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Capítulo cinco


Enseguida agarraron mis pies y me tiraron contra el piso, golpeándome fuerte la cabeza y sintiéndome mareado. Sus manos me tocaban por varios lugares, entre ellos mi entrepierna, reaccioné ante tal acto y traté de empujarlos, pero eran tres contra uno y me ganaban en fuerza. Aun así, seguí forcejeando, pero aquel momento vino a mi mente y los gritos de mi hermana los podía escuchar nítidamente, ellos no notaron que tenía la navaja en mi mano derecha y al sentir la respiración de uno de ellos cerca de mi rostro, la levanté y se lo enterré, sin imaginarme que le daría en uno de sus ojos.

—¡Ah! Maldición... Mi ojo —gritó y sus manos dejaron de tocarme—. Dios...duele, maldito hijo de puta.

—Maldito cabrón —uno de sus amigos me golpeó en el estómago, siendo una patada muy fuerte, los demás reos comenzaron a gritar por todo el alboroto que comenzó a hacer al que lastimé en el ojo, la sangre podía verse con la poca luz que entraba en la celda, era mucha sangre y comenzaba a formarse un charco de líquido rojo. Yoongi se asomó a la celda y con los ojos en blanco vio todo, la sangre saliendo del ojo de mi atacante, mi mano con la navaja en ella, impregnada de sangre y cómo los otros dos me golpeaban, estando aún en el piso.

—¿Qué está pasando? —esa era la voz de Monster, podía reconocerla fácilmente—. ¡Maldición! —soltó al ver lo que pasaba en mi celda—. ¡Necesito ayuda! —gritó y claramente se podían escuchar los pasos rápidos de otros guardias, mezclándose con los gritos de los demás reos—. Saquen a estos tipos y a ese llévenlo a enfermería ¡Rápido! —ordenó y los guardias que pude ver se llevaron a los tipos y al herido—. Tú vienes conmigo a aislamiento, Jeon—me agarró con mucha fuerza y me levantó—. ¿De dónde sacaste esta navaja? —me la arrebató, pero al ver que no respondería me arrastró con él.

Mis manos estaban impregnadas de sangre, pues al querer limpiar la que dañó aquel reo, me ensucié la otra y ahora tenía ambas manchadas. Monster me dejó con tres guardias y ellos me castigaron, me golpearon muy fuerte y al terminar, sólo me quedé en el piso, retorciéndome de dolor, recordando la mancha enorme de sangre de quien quiso dañarme. El lugar es pequeño, una cama que no lo parece, pero al menos será más cómoda que el piso. Frío, pasaré mucho frío y de seguro me enfermaré. Si no fuera por Jong, en ese momento habrían abusado de mí, me habrían violado y nadie me ayudaría, este lugar es así, aquí, sobrevive el más fuerte, pero yo no lo soy. Nunca lo seré.

Con dolor, me levanté del piso y me acosté sobre la que se supone es una cama, miré hacia el techo oscuro. El lugar era sombrío, frío, solitario, aterrador, horroroso, pero me lo busqué o más bien, luché para salvarme, para vivir un poco más. Pronto ya me encontraba junto a Morfeo.

—Jeon, despierta —alguien me llamaba, pero yo no quería despertar—. ¡Que despiertes! —una patada en la pierna me sobresalto, Monster y otro guardia estaban frente a mí—. Estarás una semana en este lugar, pero si me dices quien te entregó esa navaja te dejaré salir ahora mismo.

—La navaja... —querían que me fuera de bocazas, si lo hacía, el que pagaría en mi lugar, seguro seria Jong y eso no lo permitiré—. Me la encontré.

—Ok, en una semana saldrás, y no recibirás visita en dos semanas —molesto, giró y se marchó de mi nueva celda solitaria.

Al menos estaría una semana sin temer que alguien me atacara, podría dormir todo lo que quisiera, podría dormir tranquilo al fin. Dos semanas en las que no tendría miedo al dormir.

Mi primer día en la celda solitaria fue normal, dormí casi toda la tarde y toda la noche, sin temer por mi vida. Sólo desperté para la entrega de mi desayuno, almuerzo y cena, luego dormía el resto de las horas.

Mi segundo día fue igual al primero, como lo fue el tercero y cuarto día. Al quinto me estaba volviendo loco. Comenzaba a darme miedo vivir lo que me queda de condena en la celda solitaria. Hace unos días atrás lastimé a un hombre, seguro me estaría esperando, al salir, seguro me atacaría y querría lastimarme como yo lastimé su ojo. No sólo uno querrá violarme, sino que, muchos más. Con mi reciente conducta no querrán dejarme cambiar de modulo y celda, estoy acabado. 

Mi sexto día fue horrible, mis nervios me ganaron al igual que mi miedo, y yo pensaba que no volvería a sentir miedo, me dañé los nudillos de mi mano izquierda golpeando contra la pared, por lo que tuve que romper la tela de mi polera, una vez más, para usarla de venda. Mi sangre se había unido a la de mi atacante y eso me aterró aún más, en mis manos tuve sangre de otra persona, persona a quien yo dañé con mis propias manos. Esa noche de dormí y al llegar mi séptimo día, terminando mi castigo, vinieron por mí.

—Aún no termina mi castigo, dejen que me quede —les pedí a los guardias, quienes debían llevarme de vuelta a mi celda. Una parte de mi quería abandonar la celda solitaria, pero mi otra parte quería quedarse ahí y poder mantenerme con vida un poco más. Me estoy volviendo loco—. Por favor... no quiero volver.

—Hay quienes te esperan, Jeon—me soltó uno de ellos con burla—. Vas a pasarlo muy bien.

—No, por favor.

—Por cierto, al tipo que atacaste ¿Sabías que perdió su ojo? Ahora se ganó el apodo de pirata —se rio—. Lleva un parche en el ojo y en su mente, sólo el matarte.

—Basta, Kim —lo regañó el otro guardia. Me matarían, me matarían, me matarían, sólo podía pensar en eso.

Al dejarme en mi celda, me aferré a mi cama. Observaba quien pasaba por fuera y cuantas veces. Yoongi no estaba y corría aún más peligro. Key, por favor ven y no me dejes. Y como si mis pensamientos hubieran llegado hasta él, apareció por el pasillo, entrando en mi celda.

—¡Key! —bajé rápidamente de mi cama y lo abracé, jamás había sentido tanta felicidad de ver a alguien que no sean mi madre o mi hermana—. Gracias a Dios eres tú.

—Estás en serios problemas, JungKook —asomó su cabeza por la celda y miró al pasillo—. Pirata no tardará en venir por ti. Te retará a pelear y tendrás que ir.

—¿Retarme?

—Sí, te retará, desafiará a una pelea ¿Recuerdas cuando llegaste y me viste peleando? —asentí con la cabeza—. Eso es un reto de pelea, tienes dos opciones, lo matas o te mata, porque buscará venganza y esa es la mejor manera para no aumentar sus años en este lugar.

—No entiendo, Key —me senté en la cama de mi compañero.

—Cuando matas a otro, fuera de un reto de pelea te aumentan meses o años a tu condena, pero cuando es a través de los retos, no recibes más que una semana en aislamiento como castigo.

—Vengo de ese lugar.

—Lo sé, y a pirata no le será suficiente —me miró fijamente y tomó una de mis manos—. JungKook, sabes que tendrás que matar ¿cierto? Tienes la experiencia de tu padrastro, recuerda eso y acaba con pirata o él hará de tu vida un infierno en este lugar, tiene el consentimiento de Jimin.

—¿No tengo otra opción? ¿Algo más que no sea enfrentarme a pirata y tener que pensar en matarlo o dejarme matar?

—No.

Abandonamos mi celda, pues según Key seríamos presas fáciles si nos quedábamos ahí dentro, sólo los dos. Al menos en el comedor o patio estaríamos a la vista de todos, Jong, Jonghyun y Min Ho nos harían compañía. ¿Tendría que matar? Matar.

Nos sentamos en el patio, en una de las bancas donde solemos platicar de cualquier cosa, al verme Jong, se acercó y soltó un suspiro de alivio, me sonrió y abrazó.

—Chico, gracias a Dios te salvaste —palmeó mi espalda—. Sabes lo que se viene ahora, ¿cierto?

—Estoy aterrado, no quiero matar, Jong —confesé al fin, pues era algo que me tenía desesperado.

—Si quieres vivir, tendrás que hacerlo —se alejó un poco—. Sé que no será fácil, pero recuerda, de esto depende que sigas viviendo.

Min Ho me dio algunos consejos de cómo evitar los ataques de pirata, pues él ha peleado varias veces con quien me atacó y ahora quiere venganza. Me comentó que es traicionero, que pega por detrás cuando uno se distrae. También me aconsejó que vaya armado, por lo que él me prestaría su navaja, hecha de la misma manera que la de Jong. Que le cortara el cuello y luego apuñalara su pecho, cerca de su corazón, sólo pensarlo me horrorizaba, no podía llevar a cabo eso.

—¡Jeon, visita! —gritó uno de los guardias.

—Se supone que estoy castigado dos semanas con las visitas —le comenté a Key.

—Los guardias saben lo que pasará entre tú y pirata, por lo que te dejarán ver a tu madre, por si es que es la última vez —temblé, mis piernas flaquearon al escuchar eso, aún no las puedo dejar solas, no aún, debo cumplir mi condena primero, o si no, mi hermana pagará.

—Ve y abrázala, chico —me aconsejó con tristeza, Jong—. Anda, no pierdas más minutos.

Sin responderles, me alejé y acerqué al guardia que me llamó, juntos caminamos hacia la sala de visitas. No había muchos, de hecho, sólo estaban mi madre, hermana y la chica que suele visitar al jefe, pero no había rastros de él.

—¡Hijo mío! —se levantó enseguida de la silla y me abrazó—. ¿Estás bien? ¿Qué le pasó a tu mano? —me preguntó al ver mi mano vendada.

—Estoy bien mamá —me forcé a sonreírle—. ¿No me saludarás, pájara?

—Hermano.... —se levantó y se aventó a mis brazos a llorar—. Perdóname... perdóname, estás aquí por mi culpa... lo siento mucho.

—Pájara, tranquila —desordené su cabello y le sonreí a pesar de que ella no me veía por estar abrazada a mí.

—Sé lo que te pasó, eso que quisieron hacerte... durante la noche —habló mi hermana entre sollozos—. No te mereces esto...deja de cumplir esta condena por mi....

—Basta, SeulBi —la tomé de los hombros e hice que me mirara—. Hablamos de eso y quedamos en algo, no vuelvas hablar de ese tema.

—Pero, Kookie... —limpié sus lágrimas y le sonreí.

—¿Cómo supiste sobre ese incidente?

—Él me lo contó —señaló y giré para ver a quien señalaba, me congelé al ver de quien se trataba y de cómo saludaba con una sonrisa a mi inocente hermana—. Hola Jimin.

—Hola, pajarita —la saludó con su mano derecha y me dirigió una mirada de amenaza—. Gracias por las galletas del otro día.

—SeulBi, mamá vengan conmigo —como nuestras mesas estaban cerca, me alejé hasta la última y las senté dándoles la espalda al jefe—. ¿Estás loca? ¿Cómo que galletas?

—Cuando vine a verte, él se me acercó y comentó lo que te pasó, te traía galletas y cómo no podía verte decidí dárselas a él —me informó de lo más tranquila, claro, como ella no sabe quién es Jimin—. ¿Pasa algo, Kookie?

—No vuelvas hablar con ese tipo, te lo prohíbo SeulBi.

—Hijo, tranquilo —tomó una de mis manos para tranquilizarme—. Seguro ya no lo hará, pero tranquilo.

—Lo siento —miré hacia el jefe y él hablaba...más bien discutía con la chica, otra vez—. Sólo prométanme que se cuidarán y que pase lo que pase serán fuertes.

—Kookie, no me gusta lo que dices —me miró con miedo ante mis palabras—. ¿Por qué dices esas cosas? Nada malo pasará, ¿cierto, mamá? —miró a nuestra madre.

—Tranquila hija, tu hermano sólo está preocupado —mi madre sabía que algo malo me pasaba, pero no me preguntó por la presencia de mi hermana—. Sólo cuídate, prométenos que te cuidarás, pase lo que pase.

—Se los prometo —tomé sus manos y las besé—. Se los prometo —repetí y una lágrima se derramó por mi mejilla izquierda.

—¡Maldito! —escuchamos como la chica gritó y al voltearnos vimos cómo le dio una fuerte cachetada al jefe—. Eres un monstruo, un ser repugnante. Te odio, te detesto. Ojalá te mueras maldito hijo de perra.

—La única perra aquí, eres tú —se levantó de su asiento, tirando la silla lejos de él—. No vuelvas a venir, bastante tengo con tu hermano aquí dentro.

—Si está él aquí es por tu culpa.

—Sabes que no es así —se acercó a ella y la agarró del brazo, con fuerza—. Si sigue con vida, es únicamente por ese bastardo que perdiste. No me cabrees perra o yo mismo lo mataré con mis propias manos, ahora vete —la empujó. Abandonó la sala de visitas, la chica paso por nuestro lado, llorando, tocándose el vientre, mostrando mucho dolor en su mirada.

—Debo irme —me levanté de mi asiento, me abrazaron y gané un poco de fuerza con ello, nos despedimos y esperé a que abandonaran la sala de visitas, luego fue mi turno y al llegar a mi celda encontré mi cepillo de dientes destrozado.

—Ya inició todo —me informó Yoongi, al verme con el objeto, o lo que quedó de él en mis manos—. Pirata ya te retó a la pelea, ahora sólo espera.

—¿Esperar que?

—La muerte, porque uno de los deberá morir. Es la regla.

El resto del día me la pasé al pendiente de que nadie ajeno a mis amistades se acercara a mi celda. Ya no podía confiar en nadie que no fuera Key, Jonghyun, Min Ho o Jong, el resto, hasta mi compañero de celda podía ser un enemigo para mí, ya que, él mismo en su momento me advirtió que podía matarme, más ahora que sé que me detesta. Al anochecer, me senté sobre mi cama, observando desde ahí hacia fuera de la celda, aprovechando para pensar en mi madre y hermana, en que no puedo dejarlas solas, ambas me necesitan, soy lo único que les queda y ellas son lo único valioso que tengo en mi vida. Yoongi se acostó sin dirigirme la mirada, solo me comentó que lo mejor sería que no durmiera, que podían volver atacarme durante la noche. Todo esto es culpa de una sola persona, si él no me hubiera ofrecido ese día, ahora no tendría por qué estar entre la vida y la muerte, esa persona, un ser despiadado, sin corazón y alma. Él es el único culpable de mi situación. Y como me recomendó mi compañero de celda, no dormí.

—Seguro no pegaste ojo en toda la noche —me soltó Key mientras desayunábamos, pero él y su pareja, observaban a nuestro alrededor, a mi alrededor—. Tranquilo, pirata no será capaz de atacarte en el desayuno, no con tantos guardias aquí.

—Mejor desayuna, nosotros estamos al pendiente, igual que tú —habló Jonghyun mirando a su alrededor—. Mientras estés con nosotros, no dejaremos que nadie, mucho menos pirata te ataque.

—Las reglas aquí se respetan, y una de ellas es que no debes atacar por sorpresa cuando se reta a una pelea —solté un suspiro de alivio y Key me sonrió—. Bebe de tu café y ten, puedes comerte mi pan también.

