Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Δᶜᵃᵖᶤ́ᵗᵘˡᵒ ᵒᶜʰᵒΔ


ᴱˡ ᶠᶤᶰᵃˡ ᵈᵉ ᵘᶰᵃ ʰᶤˢᵗᵒʳᶤᵃ˒ ᵖᵘᵉᵈᵉ ˢᵉʳ ᵉˡ ᶜᵒᵐᶤᵉᶰᶻᵒ ᵈᵉ ᵒᵗʳᵃˑ

ᶜᵃᵖᶤ́ᵗᵘˡᵒ ᵒᶜʰᵒ: ᗷIᕮᑎᐯᕮᑎIᗪO


El ser demoníaco se encontraba durmiendo plácidamente cerca del mediodía, pero no por mucho más, ya que su pequeño ángel lo llamó insistentemente.

—Oye, Belial, ejem... —carraspeó nervioso por estar molestándolo, mientras cubría su rostro con una de sus alas oscuras— Belial, mira esto... vamos, abre los ojos ¿Sí?

—Por todos los malditos infiernos ¿Qué es lo que quieres? —gruñó levantando la parte superior de su cuerpo, alejando sus alas y viéndolo hostil, con sus pupilas sumamente finas al acostumbrarse a la luz.

Se encontró con los ojos brillantes de Calliel y quiso saber la razón, examinó su cuerpo en pocos segundos y notó que traía algo en sus manos bastante grande como para ser ignorado.

—Eso es... —alcanzó a decir con asombro y se incorporó.

—¡Lo curé! —afirmó y levantó con ambas manos a dicha criatura—. No sé que animal sea, pero ¿No es lindo?

—Esa cosa... —rió un poco— es un zorro del infierno, quizá se perdió y terminó lejos de su madre. —dijo refiriéndose a ese animal con garras y colmillos grandes para su tamaño, varias colas, mirada inquisidora, pelaje negro y blanco, orejas en alto y mucha desconfianza dentro de ese pequeño cuerpecito.

—Oh... eso explica por qué nunca lo vi antes en el bosque y su extraña presencia... —Lo miró varios segundos y Belial extendió sus garras, por si el animal salvaje e infernal atacaba a su ángel.

Aunque fuese diminuto no iba a permitir que nada dañase a Calliel, mismo que seguía mirando apaciblemente al zorro, seguido lo acercó a su cuerpo y le dio un sutil abrazo.

—Algunas criaturas demoníacas son... —Levantó su rostro en dirección a Belial y clavó esos grisaseos ojos en él— Realmente hermosas.

Le obsequió una de sus más honestas sonrisas junto a un leve sonrojo, petrificándolo en su sitio y haciéndolo callar.

El incrédulo zorro que presenció la escena no podía asimilarlo, ¿Cómo un ser que irradiaba luz había sometido a un demonio de la oscuridad? Uno tan fuerte que lograba extender su territorio hasta pasando un denso bosque, la cascada y prácticamente un pueblo entero.

No sabía de la existencia de los ángeles, y de los humanos solo lo que había visto al ser atacado por granjeros, ya que su corta vida la pasó en el tercer infierno, donde habitaban la mayoría de las criaturas bestiales y demoníacas.

Creyó que el joven que lo acogió era la criatura más espectacular que había conocido y no solo le tenía cierto cariño por la tranquilidad que le trasmitía, sino mucha admiración por lo "poderoso" que era ante sus ojos.

Continuaba hambriento y cansado, todavía era un cachorro y luego de que un demonio de grado inferior atacara y comiera a su familia, en el tercer infierno, huyó lo más lejos que pudo, llegando finalmente a la tierra humana.

Vagó sin comida, experiencia o protección alguna, solo quería comer y no morir por sus heridas infectadas y profundas. Pero claramente lo haría, cuando quiso descansar en un establo los granjeros lo habían atacado, temiendo por su apariencia atípica y aborreciendo a todo lo que provenía del infierno.

Ese miedo crecía al ser atacados por demonios constantemente, que a pesar de ser de bajo rango, hacían mucho daño a los humanos cuando los atacaban por diversos motivos. No iban a esperar a averiguar si el animalito raro aquél era bueno o no, solo tenían miedo y actuaban condicionados por ello.

Llegó a duras penas a un bosque donde olía a demonio, uno increíblemente fuerte. Temblaba y sollozaba, pero ya no podía seguir corriendo, sus patas ardían y sangraban, de todos modos moriría, la agonía ya era insoportable y a ese punto le daba igual si fallecía en territorio ajeno o no.

En medio de su martirio olió algo dulce, un aroma agradable y reconfortante. Si así olía morir, hubiese aceptado su destino mucho antes.

Pero estaba equivocado, una criatura alada y blanquecina apareció en su campo de visión, ni siquiera podía gruñir, alejarse o temer, estaba muy agotado como para hacer aquello.

"Oh mi Dios", lo oyó decir con cierta tristeza. Nunca había escuchado a nadie decir esas palabras y mucho menos cargadas con tanta bondad y calidez. Se sintió a salvo cuando esa brillante mano se posó en él.

Fue cargado por esa criatura, la cual resultó ser Calliel, que se había topado con el animal salvaje mientras buscaba una planta aromática en el bosque. Quería que Belial despertara y oliera algo delicioso, como agradecimiento por cargarlo hasta la cama la noche anterior.

Lo llevó a la cascada donde lo higienizó cuidadosamente, intentando no lastimarlo mientras quitaba la pus y podredumbre de sus llagas y heridas. Ni siquiera se quejó, simplemente se desvaneció y esperó morir, si era en esas suaves manos no podía ser una muerte tan mala.

Pero para su sorpresa vio luz a través de sus ojos cerrados, los abrió como pudo y notó que las manos del ser angelical brillaban. Esa luz curaba sección por sección sus heridas, por letales y difíciles que fuesen de tratar, Calliel había estado practicando por semanas y llegó a mejorar notoriamente.

Al finalizar estaba tan cansado por lo que hizo que se desmayó. Los demonios eran más resistentes, pero al mismo tiempo, más complicados de sanar que los animales o humanos.

El ángel abrió sus ojos y allí estaba todavía el pequeño zorro blanco y negro, sentado junto él.

—Hola, que lindo eres. —Calliel le sonrió con tanta dulzura que el indefenso animal sintió, después de tortuosos días, paz.

Le recordó cómo era cuando estaba con sus padres y comenzó a llorar, haciendo que Calliel entrara en una leve crisis sin saber qué hacer, sus manos brillaban y se apagaban, balbuceaba y no entendía en qué se equivocó y también comenzó a llorar.

—L-Lo siento, perdón, no sé que hice mal —gimoteó y el ser de la oscuridad se subió a su regazo, frotando su carita contra el pecho de su atípico salvador.

Eso hizo que ambos se calmaran al fin y cuando Calliel se levantó, sacudió y estiró. Saludó amablemente como hacía al dejar a un animal sano y se dispuso a regresar a su casa. Miró varias veces hacia atrás esperando que fuese con su familia y nada, no se movía del lugar.

—Ve a tu casa, ve, shu... —El zorro negó con la cabeza y Calliel se asombró muchísimo.

Corrió hasta él y se inclinó a su altura.

—¡Wow! ¿Me entiendes? —Asintió y rascó su oreja— ¡Vaya! Eres súper inteligente, no he visto otros animales que realmente interactúen conmigo, es como que su comprensión es... limitada, no me molesta claro, son lindos igual y los aprecio, pero ¡Eres muy increíble!

El demoniaco animal no entendía qué veía de interesante en él, tampoco por qué no le temía como los humanos o intentaba comérselo como los demonios. Mucho menos entendió cuando lo tomó entre sus brazos y le ofreció vivir con él.

Tenía miedo de estar solo y todavía necesitaba alguien que cuidase de él, al ser tan joven no iba a sobrevivir solo en un mundo lleno de amenazas. Pero por un momento vio el rostro de su madre en Calliel y bajó sus orejas, aceptando ser cargado por él.

—Te llevaré a casa y conocerás a Belial, aunque de miedo a veces es buenos y... obviaremos la parte donde me desmayé ¿Sí? Se reirá de nuevo si le cuento. —Le sonrió con complicidad y acarició su suave pelaje— Quizá sepa qué animalito eres...

—Ve y deshazte de eso, ni siquiera creo que sepa cazar todavía, es una molestia y debe regresar al infierno con sus iguales —ordenó Belial.

—Quiero quedármelo, no tiene dónde ir... O eso creo. —El animal apoyó su rostro en la clavícula de Calliel, a modo de caricia.

—Mmh, puede ser que algún demonio los haya devorado —estiró su cuello y se puso de pie, caminando a la cocina, seguido atentamente por el curioso ángel.

—¿Habías visto criaturas como él? ¿Son todas así? ¿Comiste alguna?

—No, los animales de la tierra son más... sabrosos según yo. Pero muchos suelen ir al tercer infierno a buscar criaturas para cazar, domar o comer —sonrió altivo— y he oído que los zorros de fuego fausto saben delicioso —Sacó sus garras y las levantó— ¿Qué tal probarlo en la cena?

—¡B-Belial! No, claro que no —Lo abrazó y sintió cómo frotaba su rostro peludo en el hueco de su cuello.

Belial rodó los ojos y soltó una leve risa. El zorro lo miró de forma desafiante, sin que Calliel lo notara y pasó su lengüita por la mejilla del joven alado, en señal de que iba a cuidarlo de ese demonio malvado.

—¿Cómo te atreves a verme así? Hijo de tu zorra madre, ser insignificante... —masculló indignado por el atrevimiento.

Se acercó con ganas de apretar su cara hasta que muriera, pero Calliel lo miró entristecido y se detuvo en seco.

—P-Por favor, haré lo que quieras, cocinaré más, traeré flores más lindas y... —Fue callado por la mano del contrario en su cabeza, dando palmadas algo toscas.

