S2: Capítulo cuatro
JungKook POV.
Jamás he mantenido una relación seria con alguien como para llegar a sentir ciertos sentimientos. Siempre lo vi en otras personas, en parejas discutiendo por engaños, mentiras o infidelidad, pero yo jamás llegue a sentir lo que creo que estoy sintiendo en estos momentos. Ver en la mano de Monster un condón, que sólo se utilizaba para una cosa y más cuando se lo entregó a Jimin y éste lo agarró para guardarlo en su bolsillo, me puso furioso. Sí, lo acepto ¡me puso furioso ver como Jimin se guardó el puto condón! Es un mentiroso, rompe promesas, un desgraciado, calentón y un puto que no puede controlar su polla. Por culpa de aquello, la visita de mi hermana terminó a penas ellos se metieron en la dichosa habitación del servicio especial, más bien, debería llamarse prostíbulo o motel, casa de libertinaje, hasta burdel, para eso es ¿no? Para que los calienta pollas se metan con sus novias, amantes, zorras, putas y follen como conejos, como seguro estaría el jefe con la zorra esa. Sí, la hermana de TaeHyung es una zorra regalada y me importa una mierda si él se entera de mi pensamiento, pero esto no se quedaría así, ya me he guardado muchas cosas, y eso se acabó, desde ahora le diré cada cosa, pensamiento o maldición que tenga que decirle al cachondo de Park. Seguro no se esperaría el verme en su celda.
— ¿En qué tanto se demora con la zorra esa? —me senté en su cama, apoyando mi espalda en el cemento gastado y al cual le falta una mano de pintura—. ¿Acaso hasta posiciones y toda la cosa están haciendo? Es que te las corto Jimin, te las corto.
Pasaron unos treinta minutos cuando escuché pasos rápidos acercándose a la celda, seguro sería él, en busca de una toalla para ir a las regaderas y quitarse todo el sudor y olor a sexo, maldito.
—JungKook —vaya que lo sorprendí, sus pequeños ojos se hicieron tan grandes que creí se le saldrían—. Te he estado buscando.
—Parece que no me buscaste mucho —me levanté de su cama—. ¿Y cómo estuvo tu momento de pasión con Haneul? ¿Te la montaste muchas veces?
—Sobre eso... —se acercó, pero retrocedí y su rostro de sorpresa cambio a una llena de ansiedad y preocupación—. No te alejes JungKook, no pasó nada de lo que seguro has estado pensando.
— ¿Y qué crees que pensé? —me crucé de brazos, mirándolo fijamente—. Porque lo único que pude pensar al ver el condón, que guardaste en tu bolsillo y que luego te metiste en la habitación del "servicio especial" con esa tipa, es que lo ocupaste en tu polla dentro de su coño.
—No lo usé — ¡ja! A mí no me mentiría, no soy tan estúpido—.
—¿No? Entonces ¿lo hicieron sin condón? Luego no te quejes si queda preñada de nuevo.
— ¡Que no lo usé! —me gritó y se volvió para cerrar la puerta de su celda, poniéndole el cerrojo—. JungKook —me miró—. ¿Acaso ésta es una de esas típicas escenas de celos? —me mostró una pequeña sonrisa y yo me sentí tonto al darme cuenta de que tenía razón—. ¿Estás celoso?
—No... ¿Por qué tendría que estarlo? Nosotros no somos nada. No tenemos ningún tipo de relación de la cual yo pueda llegar a sentir celos, de ninguna manera.
—No aún —se acercó tan rápido, que no me dio tiempo de retroceder, envolviéndome en sus brazos—. Estás celoso JungKook, vamos, acéptalo.
—No tengo porque aceptar algo que no siento y aléjate —traté de zafarme de su abrazo, pero él sólo lo hizo más fuerte—. Que me sueltes y te alejes.
—No lo haré —juntó su frente a la mía con delicadeza—. ¿Sabes?, jamás creí que el que alguien te celara sea tan divertido y agradable, nunca nadie me ha celado.
