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Jongin caminaba a la derecha de Yixing, llevando en sus manos un ramo de flores un poco tosco o eso había dicho su amigo y él solo le dijo que lo que realmente importaba era la intención y que además tuvo que cortar las margaritas del jardín de su madre, con prisa, para que no lo castigara.

Aquel ramo de flores que se mantenían juntas, gracias a una cinta azul que el muchachito había tomado del tocador de su hermana, era para una persona especial, una a la que el chico denominaba en secreto su ángel, aunque en realidad no era un dato tan secreto porque Sehun sabía que el mejor amigo de su pequeño hermano Yixing lo llamaba así y no le molestaba, al contrario, le parecía muy tierno que el pequeño Jongin lo hubiera escogido como su primer "amor". Tambien encontraba extremadamente adorable como el chico de 11 años no podía disimular sus sentimientos. Sin embargo, lo que Sehun creía que era solo una atracción típica y temporal de un preadolescente no era solo eso.

Jongin solía llamar al mayor en secreto, en verdadero secreto, su primero y último porque quería que Sehun fuera su primer y último amor.

—¿Sabes qué hace que tu ramo de flores se vea aún más tosco? —le preguntó Yixing cuando doblaron en la esquina de la calle.

Jongin apretó un poco el ramo y suspiró.

—¿Qué cosa?

—Tus dedos todos cubiertos con banditas alrededor de él.

El chico hizo un mohín y observó sus dedos; se los había lastimado cuando sacaba las flores y había tenido que ponerse un montón de banditas para que le dejaran de doler, para que estuvieran más bonitos para Sehun y no se preocupara por él, además a Jongin no le molestaba tener los dedos un poco lastimados por Sehun, él sabía que cuando viera la sonrisa de su ángel dejaría de sentir hasta las piernas y su pecho se inflaría de felicidad.

—Cállate, Yixing.

—Ya no me debes llamar nunca más de esa forma —le dijo su amigo y Jongin se preguntó si un bicho raro lo había picado o si muchos bichos raros lo habían picado.

—Pero ese es tu nombre.

—Lo sé, pero después de hoy deberás llamarme cuñado, porque mi hermano de seguro te regala un beso después de ver tu ramo de flores tosco.

Jongin se sonrojó completamente.

—¿Tú crees eso de verdad? —le preguntó esperanzado.

—Pues claro, a mí me pareces la mejor persona para mi hermano —Yixing se encargó de alimentar las esperanzas de Jongin sin querer, pero es que el niño era así, un poco torpe—. Cuando le vayas a dar el ramo de flores sonríe mucho para que no se fije en otra cosa, como tus dedos.

El enamorado asintió y levantó la mirada para luego morderse los labio. Ya estaban frente a la casa de Yixing, lo que significaba que ya era hora de entregarle a Sehun su regalo de San Valentín.

Su amigo pasó un brazo por sus hombros e hizo que lo mirara.

—Le va a gustar tu regalo, Sehun aprecia los pequeños detalles. —Y dicho eso ambos comenzaron a caminar hacia el interior de la casa.

El corazón de Jongin latía más rápido que de costumbre y aunque sabía que eso era normal al estar cerca de Sehun, esta vez otra sensación lo acompañaba, una incomodidad en su estómago y en la garganta, como si algo malo le fuera a pasar.

Y algo malo, en efecto, le pasó.

Al entrar a la casa y dirigirse a la sala de entretenimiento donde el adolescente hermano de Yixing siempre solía estar jugando videojuegos, Jongin, presenció algo que hizo que un enorme nudo se formara en su garganta.

En el gigante y cómodo sofá, donde muchas veces Sehun, Yixing y él habían jugado videojuegos, estaba el mayor compartiendo una manta con otro chico de su edad, de cabello rosa chicle, y se estaban besando.

Jongin experimentó por primera vez una de las sensaciones más horribles de la vida, que te rompan el corazón. Y se quedó callado mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y a su lado Yixing se ponía rígido.

—¡Le voy a decir a mamá! —vociferó Yixing apuntando a Sehun mientras Jongin se iba corriendo a quién sabe dónde.

Sehun se separó del chico con el que estaba compartiendo el día de San Valentín y observó sorprendido y algo asustado a su hermano menor.

—Xing, n-no le pu-puedes decir a mamá que estaba solo con m-mi novio en la casa.

El hermanito ladeó su cabeza confundido y observó a Luhan.

—Yo creía que era solo tu amigo.

—Primero eramos solo amigos.

Yixing asintió aún confundido—. De todas formas yo no te iba a acusar por eso.

—¿A-ah no? —Ahora el confundido era Sehun—. ¿Entonces por qué?

—Por romperle el corazón a mi mejor amigo —dijo molesto—, le voy a pedir a mamá que te castigue por romper el corazón de Jongin.

—No lo pueden castigar por eso —dijo Luhan, que obviamente estaba molesto por la interrupción.

Sin prestar atención a lo que dijo el de cabellos rosas, Sehun se levantó del sofá—. ¿A qué te refieres con eso de que le rompí el corazón a Jongin? —le preguntó a su hermano menor.

—Él se fue corriendo cuando los observó besarse porque te venía a entregar un regalo de San Valentín —le confesó—, y además ¡Yo no quiero que estés con Luhan! —agregó, ofendiendo al extranjero.

—Ese niño solo tiene 11 años, no seas tonto —dijo Luhan molestando a Sehun.

—Yah, Luhan —exclamó—, vuelvo en un minuto.

Sehun salió de la sala arrastrando por el brazo al pequeño, quien se negaba a mirarlo porque aún no podía creer que a su hermano mayor gustara más de Luhan que de Jongin.

Aunque Yixing tenga solo once años, piensa como un niño de siete todavía.

—¿Dónde está Jongin? —preguntó el mayor y Yixing se llevó un dedo a los labios pidiendo silencio y entonces Sehun escuchó.

Alguien lloraba en la entrada de la casa.

Yixing observó el malestar en la cara de su hermano y retiró el dedo de su boca—. Supongo que ya sabes donde está.

Sehun caminó hasta la entrada de su hogar y cuando cruzó la puerta lo primero que pudo observar fue la espalda de Jongin, un poco pequeña para la edad que tenía, subiendo y bajando porque estaba llorando. El corazón de Sehun se rompió un poco porque el pequeño se quejaba con mucho sentimiento. Sus sollozos eran insoportables, no porque fueran ruidosos, sino porque le rompían el corazón a Sehun.

El mayor tomó asiento a su lado y Jongin ni siquiera lo notó, estaba abrazado a su ramo de flores mientras lloraba con el rostro hundido en ellas, bañandolas así con sus lágrimas.

Sehun suspiró y pasó un brazo por la espalda de Jongin, haciendo que el pequeño notara su presencia. El menor miró a Sehun por unos segundos sin llorar y después el mayor observó como sus ojos se llenaban de lágrimas otra vez, así que lo abrazó y dejó que Jongin llorara en su pecho. Lo único que realmente Sehun podía hacer para que el mejor amigo de su hermano se sintiera mejor, era acariciar su espalda.

—¿Podemos hablar? —preguntó Sehun en un tono tan bajo que era casi como un susurro.

Jongin se separó del cuerpo del mayor y limpió un poco sus mejillas mojaditas—. S-sí.

—¿Por qué no me has entregado las flores?

Jognin bajó la vista hacia su ramo, lo había arruinado.

—Lo arruiné y además no lo quieres.

Sehun colocó la sonrisa que a Jongin tanto le gustaba, esa que también hacía que sus ojos sonrieran.

—Yo quiero las flores —confesó Sehun—, Y me parece que todavía están hermosas, aunque seguro no sabes la razón.

Jongin negó.

—Porque me las está dando uno de los niños más preciosos que conozco —dijo tomando el ramo de flores—, un niño que no debe llorar por mí.

—Pero yo lloro porque te quiero mucho.

—Eso no tiene sentido pequeño.

—Te quiero tanto que mi corazón se llenó de amor y se rompió... Porque no encontró una salida, porque que tú no me quieres —Jongin dejó de observar el rostro de Sehun—, tú quieres a el chico con cabello de chicle.

Sehun estudió al pequeño por unos segundos, tomó una de sus manos y acarició los pequeños rasguños que no pudo cubrir con banditas.

—Soy muy grande para tí, para ser tu primer amor, y no merezco que me ames con la pureza de un niño porque no te puedo corresponder —le dijo al menor y luego besó la mano que había tomado—. Cuando seas grande podrás encontrar a alguien de tu edad que te quiera.

—Pero tú eres mi primer y último amor —dijo Jongin triste—,yo lo sé.

—Eres muy pequeño para saber esas cosas.

—Pero lo sé... con todo mi corazón yo lo sé, que eres mi primer y último amor.

Lo que dijo al final Jongin fue susurrado tan bajo, que no llegó a los oídos de Sehun, quien sólo se dedicó a oler las margaritas.

Al verlo Jongin solo pensó en que podía estar años entregándole flores a Sehun para observar como las olía, porque se veía hermoso, más bonito que las mismas flores y se veía natural y puro, mucho más que la naturaleza de las margaritas que cortó para él.

