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Epílogo
1 año y 6 meses después
Por la mañana, además de los primeros rayos de sol (tan ardientes e insoportables como el verano en Blackburn), me despiertan las voces escandalosas que vienen de la cocina. Parpadeo varias veces para quitarme la somnolencia de encima, porque mi horario de sueño ha sido un poco una mierda gracias a los cien trabajos de medio tiempo que tengo. Y me molesta que, después de un día entero de trabajo arduo, sangre, sudor y lágrimas, lo que me espera en este apartamento es una maldita cama fría y vacía.
Taehyung está tan ocupado como yo. Apenas lo veo (aunque vivimos juntos).
Me siento y cruzo las piertas, apartando el cubrecama y pasándome una mano por el rostro.
Inhalo profundamente y exhalo con lentitud. La habitación huele a Taehyung, así que quizás se escabulló por la noche y dormimos juntos sin que yo lo sepa. Sonrío ante la posibilidad y me levanto de la cama. Salgo de la habitación sin cambiarme de ropa, solo con unos pantalones holgados, unas sandalias viejas y sin camiseta. Al verme, todos en el comedor se cubren los ojos con horror, menos Taehyung. Él solo bufa y entorna los ojos.
—¡Maldición, Jungkook! ¡Ten un poco de pudor, ¿quieres?! —exclama Yuqi, dejando de cubrirse los ojos para cubrir los de Minnie, que está sentada a su lado en la mesa con las mejillas enrojecidas.
—Buenos días a ti también —digo, con la voz ronca.
—Sabemos que tienes un cuerpo increíble, pero nadie lo quiere ver —Joshua se burla. Intenta concentrarse en servirse un vaso de leche para no mirarme.
—Yo sí lo quiero ver —dice Taehyung caminando por la cocina con un plato de tostadas en la mano, con una naturalidad que hace a todos resoplar.
Joshua suelta una risa aireada. Taehyung se detiene junto a la encimera y empieza a sacar los tarros de mermelada. Me acerco por detrás y lo abrazo por la espalda, apoyando la cabeza en su hombro. Él me acaricia la mejilla y vuelve a su tarea.
—Para Yuqi una tostada con mermelada de fresa y para Minnie una con mantequilla, ¿cierto? —pregunta Taehyung.
Las dos asienten con su cabeza sonriendo como niñitas emocionadas. Taehyung unta mermelada sobre una de las tostadas, y se remueve para quitarme de encima, riendo. Se pone de puntillas para alcanzar el tarro de mantequilla de la encimera. Lo agarro por la cintura y lo levanto sin mucho esfuerzo para que lo alcance. Lo dejo sobre el suelo enseguida y me agradece en un susurro avergonzado.
—Eh, ¿Joshua? —Joshua levanta la mirada al escuchar a Taehyung—, ¿quieres una tostada? Ven a escoger la mermelada. Por este tipo extraño de aquí —me señala con el mentón— tenemos como cien sabores diferentes. Escoge la que quieras.
—Oh, no. No es necesario, gracias —Joshua se niega con una sonrisa cortés en su rostro y levanta el vaso de leche que acaba de servirse—. Con la leche basta, vine desayunando.
—Por cierto —agarro una de las tostadas del plato de Taehyung y le doy un mordisco, volviendo al comedor—, ¿qué haces aquí? Creí que estarías en Dispersia toda la semana.
—Vine a hacer unos recados a la ciudad y pensé en pasar a saludar —responde Joshua, dándole un largo sorbo a la leche. Se relame los labios—. Ah, Jungkook, hay unos papeles que tienes que firmar.
—¿Más? —frunzo el ceño, dándole otra mordida— ¿Cuántos faltan? ¿Realmente es necesario?
—El taller también estará a tu nombre, así que se necesita tu firma en varios documentos —explica él con obviedad, terminándose su leche de un último bocado—. Ven a Dispersia este fin de semana. Te prometo que es la última tanda de firmas, ¿sí?
—Solo si Taehyung me acompaña.
—Sabes que no puedo —Taehyung aparece con dos platos, dejando uno frente a Minnie (una tostada de mantequilla con orégano) y otra frente a Yuqi (una tostada atiborrada de mermelada de fresa y espolvoreada de azúcar en polvo)—. Tengo que terminar las ilustraciones para la sección de anatomía de los demonios de ojos negros del libro. Gunwook dijo que tengo hasta el viernes. Estoy ocupado.
Decido no insistir más y terminarme la tostada refunfuñando como un idiota. Ser insistente no funciona con Taehyung. Puedes rogarle algo por semanas, y nunca cederá. Es testarudo, y odia dejar trabajos a medio terminar. Una vez que ha metido la cabeza en algo, es imposible distraerlo. Se encerrará en su habitación hasta quedar satisfecho y entrará a escondidas en la mía para meterse en mi cama cuando yo ya estoy completamente dormido. Ha sido así por un poco más de un mes, y odio pensar que me he acostumbrado a esto de vernos una hora diaria en el desayuno y cruzarnos un par de veces por la tarde.
Después de la graduación, Taehyung vivió en Tearslam por un año con la familia de Gunwook. El señor Park es un hombre maravilloso, lo cuidó como a un hijo propio aunque Taehyung básicamente se metió en sus vidas como un intruso sin previo aviso. Le dio trabajo en la biblioteca y, por las tardes, salía junto a Gunwook y otros semi-demonios a tontear por la ciudad y practicar sus habilidades en el bosque (puedo imaginarme que en ese lugar no debe quedar ni un conejo vivo hasta ahora).
Taehyung me llamaba todas las noches para contarme lo que había hecho, las cosas que había aprendido y lo increíble que era Tearslam (aunque se aseguraba de decirme que hubiera sido más increíble si yo estuviera ahí con él, para que no me sintiera mal). Algunas noches, terminábamos dormidos y nos despertábamos descubriendo que seguíamos en la llamada. Y era lindo, porque se sentía como queTaehyung hubiera dormido junto a mí esas noches.
En otras ocasiones, pasábamos las noches de formas... diferentes. Kim Taehyung no dejará sus arranques hormonales, ni siquiera cuando hay kilómetros y ciudades enteras que nos separan. A veces, apenas contestaba el teléfono, me lo encontraba haciendo ruidos obscenos, gimiendo que me extrañaba y que tocarme le hacía tanta falta que quemaba. Si Taehyung era más paciente, introducía ese tema poco a poco en la conversación, diciendo que la familia Park dormía y él se había encerrado en el baño, y terminábamos masturbándonos al teléfono. No era lo mismo, pero supongo que fue un buen reemplazo para el sexo de verdad hasta que pudiera volver a verlo.
Por mi parte, viví unos meses con mamá, pero decidí independizarme bastante rápido y encontré un piso grande con un precio asequible que empecé a compartir con Yuqi. Mamá me ayudaba parcialmente con la mensualidad, pero tuve que conseguir trabajo para otros gastos.
He sido de todo en el tiempo que llevo en Blackburn: Camarero, bartender, ayudante de cocina, atención al cliente, servicio de limpieza. Incluso me ofrecieron hacer de host en un bar de mala muerte para vampiros en el centro de la ciudad, porque era un chico atractivo y mi rostro se adaptaba al concepto del bar. Las adulaciones de la dueña no fueron suficientes para hacerme aceptar, pero me subió bastante el ego.
Vivir con Yuqi no era tan malo. Quizás lo único desagradable era que nuestro piso contaba con un solo baño y las paredes eran muy delgadas. Era fácil contenerme con una almohada cuando tenía llamadas sucias con Taehyung, pero Yuqi no era para nada silenciosa cuando llamaba a Minnie (estaba en la misma situación que yo: Su novia vivía en Sonteris, al otro lado de Cradaia). Y es una persona que no guarda los productos de limpieza después de usarlos, así que a menudo encontraba cremas y jabones desparramados por la ducha.
Aparte de eso, nunca tuvimos problemas con los gastos. No sé de dónde sacaba el dinero, ni quise preguntarle, pero Yuqi siempre pagaba a tiempo. Era una vida bastante cómoda. Los días eran monótonos, los fines de semana salía con Yuqi y Joshua a ver la ciudad, y me designaban para cuidarlos cuando se embriagaban, así que casi no bebí ese primer año en Blackburn.
