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Capítulo seis


Rápidamente entre los tres nombrados por el jefe agarraron el cuerpo muerto del Pirata y lo sacaron del patio siendo vigilados por otro guardia, mientras que yo, aún confundido, en shock por lo sucedido, me quede solo en el lugar. La sangre de mi rostro se mezcló con las lágrimas que comenzaban a deslizarse por mis mejillas.

—Estoy vivo...sigo vivo —me dejé caer de rodillas, todo parecía una pesadilla. Presencie la muerte de otra persona. Al limpiarme el rostro mis manos se mancharon de sangre, no solo la mía, sino que, la del Pirata también estaban en ellas—. Otra vez tengo sangre de otro en mis manos...no puedo con esto.

—Si sigues con esa actitud, si hoy no moriste, mañana o pasado, sí —levanté mi rostro y frente a mi estaba Jong—. Las cosas son muy diferentes aquí dentro que afuera chico, esta vez te salvó el jefe, mañana nadie te salvará si no decides defenderte.

—No puedo...matar —miré mis manos—. No soy un monstruo, Jong...no quiero matar.

—Lo sé, chico —se incoó y quedó frente a mí—. Sé que no lo eres, tranquilo —apoyó una de sus manos en mi hombro—. Anda, vamos a las duchas, tienes que quitarte toda esa sangre...chico, ¡Oye, chico! ¿Qué te pasa?

—Yo... —por un momento había olvidado la herida de mi espalda, pero esta misma me hizo recordarla al comenzar a sentirme muy mal, los ojos me pesaban demasiado y sentía como me iba hacia el lado... ¿Al final si moriré? Mamá....

Anda Kookie, corre más rápido o te dejaremos atrás —la tarde estaba hermosa, cálida, brillante, iluminada. Un sol en todo su esplendor, la pájara y ¿Mi papá?, ¿Qué hacia él con nosotros? ¿Por qué la pájara es pequeña? —. Kookie, hijo, ¡Apresúrate! —me volvió a gritar mi padre, me levanté, al parecer me había caído y ellos no me ayudaron a levantar—. Vamos JungKook, una caída no te ganará, si te caes debes levantarte y solo.

—Lo sé, papá —me levanté, limpié mis manos y seguí corriendo junto a mi hermana y mi padre, quien nos sonreía mientras corría a nuestro lado—. ¿Hacia dónde vamos? ¿Dónde está mamá?

—Vamos a jugar a la playa, mamá se quedó porque está resfriada ¿Ya lo olvidaste, cabeza hueca? —me respondió con clara burla la pájara—. Si te demoras, nos meteremos al agua sin ti.

—No si te gano —la empujé y cayó sobre el césped que había a nuestro lado, seguí corriendo mientras me reía de mi travesura—. Vamos pájara, si no te apuras te dejamos atrás.

—¡Idiota! —me gritó furiosa y comenzó a correr detrás de mí.

Al llegar a la playa, nos metimos al agua con ropa y todo, con mi hermana comenzamos una guerra de agua y papá se reía de nosotros. De tanto mirar, decidió unirse a la pájara e hicieron un complot en mi contra, donde claramente perdí. Nos tendimos sobre la arena y comenzamos a buscar formas en las nubes, según mi hermana veía caballos, un león, un perro y una pelota. Papá le seguía la corriente y nombraba más animales, yo solo veía nubes blancas, esponjosas, cómo se iban alejando y desapareciendo. Papá siempre apoyando las ocurrencias de su hija loca, con tan sólo ocho años tenía mucha imaginación, cosa que yo jamás logré tener. Al llegar a casa, mamá nos regañó a los tres por igual, por mojarnos con ropa y todo, ya que, luego se secaría aun puesta en nosotros, no le gustó nada, pero a nosotros nos divirtió que nos regañara, su rostro se veía lleno de vida.

Si, había sido un sueño, más que un sueño, un recuerdo de algunos de los momentos más hermosos junto a mi padre, ¿Acaso me había muerto? Por cierto, ¿Dónde estoy? ¿Por qué me duele el cuerpo? ¿Por qué no puedo moverme con libertad?

