✠ 6 ✠
[ 1:6 ]
Taehyung ni siquiera se inmuta cuando me siento junto a él, en el suelo. Él continúa dibujando, sin darme ni una sola mirada desde que salgo del baño. Me aclaro la garganta de forma exagerada, logrando por fin que el lápiz se quede flotando sobre el final del último trazo. Con cada detalle que plasma sobre el dibujo, mis dudas se aclaran: Me está dibujando a mí.
—¿Te gusta dibujar? —pregunto, aún cuando es la cosa más evidente del universo, porque quiero hablar más con él. Taehyung saca la punta de su lengua a través sus labios sellados y se golpea la nariz con la punta del lápiz unas cuantas veces. Es un demonio, pero vaya que es uno adorable.
—No hay mucho que puedas hacer aquí, y esto es lo único que pude meter dentro del cuarto sin que Pusset lo note —levanta el lápiz y el cuaderno, dos piezas de contrabando. Río un poco, porque luce como si estuviera hablando de drogas—. Ni siquiera pude traer un borrador. Así de grave es la situación.
—Así que... dibujas como una forma de distracción de este infierno, básicamente —lo miro de reojo—. ¿No lo haces afuera?
—Casi nunca estoy afuera —se mira las manos y vuelve a jugar con el esmalte de sus uñas—. Me está empezando a gustar este lugar, aunque huela a porquería. Es tranquilo.
—¿No tienes amigos afuera? —se encoge y se rasca por debajo de las orejas, incómodo por la pregunta. Otro lugar al que es mejor no acercarse, aparentemente. Para mi sorpresa, me responde justo un segundo antes de que yo cambie de tema.
—No soy una persona muy agradable.
—A mí me agradas.
—Hemos hablado como por cuarenta minutos, Jungkook.
—Aún así, me agradas —se queda mirándome fijamente por unos segundos, perplejo. Está debatiendo consigo mismo, cuestionándose si puede creerme, porque alza una ceja como si yo hubiera dicho una estupidez increíble. Tan ridícula que está por reírse, así que yo lo hago también.
—El resto de demonios prefieren actuar como si yo no existiera —empieza a explicar, dejando de mirarme para continuar con el dibujo. Aprieta un poco más con la punta del carboncillo debajo del cuello del retrato y sombrea varias zonas. No parece avergonzarse en absoluto por tener a su modelo observando su trabajo—. Soy como una oveja desnutrida en medio de un grupo de lobos, ¿sabes? Piensan que soy un farsante.
—¿Un farsante?
—Que no soy un demonio de verdad —señala su propio ojo con el lápiz, y luego señala su cabeza—. O me faltan ciertas cosas, o me sobran otras. En la primera clase a la que fui asignado probaron intimidarme, pero luego... me atrasé un poco para tercer año. Así que tuve que repetir, y en la nueva clase nadie me dirigía una sola palabra. Supongo que se enteraron de lo de los conejos —ladea la cabeza—. O solo se alejaron porque soy desagradable.
Me rasco el puente de la nariz, considerando cuáles serían las palabras adecuadas después de algo así. Hablar sobre mis amigos sería ser un completo imbécil, y probablemente haría que Taehyung se sientiera mal (aunque me vendría bien desahogarme sobre eso, algo como Yo sí tengo amigos, pero son una mierda, así que estamos en las misma situación), pero tampoco luce como un chico que quiera ser consolado. Luce como alguien que, ante la menor muestra de lástima, te despellejara como a uno de los conejos del club de sanación.
Decido arriesgarme con una pregunta en su lugar, cambiar de tema, aunque puede que me apuñale con el lápiz por esto también.
—¿Puedo preguntar algo?
—Lo vas a preguntar con mi permiso o no —suspira, cerrando los ojos—, así que adelante.
—¿Por qué luces así?
Suelto cada palabra haciendo una pausa cuidadosa, procurando que el tono sea inofensivo y casi cálido. Lo pregunto con cuidado, porque siento que es un tema del que no le gusta hablar, pero que probablemente necesite sacar de alguna u otra manera. Si no tiene amigos, ésta probablemente será su única oportunidad para desahogarse (porque el psicólogo del colegio, el señor Kutlass, no sirve para nada).
Y quiero darle esa oportunidad, quiero que hable y ría y saque lo que guarda dentro, aunque sea con un chico como yo.
La pregunta parece tomar un camino largo y lento, dando vueltas en el aire antes de llegar a Taehyung, y lo inmoviliza como uno de esos hechizos que usan los hechiceros en las clases de defensa mágica (Jungwon y yo solíamos colarnos a otras clases hace algún tiempo, por simple aburrimiento y curiosidad). No parpadea, no cierra los labios (que están entreabiertos), no mueve las manos. Vuelve a funcionar normalmente tras unos segundos y traga saliva, probablemente porque se le secó la garganta.
—¿Tus dos padres son vampiros, Jungkook?
—Ah, sí. Fue un matrimonio arreglado, según entiendo —miro el techo, intentando hacer memoria de aquellas noches antes del Chadburn, en las que mi madre se sentaba conmigo en el sillón de nuestra vieja sala y empezaba a contarme sobre su vida con una sonrisa triste y una copa de vino—. Se divorciaron apenas me tuvieron, porque no se soportaban. Y mi madre me envió aquí porque quería vivir un poco de su vida ahora que ya era libre de mi padre.
—Entonces ¿vivías con tu madre?
—Sí, casi nunca he visto a mi padre. Creo que... nos visitó una vez por Navidad —cierro un ojo, intentando recordar, y luego frunzo el entrecejo. Él sonríe, así que hago lo mismo—. Ni siquiera recuerdo su rostro.
—Los padres son una mierda, ¿no? —ríe, tan bajo que apenas lo noto. Es un sonido únicamente aireado que se escapa por sus labios, ligeramente torcidos hacia arriba en la sonrisa más destrozada que he visto—. Yo tampoco recuerdo al mío, porque nunca lo conocí.
—¿Tu madre nunca te mostró una foto de él?
—No lo sé. Creo que salió en el periódico local, pero nunca me atreví a buscarlo.
Habla sin mirarme y retuerce sus dedos sobre el papel, tamborileando sobre las líneas de carboncillo. Es como si no estuviera hablando de su padre, como si hablara de un extraño. Me muerdo el labio inferior, con la suavidad suficiente para no clavarme mis propios colmillos.
—¿Por qué saldría en el periódico?
Sopla por la nariz, algo parecido a un bufido, entre molesto y burlón.
—¿De dónde eres, Jungkook? ¿De qué parte de Cradaia?
Este pequeño juego de te daré información si me das algo a cambio me está gustando, porque significa que él se interesa (mínimamente) por mí. O que no piensa delatarse a sí mismo frente al primer idiota que lo trata de forma decente sin tener también información con la que negociar. Pero no me importa decirle todo, no me importa que luego amenace con gritar lo que le he contado frente a todo el Chadburn. Por una parte, porque me importa un carajo lo que esos elitistas del demonio piensen de mí, y por otra porque de todos modos mi reputación en este colegio ya es deplorable.
Soy el chico de último año con el que puedes tener un revolcón cuando quieras. El que clavará sus colmillos en cualquier manzana, sin importar lo podrida o reluciente que esté.
Por Santalan, seguramente el rumor de que soy la mayor puta de este lugar recorre cada pasillo, pero no me importa.
¡Nos leemos luego! ;)
[ Noduru, 2023 ]
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro