Capítulo ocho
JungKook POV.
Después de que el solitario se presentara no volvió a dirigirme la palabra, quise preguntarle cómo es que sabía sobre que ese ya había sido mi tercer error ¿Acaso sabe de los otros dos que cometí? Se supone que él no abandona su celda, al menos no lo suficiente como para enterarse de lo que pasa en la prisión.
El ruido no se detenía, claramente se podía escuchar gritos de los reos que seguramente habían sido atravesados por algún arma filosa, sólo esperaba que mis amigos estuvieran bien, porque sí, dentro de este lugar había aprendido lo que es tener un amigo y un enemigo. Por un momento volví a escuchar mi nombre, los amigos del Pirata seguían buscándome, aun estando en el lugar donde me encontraba, temía porque me encontraran y me mataran, estaba demasiado asustado, ni siquiera sabía cuánto tiempo llevaba metido en ese lugar, junto al solitario o más bien, junto a Kim TaeHyung. No sabía si había pasado media hora, quizá una o hasta dos horas, sólo sabía que, si se alargaba, había más posibilidades de que me encontraran y mataran. Mi acompañante se mostraba indiferente a todo lo que pasaba, claramente le daba igual cuantos murieran, después de todo él no tenía comunicación con ningún otro reo, y lo único que le importaba, como a mí, era sobrevivir.
—Debes abandonar mi celda —me soltó de repente, sacándome de mis pensamientos de sobrevivencia.
—¿Ahora? ¡No! No puedo —respondí desesperado—. Si salgo me matarán, no quiero morir.
—Ya se acabó todo, el "jefe" regresó —levantó la misma baldosa por donde me metí y la apartó completamente—. ¿Escuchas?
—No escucho nada —respondí tratando de oír algo, pero nada.
—Regresó y tú debes irte —agarró mi brazo y tiró de él, con fuerza me empujó hacia la baldosa y a regañadientes terminé abandonando mi refugio—. Yo que tú iría a ver si alguno de tus amigos quedó con vida, antes de que los guardias se lleven sus cuerpos e informen a sus familias, claro, los que aún la tengan.
Sin responder bajé de su cama y caminé hacia las rejas, abandoné su celda y miré por la baranda. Siempre me gustaron las películas de terror, donde en alguna parte apareciera el asesino, asustando a su víctima y luego matándola, en ocasiones había visto una que otra película donde mataran a personas, pero lo que tenía bajo mis ojos no se comparaba a nada de eso, de pronto me temblaron las piernas, las manos me comenzaron a sudar, al igual que mi frente, de pronto sentí mi entrepierna húmeda, me había meado en mis pantalones, recordando que sólo me había pasado eso de niño, cuando tenía siete años y fue porque había tenido una pesadilla, donde muchos monstruos aparecieron en mis sueños, y lo que tenía bajo mis ojos no era tan diferente aquella pesadilla.
—¡Saquen a los muertos! —escuché gritar a Monster, miré hacia el lugar donde estaba y mi vista se cruzó con el cuerpo de mi enemigo, el jefe observaba el horroroso episodio con una mirada indiferente a todo lo que tenía frente a sus narices—. ¡Rápido! —volvió a ordenar, parándose junto a el jefe.
Comencé a caminar con dirección a la escalera, bajando escalón por escalón, el olor a sangre, sudor y más sangre impregnaron mis fosas nasales y unas enormes nauseas me invadieron la garganta al llegar al segundo piso y tener frente a mí a un reo con su mano derecha cortada, desprendida de su muñeca, con un corte en su rostro, que cruzaba de lado a lado. Esquivé al ahora muerto y seguí mi camino por la escalera, ya en el primer piso miré lo más horroroso de mi vida, muertos por todos lados, otros gravemente heridos y algunos disfrutando de los que habían matado.
—Supuse que tú te salvarías —le escuché hablarme, me giré y lo miré—. Después de todo eres un cobarde, Jeon—caminó hacia mí, quedando frente a frente—. Te ocultaste, salvando tu culo y dejando que tus supuestos amigos murieran.
—Yo... —¿Qué podía responderle? Después de todo era cierto, me escondí salvando mi culo y dejando a mis amigos solos.
—Y creo saber exactamente dónde te escondiste, cobarde —miró hacia arriba, cosa que no sé porque también lo hice y ambos vimos al solitario asomarse por la baranda, quién me saludó con su mano, sonriéndome—. Parece que te hiciste de un nuevo amigo, mulo —lo último lo dijo con un tono que me hizo estremecer.
—En el patio también hay muertos —habló uno de los guardias—. Y entre ellos está Jackson —el jefe miró al guardia enseguida.
—Key... —Dije e inmediatamente corrí hacia el patio. Y tal como dijo el guardia, había reos muertos, algunos con los que en más de una ocasión jugué a la pelota, los que quedaron vivos, sin heridas graves fueron llevados a sus celdas y estas fueron cerradas con llave. Seguí caminando, mirando uno por uno a los reos ya muertos, ninguno, hasta el momento era alguno de mis amigos, me sentí aliviado, pero poco duró. Jonghyun estaba de rodillas con un cuerpo en sus brazos, pegado a su pecho, caminé más rápido y una vez más había perdido a otra persona importante para mí—. Key... —mis lágrimas no tardaron en aparecer, las cuales sequé enseguida con la manga de mi uniforme.
—Min Ho y Jong también murieron —me soltó Jonghyun apenas notó mi presencia—. Nos quedamos solos, JungKook.
—No puede ser... —la lluvia no tardó en hacer presencia esa tarde, el cielo gris, soltando el líquido que había mantenido guardado hasta ese momento. La sangre del patio, impregnada en el pasto no tardó en mezclarse con la lluvia, desapareciendo hacia las alcantarillas que había a cada esquina y en el medio del patio que ahora parecía un cementerio.
—Ten, cuida esto por mí —estiró una de sus manos, dejando en la mía una cadena, la cual reconocí enseguida—. Quiero que te la quedes, Key te apreciaba mucho y seguro estaría feliz de saber que la tienes.
—Está bien —como pude, aún con mis manos temblando, me puse la cadena que fue de Key, ya no sólo tenía el recuerdo de su cicatriz en mi brazo, sino que, ahora también la cadena tan preciada para él y sus recuerdos.
Al final del día, los guardias hicieron un informe de lo ocurrido donde se dio a conocer que en total hubo una cifra de cincuenta y siete muertos y veinte en estado crítico, los cuales ya habían sido trasladados al hospital más cercano. Y entre esa lista de muertos, los nombres de mis amigos estaban en ella. Ya cada reo con vida en su celda, sentí alivio de saber que al menos Jonghyun y Yoongi se habían salvado. ¿Qué haría ahora sin ellos? ¿Cómo le explicaría a las hijas y esposa de Jong que él había... muerto? ¿Cómo podía ayudar a Jonghyun ante la pérdida de Key? Y cómo no lo hacía en años, desde el funeral de mi padre, lloré por otra muerte, siendo esta vez, por tres, tres muertes de mis primeros amigos, quienes habían sido importantes y amables conmigo en mis recién seis, casi siente meses en este infierno.
La noche era fría, mucho más que otras o quizás era porque yo me sentía frío por todo lo que había pasado. Seguramente serían las dos o tres de la madrugada y yo seguía sin poder dormir, y cuando al fin lograba conciliar el sueño los rostros de mis amigos ahora muertos invadían por completo mi cabeza, despertando de un salto y asustado. Quizás... quizás si hubiera salido de mi escondite yo habría podido protegerlos... tal vez aún estarían vivos, conmigo y sobreviviendo juntos en este infierno en el que nos metimos, o simplemente nada hubiera cambiado, porque yo no soy capaz de proteger a nadie porque soy un cobarde como me llamó el jefe y tiene razón, soy un maldito cobarde, quien sacrificó las vidas de sus amigos para proteger su propio culo. Sabía que a Yoongi le molestaba cuando me movía mucho en mi cama, pero no podía evitarlo, hacia donde mirara los rostros aparecían, las últimas palabras de Key, Jong hablando de sus hijas y el que querían conocerme, Min Ho, quien, a pesar de ser reservado para algunas cosas, me cuidaba cuando lo necesitaba, los tres estando ahí para mí y yo... no hice nada por ellos.