—¡Chico! —terminé de abrir mis ojos al escuchar una vez familiar, sólo una persona me llama de esa manera y en un sólo lugar, sí. Aún sigo en el infierno—. ¿Estás bien? ¿Te duele algo?

—Todo... —le respondí observando a mi alrededor, dos guardias en la puerta—. Me duele todo... ¿Dónde estoy?

—En la enfermería de la prisión, llevas tres días inconsciente —me miró con preocupación—. ¿Seguro estás bien?

—Creo... ¿Tres días? ¿Tan mal estuve?

—Más o menos, perdiste mucha sangre, terminaste cansado y al parecer te divertiste en tus sueños. No dejabas de sonreír hace un rato —se acercó un poco—. ¿Soñabas con alguna novia?

—No, soñé con mi padre, más bien, fue un recuerdo de mi niñez con él y la pájara —algo confundido, pero luego me sonrió, quise levantar mi mano izquierda, pero estaba esposada al fierro de la camilla, al igual que la derecha—. ¿Estaré bien? Ya sabes... mi espalda.

—Estarás bien, sigues vivo ¿No? —trató de sonar como broma, pero al ver mi rostro de preocupación decidió cambiar de tema—. Te preocupa tu mamá y hermana ¿Verdad?

—Sí, de seguro piensan que estoy castigado.

—Según escuché por Yoongi, el jefe de los guardias habló con tu mamá y le contó que estabas en enfermería, que por eso no asististe a la visita.

—El jefe de los guardias es...Monster ¿cierto?

—Sí, pero él te tiene cierto aprecio y no dio detalles, sólo le comentó que no era nada grave.

—Entiendo —no muy aliviado trate de acomodarme en la camilla, aunque Jong tuvo la intención de ayudarme, él, así como yo, estaba esposado—. ¿Cómo te dejaron venir?

—Contactos —me guiñó un ojo y me sonrió—. ¿A qué no sabes que pasó mientras estabas inconsciente?

—No lo sé, cuéntame.

—Mi esposa trajo a mis hijas —me mostró una sonrisa que jamás, desde que lo conozco, había visto—. Están tan grandes, si las vieras seguro te gustarían —me soltó de forma divertida—. Les hablé de ti y ambas te mandaron saludos y esperan que te recuperes pronto.

—Gracias y me alegra mucho que las vieras, a las tres —le sonreí.

Seguimos hablando de cosas que pasaron durante los tres días que estuve inconsciente, como, por ejemplo; Key tuvo una fuerte discusión con Jackson y tuvieron una riña donde ambos salieron lastimados, pero nada grave. También me comentó que el ambiente está algo turbio entre los del módulo que están a cargo de los que nombró antes, que si no fuera por la intervención del jefe habrían muerto muchos. Escuchar eso me preocupaba, prefería seguir en enfermería, al menos no tendría que ver más muertes, menos la de alguien cercano a mí. Se despidió, ya que los guardias se lo ordenaron, su tiempo de visita había terminado, agradecí su compañía y preocupación.

—Al final no morí —solté un pesado suspiro y miré a los guardias que me vigilaban desde afuera—. No es tan malo este lugar, la camilla es mejor que la cama de las celdas.

Seguí durmiendo, quizás tendría otro bello recuerdo de mi padre en mis sueños, podría correr a su lado de nuevo, sonreír con él, hablar con él. Sí, eso debía hacer, dormir.

Dos días después el doctor de la prisión me dio el alta y me regresaron a mi celda. El ambiente notoriamente estaba turbio, como me comentó Jong, los módulos a cargo de Key y Jackson se fulminaban con sus miradas y se mantenían distantes del otro, pero con ganas de pelear.

Al dirigirme hacia el comedor para desayunar, visualicé a Key acompañado de muchos reos, estos no dejaban de amenazarse con la mirada con los del módulo de Jackson, realmente comenzaba a desear regresar a la enfermería. Me acerqué a la mesa de mi amigo y al verme se levantó, acercándose y abrazándome, dio dos palmadas leves en mi espalda y agradeció en mi oído que esté vivo. Nos sentamos en las sillas y no dejaba de preguntarme como me sentía, le respondí que bien y que me contara que estaba pasando.

—Mientras menos sepas, será mejor para ti, JungKook —miró de reojo a Jackson, quien estaba sentado alejado de nosotros, pero visible—. Pronto ocurrirá algo muy feo y te tienes que esconder.

—No entiendo, se más claro Key.

—En cuatro días, Jimin saldrá de la prisión por cuatro horas, durante esas horas, habrá mucha sangre derramada —me confesó seriamente—. Buscarás un lugar donde refugiarte o morirás.

—¿Por qué el jefe saldrá?

—Tiene que hacerse unos exámenes, sólo yo sé sobre ese asunto, así que debes quedarte callado.

—¿Exámenes? ¿Exámenes de qué o para qué? —pregunté curioso, porque en realidad lo estaba... extrañamente.

—No lo sé bien, pero creo que sufre de alguna enfermedad incurable, no estoy seguro—respondió — Levántate y aléjate —me ordenó mirando detrás de mí, como si alguien se acercara. Me volteé y era el mismo diablo en persona, o más bien conocido por mí, el jefe—. Date prisa... Jimin.

—Levanta el culo mulo y lárgate —miró a mi amigo—. Key, tenemos que hablar —dijo con un tono de furia que me asustó, me levanté de mi asiento y miré a mi amigo, quien sólo me hizo seña con su mano de que me marchara.

Desde hace unos días que no asistía al taller de dibujo, por lo que decidí ir y distraerme. Dibujar a mi padre y regalárselo a mi hermana, seguro le encantaría. No había vuelto por el incidente de la vez anterior, pero fuera a donde fuera en este lugar, vería a alguien morir. El guardia a cargo me dejó entrar, me entregó un lápiz grafito, un borrador y un block nuevo. Agarré una silla y me senté junto a la ventana, observé el cielo y al ver algunas nubes me recordó mi sueño cuando desperté en la enfermería. Me sentía realmente inspirado y concentrado en mi dibujo, quería expresar en él cuanto quiero, extraño y admiro a mi padre, también demostrarle a mi hermana que no está y que a pesar de lo que pasó aquel día, siempre la amaré como papá o que, al menos eso trataría.

Al llegar la hora de visita, Monster fue por mí a mi celda, estaba tendido en la cama, pues no quería forzar mucho mi cuerpo, en especial mi espalda, sólo por precaución, por suerte aquella apuñalada no afectó ninguno de mis órganos y no logró ser una herida profunda ni peligrosa, pero si perdí bastante sangre. Según el doctor tuvieron que donarme sangre, pero no me dijo quien fue mi donante.

—¡Kookie! —al verme, mi hermana, corrió hacia mí y me abrazó fuerte—. ¿Estás bien? ¿Quién te hizo daño? ¿Fue grave?... Perdóname —conociéndola, seguro estaba llorando, ocultando su rostro en mi pecho.

—Estoy bien. Aquí estoy ¿no? Sigo vivo —sonreí, pero ella golpeó mi brazo, no le agradó mi broma—. Sentémonos —limpió sus lágrimas y se sentó frente a mí—. ¡Oh! Te tengo un regalo —saqué la hoja doblada de mi bolsillo del pantalón y se lo entregué—. ¿Lo recuerdas? —le pregunté al ver que desdoblo el papel.

—Sí, me empujaste e hiciste trampa —bufó, pero luego sonrió—. Te quedó hermoso... —miró con atención el dibujo—. Papá realmente fue feliz. Te pareces a él.

—Y tú a mamá —le sonreí—. Soñé con ese día, lo recordé, hasta su voz, su calor y su risa, no quería despertar, fui feliz en ese sueño.

—A veces sueño con papá y me mira preocupado ¿Crees que esté enojado por lo que... pasó ese día? —bajó la mirada y noté cómo su mano derecha le tembló—. Seguro está decepcionado de mí y enojado.

—Claro que no —tomé su mano e hice que me mirara—. Él jamás lo estaría, tranquila ¿Sí? Papá te adoraba y donde esté, sigue adorándote, a ti, su pequeña pájara loca que jamás se callaba.

Noté que la misma chica que suele visitar al jefe, entró por la puerta de las visitas y se sentó en la misma mesa que nosotros. Observando la puerta por donde entraría el jefe, de seguro. Y así fue, no tardó más de diez minutos en aparecer, enojado, malhumorado como siempre. Al verla donde estaba sentado, me miró y luego a mi hermana, saludándola con el apodo en diminutivo "Pajarita", se sentó en la silla junto a mí, pero no me miró.

—Te dije que dejaras de venir, tú sola existencia me cabrea —le soltó enseguida y pude notar cómo le tembló la mandíbula a ella—. Ya no pierdas tu tiempo viniendo, me molesta verte.

—Tendrás que verme hasta que yo quiera —esta vez la chica se mostró más fuerte, a pesar de la manera en que temblaba su mandíbula.

—¿Eso crees? Eres una estúpida.

Teniendo aún agarrada la mano de mi hermana, le señalé que nos sentáramos en otra mesa, pero al levantarme, la visitante del jefe le escupió el rostro y éste enseguida se levantó de su silla. Me alejé un poco, tirando de mi hermana hacia mí, alejándola de la otra chica y también del jefe, quien se acercó a la chica y la agarró del cuello.

—Maldita zorra —apretó un poco y ella forcejeó para que le soltara el cuello—. Me das asco. puta desgraciada, deja de visitarme ¿Crees que con tu presencia me sentiré mal por lo que pasó?

—Eres un desgraciado... Park —musitó con dificultad la chica, comenzando a quedar roja—. Te amé maldito... Lo fuiste todo para mí...

—Tú no fuiste nada para mí, sólo un par de polvos y ya —la miraba fijamente, mientras la insultaba y ahorcaba—. ¿Creíste que tú me harías cambiar? ¿A un criminal como yo? Serás pendeja.

—Yo quería al bebé... quería tenerlo —vi como la chica derramaba lágrimas, dejando de forcejear. No pude seguir observando sin hacer nada, rápidamente me acerqué y agarrando con fuerza al jefe, lo alejé de la chica.

—¡Guardia! —grité fuerte y enseguida entraron dos—. Necesita atención médica —la chica comenzaba a recuperar su color, pero las lágrimas no se detenían.

Los guardias se llevaron a la chica, el jefe me miró fijamente sin decir nada y abandonó la sala de visita. Mi hermana estaba perpleja por lo que presenció y sollozó por mí, culpándose y disculpándose por el hecho de estar donde estoy, en prisión.

Al terminar mi visita, con preocupación abandoné la sala y regresé a mi celda, de seguro el jefe o algunos de sus seguidores me estaría esperando para castigarme. Ya dentro, sentado en la cama de mi compañero, me sorprendí por no encontrar a nadie, solté un gran suspiro de alivio, pero algo llamó mi atención. Frente a mí, en la pared de cemento color plomo no estaba del todo de ese color, había algo rojo y en palabras. Me levanté y me acerqué, era sangre y al entender el mensaje mi corazón se aceleró tanto que creí me daría un paro cardíaco y moriría en ese lugar. Aun teniendo las piernas débiles y temblorosas abandoné la celda y corrí hacia cualquier lugar, necesitaba encontrar a Key, Jonghyun, Jong o Min Ho, cualquiera, pero necesitaba a uno de ellos, no para contarle lo que vi, sino por el miedo que me invadió, por el miedo que sentía en cada célula de todo mi cuerpo. A lo lejos visualicé el cuerpo de Key, estaba de espalda, con una postura que mostraba enojo y preocupación, aumenté la velocidad y al estar a un metro pude ver con quien se encontraba hablando, me paré en seco y ya era tarde para querer regresar.

—¿Y esa cara, mulo? ¿Viste un fantasma acaso? —me preguntó con tono burlón, acercándose. No pude retroceder, mi vista se cruzó con la mirada confusa de Key y regresó al dueño de mi miedo—. ¿Qué? ¿Te comieron la lengua los ratones?

—¿Qué pasa, JungKook? —Key se le adelantó y caminó hacia mí, puso una de sus manos sobre mi hombro y le miré—. ¿Qué pasa? Estás pálido.

