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地 獄 へ よ う こ そ

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Nagisa siendo ex de Karma.

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«Que maldita ironía» se repetía constantemente en su mente al observar con atención la bonita mesa que tenía delante de él, el fino mantel de seda blanca donde reposaban todos los platos que - desgraciadamente- olían delicioso le causaban la necesidad de satisfacer el hambre que llevaba desde que llegó a ese lugar.

No entendía, más bien no quería entender el porque la persona del otro extremo de la mesa lo tenía -desde hace una larga e intensa - semana encerrado en ese pequeño departamento que alguna vez compartieron lejos de todos; odiaba con todo su ser volver a compartir el - muy reducido- espacio con la persona que le había ocasionado tanto daño.

Akabane Karma fue
- y desgraciadamente era- el amor de su vida, no había ningúna duda de ello, habían compartido seis años de su vida hasta que sus sentimientos fueron opacados por los sucesos insoportables que debían vivir cada noche.

Peleas, gritos, golpes, celos sin control y relaciones sexuales para compensar los malos ratos; no había - y mucho menos tenía- duda de que si realmente quería seguir con la poca dignidad que tenía debía dejar aquella relación atrás.

"- Sigues estando tan hermoso como siempre. -Dijo, con la misma voz que lo hipnotizaba desde el momento dónde lo conoció- Pensé que te negarías a cenar conmigo.

- Lo hice, Karma. - Recordó con tono amargo al observar al pelirrojo que desgraciadamente le causaba suspiros aún- Lo llevo haciendo desde que me tienes encerrado en este maldito departamento.

- Vamos ratoncito.- Y ahí nuevamente pudo observar al Karma que había extrañado, al que se burlaba y le regalaba la sonrisa de ensueño - Este era nuestro lugar feliz ¿No lo recuerdas? ¿Cuánto trabajo nos costó pagar las rentas? ¿Cómo sacrificabamos nuestro tiempo de pareja para mantener esto?"

Por un momento volvió a recorrer el pequeño comedor donde se encontraban, claramente lo recordá - como si realmente esos momentos nunca se hubieran acabado-; todavía podía ver el pequeño comedor que compraron después de vivir un año ahí el cual solo contaba con cuatro sillas y que habían encontrado casualmente en rebaja.

Un suspiro escapó de sus labios al recordar, realmente si nunca hubieran terminado el estaría más que feliz -pero irónicamente demostraba lo contrario-, tal vez si nunca hubiera llegado esa noche solo tal vez Karma y él seguirían juntos.

"- Puedes comer ratoncito. - Dijo aquel hombre que le estaba robando su libertad mientras se servía una porción de verduras que se encontraba cerca- Se que te encanta el sushi.

- No tengo apetito. - Mintió al desviar la mirada a la venda que traía en el muslo izquierdo- Y honestamente los ingredientes me causan algo de desagrado."

La gran carcajada que retumbó entre las paredes hizo que se encogiera apenado en su lugar, se odiaba - literalmente- porque escuchar al demonio Akabane reír sinceramente aún le causaba la ola de electricidad recorrer su columna vertebral.

No podía evitar extrañarlo ¡Bendito infierno! ¿Quién no podría extrañar a ese hombre?

Karma era tan dominante, seguro, sádico, burlón y serio - cuando se lo proponía- que cualquiera se preocuparía por su salud mental al estar aferrado a él; pero en definitiva él conocía las facetas del pelirrojo que nadie más había visto.

Sabía su afán con la comida casera, al igual que su encantamiento con los programas policíacos que le demostraban que Akabane - por muy serio y loco que parezca- podía demostrar la emoción de un niño con un nuevo juguete al ver alguna serie que le gustará, sin olvidar que esos ojos cobre que todos tenían podían demostrar tranquilidad y paz; pero sobre todo eso él conocía algo que el mundo nunca podría ver - estaba completamente seguro de ello- y era la clara adoración que le juraba en cualquier momento de su relación.

Sabía que Karma, el demonio rojo como era conocido en sus años de estudiante, el burócrata más importante en esos momentos lo anhelaba tanto - o más- de lo que podía pensar.

"- Los ingredientes son los mejores, Nagisa. - Sonrió con toda la tranquilidad después de terminar el bocado que tenía en su boca- Fui yo el que selecciono cada uno de ellos, solo para darte lo mejor.

- Suena interesante. - Susurro con inseguridad al observar el plato delante de él- ¿Qué pescado es?

- ¿Pescado? - Río sin ganas al observar como la mirada de orbes zafiros se posaba en él- ¿Me crees idiota?"

« No » susurro su voz interior, aquella que le permitió huir hace un año después de que la persona que amaba lo apuñalara en el brazo y le gritará que no tenía salvación; aquella voz que le suplicaba en esos momentos que guardara silencio para encontrar una vía de escape.

"- Escuché que eras burócrata. - Soltó para olvidar la anterior pregunta- El mejor de hecho.

- Al parecer aún sigues interesado en mi. - Respondió dejando ver aquellos colmillos que sobresalían y le daban el toque de malicia natural- Si, fue sencillo estar casi en la cima de la juguetería solo debía mover los hilos a mi favor.

- Isogai me lo dijo. - Aclaró con seriedad al jugar con el alimento de su plato- Dices que esto es de calidad, ¿Quién es?"

La mirada de reproche que fue dirigida inmediatamente hizo que bajará la mirada enseguida, « Es tuya idiota » Se dijo a si mismo al sentir el ardor en la pierna izquierda; claro que lo sabía, lo supo desde el momento que vio la venda en su muslo esa mañana.

Karma lo pensaba devorar - literalmente- estaba cumpliendo una de las pocas cosas que lo hizo huir como el cobarde que era, por fin el demonio que alguna vez fue su pareja estaba seguro de ir comiéndolo poco a poco hasta que se estuvieran en el mismo cuerpo.

"- ¿Y esa cara, Nagisa? - Le cuestionó con diversión- No cariño, no es tuya.

- ¿Qué?

- ¿Me crees tan cabrón para lastimarte? ¿No te queda claro que te amo? - Respondió con aquellas preguntas que le arrebataron el aire- Te amo Nagisa, no tienes porque tenerme miedo."

¡Por supuesto que debía tener miedo! ¡Maldita sea!

Aunque estuviera suspirando por dentro mientras lo veía, suponía - más bien sabía- que el de ojos cobre nunca había tratado el transtorno que tenía; era claro que todas las señales que presentaba le aseguraban que lo único que hizo Karma en todos esos años fue aprender a controlarlo - o más bien ocultarlo -.

"- Kayano Kaede. - Soltó con seriedad el de ojos dorados al saborear el último bocado que tenía- Nos encontramos ayer y me contó que todos estaban buscándote.

- ¿Y piensas que me encontrarán? - Atacó con la poca valentía que aún tenía- Digo, estamos alejados de la ciudad y todos piensan que vives en un departamento de la gran avenida.

- Nadie sabe que Kayano me vio, así que no me preocupó.

- ¿Y no crees que sospeche de ti?

- No, por eso que tuve que deshacerme de ella."

El silencio volvió al igual que sus nervios, cuando Karma se deshacía de las personas era uno de los recuerdos que prefería olvidar; aún podía observar como el baño del lugar estaba lleno del líquido carmesí - y de herramientas quirúrgicas -, mientras que el pelirrojo guardaba en bolsas los pedazos del cuerpo para dejarlos en el refrigerador que tenían.

Sin mencionar como en lo que alguna vez denominaron cuarto de estudios estaban - o posiblemente seguían- las cabezas de las personas que desgraciadamente eran catalogadas como "problemas" para Akabane.

Con cierto temor reflejado en sus iris dirigió la mirada a lo que denominaba su comida favorita, aún podía ver la proteína bien cocida arriba de una capa de arroz cubierta con lo que parecía ser algas; lo entendía, sabía bien de quién era la carne que sobresalía cuando debía ser pescado.

Y aún así con suma delicadeza tomo el par de palillos y se llevó una pequeña ración a la boca - lamentándose internamente aún que no quería admitirlo-; con un poco de desagrado se tomó el tiempo de degustar lo que había sido preparado especialmente, el jugo que salía de la carne lograba que sus papilas se inundaran del grato sabor mientras que - ignorando la vista del contrarió- preparaba otro bocado.

"- Sabes. - Habló su contrario sin esperar respuesta- En todos estos años nunca saliste de mi mente.

- Y es por ello que en estos momentos debo decirte algo. - Sonrió mostrando sus característicos caninos empapados con sangre en las puntas- Fue una mierda cuando mandaste a la policía a buscarme."

La bocanada de aire que quiso tomar logró que se atragantara con el arroz que aún se tomaba - o más bien dicho intentaba- el placer de saborear, su vista se desvío rápidamente tratando de opacar la inseguridad de ser descubierto al igual que buscaba con desesperación la bebida para apasiguar la tos.

La fina copa que encontró lugar entre la vajilla fue tomada bruscamente para ser abandonada poco después, el metálico sabor característico de la sangre se apoderó rápidamente de su boca mientras intentaba escupir los restos de aquel líquido que recorría su propio cuerpo.

"- Vaya, no pensé que te desagradaría tanto tomar eso. - Mascullo el de ojos cobrizos antes de entregarle un pequeño vaso de agua- Y mucho menos pensé que te dejarías descubrir tan pronto.

- Lo... Lo siento, me tomaste por sorpresa. - Intento decir al recuperar el aire- Karma yo...

- Tú no me amas, nunca lo hiciste. - Afirmó con seriedad al sostener sus hombros con fuerza, logrando que un pequeño gemido de dolor saliera sin permiso- Pero está bien, te acostumbrarás a mi."

Sin poder articular alguna contestación sintió como una pequeña aguja atravesaba su piel mientras sentía como su cuerpo perdía las pocas fuerzas que aún tenía y por ello lo último que pudo ver fue esos ojos cobre viéndolo con - lo que nunca imagino- despreció.

La incomodidad en sus muñecas logro que despertara unas - quería suponer- ¿Horas? Después, los párpados le pesaban mientras sentía como algo espeso bajaba por sus piernas; no quería abrir los ojos, tenía pavor en ver lo que tenía delante de él.

"- Oh vamos Nagisa, abre tus bonitos ojos. - Ordenó con voz ronca su captor- Se que estás despierto, debes de tomar la responsabilidad de tus actos.

- No. - Logró responder intentando juntar sus piernas al mismo tiempo que apretaba aún más la piel que cubría sus iris zafiro- No quiero."

El fuerte grito de alguien hizo que inmediatamente se permitiera observar lo que temía, frente a él estaba un gran espejo con bordes dorados formando una enredadera de detalles que lograba - para su mala suerte - expandir su campo de visión.

Detrás de él, se encontraba una pila de cadáveres que reconocería a simple vista; los muchachos que le había costado ganarse al entrar a la institución donde ejercía su carrera se encontraban sin rastro de vida cubiertos por sangre y restos de lo que parecían ser órganos.

"- Pro... Profesor Shiota. - Musitó con esfuerzo la última persona con vida que era sostenido a un costado por su ex pareja - Lo... Lo sentimos.

- ¡No, Kai! ¡Karma suéltalo! - Imploró tratando de mover sus manos-"

La sorpresa en su rostro fue la causante de que una carcajada saliera de los labios de Akabane, estaba colgado del techo por unas cuerdas de un material extraño - tal vez cuero pero no tenía el tiempo para admirarlo- mientras que sangre estaba bajando por las suturas mal hechas debido a los pedazos de carne que le faltaban en los muslos.

"- Bien, bien Kai. - Escuchó a Akabane con su clásico tono burlón- Ahora saben porque no debían buscar a Nagisa.

- Bas... Bastardo. - Balbuceó su preciado alumno intentando tomar la mano del pelirrojo-

- Hasta pronto Kai."

Las lágrimas que empapaban sus mejillas empezaron a fluir sin saber el porque, tal vez el dolor que empezaba a sentir por la falta de algunos trozos de su cuerpo o tal vez por observar como su último alumno era degollado por el demonio rojo.

"- Tan lindo hasta cuándo lloras. - Soltó con ternura Karma al observarlo en el reflejó- No te preocupes por ellos ratoncito, pronto los tendrás como un recuerdo ¡Serán nuestra cena hasta que estemos satisfechos! Bueno en realidad serán la tuya porque yo tendré algo mejor.

- ¡Estás loco Karma! ¡Completamente loco! - Grito con desesperación al sentir como sus mejillas estaban empapadas y la mirada de deseo del contrarió estaba clavada en él- ¡NO TENÍAS PORQUE HACERLO!

- ¡Je! Que gracioso Nagisa. - Respondió con indiferencia al acercarse por detrás- Claramente estoy loco, por ti ratoncito."

El fuerte dolor hizo que las lágrimas bajarán con más ferocidad mientras intentaba que las fuertes manos de Akabane lo soltaran, se sentía indefenso, despavorido y sobre todo culpable.

La limerencia del pelirrojo sería su fin y estaba seguro que este no llegaría tan rápido como quería, solo imploraba que en algún momento alguna fuerza divina se apiadará de él.

Porque estaba seguro que Akabane Karma, el demonio rojo, apenas empezaba su infierno.

Hola, hola personitas ❤️.

¿Cómo se encuentran el día de hoy?

Bueno, ya no tengo nada que decir jajaja solo espero que les guste el OS.

Por cierto la limerencia es una enfermedad mental, es una obsesión por ser correspondido por la persona "amada".

Si se trata obviamente tiene cura pero normalmente los casos que no tienden a acabar así.

Muchas gracias por leer y seguir aquí ❤️.

Nos vemos en la siguiente actualización 😜.

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