—Si piensas mucho en ellos, no dejarás que puedan descansar —le escuché decir a mi compañero de celda—. A los muertos, una vez que se van de nuestro lado, hay que dejarlos descansar. Sé que es difícil, que duele y que muchas veces sientes culpa, pero ahora están en un lugar mejor, porque, cualquier lugar que no sea este es mejor.
—No los ayudé —logré musitar, limpiando mis lágrimas con la manga de mi uniforme—. Me escondí como un cobarde... los abandoné.
—Lo sé, vi cuando ibas a la celda del solitario, cosa que no debiste hacer —le escuché soltar en un suspiro—. Pero estoy seguro de que eso era lo que Key quería, ¿sabes? Con el primero que hablé al llegar a este lugar fue con él y no fue nada amable, me dejó claro inmediatamente quien era, aún recuerdo sus golpes —me asomé y vi que tenía los ojos cerrados y una sonrisa melancólica en sus labios—. Jamás le había tomado tanto cariño a algún reo, claro, en el sentido amistoso porque bien sabemos... sabíamos de su relación con Jonghyun —seguía hablando, teniendo sus ojos cerrados—. Realmente se preocupaba por ti, de seguro porque tienes la edad de su hermano.
—¿Key tiene un hermano? —pregunté sorprendido.
—Bueno, lo tuvo —llevó su brazo derecho a sus ojos, cubriéndose—. Key perdió a su familia en un incendio donde murieron sus padres, su hermano y la novia que tuvo en ese entonces. Ella estaba embarazada —silencio, pareciera como si le costara hablar de eso, después de todo, Yoongi no es una mala persona—. Él inició el incendio.
—¿Él?
—Sí, jamás me comentó porqué lo hizo, pero sí recuerdo que cuando me lo contó, lloró mucho. Él estaba realmente arrepentido, creo que ese fue el dolor más grande que tuvo mientras estuvo vivo —soltó otro suspiro—. Esa cadena que llevas era especial para él, sus padres se la regalaron cuando terminó la primaria. Me comentó que fue un estudiante flojo y que sus padres, en especial su papá no tenía muchas esperanzas de que terminara sus estudios, sus ojos brillaron, cuando, sonriendo me dijo que sus padres se sintieron orgullosos de él por primera vez.
—¿Por qué me la dejó a mí? —volví a limpiar mis lágrimas, las cuales se deslizaban y terminaban mojando la cama de Yoongi.
—Porque quería que tú vivieras —se sorprendió al destapar sus ojos. Al verme mirándolo desde hace unos minutos atrás—. No desperdicies lo que Key te dejó, vive y no te metas en más problemas, no creo que quieras que las muertes de tus amigos sean en vano ¿o sí?
—No...
—Cada reo en este lugar tiene una historia detrás, algunas lamentables y desgarradoras como la de Key, otras peores —miró algo en su mano derecha—. Las cuales te marcan para toda la vida y están las historias de Jimin, las cuales no tienen ni una sola pizca de arrepentimiento —giró, mirando hacia la pared donde estaba pegada a nuestras camas—. Ahora trata de dormir y si no puedes, evita el moverte tanto.
Me fue imposible conciliar el sueño después de escuchar la historia de la vida de Key, tantas cosas que ocultaba, tanto dolor y aun así me sonreía y se preocupaba por mí. El dolor en mi pecho me estaba quemando, mucho más que cuando me marcó con una "K", aquella cicatriz no se comparaba al dolor que me estaba carcomiendo el alma, soy un miserable.
Ya en la mañana, al ser la hora de ir a desayunar preferí quedarme en mi celda, no tenía apetito, aunque en realidad, lo que no tenía era el valor de ver a Jonghyun sentado en la mesa donde solíamos desayunar todos juntos, pero en esta ocasión sólo seriamos él y yo, solos.
