Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

33

Lentamente, sus párpados se levantaron, despojándose con parsimonia de los últimos vestigios del sueño que la había envuelto en su cálido abrazo. Con un leve estremecimiento, Adalie se desperezó, siendo consciente entonces de que se encontraba en la habitación de Beelzebub.

Seguramente el azabache la había llevado allí con cuidado, después de que ella sucumbiera al sueño tras verlo escribir y escribir en sus anotaciones.

Estaba a punto de salir en su búsqueda cuando la puerta se abrió inesperadamente, y los ojos azules de Adalie se posaron en la figura de Beelzebub, de pie en el umbral, sosteniendo un recipiente con frutas frescas. Su semblante denotaba una tranquilidad casi sobrenatural.

—Supuse que podrías tener hambre— pronunció, sus orbes carmesí contemplando brevemente el contenido del tazón antes de acercarse a ella y extenderlo con gesto cortés.

—¿Cómo supiste que estaba despierta?— la pelirroja lo miró, esbozando una sutil sonrisa en sus finos labios, mientras recibía el tazón de frutas y le agradecía con una voz suave.

En ese momento, un leve rugido proveniente de su estómago rompió el silencio.

—No lo sabía, pensaba dejártelo sobre la mesa de noche—

Con movimientos pausados, Beelzebub se sentó a su lado, y el colchón se hundió delicadamente bajo su peso. Adalie respondió con un apenas perceptible murmullo, antes de dar un suave mordisco a una crujiente manzana.

Un denso e incómodo silencio inundó aquel espacio entre ellos, cargado de tensión palpable. Sus miradas esquivas se evitaban, cada uno absorto en algún punto invisible, hasta que finalmente Beelzebub se atrevió a romper aquel asfixiante mutismo, dispersando la densa atmósfera que los envolvía.

—¿Cómo te sientes? Ya sabes...— suspiró, sin ser demasiado específico.

Adalie enfrentó su mirada con una sonrisa radiante, que parecía iluminar la habitación

—Tengo una pequeña parte de un demonio dentro de mí, pero quitando ese hecho tan perturbador, me siento mejor que nunca— dijo con una voz calmada y confiada.

Mirándolo directamente a los ojos, su sonrisa luminosa removió algo dentro de Beelzebub, algo que había estado reprimiendo por mucho tiempo. A pesar de la pequeña  presencia de Satanás en su interior, Adalie se mostraba serena y despreocupada, como si aquello no fuese más que un detalle insignificante.

De alguna manera, la conciencia de Beelzebub se hallaba gravada por un profundo sentimiento de culpabilidad, pues había sido él quien había conducido a Adalie por ese tortuoso sendero. Sin embargo, mientras ahondaba en esos pensamientos, no podía evitar preguntarse cómo habría sido su vida de no haber cruzado jamás su camino con el de aquella joven. Quizás su existencia hubiese sido igualmente sombría y apesadumbrada sin la presencia de Adalie.

Ahora que la tenía junto a él, sabía que sin ella algo le faltaría, como si una pieza esencial de su ser hubiese estado ausente todo este tiempo. Una involuntaria sonrisa se dibujó en sus labios, sin que siquiera se percatara de que los ojos de Adalie lo observaban con un sutil brillo en ellos.

—Beelzebub—

El hombre alzó la mirada, embelesado, cuando el dulce llamado de Adalie se deslizó suavemente hasta sus oídos, como una brisa delicada. Una ceja se arqueó con cierta intriga cuando notó que Adalie le obsequiaba únicamente una sonrisa serena, y sin más preámbulos, los labios de la fémina se unieron a los suyos en un beso que lo sumergió en un mundo de éxtasis, haciéndole olvidar por completo el transcurrir del tiempo durante aquellos escasos minutos.

Él correspondió con fervor, su mano posándose con delicadeza sobre la mejilla de Adalie, perdiéndose en la sensación de sus labios sobre los de ella.

Y sabía en lo más profundo de su ser que, a partir de aquel instante, nada volvería a ser lo mismo.

𝗬𝗼𝘂 𝗮𝗻𝗱 𝗜'𝗹𝗹 𝗯𝗲
𝘀𝗮𝗳𝗲 𝗮𝗻𝗱 𝘀𝗼𝘂𝗻𝗱.


El transcurso del tiempo parecía haberse detenido para ella, condenada a una existencia que sobrepasaba con creces la efímera longevidad humana. Beelzebub sabía bien que esa anomalía se debía a la pequeña parte del propio Satanás que moraba en el interior de Adalie, alargando sus días más allá de lo natural. No obstante, la incertidumbre sobre si esta condición tenía un límite definitivo lo llenaba de un temor profundo, un pavor visceral a perderla para siempre, sin saber el destino que aguardaría a su alma si la muerte llegase a reclamara, o si acaso el mismo Satanás acabaría por arrebatarla para siempre.

Fuese como fuese, Beelzebub se esforzó por disipar aquellos sombríos pensamientos que le generaban un pavor como jamás había experimentado antes. Decidió que, por el momento, disfrutaría plenamente de la compañía de Adalie, saboreando cada instante a su lado, pues luego ya tendría tiempo de cavilar sobre lo venidero y el incierto destino que pudiera aguardarles.

Se aferraría a la dicha presente, deleitándose en cada risa, cada mirada, cada caricia compartida con aquella mujer que acabó por significarlo todo. Enterrando en lo más profundo de su ser el temor a perderla, Beelzebub se entregó por completo a los placeres que le brindaba el simple hecho de estar a su lado, consciente de que cada momento juntos podría ser el último, y resuelto a no desperdiciar ni un ápice de ese tiempo robado.

Suspiró, sus ojos recorriendo la lista de combatientes del Ragnarok, en la que figuraba su propio nombre. En cierto modo, se alegraba de que en ese instante Adalie no se encontrara presente, pues sabía bien que la joven acabaría preocupada por él.

Suspiró de solo imaginarlo.

Los ojos amatistas de Hades observaban con detenimiento los movimientos nerviosos de la pelirroja, quien paseaba de un lado a otro, devorando sus uñas con ansiedad. Ella parecía sumida en una profunda inquietud, perdida en los recovecos de su mente atormentada.

—Estás abriendo un hoyo en el suelo con tu incesante ir y venir, Adalie— dijo Hades en un tono suave. Sus palabras, cual suave brisa, parecían buscar calmar la turbulencia que se reflejaba en el semblante de la joven.

Él le había revelado, poco antes, detalles sobre la ausencia de Beelzebub, la solemne reunión en el Valhalla que se daba cada milenio para que los dioses decidieran el destino de la humanidad, y el Ragnarok que se había desatado gracias a las maquinaciones de una de las Valquirias, Brunhilde, cuando los dioses habían resuelto exterminar a la raza humana.

—¿Cómo espera que me calme luego de que me dijera que dioses y humanos van a luchar en un torneo a muerte?— exclamó, su voz vibrante de temor —Y Beelzebub es uno de los participantes— sus cejas se fruncieron mientras se volteaba hacia el dios —¿Cuánto tiempo va a tardar?—

Hades cerró su libro con un suspiro, su semblante reflejando una gravedad que parecía abrumar a la pelirroja.

—Son trece combatientes de cada bando— explicó con calma —El primero en lograr siete victorias será el ganador. Si la humanidad pierde, su destino será la extinción, pero si logran ganar, podrán vivir por mil años más— Hizo una pausa, sus ojos amatistas clavados en los de Adalie —tardará lo que tenga que tardar—

Las palabras del dios parecieron pesar sobre Adalie como una dura realidad. Su mirada se ensombreció, y Hades pudo ver la ansiedad reflejada en su semblante.

—Ven, siéntate junto a mí—

Hades le dedicó a Adalie una sonrisa tranquilizadora, palmeando el espacio vacío junto a él en el sofá.

Después de una breve vacilación, la joven acabó cediendo y, dando un hondo suspiro, se acomodó a su lado. Un pequeño quejido escapó de sus labios cuando Hades le palmeó con delicadeza la cabeza.

—Todo saldrá bien— murmuró, su voz susurrante casi como una caricia—Confía en mí. Si Beelzebub no te dijo nada fue para que no te angustiaras. Yo fui el que abrió su bocata en todo caso—

—Señor Hades...si la humanidad pierde y los dioses nos exterminan...¿eso significa que yo también voy a morir?—

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro