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En primer año, había un chico que siempre hacía un escándalo en las asambleas (cuando nos reuníamos una vez a la semana, todos los estudiantes del Chadburn. Todos, sin divisiones, para recibir las noticias semanales. Las cancelaron a mediados de segundo año). Yoon Jeonghan es un hechicero proveniente de una familia adinerada. Su padre, por lo que he escuchado, es miembro del alto rango en el Aquelarre, y su madre trabaja directamente con los integrantes de la realeza del Palacio Dorado en Sonteris. Así que el idiota se pudre en dinero y solía decir que, cuando nos graduáramos, haría una fiesta enorme con todos los estudiantes de nuestra generación. Sin distinciones.
Todo el mundo se olvidó de eso en poco tiempo, cuando cancelaron las asambleas y empezaron las divisiones en el Chadburn. Yo me había olvidado de él, hasta que conseguí colarme en una fiesta de despedida para los que eran de último año en ese entonces y lo encontré, apoyado contra la pared y con un vaso rojo de plástico pegado a los labios. Era obvio que tenía mi edad. Todos los chicos de esa generación parecían adultos, de hombros anchos y alturas que sobrepasaban el metro ochenta, pero ese chico apenas alcanzaba el metro setenta (al igual que yo por ese tiempo) y era un pelirrojo delgado que pasaba desapercibido.
Tomé valor, porque era atractivo y muy ingenuamente creí que era un humano. Por esos días, con el beso de Joshua a inicios de año y mi enamoramiento con Jimin en pleno auge, ya me había acostumbrado a enredarme con chicos en fiestas. Era difícil contar todos los besos, pero nunca me había acostado con ninguno. Eso me aterraba.
Yoon Jeonghan fue el primero.
Éramos menores de edad, pero Jeonghan tenía un familiar dueño de una cadena hotelera en Moonsheld. Le dijo al encargado del hotel que accidentalmente se había pasado el toque de queda en el colegio y no tenía a donde ir. El dueño, que aparentemente era su tío y no parecía tener más de treinta, le revolvió el cabello y accedió a prestarle un cuarto del primer piso y guardar el secreto mientras esa fuera la última vez. Después de entrar, Jeonghan me ayudó a escabullirme dentro y nos escondimos en esa habitación a reírnos de estupideces y beber de un par de botellas que robamos de la fiesta.
Apenas tuve tiempo de reaccionar cuando él ya me estaba besando. Joshua besaba bien, pero este chico era tan habilidosos que me pregunté con cuántos había practicado antes de llegar a mí. Lo tomé por la nuca y hundí mi lengua hasta su garganta. Pensar en eso era lo más hipócrita de mi parte, porque yo había practicado con la mitad de la población masculina en el Chadburn, y con casi toda la femenina.
Mala fama desde segundo año... Me arrepiento un poco, pero no demasiado.
Así que lo hice, con él. Solo me dejé llevar. Convenientemente (demasiado convenientemente), Jeonghan traía un preservativo con él y básicamente me guió en todo el trayecto. Fue mi primera experiencia con un chico y mi única experiencia con un hechicero. Ese imbécil, para haber tenido solo dieciséis, era talentoso. Su cabello rojizo y largo caía sobre la almohada y su voz suave soltaba hechizos mientras arqueaba la espalda.
Es un buen tipo, por lo que recuerdo. Por accidente hizo crecer un limonero con uno de sus hechizos, y ahí me di cuenta de lo poderoso que era. Joshua me dijo una vez que es muy difícil que un hechicero lance un hechizo sin usar la varita, y que se necesita estar desbordando magia para hacerlo. El limonero apareció de la nada, rompiendo las baldosas y abriéndose paso por todo el techo. Le ayudé a cosechar los limones y a limpiar las hojas que cayeron en el suelo, y él se hizo cargo del resto con magia.
Le dio los limones a su tío como agradecimiento por dejarlo quedarse y lo llevé a desayunar en el Hell's. No volví a verlo nunca más, y tampoco me molesté en buscarlo en el Chadburn. Aunque supongo que habría sido bueno tenerlo como amigo...
Sigue pareciendo un buen tipo, ahora que lo veo otra vez. Se dejó crecer mucho más el cabello y lo tiene atado en una cola de caballo de lado, dejando caer algunos mechones sueltos sobre su nuca. Es quien nos abrió la puerta cuando Yuqi tocó, y su mirada cayó al instante sobre mí. Sus ojos brillaron, y tuve que verlos con detenimiento bajo la oscuridad para notar que sus pupilas tienen la forma de una luna creciente, similares a las de Joshua.
—¡Bienvenidos al paraíso! —exclamó, haciéndose a un lado para dejarnos pasar— Pónganse cómodos, mi casa es su casa. Aunque no sea mi casa, son libres para hacer lo que quieran —nos sonrió y extendió los brazos. La sala común era enorme. Había música y gritos y el olor a sangre y alcohol se mezcló hasta llegar a mi nariz. Le sonreí también, entrando y siendo seguido de cerca por mis amigos.
—Wow, este lugar es gigantesco —dijo Yuqi, tomando un vaso de plástico atestado hasta el borde con un líquido rojo. Joshua y Chaehyun tomaron unos de otra mesa, llenos de alcohol tradicional. También agarré un vaso de sangre—. ¿De verdad es de su familia?
—Mi madre me habló de su padre, Yoon Seojun, una vez. Ese hombre es dueño de la mitad de Moonsheld y toda su familia posee negocios por la zona. Esta debe ser la residencia vacacional más pequeña de los Yoon, probablemente la escogió para que su familia no se entere de todo... esto —dice Chaehyun, dándole un sorbo al alcohol frunciendo el ceño.
Hoy no trajo sus lentes, así que sus ojos lucen más pequeños de lo normal. Ella y Yuqi se ven extrañas con maquillaje, pero lucen lindas. Joshua se vistió igual que siempre, pero normalmente se viste bastante bien, así que hoy luce atractivo. Solo se echó un poco de gel en el cabello. Es un chico bonito, encontrará a alguien en poco tiempo.
Lucen felices, aunque un poco fuera de lugar. Parece que se divertirán.
Yo solo quiero salir de aquí.
No me siento bien. Tengo ganas de vomitar, y siento una presión horrorosa en el pecho. La garganta me arde, y beber sangre no está ayudando a deshacer el nudo. Los ojos me queman, y no puedo dejar de parpadear como un desquiciado para no llorar. Si no fuera por Yuqi, me hubiera hundido en mi cama con el pijama puesto, llorando toda la noche. Ella me obligó a vestirme y a salir de mi habitación.
Apenas tenga una excusa, saldré de aquí.
—¡Jeon Jungkook! No te he visto en años —dice Jeonghan, pasando su brazo por mi cuello. La sorpresa me hace estar a punto de tirar el vaso, pero me recompongo enseguida y le sonrío (o lo intento). Hoy no tengo ánimos para hablar con nadie, y estoy seguro de que la falta de práctica tampoco me permitirá acercarme a nadie (no solo es por eso. Lo sé, en el fondo no quiero tocar a nadie que no sea Taehyung). Pero eso no hará que no me comporte como alguien decente, mucho menos con el anfitrión—. ¿Qué tal estás?
—Bien... Bien, este lugar es increíble —me río y le doy otro trago a la sangre, intentando evitar su mirada—. Nunca pensé que hablaras en serio cuando decías que harías una fiesta para la graduación.
—Tenía que. Las reglas del Chadburn son escoria, Jeon. ¿No crees que esto es increíble? Convivir con todos, en armonía —me suelta y estira los brazos, sonriendo en grande. Agarra un vaso de alcohol normal y se lo termina en dos tragos. Si no recordara vagamente que así es su personalidad, pensaría que está drogado o algo parecido—. Fuimos creados para relacionarnos, no para ponernos límites. Hay que celebrar que por fin escapamos de esa asquerosa cárcel, ¿no crees?
Intento sonreír. Tiene razón.
—Es verdad.
—Eh, Jungkook —Joshua me toca el hombro para llamar mi atención. Me giro para mirarlo, y me sonríe con nerviosismo—. Saldré con las chicas un momento. Recordé que teníamos algo urgente que hacer, pero volveremos enseguida. Te lo digo por si no nos encuentras después.
—Voy con ustedes —digo, automáticamente. Es mi excusa para salir de aquí. Jeonghan ladea la cabeza, y su cola de cabello ondea a un lado de su cabeza. Observa todo con atención.
—No, no es necesario —Joshua mueve su mano, restándole importancia, y pone ambas manos sobre mis hombros—. Quédate aquí y distráete un rato. Te buscaremos cuando estemos de vuelta, ¿sí?
Quiero oponerme. La única razón por la que vine fue por ellos, y ahora se irán. Tengo el presentimiento de que me derrumbaré apenas me dejen solo. Por Santalan, tengo que encontrar un baño. Quizás encuentre la cocina, y me robaré la botella de sangre sin que nadie lo note. O podría pedírsela a Jeonghan sin más y esconderme en la bañera a llorar y beber toda la noche. Terminaré ebrio, y caeré dormido antes de darme cuenta. Los chicos me encontrarán cuando regresen y Yuqi me llevará a mi dormitorio, del que no saldré hasta la graduación.
A la mierda la fiesta, a la mierda el Chadburn. A la mierda Kim Taehyung, ya no puedo aguantarlo más.
Quiero saber que está bien. Lo odio, lo odio con todo mi ser, pero al mismo tiempo quiero correr a la Habitación del Diablo y encontrar una manera de sacarlo de ahí.
Esto me está matando.
