Me metí en el coche agitado y me puse en marcha —sabía que en este estado no debería de conducir pero me importaba lo más mínimo lo que me pasara—. En medio del trayecto, me paré a por alcohol en una gasolinera. Tras conseguir mis botellas de Arehucas, conducí un poco más hasta llegar a la playa. Aparqué el coche y me acomodé en la arena mientras me recorrían las lágrimas por todo lo que tenía a su paso. Grité tan fuerte que necesitaba desahogarme, empecé a beberme todas las botellas sin respirar y cuando me las terminé fue cuando me dije «Ni una lágrima más por ella, desde ahora tenía totalmente prohibido pensar en ella. Mi propósito es olvidarla. Aunque esa pelirroja me haya cautivado y me haya marcado, ahora es hora de darme mi lugar —se me cayó una última lágrima—. La última lágrima que derramaría por una mujer». Cogí un puñado de arena —aunque me temblaban las manos porque estaba bastante borracho— y lo lancé al mar, con este gesto quedaban enterrados todos mis recuerdos con ella. Ahora era mi comienzo, ahora debía de encarar los problemas y hacerme más fuerte porque como bien dice la cita «Lo que no te mata te hace mas fuerte». Por mi familia, por mi. Tengo que olvidarla y que sea solo un leve recuerdo, como si se hablara de un mal sueño en una noche.

https://youtu.be/ZnOm1X9YBoQ