No iba a sobrevivir a muchas comidas mal hechas del ángel, las flores no eran algo que le importase y de por sí el pequeño e inocente hacía lo que él deseara sin siquiera pedírselo. Así que no había nada que le pudiese ofrecer que Belial quisiera más que verlo alegre y sonreír para él, pero no iba a admitirlo tan fácil y simplemente suspiró.

En ese instante descubrió que le era imposible negarse ante el ángel y lo perdido que estaba.

—Tú lo cuidarás, lo que sea que haga será tu culpa, recuerda que es una bestia del infierno y en cualquier momento puede atacar a los humanos. —Calliel frunció sus cejas.

—Es inteligente, no sé si como nosotros, pero mucho más que cualquier animal que haya visto y confío que aprenderá, le enseñaré que son buenos —contestó firme.

—¿Vas a mentirle? Porque son una mierda llena de maldad y perversión. —Sintió la mano de Calliel sobre la suya y lo observó.

—No todos lo son, siempre existen excepciones, como nosotros. —Nuevamente el zorro fue capaz el ver el increíble poder de Calliel.

Que haya dicho la palabra "nosotros" hizo al demonio caer por completo ante él, no podía negarse, su inocencia lo había capturado completamente.

—Vamos a comer —ordenó cubriendo gran parte de su cara con una ala, evitando las miradas de esos dos.

—¡Genial! Mientras tanto le haré un pergamino que lo disfrace ante los humanos, así no temerán al verlo —canturreó tan alegre que sus alas parecían inquietas y agitadas, haciendo sonreír a Belial.

Calliel tomó con ambas manos a la criatura y le preguntó de frente si estaba se acuerdo con quedarse, cuando éste asintió recibió un dulce e inocente beso en su nariz y seguido un abrazo.

—Que suave eres, me encanta abrazarte —dijo sin ningún tipo de maldad.

Fue inexplicable lo mucho que le molestó al demonio ver eso y frunció sus cejas, caprichoso y soberbio. Por otro lado el zorrito pareció gozar ganar el cariño de Calliel frente al imponente demonio y casi podía plasmarse en su expresión una risita de victoria.

Por un segundo la oscuridad detrás de Belial aumentó y sus ojos parecían arder como el infierno, prácticamente se desvanecieron ambas pupilas y su sonrisa creció desde un extremo de su rostro al otro. Su boca se agrandó de forma desmesurada llenándose de feroces colmillos sedientos de sangre, mientras su larga lengua recorrió juguetonamemte desde una comisura a la otra, con esa retorcida diversión que heló los huesos del animalito y cierto placer destructivo; como diciendo "en el momento que se distraiga te devoraré".

Cuando Calliel se giró, Belial se veía como de costumbre y sonrió falsamente, intimidando al pobre animal y dejando su madurez de lado en ese esporádico momento.

—¿Tienes frío? Estás temblando —comentó Calliel mientras el zorro escondía su cara en el hueco de su cuello.

—Pobrecito —ironizó el demonio— Cuidado no vaya a querer comerte, comen aves, pichoncito. —Calliel comprendió que estaba metiéndose con él, pero respiró hondo y lo ignoró yendo a su habitación.

La posesividad del demonio era innegable y su competitividad también. Además, no olvidemos el hecho de que le resultaba divertido intimidar a otros y esa tarde estaba aburrido.

Pasaron varios días desde aquello y de forma gradual Belial aceptó el hecho de que el zorro, o Gigil, como lo nombró Calliel, iba a quedarse de manera indefinida.

Incluso comenzó a apartarle comida y pedazos de carne, ya que era patético y tierno a la vez, ver cómo el ángel intentaba enseñarle a pescar y cazar: sin éxito, ya que ni él mismo sabía hacerlo, menos podría enseñarle al zorrito.

Se divertía viéndolo frustrado y mordiendo sus labios mientras terminaba todo mojado queríendo agarrar un pez o lleno de tierra correteando a conejos. El mismo instinto asesino que una piedra poseía el pobre.

Pasaron dos días más y se apiadó finalmente de ambos inútiles, enseñándole lo básico a Gigil: como el sonido que debía ocultar, su respiración, la precisión y paciencia, donde finalmente cazó un pájaro desafortunado que pasaba por ahí.

Calliel quería llorar por la muerte del ave y al mismo tiempo felicitar a su dulce Gigil, formando en él una expresión entre triste/orgullo/alegre que hizo reír a Belial.

Pero la alegría lo superó, abrazando a Belial con todas sus fuerzas, agradeciéndole y besando finalmente su mejilla.

Al darse cuenta de la cercanía y lo mucho que su corazón se alteró, sonrió lleno de felicidad, realmente disfrutaba cuando la distancia se acordaba y sentirlo tan cerca, no solo el calor de su cuerpo y sus reacciones, sino algo muy dentro de él parecía entrar en trance cada vez que tocaba al demonio.

Y por todo ese mar de sentimientos no notó en absoluto la mirada cargada de deseo que despertó en Belial y fue demasiado tarde para alejarse en el momento que esas fuertes manos se apoderaron de su cadera y lo presionaron contra sí.

—¿Tienes ganas de aprender, mi curioso y erótico cisne? —susurró a milímetros de sus labios.

Cσɳƚιɳυαɾά...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro