
13
LUCY.
El sonido de los zapatos eran presentes en los pasillos. Hablan de temas que no entiendo y escucho hacerlos negocios, la mano del hombre con máscara de venado de oro tiene su mano en la cadera de Diana y al parecer, puedo darle cuenta que ambos están en una situación de relación... No seria, básicamente, solo diversión y nada de romance.
En ese instante, cuando vamos a doblar la esquina, el tacón de suela roja se me sale del zapato y me da pena. Mis mejillas se sonrojan, miro las espaldas de los hombres VIP y no se dan cuenta, eso me alegra ya que sería vergonzoso verme con el pie fuera del zapato. No estoy acostumbrada a usar tacones, me había acostumbrado tanto a los tenis de calzado debido a los dos trabajos que tuve que tomar en la ciudad de Corea.
Me sentía mucho más cómoda. El olor de mi perfume en todo el pasillo, mi cabello bien ondulado, y mis labios rojos resaltando.
—¿Problemas señorita Lucy? —el reclutador me pregunta con una sonrisa, apuntando con un dedo mi pie —. Mire, se le ha zafado el tacón.
—Ah s-si —respondo con vergüenza —, es que no estoy acostumbrada a usar tacones y por eso el tacón...
Mis palabras se interrumpen cuando lo veo ponerse de rodillas frente a mí, llevando sus manos a mi pie descalzo y frío. El toque de sus dedos me hizo temblar y solta run suspiro, con la otra mano sostiene el tacón y procede a ponerlo con delicadeza en mi pie. Aquel gesto tan sencillo pero tan amable me hizo sonreír, después de colocarme el tacón, se pone de pie nuevamente y se limpia el polvo que ha acumulado en la tela de sus pantalones, quitando cada fibra de suciedad con las palmas.
—Perdón, no debiste ensuciar tu pantalón para ponerme el tacón... —murmuro con una sonrisa burlona.
—Era necesario —me corrige, ofreciéndome su brazo para que pudiera enredar mi pequeño brazo alrededor del suyo —. Adelante, tenemos una cena que nos espera.
No doy ninguna palabra, así que enredo mi brazo con él suyo y prosigo a caminar junto con él.
Y no me quejo, porque me siento cómoda estando así con él.
La cena para mí, en sí, fue un poco... Aburrida.
Escuchaba el sonido de los platos, los cubiertos moviéndose para cortar la carne que estuvo a un término medio, la copa de vino en dónde meseros con máscaras negras que atendían con precaución y obedecían cada orden que nos daba. La mesa, era la forma de un triángulo, los negocios por los cuales estaban en este lugar eran en parte para un nuevo juego que tenían planeado. Desde jugar atados de los pies en un círculo de arcoíris, hasta montarse en un gigantesco carrusel que daba vueltas y vueltas hasta que la música se detuviera.
Esas eran las ideas principales de los juegos. Aún así, la señora Diana, quien tenía 40 años con exactitud, mantenía su cigarro encendido y sí, yo también he llegado a fumar, pero es un aroma que sinceramente apesta y no es muy agradable para cenar y mucho menos hablar sobre negocios importantes como lo eran estos.
—Lo entendemos señor líder, no podemos seguir con él depósito de los mismos juegos, ¿Sabe a qué queremos llegar con todo el dinero? —habla el hombre de máscara de aguila —. Tanto como el carrusel, puede ser una buena opción para matar a los jugadores más fácilmente, podemos eliminar a la muñeca.
—Puede que eso no sea posible —el hombre de máscara de león fuma también un cigarrillo, es él principal en poner el dinero para los juegos y negocios —. Luz verde y luz roja es la regla principal para perder más jugadores. Entre más sustos se lleven, es más dinero y más posibilidades para que los jugadores con un ego tan estúpido no abandonen el juego...
—Está en lo correcto.
Decido por fin hablar, todos me miran, incluso la señora Diana quien me tira una mirada tan intensa que en cierto punto me incomoda, pero no me intimida y mucho menos me hace bajar la cabeza. Mantengo la mirada en algo ante la vista de todos, incluso hasta del mismo líder.
—Eliminar a la muñeca puede generar un quiebre en los jugadores —le doy un sorbo al vino y continuó —. La regla principal es convencerlos, hacerlos entender que entre mas gente muera, más dinero se recolectará en el cerdo de oro, y así podremos convencerlos de continuar este juego. Ya sea que elijan círculo o tacha.
—A ver niña mocosa... —Diana vuelve a interferir en los negocios, recibiendo una mirada molesta por parte del hombre con máscara de venado —. Aquí los negocios los hacemos los expertos, los que tenemos una costumbre a la sangre y al dinero, no puede venir una escuincla con creencia de poder a darnos consejos sobre nuestro negocio.
—Le recuerdo que fuí un guardia, en este lugar... —mis ojos se entre cierran, apretando un poco la mandíbula —. Y por lo tanto, tengo experiencia en esta campo, he visto miles de jugadores que están dispuestos a todo con tal de tener ese dinero. Así que cállese, porque la que no tiene experiencia es usted.
—Señorita Lucy... —el reclutador me mira con molestia.