—Seguro que la hermana de TaeHyung te ha celado y muchas veces —desvíe mi mirada de la suya—. Y sentir celos no es algo para sentirse orgulloso, tampoco es divertido ni agradable, solo deja al descubierto las inseguridades que hay en las parejas.
—Quizás, pero sus celos me eran vomitivos e irritantes, en cambio los tuyos son adorables y divertidos —fue aflojando su abrazo, hasta dejarme libre, cosa que no me agrado mucho—. Para que veas que te digo la verdad, te daré algo —llevo su mano a su bolsillo derecho y saco... ¿un condón? —. Éste es el condón que me entregó Monster. Y con eso de las inseguridades en las parejas, supongo que hasta cierto punto todos sienten inseguridad, pero jamás he sentido amor para saber del asunto.
—Bien que pudieron hacerlo sin condón y lo sabes —se lo devolví de mala gana, omitiendo su opinión de las inseguridades y parejas, porque siento que si seguimos hablando del tema, puedo perder—.
—Sí, bien que pudimos, pero yo no quise —se acercó a su cama y se sentó en ella—. Y aunque no me creas, no quise echar un polvo con ella, como te dije antes, las mujeres ya no se me dan.
— ¿Y que se te da ahora entonces? —creo que eso no debí preguntar, su mirada me puso un tanto nervioso—. Mejor olvídalo...
—Los chicos, aunque uno en especial —estiró su mano hacia mí—. Más bien, tú eres ese chico en especial —relajó su mirada, mostrándose ahora sereno y seguro de sus palabras—. Te dije que eres importante para mí y como lo eres, no hice nada que pudiera hacer que perdieras la poca confianza que me tienes.
— ¿No estas mintiendo, Jimin?
—No te miento, no te negaré que he mentido y mucho, pero a ti no te quiero mentir, a cualquiera menos a ti —movió su mano para que la agarrara y eso hice, sí, definitivamente terminé de volverme loco, pero me mentiría a mí mismo si dijera que no siento nada por el hombre frente a mí y que lo de hace rato si fueron celos—. ¿Me crees ahora?
—Te creo, pero te juro que, si me mientes, perderás la poca confianza que te tengo —fue jalando de mí, haciéndome un espacio en su cama—. ¿Y ahora qué? —le pregunté al ver esa mirada, una que me erizó los pelos de mis brazos y me hizo temblar de nervios—.
—Acuéstate a mi lado, prometo no hacerte nada, sólo acuéstate un momento conmigo —le creía, le creía a esa mirada, a sus palabras, a sus gestos, le creía todo. He perdido—.
—De hecho, tengo un poco de sueño —se acomodó, dejándome subir a su cama, se acostó del todo sobre ésta, apoyando su espalda a la pared, mirándome—. Me gusta la orilla —le sonreí y terminé acostado en su cama, envuelto una vez más en sus brazos y extrañamente comenzaba a sentirme tranquilo—.
¿Hace cuánto no dormía con tanta seguridad? Desde que ingresé en este lugar, supe que mis noches no serían las de siempre, que también tendría que dormir con un ojo abierto y el otro cerrado, por miedo a que me dañaran. Cuando me atacaron mientras dormía, noté enseguida que mis horas de sueño disminuirían. Mi cama no es nada cómoda, gracias a algunas mantas que mi madre y hermana me han traído, ya no paso tanto frío, pero sigue siendo incómoda y algo dura, hasta puedo sentir algunos resortes del colchón. El miedo aún está, siempre que me preparo para dormir, siento ese terror de no despertar al día siguiente, que le den la noticia a mi madre y hermana, que he muerto. Siempre ese miedo me invade los pensamientos cuando quiero ir a dormir, pero, ahora ese miedo desapareció, ya no está y la seguridad que estoy sintiendo, estando envuelto por aquellos brazos que jamás imaginé me abrazarían como lo hacen ahora, aquellos brazos que me están protegiendo y, sobre todo, que me están respetando y devolviéndome la poca dignidad que me fue arrebatada por la misma persona que me está abrazando en estos momentos.