—¡Oye, mulo! —a pesar de que me llamaban, no me moví ni un centímetro de mi cama, seguí mirando hacia el techo—. Te hablo a ti, Jeon—seguí sin moverme, hasta que sentía como agarraron con fuerza mi muñeca, obligándome a moverme—. Si no bajas, subiré, patearé tu culo y bajarás, teniendo tu rostro pegado al piso —giré mi rostro hacia el dueño de la voz y al verme, su rostro de sorpresa me fue indiferente—. ¿Lloraste toda la noche acaso?
—¿Qué quieres, Monster? —el jefe de los guardias estaba frente a mi cama, sin soltar mi muñeca—. Quiero estar solo.
—Imagino que quieres estar solo —fue soltándome de a poco—. Pero será mejor que me acompañes, tienes que despedirte de alguien.
—¿Despedirme de alguien? —me senté de golpe en mi cama, una idea se me paso por la cabeza, solo rezaba para que no fuera así—. ¿De... quién?
—Sólo sígueme —preocupado y asustado bajé de mi cama, Jonghyun no se atrevería ¿cierto?
No nos dirigíamos a las demás celdas, ni al patio de afuera, ni al comedor para que desayunara, es más, nos dirigíamos a un lugar, por pasillos que ni sabía que existían. Tras pasar por una puerta había otro pasillo, corto, el cual tenía dos puertas al final de su camino, en el cual dos guardias estaban de pie, al estar frente a la puerta, abrieron ésta y final de lo que podía ver, era claramente un ataúd, teniendo una vela en cada esquina y un pequeño ramo de flores encima de la madera de éste.
—No se suele hacer este tipo de cosas, pero alguien quiso que Key tuviera al menos un ataúd, un ramo de flores y velas, también para que Jonghyun y tú pudieran despedirse —me comentó Monster, quien dejó de caminar a mi lado cuando comencé a acercarme al ataúd.
—Su cuerpo está frío —miré a mi derecha y Jonghyun estaba de pie, con un rostro que me terminó por desgarrar el alma. Se veía tan devastado, tan dolido, abandonado, como si su alma o alguna parte de su ser hubiera sido arrancado cruelmente—. Despídete, JungKook. Yo ya dije todo lo que tenía que decirle —se acercó a mí y me abrazó—. No te culpes ¿sí? Key murió protegiéndote, él vio como los amigos del Pirata iban detrás de ti, cuando te perdieron de vista fueron a buscarte al patio y Key se enfrentó a ellos, los mató y murió también. Él quería que vivieras junto a tu familia y es lo mismo que yo quiero. Vive por él y por mí —dio dos palmadas en mi espalda y sin mirarme, se alejó.
A paso lento me acerqué al ataúd, quedando frente a ésta. Las manos me temblaban y sudaban, cuando toqué la madera lisa del objeto frente a mí, las lágrimas salieron como cuando se deja una llave abierta, dejando salir toda el agua acumulada dentro. Terminé de caminar al quedar del todo cerca, hasta poder ver el rostro de mi amigo. La mitad de su cuerpo estaba a la vista, sus manos descansaban sobre su estómago, las heridas de la riña que lo mató estaban frescas, con la sangre seca, sin sangre que estuviera saliendo de alguna herida, pero ahí estaban. Tembloroso acerqué mi mano a las suyas y sí, estaba frío, pero podía sentir una pequeña calidez en ellas.
—Maldición Key —mis lágrimas terminaron por mojar sus mejillas—. Perdóname ¿sí? ... no debí esconderme... debí quedarme contigo a pesar de no ser de ayuda... ¿Tenías que morir? Eras fuerte y podías con cualquiera... perdóname, perdóname... Ni siquiera sabía lo de ese incendio... ¿Sufrías solo?... —mis mocos se hicieron presente, pero poco me importó—. ¿Sabes?... no sé cómo decirle a la familia de Jong que él... que él... murió —ya no pude más y terminé cayendo de rodillas, pegando mi frente a la madera del ataúd—. Lo siento mucho.... Lo siento... perdónenme... perdón Key... perdón Jong... perdón Min Ho... lo siento —no sé cuánto tiempo estuve de rodillas, llorando frente al ataúd de mi amigo, no sé cuánto tiempo paso ni quienes me escuchaban llorar, ni siquiera sabía si estaba solo en el lugar, mis lágrimas no querían detenerse y aunque Jonghyun me dijo que no me culpara, yo era el mayor culpable de la muerte de mis amigos y eso era algo que nadie me sacaría de la cabeza.
—En serio lloras como una nena —me tensé, mis lágrimas se detuvieron y las fuerzas regresaron a mis piernas, pero no me levanté—. Los cobardes lloran como nenas, va bien contigo —sus pasos se hacían más claros, más cercanos a mí. Sentí su mano reposar en mi hombro derecho, me sobresaltó—. ¿Asustado? Me parece bien, debes estarlo —se inclinó y su rostro estaba muy cerca al mío—. ¿Qué fue lo que hablaste con Kim en su celda?
—Nada —traté de estar tranquilo, aunque me era imposible.
—Algo me dice que me mientes Jeon, porque ya no puedo llamarte mulo, Key ya no está y... —dejó de hablar en el momento en que quité bruscamente su mano de mi hombro y me levanté, dándole aun la espalda, cosa que no debía de hacer por mi bien.
—No hables de Key, no tienes derecho —y aunque sabía que no debía decir lo que decía, no podía guárdamelo.
—¿No? Yo no tengo derecho, pero ¿Tú sí? Tú, quien se escondió solo, quien abandonó a sus amigos para cuidar de su propio culo, importándole una mierda si ellos morían o no —soltó una risa que me puso los pelos de punta—. Tú menos que nadie tiene derecho de decirme eso Jeon, yo al menos no abandoné a un "amigo". Tú abandonaste a tres.
—Cállate... —apreté con fuerza mis puños—. Cállate, por favor.
—¿Por qué? ¿Por qué digo la verdad? Es cierto eso que dicen, la verdad siempre duele —caminó, parándose frente a mí—. Y viendo tu rostro, tus lágrimas y ¿moco? Vaya, tuvo que dolerte bastante para que estés así —otra vez esa risa y la ira comenzaba a poseerme, sólo esperaba no explotar o terminaría mi puño en su rostro—. Pero no vine a burlarme de ti —se giró, dándome la espalda y acercando su mano a Key—. Oye Key —comenzó a hablarle—. Te fuiste muy pronto ¿Sabes? Tenía muchas cosas que contarte sobre ese asunto, espero que ahora puedas encontrar la paz que siempre quisiste ¿A quién dejarás que te folle ahora allá arriba? Porqué sabes que ya estamos en el infierno ¿cierto? —de pronto me pareció escuchar su voz quebrarse ¿o era mi imaginación? —. No te preocupes, cumpliré la promesa que te hice hace un año atrás, cuidaré a Jonghyun, la otra no sé si voy a poder cumplirla, ese asunto es un tanto... complicado —no había sido mi imaginación ¿el jefe tiene sentimientos? —. Cuando salga de este infierno iré a visitarte al cementerio, lo prometo —alejó su mano con brusquedad, retrocedió dos pasos, se giró y caminó, alejándose del ataúd—. Mantén tus narices donde no las vea —dijo antes de alejarse completamente.
Me quedé un rato más junto al ataúd, sin hablar, sin mirar el rostro pálido de mi amigo muerto, sólo me quedé haciéndole compañía hasta que mis lágrimas, las cuales regresaron sin querer detenerse. Jonghyun no volvió, para él debía de ser aún más difícil de lo que ya lo era para mí. Monster regresó acompañado de seis guardias, habían vuelto para llevarse a mi amigo. Para llevárselo y para que él al fin pueda descansar como se lo merece.
—Hasta pronto amigo, gracias —fueron mis últimas palabras para un gran chico, un gran amigo.
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