El pequeño se hizo la promesa muda de regalarle cada año a Sehun un ramo de flores por el día de San Valentín.

(...)

La promesa de Jongin no fue una promesa vacía, la cumplió al año siguiente  cuando todavía estaba muy enamorado de Sehun, lo hizo aunque el mayor tuviera novio aún y Sehun las aceptó porque pensaba en que Jongin solo tenía 12 años, que todavía era un niño que creía estar enamorado de él.

Cuando tenía 13 años Jongin volvió a cortar flores para Sehun, sin lastimarse los dedos esa vez y sin hacer que el ramo se viera tosco. No se las entregó personalmente porque Sehun no estaba en su casa esa vez, estaba en casa de Luhan y a Jongin le dolió el corazón solo un poco al saber aquello, porque ya tenía la edad suficiente para imaginarse lo que un Sehun de 17 años estaba haciendo en casa de su novio ese día especial. Ese año dejó las flores en el escritorio de Sehun con ayuda de Yixing, quien le concedió el permiso para entrar al cuarto de su hermano, aunque no tuviera derecho para hacerlo realmente.

Eventualmente Jongin dejó de exteriorizar sus sentimientos por Sehun. Había madurado un poco, así que el mayor pensó que lo estaba superado por fin, pero ese año, el año en que Sehun cumplió 18, encontró fuera de su ventana un ramo de margaritas perfecto.

Un 14 de febrero Jongin subió por una vieja escalera de madera hasta la ventana de Sehun, porque las promesas no se rompen y él tenía que obsequiar margaritas a su ángel, a su único ángel.

El transcurso de todo ese año fue diferente, se sintió más largo para ambos chicos. Sehun comenzó la universidad y dejó a Luhan. Estuvo mal durante todo ese año, comenzar una nueva etapa le había resultado difícil.

La historia de Jongin era distinta. Podemos decir que ese año en su jardín no crecieron margaritas porque su madre murió y él nunca aprendió nada sobre jardinería. Aprendió a llorar días sin parar y a engañarse haciéndose amar a un Kyungsoo, quién le dio seguridad en sus tiempos difíciles. Jongin confundió su sentimiento de sentirse protegido con amor e hizo sufrir a un chico que solo lo ayudó y un triste 14 de febrero Kyungsoo lo dejó y Jongin corrió en medio de la noche con un dibujo de margaritas para dejarlo en el buzón de la casa de Sehun, porque lo que siempre ha contado es la intención y técnicamente no rompió su promesa, le obsequió margaritas a Sehun. Lo hacía sentirse extrañamente mejor el simple hecho de llevarle flores, era lo único que seguía siendo igual en su vida.

Para cuando Jongin cumplió 16 años Sehun lo comenzó a contemplar de otra forma. Yixing y Jongin habían crecido mucho, y este último se convirtió en el chico con el que cualquiera quería salir, por su personalidad, por su atractivo, por su todo. Su presencia ya no pasaba desapercibida para nadie, mucho menos para Sehun, que tenía que ver al adolescente casi a diario porque él y Yixing seguían siendo tan amigos como siempre.

Sehun el veinteañero, el que estudiaba en una universidad rodeado de chicos lindos y de su edad, el chico que rechazó al mejor amigo de su hermano cuando este era un niño, ese chico comenzó a soñar con el adolescente Jongin y cuando hablaba con el menor, cuando jugaba junto a él y su hermano, se sentía incómodo y abrumado por su presencia pero a la vez quería seguir a su lado. Sehun se dedicó muchas horas a pensar en Jongin y luego se convenció de que sólo necesitaba comenzar a salir con otras personas porque había pasado mucho tiempo solo. Se convenció de que todos sus sueños con Jongin no eran más que una reacción ridícula de su cuerpo ante necesidades primitivas.

Ese año cabe destacar que Sehun le agradeció a Jongin por las flores más veces de las que eran necesarias. Se sentía feliz de que las pudo recibir en persona como hizo años atrás, y ese año Jongin se volvió a sentir pequeño frente a Sehun, como un niño enamorado por primera vez y dejó de recordar la sensación de tener el corazón roto, de tener muchas partes en su interior rotas que no se podían curar.

— Cada año se vuelven más bonitas las flores —le había dicho Sehun.

— Es que este año las tuve que comprar en una floristería. Mi jardín murió hace un tiempo.

A Sehun le dieron unas ganas tremendas de abrazar a Jongin cuando dijo eso, pero lo pensó demasiado y ya el chico no estaba frente a él, solo podía escuchar su risa bajando por las escaleras.