—Está bien —le digo a Joshua con una sonrisa. Me río, maldiciendo internamente por sonar tan falso, y me quito sus manos de encima—. Si no regresan en una hora, me iré a un bar sin ustedes. Y será su culpa si amanezco tirado frente a una tienda de conveniencia, sin cosas, ¿entendiste?
Se ríe, y puedo ver la compasión en su sonrisa apenada. No quiere dejarme, pero sabe que tiene que hacerlo. Sabe que lo mejor es que maneje toda esta situación por mi cuenta si quiero seguir adelante, porque al parecer esa es mi única opción en este momento.
No lo volveré a ver, así que tengo que avanzar.
Pero no quiero avanzar, no si eso significa sacar a Kim Taehyung de mi vida.
Joshua se va y lo veo salir de la residencia junto a Yuqi y Chaehyun. Jeonghan pone su mano en mi hombro, haciéndome recapacitar cuando considero una vez más salir tras ellos. Si no fuera porque él está aquí, ya hubiera escapado. Fuera de la casa en el mejor de los casos, al baño del segundo piso en el peor. Uso las últimas reservas de energía que me quedan para sonreírle.
—¿Estás bien? —pregunta— Luces... mal, Jeon. ¿Has dormido últimamente?
—¿Preocupado? —me burlo, aún sin ánimos, y él se ríe por lo bajo— Me siento alagado, Yoon, pero no recuerdo que seamos amigos.
—Oh, cállate, Jungkook —suelta una carcajada y me golpea en el hombro, señalando algo a sus espaldas—. Te conozco más que cualquiera aquí —su mirada baja desvergonzadamente a mi pantalón y vuelve a carcajearse—, aunque, por lo que he oído, todos te conocen, ¿cierto? No he escuchado rumores tuyos con otros hechiceros, ¿debería sentirme orgulloso?
—Tengo una reputación de mierda, ¿cierto? —me río sin ganas y bajo la mirada hacia el vaso con sangre. Jeonghan entra en pánico y me toma por los hombros, obligándome a verlo a los ojos.
—No, no, hombre. No quería decirlo así —aprieta los labios y luce arrepentido—. Está bien, tu vida es tu vida. Quizás no sea muy privada, pero ¿qué importa lo que piensen? Sé feliz, haz lo que quieras. Hablar mierda de otros es el pasatiempo favorito de los chicos del Chadburn, pero te aseguro que la mayoría de cosas que dicen sobre ti son buenas —tuerzo los labios y él se apresura en enmendarlo—. Digo, la mitad de chicos de segundo y tercer año tienen como fantasía acercarse a ti. Eres una celebridad.
—Me ven como un objeto sexual, Jeonghan. Y no me puedo quejar, porque me esforcé por parecer uno por cinco años —bufo y me quito sus manos de encima con suavidad. Sonrío en una mueca apretada sin colmillos y él me observa con pena—. De todos modos, gracias. Solo espero borrar esa imagen cuando salga de aquí. No creo que los rumores lleguen hasta Blackburn, ¿no?
—Lo que pasa en el Chadburn se queda en el Chadburn —me guiña un ojo y chasquea la lengua. Me río y pongo los ojos en blanco, de verdad me hubiera gustado ser su amigo antes—. Y lo que pase aquí no saldrá de aquí, así que diviértete un poco, ¿sí? Es nuestra última noche, aprovéchala.
Me mira a los ojos, y lo miro de vuelta. No puedo dejar de pensar en la mirada arrepentida y aguada de Taehyung. Voy a enloquecer.
—Está bien. Gracias, Jeonghan —le digo, intentando parecer lo más convincente posible, y estoy dispuesto a alejarme. No he dado ni un paso cuando vuelvo a sentir su mano en mi hombro.
—¡Ah, Jungkook! Cierto, casi lo olvido. Alguien te estaba buscando antes de que llegaras.
—¿A mí? —intento hacer memoria, pero es inútil cuando mil rostros aparecen en mi cabeza. La pequeña llama de esperanza de que sea Taehyung se apaga en un instante también. Jeonghan responde con una sonrisa sugerente a mi gesto confundido, dándome palmadas en el hombro como si estuviera felicitándome.
—¡Park Jimin! Vas a terminar con broche de oro este año, ¿eh? —me da otra palmadita—. Está en la terraza del tercer piso. Es fácil encontrarla, es la puerta de cristal al fondo del pasillo. Suerte, Jeon. Disfruta tu noche —me da una sonrisa de dentadura brillante y me da un gesto de aprobación con los dos pulgares arriba antes de desaparecer entre la gente— ¡Suerte!
Me quedo petrificado por un momento. Me aclaro la garganta, me acomodo el cuello de la camiseta y dejo el vaso de sangre a medio tomar sobre la misma mesa. Observo la escalera que lleva al segundo piso, con gente besándose en cada escalón.
Jimin.
¿Qué está pasando?
👀 👀 👀 👀
¡Nos leemos luego! ;)
[ Noduru, 2023 ]
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