Giré mi cuerpo lentamente, por cómo respiraba podía jurar que se quedó dormido y algo me decía que debía de disfrutar de su rostro tranquilo y adormilado. Quedando ya frente a su rostro, pude ver lo más hermoso que jamás vi antes, tenía una angelical sonrisa mientras dormía. Sus ojos estando cerrados, sonreían, su rostro, el cual siempre está enfadado, preocupado y estresado, siendo una completamente diferente a la que tenía frente a mí en estos momentos, definitivamente era todo lo contrario.
—Desearía tener una cámara fotográfica en estos momentos o un celular con cámara —susurré mientras lo observaba dormir—. Como me gustaría guardar en una foto este momento.
— ¿Qué momento? —me preguntó sin abrir sus ojos—.
—Creí que dormías —terminó de juntar nuestros cuerpos, pasando sus brazos por mi cintura—.
—Eso hacia hasta que te escuché hablar —acercó su rostro, dejándome sentir su tranquila respiración, la cual era muy diferente a la mía, pues mi nerviosismo aceleró mi respiración—. No tienes por qué estar nervioso, no haré nada que no quieras.
—Lo sé, sólo que el estar muy cerca de ti ya me pone nervioso —fue abriendo lentamente sus ojos, hasta quedar completamente abiertos—.
— ¿Y por qué te pones tan nervioso? ¿Tienes miedo de que te lastime de nuevo? —su mirada se llenó de preocupación—.
—No, no, no es eso —lleve mi mano izquierda a su mejilla, ya ni yo mismo sé que hago o cómo reacciono—.
— ¿Qué es entonces? —volvió a cerrarlos al sentir el tacto de mi mano en su rostro—.
—Me pone nervioso el tenerte cerca, no sé cómo explicarlo, pero sí sé que no es miedo —acaricié sus ojos cerrados—. Más bien es temor por no saber qué es lo que exactamente me pasa, cuando estoy a tu lado.
— ¿Sigues temiéndome?
—No. Temo de lo que comienzo a sentir cuando estoy contigo, cuando pienso en ti, cuando te veo y también cuando no te veo —sonreí por lo idiota que llegué a sentirme—. Creo que las prisiones vuelven locas a las personas.
— ¿Crees que te volviste loco por lo que comienzas a sentir...por mí? —abrió sus ojos, penetrándome con su mirada—.
—Bueno...eso es lo que creo, aunque también tengo otra idea de lo que podría ser...es algo estúpido e ilógico.
— ¿Por qué?
—Porque me dañaste mucho Jimin, me lastimaste como no tienes idea, no sólo físicamente, sino que me dañaste emocional y psicológicamente —no quería recordar aquello, pero creo que es necesario decirlo, a pesar de su mirada llena de culpabilidad y arrepentimiento—. Quise matarme después de que me violaras...fue algo que me costó superar. Aprendí a vivir con ello, llegue a odiarte, pero ¿Por qué ya no te odio? Una persona jamás olvida una violación y jamás me he considerado un masoquista o un enfermo. Realmente no entiendo qué es esto, el porqué me siento de esta manera, no entiendo mis sentimientos, no entiendo cómo puedo sentirme así hacia la persona que me daño tanto, no entiendo.
— ¿Entonces? —esta vez fue él quien comenzó a acariciarme la mejilla izquierda con su diestra—.
—Entonces, ¿Por qué estoy aquí, en tu cama, acostado a tu lado y dejándome acariciar por ti?, ¿Por qué no siento las náuseas que llegue a sentir por ti tiempo atrás?, ¿Por qué no tengo miedo de que me lastimes?, ¿Por qué mi respiración se vuelve difícil cuando te acercas?, ¿Por qué desde hace unos días he anhelado un beso tuyo?, ¿Por qué presiento que en algún momento volverás a tocar mi cuerpo y yo no me opondré?. ¿Desde cuándo comenzaste a meterte tanto en mi vida Jimin?, ¿Por qué quiero que me beses en este momento?