Exceptuando las noches en las que a Taehyung me llamaba mareado, y se escuchaba el tintineo de una copa de sangre a través del altavoz. Nunca le pregunté cómo conseguían sangre en Tearslam. Lo dejaré a la imaginación, y le echaré la culpa a los conejos.
Era una vida cómoda. Me acostumbré a la rutina bastante rápido, porque todos los días eran iguales. Así que me resigné a que mi vida sería así, mientras no tuviera ningún objetivo claro. Habían días en los que a Yuqi y a mí se nos daba por pasar nuestros días libres bebiendo vino y dibujando, solo para recordar los días del club. Incluso llamábamos a Joshua y a Chaehyun y nos desvelábamos con ellos.
Hasta que un día a mediados de agosto, tocaron el timbre.
Al salir de mi habitación, encontré a Yuqi rodeada de cinco maletas y a Minnie parada en el umbral, con otro par de maletas junto a ella. Vi a Yuqi, vi a Minnie, vi las maletas. La situación se entendía al instante, pero yo seguía sin digerirla.
—¿Minnie se mudará con nosotros? —pregunté, bostezando. Ellas intercambiaron una mirada rápida. El sueño abandonó mi cuerpo al instante— ¡¿Te mudarás con Minnie?!
Yuqi y Minnie se mudaron al apartamento de en frente, porque los pisos de este edificio no son lo suficientemente grandes para más dos personas y ellas ya habían estado meses con este plan de vivir juntas cuando Minnie (que de alguna manera convenció a sus padres) se mudara a Blackburn. Debían haber como máximo cinco ángeles en Blackburn, contados con los dedos de la mano, y todos era vistos como criaturas mitológicas e irreales cuando caminaban en la calle. Ahora Minnie era uno de ellos.
Yuqi fue responsable y me ayudo con el pago de la mensualidad de un par de meses más como disculpa, hasta que yo encontrara a otro inquilino que la reemplace y así poder dividir gastos otra vez. Le pregunté a Joshua, pero él dijo que prefería quedarse en Dispersia, porque empezaba a tener esta loca idea de un negocio propio y tenía que quedarse en la ciudad.
Ni siquiera consideré a Chaehyun. Ella estaba estudiando en una academia especializada en Sonteris para hechiceros que querían entrar al Aquelarre. Sabía que Jeonghan también estaba en la misma academia, y que ambos eran rivales jurados si se trataba de calificaciones. Poco después descubrí que la madre de Chaehyun y el padre de Jeonghan también habían tenido una relación de rivalidad generaciones atrás, y que incluso esa enemistad los llevó a ser pareja por un corto tiempo hasta que cada uno conoció a su correspondiente pareja y Chaehyun y Jeonghan llegaron al mundo.
Nos gusta molestar a Chaehyun con eso, con la posibilidad de que termine siendo pareja del chico que odia tanto. Aunque yo sé bien que eso es imposible, porque Yoon Jeonghan es el hechicero más gay que conozco. Pero no les he dicho nada para mantener viva la broma.
Jimin también quedaba fuera de la lista. En primer lugar, porque a Taehyung le molestaría que de la nada yo compartiera piso con el chico que me tuvo babeando por cuatro años. En segundo lugar, porque no había forma que Jimin viniera a Blackburn (con un ángel como Minnie ya era suficiente para llamar la atención cuando salíamos). Jimin se quedó unos meses en Sonteris con el resto de su familia, pero terminó por escaparse con su hermano mayor, Park Wooyoung, a Brightblood, una pequeña ciudad en la que es fácil encontrar de todo. Ángeles con vampiros, hechiceros con humanos, ángeles y demonios. Nadie juzga nada, así que es probable que allí Jimin tenga mucha más libertad, y que se encuentre con más tipos de híbridos además de los semi-demonios.
