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Capítulo veinte

Cuando llegue a mi celda, Yoongi estaba tendido en su cama, según yo, durmiendo. Por lo que silenciosamente entre y al querer subir a mi cama, fui sorprendido, más bien, asustado al sentir como me agarraban de mi tobillo izquierdo, cosa que casi me hizo caer de culo al piso, pero logré sujetarme en el fierro de la cama.

—¿Ya terminó tu reunión con Jimin y TaeHyung? —mi compañero de celda abrió sus ojos, mirándome fijamente, queriendo indagar en los míos—. ¿Por qué tantas juntas con esos dos? ¿En qué lío te metiste ahora JungKook?

—Ellos me metieron en su lío... —no debí soltar eso.

—Así que tú también estas metido en ese asunto —se sentó, dejando sus pies sobre el piso—. Tienes cierta manía de meterte en líos, riñas y castigos, parece que te gusta la compañía de Jimin.

—Para nada —negué enseguida—. ¿También sabes de los problemas del jefe?

—Algo sé, no a fondo, pero sé muy bien que ahora estoy en ello —soltó un suspiro—. Jimin me pidió que le ayudara y no pude negarme.

—¿Por qué?

—Porque estoy ligado a Jimin, muy ligado y siendo su mulo, no tuve más opción que aceptar —miró a la nada, perdiendo la noción del lugar donde estábamos—. Además, creo que aquello podría darme algo fuera de este lugar, cuando salga de prisión. No tengo familia, ni novia ni nada, lo que Jimin me ofreció, es lo único que espera por mi fuera de tantas rejas, guardias, reos y más mierda.

—Pero es peligroso, podrías terminar bajo tierra en lugar de rejas —me senté a su lado—. No es vida para nadie.

—Te equivocas —me miró—. Para nosotros, los convictos, presos, reos, criminales, como quieras llamarle, sólo algo así nos espera fuera de aquí. Más asesinatos, droga, delincuencia, soledad, estafas, traición, nadie espera por nosotros, nadie nos daría un trabajo decente, ni nadie creería en nosotros, JungKook, la gente como yo, Jimin, TaeHyung, como lo fue Key, Jong y Min Ho no tenemos futuro, al menos no uno que sea diferente a todo esto, en cambio tú, tú si tienes un futuro que podría ser brillante y diferente, así que no sigas en el asunto de Jimin y termina de alejarte de él, o si no, terminarás mal, muy mal.

—Lo intento, créeme que lo intento.

Y lo intentaba, jamás había intentado algo con tanta fuerza, pero era algo que veía imposible, algo que ya no podía manejar. Quizás mi vida estaría muy ligada a la del jefe, tanto o más que la de Yoongi, es más, podría jurar que ha estado ligada desde aquel día, donde presenció cómo me hice mulo de Key, cuando me escuchó llamarlo hijo de su zorra y puta madre, desde entonces mi vida ya se había ligado a la del jefe, no, más bien, a la de Jimin.

La semana seguía siendo... extraña. No sé por qué, pero en los pasillos y en el patio había más guardia de lo normal, al menos tres a cuatro más. En las noches se posicionaban dos guardias a cada esquina de los pasillos. Los reos estaban nerviosos, otros asustados y algunos preocupados, pocos a la defensiva. Al que se le veía más nervioso y preocupado, furioso y cabreado era al jefe, ya no pasaba metido en su celda como en las últimas semanas, junto a Monster revisaban las celdas sin dar motivo, simplemente buscaban algo y yo sabía que era ese algo. Con la advertencia de que nos dio Haneul sobre un posible incendio, las cosas se han puesto preocupante, algunos reos no permitían que les revisaran sus celdas, por lo que Monster tenía que recurrir a la fuerza bruta, ayudado por Yoongi, quien ya estaba completamente bien. Admiraba eso de él. Otros ayudaban en la revisión de su celda sin problema alguno. La mía fue de las primeras en ser revisadas en mi modulo, simplemente por no hacer diferencia ni nada, bien sabia el jefe que yo estaba tan jodido como él en este asunto. No encontraron más que cartas de mi hermana, ropa y dibujos que había comenzado a hacer para relajarme y soltar tensión. Uno me fue robado, aquel pensó que no lo vería o que no me daría cuenta, pero bien que noté cómo se guardó un dibujo en el bolsillo de su pantalón.

—Eso es mío —le dije observando su bolsillo—. ¿No crees que deberías pedírmelo primero antes de robártelo?

—Si te lo pedía no me lo darías, puedes hacer otro —me respondió sin mostrar arrepentimiento.

—Puedo, pero no va al caso. Devuélveme el dibujo —estiré la mano frente a su cuerpo.

—Podría, pero no quiero —sin más, paso por mi lado, llevándose con él, mi dibujo.

Aquella actitud del jefe me sorprendió, no entendí para que quisiera un dibujo mío, ni con qué fin lo hizo, por lo que dos días después dejó de importarme y lo olvidé. No encontraron nada que pudiera delatar a los dos reos que llevarían a cabo el incendio y luego los asesinatos y eso me preocupó demasiado. El no saber quiénes eran y que los días seguían pasando era muy preocupante, más cuando sabíamos que podríamos morir en un par de días o en semanas. TaeHyung estaba muy colaborador con Jimin, pareciera que su odio hacia él y viceversa había desaparecido por ese motivo, platicaban más que nunca, sobre todo se cuidaban las espaldas, pero seguro al terminar esto, volverían a odiarse como antes. Y yo cada vez sintiendo más curiosidad de saber el motivo de tan profundo odio.

—Oye, JungKook —me llamó Taemin, quien llevaba rato sentado a mi lado, en una de las bancas del patio—. ¿Qué pasaría si de pronto el jefe muriera?

— ¿Eh? —le miré confundido, olvidando en que pensaba—. ¿A qué te refieres? ¿Es que alguien quiere matarlo?

— ¿Te importaría si él muere? —mirándome fijamente—. ¿Te importaría?

—Bueno... quizás antes no, pero ahora... tal vez sí... — ¿acaso él...? —. ¿Sabes algo, Taemin? ¿Alguien intenta matarlo? Dime si sabes algo.

—Parece que te importa mucho —su mirada cambió, distante, frívola, resentido, me asustó.

— ¿A dónde vas? —me levanté al ver que él comenzaba a alejarse—. ¡Taemin! —lo llamé, pero siguió caminando hacia adentro de la prisión. No me quede ahí observando cómo se alejaba, por lo que lo seguí y una fuerte punzada al pecho me hizo detenerme.

Taemin desapareció en el pasillo, el cual llevaba a las regaderas y el otro a la celda del jefe, aun con ese dolor en el pecho, avancé y decidí irme por el que lleva a las regaderas. El jefe no estaba en su celda, ya que antes lo divisé en el comedor, platicando con Monster, con un rostro muy serio, más de lo normal. Llamé a Taemin, pero no me respondió, pude escuchar el agua correr de las regaderas, quizás se iba a duchar, pero no me iría hasta estar completamente seguro.

—Mierda... —musite con dolor, llevándome la mano izquierda a la cabeza, liquido, fue lo que sentí a parte de mi cabello, miré mi mano y era sangre, mi cabeza sangraba y dolía cada vez más.

—Debiste decirme que no te importa —lo escuché detrás de mí, como pude, con el mareo y todo, viendo como en sus manos tenía la manilla de una de las regaderas, me había golpeado con aquello y mi sangre estaba impregnada en ello, no fue tan fuerte como para desmayarme, pero si me dolía y ardía demasiado, la sangre comenzaba a deslizarse y cubrirme parte del ojo derecho—. Todo estaba bien cuando sólo te preocupabas por mí, JungKook.

—Taemin...

—Quise cambiar por ti —su mirada era la de un completo enfermo, pero él es mi amigo y debo ayudarlo—. Él te violó y aun así estas al pendiente de lo que hace o dice, si te violo ¿Me prestarás atención como a él?

— ¿Qué? No Taemin, espera —comenzó a acercarse a mí, sacando una navaja de su bolsillo.

—En realidad, no quería llegar a esto, pero me veo obligado a hacerlo, así que, bájate los pantalones —su tono de voz cambió, ya no era el tímido ni amable Taemin, ahora me daba miedo y en mi condición, no podría hacer mucho—. ¡Que te bajes los pantalones!

Al ver que no lo haría, se acercó rápidamente, arrinconándome bajo la regadera que chorreaba el agua sin control. Tiró de mi ropa, rajó mi polera, dejando al descubierto parte de mi piel y marcándola con una leve línea de sangre. Me ardió, poco, pero me ardió, me queje y él lo disfrutó. Taemin estaba enfermo y no lo había notado hasta ahora. Volvió a tirarme, pero esta vez al piso, pataleé y le di un manotazo cuando tuve la oportunidad en su mejilla derecha, pero ni le importó, en cambio a mí sí que me importo el hecho de que deslizara su navaja en mi abdomen, dejando una herida un tanto profunda, que me hizo gritar como un condenado. Sus labios pegados a los míos, devorando, mordiéndome y sacando sangre de ellos, me dolía mucho la herida del abdomen, más cuando lo acompañó de un rodillazo que me hizo escupir sangre. Taemin me había engañado todo este tiempo y yo creí en él como el estúpido que soy y que he sido siempre.

—Esto me gustará más —mi cuerpo se estremeció cuando llevó su mano a mi entrepierna, metiéndola debajo de mi ropa, agarrando con tanta fuerza mi miembro que pensé que podría arrancármela de un simple tirón—. Quiero estar dentro de ti, te follaré, JungKook, así como Jimin te ha follado.

—No quiero, para Taemin —mi vista se nubló por mis lágrimas, mezcladas con sangre—. Déjame... por favor.

—No, primero mi polla en tu culo y quizás luego te suelte —acercó su rostro a mi oído izquierdo—. Aunque bien podríamos morir juntos, aquí.

Me paralicé, la navaja iba bajando por mi abdomen, llegando a mi cadera, bajando, tal y como mi pantalón abandonaba mi sexo, mi bóxer ya no me protegía, estaba a la vista del enfermo encima de mí. Su mirada ya no era la de alguien sano, estaba desquiciado. Cuando vi la oportunidad de hacer algo, lo hice. Lo empujé y éste quedó estampado en la pared, no me dejaría hacer daño, no otra vez y como pude salí corriendo de las regaderas. Mientras corría me fui acomodando el pantalón, dificultándome al inicio el correr.

Los gritos tormentosos y desquiciados de Taemin se acercaban, los escuchaba muy cerca por lo que apresuré mis pasos, corriendo más rápido. Lo más cercano era el comedor, más bien, él estaba ahí y presentí o quise creer que él me ayudaría. Pude ver algunos reos almorzando y al mirar hacia atrás, ya tenía encima a Taemin, quien me cortó en el brazo, este sangró enseguida, no caí al piso, pero si choqué con la pared, siendo empujado por él, no me dejé y volví a empujarlo. Seguí corriendo y cuando ya estaba a la vista de todos, entre ellos, la mirada de quien podría ser mi salvador, fui golpeado con fuerza en la espalda, cayendo de boca al piso, mordiéndome la lengua y seguro, terminando por destrozarme aún más el labio. Perdía el conocimiento de a poco, pero antes logré ver como alguien paso corriendo rápidamente por mi lado, con algo afilado en una de sus manos, tan rápido que no vi que pasó después.

— ¡JungKook, despierta! —me llamaban, pero yo no podía abrir mis ojos—. ¡Vamos JungKook, abre tus ojos! —sentía como me sacudían, pero no podía despertar o al menos abrir mis ojos, me pesaban.

—JungKook —otra persona me llamó, sentí un golpe en la mejilla y me ardió, entonces fue cuando desperté para ver lo más horrible de mi vida.

El jefe tenía a Taemin entre sus manos, soltándolo con una, pero agarrando la navaja que de seguro le quitó de sus manos a quien fue mi amigo, la sangre saltó y le manchó el rostro. Silencio, un profundo silencio en el comedor, los guardias no hicieron nada más que observar como los demás. Taemin tenía heridas en el rostro y una gran cantidad de sangre que salía de su pecho ¿Acaso eso se lo hizo el jefe? No lo sabía, pero si sabía que la muerte de Taemin fue causada por él y que me había salvado.

— ¿Te sientes mejor? —me preguntó TaeHyung, quien me tenía sobre sus piernas, ¿Estaba preocupado por mí? —. Vamos a enfermería...

—Taemin... ¿Quién lo golpeo? —pregunté.

—Jonghyun le dio con la bandeja que tenía después de pincharle el pecho —entonces el jefe remató el acto de mi amigo—. Jimin no le perdonó la vida y como ya ves, lo mató.

—Yo... quiero ir a enfermería —me sentía mal, no sólo físicamente, sino que, emocionalmente estaba destrozado.

Había confiado en Taemin, le había cogido un enorme cariño, tanto como a un hermano, lo entendía, o eso me hizo creer. Reímos en varias ocasiones, jugamos a la pelota, desayunamos y almorzamos juntos, creí que tendría otro amigo dentro de este lugar. Me gané palizas y castigos por él, hasta me dejé... violar, aunque pensándolo bien, aquello no fue una violación, pues yo di el permiso, la iniciativa y no me negué, sólo la primera vez. Aun así, lo hice por el cariño que aún le tengo al chico que murió frente a mí. Siempre recordaré el momento en que el jefe le cortó la yugular sin compasión alguna a Taemin, será algo que no podré olvidar y que de seguro me dará varias pesadillas por las noches.

—Yo lo llevo —habló de pronto el jefe, acercándose a TaeHyung y a mí, ayudándome a levantar.

—No hace falta.

—Cállate Jeon—me ordenó—. Te llevaré y punto —quitó a TaeHyung de mi lado, pasando mi brazo por sus hombros. Todos seguían aún en silencio, pero esta vez observándonos a nosotros—. Pierdes sangre, mucha sangre.

—No lo había notado — ¿Cómo seguía en pie? ¿Cómo podía estar caminando ahora? No sé, pero me sentí seguro siendo llevando por el jefe.

Pasamos junto al cuerpo de Taemin, quien tenía los ojos abiertos y por un minuto creí que me miraba fijamente, teniendo aún esa mirada desquiciada que me puso los pelos de punta. Camino a la enfermería, el jefe no decía nada, sólo se limitaba a mirar mis heridas, la sangre que manchaba más y más mi pantalón y polera. Vio la piel desnuda producto del corte que me propinó Taemin y pude ver como apretó su mano, notándose el blanco de sus nudillos. Apresuró el paso y yo comencé a sentirme cada vez peor, el mareo volvió y mi visión se volvía más y más borrosa.

—Taemin sufría de serios trastornos mentales —logré escucharlo antes de creer que me desmayaría—. Esas supuestas violaciones fueron forzadas por él, golpeó a sus víctimas y luego los obligaba que lo penetraran. Estaba enfermo, loco y la muerte de su hermanastro fue por lo mismo, estaba obsesionado con él. Aunque también violó, chicos más jóvenes que él y hasta una que otra mujer.

—¿Por qué me lo dices ahora y no antes? Me habría alejado de él, de haberlo sabido —le respondí entrecerrando los ojos por el dolor que sentía.

—Porque no me habrías creído —se detuvo un momento—. No confías en mí y sé que le creerías a él o a cualquiera antes que a mí.

—Tengo motivos ¿no crees? —lo miré—. O los tenía, ahora creo que confió... un poco, en ti.

— ¿Confías en mi ahora? —noté cierto brillo en su mirada entre tanta preocupación y susto, si, ahora podía distinguir esa mirada en él.

—No me queda de otra, me has metido en tu asunto con TaeHyung —me quejé—. Vamos, me duele mucho.

—Jeon—volví a mirarlo, para encontrarme con su rostro muy cerca, tan cerca que su respiración golpeó levemente el mío—. Yo... de verdad siento eso y por lo de tu mamá y hermana.

—Prometiste que nada les pasaría, creo en tu palabra —sonrío, por primera vez lo veía sonreír sinceramente y no con burla o maldad y admito que me agradó verlo sonreír de esa manera.

—Gracias —y para rematar todo, besó con delicadeza mis labios, sin importarle el que pudieran vernos y los más sorprendente de todo, es que me dejé besar esa milésima de segundos y no sé si me habría negado o forcejeado si hubiera durado más de un minuto—. Vamos.

Los guardias esperaban por nosotros afuera de enfermería, seguro Monster les informó que nos dirigíamos al lugar a través del radio que suele llevar con él, al igual que cada guardia de la prisión. El jefe estaba muy atento, se preocupaba cada vez que soltada algún quejido de dolor o cuando cerraba los ojos, realmente al que tenía a mi lado no solía ser el que llevo conociendo ya un año y un poco más, y admito que me agradaba mucho más éste, pero le temo más, por el simple hecho de no saber en qué momento explotará y será el de siempre. Pero ahora poco me importaba eso, el dolor que sentía en todo el cuerpo era más importante que cualquier cosa, incluso el que me haya dejado besar y no sólo una vez, sino que tres. Porque sí, no le fue suficiente con el casto beso que me dio antes, sino que, tuvo que profundizar y meterme la lengua dentro, llenando mi boca con su saliva, presionando fuerte, y al sentirme débil (o eso creo) me dejé besar y correspondí, si, correspondí.

—Tendrán que arreglárselas solos —nos habló el guardia fuera de enfermería—. El doctor no está, llega hasta mañana.

— ¿Cómo? —soltó molesto el jefe, fulminando con la mirada al pobre guardia quien sólo cumplía con la labor de informarnos lo del doctor—. ¿Cómo es posible? ¿acaso no ves el estado de Jeon? Necesita ser atendido, al menos sanar sus heridas o parar la hemorragia —exageró un poco, pues ya casi ni sangraba, al menos no en mis heridas de la cabeza y la del brazo, aunque no podía decir lo mismo de la herida de mi abdomen, esa seguía sangrando, no en gran cantidad, pero el punto era que sangraba y dolía mucho. La herida de mi labio dejo de dolerme cuando los labios del jefe poseyeron los míos, para luego regresar con un dolor peor que antes, la lengua me dolía, ya que antes, al caerme la mordí con fuerza.

—Lo siento Jimin, pero el doctor no está y...

—Mira guardia, nos dejarás entrar, trataré de curar yo mismo sus heridas y tú te callas, ahora abre la jodida puerta —al principio amenazó, pero luego le ordeno y el guardia se estremeció por el tono de voz del jefe, no sólo él, yo también—. ¿Abres tú o te ayudo?

—Sólo no saques cosas que no debas —llevó su diestra a la manilla y dejó la puerta abierta para nosotros. El jefe me encamino sin quitar la vista de mí, diciéndome con la mirada que todo estaría bien.

—Ven, siéntate aquí —me ayudó a subir a la camilla, me observó unos minutos y luego se dirigió a un mueble, seguro ahí guardia el doctor sus cosas o eso creo—. Necesitamos alcohol, pero si hay agua oxigenada o suero fisiológico mejor todavía, gasas estériles, guantes..., ¿Qué más? Bueno por ahí encontrare algo que sirva —decía mientras tomaba lo que nombro primero, volviendo a mí con las cosas en sus manos—. Espera, primero debo lavarme las manos —rápidamente se dirigió al pequeño lavabo, una vez que terminó se las seco y regresó—. No había guantes, así que debo tener las manos limpias..., bueno, tú entiendes —claro, te refieres a que un asesino jamás las tendrá limpia y ahora te las has lavado para evitar infectarme las heridas por otro tipo de suciedad..., o eso al menos se me ocurrió.

— ¿Has hecho esto antes? —pregunté algo dudoso y preocupado ¿Qué tal si empeoraban mis heridas? No podía arriesgarme.

—Tranquilo Jeon, que en el pasado tuve que hacerme estas cosas yo mismo y aquí me ves, sigo vivo —me miró—. Sácate la polera —me dijo y mientras me ruborizaba por ello, lleve mis manos a mi polera, pero sólo no podría, por lo que el jefe me ayudó y el rubor se hizo más intenso al igual que mi nerviosismo—. No te haré nada, si no quieres.

—Hmm... —fue todo lo que pude soltar de mi boca, pues tuve que ahogar un grito al sentir su mano presionando la herida del abdomen con una gasa, tratando de parar la pequeña hemorragia—. Duele..., mucho.

—Tienes que aguantar, me pone de los nervios ver que sangras —presionó un poco y dejo su mano quieta, mientras observaba la herida de mi cabeza—. Eso se ve feo ¿con que te pegó para dejarte semejante herida?

—Creo que, con una de las manillas de las regaderas, había una que estaba rota y sólo sentí un fuerte golpe en la cabeza —su mandíbula se tensó—. Oye Jimin —me miró de reojo, algo molesto—. Ok, jefe —desvié su mirada—. ¿Era necesario que lo... mataras?

—Lo era, muy necesario —presionó una vez más y luego alejó su mano con la gasa impregnada de mi sangre—. Ya dejo de sangrar, ahora trataré de curarla.

—Está bien.

Su diestra tembló cuando tuvo que pasar la gasa sobre mi herida en el abdomen, la cual había sido desinfectada por suero fisiológico que encontró en uno de los cajones del mueble. Limpiaba del centro de la herida hacia afuera, y a pesar del tacto de la gasa en ella, trate de no quejarme, centrándome en los movimientos delicados de la mano del jefe. Limpió los bordes y luego, tomando una gasa limpia, la dejó sobre la herida y con un pedazo de cinta, pegando la gasa sobre, quedando esta firme en la zona herida. Hizo el mismo procedimiento con la del brazo, la cual no era profunda, al menos no necesitaba puntos. Nos miramos unos segundos y volviendo a ruborizarme, desvíe su mirada, dirigiéndola a mi brazo vendado, miré con detenimiento y debía aceptar que había hecho un buen trabajo. El jefe estaba comportándose de una manera muy diferente y eso me ponía más nervioso. Me sobresalté cuando sentí el tacto de su caricia en mi abdomen, en la zona que estaba sana, sin alguna reciente herida, sólo las que ya habían cicatrizado de algún castigo del pasado.

—Este... jefe —siguió acariciando y yo me estremecí, comencé a sentir calor, mucho calor.

—Lo siento —habló sin mirarme, su mirada estaba centrada en las cicatrices que tocaban sus dedos—. Por ésta también lo siento, ésta igual —siguió acariciando—. Y ésta..., ésta..., de verdad lo siento.

—Jimin —tomé su mano, sintiéndome mal por escucharlo disculparse, realmente me sentía horrible escuchar salir una disculpa de su boca, y debería sentirme contento por ellos, pero realmente me dolía—. Esas cicatrices las tengo porque me las gané, desobedecí tus ordenes, defendí lo que no debía por las reglas, tú sólo me castigaste como a los demás, así que no te disculpes.

—De verdad lo siento —su mirada seguía en las cicatrices, apretó su mano izquierda con mucha fuerza, como si tratara de contener la rabia que sentía por su cometido, realmente estaba afectado por ello, y su diestra siguió acariciando, pausando el tacto, descansando en las cicatrices—. Yo... he hecho cosas horribles, monstruosas, he cometido errores, pecados que no merecen perdón..., pero sólo de estas me arrepiento, lo siento Jeon, de verdad lo siento mucho.

— ¿Sabes? No sé si te prefiero, así como ahora o cuando estas furioso, con ganas de asesinar a cualquiera que te cabreé o tengas cerca —traté de sonar bromista, pero eso sólo ayudó a que la blancura de sus nudillos fuera aún más notoria.

—Jeon—levantó su rostro, penetrándome con su intensa y arrepentida mirada—. Lo de aquel día..., en las regaderas —me tensé, mi cuerpo se tensó y él lo notó, abandonando mi abdomen, para ir a mi mejilla derecha—. Eso... ese día, si pudiera retroceder el tiempo y cambiar aquello, juro que lo haría.

— ¿No me habrías... violado?

—No —acercó su rostro al mío, sin desviar su mirada de la mía—. Pero sí hubiera hecho lo que fuera, de buena manera por supuesto, para tocar tu cuerpo y que tú me permitieras entrar en ti, no a la fuerza y ni con tanta brutalidad como ese día.

— ¿Y si, aun así, no te lo hubiera permitido?

—Habría esperado, aunque seguro me habría costado mucho, como ahora —su rostro estaba a cinco centímetros del mío y su aliento, refrescando mi rostro, mis labios, comenzando a mezclarse con mi respiración agitada.

— ¿Ahora... te cuesta el qué?

—El resistirme a tocarte, a tener que prohibirme el tocarte como deseo hacerlo, besarte hasta devorarte esos hermosos labios que tienes —terminó apoyando su frente a la mía—. ¿Sabes? Estoy tan confundido como de seguro lo estás tú, no entiendo esta situación ni por qué digo todo lo que estoy diciendo. No entiendo por qué me siento tan sereno contigo. No entiendo por qué me cabrea y me pone de los nervios verte sangrar. No entiendo por qué ya no puedo castigarte como antes y tampoco entiendo por qué esto —tomó mi mano y la apoyó en su pecho—. Late con tanta fuerza y tan rápido —me miró—. ¿Tú entiendes el por qué me pasa esto?

—Estoy tan confundido como tú, yo... debería huir de ti en este momento, mantenerme lo más alejado posible y odiarte de corazón por todo lo que más hecho, pero —entrecerré los ojos—. También me siento sereno estando contigo, como ahora, no te temo y no quiero huir.

—Jeon...—llevo su mano a mí nuca y me queje con mucho dolor, ya que tocó la herida, lacual aún no curaba, ya que el ambiente había cambiado rápidamente—. Casi olvido esa herida, lo siento.

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