— ¿Porque me quieres? —acercó un poco su rostro, besando la punta de mi nariz—. Desde hace mucho tiempo, bastantes diría yo, no me he sentido tan feliz y completo —me sonrío, dios ¿es que quieres hacerme pecar acaso? Su sonrisa es tan jodidamente hermosa—. Me quieres JungKook, me quieres y te estas dejando llevar por ese sentimiento.
— ¿Tú me quieres? —por un momento detuvo su caricia, para luego seguir—. ¿Me quieres?
—Me prometiste que me enseñarías una vida diferente, tendrás que enseñarme a querer.
—Eso no se enseña Jimin —me sentí decepcionado por su respuesta—. Eso se siente.
— ¿Y cómo sé que lo que siento es porque te quiero? —él realmente estaba confundido con eso, ¿es que acaso nunca ha querido a nadie? —. Enséñame o al menos dime qué es querer a otra persona. Han pasado tantos años desde la ultima vez que quise a alguien y supongo que era un niño en ese entonces.
—¿Entonces como sabes que lo que yo siento hacia ti es porque te quiero?
—Dejé de querer a las personas cuando tenía cinco años. A los únicos que quise fue a mis padres y desde entonces jamás quise a otra persona. He llevado años odiando a las personas, teniendo sentimientos negativos en mi corazón y alma, dejé de sentir cariño, piedad, alegría, felicidad, preocupación y motivos para sonreír a temprana edad JungKook —bajó su mirada, desviándose de la mía—. Quizás si te quiero, quizás es una obsesión o un capricho aquí dentro, tal vez sólo sea deseo, no lo sé bien.
— ¿Y si lo descubrimos juntos? Jimin —me acomodé lo suficiente como para tomar su rostro con ambas manos y hacer que me mirara—. En este momento sólo sé que, si te alejas de mí, no podría estar tranquilo y no dejaría de pensar en ti, de querer saber cómo estás y de preocuparme. ¿Si eso no es querer, qué es entonces? Si desaparezco de tu vida un día, ¿Qué pasaría contigo?
—¿Qué pasaría conmigo? Creo que me volvería loco buscándote, rodarían muchas cabezas hasta encontrarte y obligarte a que te quedes a mi lado. Si no te veo y no sé si estás bien, me desesperaría —su mirada penetrante, el cómo me miraba, como me seducía con ella me estaba ganando—. Escaparía de este infierno y te buscaría por todos los lugares posibles, no descansaría hasta tenerte como ahora, conmigo, a mi lado.
— ¿No crees que eso ya es querer? —fui acercando mi rostro al suyo, lentamente—. Me quieres Jimin, me quieres como yo a ti. Estamos jodidos, tan jodidos que ni ya sabemos que sentimos.
—JungKook —una ráfaga de sentimientos aplastó mi pecho, acelerando el ritmo de mis latidos—. Si te quiero, como dices ¿me permitirías quererte tanto como quiera?
—Ya es tarde para preguntar eso Jimin, te dejéquererme desde hace tiempo y ni cuenta me di —sonreímos, sonreímos con nuestrasmiradas y lo sellamos con un beso—.
