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✠ 19 ✠

[ 3:4 ]

No dice nada, solo abre muchísimo los ojos, con las cejas tan alzadas que tengo la impresión que llegan al borde de su frente, como una caricatura. Un camarero diferente se acerca a nosotros y deja dos copas de cristal en la mesa, una frente a cada uno. Deja también la botella que acabo de pedir y pregunta si queremos que nos sirva la sangre. Le digo que en tono cortés que no es necesario y se aleja de nosotros con una reverencia. Durante todo el intercambio que he tenido con el camarero Taehyung no ha abandonado la expresión de sorpresa mezclada con confusión fundida en no-sé-qué (luce como si fuera a golpearme, o a besarme. Se está decidiendo en su cabeza, y la primera opción parece liderar).

—Nos conocemos hace un poco más de 24 horas —dice, aún estupefacto.

—Ya sé —respondo, destapando con los dientes la botella. Dejo el corcho a un lado de la mesa (tiene dos agujeritos por los colmillos) y empiezo a servir la sangre en la copa de Taehyung.

—Eso quiere decir que no nos conocemos en absoluto.

—Hablamos en ese cuarto por horas. Te dije cosas que no le he contado a mis amigos en cinco años —digo planamente, concentrado en el riachuelo rojo que llena poco a poco la copa. La relleno hasta la mitad y empujo la copa hacia Taehyung. Le sonrío—. Me agradas, Taehyung.

—También me agradas, pero creo que es demasiado pronto para —se queda callado, tomando la copa con ambas manos y acercándola a sus labios. La huele, y el ojo de la cruz se le enciende enseguida. Carraspea, disimulando su entusiasmo por la sangre— todo esto.

—Taehyung.

—¿Sí? —dice, dándole un sorbo. Queda encantado con el sabor y le da otro más.

—Tuvimos sexo hace, ¿qué? ¿Menos de ocho horas?

Se atraganta y empieza a darse golpes en el pecho para recuperar el aliento. Mira a ambos lados, comprobando que nadie haya escuchado lo que acabo de decir, y luego me mira con los ojos enrabiados, como si le salieran llamas del ojo negro.

—Es —tose— diferente.

—¿Te acuestas con cualquier chico que conoces por un par de horas?

—No —da otro sorbo y me da una mirada mordaz—, ese eres tú.

Auch.

—Mira —empiezo a servirme la sangre y lleno mi copa mucho más que la de Taehyung—, Taehyung. Sé que es demasiado pronto, pero no te estoy pidiendo matrimonio. Tampoco te estoy pidiendo que seas mi novio —aún—. Solo quiero que —me encojo de hombros dejando la botella sobre la mesa— lo tengas en consideración. Que me tengas a mí en consideración. Quiero estar contigo, de la forma en la que tú te sientas cómodo. ¿Qué opinas?

Empieza a tamborilear sobre el borde de la copa de vino, tomando sorbo tras sorbo hasta que se termina el contenido de la copa. Se aclara la garganta y me hace un ademán para que le sirva más. Me rio, tomando su copa y llenándola otra vez.

—¿Podemos hacer de nuevo —baja la voz, con las orejas echando humo de lo rojas que están— eso, entonces?

Tengo que cubrirme la boca para no reír más, o explotar de la ternura. Me está pidiendo que volvamos a tener sexo, por el Gran Demonio, ¿y me parece adorable?

—Sí, si tú quieres.

—¿Y podemos volver a besarnos?

—Cuando tú quieras.

Frunce el ceño, oponiéndose a establecer contacto visual conmigo. Tiene la copa pegada a los labios aún cuando deja de beber. Cuando por fin la deja en la mesa, tiene un rastro de sangre en el labio superior, como un bigote. Antes de que pueda reaccionar, me escabullo con la agilidad que solo un vampiro tendría hacia el asiento junto a él, tomo su rostro con cuidado y lo beso, pasando mi lengua sobre la línea de sangre antes de que pueda darse cuenta. Pego mi frente a la suya y le sonrío. Él frunce aún más el entrecejo, mirando cualquier cosa que no sean mis ojos y haciendo todo lo posible por alejarse de mí. Termina con la espalda pegada a la pared y conmigo sobre él.

—Hoy accediste a que durmiera contigo, así que estás atrapado conmigo esta noche —beso su nariz, y pongo mis manos en su cuello. Mis dedos están fríos, en perfecto contraste con su piel hirviendo. Taehyung se estremece—. Pero quiero seguir contigo el día siguiente también. Y el siguiente, y el siguiente, y los días que nos queden en esa prisión. 

—¿Estás seguro de que no es una propuesta de matrimonio? —se burla en voz baja. Ambos nos reímos.

—No, tenemos tiempo de sobra para eso.

Puedo ver como traga saliva. Puedo sentir el movimiento en la punta de mis dedos cuando rozo con los nudillos la piel de su cuello.

—¿Y si no funciona?

—Lo haremos funcionar.

—Me aterra pensar que me abandonarás también.

