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S2: Capítulo veintidós


Monster POV.

Sabía que el tal Jin, quien visita a Ho Seok, le había visto antes. Si mal no recuerdo, fue hace dos años en una reunión que tuvo su cuartel con nosotros, los guardias de esta prisión. A pesar de que sólo lo miré en ese día, su rostro me fue fácil de recordar, bueno, un rostro como el de él no es fácil de olvidar. Aunque al principio me pareció normal que visitara a su supuesto novio, pero jamás creí que su novio también fuera un policía. Eso de que se metieran a la habitación especial, simplemente fue una manera para poder hablar sobre su verdadera razón, la cuál era del porqué un policía está aquí, fingiendo ser un reo más.

Investigando la situación ¿Por qué exactamente se hizo cercano a Jim TaeHyung? ¿Por qué lo he visto vigilar a Jimin? ¿Por qué decidió acercarse a Jeon sabiendo quién es aquí dentro? ¿Por qué un policía está en este lugar? Fácil, el Mayor Kim. Todo tiene sentido ahora.

—Así que cuéntame, Jin —lo miré fijamente, disminuyendo más la distancia entre nosotros—. ¿Qué hace un policía dentro de la prisión? ¿A quién investiga exactamente Ho Seok?

—¿Sabías que un policía también puede llegar a parar en prisión? —nervioso desvió su mirada de la mía.

—¿Y tú sabías que también pueden hacerse pasar por reos cuando en realidad andan en cubierto? Más simple, está aquí por el caso del Mayor Kim ¿verdad? —podía sentir su respiración irregular, sonreí de lado cuando este sorprendido, con enormes ojos me miró—. Acerté ¿cierto?

—¿Dirás algo sobre su verdadera identidad? —al fin confirmó mis sospechas.

—Depende —me acerqué a su oído derecho, soplé y lo noté estremecerse—. ¿Qué harías para mantenerme callado?

—Lo que sea para mantener a salvo a Ho Seok —volví a soplarle el oído, entrecerró sus ojos.

—Empezarás ya mismo a protegerlo con mi silencio —lo agarré del brazo derecho, arrastrándolo conmigo hacia la sala de descanso de los guardias, a esta hora ninguno estaría descansado, por lo que sería una perfecta oportunidad para probarlo.

—¿Desde cuándo has estado esperando por esto? ¿tanto deseas acostarte conmigo? —preguntó mientras caminábamos hacia la sala de descanso, con un cierto tono de indiferencia hacia la situación. Me agrada.

—Exactamente desde ese día en que te vi en la reunión, tienes un rostro muy bello y cuerpo bastante deseable. Deseo ver la desnudes de tus anchos hombros —sentí como los músculos de su brazo se tensaron ante mi confesión, sonreí victorioso por su reacción.

Un guardia se encontraba dentro de la sala, le hice una señal y este la abandonó enseguida. Solté a Jin, quien observaba el lugar, era bastante cómodo, agradable, y con el suficiente espacio para al menos unos diez guardias descansando.

—¿Y bien? —se giró para mirarme—. ¿Lo haremos acá?

—No, aquí —apoyé mi mano sobre la mesa que estaba en el centro de la sala—. Ven aquí.

—Realmente eres un pervertido —soltó un suspiro, acercándose hacia mí—. ¿Ahora qué? ¿me quito la ropa?

—Sólo el pantalón y bóxer, no tendremos tiempo para inspeccionar todo tu cuerpo —le sonreí maliciosamente y este sólo me ignoró, comenzado a quitarse el calzado y seguido el pantalón. Con su bóxer aún puesto, le miré esas piernas largas que tiene, viendo la blanca piel de estas—. Lindas piernas para ser un hombre.

—Y tú demasiado lento para querer sexo conmigo —me desafió—. ¿Comienzas o te excito?

—Ya me he excitado con ese tono tan indiferente —me acerqué rápidamente, atrapando esos labios tan deseosos para mí.

En un principio no me siguió, trató de resistirse al salvaje beso que le estaba dando, pero como supuse, cedió. Abrió un tanto su boca, lo suficiente como para penetrarlo con mi lengua, pero, no lo haría, al menos no aún. Por lo que le mordí el labio inferior, tiré de él y a cambio me gané un gemido.

—Vaya, eres diferente a lo que creí —le dije, separándome un poco de él.

—¿Cómo creías que era?

—Mas delicado, femenino —su mirada de molestia me causó gracia.

—¿Por qué creíste eso? —preguntó molesto.

