
9
LUCY.
El terror, la desesperación de querer levantarme del suelo y detener la cuchilla que estuvo a un paso de perforar la espalda del hombre que con un solo movimiento, fue capaz de tumbar a mi madre al suelo.
Mi madre jadea y se enfrenta a una batalla de golpes contra él. Trata de clavarle la navaja en dónde pueda ser posible, en la cara, en las piernas e incluso en el brazo. Pero es algo que no obtiene, ya que él la ha tomado por el cuello, rodeando por completo la zona sensible del cuerpo con un solo brazo y ajustando presión para intentar dejarla inconsciente. Aunque ella resistía, llevando sus manos al fuerte brazo de él y tratando de tirar, para así poder zafarse.
—Malditos... Me las vas a pagar mocosa inepta... ¡Juro que me las vas a pagar si no pagas esa deuda!
Mi mente se queda en blanco. Porque, en solo segundos, me pongo de pie y sostengo el arma que mi madre había usado para amenazarme hace minutos. Me estoy tambaleando, no puedo mantenerme quieta durante un par de momentos más. Pero aún así, soy capaz de resistir cada grito de humillación de la mujer que tengo frente a mí.
—¿Y crees que lo voy a pagar, basura? —le pregunto con una sonrisa, recargando el arma con firmeza —. ¿Crees que voy a pagar la deuda? No eres más que basura, completamente inútil para este mundo. Debí de haberte metido a los juegos cuando tuve la oportunidad de hacerlo.
Y el reclutador, detrás de mí madre y sujetando aún su cuello, sonrió.
Una sonrisa que se extiende de oreja a oreja. Disfrutando de la vista que ha creado con sus propias manos a base de tratos y palabras susurradas por miles de noches que ha estado a mi costado como una espina. Recordando ese poder que guardo dentro de mí, pero que me niego a sacar de una vez en cuando.
Una sonrisa de admiración por verme ser quien soy. Me ha quitado la máscara. El mismo ha enredado los hilos entre sus dedos y me la quitado para mostrar esa verdadera actitud que por tanto tiempo mantuve reprimida.
Pero entonces recuerdo, que mi mente está negro. Que no soy capaz de saber lo que estoy haciendo, y que solo actúo por coraje y enojo.
—Por fin conseguí lo que quise por tanto tiempo, señorita Lucy... Bienvenida a mi mundo —susurra con lentitud, aún así soltando uno que otro jadeo por mantener a mi madre inmóvil contra su cuerpo.
—Destruiste la vida que por tanto tiempo quise arreglar, por culpa de tus deudas y de tus malditas miserias, miles de personas me han perseguido pidiéndome que les pague una deuda que principalmente no era mía, si no tuya madre... —fruncí el ceño e hice una mueca de disgusto —. O mejor dicho, señora Sharon.
La mano en ese instante no me temblaba.
Mató a mi padre, ni siquiera sabía que mi padre había muerto en toda mi estadía en Corea. Se deshizo de mis abuelos y de toda la familia con solo un arma. Un caso más para investigar, un problema más creando cada capitulo de mi vida.
Siento que los ojos me pesan, y que el roce de bala si arde en mi cuerpo. Es un dolor que puedo ignorar, uno que puedo olvidarme y más ahora cuando la única emoción que recorre mis venas es el odio. Y las ganas de vengarme de todos.
—¡Niña estúpida! —mi madre me grita con horror, poco a poco su voz debilitándose porque no tuvo ninguna opción más —. ¡¿Vas a matar a tu madre?! ¡¿De verdad lo vas hacer?! ¡Hazlo! ¡Quiero ver que lo hagas! ¡Demuéstrame que eres tan fuerte como para...
Y disparé.
□△◯
NARRADOR OMNISCIENTE.
HWANG JUN-HO.
La policía ha rodeado el edificio debido a que vecinos, escucharon una ola de disparos. Más de diez para ser exactos. Las patrullas se estacionan fuera del edificio, pero es extraño y muy raro este caso... Ya que, en el edificio de la joven Lucy Lively, se ha encontrado el cuerpo de una mujer de una edad de 51 años de edad, quien llevaba varios antecedentes penales fuera del país.
El detective Hwang Jun-ho, al ver que el edificio se trataba de Lucy, y el mismo departamento, no pudo evitar salir corriendo del coche y subir las escaleras desesperado entre jadeos y una respiración echa un desastre. Miraba a los policías bajar con evidencias, pero eso no importaba. Lo que realmente importaba es como estaba Lucy, que había pasado realmente y como podría encontrarse en este momento ahora que su madre fue encontrada atada en la esquina del pequeño departamento, y con una bala en la pierna que la dejó inmóvil.
—Detective Hwang Jun-ho —muestra su placa, y seguido de esto se pone de rodillas frente a la mujer, a quien logró conocer hace un par de meses gracias a Lucy —. Dígame la verdad señora Sharon... ¿Dónde está Lucy? ¿Y quién le hizo esto? ¿Fue su hija? Porque dudo que esté loca al igual que usted.
—Oh, ya te reconocí... Eres el estúpido coreano con el que mi hija quería casarse. Pero no pudo porque no es bonita ni linda —se burla, siendo desatada por los policías —, y dime, ¿La extrañas tanto que ahora vienes a saber de ella? Si serás pedazo de idiota.
—Está obstruyendo a la policía, así que le pido más respeto y exito que me diga... ¿Dónde está Lucy? Nos han dado los videos, y se ve claramente como usted entra con un arma al edificio y fuerza la cerradura.
—Tenía asuntos pendientes que arreglar con mi hija, maldito niño disfrazado de policía.
—¿Asuntos? ¿Cómo cuáles? ¿Reprocharle una deuda que no es suya? Eso viene de una persona tan baja y tan denigrante como lo que es usted. Y va a la cárcel, cadena perpetua por matar a su esposo, padre y hermanos. Estará internada por tanto tiempo que no verá la luz del día, ni siquiera recibirá comida...
—Cuando usted sepa la verdad sobre mi hija, detective Jun-ho —la señora Sharon ríe de nuevo, las esposas siendo colocadas en sus muñecas —, querrá desear que todas esas cosas no fueran ciertas.
En cuanto la policía se la llevó, no hubo tiempo ni espera. Realmente Jun-ho quería saber en dónde estaba Lucy y el por qué su situación había cambiado de la noche a la mañana. Era un caso tan grave que en tan solo minutos, manejando por las calles oscura de Corea, llegó al lugar de servicio policial principal. En donde la policía le dió en manos documentos importantes sobre Lucy y su familia, más que nada para resolver el caso.
Investigó hora tras hora hasta que se hizo de noche. Pero minutos después, a las cuatro y media de la mañana, tocaron la puerta de su oficina y fue ahí donde abrió la puerta desesperado.
—Detective Hwang —dijo su compañera Seo-Yeon, entrando nerviosa a la oficina —. Tengo información de Lucy, pero no es nada buena de lo que parece...
—Dame esos documentos Seo-Yeon, los necesito ahora —habla firme y sin enredos, extendiendo la mano esperando a tenerlos en mano.
—Por favor, le pido que se calme y me deje decirle esto con tranquilidad... Es mejor que lo escuche a que lo lea, ¿Podría hacer eso por mí?
El detective Hwang solo suelta un suspiro molesta. Pasando la mano por todo su cabello y esperando las palabras de su compañera, una nueva armada en el mundo policial que hace apenas meses que comenzó su trabajo. Mantiene en sus manos los documentos con toda la información de Lucy y cosas que no fueron reveladas desde un principio. Cosas que seguramente para Jun-ho no serían nada buenas.
—La señorita de nombre Lucy Lively —le extiende los documentos por fin después de tanto tiempo, dándole la oportunidad de tomarlos en manos —, ha contado con un enorme historial de problemas infantiles, y relaciones controversiales en toda su niñez y adolescencia.
Jun-ho le arrebata de las manos los documentos y los lee con precisión. No encuentra nada raro, hasta que mira las hojas más adelante y se topa con una imagen que pareciera no reconocer.
Una foto de Lucy cuando tenía entre 15 o máximo 16 años de edad. Vistiendo un uniforme extraño como una bata de hospital, posando de lado, de perfil, de lado derecho, entre muchas más como si estuvieran examinando cada parte de ella.
—¿Qué es esto? —pregunta preocupado, el miedo creciendo en su cuerpo.
Seo-Yeon traga saliva con fuerza... No sabe que o como explicar.
—Justamente eso quiero explicarle... —suelta un suspiro y se prepara para hablar —. La señorita Lively, fue internada en un hospital psiquiátrico por problemas mentales en etapa de adolescencia. Tales fueron la depresión al igual que una ensoñación excesivamente violenta. Tuvo cosas muy negativas en el lugar donde estudiaba, lo que la llevó a tener que pisar ese lugar durante un año, fue en un centro que es igual a un manicomio, no se sabe exactamente las razones del por qué, detective Hwang. Después de salir del psiquiátrico, tuvo un accidente de coche con su padre, un golpe en la cabeza provocó una profunda amnesia que hasta al día de hoy no se ha curado al cien por ciento. Es una amnesia selectiva que puede durar meses, o hasta años, ¿Usted por qué cree que nunca le mencionó sobre esto? La señorita no recuerda gran parte de su adolescencia, puede recordar algunas cosas, pero no muchas.
La respuesta, es algo que no puede creerse el mismo. Se queda congelado, mirando entre sus manos la imagen de aquella mujer que amó con todo su ser entre sus dedos. Anhelaba poder abrazarla, decirle que todo estaría bien a pesar de las graves cosas que habían pasado en su relación. Poder acurrucarla en su pecho y pedirle perdón por no haberse dado cuenta antes de lo que realmente pasaba en su cabeza.
Lucy siempre fue alegre. Ahora es entendible por qué siempre tuvo miedo a olvidarse de su nombre. Por qué algunas veces se olvidaba hasta de eventos importantes, incluso varias veces faltó al trabajo pensando que todos los días eran sábados y domingos.