Ese también resuena en mis oídos, se clava en mi cabeza como un martillo. Clavo tras clavo, doloroso y punzante. Acaricio su cabello y beso sus dos mejillas.

—No me iré. Lo entenderás cuando te cuente más sobre mis amigos, pero no tengo otro lugar a donde ir. O no quiero ir a esos lugares... No me siento cómodo allí —empiezo a divagar, y temo que Taehyung no entienda a lo que me refiero—. Me siento bien contigo, así que quiero intentarlo. Podemos empezar lento si quieres. Ya sabes, ser amigos.

Se ríe con ganas, y el sonido arrasa con todos los martillos y convierte mi cabeza en un campo de flores. Margaritas y lavandas. Casi puedo olerlas.

—Los amigos no hacen este tipo de cosas.

—Podemos ser amigos que se besan.

—No solo nos besamos, Jungkook.

—Podemos ser amigos que hacen eso. Yujin y Jungwon eran mejores amigos. Decían que eran hermanos y que nunca saldrían juntos, y ahora lo hacen cada noche. Y me abandonaron por eso, por completo. Soy como su perrito ahora —miro sus manos sobre su regazo y las tomo entre las mías, empezando a jugar con sus dedos y a pasar las yemas sobre el esmalte negro—. Si lo pienso bien, creo que nunca se comportaron como mis amigos desde que los conocí. Creo que siempre fui su... perrito. Y ahora se cansaron del perrito, así que lo tiraron. Por Santalan, me siento como un idiota, ¿qué he estado haciendo estos cinco años? Hmm, ¿puedes pintarme las uñas cuando volvamos a tu habitación? Bueno, quizás sería mejor por la mañana, o tu habitación olerá a esmalte y no podremos dormir... ¿Y si nos saltamos las clases... ?

Se lanza sobre mí antes de que pueda decir otra palabra. Me rodea con sus brazos y apoya su cabeza en mi hombro, apegándome a él y pasando sus manos por mi cabello, en una especie de consuelo.

Consuelo. Estoy tan sorprendido que no puedo corresponder el abrazo por unos segundos. Mis brazos no responden, y mi cabeza tampoco. Está en blanco, llena de nubes suaves que me entumecen las extremidades. Estoy tan lleno de Taehyung (de sus manos, de sus ojos, de su olor, de su cercanía) que no puedo pensar.

Lo abrazo también y me hundo en el espacio entre su hombro y su cuello.

—También quiero estar contigo, Jungkook.

Escuchamos una tos forzada y un traqueteo de platos y cubiertos. Nos separamos y vemos a la chica que tomó nuestros pedidos dejando un par de platos humeantes sobre la mesa y mirándonos con una sonrisa apenada.

—Pueden continuar, aquí está su comida.

Taehyung me aleja de él de un empujón tan brusco que casi caigo del asiento y se encoge en un ovillo, mirando a la pared y muerto de vergüenza. Le agradezco a la camarera con la mejor sonrisa que le puedo dar. Ella se va, pero Taehyung no está dispuesto a mirarme aún.

Tomo los cubiertos y corto un pedazo de carne de cordero. La acerco a su rostro y puedo escucharlo olfatear como un animal hambriento. Casi puedo escuchar su estómago rugiendo por comida, así que se voltea de mala gana y abre la boca. Mastica sin mirarme y se lo traga enseguida, relamiéndose los labios. Es obvio que le gustó, e intenta arrebatarme los cubiertos para cortar otro pedazo. Los levanto en el aire para que no los alcance y él está por pararse sobre el asiento para tomarlos. No puedo dejar de reír.

—Déjame alimentarte —le pido.

—No soy un bebé, no seas ridículo.

—Ya lo sé, pero nunca lo he hecho por nadie. Déjame hacerlo, por favor. Solo esta vez —le ruego con la mirada, abultando el labio inferior. Él se queja ruidosamente, echando la cabeza hacia atrás, pero termina cediendo y abre la boca. Es todo un cuadro, verlo ligeramente inclinado hacia adelante, mostrándome ese colmillo. Quiero hacer esto por el resto de mi vida.

En algún momento me imaginé haciéndolo con Jimin. No me refiero solo el sexo. También quería besarlo, invitarlo a la fiesta de graduación, ir a citas. Alimentarlo como a un maldito bebé. Enseñarle a salir a escondidas de la escuela una noche, y que él terminara cargándome en sus brazos y elevara esas alas estúpidamente hermosas y me llevara volando sobre la ciudad.

Soñaba con eso.

Cuando estoy en la cama de Taehyung, con el dueño de la habitación durmiendo sobre mi pecho con sus brazos y sus piernas alrededor de mí como cables que se niegan a soltarme, acariciando su cabello y mirando el techo, no puedo dejar de sonreír.

No recuerdo bien qué soñé una vez que despierto. Pero sé que Taehyung estaba en el sueño, y que su rostro sea lo primero que veo al despertar es la mejor sensación del universo.

Ahora la realidad será mucho mejor que cualquier fantasía tonta.

Tengo que dejar de soñar.

¡Nos leemos luego!

[ Noduru, 2023 ]

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