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Capítulo uno.

Indira

Vega de San Mateo, Gran Canaria.

El pueblo que había significado un antes y un después en mi vida. El que me había permitido crecer tanto en lo personal como en lo profesional. Cada vez me quedaba mas claro que todas las cosas suceden por algo, las personas van y vienen y que solo se terminan quedando los que merecen la pena como mis tres niñas —Ava, Carlota y Diana— y Félix junto a su adorable mujer, Eva. Además, la vida me dio la oportunidad de conocer a alguien increíble como lo era Pablo, mi irresistiblemente castaño. Ellos y nuestras familias aparecieron para quedarse.

A Spectrum retro disco bar también tenía mucho que agradecerle, pero lo más importante era el haber unido mi vida junto a la del amor de mi vida —y por supuesto a la de mis amistades— y el empleo que me dio durante tantos largos meses. No podía decir que ya había olvidado todo lo vivido en ese lugar porque no era real pero lo que si borré de mi mente fue al desgraciado que quiso arruinarme la vida, no solo a mi intentando violarme sino a mis amigas y a mi amigo incondicional. Por suerte y con las pruebas que conseguimos recopilar, acabó en la cárcel y al menos desde ahí no podrá hacerle daño a nadie. Su puesto en Spectrum volvió a quien le tocaba ocuparlo, al maravilloso Manu —otro de los socios y hermano de ese energúmeno—. Él si era un jefe de los pies a la cabeza. Él cuando se enteró de todo lo ocurrido me ayudó como a nadie pero no solo a mi, sino a mis tres soles también. En cuanto a mi me concierne, me ayudó testificando a mi favor ante el juez, presentando pruebas de lo que el muy cerdo quiso hacerme y además sacó a la luz un robo que también cometió el insensato. Se había portado como un rey ya que a ellas como a mi nos dio todos nuestros derechos como trabajadoras aparte del dinero que nos correspondía -incluyendo el finiquito y todas esas cosas-. Ciertamente, se volvió un gran amigo de todos y no solo por lo enrollado que era con mi gente. Se ganó nuestra confianza a pulso y era una pena no poder tenerlo más cerca para poder quedar más a menudo —aunque manteníamos el contacto a diario gracias a un grupo de WhatsApp que creamos con él y las niñas. Desde que pasó todo eso y hasta que las aguas se calmaron, una de mis niñas —Diana para ser más exactos— empezó a hablar con él y estrecharon la relación. Aunque mis amigas seguían en el pueblo donde las dejamos —exactamente en la finca cerca de Corralejo—, Manu se escapaba todos los fines de semana para pasarlo con Diana. La verdad es que entre ellos había una conexión especial desde que estuvimos trabajando en Spectrum retro disco bar y todos estábamos seguros que tarde o temprano terminarían juntos —y juro por lo más sagrado que no me equivoqué—. De Corralejo como mencioné me llevé mucho bueno pero donde mi vida empezó a cambiar fue en la Vega de San Mateo. Desde que decidí venirme a rumbo perdido para buscar a mi Irresistiblemente castaño —con la ayuda de Félix que fue quien en principio me acompañó en esta aventura—, todo fue para bien. Me mudé donde vivía Pablo hasta el día de hoy, conocí a su familia que que decir, ¡vaya familia! Nada más conocerme me aceptaron con mucho cariño y siempre querían que estuviese con ellos. Me trataban como una hija y mi suegra me quería con locura —y cabe decir que mi suegro también—. La relación con ellos era maravillosa. Al resto de la familia pude conocerla también pero la verdad dicha sea que por unas razones u otras, nos veíamos menos. La verdad era muy afortunada —y doy gracias a Dios por no haber topado con unos amargados como les ha tocado a muchas chicas— por poder contar con la familia de parte de mi chico, me había tocado la lotería con él pero con ellos también. Por otro lado, estaba mi familia. Ellos eran más conservadores y un pelin menos cariñosos. Cuando les conté la locura que hice —además de resumirle la historia atípica que inicié con Pablo— y todo lo que viví se pusieron de punta por no hacerles caso y acatar sus imposiciones —como cuando decidí dedicarme al baile y formarme, pues lo mismo. Lo único es que tuvieron que aceptarlo por la fuerza porque era una decisión ya tomada a la que pensaba renunciar por nada ni por nadie—. Poco a poco, terminaron aceptándolo e incluso, vinieron hasta La Vega de San Mateo para conocerlo a él y a su familia. Reconozco que me dio un poco de miedo el hecho que que ambas familias se conocieran tan pronto porque mis padres eran un poco especialitos pero por suerte, encajaron a la perfección —como Pablo y yo— y se llevaban de lujo. Durante su estancia pasamos los días todos juntos para disfrutar de la unión familiar pero tarde o temprano se tuvieron que marchar a Fuerteventura. Así que finalmente, tuve que agradecerle a la vida todo eso también.

En cuanto al ámbito profesional, inicié un curso en un conservatorio de danza donde me especialicé en ballet, baile contemporáneo y baile español. Al obtener esa titulación, me metí en una escuela de danza donde me formé en otros estilos como bailes de salón y otros más urbanos —street dance, hip hop, jazz y alguno más—. Aunque parecía mucha formación en poco tiempo, ya había pasado un año y medio desde que inicié mi vida con Pablo y todo iba sobre ruedas. En lo profesional crecí a pasos agigantados por el entusiasmo y las ganas que le puse en sacarme lo que tanto me había costado conseguir. A día de hoy con mis titulaciones bajo la manga, me abrí camino hasta que me aceptaron como profesora en la escuela de baile que antes mencioné. Esa fue otra de las suertes y de las oportunidades que me dio San Mateo. El poder dedicarme a la profesión que me gustaba, era lo mejor que me podía pasar. A parte de las clases que daba a niñas y aparte, a personas de mediana —y un poco más adultas, por asi decirlo— edad, también lo combinaba con mi carrera de bailarina profesional. Ahora que había conseguido tanto, no iba a parar. Aún me faltaban dos sueños por cumplir e iba a luchar por ellos como una leona. Mis siguientes metas eran montar mi propia escuela de baile y trabajar para un musical internacional, aunque pareciese demasiado el combinar ambas cosas estaba segura que lo podría lograr. Aún me faltaba mucho camino por delante asi que pasito a pasito, las cosas se conseguirían. 

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