Fue una casualidad divertida que Park Sunghoon, la aventura de una noche que Jimin tuvo en la fiesta de Jeonghan a finales de año, también viviera en Brightblood. Lo último que supe de Jimin (me lo contó hace poco. Nos llamamos una vez cada dos o tres semanas para comprobar que el otro sigue con vida) es que está viviendo con Park Sunghoon y ahora, sorprendentemente, son novios. Queda bastante claro que el tipo de chico que sale con Jimin tiene que ser un vampiro, entendido.
Me estaba quedando sin opciones y estuve a punto de poner anuncios en internet cuando Taehyung me llamó más pronto de lo que normal, como a las cinco de la tarde. Su emoción traspasaba el altavoz, y le sugerí que hiciéramos una videollamada solo para confirmar la presencia de esa sonrisa enorme de un colmillo en su rostro.
—Jungkook.
—¿Sí?
—¿La vacante para compartir piso contigo sigue vacía?
A Kim Taehyung le encanta dejarme fuera de sus planes para contármelos cuando están a punto de terminar y sorprenderme con la noticia de que yo fui parte de esos planes desde el inicio. Así que llevo viviendo con Taehyung un poco más de ocho meses, porque el señor Park convenció a Gunwook de que se mude junto a Taehyung lejos de Tearslam. Y escogieron venir a Blackburn no solo por mí, sino porque gran parte de los amigos semi-demonios de Gunwook ahora viven aquí. Salen una vez a la semana y se reúnen en bares poco concurridos que, al parecer, son exclusivos para semi-demonios. Su pequeño grupo está conformado por unas cinco personas, dos chicas y tres chicos, todos con el típico ojo negro y la pupila de cruz. Todos como Taehyung.
Me alegra mucho que por fin encontró su lugar en el mundo, que por fin tiene amigos con los que se siente cómodo.
Eso también le ayudó a abrirse más con otras personas y ahora se lleva bastante bien con mis amigos. Incluso le hace el desayuno a Yuqi y Minnie todos los días, por Santalan.
Resulta, para mí sorpresa, que llevaba varios meses en este enorme proyecto con Gunwook: Escribir un libro sobre los semi-demonios que pronto se transformó en escribir un libro sobre todas las clases de híbridos que habitan en Cradaia. Es por eso que Gunwook se la pasa viajando de ciudad en ciudad con un libreta, para transcribir todo en su laptop una vez llega al hotel en el que se queda por la noche. Taehyung, gracias a Santalan, trabaja desde casa. La habitación de huéspedes se transformó en su oficina/taller, todas las paredes empapeladas de dibujos y con varios materiales de arte que parcialmente aparecieron como regalos míos.
Evidentemente, ese no es su único trabajo, porque su mitad de la renta no se paga con magia. También trabaja en la biblioteca central de Blackburn entre semana y como ayudante en el Museo Liverfield de Historia Oscura, pero se la pasa noches enteras trabajando en las ilustraciones para el libro de híbridos. Chaehyun, que tiene más proyectos y exámenes que vida en su academia, tiene un horario de sueño más estable que Taehyung.
Yo... no creí que mi vida siguiera un rumbo específico. Despertaba para trabajar, trabajaba para cubrir los gastos y volvía a dormir para hacer lo mismo al día siguiente. Y no me quejaba, mi vida estaba bastante bien. Es solo que ver a todo el mundo teniendo algo por lo que vivir, teniendo objetivos y motivos me hacía sentir un poco vacío.
Yo tenía a Taehyung, pero Taehyung tenía su proyecto con Gunwook. Decir que yo vivía por Taehyung no sería sano. Mucho menos cuando él tenía una razón mucho más noble por la cual trabajar y esforzarse.
Me convencí por un buen tiempo que trabajaba y me esforzaba por ese único día cada dos semanas en el que Taehyung se liberaba un poco y podíamos salir a comer juntos. Para luego llegar a casa y tener sexo. Toda la noche, porque ahora el reprimido y hormonal que buscaba desesperado el toque de Taehyung era yo.
Creí que seguiría viviendo así hasta que Joshua me llamó cierta noche.
—Jungkook —dijo, y advertí en su tono de voz la misma emoción que emanaba Taehyung cuando me llamó para decir que se mudaría conmigo.
—¿Sí? —respondí, con el mismo suspenso. Él tomó aire profundamente.
—Tengo una idea.
—¿Qué... idea?
—Respóndeme, con sinceridad —asentí con la cabeza aunque él no pudiera verme—. ¿Te gusta dibujar?
Lo pensé por dos segundos.
—Sí.
—¿Estás cien por ciento seguro?
Lo consideré por más tiempo la segunda vez. Me gustaba, de verdad. No era solo por Taehyung, aunque debía admitir que lo había empezado con él como razón principal. Pero ahora podía admitir con seguridad que lo hacía por gusto propio. Aunque lo hacía en secreto, en mi habitación, cuando Taehyung trabajaba en su taller y sabía que no vendría. No quería molestarlo. Las pocas veces en las que él me había encontrado dibujando, se había acercado a observar, dándome consejos y guiándome. Normalmente es un chico impaciente, impulsivo e incluso algo grosero, pero desde que había vuelto de Tearslam se volvió mucho más calmado. Me gustaba pensar que actuaba así porque se trataba de mí, que solo era así de suave conmigo.
Me gustaba que Taehyung me ayudara, pero no quería distraerlo. Mucho menos cuando estaba a punto de terminar una ilustración para enviársela a Gunwook.
—Sí, me gusta —le respondí a Joshua, con mucha más seguridad.
—¿Te gusta lo suficiente como para trabajar en eso?
No sabía a qué se refería en ese entonces, pero aún así le respondí que sí. No estoy muy seguro si fue la mejor decisión que he tomado en mi vida, o si me arrepiento profundamente.
—¡Entonces, Jeon Jungkook! —exclamó, tan fuerte que tuve que alejar el oído del altavoz. Él empezó a hacer sonidos con su boca como si fuera un redoble de tambores— ¡Te proclamo oficialmente mi socio!
Hubo un silencio a nuestro alrededor por un momento.
—¿Qué?
El negocio propio que Joshua estaba planeando era un taller de arte que ofrecería cursos para niños pequeños en la zona central de Dispersia. Es una ciudad poblada mayormente por hechiceros que son preparados desde pequeños para ser guardianes en los límites de la ciudad. Dispersia se encuentra en medio de zonas como Brightblood y Blackburn, plagadas de oscuridad, y Sonteris y Moonsheld, zonas mágicas. Tras la Guerra contra los Seres Oscuros, la ciudad de Dispersia fue designada como un límite entre estas dos zonas, y hechiceros enviados por el Aquelarre eran obligados a hacer guardia para que ninguna persona del bando contrario cruzara los límites.
A pesar de que la guerra terminó hace décadas y ahora los seres mágicos y oscuros están dispersos por toda Cradaia (como Jimin y Minnie, por ejemplo), el Aquelarre sigue obligando a los jóvenes de Dispersia a prepararse para cualquier emergencia y a entrenar desde que son muy pequeños. Joshua solo se salvó del entrenamiento obligatorio porque sus padres enviaron una solicitud para que estudiara en el Chadburn.
No hay muchas zonas en Dispersia para que los niños se distraigan. En general, es una ciudad bastante gris. Los hechiceros lucen desanimados la mayor parte del tiempo, resignados por completo a que esa será su vida y que vivirán atrapados en Dispersia hasta que, en el caso hipotético que surja una guerra en los límites, los envíen a servicio. Por eso es que Joshua quiere montar el taller, para que los niños tengan un lugar en el cual liberar su estrés y pensar en algo más que no sea esa guerra inexistente.
Y me arrastró al proyecto con él.
Ahora cada una de nuestras pagas en los mil trabajos que tenemos (porque Joshua también se cargó con trabajos a medio tiempo hasta no poder respirar), si no va para la comida o la mensualidad del apartamento, va para el proyecto del taller. Ya tenemos lo suficiente para pagar el depósito de un almacén en el centro de la ciudad, y Joshua me ha estado arrastrando a Dispersia últimamente para firmar un contrato tras otro.
Es tedioso, pero emocionante. Es lindo saber que tu vida por fin sigue un camino establecido, tener algo por lo que esperar al mañana.