Y todo el año que siguió escuchó la risa de Jongin por su casa y durante todo el año el menor se quedó en su casa más seguido. Yixing y Jongin salieron a más fiestas de las que debían y era Sehun quien los ayudaba a entrar por la ventana y era él quien lograba que no cayeran por las escaleras, era el que conducía en medio de la madrugada para recogerlos y asegurarse de que estuvieran bien.

Pero una noche Yixing no llamó a Sehun porque él estaba dormido en su habitación tan tranquilo y sereno como siempre. Esa noche fue Jongin, ese 14 de febrero a las 2 am a Sehun lo llamó Jongin y le rogó que lo recogiera y que no despertara a Yixing. Jongin le suplicó a Sehun para que no le preguntara la razón de su llanto.

Sehun salió en calcetines y en pijama a encender su carro para encontrar a Jongin. Lo buscó en una gigante casa en la que había demasiados adolescentes y el mayor lo tomó con ambos brazos cuando lo encontró echado en una cama de una habitación con poca ropa. Lo metió en su carro como pudo y lloró todo el camino mientras observaba a Jongin por el retrovisor, porque tenía un ojo morado y el labio roto.

No lo llevó a su casa esa madrugada. Simplemente manejó hasta alejarse de la ciudad y del alboroto. Condujo hasta que estuvo agotado y se salió de la carretera para llorar sobre su volante, sin entender por qué no podía dejar de llorar. No sabía reconocer que era ese sentimiento tan desgarrador que crecía en su pecho cada vez que veía a Jongin lastimado y no entendió que fue esa alegría desesperada que inundó su cuerpo cuando observó que el menor despertaba.

El menor estaba desorientado, hasta que observó a Sehun y se obligó a formular unas palabras—. L-lo siento... Realmente lo siento —dijo y después comenzó a llorar.

Sehun pasó del puesto del conductor a los asiento traseros, junto a Jongin y colocó un brazo por su espalda, como había hecho aquella vez cuando tenía once años y lloró porque lo encontró con Luhan. El mayor acarició la espalda del moreno hasta que este dejó de llorar un poco.

—¿Quién te hizo esto? ¿Te hicieron... Algo más? —preguntó asustado Sehun.

—Todo lo que me hicieron me lo merecía.

Sehun tomó con su otra mano la barbilla de Jongin y lo obligó a mirarlo— ¿Qué te hicieron? —preguntó firme.

—Me acosté con Kyungsoo —dijo Jongin arrepentido—, Y no me obligó —le aclaró al mayor—, pero yo lo use otra vez y le di esperanzas y cuando me preguntó si quería intentar algo con él otra vez le dije que no lo quería, que acostarnos había sido un error, le dije que lo use y entonces lloró y me golpeó. —Narró adolorido, con la voz amoetiguada—. Y me lo merezco y merezco un montón de cosas malas por usar a alguien, por dejar morir el jardín de mi madre, por desobedecer a mi padre, por salir de fiesta casi cada noche, por probar cada cosa mala que me ofrecen en las fiestas, no sé que me sucede —dijo golpeándose las rodillas sin mucha fuerza.

Pero Sehun sí sabía y para ese momento ya había comprendido que le sucedía con respecto a Jongin y por eso lo besó, porque ese 14 de febrero le tocaba a él hacer una promesa.

—Déjame cuidar de ti, ya te has cuidado mucho tiempo solo. —Expresó Sehun cuando se separó de sus labios—. Dame la oportunidad de aconsejarte, déjame estar a tu lado, puedo tratar de revivir al niño dentro de ti.

Los ojos de Jongin estaban aguados, pero podías ver un pequeño destello de esperanza en ellos ahora.

—Deja que yo te compre las margaritas a partir de ahora, después cuando ambos estemos bien trabajaremos en tu jardín y en devolverle el brillo a tus ojos por completo —ofreció con esperanza el mayor—, yo quiero cuidar de ti y ya no hacen falta más años para darme cuenta de que eres el chico más hermoso que alguna vez conocí y quiero que sigas siendo justo así, por eso prometo sostener tu mano y ayudarte, prometo quererte de la misma forma en que me quisiste a mi.

—Todavía te quiero —dijo por fin Jongin secando sus lágrimas—. Eres mi primero y último, la única a persona a la que le confiaría mi corazón —y entonces Jongin fue el que tomó la iniciativa y estampó sus labios en los del mayor.

Se aferró a Sehun, dejó de esconder todos sus miedos sobre aquellos labios y Jongin prometió nunca decepcionarlo.

La promesa de las margaritas había acabado, Sehun tenía hermosas flores para Jongin en mente y tal vez había una promesa más grande que cualquiera que pudiera salir de sus labios.

¿Cuidarse? No se sabe muy bien, pero es algo tan grande como darse cuenta de que estan enamorados.










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