Capítulo 11
El polvo del campamento se me metió en los ojos y por un momento me hizo lloriquear, me limpié con la manga para seguir caminando junto a las demás vestales. Nos habíamos trasladado a un lejano y polvoriento mundo para estar más cerca de los guerreros de Odín. Desde que el Padre de todos los Padres nos había dejado a Arco y a mí que nos involucrásemos más en las decisiones de la guerra nuestras líneas defensivas habían avanzado en muchos de los frentes, esto había hecho que se hiciese necesaria la presencia de las vestales en puntos tan lejanos y habíamos tenido que abandonar la seguridad del Atrium para acompañar a los guerreros a los mundos que todavía defendían.
- Hace demasiado calor... - se quejó la vestal que estaba a mi izquierda. – Siempre estoy sudando y me encuentro taaannnn cansada...
- Mi pelo es un asco – aseguró la chica que estaba delante de mí. – Y el agua es tan escasa que no puedo lavarme bien. Senda... ¿no puedes pedirle a Roth que nos traigan agua y nuestros afeites para darnos un baño?
- Lo lamento, hermanas mías, pero no será por el momento, – les intenté explicar – debemos dar gracias que tenemos alimentos y los suministros nos llegan, no estaría bien que dejasen de llegar esos alimentos a los soldados por traernos aquellas cosas que nos hacen estar más cómodas.
- ¡Que se aguanten! Somos vestales – me dijo de nuevo la chica que estaba a mi lado. – Somos las más importantes y nos tratan como si fuésemos el último de los criados – bufó de nuevo, yo por mi parte suspiré de cansancio por escucharlas.
- Oye... ¿ese no es el descastado?, ¿con quién habla? – me di la vuelta rápidamente para mirar en la dirección que mi hermana había señalado y entonces fue cuando vi a Arco con una de las valquirias hablando animadamente, por un momento mi boca se secó y un ramalazo de celos cruzó en mi pecho.
- Mmmmnnn.... Creo que es Hilda, – dijo otra de las vestales – hace poco anuló su unión con uno de los guerreros de Roth, supongo que estará buscando reemplazo. – dijo pícaramente mirándolos. Yo por mi parte me abstuve de hacer comentarios pero dentro de mí los celos ya ardían como una terrible hoguera... ¡maldito dragón!
- Oye Senda... ¿no te hacía ojitos el descastado a ti? – me preguntó una de las vestales.
- Por lo que ves, es obvio que no – contesté con dureza mientras apartaba la mirada de ellos, una suave risa hizo que apretara con fuerza los puños. ¡Él se estaba riendo!!!, ¡maldito sea!
Reconozco que aquel encontronazo me lo agrió todo, intenté concentrarme en lo que hacía pero a cada momento me surgían las imágenes de ellos juntos... ¡buf!, ¿desde cuándo tenía esos celos tan incontrolados?. A la salida del ocaso me fui para el lugar donde dormíamos, había quedado en verme con Arco después de que Helmi se acostase pero no tenía ganas de verle y que se diese cuenta que estaba celosa. Era entrada la noche cuando algo me despertó, la habitual sensación que alguien me observaba. Me incorporé enfadada pensando que Arco había vuelto a entrar y me estaba observando como siempre, entonces le vi, ese grotesco ser azulado, con el pelo de un blanco nuclear. Estaba de pie en una de las esquinas mirándome con sus extraños ojos fijos en mí...
- ¡¡¡¡AAAAAAhhhhhhhhh!!!!! – grité asustada, no transcurrió un segundo cuando Helmi entró dentro de la tienda donde descansaba, se le quedó mirando sin saber qué hacer mientras el extraño ser me seguía mirando.
- 'La preferida de Odín...' – dijo el ser dentro de mi mente. Abrí la boca para volver a gritar cuando me di cuenta que no hablaba el ser sino alguien a través de él... Surt. El mismo Surt hablaba a través de uno de sus hijos en una extraña conexión que me había hecho. El vello se me erizó por el miedo al constatar que Surt sabía de mi existencia, aspiré fuertemente al darme cuenta del peligro al que me exponía. Helmi reaccionó y le atacó, en una rápida maniobra el ser azulado se desembarazó de la valquiria y la lanzó fuera de la tienda.
