Capítulo octavo
VIII
Taehyung abrió los ojos esa mañana con una extraña sensación en el pecho, la misma que tuvo cuando se enteró que Anna Martin había sido internada en la parroquia del pueblo. La noticia le había llegado a la mañana siguiente, luego de haber estado con ella durante la tarde y haber encontrado aquel cuerpo en el bosque, y lo cierto es que no había entendido la vaga explicación que los Martin habían dado acerca de lo sucedido.
¿Qué tenía que ver Anna con todo lo que estaba ocurriendo en el pueblo? Los asesinatos no tenían absolutamente nada que ver con ella, o eso era lo que pensaba Taehyung.
Aun así, no había logrado quitarse la sensación extraña en el pecho por un par de días, aquella sensación de que algo no estaba del todo bien. Aunque todavía no sabía de qué se trataba y sentía que eso estaba volviéndolo loco.
Y cuando la sensación pareció haberse marchado, volvió esa misma mañana apenas había abierto los ojos, a pesar de que todo parecía normal. La luz entraba por la ventana al igual que todas las mañanas, sus pertenencias se encontraban donde él mismo las había dejado y el olor del desayuno se colaba hacia su habitación tal cual todos los días. Se apresuró a levantarse, convenciéndose a sí mismo que no eran más que confabulaciones que su propia cabeza estaba creando para ponerlo nervioso, y bajó las escaleras en dirección al comedor.
No podía decirse que la familia Kim tuviese carencias, eran los dueños de la casa más grande del pueblo, de dos plantas y un montón de habitaciones, y su propiedad además constaba de una granja, un establo y un extenso jardín. De una u otra manera, eran los más respetados del pueblo y por esa misma razón Taehyung había tenido varias propuestas de compromiso durante toda su vida, propuestas que sus padres rechazaron una y otra vez.
Lo cierto era que no tenía idea del por qué sus progenitores finalmente se habían fijado en Anna Martin, pues no estaban ni cerca de tener una situación económica similar a la suya, pero sí supo que apenas él notó su existencia la quiso.
Tomó una uva verde del gran racimo que había sobre la mesa y se lo llevó a la boca mientras tomaba asiento a un lado de su padre. Su madre se mostraba taciturna, mucho más de lo normal, con la mirada perdida sobre el plato que tenía enfrente, algo que terminó por llamarle la atención, pues ella solía opinar muy poco en las conversaciones, pero aun así ponía bastante atención.
—Tenemos buenas noticias, hijo —dijo de pronto su padre.
Taehyung levantó las cejas mientras se llevaba un trozo de pan a la boca.
¿Qué podría significar una buena noticia para él? Realmente lo único que le importaba era el bienestar de Anna.
—Samuel Martin me ha informado esta mañana que ya tienen en su poder la dote de Anna.
El chico casi se atragantó al escuchar aquello. No era que no quisiera casarse con Anna, lo deseaba profundamente, pero no lograba comprender cómo había sido que los Martin se vieron capaces de comprar una vaca en tan poco tiempo.
—Creí que estaba pronosticado que ese asunto estaría listo en un par de meses —respondió después de aclararse la garganta.
Su padre se encogió de hombros, restándole importancia.
—Me ha sorprendido tanto como a ti.
—Entonces..., ¿cuándo será la boda?
Cuando terminó de pronunciar la última palabra notó cómo el cuerpo de su madre parecía encogerse y Taehyung entendió la razón de su estado matutino. Él había sido el único hijo de los Kim y eso había traído una consecuencia en el actuar de su madre: sobreprotección. Taehyung sabía que había tenido, al menos, cuatro hermanos mayores y dos menores, incluso hasta tenía un vago recuerdo de haber visto embrazada a su madre, pero ninguno de los bebés había logrado sobrevivir, a excepción de él.
Ella no quería que su hijo se casara.
—Mañana.
Su corazón pegó un salto e inevitablemente se dibujó una sonrisa en su rostro. Olvidó por completo la desagradable sensación con la que había despertado porque la necesidad de ver a Anna se había apoderado de su ser. Se puso de pie rápidamente y corrió hacia el establo para sacar a su caballo, solo así llegaría rápido a la casa de los Martin.