—Detective Hwang... ¿Está bien? —Yeon pregunta, colocando una mano en su hombre y dándose cuenta de lo grave que fue.
Miró como las lágrimas bajaban por el rostro de Jun-ho, quien se tiró a llorar en la silla cercana y ahí estuvo Seo-Yeon a su lado. Escuchando sus lágrimas y jadeos, manchando las fotos de Lucy con lágrimas en los ojos. Apretando los puños y con la cabeza envuelta en problemas y un corazón roto que era difícil de sanar.
□△◯
LUCY.
Me despierto en una cómoda cama que es perfecta y muy suave. Las sábanas de color negro y una manta gris cubriendo mi cuerpo, mi brazo todavía arde y no puedo recordar con perfección que es lo pasó... Mi mente se revuelve un poco, pero solo tengo de recuerdo la imagen de mamá frente a mí. Fuera de eso, no recuerdo nada más. El roce de la bala todavía me duele, una venda decora mi brazo y la herida está saturada.
Es una habitación bastante grande y perfecta. Es tranquila, y creo que estoy lejos de la ciudad. Porque puedo ver a través de la ventana el mar y los árboles rodeando la enorme casa oculta entre la niebla. Me siento un poco aliviada... El sonido de un disparo llega a mi cabeza y logro recordar algo.
Mi madre, apuntándome con un arma, el reclutador detrás de ella salvándome la vida, luchando en una ola de golpes con tal de defenderse. Recordar eso fue una pésima idea, porque volví a sentirme mal conmigo misma por dispararle a mi madre en la pierna con tal de salir con vida.
—No se sienta mal por lo que hizo señorita Lucy...
Mis ojos se abren y miro hacia el sofá individual que está en la esquina la de habitación. Él, con los brazos cruzados, usando unos simples pantalones y camisa blanca, las mangas dobladas dándome una muestra de las venas que se marcan en sus brazos y recorren su piel.
—No debí de hacerlo...
—Era lo mejor que tenía que hacer... —el susurro que sale de su boca no suena tan seguro, al contrario —. Si esa mujer la mataba, lo más probable es que yo también acabaría muerto.
—Pero la policía encontrará a mi madre en mi departamento, es fácil que piensen que yo fui la que disparé y la que le hizo daño por unos simples billetes —gruño entre los dientes, el coraje de nuevo llegando a mi ser —. Es muy probable que mienta, que le diga a la policía coreana que ella no fue la de los fraudes y la de las deudas.
—Señorita Lucy... ¿Y usted cree que yo soy lo que soy solo por gusto?
Sus palabras me cerraron la garganta. Estoy consiente de que estoy conversando con un psicópata. Con un hombre que ha cometido actos locos y completamente inhumanos.
Aunque, la mirada que ahora tenía era diferente. Ojos caídos, no había una sonrisa decorando su rostro, se mantiene firme en el sofá individual, solo mirándome fijamente.
—Siendo sincero, el simple hecho de verla apuntando con un arma a su propia madre me hizo recordar tanto mi juventud... —me dedica la primera sonrisa de la noche con desquicio —. Hace mucho que me retiré de los juegos, yo también como usted empecé por matar, acarrear y quemar los cuerpos de jugadores. Porque usted sabe que para mí, esos no son personas... No son más que basura, completamente inútiles para este mundo. Eso me repetía todos los días y fue fácil, luego me dieron un arma, y me sentí importante por primera vez en la vida.
Me quedo callada solo escuchando sus palabras. Es tan oscuro, tan perverso y tan duro con la humanidad, que no puedo creerme que tenga a una simple mortal ahora mismo frente a él. Una mujer que no fue más que preparada y entrenada en ese campos de juegos.
Al igual que él maté a jugadores, pero no los quemé. Al igual que él no sentí piedad al matar a cada uno de los jugadores, solo escuché las órdenes de la voz femenina que me habló tras el auricular y proseguía a tirar del gatillo para acabar con todo, y con todos. Le había disparado a mi madre en la pierna por miedo a matarla, supongo que eso me hace una cobarde, ¿No?
De repente, el toque de sus manos callosas se posan en mis diminutas caderas, tirando de ellas y acercándome poco a poco hasta que mi cuerpo, el que ahora tiembla, roza contra él suyo que permanecer firme en el sofá. Me sienta en su regazo y parece que no peso nada en sus piernas, no le incomoda mi presencia, ya que enreda un fuerte brazo por toda mi cintura, abarcando por completo mi cuerpo al punto de que su pecho se presione contra mi espalda.
—No recuerdo cuando fue pero... Me tocó dispararle a un hombre —susurra contra mi oído —, y entonces me di cuenta de que lo conocía... ¿Sabe quién era señorita Lucy? Era mi padre. Él estaba frente a mí de la nada, suplicándome que perdonará su vida, pero sin siquiera pensarlo, les disparé en la frente y supe, que estaba listo para este trabajo...
¿Él mató a su... Padre?
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