Esos ojos, a través del antifaz, puedo ver que me da una mirada de orden y dominación. Me está pidiendo que me calme, que no haga un escándalo y más frente a unas personas tan importantes como los hombres VIP.
Ahora entendí lo que Jun-ho quiso explicarme cuando despertó del coma. Sí, me arrepiento de no haberle creído durante esos días, porque ahora estoy mirando con mis propios ojos que no es un mentira. Realmente hay hombres que gastan sus dólares con tal de ver a gente sufrir.
«Hay unos hombres que son los VIP. Son la razón principal por la cual existen esos juegos. Tienes que creerme Lucy, te juro que no te estoy diciendo mentiras... ¡Esos juegos existen! ¡Lo existen y los ví con mis propios ojos!» Sus palabras sonaron en mi cabeza, pero mi cerebro por fin reacciona.
—Debe de calmarse, señorita Lucy... No cree un problema frente a Diana y los demás —me susurra al oído.
Lleva su mano a mi muslo con suavidad, la yema de su dedo acariciando mi muslo desnudo por la abertura del vestido que los mostraba.
—Es ella quien comienza el problema, no soy yo...
—Aún así ignora sus comentarios, mientras menos atención le des a esa mujer, menos molestias provoca.
—¡Y bueno! ¡¿Y cuando serán los próximos juegos?! ¡¿Ah?! —uno de los VIP pregunta casi gritando, tragando de un solo sorbo el whisky en su vaso —. Necesitamos jugadores... ¡Así que dile a ese hombre que reclute a los más pobres y haga algo rápido con tal de tener algo con que entretenernos!
El reclutador no piensa, se ha molestado tanto que se puso de pie con tanta fuerza y tomó el cuchillo con él que cortó su pedazo de carne para después clavarlo con tanta fuerza en la madera de la mesa.
Mis ojos se abren con miedo y nervios, nunca lo había visto tan molesto al grado de llegar a esos extremos. Por esa razón, nunca lo ví feliz al saber que vendríamos a cenar con estos hombres que no habían más que hacer chistes un poco extraños y tomaban un humor bastante inexplicable. Incluso Diana, no pudo evitar tragar saliva y casi esconderse el rostro tras el abanico que llevaba en manos, esa maldita mujer de antifaz blanco que solo me molesta y me parece completamente insoportable, por fin se ha quedado callada al ver de lo que él es capaz.
—Disculpen, si me permiten —el reclutador se pone de pie y sale de la mesa —, tengo una llamada que atender, sigan con su cena.
No le dedica ninguna mirada a nadie, y el cuchillo sigue clavado como una muestra de su furia. El líder no ha hecho nada y solo continúa con la junta, mientras que uno de los soldados circulares trata de quitar el cuchillo de la mesa entre quejidos y evitando no cortarse. Hasta que por fin lo logra y observa el hueco de la madera.
—Bueno, ese hombre sí que tiene gran fuerza eh... —Diana sonríe, y después me mira —. Me pregunto por qué se interesó tanto en una escuincla como tú, de 24 años, sin terminar de estudiar la universidad y para terminar de acabar, loca.
—Con todo respeto señora Diana, soy mucho más conservadora que usted. Se ve tan ridícula y miserable querer buscar guerra con una mujer como yo —me cruzo de brazos y sonrío —. Claro, como es una señora de las cuatro décadas es por eso que la menopausia la pone de mal humor.
Diana no soporta ese insulto, se pone de pie y camina fuerte hacia a mí, con la intención de golpearme o tirar de mi cabello.
—¡Perra! ¡¿Crees que eres graciosa mocosa?!
—¡Ya cálmate! ¡Estás haciendo el ridículo! —el hombre de máscara de venado la detiene tomándola de los hombres, para después empujarla a la silla para mantenerla quieta.
No estoy de humor para estar aquí con ellos, menos ahora después de ver al reclutador clavar un cuchillo en la mesa con tanta fuerza.
—Y si me disculpan... Tengo que ir al baño, sigan cenando señores —les dedico una sonrisa falsa.
Me retiro del lugar con el permiso de los guardias, saliendo por el pasillo con el sonido de mis tacones sonando en el piso. No le doy importancia a los gritos que suelta la loca de Diana en la cena, aún así, los VIP se divierten mirándola comportarse como una niña pequeña.
—Yo también paso a retirarme al baño... —susurra el hombre de máscara de venado una vez que se pone de pie y se aleja discretamente por el pasillo.
¥¥¥
He pasado varios minutos en el baño, y por más extraño que parezca, no he escuchado la voz del reclutador por el pasillo o saber que me está buscando tras retirarme de la mesa. Es insoportable el sentimiento de coraje que me he comido entero desde que inició la cena. Esa mujer buscando una pelea tan innecesaria y molestando con el humo de su cigarrillo.
Me veo en el espejo y el antifaz lo tengo un poco mal puesto, así que procedo a acomodarlo. Tomando un poco de agua en mis manos gracias al grifo del baño y pasándolo por mi cabello ondulado con suavidad, con tal de que no se vea esponjado y mal presentado.
—Me parece muy intrigante como el señor que la ha traído a este mundo tan perverso, señorita Lucy... —el hombre de máscara de venado aparece en el baño por arte de magia —. Jamás pude imaginar que traería una víctima vulnerable a nuestros juegos.
Mis ojos se abren con miedo y no sé que hacer. Me quedo congelada y lo miro por el reflejo del espejo, por supuesto que este tipo no quiere nada bueno, no viene aquí para agradecerme por resolver el tema de negocios y muco menos viene de buena fé. Mi cuerpo comienza a sentir ese temblor de terror, estar sola con un tipo mucho más loco, y peor que él, no me parece nada perfecto, es algo que debo de mantener alerta ahora que estamos a solas.
—No soy vulnerable... —susurro, trago saliva y bajo la mirada —. Por favor, ya váyase... No puede estar aquí en el baño de mujeres conmigo.
—¿No eres vulnerable? —ríe con gracia y descaro —. Por favor, demuestras valentía en la mesa, pero sin el reclutador, no eres nadie.
Sus dedos tiran de los listones de mi antifaz y cae al suelo, mostrando con claridad mi rostro ante la luz tenue en el baño. Ese movimiento tan brusco, hace que mi corazón explote en una maraña de palpitaciones tanto como rápidas y lentas. El supe se hace presente en mi frente y el simple hecho de verme al espejo sin él antifaz puesto y completamente vulnerable a sus juegos, me hacen soltar una lágrima.
—Oh... ¿Tienes miedo, no?
Me toma de los hombros y me voltea con un movimiento que lastimas y es brusco. No muestra simpatía, pues toma mi mandíbula con fuerza y aprieta esta al punto de sacarme un jadeo de dolor de la boca.
—Pues deberías de tenerlo, ¿O qué acaso seguirás cayendo en el juego del reclutador como la pequeña tonta que eres? —me pregunta susurrando directamente cintra mis labios.
—¡Suéltame! ¡Ayuda! ¡Ayúdenme!
—¡Cállate!
A pesar de que trato de empujarlo, de morder su mano e incluso tratar de patear su estómago nada me funciona. Con la palma de su mano me cubre la boca, convirtiendo mis gritos de auxilio en unos simples balbuceos y llantos de miedo que solo pueden escucharse en el baño.
—Pobre Lucy... Mírate, eres tan tonta que no puedes darte cuenta que ese hombre solo te usa y te quiere completa para manipularte, para convertirte en su muñeca que solo sigue órdenes y órdenes hasta que acaba de rodillas humillándose ante alguien que no ama.
¿Por qué me dice eso? Los forcejeos contra su cuerpo se vuelven intensos, pero el es más fuerte que yo, no sirve de nada tratar de empujarlo o llorar. No me suelta, me mantiene en una posición humillante.
—¿Qué? ¿No sabías? —me da una sonrisa de oreja a oreja que demuestra orgullo y coraje —. ¿No sabías que el reclutador solo te quiere para matarte? ¿O por qué crees que te trata bonito y es caballeroso contigo? Porque lo que quiere es matarte, eso quiere él, te quiere tener en la palma de su mano para hacerte sentir especial y después acabar contigo. Y esa noche, que jugaste a la mentada ruleta rusa, realmente tenía planes para matarte, ¿Te secuestró por amor? ¡No! Así que si no quieres terminar enterrada en un ataúd, vete de aquí.
Las palabras que escuché me arden en el corazón, porque siento como me empuja al piso y caigo, en medio de lágrimas de miedo y tratando ponerme de pie para salir corriendo de ese lugar.
Osea que... ¿Qué de verdad para eso me quería? ¿Para hacerme daño? La idea, la idea de que eso fuera cierto me rompe en dos. Tanto que no puedo dejar de llorar mientras me levanto del suelo y salgo corriendo del baño por los pasillos, buscando una salida que pueda liberarme de este infierno. Quería matarme... ¡No! ¡Es que no puede ser cierto! Él noches atrás me dijo que me protegería de la policía, de todas las personas que me hicieron daño, de cualquier ser humano maldito que me tocara con la punta de sus dedos.
Quiero borrar el beso que nos dimos esa noche en su balcón. Quiero borrar la sonrisa que le he dado antes de cenar con estos bastardos. Quiero quitarme el vestido y dejar los tacones botados en cualquier lugar, en dónde sea, pero con tal de no recordar nada que sea con él. Ya me han roto el corazón varias veces, así que puedo sobrevivir a esto.
—¡Señorita Lucy! ¡Detengase ahí! —me grita un guardia triángulo, con él arma puntando mi cabeza.
No le hago caso. Le arrebato el arma de las manos y procedo a dispararle, para así meterme en el auto donde hemos llegado, robarle las llaves que tiene su uniforme rosado y salir a una velocidad por la carretera secreta de la isla a tal grado de crear humo con las llantas.
—Tengo que irme de aquí...
¡Tengo que escapar de aquí!
No me importa si las
lágrimas nublan mi vista.
Escuchar su traición, me rompió
el corazón...
Nota de la autora:
¿Ya entendieron por
qué el libro se llama
"sacrificio"? 🥀
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