Sólo podía pensar en una cosa: su futura vida con Anna. Se la imaginaba vestida de novia, despeinada por las mañanas, cocinando para él e incluso llevando a su hijo en el vientre. Su estómago cosquilleó al imaginarla de esa manera.
Ese era el rumbo que quería que su vida tuviera y se encargaría de lograrlo.
Bajó del caballo con rapidez y tocó con insistencia la puerta de la residencia de los Martin, recibiendo a cambio una expresión molesta de Olivia, quien le recibió con expresión de fastidio.
—Señor Kim —dijo con una sonrisa, fingiendo que no le había molestado el empeño que le había puesto a golpear la puerta—, ¿en qué puedo ayudarle? No pensé verlo por aquí hoy...
—¿Está la señorita Anna?
La mujer pestañeó, por un momento siendo incapaz de seguir cubriendo su molestia con una falsa sonrisa y es que Taehyung había sido un maleducado por ni siquiera haberla saludado.
—Anna todavía sigue en la parroquia.
Anna soltó un jadeo apenas escuchó la noticia:
—Alguien ha donado una vaca a tu padre, así que te casarás mañana.
Esas habían sido las palabras que salieron de la boca del Padre Jungkook esa mañana mientras Anna desayunaba. Él, al igual que los días anteriores, no había comido junto a ella, pero se aseguraba de que la muchacha se alimentase como correspondía.
La noticia le había llegado tan repentinamente que ni siquiera tuvo tiempo de recomponerse cuando ya se encontraba en casa poniéndose el vestido blanco que había utilizado su madre en su propia boda. Estaba confundida, pues casarse había sido el motivo de emoción diario, pero a la vez no quería volver a casa.
En realidad, no quería dejar la parroquia. No quería dejar al Padre Jungkook.
Pero no fue capaz de decírselo, simplemente se había quedado muda mientras terminaba de comer y luego se había marchado a su habitación ya que él estaría ocupado durante la mayor parte de la mañana.
Aquella noche él no había vuelto cuando Anna se quedó dormida, lo que la dejó con un sabor amargo en la boca.
Olivia terminó ajustar las cintas que sostenían el vestido en el cuerpo de Anna y tomó el velo para ponerlo sobre la cabeza de su hija.
—Deberías tener una sonrisa en el rostro, Anna —murmuró, acomodando la tela traslúcida para que le tapara la cara.
Ella bajó la vista. El vestido no le quedaba del todo bien y no hubo tiempo siquiera de poder hacerle un par de arreglos, pero aun así sentía que le lucía bien. Era un vestido sencillo, lo único que su familia materna había podido costear con los pocos bienes que tenían, pero Olivia se había encargado de mantenerlo de la mejor manera posible para su hija. El blanco de la tela parecía casi intacto, haciéndolo lucir más decente de lo que la chica hubiese imaginado.
—Creo que no me siento feliz, madre.
—¿Quién dice que debes estar feliz? —Le respondió bruscamente mientras le tendía el pequeño ramo de flores—. Un matrimonio no es motivo de felicidad, Anna, pero deberías tener una sonrisa en el rostro al saber que no morirás de hambre. Con los Kim nunca te faltará nada.
La chica recibió el ramo y lo sostuvo con fuerza. Eso no era lo que ella había pensado que debía sentir con respecto al matrimonio, creyó que se sentiría todavía más ilusionada y que durante su compromiso.
Pero no podía dejar de pensar en el Padre Jungkook ni podía tampoco entender por qué la había dejado la última noche que pudieron estar juntos.
Dio un último suspiro antes de salir en dirección a la parroquia. Todos en el pueblo sabían que ese día se llevaría a cabo su boda, por lo que todos quienes no habían sido invitados se aglomeraron en los caminos de tierra para ver pasar a Anna, la extraña hija de los Martin, que se casaría con el joven más cotizado del pueblo. Probablemente se trataba del evento más grandioso que sucedería en mucho tiempo y aquello fue capaz de eclipsar cada uno de los extraños asesinatos que habían ocurrido días atrás.
Cuando Anna entró a la parroquia todos se pusieron de pie. Ambas familias habían acordado una boda discreta, por lo que menos de la mitad de los bancos estaba ocupado con invitados que en ese momento observaban a la muchacha caminar con calma hacia el altar junto a su padre. Pero los ojos de Anna no pusieron atención a nadie, aun sabiendo que muchos la miraban mal, ni siquiera le dedicaron un segundo de atención a su futuro esposo. Estaban fijos en el párroco que se había puesto un hábito nuevo y la observaba de vuelta con la misma intensidad.
Cómo le hubiese encantado unirse en santo matrimonio con el Padre Jungkook.
Se vio obligada a desviar la mirada cuando llegó al frente y su padre la entregó a Taehyung. Sintió que se quedaba sin aire. Él lucía impecable, de la misma manera que lo había imaginado durante meses, y se veía todavía más guapo que de costumbre, lo que le hizo revivir toda aquella emoción que había estado sintiendo hasta días atrás.
Sentía cosas cuando miraba a Taehyung y se sentía totalmente afortunada de que la familia Kim la hubiese elegido a ella como la esposa de su único hijo.
Se atrevió a dedicarle una pequeña sonrisa cuando sus ojos se encontraron y sus manos pudieron tomarse sin que estuviera prohibido. Él le sostuvo la mirada y Anna supo que nadie jamás la había observado de esa manera que incluso llegaba a provocarle mariposas en el estómago.
—Y tú, Anna, ¿tomas a Taehyung como tu legítimo esposo para amarle, honrarle y serle fiel en toda circunstancia...?
La voz del Padre Jungkook pareció apagarse mientras Anna volvía a fijar su atención en él, pero realmente había sido ella quien dejó de escucharle luego de esa última frase.
Ya había sido infiel a Taehyung durante su compromiso.
—Sí, acepto —respondió cuando vio que el sacerdote dejó de mover los labios.
No había sido más que un instante en el que su mirada se había cruzado con los ojos oscuros del Padre y por su mente pasaron todas las cosas que habían hecho las últimas noches. Anna había seguido acudiendo a la habitación del párroco y se había dejado llevar por la lujuria y el placer, casi de manera sagrada.
Su vientre se retorció al recordar cómo se había sentido, pues cada noche había sido mejor que la anterior y había hecho cosas que jamás hubiese imaginado que se podían hacer.
E incluso el mismísimo Padre le había aclarado que todavía faltaban más cosas por realizar, pero que lo dejarían para cuando ya se encontrara casada.
—Por la autoridad de la Santa Iglesia y en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, los declaro marido y mujer. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Lo último retumbó como un eco en el interior de Anna, aunque tuvo que fingir que nada sucedía, pues el Padre acababa de dar la bendición final y todo el mundo comenzaba a levantarse para dirigirse a la pequeña fiesta de celebración que realizarían en honor a la nueva unión entre Anna y Taehyung.
Se colgó del brazo de su nuevo esposo y dejó que la guiara porque la chica sintió haber olvidado cómo caminar por su propia cuenta. Antes de que Taehyung la introdujera en la pequeña multitud de invitados que se habían aglomerado para felicitarlos, Anna se volteó a ver al Padre Jungkook, quien también se acercaba a ellos con paso calmado y recordó algo que él le había dicho durante el desayuno del día anterior:
—No te preocupes, Anna, podrás venir a verme cuando quieras. Nadie puede prohibirle a un fiel que acuda a su hogar.
Y ella supo que él tenía razón porque definitivamente volvería.
Uuuh hay muchas preguntas inconclusas aquí. Quién habrá donado la vaca a los Martin para que Anna se casara? Quién es el que anda detrás de los asesinatos y qué quiere lograr? Podrá volver Anna con JK y serle infiel a Tae? Y otras que no voy a decir porque son spoiler jiji
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