Epílogo
Loki
Desde el balcón de la habitación del rey podía ver como se el Bifröst era abierto solo para llevarse a la única mujer que he amado en mi vida. Le vi marcharse con el imbécil de Thor. Me dolía en el alma tener que dejarla ir y más con él, pero tenía que seguir adelante si quería que este plan resultara. Ella regresaría después a mí.
Entré a los aposentos del padre de todo y me deshice de la ilusión de Odín. Un escalofrío me recorrió la columna. Me asqueaba tener que fingir que era ese maldito viejo decrepito. Lo odiaba demasiado, pero no duraría demasiado tiempo en aquella figura. Todo dependía de lo bien que marchara mi plan.
— ¿Estas cómodo? —Le pregunte al dormido cuerpo de Odín, pero él no contestó—. Me alegro porque así pasaras el resto de tus días anciano infeliz.
Caminé un poco por aquella amplia habitación mientras contemplaba el cuerpo de Odín. Este era el mejor plan que se me había ocurrido. ¿Cómo no lo hice desde la primera vez que Odín cayo en su sueño?
Solo necesité un momento de distracción para conseguir lo que quería. El trono finalmente era mío.
Se supone que mientras Odín descansa en su sueño, Yggdrasil, el árbol de la vida, el árbol de los nueve mundos, restablece a Odín de vitalidad, fuerza, magia y poder. Pero había encontrado la manera de transmitir todo aquello a mi persona y ahora yo era más fuerte y mi magia también. El poder del padre de todos era mío y mientras el viejo no recibiera aquello él jamás despertaría de su letargo.
Pero esto solamente era la primera fase de mi plan. Hasta ahora iba marchando a la perfección. Por poco creía que Jemma lo iba a volver a arruinar todo como lo hizo en Midgard, pero esta vez no se lo permití. Me dolió demasiado, incluso más que a ella. Había tenido que soportar verla llorar y, además, ver como Thor ponía sus sucias manos sobre ella.
Cerré los ojos al recordar lo sucedido en Svartalfheim y de manera inconsciente me acaricié el pecho. Me había dejado una marca aquella herida, pero lo había valido. El dolor también había valido la pena.
El hechizo que le había puesto a la espada funcionó a la perfección. El monstruo me atravesó con ella y realmente no había muerto, solo caí dormido. El hechizo consistía en que mi herida iba a ser sanada, pero mientas lo hace, el hechizo te sumerge en un sueño que se confunde con la muerte.
Había escuchado todo lo que ellos me dijeron. El idiota de Thor me recordó aquella vacía promesa que me hizo de niños.
—Nada te hará daño mi pequeño hermano. Lo prometo...
Promesas vacías.
Promesas que nunca cumplió.
Sentí lagrimas resbalar por mis mejillas y las limpié con el dorso de mi muñeca.
Mi dulce Jemma había cantado aquella canción de mi niñez y parte de mi edad adulta. La voz de Jemma siempre me dio la paz que necesitaba.
En el momento que la herida se terminó de sanar y había despertado creí que todos se habían ido, pero ese fue un pequeño error. Jemma estaba ahí y me había visto vivo. Me dolía tener que golpearla ¡Nunca la había golpeado! Ni siquiera en mi fallida conquista a Midgard. Jemma ahora creía que había sido un sueño el haberme visto vivo.
Suspiré con tristeza. La iba a extrañar, pero al finalizar esto la tendré a mi lado para siempre y nada nos podrá separar. Ambos seremos los reyes de Asgard como siempre debió de haber sido.
No me podía creer lo bien que iba a este plan maestro y el imbécil de Thor había cooperado en el plan al rechazar el trono y decidir marcharse a Midgard con su insignificante mortal. Magnifico, simplemente magnífico. Pero no había contado con que se llevaría mi Jemma con él. ¿Para qué quería llevarse a Jemma con él? Él ya tenía a la estúpida mortal. Aunque por un lado estaba bien que se la llevara por un tiempo. Ella era la línea que dividía mi plan entre el éxito y el fracaso. Con ella a mi lado yo hubiera echado todo por la borda, de hecho casi lo había hecho en el cuarto de sanación al tenerla cerca y verla llorar por mí. No pude evitar querer tocarla y secar sus lágrimas, pero ella me miro con extrañeza. No me estaba viendo a mí sino a Odín. Al notar que se aparataba casi tiraba todo mi plan, pero soy capaz de dejarlo todo por estar con ella, por sentirla entre mis manos, por su tocar su tersa piel, por besar aquellos labios tan frescos como brisas de invierno. Ella era el invierno y yo siempre quise derretir ese hielo, siempre quise darle calor al invierno.
En mi mente estaba marcada la última noche que la hice mía. Nunca había conocido ese lado salvaje y sensual de ella. Toda una diosa.
El ruido de que alguien llamaba a la puerta me sacó de aquellos placenteros pensamientos. Gruñí y con rapidez volví a usar la ilusión de Odín para usar también su voz.
— ¿Sí? —pregunté sin abrir la puerta.
—Mi rey—se escuchó la voz de un guardia del otro lado de la puerta—, Volstagg y Lady Sif han regresado.
—Diles que los veré en la sala del trono.
—Sí, alteza.
Escondí el cuerpo de Odín con una ilusión por si alguien entraba sin ser invitado.
Salí de los aposentos del rey y caminé por los dorados pasillos del palacio de Asgard. Llegué al salón de trono y me senté en el bello y dorado trono. Me tomé la libertad de acariciarlo.
Mío.
Les hice una señala a los guardias para que dejaran pasar al gordo de Volstagg y a Sif. Ellos entraron al salón y se arrodillaron delante de mí. Sonreí internamente. Si ellos tan solo supiera ante quien se están arrodillando realmente. A mi mente vino el día que Frigga me nombró rey de Asgard y Jemma estuvo a mi lado. La dulce sonrisa de la mujer que aba sorprendió a mi mente. Me sacudí el recuerdo de la mente. No ahora.
—Padre de todo—dijo Volstagg—el Aether está resguardado con Taneleer Tivantal, como usted lo pidió.
—Buen trabajo.
—Disculpe, padre de todo—dijo la pelinegra—. ¿Cuándo será la coronación del príncipe Thor?
—No habrá coronación—dije sin ninguna emoción.
— ¿Qué? —preguntó sorprendida Sif.
— ¿Por qué su majestad?
Luché por contener una sonrisa al ver el asombro de los dos.
— ¿A caso mi hijo no les contó que renunció al trono por quedarse a defender a su querida mortal?
— ¡Eso es imposible! —soltó la molesta guerrera.
—Padre de todo, ¿usted cree que podamos hablar con él? —preguntó el pelirrojo.
—Se ha ido esta tarde con la reina Jemma.
— ¿Por qué se fue con Jemma?
En los ojos de Sif pude ver lo celosa y molesta que estaba.
—No estoy enterado de los futuros planes de mi hijo. Es todo. Pueden retirarse.
Ambos volvieron a hacer una reverencia y salieron de ahí. La verdad es que estos amigos de Thor eran un fastidio, pero ya pronto me desharía de ellos.
Bueno el día había terminado.
Me levante del salón del trono y salí de aquel lugar. Me encaminé a los aposentos de Odín. Caminaba tranquilamente por los pasillos hasta que pasé por una habitación muy familiar para mí. La habitación de Jemma. Un sentimiento que tenía atorado en mi pecho me hizo detenerme. Miré la puerta de su habitación y soñé con que ella estuviera detrás de esa puerta acostada en su cama, durmiendo con su rostro angelical. Así estaba siempre que entraba asustado de niño por las noches. Volteé a todos lados para saber si no había nadie. El corredor estaba vacío. Perfecto.
Abrí la puerta y el olor de Jemma me entró de golpe en la nariz y solté un jadeo. Maldición, era como si ella todavía estuviera ahí. Entré rápidamente y cerré la puerta detrás de mí. Con la puerta ya asegurada me deshice de la ilusión de Odín y aspiré con todas mis fuerzas el aire de la habitación llenando mis pulmones con su exquisito aroma. La habitación conservaba perfectamente el aroma natural de Jemma. Aquel lugar me envolvió en recuerdos. Fue en este mismo lugar en el que ella y yo jugábamos de niños. Aquí fue el primer lugar donde me mostró abiertamente sus poderes.
Jemma había llegado a ser como un rayo de luz que iluminaba mi oscura vida. Ella vino para alegrar mi vida. Ella es tan diferente a mí, pero por eso la amaba. Por eso la sigo amando.
Abrí el armario de Jemma y acaricie las frías telas de los vestidos. Siempre se había visto hermosa con los vestidos y sin ellos también.
Una sonrisa traviesa apareció en mis labios al reconocer algunos de los vestidos que le había quitado. Tomé uno de sus vestidos y lo olí. Mi Jemma, cuanto la iba a extrañar. Iba a echar de menos sus besos y acariciar cada centímetro de su suave piel.
Espero que el imbécil de Thor sepa cómo cuidar de ella. Mi debilidad, mi tesoro, la única que había llegado a penetrar con tanta profundidad mi corazón. La única que sabía cómo desnudar mi alma.
Sé que ella no estaría orgullosa de lo que estoy haciendo, pero el odio y la venganza me han hecho ser este monstruo. Supongo que el hambre y sed de poder corren por mis venas de Jötun. Estaba en mi naturaleza. Thanos me había revelado el verdadero ser en mi interior. Sacudí la cabeza ante los recuerdos de mi estadía con el titán.
Recuerdo el día que le revelé era yo a Jemma. Ella nunca reflejó miedo en su mirada, solo estaba sorprendida. No podía creer que ella, después de enterarse de la verdad, me siguiera amando con tal intensidad. Pero ella solo me sabía amar así.
Me acosté sobre la cama de Jemma y olí los almohadones. Oh por Yggdrasil. Olían a sus blancos cabellos, aquellos cabellos que me volvieron loco desde el primer día que la vi.
Mi Jemma, cuánto daño te he hecho cariño y tú solo me has dado amor.
Me abrace a mí mismo. La única mujer en la vida que me ha amado tal como soy. La única mujer que me ha amado con intensidad. La única mujer que ha tocado mi corazón. La única mujer que logró ver a través de mi alma. La única mujer que he amado de verdad y la hiero y la dejo ir. No soy digno de ser amado por una mujer como ella.
Cerré mis ojos y a mi mente rápidamente vino su imagen. Sus blancos cabellos, esos dos bellos luceros azules que me miraban con intensidad, esa tierna sonrisa, esos labios que destilaban miel y que ya nunca los iba a volver a probar.
Tragué saliva.
Había dejado ir a la mujer que amo, pero me daba que cuenta que solo sabía cuánto la amaba cuando... la dejaba ir.
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