Mientras todos siguen desayunando en el comedor, salgo a la terraza. La ciudad está muerta a estas horas de la mañana, pero una que otra persona pasea por las calles. Cierro los ojos y escucho a niños jugando, a bicicletas pasando a toda velocidad, a parejas riendo mientras caminan, tomados de las manos. Inhalo profundamente y exhalo. El aire aquí es mucho más puro que en Moonsheld.
La puerta de la terraza se abre detrás de mí.
—¿Dando un espectáculo desde la mañana? —dice Taehyung, sonriéndome de la forma más dulce que puede haber y parándose junto a mí. Me mira de arriba a abajo; sigo sin camiseta— ¿No tienes frío? —tiene una taza de té humeante en la mano. Me la ofrece y le doy un sorbo.
—No —le devuelvo la taza y el bebe del mismo lugar. Me relamo los labios y regreso la vista a la ciudad—, ¿no sientes calor usando esos suéteres enormes todo el tiempo? Estamos en verano.
—Me gustan —se mira a sí mismo. Hoy lleva un suéter holgado con un patrón de rayas rojas y negras. Le queda bien, todo le queda bien. Ladea la cabeza—, ¿por qué? ¿Preferirías que use tus camisetas?
—Exactamente.
—Me quedan demasiado grandes.
—Precisamente por eso —me golpea suavemente con su hombro y solo puedo reírme. No decimos nada por un momento. Él bebiendo el té en silencio, y yo con los ojos perdidos en el cielo. Carraspeo cuando siento que el silencio se está prolongando demasiado—. ¿Taehyung?
—¿Hmm?
—¿Estás libre la próxima semana? Quiero que me acompañes a ver el taller —lo veo de reojo. Él permanece con la taza humeante pegada a los labios, el humo salpicándole las mejillas sonrojadas—. Y, quizás... empezar a buscar lugares.
—¿Para mudarnos?
—Sí, quiero que sea una decisión de ambos... —no responde, así que vuelvo a carraspear. Es un buen momento para un cigarrillo, pero no he fumado desde que vivo con Taehyung. Odia el olor, y no dormía conmigo porque decía que mi ropa apestaba—. No te obligaré si no quieres. Lo hicimos funcionar antes, así que podrías quedarte en Blackburn y yo...
—¡No, no! —se apresura a decir, sonando más desesperado de lo que le gustaría. Suspira y deja la taza de té sobre la mesita que hay en la terraza— Quiero estar contigo, Jungkook. Mi opinión sobre eso no cambiará, y puedo dibujar en cualquier lugar. Solo... ¿Dispersia no está llena de hechiceros? Hechiceros que cuidan los límites de la entrada de seres oscuros —me mira a los ojos—. ¿Estás seguro de que es una buena idea vivir en un lugar así?
—Joshua me dijo que hay muchas criaturas mágicas y seres oscuros viviendo en Dispersia, aunque suene increíble. El tema del entrenamiento obligatorio es por orden del Aquelarre, pero no hay ninguna regla que impida el ingreso de otros seres. Los habitantes de Dispersia son... amables con los desconocidos, en su mayoría —pongo mis manos sobre sus hombros lo acaricio con suavidad—. Y si algún imbécil te desprecia, no dudaré ni un segundo en romperle las piernas.
—Estoy seguro de que llamarían al Aquelarre si haces eso.
—Haría lo que sea por ti —pone los ojos en blanco con una sonrisa boba y me abraza. Lo aprieto con fuerza contra mi cuerpo, porque no puedo dejar de tocarlo cuando tengo la oportunidad. Quiero tenerlo cerca de mí mientras pueda, ahogarme con su calor para que la sensación dure hasta que lo vea otra vez.
Escuchamos unos golpecitos en la pared de cristal que separa el comedor de la terraza, y vemos a Minnie, Yuqi y Joshua burlándose de nosotros y aullando como lobos. Hace un par de meses, Taehyung se hubiera alejado de golpe con vergüenza y fingiría que no pasaba nada. Ahora, solo bufa una risa, pero no me suelta. Todo lo contrario: me agarra el rostro y me besa, haciendo que los aullidos del interior aumenten y que Joshua incluso empiece a aplaudir. Enarco una ceja en dirección a Taehyung, y él solo se encoge de hombros con una sonrisa coqueta. Le beso en la frente.
Está cambiando. Y esos cambios son lindos.
Yo tampoco he dejado de cambiar desde que Taehyung apareció en mi vida. Para bien, y me llena el corazón de una felicidad indescriptible el saber que yo también soy la razón de que él quiera mejorar. Somos una buena influencia el uno para el otro, aunque éramos la versión más horrible de nosotros mismos cuando nos conocimos.
Ese día en la Habitación del Diablo... Me cuesta pensar que fue hace más de dos años.
Como si Taehyung leyera mi mente, de repente saca el tema.
—Jungkook.
—¿Sí? —digo, rozando mi nariz con la suya. Lo único que no ha cambiado en los años que llevo con este bobo, es su cintura minúscula. Mis brazos la rodean a la perfección, como piezas destinadas de un rompecabezas. Él divaga.
—¿Qué crees que hubiera sucedido si nunca te hubieran llevado a la Habitación del Diablo ese día?
—Hmm, ¿no nos hubiéramos conocido y probablemente ahora estaría en la cama de cualquier otro chico, sin siquiera saber su nombre? —me golpea en el pecho. Luce realmente serio sobre el asunto, así que decido serlo también—. Nunca lo sabremos, así que no vale la pena pensar en eso. Solo pensemos en que nos conocimos, y aquí estamos, ¿por qué importa cómo llegamos aquí?
—Supongo que tienes razón —apoya la mejilla en mi hombro y suelta un suspiro exagerado—. Estoy cansado.
—¿Por el trabajo?
—En parte. Tú eres el chico de los cien empleos, me molesta ser quien está ocupado e impide que nos veamos seguido.
—Vivimos juntos.
—Casi nunca nos vemos. Por mi culpa.
Acuno su rostro con mis manos y le beso la nariz.
—Valdrá la pena cuando el libro de Gunwook salga a la venta y diga en la portada que las ilustraciones las hizo un tipo llamado Kim Taehyung —abulta los labios haciendo un puchero, y no tardo ni un segundo en besarlo. Él se queja en voz baja—. Podrás trabajar con Joshua también, cuando estemos en Dispersia. Aunque no nos veamos todo el día, sabes que estoy aquí. Y tú estás aquí para mí también. Céntrate en el lado bueno de las cosas, ¿sí?
—Quiero verte más seguido.
—Solo admite que extrañas tener sexo a diario como en el colegio.
—Eso también es cierto —agarro su rostro entre el pulgar y el índice, mirándolo con severidad fingida, como si estuviera reprimiéndolo.
Kim Taehyung es un semi-demonio menor a mí que conocí en el colegio. Tiene un ojo completamente negro, que expresa más de mil emociones, y el otro de un amarillo brillante que arde como un fuego incontrolado cada vez que me mira. Le gusta dibujar, y dibujó un retrato de mí el día que nos conocimos. Me lo dio por mi cumpleaños y aún lo guardo en mi habitación. Le gusta andar descalzo en casa, usa mis camisetas como pijama y le encanta la sangre de ternera. La compro para él aún si es la más cara en el supermercado y le dejo una taza en su escritorio todos los días antes de que se encierre a trabajar. Taehyung cocina muy bien. A todos mis amigos les encanta todo lo que él prepara, y a mí también.
Taehyung es un chico increíble.
Kim Taehyung es mi novio.
Mi vida sería muy diferente si no lo hubiera conocido.
Pero prefiero pensar en lo que nos espera en el futuro en lugar de lo que hubiera sucedido en el pasado. Porque tuvimos un pasado caótico, un inicio inesperado, toques y caricias que dejaron de ser eso para convertirse en algo más.
Me gusta imaginar lo que será de nosotros en cinco años más, o diez.
Porque sé que estaremos juntos sin importar el tiempo que pase.
Kim Taehyung.
¿Qué has hecho conmigo?
Fin.
No puedo creer que sea el momento de decir adiós. Estoy llorando, no estoy lista TT
¡Nos leemos luego! ♡♡♡
[ Noduru, 2023 ]
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