—Porque te ves delicado, afeminado y extremadamente pasivo —lo último lo dije con la voz más sensual que suelo poner en este tipo de situaciones.

—Como sigas burlándote, me marcharé.

—Hazlo, pero tu amigo ya no lo pasaría muy bien que digamos —su mirada de molestia cambió a enfado, hasta podría decir que quería golpearme—. Bien, a lo que hemos venido —comencé a desabrochar mi cinturón, bajé la cremallera de mi pantalón y dejé caer estos hasta mis tobillos.

—¿Qué? —preguntó cuando puse dos dedos frente a su boca—. ¿No pensaras que meteré tus dedos en mi boca o sí?

—Si quieres que te penetre sin preparar antes tu culo, por mí no hay problema, me gusta el sexo salvaje, duro y sin compasión —éste tembló, abrió su boca, y metí mis dedos en ella—. Lame mis dedos, llénalos de tu saliva, pasivo —mordió mis dedos por el apodo con el que le llamé, ya me pagaría esa mordida.

Lamió lo suficiente, dejando completamente mis dedos llenos de su húmeda, tibia y jugosa saliva. Cuando estuve por sacar mis dedos, detuvo mi mano, lamiendo con una lentitud que me erizó cada vello de mi cuerpo, llevando mil sensaciones a mi erección, queriendo ya penetrar ese agujero que seguro sería aún más delicioso que su lengua.

—Date la vuelta, apoya la mitad de tu cuerpo sobre la mesa —ya sin poder aguantar más. Se giró, dejándome a la vista ese culo tan apetecible, que pronto sería invadido por mi ansiada polla.

Terminé de bajarme el bóxer, dejando a mi erección llenarse del aire caluroso que comenzaba a formarse en la sala. Rosé su culo con mi polla y este gimió, ¡diablos! me fascina. Volví a rosar, pero esta vez su entrada, ganándome dos gemidos y un suspiro lleno de placer. Mi erección pedía introducirse en ese estrecho lugar, pero, primero introduciría mis dedos, para no lastimarlo y después poder penetrarlo como he deseado desde hace un tiempo.

—AAH... —musitó con una baja voz al sentir mis dos dedos dentro, los cuales metí al mismo tiempo.

—Has humedecido bien —completamente dentro, comencé a moverlos, la sala comenzaba a llenarse de los gemidos de Jin —. ¿Te habían dicho antes que gimes como mujer? Pero de esas que son unas putas.

—Maldito...idiota —apretó sus manos en forma de puño, dejándome ver la blancura de sus nudillos—. Deja de jugar...y ya métela ¡Ah!

—Ahí tienes —saqué rápidamente mis dedos, penetrándolo al fin con mi ansiada polla, la cual entró perfectamente.

—Maldición...duele —dejó caer su cabeza sobre la mesa, apretando con más fuerza sus manos. Su cuerpo tembló cuando mis movimientos aumentaron.

—¿Hace cuánto no follas, pasivo? —pregunté embistiéndolo más y más fuerte.

—Diablos...tu polla es grande...ninguno de mis... ¡ah! —su pene se balanceaba con cada embestida que le daba, comenzando a soltar gotas de semen.

Agarré sus nalgas, apretándolas con fuerza, a lo que Jin tiró hacia atrás, provocando una mayor profundidad. Mis testículos chocaban con sus nalgas. Llevé mi diestra a uno de ellos y les masajeé, causándole un espasmo.

—No estoy satisfecho.

—¿Eh?

Miré hacia mi lado, viendo que el pequeño sofá cama estuviera sin cosas que pudieran molestarme. Sin sacar mi polla, lo obligué a dirigirse hacia el sofá. Me senté y él quedó de espaldas a mí. Otro grito soltó al sentir una fuerte penetración por estar sentado sobre mi polla. Metí mis manos por debajo de su playera y suéter, acariciando sus tetillas, las cuales estaban bastante duras, jugué con ellas. Jin estaba tan excitando, que aprovechó a masturbarse, siendo él quien ahora se alzaba unos centímetros para gozar de una magnifica penetración.

Verlo, sentir y excitarme a causa de sus gemidos de puta, de ver como disfrutaba de su masturbación y mi polla dentro de su culo, me puso más de lo que suelo ponerme con algunas de mis citas que sólo terminan en sexo y al día siguiente en nada. A causa de mi trabajo no logro mantener una relación duradera, aunque no es que la quiera, pero de vez en cuando un poco de cariño no está mal.

—Tengo que regresar hacer guardia, de lo contrario feliz me quedo para otra ronda de sexo contigo —le comenté mientras limpiaba el resto de semen que quedo en mi polla después de llenarle el culo de ello—. Deja limpio lo que has manchado en el piso y te marchas.

—¿Te irás así? —me miró sorprendido.

—Por ahora sí, pero te veré en la noche en tu departamento —le guiñé el ojo, subiéndome el bóxer y pantalón—. Hoy no tengo el turno de noche, así que aprovecharemos para hablar sobre el Mayor Kim, sus hijos, Ho Seok, Jimin y JungKook ¿ok?

—No tengo nada...

—Recuerda mi silencio —caminé hacia la puerta, dándole una última mirada, por ahora, a su pene totalmente satisfecho después de esa magnífica paja que se dio mientras lo penetraba—. Ya tengo tu número, me lo he robado del documento que llenaste en tu primera visita, te llamaré para que me envíes la dirección de dónde vives.

Abandoné la sala, completamente fascinado por el polvo que me había echado, esperando uno mucho mejor, deseando que, así como lamió mis dedos, lamiera mi polla.



JungKook POV.


Había pasado algunos días desde que me trasladé de celda. Los días junto a Jimin no han sido del todo malos, pero tampoco buenos. Su humor, como siempre, es cambiante y hay momentos en los que prefiero dejarlo solo y evitar una discusión con él. Sé que algo le sucede, lo veo preocupado, aunque siempre lo está, pero se niega hablarme del asunto. TaeHyung ha venido un par de veces a la celda, pidiéndome que les deje solos para hablar de asuntos que, según ellos, no son de mi incumbencia. Al parecer seguirán ocultándome cosas, y a pesar de que me molesta mucho que Jimin me oculte cosas, prefiero no indagar demasiado y así no presionarlo.

Se podría decir que esos son nuestros malos momentos, contando que la apuesta sigue en pie y debo seguir limpiando las celdas de los demás reos. Él me pide, ordena, que lo deje, pero yo cumplo mis apuestas y hasta que no pase un mes, seguiré limpiando. Pero nuestros buenos momentos son los que prefiero disfrutar, sobre todo cuando nos encontramos en su cama, disfrutando el cuerpo del otro, para luego terminar exhaustos, yo sobre su pecho, disfrutando de como comienza a controlar su respiración agitada, mientras acaricia mi cabello y deja besos en mi frente.

—¿Podrías prestar atención a lo que te digo, JungKook? —abandoné mis recuerdos de los últimos días por culpa del ruidoso de TaeHyung.

—Lo siento ¿Qué me decías? —lo miré.

—En serio no sé por qué te cuento mis cosas si ni atención me prestas —bufó, cruzándose brazos, ambos nos encontrábamos en su celda, sentados en la cama de arriba.

—Lo siento, en serio —le sonreí—. Anda, comienza y cuéntame.

—Está bien, sólo porque necesito contárselo a alguien —miró hacia la entrada de su celda y luego a mí—. Es sobre Ho Seok.

—¿Qué pasa con él?

—Me gusta, ya no sólo quiero follar con él, realmente me gusta —su rostro de preocupación y decepción me dio a entender que no todo iba bien con Ho Seok.

—Pero...

—Sigue con eso de que le van las mujeres y no hombres —soltó un suspiro lleno de irritación—. ¿Sabes? Cuando me acerco y lo beso, no me evita ni se aleja, es más, me ha correspondido cada uno de ellos, hasta con lengua.

—No necesitas darme tanta información —dije algo molesto, pues no quería saber sobre sus cosas.

—Sólo escúchame —me regañó y asentí molesto—. Estos días ha estado un tanto diferente, al principio estaba hasta cariñoso, pero cuando estuvimos por follar en mi cama hace unos días, me empujó, caí al piso y me gritó.

—Debes entenderlo, él cree que le van los hombres, seguro esta confundido y tú lo presionas.

—¡Él comenzó! —desordenó su pelo—. No lo entiendo, me tentó, me besó de una manera que excita a cualquiera, me provocó una jodida erección y ¡ni siquiera se hizo responsable!

—¿Él te provocó una erección? —lo miré sorprendido.

—Sí y cuando quise seguir, fue donde me empujó —soltó otro suspiro—. Creo que juega conmigo.

—Tú querías jugar con él desde un principio.

—No me ayudas —respondió enojado.

—No quería ayudarte.

—¡Jeon, visita! —escuché a uno de los guardias llamarme.

—Lo siento, me llaman —le sonreí con burla, dejándolo con su problema. Bajé de la cama y abandoné su celda.

Seguro en la sala de visitas me encontraría con Jimin, ya que desde hace unos diez minutos lo habían llamado por esa razón, por ello había decidido molestar a TaeHyung para no estar solo. Algo extraño que ha pasado durante esta semana. Siento que me observan, cosa que Jimin notó y está más cerca de mí.

El guardia me dejó entrar, viendo de quien se trababa. No recordaba la última vez de la visita del novio de mi madre, acompañado de su hermano, mi abogado. Estos al verme me saludaron con una gran sonrisa, al parecer me traían buenas noticias. No sólo ellos me miraron cuando entré, sino que otro sujeto no me quitaba el ojo de encima, ni siquiera cuando me dirigí a mi visita, quedando de pie frente a ellos, aun sentía su penetrante mirada.

—¡Kook, tanto tiempo! —se levantó mi abogado para abrazarme—. ¿Has crecido un poco? —me miró, desordenando cariñosamente mi cabello, de reojo pude ver como a Jimin se le tensaba la mandíbula y apretaba sus manos en puño.

—Eso creo —me separe, alejándome para sentarme frente a ellos—. ¿Y mamá por qué no ha venido? —le pregunté a su novio.

—Está ocupada con unos preparativos.

—¿Preparativos? —lo miré y él sólo me regaló una enorme sonrisa.

—Sí, ella aceptó casarse conmigo —podía notar lo emocionado que estaba con ello—. En tres meses nos casaremos y seré oficialmente tu padrastro.

—Oh...ya veo —no sé si debía emocionarme por la noticia, me han dicho lo mismo un par de veces y la última terminó mandándome a este lugar—. En tres meses... ¿tres meses?

—Sí, en tres meses —respondió ahora su hermano—. Y quizás asistas a la boda.

—¿Cómo? —lo miré.

—Eso, hay posibilidades de que en tres meses puedas dejar este lugar, o sea cuando cumplas tres años aquí dentro.

—¡Eso es imposible! —me alteré—. Ya dije que no hablaré sobre ese día —miré a mi futuro padrastro—. ¡No hablaré sobre esa muerte!

—Tranquilo Kook —agarró mi mano el abogado—. No tendrás que hacerlo, he hablado con el director de este lugar y está dispuesto hablar con el juez e informarle sobre tu excelente comportamiento.

—Pero si me he metido en muchos líos —lo miré confundido—. Es imposible...además no puedo dejar este lugar, no hasta que cumpla los cinco años —volví a mirar de reojo a Jimin, quien estaba tan alterado como yo, mirándome y a su visita, sus nudillos blancos por la presión.

—JungKook tranquilo, tu madre está muy feliz con esta noticia, al igual que tu hermana —dijo la pareja de mi madre—. Deberías estar feliz.

—¡¿Como podría estar feliz con esa noticia?! —me levanté de mi silla—. Si eso era todo lo que tenían para decirme, permiso, pero me marcho.

—JungKook —me llamó mi abogado, pero seguí caminando hacia la puerta.

Furioso, confundido, preocupado, con unas inmensas ganas de llorar, me dirigía a donde fuera, pero lejos de esos dos tipos. Quizás hace un año atrás habría estado más que feliz con esa noticia, pues en ese entonces sólo quería dejar este lugar, pero ahora...ahora no puedo, al menos no hasta que él salga conmigo. ¿Dejar este lugar en tres meses? ¿Sólo tendría tres meses para disfrutar de su compañía, para luego dejarlo? ¡Maldición! Esto no puede estar pasando, no ahora.

—¡Necesitamos ayuda en la sala de visitas! —gritó un guardia detrás de mí, llamando a sus colegas.

—¿Qué ha pasado? —preguntó otro que venía corriendo frente a mí, pasando por mi lado.

—El jefe la ha liado otra vez —me giré, mirándolos. Estos me observaron y sólo me ignoraron.

Ambos, seguidos por otros tres más, se dirigieron al lugar con mucha prisa. No podía quedarme a esperar y saber luego que ocurrió. Rápidamente me devolví, pero cuando llegué, todo era un caos. Jimin estaba estrangulando a su visita, y ni los tres guardias que intentaban separarlo, podían con él. Estaba completamente concentrado en su cometido, su mirada oscura, llena de odio y ansias de matar. No podía permitirle hacer algo así.

—¡Jimin! —lo llamé, pestañeó y me miró de reojo. Me acerqué rápidamente a él—. ¡Déjalo! —le ordené, pero eso sólo hizo que ejerciera más fuerza—. ¡Que lo dejes! —agarré sus manos, envolviéndolas con las mías, tratando de calmar su furia y le soltara.

—¡Vete de aquí, JungKook! —me ordenó, pude ver como las venas de su cuello y brazo sobresalían aún más—. ¡Que te vayas!

Pero no le obedecí. Con fuerza y dificultad logré que soltara al señor que, si mal no recuerdo, anteriormente ya le había visitado...Este era el padre de ese chico del pasado de Jimin. El señor fue ayudado por los guardias y otros dos sujetaron con fuerza a Jimin, quien gritaba tantas incoherencias que no lograba entender todas, sólo una: "Si lo matas, iré por ti hasta al infierno si es necesario" Arrastrado por, ahora Monster, se lo llevaron, alejándolo del señor, quien comenzaba a controlar su respiración. Seguro y habría sido lo último que haría.

—¡¿Cuándo dejarás de darme problemas, Jimin?! —Monster le soltó un puñetazo en el rostro, quien se veía muy molesto.

—¡Hasta que ese hijo de puta muera! —le respondió limpiando la sangre de su labio—. ¡Y a ti te dije que te fueras! —me gritó al verme tras uno de los guardias que no quería dejarme entrar en el corral—. ¡Vete, JungKook!

—¡No me iré! —respondí, empujando al guardia frente a mí, entrando en el lugar—. ¿Qué ha sido lo de allá? ¡explícame! ¿A quién matará ese señor?

—No me preguntes, no querrás saber —desvió mi mirada. Monster entendió que no era algo que todos debían de saber, por lo que ordenó a los guardias dejarnos solos. Él también se alejó—. En serio, vete y deja que se me pase todo el enojo que tengo.

—No me iré, entiende eso —me acerqué, pero él retrocedió dos pasos—. ¿Vas a volver alejarme de tu vida cuando ésta se ponga mal?

—No, no volveré hacer eso, sólo...

—Dime que sucede ¿sí? —me acerqué y esta vez no se alejó.

—Uno de mis hombres logró reunir información sobre la muerte de Haneul, en su cuerpo encontraron un mensaje...para mí —me miró, estaba asustado, podía verlo en su mirada.

—¿Qué decía el mensaje? —a pesar de haberlo calmado, estaba tan asustado como él.

—"Si me ayudas, prometo no lastimar a Jeon" —Ok, eso no me ayudaba mucho—. La muerte de Haneul no sólo fue un aviso para el Mayor Kim, quieren que les ayude acabar con él y si no lo hago, irán por ti.

—Vaya...

—Ese maldito bastardo que vino a visitarme me ha dicho que, si me niego, tu muerte será tan rápida y fácil, que no seré capaz de hacer nada —agarró mis manos, las cuales temblaban—. Por eso adelanté el traslado de celda, te tienen vigilado aquí dentro y en cualquier descuido, te podría perder, JungKook.

—Pero no permitirás que me dañen ¿verdad?

—¡Claro que no! Pero las cosas no son fáciles, tienes familia fuera de la prisión...

—¿Irán por mi madre y hermana si no les ayudas?

—Lo siento —se disculpó, soltando mis manos y dándome la espalda.

—No te disculpes —le abracé por la espalda—. ¿Cómo quieren que les ayudes si estás aquí, encerrado?

—Quieren que me escape —lo solté, parándome frente a él—. ¡Y no puedo hacer eso!

—¿Por qué?

—Si escapo, me buscarán y tendré que pagar por crímenes que no fueron tomados en cuenta para mi condena actual, el Mayor Kim conoce mucha gente y entre eso al juez que se encargó de mi caso, por lo que los asesinatos de mis tíos y otros no fueron contados, de lo contrario, habrían sido como mínimo quince a veinte años, también esta TaeHyung...si yo salgo, él muere, si me quedo, él vive.

—¿Por qué tienes que estar liado a tantas cosas, Jimin? —le pregunté acariciando su mejilla.

—Porque cometí muchos errores en el pasado y ahora vienen por mí para vengarse —desvió su mirada de la mía—. Aún estas a tiempo para...

—No lo digas —lo callé—. Estamos en esto juntos, seguiremos juntos y pensaremos en algo, pero no te voy a dejar ¿entendido?

—Está bien —junté nuestras frentes, terminando por besarlo.

Lo mejor, por ahora, sería no comentarlesobre la posibilidad de dejar la prisión antes de los cinco años de condena queme dieron. Lo mejor sería quedarme callado y apoyarlo, no abandonarlo. Seguir asu lado hasta...donde se nos permita.

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