Los labios de Jimin esta vez eran tan suaves, tan delicados y temerosos de no lastimarme, que me era difícil de creer que eran sus labios. No estaba siendo salvaje, ni tampoco agresivo, estaba siendo tan cuidadoso de no causarme ningún daño, que me sentí seguro de continuar. De continuar con algo que me estaba ganando, algo que pedía mi cuerpo y aunque no sería la primera vez que sentiría "aquello" dentro de un lugar que no era una entrada, sino una salida, no tenía miedo. Los movimientos de Jimin comenzaron a ser más rápidos y apasionados, la forma en como sus manos comenzaron a recorrer mi torso por debajo de mi playera me hizo temblar. Su lengua se adentró en mi boca, llenándola de su saliva, en ocasiones nuestros dientes chocaban, pero fue por la ansiedad que comenzamos a sentir, por la lujuria que nuestros cuerpos sentían, el deseo y morbo. Jamás creí que esta vez, sería yo quien le permitiría entrar en mi cuerpo, creí que eso no pasaría, pero mis sentimientos fueron aún más fuertes que el recuerdo de aquel día. Solté un gemido sorpresivo, el cual fue atrapado por su boca, al sentir su mano jugar con uno de mis pezones. La penetración de su lengua era exquisita y nada asquerosa, a pesar del intercambio de saliva, me gustaba. Una de sus manos fue bajando, acariciando mi ombligo, acariciando los pocos, casi nada, de vello bajo este, llegando a mi cintura, bajando, deteniéndose.
—Yo...lo siento, no pude controlarme —me dijo alejándose, pero lo detuve, llevando mis manos a su cuello—. JungKook si no te vas ahora de mi celda, no creo poder detenerme.
—No me iré —me levanté un poco, volviendo a unir mis labios a los suyos—. Bésame Jimin...bésame y tócame, no te detengas —le pedí entre besos, vi un brillo en su mirada. Un brillo lleno de deseo, lujuria y perversión, todo eso antes pudo asustarme, pero ahora, ahora quería disfrutar de ello—.
— ¿Estás seguro? —me preguntó por última vez, asentí sonriéndole y éste devoró mis labios—.
No fue rápido, no fue bruto ni salvaje. La forma en cómo me acomodó en su cama, en cómo me ayudó a quitarme la playera, cómo se dio el tiempo de quitarme las zapatillas, de no dejar de mirarme mientras lo hacía, de cómo llevo sus manos a mi pantalón y lo fue bajando sin dejar de ser atento y cuidadoso. Cómo observó mi cuerpo y murmurando me pidió perdón por todo lo que hizo meses antes, el cómo lamentaba todo, cómo acarició con las yemas de sus dedos cada una de las cicatrices frente a él, las cuales muchas de ellas fueron causadas por él. Su lengua acariciando cada una de ellas y yo tratando de no reír por las cosquillas que esta me estaba causando. Antes dije que no era masoquista, pero si debía tener alguna cicatriz nueva para volver a sentir su lengua, como la estoy sintiendo ahora, creo que con gusto me dejaría pegar de nuevo, pero sólo por Jimin. Sus manos comenzaron a quitar la última prenda de mi cuerpo y me sorprendió ver la erección que tenía entre mis piernas, la sonrisa pervertida de Jimin no fue broma, se lamió los labios y luego me dio una mirada.
—Yo...quiero hacer algo, pero no sé si me dejaras.
—Sé lo que quieres hacer y me duele allá abajo, así que...hazte cargo —desvíe su mirada, sintiendo arder mis mejillas—.
—Gracias —me besó fugazmente en los labios, para separarse y llevar su boca a mi dolor—.
—Aahh...dios, Jimin —musité con dificultad al sentir mi polla completamente dentro de su boca—. Ooh...Jimin... —el movimiento de ésta, su lengua acariciando con detenimiento, la succión tan perfecta y placentera, el cómo sacaba mi polla y la volvía a meter a su boca, me estaba volviendo loco—.
Mis manos fueron a parar a su cabeza, profundizando la penetración de mi polla en su boca, ayudándole aumentar el ritmo de ésta, llevándome al cielo, al mejor momento de mi vida, sintiendo un morbo fuera de mí, un morbo que estaba recorriendo todo mi cuerpo, un deseo de tenerlo ya dentro de mi cuerpo y esta vez, sentir y disfrutarlo. Un líquido caliente sentí deslizarse por mis muslos, levanté un poco la cabeza y pude ver como la boca de Jimin estaba llena de un líquido blanco, de mi líquido. Se acercó y me besó, dejándome deleitar el sabor de mi semen y la saliva de su boca, algo que pudo ser completamente asqueroso, pero para nosotros, completamente excitante y delicioso. Su lengua dentro de mi boca era la mejor penetración que podía darme, un juego de dominación dentro de mi boca, donde nuestras lenguas querían decidir quien manejaba a la otra.
—Ya no aguanto...JungKook —me confesó entre besos deliciosos—. ¿Me dejarías poseer ese culito tan apetecible que tienes? —se alejó un poco para mirarme—. ¿Me dejarías?
—Te golpearía si no lo hicieras.
—No quiero volver a lastimarte, si no te sientes preparado lo entenderé...aunque me quede con las enormes ganas que tengo de penetrar tu lindo culito —besó la punta de mi nariz, de nuevo—.
—Estoy seguro, sólo no seas tan bestia...no quiero volver a sangrar por ahí —aquello le cayó como un balde de agua fría, agregándole cubitos de hielo—. No te sientas mal por eso, sólo lo digo porque aquella vez...me dolió bastante, ya sabes, estaba estrecho...sin preparación.
—Entiendo a lo que te refieres —miró hacia todos lados en su celda, buscando algo, pero al final volvió su mirada a mí, preocupado—. Tendré que improvisar.
— ¿Improvisar?
—JungKook date la vuelta.
— ¿Eh? —aquello me confundió—. ¿Para qué?
—Sólo hazlo —me sonrío y besó en los labios—.
—Está bien —salió de encima mío y me acomodé como él me dijo, me sentí bastante expuesto de esa manera, sintiendo como me ponía rojo, las mejillas me ardían demasiado y el calor que antes sentí, aumentó al punto de creer que estallaría—. ¿Qué harás?
—Una pregunta, ¿quieres que utilice el condón? No es que lo haya guardado para esto, para serte sincero, jamás creí que pasaría esto entre nosotros...sólo mantuve una pequeña esperanza.
— ¿Para qué usar el condón entre nosotros? Ni que fueras a dejarme embarazado Jimin —escuché su risita, giré un poco mi rostro y vi como comenzaba a quitarse la ropa—. Jimin...
—Es para evitar alguna enfermedad, ya sabes.
— ¿Es que acaso has penetrado otros culos? —preguntar aquello me molesto y mucho—.
—Llevo muchos años aquí dentro JungKook, también está la habitación del servicio especial.
—Idiota —dejé de mirarlo—. No lo uses, confío en que estas sano y si te preocupas por mí, sólo tú me has penetrado por ahí y no tenía mucha actividad sexual antes de entrar a la prisión.
— ¿En serio? —preguntó algo sorprendido—.
— ¿Vas a seguir o ya me visto y me voy?
—Sólo bromeaba, lo siento —sentí algo duro entre mis nalgas, volví a girar mi rostro para ver la pelvis de Jimin pegada a mi culo...siendo su polla la dureza que sentía—. Estoy duro como piedra...vaya, hace tiempo no lo estaba.
— ¿Podrías no hablar de eso? Es incómodo.
—Perdón —la alejó, pero en su lugar sentí sus manos apretar mis nalgas—. Que suaves y bien formadas las tienes Kookie.
— ¿Kookie?
—Así te llama tu hermana y recuerdo que a su perro lo llamó de esa manera —me dio un azote tan fuerte, que mi grito fui inevitable, al igual que el ardor en mi nalga—.
—Mierda, serás hijo de puta —una pequeña lagrima se me escapó—. Maldito.
—Me pone cachondo que me insultes, anda, dime más palabrotas.
—Tonto —no pude evitar reírme, ganándome otro azote igual de fuerte que el anterior—. Que me duele malnacido.
—Y a mí me pone a cien —comenzó a acariciar mis nalgas con las yemas de sus dedos. Un pequeño suspiro se me escapó al sentir su respiración acercarse aquel orificio, ¡Dios! ¿acaso hará lo que me estoy imaginando? —.
—Aahh... —gemí al sentir su húmeda lengua penetrándome con fuerza—. Jimin...