—Gracias, necesitaré mucha energía —acepté su pan y seguí desayunando.

Muchos reos, amigos del pirata nos observaban desde sus asientos y mesas, pirata no se encontraba y eso me hacía sentir un poco más aliviado, aunque tener tantas miradas sólo para mí, no era algo que me agradara, más cuando en esas miradas me desean la muerte. Key sugirió que permaneciéramos todos juntos, hasta que el reto llegara a su inicio, pero para mí, a su final, pues ya había comenzado en el momento en que pirata entró en mi celda. No había rastros del jefe y eso era extraño, ya que él era uno de los que primero se encontraba en los retos, ya que, según Jong, al jefe le encanta ver como se matan entre los demás reos.

En el patio, un grupo de reos que no se meten en problemas, de ningún tipo, se encontraban jugando con una pelota vieja que los guardias nos prestan en ocasiones, en el centro estaban los domésticos, con esos había que tener mucho ojo, ya que, si nos descuidamos, muchas de nuestras cosas en las celdas podrían desaparecer, como objetos que nos traen nuestras visitas, ya sea un objeto de uso personal de aseo o una polera o zapatilla. En una esquina los colipatos, así les llama Min Ho, según él, ellos sólo se tratan entre su grupo, y cuando algún reo quiere descargarse y se aburré de hacerse una paja, los buscan, claro, una vez que eligen a un colipato, éste ya no puede meterse con ningún otro reo más. En otra de las esquinas, cerca de los guardias, se encuentran los que se mueven con la coca y falopa, se mantenían cerca sólo para despistar a los guardias. Y yo, siendo el más cobarde, me encontraba esperando mi posible muerte a menos que yo asesine primero.

—Muévete, chico —me susurró Jong, mientras se levantaba—. Rápido, muévete.

—¿Qué pasa? —miré a mi alrededor y los grupos comenzaban a reunirse en el centro del patio.

—Ya es tarde, Monster ya se encuentra aquí, al igual que Jimin —señaló Key, disimuladamente hacia el centro del patio—. Ya sabes que hacer JungKook.

—Pero...no quiero —le susurré—. De verdad no quiero.

—No te acobardes ahora, si no te defiendes, mueres —se puso delante de mí, colocando sus manos sobre mis hombros—. JungKook, recuerda que fuera de este infierno te esperan tu madre y hermana, ellas te necesitan. No te rindas antes de dar la pelea.

—Tengo miedo —le confesé y por primera vez me abrazó para consolarme—. Tengo miedo, no quiero morir.

—No vas a morir, te lo aseguro —me susurró en el oído derecho, dándome palmaditas suaves en mi espalda.

Al separarme de Key, volviendo a mi lugar, pude ver como ya todo estaba listo. El circulo que los reos formaron en mitad del patio era lo suficientemente pequeño como para que me apuñalaran directamente en el corazón o al menos perforarme en un pulmón si no me cuido la espalda. No fue necesario que vinieran por mí, por lo que me dirigí a la multitud, enseguida sentí como me empujaron, cayendo de rodillas en el centro. La risa de los demás reos era fuerte, pero también el cómo Key me gritaba desesperado que me levantara. Mis manos comenzaron a sudarme. Giré hacia mi derecha, no había salida, giré hacia mi izquierda, no había salida, di un giro completo y por ningún lado había salida. Estaba encerrado, con un pie dentro y fuera de la muerte. Volvieron a empujarme, pero no caí al piso. Jong me hacía unas muecas, pero no le entendía, luego unas señales con su mano, pero seguía sin entenderle.

—Pagarás por mi ojo, maldito bastardo —miré hacia el dueño de la voz y Pirata tenía un parche en el ojo que le herí, miré sus manos y no tenía ningún objeto con el que pudiera atravesarme la piel—. Tranquilo, que te mataré a golpes, gozaré ver cómo sangras y gritas de dolor, será una muerte lenta.

—No me dejaré —a pesar de lo que dije, el miedo invadió todo mi cuerpo.

—¡Ya mátalo!

—¡Córtale los dedos y déjatelo de premio!

—¡Pártelo en cuatro!

—¡Merece morir!

—¡Arráncale los ojos!

Muchos gritaban en mi contra, claramente quieren que uno de nosotros muera y quieren que ese sea yo. Estaba tan concentrado en los gritos de los reos, que ni cuenta me di cuando Pirata desapareció para aparecer a mi lado, dándome un fuerte puñetazo en el rostro, no caí al piso, solo retrocedí dos pasos, sin darme tiempo de reponerme me golpeó en el estómago tan fuerte, que por unos segundos no pude respirar con normalidad, otro golpe acompañó al anterior y caí de rodillas, un rodillazo en mi rostro, reventándome la nariz. Me agarró del cuello de mi polera, levantándome y dándome otro rodillazo en el estómago, no me dejó caer, me sujeto del pelo, tiró un poco hacia atrás y me dio un codazo en el rostro, mi nariz no dejaba de sangrar y manchar el poco pasto que había en ese lugar. No me dejaba darle un golpe y en mi estado comenzaba a dudar de poder darle alguno, estaba perdiendo la fe de sobrevivir a esto, sólo me quedaba aguantar sus golpes hasta que me matara.

—¡¿Vas a dejar que acabé contigo?! —escuché la voz de Key no tan lejos de mí—. ¡Tu mamá y hermana te necesitan! ¡No te rindas, JungKook! —sus palabras tocaron lo más profundo de mi mente, las imágenes de mi madre, mi hermana y de mi padre sonriendo me invadieron completamente. Todavía no podía reunirme con él en ese lugar, no aún—. ¡Maldición JungKook, si no te defiendes, juro que yo mismo te mataré!

—Ja... —solté y pirata me miró confundido.

—¿De qué te ríes?

—De tu ojo, es gracioso —éste no era yo, algo en mi cambió, es extraño, este sentimiento lleno de rabia, furia, de querer golpearlo, de matarlo se apoderaban de mí y de mis manos al alejarlo y golpearlo repetidas veces en el rostro—. No voy a morir, no en manos tuyas —le di un rodillazo en el estómago y el que ahora estaba de rodillas en el piso, era él, frente a mí, sorprendido y sí, asustado.

De pronto volvieron a empujarme desde atrás, pero no fue con una mano, más bien sentí algo afilado, frío, terminando en punta, el cual atravesaba las paredes de mi piel en la espalda, llevé una de mis manos atrás y sentí el mango de una cuchilla. Al tocarla me dolió y mucho, no podía sacarla yo mismo, el dolor comenzaba a aumentar más y más.

—¿Creíste que me dejaría matar por ti? —Pirata se levantó y caminó hacia mí, mirándome fijamente a los ojos, bajando su mirada, miré hacia donde él miraba y vi como sacaba una cuchilla del bolsillo de su pantalón, este es mi final—. ¡Ah! —gritó, me asusté porque no entendía el motivo de su grito.

—Siempre serás un cobarde, Pirata —esa voz. Sí, esa era la voz del jefe, Pirata soltó la cuchilla y todos dejaron de gritar—. Era un reto de dos y él jamás te dio la espalda para que le apuñalaras por detrás.

—Je...fe —musitó con dificultad, el jefe sacó algo de la espalda de Pirata y al alzar su mano, pude ver un pequeño, pero peligroso cuchillo, tomó del hombro a mi contrincante y lo volteó.

—Así es como debes matar al que retas, jamás cambiarás, hijo de perra —la sangre de pirata saltó en mi rostro, le había cortado la yugular—. ¡La función terminó! —comenzaron a dispersarse, pero Monster les ordenó que se fueran a sus celdas—. Key, Yoongi y Jackson, saquen a esta escoria —limpió su mini cuchillo y me miró—. Me debes una grande, mulo Jeon.

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