—¿Ya terminó tu visita? ¿Tu linda hermana ya se fue? —al detenerse, su mirada fue aún más fría y distante. Peligrosa.

—No te metas con mi hermana —solté cuando ya pude hablar—. No la toques.

—Tú tocaste lo que no te correspondía —su tono cambio drásticamente, caminó rápidamente hacia mí, quedando frente a frente—. No debiste meterte en ese asunto, Jeon, fue tu gran error.

—La estabas matando —a pesar de temerle en ese momento, pero no por mí, sino por lo que estaba escrito en la pared, que claramente era para mí.

—No era asunto tuyo, pero ya que tú te metes en mis asuntos, yo me meteré en los tuyos —Key nos miraba totalmente confundido, no entendía de lo que hablábamos, pero seguro si notó que el problema no era nada bueno.

—El asunto es conmigo, no metas a mi hermana en esto —di un paso hacia adelante, acercándome más a él—. Déjala fuera de esto.

—Tú atacaste primero, ahora me toca devolverte mi contraataque ¿No crees? —se dio media vuelta y se alejó, y aunque quise ir detrás de él, no lo hice, pues quizás sólo lograría empeorar el asunto.

—¿Podrías explicarme de qué hablaban? —se paró frente a mí, Key.

—Creo que me metí en algo que no debía —respondí afligido.

—De eso pude darme cuenta, Jimin está realmente molesto, lo noté en su mirada ¿Qué hiciste?

—Hay una chica que suele visitar al jefe, varias veces los he visto discutir y esta vez fue peor —miré a Key—. La estaba ahorcando, no podía quedarme sin hacer nada y ver como la mataba.

—¿Te metiste en eso? —preguntó preocupado.

—Claro, cualquiera lo haría ¿no?

—No, no alguien que valore su vida —soltó un suspiro de molestia—. ¿Es que no aprendes, JungKook? Dártelas de héroe te llevará a tu muerte, si hizo lo que hizo fue por algo, Jimin, desde que lo conozco, jamás ha hecho algo por hacerlo.

—Y yo jamás me quedaría viendo como matan a alguien frente a mí —rasqué mi cabeza, nervioso.

—Ya lo sé —me miró unos segundos y prosiguió—. ¿Qué tiene que ver tu hermana en esto? Te escuché nombrarla.

—Cuando regresé de la visita, fui enseguida a mi celda —inhalé y exhalé con dificultad—. Al llegar me senté en la cama de Yoongi y frente a mí, en la pared de cemento estaba escrito algo con sangre.

—¿Qué había escrito en la pared?

—"Pajarita" —mi preocupación aumentó.

—¿Y? ¿Quién es?

—Desde niños apodé a mi hermana "Pájara" y en una de las visitas, el jefe la saludó llamándole Pajarita. Es el único aquí dentro que la ha llamado de esa manera y que sabe de su existencia y del apodo.

—¿Crees que le hará daño? —pude notar su preocupación.

—Estoy seguro de que sí, tú lo escuchaste —volví a rascar mi cabeza—. Tengo que hacer algo, no puedo dejar que la dañe, bastante tiene con tener que verme aquí dentro.

—Tranquilo, dudo que Jimin la dañe, seguro lo hizo para asustarte.

—Espero que sea así.

Salimos al patio, Key sugirió jugar un partido de fútbol para tranquilizarme y hacerme olvidar un poco el asunto. Agradecí por su preocupación, pero, aun así, seguía pensando en lo que hablé con el jefe antes. A Min Ho se le daba muy bien el deporte, era el que nos daba instrucciones y consejos de cómo patear. Jong le sacaba burla ya que para él solo era un juego, donde solo tenía que patear una pelota con fuerza y darle al arco, en cambio Key se la pasaba gritándole como un histérico al pobre de Jonghyun cada vez que no le daba al arco, ese par era muy chistoso cuando querían. Se nos unieron otros reos al ver que nos divertíamos, el juego se puso tan interesante que los guardias se acercaron para ver mejor y ya al rato alentaban algunos de los reos, con los que solían hablar más. Llevando ya una hora de juego me cansé y decidí sentarme cerca de una de las rejas del patio, observando como seguía el juego, pero mi tranquilidad duró poco al ver como el jefe hacia presencia en el patio, al notar que me observaba me estremecí, más cuando pude leer en sus labios la palabra "Pajarita", él definitivamente no quiso asustarme y yo debía hacer algo.

Dos días después, mi hermana llegó a visitarme, mi madre me había visitado el día anterior. Observé a mi alrededor y la chica que visita al jefe no estaba y recé para que no asistiera, al menos no hoy, así el jefe no tendría que ver a mi hermana. La noté nerviosa, sus manos le sudaban y miraba a su alrededor, asustada. Tomé una de sus manos y se sobresaltó.

—¿Qué te pasa, Pájara? —ella me miró con claro miedo.

—Nada, estoy bien.

—Vamos SeulBi, te conozco, dime qué pasa.

—Anteanoche... —dudó unos minutos, pero al ver mi rostro serio, prosiguió—. Anteanoche se metieron en mi habitación.

—¡¿Qué?! —medio grité y ella apretó aún más mi mano—. ¿Te hicieron algo? ¿Mamá está bien?

—No me hicieron nada, bueno...sí.

—¿Qué te hicieron? —soltó mi mano, se levantó de la silla y caminó rodeando la mesa y quedando frente a mí, levantó su suéter y playera, dejándome ver una herida en su abdomen, no fue una cortada profunda, pero seguro le dolió bastante en el momento.

—El tipo que me hizo esto... —comenzó a llorar, seguro por recordar el miedo del momento—. Dijo que no debías meterte en ciertos... asuntos —al bajarse la ropa, se abalanzó hacia mí y me abrazó fuerte—. Por favor, déjame decir la verdad... te van a lastimar... esto fue un aviso... llegas a morir por mi culpa... no puedo cargar con otra muerte... por favor —me pedía sollozando, sé bien quién hizo esto. Sé atrevió a tocar a mi hermana, no debió hacerlo, no debió.

—SeulBi —comencé a acariciar su cabello—. Me encargaré de este asunto. Tomen parte del dinero de mi cuenta y váyanse a un departamento, no le digan a nadie, ni siquiera a la vecina, todo se solucionará, confía en mi ¿Sí?

—JungKook —se alejó un poco y me miró, sequé sus lágrimas y le sonreí.

—Ahora debes irte, no vengas hasta la próxima semana y dile lo mismo a mamá —me levanté de mi asiento—. Las quiero mucho, jamás lo olviden.

Al ver como mi hermana se fue, abandoné enseguida la sala de visitas. Rápidamente me dirigí hacia el patio, pero no estaba, fui a su celda, menos. Seguro estaría en las regaderas, suele ducharse cuando ya todos terminan, por lo que rápidamente me dirigí al lugar. El escuchar el sonido del agua correr y chocar con la cerámica de las regaderas me confirmó lo que pensé. El jefe se estaba lavando el pelo, estaba desnudo, bueno, tenía el bóxer puesto. Al darse la vuelta me vio y cerró la llave de la regadera.

—¿Qué? ¿Acaso te gusta mi cuerpo?

—¡No debiste meterte con mi hermana! —rápidamente me acerqué a él, dándole un puñetazo tan fuerte que se golpeó contra la pared, quejándose por su espalda—. Maldito desgraciado, el problema fue conmigo, ella nada tiene que ver en eso.

—Hijo de puta —limpió la sangre de su labio—. Acabas de cometer tu segundo error, Jeon—levantó la vista, asesinándome con la mirada—. Pagarás muy caro esto, mulo inservible.

No tardó mucho en abalanzarse contra mí, tirándome al piso y dándome puñetazos en todo el rostro, realmente era fuerte y podía jurar que sus golpes dolían más que los varillazos que antes me dio como castigo, pero no me quede quieto, también lo golpeé tanto como pude y me permitió, lo bastante cómo para sacarle más sangre del labio y dejarle moratones en el rostro. Al levantarse, pateó mi estómago tan fuerte, que por segundos perdí el aliento, aprovechó eso y me volvió a patear.