El movimiento de su lengua aumento, entrando y saliendo, lamiendo tanto como quería. Otro grito se me escapó cuando la penetración fue con uno de sus dedos, no fue un grito de dolor, sino de placer, puro placer. El ritmo aumentó con dos dedos, agregándole su lengua. Me estaba volviendo loco y mi frente comenzaba a sudar mucho. Mi agujero se humedecía más y más por su lengua, jugaba en el lugar como quería, acompañándolo de pequeños azotes que me hacían gemir, aumentando el morbo, la lujuria, llegando al punto de desear tenerlo ya dentro. Después de repetir el juego de su lengua y dedos, abandonó el lugar.
—Con eso es suficiente para que no te duela —lo miré de reojo y me regaló un guiño y una sonrisa—. Si te duele, me avisas y me salgo.
—Sólo...sólo hazlo —le pedí y pude ver como su mirada se trasformó en perversidad total—.
No negaré que al principio me dolió un poco, claro, no se comparaba como la primera vez que invadió mi cuerpo, pero este dolor se transformó en placer. Me penetró con cuidado, procurando no dañarme. Sentía su polla dentro, muy dentro, queriendo aún más. Esperó un poco, seguro para que me acostumbrara, luego de un minuto comenzó a moverse, seguía cuidando de no ser salvaje ni torpe, llevó sus manos a mi cadera, bajé la cabeza hasta apoyarla sobre su almohada. Mis manos se aferraron a las sabanas cuando sus embestidas se hicieron más rápidas y fuertes, sus palabrotas me excitabas y claramente a él también.
—Puto Jimin... ¡Dios! —solté en un gemido fuerte, jadeando, pidiendo más con el movimiento de cadera al compás de sus embestidas—.
—Eso...insúltame Kookie —sus penetraciones seguían aumentando, mi polla se movía al ritmo, pidiendo atención, lo cual no tardó en llegar, ya que Jimin apoyó su cuerpo al mío, su mano izquierda envolvió mi polla, comenzando a masturbarme con movimientos asertivos—.
Embistió, sacó, volvió a embestir, volviendo a sacar, repitiendo la misma acción, volviéndome loco por la lujuria, deseando sentirlo más y más profundo. Su mano jugando, manoseando mi polla me volvió tan loco, que me separé de la almohada, me levanté un poco y girando lo suficiente para poder besarlo. Lo besaba con desesperación, mordiendo su labio con fuerza al sentir una fuerte embestida, el sabor de su sangre se mezcló con mi saliva. Se separó, y el momento llegó, el orgasmo para ambos al mismo tiempo, mi polla llenó de líquido su mano, y su gruesa carne me llenó el culo de su líquido, sintiendo como esta se deslizaba por mis muslos.
—Eso fue...magnífico —susurro sacando su polla de mi culo—. Gracias por esto JungKook —se acercó gateando a mi lado, tomando mi rostro y besándome con delicadeza—.
—Estoy cansado y dudo poder caminar hasta mi celda —caí bocabajo en su cama, sin importarme el hecho de estar desnudo—. Necesito dormir...
—Quédate aquí, nada me gustaría más que despertar contigo a mi lado —me acercó a su cuerpo, y aunque ambos sabíamos que estábamos con el cuerpo lleno de semen del otro, poco nos importó—.
— ¿Y si viene Monster u otro guardia? —lo miré preocupado—.
—No dirán nada, no te preocupes por eso —me besó la mejilla—. ¿O ya olvidaste que aquí yo soy el jefe? —le sonreí—. Duerme tranquilo, nadie dirá nada.
—Está bien.
Nos arropó con la sabana manchada con gotas pequeñas y grandes de semen, el cuerpo. Se aferró a mí, dándome a entender que no quería que me fuera de su lado. No puedo decir que me arrepiento de lo que acabamos de hacer, porque estaría mintiendo, pero si me asustaba un poco, ya que después de todo esto, acabo de descifrar que no sólo comienzo a quererlo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro