⠀⠀004⠀ ▌who is sudoll?
IV. ¿quién es sudoll?
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Tres días en esa sofocante casa. Tres días y ya se había hecho muy buena amiga de Percy Weasley, de sus hermanos e incluso, se había ganado el cariño de los señores Weasley y de la familia Potter, pero todavía no había logrado conseguir que Jeffrey Prewett se abriera con ella, seguía siendo igual que el primer día que se conocieron, aunque ya no parecía importarle mucho lo de sus padres.
Hasta él hacía bromas al respecto, Kendall supuso que era a causa del trauma, la gente suele sobrellevarlos a su manera ¿No?
── Hola cariño ── saludó Molly, amorosa ──, ¿me harías un favor? Le llegó una carta a Jeffrey, pero debe de estar repasando alguna estrategia de Quidditch, así que está muy concentrado, no ha de haberme escuchado. ¿Podrías ir a dejársela?
── Claro ── sonrió la francesa, sabiendo solo en tres días que hacer eso era como cavar su tumba, pero era incapaz de negarse a Molly Weasley. Tenía un poder de convencimiento, quizás era manipulación, no sabría diferenciarlo, pero, de todas formas, ya se encontraba subiendo por las peligrosas escaleras de la casa.
No suponía un problema ir hacía la habitación de Jeff, al fin y al cabo, era la misma en la cual ella dormía porque no había más espacios en la enorme casa de los Weasley. Era dormir con los dos chicos de su edad o ir al jardín con los malditos gnomos que los gemelos junto a Ron debían ahuyentar.
Kendall no era una entrometida, pero sí una curiosa por naturaleza. Solamente observó lo escrito detrás del sobre, el remitente y el destinatario. Por supuesto que este último era Jeff, pero la persona que había enviado la carta era a quien el chico había mencionado el primer día que se conocieron, un o una tal Sudoll; solo el apellido, ningún nombre o apodo afectuoso que se pudiera reconocer, y eso le generaba aún más curiosidad a la francesa.
Sus pasos se detuvieron frente a la puerta de la habitación que ahora, por un tiempo indefinido, era también suya. No hubo necesidad de golpear, ella ya sabía quién estaba dentro, así que solo giró el picaporte y pasó.
El lado de Percy estaba impoluto, era extraño para un chico de catorce años a finales de los años 80, pero, ¿a Kendall qué le importaba eso? Si su lado estaba igual, e incluso peor que el de Jeffrey Prewett.
── ¿Nadie te enseñó a tocar la maldita puerta? Creí que en Francia educaban bien a las personas, siempre con sus modales y sus...
── ¿Quién es Sudoll? ── directo al grano, siempre tan prudente.
Jeffrey se tensó, dejando de lado sus pergaminos con estrategias de Quidditch y alguna que otra materia que le costaba entender.
── ¿A ti qué te importa? ¿Cómo sabes de ella? ── no recordaba que él mismo había mencionado algo relacionado tres días atrás.
── Bueno, tu tía me dijo que recibiste una carta y me mandó a entregártela, en el sobre salía su...
── ¡Dame eso! ── ordenó el chico arrebatándole la carta, estaba incómodo y algo enojado ── ¡Dime que no leíste nada!
Kendall no se percató del momento en el que Jeff se había levantado de la cama y le quitó el sobre de las manos con violencia. Eso la dejó perpleja, pero no se mostró débil, incluso cuando le tembló la voz.
── No, yo no lo hice... ni siquiera está abierta, solo vi por casualidad el nombre de quién la envió.
── Ella nunca pone su nombre ── susurró, más para sí mismo que para ella ── ¿Podrías salir? Vuelve después, o nunca, no sé y no toques nada que no sea tuyo, intrusa.
── ¡Solo hice lo que la señora Weasley me pidió!
── Genial ── se burló, pero tan pronto como sonrió con sorna, enserió su rostro ──. Regla número uno, nunca hagas nada de lo que esa manipuladora te diga. Es desagradable, me encantaría irme a vivir con el hermano de mi mamá.
Claro, el señor Potter.
── Entiendo, solo quería ayudar.
── Gracias ── farfulló y añadió no muy seguro de sus propias palabras ──. Lo siento... ya sabes, por mi reacción.
Quizás Kendall nunca entienda a Jeffrey Prewett del todo.
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