—Es mucho más divertido golpearte a ti —agarró mi cabello y tiró de él, levantándome un poco—. Sólo quería dejarte claro que no volvieras a meterte en mis asuntos, pero te atreviste a golpearme y eso es algo que no sólo lo dejaré pasar con sólo golpearte, tu hermana me importa una mierda, tu madre me importa una mierda, desde ahora esperaré a que cometas una equivocación y me la pagarás con sangre —soltó de golpe mi cabello y abandonó las regaderas.

—Al menos conseguí que dejara a mi hermana y madre tranquilas —escupí sangre hacia el piso—. Sólo eso me importa —sonreí, pero ni sé por qué, no tenía motivo, sólo lo hice quejándome por el dolor.

Al día siguiente lo que más se hablaba en la prisión era el hecho de que el jefe tenía moretones en el rostro, el labio herido y un humor de mierda. Golpeaba a quien se atreviera a mirarle por más de un minuto. También se rumoreaba que las posibilidades de quien pudo golpearlo fuera yo, pues algunos reos lo vieron abandonar las regaderas herido y luego a mí, de la misma manera, por lo que era el centro de atención, por el simple hecho de haberme atrevido a golpear al jefe. Key no tardó en confirmar aquello, pues presenció nuestro problema días antes. No preguntó nada y sólo me advirtió que dejara de jugar con fuego o terminaría quemándome completamente, pero poco me importó su advertencia, por mi hermana y madre estaba dispuesto hacer cualquier cosa, lo que fuera.

—Vaya chico, veo que tienes huevos y quieres perderlos —se sentó junto a mí, Jong, para desayunar.

—Debía hacerlo —respondí mirándolo.

—Hiciste enojar al jefe, está furioso —gracias, eso no me ayuda en nada—. Seguro te ganaste su odio, pero no tanto como el "solitario" a ese sí que le tiene un odio infinito, aunque me pregunto por qué aún no lo ha matado.

—¿Quién es ese tal "solitario"? —pregunté curioso.

—Creo que desde los meses que llevas aquí no lo has visto, aunque él tampoco se deja ver mucho —bebió de su café—. Nadie sabe por qué está en este lugar, no sabemos si tiene familia, no se sabe absolutamente nada de él, sólo que el jefe lo odia y él al jefe. Es un odio mutuo.

—¿Y él de qué modulo es?

—Del módulo L, su sublíder es Jung Soo, el más tranquilo de los sub lideres —miró a su alrededor—. No se mete en muchos problemas, pero cuando se enfada da miedo, tampoco se sabe el nombre de "el solitario", por eso se le apodó de esa manera y cuando alguien pregunta por él o se quiere acercar, al día siguiente amanece muerto.

—¿Por qué?

—El jefe no deja que nadie se le acerque, a pesar de que lo odia no permite que nadie lo toque o hable. Supongo que prefiere mantener la distancia, después de todo, este lugar es peligroso para cualquiera

—Es muy extraño lo que me cuentas.

—Lo sé.

Terminamos de desayunar y nos dirigimos a su celda, ya que, quería mostrarme unos dibujos que sus hijas le trajeron en su última visita. Jong realmente las adora y estoy seguro de que daría la vida por ellas. Conversamos de algunas cosas que cada uno hizo antes de caer en prisión, me contó varias cosas interesantes de su vida, pero nada relacionado del por qué llegó a este lugar. No pregunté, ya me contaría cuando quisiera. 

En la noche, Yoongi regresó a la celda, tenía el rostro ensangrentado y al verme en mi cama me gritó.

—¡Deja de meterte en problemas! ¡Maldición! —agarró su sabana y se la paso por el rostro, quejándose por el dolor—. Juro que yo mismo te mataré si vuelves hacer alguna estupidez, pedazo de mierda.

—¿De qué hablas, Yoongi? —bajé de mi cama y me acerqué a él, al hacerlo me dio un puñetazo en el estómago.

—Jimin me ha ordenado matarte, pero ¡No lo puedo hacer! ¡No cuando tienes una madre y hermana que te esperan afuera!

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