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✠ 29 ✠

[ 5:4 ]

Me abro paso entre la gente, empujando a algunos vampiros y chocándome con uno que otro humano. No huelo a magia, así que no deben haber muchos ángeles aquí, pero el olor a oscuridad es asfixiante. La música del primer piso se escucha mucho más baja una vez llegas al segundo. Sigo por el pasillo, como indicó Jeonghan, y advierto la puerta corrediza de cristal al final. A través del vidrio veo una silueta demasiado familiar esperándome.

Cuento hasta tres, mirando mi propio reflejo en el vidrio, antes de entrar.

El corazón me late desembocado y ni siquiera entiendo por qué. No estoy nervioso. Sé que sigo sintiéndome así por Taehyung, pero eso mezclado con la repentina llamada de Park Jimin me está provocando un revoltijo horroroso en el estómago. Debería terminar lo más rápido que pueda con esto, vomitar e irme a los dormitorios.

Ya llamaré a Joshua después. Solo quiero dormir.

Abro la puerta y Jimin se gira. Nos encontramos por unos segundos antes de que yo me aparte para cerrar la puerta. La música se vuelve aún más lejana, ahora se escucha el aire frío de la noche, y me siento un poco incómodo al notar que somos los únicos en la terraza.

Camino hacia él y apoyo los brazos en la baranda. Jimin tiene un cigarrillo colgándole de los labios. Me permito mirarlo por un segundo, porque creo que nunca he tenido la oportunidad de hacerlo de verdad. El cabello largo y cobrizo le cae sobre los hombros, los ojos de un brillante ámbar relucen bajo la luz de la luna. Tiene los labios carnosos y rosados, al igual que sus mejillas. La ceja poblada y rapada por primera vez en cinco años no se frunce en mi dirección.

Hoy luce mucho más relajado. En primer lugar, nunca me lo imaginé fumando. Jimin es un ángel, un modelo a seguir, el sobrino de la directora. Omitiendo sus pequeños intercambios violentos conmigo (en los que el único castigado terminaba siendo yo), su historial está limpio y sus calificaciones son impecables. Lo más probable es que termine dando el discurso de graduación el lunes. Porque es un ángel

No, no porque es un ángel...

Porque es Park Jimin, mierda. Porque es perfecto.

Pero esta noche esa perfección se está tambaleando un poco. Perdió balance. Lleva una camiseta sin mangas de color blanco (¿cómo mierda no se está congelando? Hace frío, y estuvo en la terraza todo este tiempo... Los ángeles son extraños), dejando sus hombros bronceados descubiertos. Lleva varias pulseras metálicas y anillos brillantes, y tiene el cabello recogido, así que sus orejas (también llenas de perforaciones) están descubiertas.

¿Este es Park Jimin?

—¿Me buscabas? —pregunto, sin aliento. Es demasiado para asimilarlo todo de una vez. Aparto la mirada, porque no puedo verlo por más de cinco segundos a los ojos sin empezar a sentirme mareado.

—Eh, —él también luce nervioso—. Quiero hablar contigo sobre... algo.

Sostiene el cigarrillo humeante entre el índice y el dedo corazón. Le da otra calada y suelta el humo mirando la ciudad. Este lugar tiene una bonita vista de Moonsheld. Puedo ver el Chadburn y el Hell's desde aquí, incluso el gran edificio similar a un castillo que es el Aquelarre. Hay otros edificios que sobresalen en el paisaje neón que es Moonsheld por la noche. Supongo uno de ellos es la Cámara de Relaciones Mágicas o algo así. Taehyung lo mencionó una vez...

—¿Sabes cuándo se fundó la ciudad? ¿Dónde está ubicado el Aquelarre y la CRMC? —la memoria de su sonrisa arrogante envía una punzada dolorosa— No eres un experto en Moonsheld.

Carraspeo y hago un esfuerzo para soltar una risa burlona.

—Es muy tarde para buscar algo conmigo, Park. Si sientes curiosidad, tendrás que buscar a otro vampiro —suelta una risa aireada en respuesta, pero no parece molesto—. Soy un hombre comprometido, por si no lo sabías. Perdiste tu oportunidad.

—Ya lo sé, Jungkook. Escuché que dejaste de frecuentar fiestas y bares, y no ha habido ni una sola anécdota sexual que te involucre en meses —enarco una ceja, sonriéndole, y él pone los ojos en blanco—. La única explicación con sentido es que por fin sentaste cabeza. ¿Me permites preguntar quién es la, eh, afortunada?

Afortunado, de hecho —corrijo y él traga saliva, jugando con el cigarrillo—. Por cierto, ¿desde cuándo te importo? Creí que me odiabas.

—Te odio —dice, con tanta naturalidad que me ofende. Él se ríe al ver mi mueca de indignación y mueve la mano, como restándole importancia, haciendo que el humo del cigarrillo ondee en el aire—. Pero no como tú crees, Jungkook. Es... una larga historia —suspira con el cigarrillo entre sus labios, dejando que cuelgue de ahí sin succionar nada de humo. Mira la ciudad con ojos cansados y se saca el cigarrillo, ofreciéndomelo—. Tengo algo para ti.

Lo tomo, pero me abstengo de probarlo, aunque el Jeon Jungkook de quince años en mi interior me está rogando que lo haga. Jimin me da la espalda y se acerca a una pequeña mesa, sobre la que está una mochila abierta de par en par. Saca algo de la mochila y vuelve a acercarse para entregármelo. Es un cuaderno con la cubierta hecha de cuero. Parece viejo, por los bordes desgastados. Tiene el nombre de Jimin grabado con letra cursiva al frente. Él se rasca la nuca y se ríe, apartando la mirada. Sus mejillas parecen más rosas que de costumbre.

—Quizás quieras sentarte. Esto va a ser un poco largo.

—¿Esto es... ?

—Un diario, Jungkook.

¿Tu diario?

—Lo escribí hasta tercer año, porque Sana lo encontró y se enteró de todo. Así que llegué a la conclusión de que lo mejor era guardar mis secretos aquí —se da unos golpecitos en la cabeza con diversión—. Mi hermano me lo regaló antes de mudarme a Moonsheld con mi tía y empezar en el Chadburn. Dijo que probablemente sería el único lugar en el que tendría privacidad en todo el colegio, pero... supongo que ni siquiera pude tener esto —se ríe con tristeza, y yo trago saliva. No sé bien a dónde quiere llegar. Parpadeo varias veces, mirando el cuaderno entre mis manos. ¿Quién es este chico y qué hizo con Park Jimin?

O quizás este es el verdadero Jimin...

Mierda.

—¿Privacidad? El Chadburn no se interesa para nada en lo que hacemos. No sabes las cosas que hecho en algunos lugares —me río, pero rápidamente dejo de hacerlo al ver que luce incómodo—. En fin, si sabes cómo funciona, es fácil pasar desapercibido. Solo evita los radares de Pusset.

—No es igual con las criaturas mágicas, Jungkook —baja la mirada y se aclara la garganta, abrazando su propio cuerpo—. En especial conmigo. Me están observando, todo el tiempo. No puedo salir, no puedo hacer nada. Solo puedo actuar como ellos quieren que actúe si no quiero que Jihyo se lo informe a mi madre. Tengo que saber mi lugar, dejarle en claro al resto cuál es mi lugar como ángel. Un ángel solo debe relacionarse con otros ángeles, y debe despreciar a cualquier ser oscuro que le dirija la palabra —suspira y aprieta los labios. Park Jihyo es la directora del Chadburn, un ángel con un eterno ceño fruncido que casi le hace competencia al de Pusset. Su cabello es del mismo color que el de Jimin, pero sus ojos no lucen tan vivos como los de él—. Hoy es la primera noche en la que me atreví a escapar.

—¿Nunca lo habías hecho? —niega con la cabeza—. Mierda, ¿y no te están buscando ahora?

—No lo sé, no me importa. Normalmente hay personas afuera de mi habitación, pero les dije que practicaría en la pista y me dejaron salir.

Creí que los ángeles lo tenían más fácil. ¿Desde cuándo patrullan afuera de las habitaciones? Abro los ojos y me doy cuenta de cierto detalle. En realidad, no sé nada de la vida de los ángeles desde la separación de especies en el Chadburn. Sin contar los encuentros en la cafetería o el patio central, ellos básicamente iban a un colegio completamente diferente en comparación del nuestro. Siempre creí que los demonios y vampiros eran los que vivían un infierno en ese lugar, y que los ángeles eran tratados como reyes. 

El dormitorio de los ángeles tendrá mejor indumentaria, pero lo más probable es que sea la verdadera prisión.

—Léelo, Jungkook —señala con el mentón el diario que sigo teniendo en mis manos. Me da una pequeña sonrisa, quizás la única que me ha dado desde que lo conozco—. Hay algo que quiero que sepas, pero no me atrevo a decírtelo. Léelo.

Miro el cuaderno, pasando los dedos sobre la cubierta de cuero, y luego miro a Jimin. Con pasos dudosos camino hacia la mesa en la que está la mochila de Jimin y me siento en una de las sillas. Él también lo hace, haciendo girar el cigarrillo entre sus dedos en busca de algo en lo que concertrarse en lugar de en mí. Tiene las orejas encendidas.

Tomo una gran bocanada antes de abrirlo en la primera página. 

¡Nos leemos luego! 

[ Noduru, 2023 ]

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