- ¡Helmi! – grité al ver cómo salía volando. Luego se acercó a mí con la misma rapidez y me agarró del cuello con una mano, intenté zafarme de él sin conseguirlo y mientras el ser siguió hablando a mi mente.
- 'Tu nacimiento fue sentido por todos. Cuando tu voz llegó a los confines del universo supimos que estabas preparada. Odín fue a buscarte para que cumplas la profecía. Él se hace más fuerte con tu presencia pero no dejaré que la hagas realidad. Si no te doblego, si no acudes junto a mí... morirás junto a la estirpe de Odín y allí donde reposa el origen de todo será destruido, no quedará más que cenizas tras el fuego purificador. No dejaremos que nadie más sea como tú, aniquilaremos a los que son como tú. Tú no serás una amenaza para los míos y la profecía jamás se cumplirá. Nos pertenecerás o perecerás pero Odín no te tendrá para él.' – abrí los ojos al entender lo que me estaba diciendo... ¡¡¡Iba a destruir mi mundo si no me entregaba a él!!!!
Me soltó con la misma rapidez sin hacerme daño y salió de la tienda de campaña, enseguida escuché golpes y gritos, simplemente me quedé allí de pie intentando asimilar lo que me había ocurrido. Reaccioné por fin y salí de la tienda con la mano en el pecho intentando contener un sordo dolor que me devoraba por dentro. Vi que el hijo de Surt se enfrentaba a los guerreros y a las valquirias en un combate que se predecía perdería. Era realmente bueno, pero el número de oponentes era demasiado, no lo conseguiría y parecía que no quería conseguirlo, aquel ser solo quería que... ¿lo matasen?.
- ¡No! ¡¡dejadlo!! – grité - ¡¡Parad!!! Puede tener información valiosa, ¡¡no le matéis!! – necesitaba saber qué sabía aquel extraño ser. Un fuerte viento me empujó al suelo y vi que Arco estaba entre aquel ser y yo convertido en semihumano, su cuerpo estaba cubierto de escamas y sus manos eran unas terribles garras... - ¡¡¡No!!! ¡¡¡no le hagas daño...!!! – Mis palabras llegaron tarde y vi cómo atravesó el pecho de aquel ser con su brazo, el enemigo cayó al suelo mientras que de su boca salía espesa sangre azulada. Me abalancé sobre el ser azulado posando mi mano sobre su frente intentando meterme dentro de su mente, pero Arco me cogió del hombro y me lanzó nuevamente al suelo cortando la conexión que había establecido con el hijo de Surt.
- ¿¿Qué haces??? – me gritó furioso.
- ¡¡Se muere!!! ¡¡Debo ver qué sabe!!! – le grité intentando acercarme nuevamente a él.
- ¡¡No le toques!! Ese ser te atacó. – volvió a decirme con rabia.
- Tengo que... - vi como el hijo de Surt había fallecido y me miraba con los ojos vidriosos sin vida. Me le quedé mirando sin saber qué hacer... "allí donde reposa el origen de todo será destruido"...
- ¡Lleváosla! – gritó Arco - ¡Poned más guardias para vigilar a las vestales! – empezó a dar órdenes enfadado porque el enemigo hubiese llegado hasta nosotras.
- ¡Senda! – Helmi acudió hacia mí y me ayudó a levantarme - ¿Te has hecho daño?, ¿qué pasó en la tienda?
Por un momento no pude pensar, Odín seguía nublando casi todos mis sentidos, mi rabia se removía dentro de mí pero como siempre él no dejaba que se manifestase. Y yo... ¿qué podía hacer ahora?, mi mundo sería destruido, yo sería la causante de que los Surts atacasen mi propio mundo y... ¿cómo iba a pararlo cuando ni siquiera podía protegerme a mi misma?, ¿Cuándo ni siquiera había encontrado el portal para llegar hasta él?, ¿cuándo mis recuerdos seguían prisioneros?
- Senda, tenemos que irnos, te pondremos en otra tienda, descansarás toda la noche.... – Helmi seguía tirando de mí suavemente. Yo seguía anonadada, no sabía qué hacer, mi mundo sería destruido y todo por mi culpa, sagrado Odín... estaba tan cansada de todo... oía la voz de Helmi apremiante pero estaba bloqueada, ya no sabía cómo continuar, todo era demasiado, ya no sabía qué podía hacer...
- "Tenemos que seguir luchando, pequeña." – una voz se coló en mi mente y vi al hombre de barba blanca a mi lado hablándome.
- "Estoy cansada de luchar, no puedo continuar" – dije como repitiendo un recuerdo.
- "Sé que estás cansada niña, pero no podemos dejar de luchar. Ese es nuestro cometido, defendemos aquello que amamos y amamos nuestro mundo, pequeña, amamos a los que viven en él. Y a pesar del cansancio, de la desazón, a pesar de la miseria que vivimos, debemos seguir luchando por su gente, por nuestra tierra. Tenemos que seguir luchando, no podemos desfallecer. Protegemos, defendemos y amamos... eso es lo que hacen los dragones, pequeñas. Luchamos siempre, luchamos hasta el final." – su voz se evaporó como en un sueño por la bruma del olvido que había en mi mente.
- Luchamos... - dije en voz baja.
- ¿Senda? – Helmi me miró preocupada. No dije nada más y la seguí hasta otra tienda rodeada de guerreros y valquirias, allí reunidas estaban las demás vestales preparándose para dormir, nos habían colocado a todas en la misma tienda para tenernos vigiladas.
Horas después, todavía con la noche en su plenitud me escabullí de la tienda sin ser vista. No me fue difícil hacerlo mientras las vestales dormitaban a mi alrededor, siempre se me había dado bien escabullirme y esta vez no fue distinto. Extendí mi brazo y formé un perfecto semicírculo intentando tocar las mentes que me rodeaban con el toque de las alas de una mariposa y haciéndome invisible ante los guerreros y las valquirias. La poderosa mente de Arco surgió ante mí, despierta y en guardia, me dirigí hacia ella esquivando a los guardianes del campamento. Le vi oteando el límite del campamento, vigilando en aquella noche con las lunas dando a todo un fulgor rojizo.
- ¿Qué haces aquí que no estás durmiendo? – dijo antes de que pudiese decir una sola palabra, ni idea de cómo me había escuchado llegar pero se había dado la vuelta y me miraba furioso.
- Venía a hablar contigo. – Ahora que lo pienso la que debería estar enfadada era yo, no él. Él era el que estaba con la boba de Hilda esta tarde todo acaramelado.
- Hablaremos mañana, ve a descansar, vestal. – me sorprendí por el tono que empleó.
- ¿Vestal?, vaya... ahora soy la vestal.
- Senda... ve a dormir, tengo demasiado trabajo ahora mismo para preocuparme también por ti.
- Perdona – le dije con sarcasmo – no querría molestarte con mis problemas.
- Senda... - se pasó una mano por el pelo en un gesto que le había visto hacer muchas veces, parecía cansado pero sinceramente, me dio lo mismo.
- ¿Qué? como no soy rubia como una valquiria ya no soy importante, ¿no? – me miró con estupor sin comprender.
- ¿De qué estás hablando?
- De tu estúpida valquiria de esta tarde. Por lo visto nuestro amor épico no tenía tanto de amor y mucho menos de épico, ¿no? – seguí rabiosa hablando. ¡Vale! ¡vale! Había decidido no decirle nada pero... ¡diantres! Los celos me consumían por dentro.
- ¿Te refieres a Hilda?. No... - suspiró como si no quisiese discutir – Senda, vete a la cama, mañana hablaremos, no tengo tiempo para soportar una de tus pataletas.
- ¡¡¡¿¿¿¿Pataletas?????!!!! – el volcán que era mi furia subió por mi pecho y por un momento sentí cómo salía de mi, luego la calma de Odín me envolvió como una manta amortiguando aquella furia... Me llevé la mano al pecho y me lo froté, el dolor que sentía dentro era capaz de partirme en dos.
- ¿Te encuentras bien? – Arco me miraba preocupado y me incorporé respirando con dificultad.
- Por supuesto, no te entretengo más, no escucharás ninguna de mis pataletas... - le contesté enfadada, me di la vuelta para irme murmurando - ¡maldito cretino!
Bien... no había podido hablar con Arco, no sabía qué... el dolor de mi pecho se acrecentaba, no sabía qué le pasaba pero no me gustaba. Durante todo aquel tiempo había podido contar con él y ¿ahora?, me sentía tan sola... con su rechazo, con el problema del Surt..., otro latigazo me sacudió desde dentro, conocía aquel dolor, no me era extraño, ¿qué me pasaba?. Miré hacia mi mano y vi que temblaba violentamente. Una voz, otro recuerdo, se abrió paso entre la neblina de mi olvido y pude ver a un hombre mayor vestido de negro que me hablaba...
- "Los jinetes no soportamos el dolor que nos producen nuestros dragones, Senda." – una vez más el recuerdo se evaporó.
- ¿Qué diantres es un jinete? – me dije entrando en la tienda de campaña con el mismo sigilo con el que había salido. Me quedé mirando al resto de las vestales que dormían profundamente – No sé que será un jinete pero sé que yo no soy una vestal.
Salí de la tienda y me dirigí a la zona designada a los criados, allí robé nuevamente ropas pero esta vez mi víctima fue un muchacho que tenía mi misma envergadura y altura. Abandoné mis ropas de vestal allí mismo y me dirigí en la oscuridad hasta las líneas del enemigo. Anduve casi toda la noche rumiando mis pensamientos, no había pensado mucho en lo que iba a hacer pero tenía claro una cosa, ese maldito Surt no iba a destruir mi mundo y si Odín no quería devolverme mis recuerdos quizá el Surt lo consiguiese, a pesar de lo que dijo Delfos sobre que tenía que matar a aquel que los poseía. El hombre de cabello blanco había dicho que tenía que seguir luchando y eso sería lo que haría, luchar...
- Tengo que matar al que posea mis recuerdos derramando su sangre pero, ¿quién posee los recuerdos de Arco? – pregunté en la oscuridad. - ¡Bah! ¿qué más da?, ya me ocuparé de devolvérselos cuando arregle este lío. Tengo que encontrar al Surt, pactar con él para que no destruya mi mundo, hacer que me devuelva mis recuerdos y... ¡Gran Padre!... mi plan da asco... - me di cuenta entonces - ¿Qué diantres voy a hacer?, saludarle y decirle... ¡eh! ¿te acuerdas lo que me has dicho antes sobre lo de destruir mi mundo?, ¿qué tal si lo olvidamos?... Arrrrggghhhh! ¡Odio no tener recuerdos! No sé a quién acudir, ni quienes son mis amigos, ni en quién confiar... no puedo decirle a Odín lo que me dijo Surt porque me encerraría en lo profundo del Atrium Vestae para siempre... ¿entonces??? Y Arco me ha cambiado por otra, ya no le intereso y ¡no puedo contar con nadie más!.
- ¿Quién dice que no puedes contar conmigo, Senda? – la voz que surgió a mi lado hizo que diese un histérico gritito en la oscuridad.
- ¡Serás idiota! – le grité a Arco que había aparecido de repente a mi lado.
- Cuida tu lenguaje, vestal – me regañó él con sus ojos refulgiendo con furia.
- ¿Qué te pasa con el lenguaje, descastado? – le pregunté yo también enfadada.
- No hace falta utilizar un lenguaje zafio para expresar tus inquietudes, querida mía. – Me le quedé mirando por un momento sin poder articular palabra y luego le dije.
- ¿Cuánto has oído? – le pregunté suspicaz.
- Llevo andando un rato a tu lado, desde que comprobé que no estabas en tu tienda con las demás vestales. – me senté en una roca cansada y le miré.
- ¿Sabes que eres un acosador?, tienes un problema muy grave – su risa fue corta pero hizo que el pesado ambiente que nos rodeaba se aligerase, se sentó cerca de mí como si también estuviese cansado.
- No puedo evitar estar cerca de ti, me atraes como la luz a una polilla. ¿Por eso no querías que matase al Surt?, ¿va a destruir nuestro mundo?
- Habló conmigo a través de una conexión que hizo con ese ser, me amenazó con destruirlo, sí... eso era lo que te quería contar antes.
- Lamento no haberte escuchado, llevaba toda la tarde con problemas de..., lo siento, no es excusa. – sentenció y me sentí un poquito mejor.
- ¿Qué hay entre la valquiria y tú? – me miró sorprendido pero contestó sin dudar.
- Sabes que nada, Senda, ¿por qué dudas de lo que siento por ti? – me cogió por la cintura y me atrajo hasta él apretándome fuerte y ¿qué queréis que os diga?, me derretí como un copito de nieve al sol. – Te amo tanto... no pensé que se pudiese querer a alguien como te quiero yo a ti.
- Mi corazón se partía. – musité con mi cara pegada a su pecho – El dolor que sentí cuando te vi con ella era tan real, tan físico que creo que si te perdiese podría morir. – Levanté la mirada para encontrarme con la de él, su mirada era tan intensa en esos momentos que me ruboricé. Intenté cambiar de tema así que agregué – El Surt sabía quién era yo, sabía de mi relación con Odín, de donde procedía... ¿cómo es posible?. – Arco me soltó por un momento y se frotó el rostro.
- No lo sé, pero me preocupa, no es nada bueno el que estés en el ojo de mira de nuestro enemigo.
- Tenemos que avisarles, tenemos que avisar a nuestro mundo que Surt quiere acabar con ellos, Arco.
- Estuve pensando en cómo utilizar el portal de Asgard, llegar hasta él puede ser sencillo pero no creo que Odín nos permita utilizarlo. – me contestó pensando detenidamente.
- Ya... yo también lo pensé, en cuanto me acerque a ese portal, Odín hará lo imposible para detenerme.
- Hay otros portales cerca en los que Odín no tiene ningún tipo de poder, Senda.
- ¿Qué portales? – pregunté sin entender.
- No solo los guerreros de Odín abrimos portales, vestal. Los hijos de Surt también abren portales como nosotros.
- ¿Qué?, ¿pretendes que utilicemos uno de los portales de los enemigos?. Es la idea más descabellada y... ¡guau! brillante que has tenido.
- Dentro de dos días atacaremos las defensas que están más cerca del enemigo, ese será el momento en el que debemos atravesar el portal, Senda. Has aprendido a abrir los portales mientras has estado espiando a los sacerdotes, no creo que los portales de los Surts sean distintos a los nuestros. Podremos conseguirlo.
- Dentro de dos días... – miré al suelo, ¿sería cierto?, ¿lo conseguiríamos?. ¿Dentro de dos días vería al hombre que solía ver en mis sueños?, ¿ese al que llamo Draco?. ¿Dentro de dos días estaría en mi mundo?
Pasamos aquella noche juntos, sabíamos que nuestro tiempo se agotaba. Cuando caminaba por el campamento en busca de las demás vestales y no pude evitar ruborizarme ante la apasionada despedida del dragón. Vi a Hilda a lo lejos y sonreí como una tonta, ¿cómo había sido capaz de pensar que Arco me traicionaría con otra?. Helmi se unió a mí y caminó en silencio a mi lado hasta que llegamos al lado de Roth y otros guerreros.
- Que la bendición de Odín te acompañe este día, vestal. – me saludo Roth con formalidad.
- Que el valor de nuestros ancestros te acompañen a la batalla, guerrero. – respondí con cautela.
- Sé que deberías acompañar a las demás vestales pero te necesito en el puesto de mando esta mañana, el descasta... Arco ha cambiado las estrategias de ataque y creo que ha dado con un punto flaco en sus defensas. Me gustaría conocer tu opinión, Senda. – Sabía que Arco había cambiado las estrategias para que pudiésemos estar lo más cerca posible del portal enemigo, habíamos hablado de ello por la noche por lo que asentí con timidez fingida.
- Por supuesto, Roth. Será un honor defender nuestro glorioso imperio a tu lado.
- Eres demasiado hermosa, vestal. – me dijo acercándose peligrosamente – Cuando hablas en ese tono yo... eres una tentación. – El hombre de color gris se coló en mi mente de nuevo, su cabello trenzado, sus manos deformadas en garras, sus ojos casi transparentes... 'tentación...'. La sensación se evaporó casi al momento de convocarla y sacudí la cabeza.
- Ya... esto... me voy, que la suerte te sonría y el destino no te encuentre y esas cosas, guerrero.
Caminé despacio mientras me alejaba de él, iba pensando en aquel fugaz recuerdo que había tenido, aquel hombre de color gris, el dolor por no tenerle a mi lado se hizo intenso y me froté el pecho inconscientemente, ¿quién sería?, ¿mi padre?, ¿mi amigo?, ¿mi hermano?. Tentación, me dijo, tentación...
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