La encontré un día en el parque. Estaba sola y era muy bonita, así que se la presenté a mis amigos. Ellos quedaron encantados, y pronto comenzamos a pasar el rato con ella. Lo que no muchos saben, es que a nosotros nos gusta jugar duro. La pateamos con fuerza tantas veces, que creímos que se iba a romper. Afortunadamente no la dejamos ir demasiado lejos, incluso cuando se quedaba oculta, éramos capaces de traerla de nuevo. Algunas veces discutimos sobre si era correcto lo que estábamos haciendo, pero nadie se lo cuestionó demasiado. La arrastramos por el barro y las piedras, nos caímos tratando de atraparla. En serio era preciosa, y se portaba genial, era, por lejos, la más divertida, puesto que por ser ligera también era rápida. Luego de un par de horas nos aburrimos, y ya no sabíamos qué hacer con aquel desastre. Si nos descubrían nos iban a matar, así que la dejamos cerca de la entrada para que alguien la viera, corrimos a la casa de uno de nosotros, y nos cambiarnos de ropa.

Tener un partido de fútbol con una pelota que no es tuya, y ensuciar los uniformes del colegio tampoco es tan grave, ¿no?