conexión.
- Bien, espera aquí. Yo iré. – me dijo avanzando, le cogí del brazo para detenerlo.
- ¿Crees que no puedo coger a un pobre diablo yo misma? – le pregunté ofendida porque dudase de mis capacidades Arco se soltó de mi mano con brusquedad.
- No arriesgues la vida de mi hijo innecesariamente, Senda. Quédate aquí quieta. – me ordenó. Por un momento me sentí como una idiota, había olvidado que estaba dentro del cuerpo de Caram.
Volvimos tan silenciosamente como fuimos, pero esta vez llevábamos a cuestas a un carroñero. Poco después en nuestro campamento improvisado Harry se apropió de la mente de aquel pobre indeseable.
- Si llegamos a este portal – dijo Príus señalando un punto en el mapa – Nuestro siguiente salto nos llevará directos al planeta donde se encuentra la reina surt.
- Está demasiado bien custodiado, necesitamos una maniobra de distracción – contestó Arco mirando con detenimiento el mapa.
- Sends, ¿crees que Odín podría atacar el planeta para cubrirnos mientras tomamos el portal? – se dio la vuelta para preguntarme Príus.
- No creo porqué no – mentí – se comprometió a ayudarnos. Dame los puntos exactos donde quieres que ataquen así como el momento exacto y se lo pediré al Gran Padre Odín.
Príus hizo lo que le había pedido y me di la vuelta para hacer que hablaba con Odín, me quedé en silencio mientras interpretaba esa pantomima pero no pude dejar de observar que Harry me miraba frunciendo el ceño... ¡maldita sea!... ¿me habría descubierto?
- Nuestro Gran Padre Odín acepta enviar las tropas para que podamos entrar en el planeta camuflados por el ataque.
- Bien, coordinándonos con los soldados de Odín no creo que haya problemas para entrar. – aceptó Arco – iremos a descansar mientras. Senda – me llamó y me quedé mientras todos se iban a sus tiendas – deseo hablar con Caram, por favor, retírate de su mente.
- ¿Por qué quieres hablar con él? – le pregunté con sospechas.
- Porque deseo saber si se encuentra bien, no necesito pedirte permiso para hablar con mi hijo. Retírate de su mente. – me ordenó. Hice lo que me pedía y Caram volvió a tomar el mando del cuerpo, lo que no podía saber Arco es que yo seguía dominando a Caram aunque él hablase.
- Padre, ¿va todo bien? – preguntó Caram.
- Todo va bien, cachorro, solo quería saber cómo estabas. No debe ser fácil estar relegado dentro de tu propia mente.
- No te preocupes por mí, padre. Realmente es como echar una siesta, no me entero demasiado.
- No me gusta nada esto, no me gusta que nadie tenga el control de tu cuerpo incluso aunque sea tu propia madre. – le vi frotarse el pelo como cuando estaba nervioso.
- Estoy bien padre, si madre necesita hacer esto para estar con nosotros por mí está bien.
- De acuerdo, ve a descansar tú también.
- Buenas noches, padre.
- Buenas noches, hijo de Morlan.
Tomé el control de la mente de Caram y salí de la tienda y anduve unos pasos hasta que la oscuridad me rodeó, me di la vuelta y me deslicé entre las sombras de la noche de nuevo hasta la tienda de campaña. Slar había vuelto a entrar y miraba silencioso al rey.
- ¿Qué tal el niño? – simplemente dijo.
- Parece él, lo está llevando bien – contestó el rey.
- ¿Y la cría? – preguntó la gárgola, Arco soltó un puñetazo en la mesa.
- ¿Qué demonios le ocurre?
- Ha tomado un camino peligroso, cachorro, quizá un camino sin retorno.
- ¿Qué temes, Slar?
- Senda se está dejando dominar por sus peores sentimientos, ¿qué haremos si se descontrola?
- No lo sé... no lo sé... - contestó el rey completamente hundido.
Abandoné la tienda pues no me darían más información, desconfiaban de mí aunque todavía apoyaban mi plan, bien, eso era lo que necesitaba por el momento. Cuando todo acabase me perdonarían mis mentiras, nada importaba, solo mi venganza hacia los originales. Por un momento dejé que el cuerpo de Caram descansase apoyado en unas piedras y mi mente volvió a viajar a mi propio cuerpo, a mi lado estaba sentado Loki que seguía dentro del cuerpo de Draco, un profundo dolor me atravesó cuando vi el rostro de mi dragón esclavizado pero...
- Ordenaré a Odín que envíe a sus soldados para que los míos puedan entrar en el planeta surt sin contratiempos. – dije poniéndome de pie y vi que él también se ponía de pie a mi lado. Anduve dos pasos pero una voz me detuvo...
- 'Senda....' – sonaba tan antigua como el tiempo y tan distante como la misma Tierra.
- Idrasil – respondí de inmediato. Me llamaba intentando que volviese a su lado mientras agonizaba, por un momento vi las hojas del gran árbol sagrado marchitándose... Sacudí la cabeza.
- Te llama – corroboró Loki, le miré y me encogí de hombros.
- En estos momentos no estoy disponible, deje su mensaje después de la señal... piiiii – solté como broma imitando un contestador automático.
- Idrasil se muere.
- Uno menos, quedan demasiados originales para que me preocupe por ese maldito tronco viejo, que le den al dragón blanco, centrémonos en Odín, el dragón dorado tiene que emitir unas órdenes.
- Senda... no sigas, libéralos a todos, busca otra solución al conflicto entre Surt y Odín, yo puedo ayudar...
- ¡Basta! No me des sermones, original. – le corté bruscamente - ¡Maldita sea! Me gustabas más cuando todo lo que venía de ti era dolor y sufrimiento, ahora pareces una vieja lamentándose. – volví a echar a andar cuando Loki me cogió con fuerza y me estrelló contra una pared.
- ¡Mira lo que conseguí con mi venganza! ¡¡nada!!! ¡¡No conseguí nada!!! Estuve eones encerrado entre el fuego y el magma, lo único que tenía era el odio y mi deseo de venganza y cuando por fin pude ser libre ¡no conseguí nada! Eso te pasará a ti, ¿es lo que quieres?, ¿perderlo todo como lo perdí yo? – intenté moverme pero la fuerza descomunal del dragón me lo impedía – Mira a donde me llevó todo el odio, lo que perdí... perdí a mis hijos, los sacrifiqué como los sacrificas tú ahora, perderás a tus propios hijos... ¿no lo entiendes???? – me gritó, recurrí a mi esencia para desembarazarme de él con un golpe.
- No me vuelvas a hablar así, lo perdiste todo porque yo fui tu oponente pero ahora yo estoy al mando, ¿crees que no tendré éxito?, ¡¡lo tendré!! Ganaré donde tú fracasaste, original, me vengaré donde tú no pudiste.
- ¿Y qué tendrás cuando lleves a cabo tu venganza?
- La Tierra estará a salvo, los míos estarán a salvo. – le cogí entre mis tentáculos de esencia y apreté con fuerza mientras le acercaba a mi cara hasta que solo estuvimos separados por unos centímetros. – Ten cuidado con traicionarme, Loki, porque no tendré piedad, no me importa nadie más que lo míos. Quédate a mi lado y verás el espectáculo pero si deseas abandonar, solo verás la muerte y te aseguro que esta vez no tendrás una segunda oportunidad de vivir al lado de Idrasil, me aseguraré que tu muerte sea definitiva. – le solté lanzándole unos metros más allá y le vi como se derrumbaba en el suelo, me miró desde allí.
- El diablo ha hablado. – solo dijo.
Odín esperaba mis órdenes embriagado por mi lazo de esclavitud, seguí con mi plan y a través de él mandé a los soldados a que atacasen el planeta surt mientras Arco y los demás se infiltraban entre ellos con aquella distracción. Sacudí la cabeza mientras me retiraba otra vez lejos del gran dragón dorado, no quería saber cuántos morirían por culpa de mis decisiones, todos parecían estar contra mí... incluso Loki, ¡maldita sea!, ¿por qué no lo entendían de una vez?, ¿no veían que era la única posibilidad de salvarnos a todos?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro