
12
LUCY.
"Los VIP se clasifican como hombres multimillonarios que fueron los principales responsables tras crear ideas para los juegos, tanto como para el líder como para el dueño de la creación de las apuestas que se viven dentro. Los VIP tienen el derecho y la absoluta cómodos bienvenida para ser recibidos en las estadías y poder observar con sus propios ojos a los jugadores caer, morir, matarse, pelear, llorar, entre muchas cosas más. La capacidad de dinero que manejan estos hombres es alta, si ellos desean algo se les da, si dan una orden se les cumple, y si deciden matarte, te matan y punto."
Al menos eso leí. Regla, tras regla, el comportamiento tan serio que debo de tomar al momento de sentarme en la mesa con esas personas con millones de dólares derrochando de sus dedos, para presenciar un espectáculo que no es más que muerte y sangre. Por un momento, me quedo pensando si realmente es buena idea conocerlos. Una presión en mi pecho me daba una señal negativa. Por supuesto que no sería buena idea. Pero no puedo dejar al reclutador solo en este plan, y en esta cena tan importante para la preparación de los siguientes juegos.
«Entonces, señorita Lucy, ya entendió las reglas, ¿No? Debe de mantener su actitud limpia y tranquila. Esos hombres suelen ser muy especiales, y por ningún motivo mencioné temas de política o policiales, eso les molesta a los señores». Las palabras del reclutador que me dijo un día antes resuenan en mi cabeza y eso me pone mucho más nerviosa.
—¿De verdad cree que es buena idea llevarme a ese lugar? —le pregunto, peinando mi cabello en una simple melena corta ondulada —. Por lo que me contaste sobre esos hombres, no me dan buena espina...
—Ellos querían que fuera sola, pero por ningún motivo voy a dejarla expuesta a tipos tan ineptos como ellos, y mira que los respeto solo porque él líder me lo pide, y no hay de otra más que soportarlos y seguir sus órdenes.
—¿Esa cena es muy importante? ¿Algún contrato o...
—Mira, tu dedícate a comportarte en la mesa una vez que lleguemos, y yo me hago cargo de lo demás —interrumpe mi pregunta, casi evitando el tema de los juegos por completo —. Termina de arreglarte.
Cierra la puerta de la habitación y me deja sola en el espacio frío, sujetando un vestido negro en mis manos, unos tacones del mismo color con suela roja, y un antifaz que tengo que ponerme en la cara. Él no quería que miraran mi rostro, me sugirió cubrirme para mayor seguridad y procurar comodidad al momento de la cena, lo que me pareció buena idea y no me molestó para nada.
Me digno a cambiarme, a ponerme el vestido pasando la tela por todo mi cuerpo y los tirantes por mis hombros. Mi cabello ya está largo, me llega casi por las costillas y ondulo las tiras con suavidad. Hace mucho tiempo que no me arreglo o me coloco maquillaje encima.
Solo me paso una capa de rimel en las pestañas, un labial rojo que acentúe en la noche y un poco de rubor que decolore mis pálidas mejillas. Me paso segundos, minutos y casi una hora mirándome al espejo preguntándome en el interior si realmente me veo bien, si falta algún detalle o si tengo que colocarme más perfume. El saber que esos hombres son muy perfeccionistas me pone más nerviosas, porque estoy segura que pueden criticarme hasta el color de los ojos.
—¿Está lista, señorita Lucy?
Me puse tan nerviosa que me doy la vuelta rápida y él ya me ha mirado por completo.
El simple hecho de que sus ojos estén recorriendo cada parte de mi cuerpo usando el vestido negro que me preparó para esta noche me pone nerviosa. No puedo evitar temblar por los nervios y sonreír con ansias de pensar que tal vez, no me veo bien con lo que estoy usando ahora mismo.
—¿Me veo... —aclaro mi garganta —. ¿Me veo bien?
La pregunta sale de mi boca de forma clara, pero él no la responde debido a que todavía me sigue mirando con expresión seria, aunque levanta un poco la comisura de sus labios demostrando que la vista no le parecía nada mal. Esa mínima expresión me pone feliz, y me hace pensar que no voy nada mal para la ocasión.
—Se ve hermosa, señorita Lucy —responde con una sonrisa, y asiente con la cabeza —. El coche está esperando afuera... Recuerde, nada de nervios y mucho menos miedo, eso solo hará que los hombres quieran intimidarla más, ¿De acuerdo?
—Eso lo entiendo, pero... —tomo el antifaz en mis manos y lo miro por unos segundos —. ¿Qué se supone que debo de hacer con esto? Supongo que tengo que llegar con esto puesto a la cena para que no vean mi rostro... ¿No?
—De eso me encargo yo —sonríe —. Permítame señorita.
En unos cuantos pasos, se acerca detrás de mí y me quita de las manos el antifaz. No me molesta para nada, pues sus dedos ya han pasado el listón del antifaz por mi oreja y cabello, amarrando y ajustando para sujetarla firme y que no se cayera de mi rostro al momento de cenar con esos tipos no confiables.
No sé que sucederá está noche, y tampoco quiero que sea algo negativo o algo que pueda dañarnos a ambos. Sus dedos se tardan un momento en mi cabello y enreda un mechón en él, acariciando y sintiendo por el aroma a rosas que proviene de él. Lo miro por encima de mi hombro con una sonrisa amable y él también me sonríe.
—¿Por qué me sonríe señorita? Es la primera vez que lo hace...
—Bueno, es porque me quedo tranquila sabiendo que iré con usted a esa cena y no estaré sola... Mi sonrisa es un agradecimiento —confieso.
Mis palabras no temblaron, solo salieron de mi garganta en una grande confesión. Pasé de sentir miedo a darle una sonrisa como agradecimiento, no solo por acompañarme a este lugar, sino también por procurar esconderme de la policía que ahora me buscaba y acogerme en su hogar para estar cómoda y tranquila.
Y es extraño, porque yo misma juré no volver a ver a este hombre, mucho menos entregarle un poco de mí. Ahora lo hacía, durante una noche entera le conté sobre los sueños terribles que tengo y admiró un lado vulnerable de mí que ni siquiera Jun-ho ha visto.
Así que estaba lista para enfrentar a esos hombres cueste lo que cueste.
Todo me da vueltas, bajo del coche con nervios y el reclutador me extiende la mano para ayudarme a bajar. Es un gesto caballeroso, escucho la puerta cerrándose detrás de mí y un par de guardias rosados esperándonos en la entrada.
El antifaz me permite mirar firmemente todo el lugar. Es el camino a la sala del líder, recuerdo perfectamente bien estos pasillos de paredes negras y muy solitarios los cuales, tanto como círculos y cuadrados tiene prohibido pasar hasta que no sea por orden del líder. No lo niego, la sensación de estar en ese mismo lugar es extraño, hace semanas estuve aquí portando uno de esos trajes con tanto miedo y sosteniendo una pistola nerviosa, fallando uno que otro tiro, y descubriendo que el líder no era nada mas y nada menos que el hermano del hombre que alguna vez amé.
Tenía que enfrentar a In-ho, escuchar como salen palabras sucias de su boca detrás de esa máscara negra y esa postura firme que ha usado para intimidar a todos quiénes se le acerquen. ¿Qué piensa de verme aquí frente a él? ¿Que debe de sentir de tener a alguien que fue tan especial para su hermano en un mundo tan cruel como este?
—Sería la primera vez que conoce al líder en persona, ¿No señorita?
La pregunta del reclutador interrumpe mis pensamientos, y solo le sonrío de forma nerviosa.
—Sí, sería la primera vez que lo tengo frente a frente...
—No tenga miedo, el señor usa sus métodos de intimidación y poder para todos sus trabajadores —susurra contra mi oído, mirando la espalda del guardia que nos guía por el lugar —. Así que tranquila, no se deje pisotear señorita Lucy.
Suelto un suspiro nerviosa y doblamos la esquina en el pasillo ancho y largo. En ese momento, mi corazón vuelve a salirse de mi pecho, el miedo recorre mi cuerpo una vez más y me es inevitable no poder respirar o querer salir corriendo del lugar sin importar cuánto daño hagan los tacones en mis pies. En busca de protección, mi brazo se enreda con el del reclutador en señal de no estar preparada para enfrentarme a él una vez mes.
Joder, era el hermano de Jun-ho, por supuesto que no era fácil tener que verlo, aún así tenga la máscara puesta. Tal vez él piensa que no sé sobre su identidad, pero nunca voy a olvidar verlo quitarse la máscara en el pasillo, y escucharlo decir con tanto descaro que era capaz de matarme a sangre fría sin importar nada.
Lo veo caminar hacia nosotros con tanta confianza, el saco gris resaltando al igual que su misteriosa máscara negra que no puedo ver igual. Lo tengo frente a mí, trago saliva con nervios y a pesar de que él antifaz cubre por la mitad de mi rostro, aún así es capaz de quedarse callado un momento reconociendo que soy.
—Buenas noches, señorita Lucy —se presenta —. Soy Frontman, y es un honor para mí poder tenerla como acompañante esta noche. Los señores VIP ya están bajando por el elevador, así que síganme, no podemos hacerlos esperar.
Se da la vuelta y parece que el reclutador sigue sus reglas con rapidez. Pues tira de mi brazo siguiendo la espalda del líder caminando por el largo pasillo que nos lleva directo al elevador que está al fondo, en dónde suenan un par de risas burlescas que no le parecen muy buenas, tampoco muy cómodas.
Aprieto con más fuerza el brazo del reclutador, no me da alientos para tranquilizarme o quitarme una sospecha de mi encima. El incómodo silencio del pasillo están fuerte que lo único que logro escuchar es el sonido de nuestros pasos y el golpe de mis tacones dando cada paso rápido.
—¿Cuántos VIP vienen a visitarnos esta noche?
—Probablemente solo sean unos cuatro o cinco. No me dieron mucha información debido a que...
Antes de que el líder siguiera hablando, me dirige la mirada con sospecha y decide callarse.
Exacto, no quieren hablar de negocios frente a mí.
—Hablaremos de eso más tarde, el punto importante aquí esque están bajando por el elevador y no tardan en llegar.
Nuestros pasos se detienen frente al elevador y es ahí donde la ansiedad me carcome por dentro. Le doy una mirada al reclutador con la esperanza de que también lo hiciera, pero nada, se mantuvo derecho en su posición y se supone que yo tenía que hacer lo mismo, estar quieta y parar de temblar antes de que esos tipos tuvieran la sospecha de vulnerabilidad, o que me vieran como una víctima más.
Las puertas del elevador se abren, y me llevo la gran sorpresa de que es un grupo entero de hombres de una gran estatura. Utilizando máscaras con formas de animale, y hay una en especial que me llama mucho la atención debido a su tamaño y su gran forma. Una cabeza de venado con cuernos dorados con plata y diamantes incrustados.
Otro que tiene una máscara de león, uno más con una máscara de oso, uno con la forma de un aguila y un búfalo detrás de ellos. Varios de esos tipos, tienen una máscara con cada animal diferente y eso me da más miedo, no solo por como caminan con tanto poder hacia nosotros.
Sino porque soy la única mujer en un
grupo de hombres esta noch...
—Ah vaya, pensé que no traería a una escuincla a la cena —la voz de la mujer, posando un antifaz blanco en el rostro se hace presente —. ¿Tan desesperado estás que tienes que estar derrochando niñas mucho más jóvenes que tú?
Su acento es el inglés, y pude entender perfectamente que esa critica fue directa para mí, cosa que me molesta y me hace apretar mucho más fuerte el brazo del reclutador, quien solo suelta un suspiro y muestra una sonrisa hipócrita y sin amabilidad.
—Más bien es mi dama de compañía, señora Diana —responde con brusquedad —. A la persona que no teníamos bien recibida aquí es usted.
—Es acompañante de los VIP —el lider se entromete en la conversación, sabía que había un conflicto esta noche —. Así que pido más respeto, sobre todo para los hombres que han venido a visitarnos esta noche.
Diana. Esa misma Diana que no para de verme con ojos de asco y acariciando el brazo del hombre con máscara de venada que al parecer, puede ser su esposo o simplemente se ofreció como persona de compañía esta noche. Me es inevitable querer entrecerrar los ojos y preguntarme que planeba esta mujer conmigo. Sus ojos, la vibra, y ese comportamiento tan insoportable que maneja no me parece nada confiable, mucho menos aceptable para esta noche.
—Como ustedes saben, hemos aportado la ganancia para crear los próximos juegos que tenemos pensados para la siguiente temporada de apuestas y jugadores —la voz del líder es firme, mirando a cada uno de los VIP —. Me gustaría informales que, por esta noche, tendremos dificultades.
—¿Qué tipo de dificultades? —le pregunta el hombre con máscara de venado.
—Muchas, el señor que recluta a los jugadores no ha podido encontrar a más personas con deudas en la ciudad de Corea. Por lo que la investigación debe de ser clara y precisa para darle continuación a los juegos, y tendremos nuevas ideas, al igual que estrategias para los jugadores. Tenemos pensados en cambiar cada uno de los juegos para la comodidad de los presentes que están dispuestos a verlos.
—¡Por favor señor! ¿Ha sido difícil conseguir personas con deudas? —Diana vuelve abrir la boca, fumando un cigarrillo en medio de los pasillos sin importar apestar el perfume de los demás —. ¿Por qué no meten a los juegos a esta señorita? Espera... ¿Cómo te llamas? Suelo olvidar los nombres de las cosas inservibles.
«Inhala, exhala... ¡Hija de perra». Mi cerebro me grita y aprieto los puños. Tan solo le dedico también una sonrisa y suelto un suspiro harta por todo y por sus burlas.
—Lucy —respondo con firmeza —. Soy Lucy Lively, y no, no soy ninguna mujer con deudas y mucho menos en pobreza extrema como usted lo creé señora Diana. Soy la acompañante del señor reclutador, y puedo exigirle respeto cuando quiero y como quiero. Así que suelte ese maldito cigarro y concentre ese cerebro en algo mas inteligente, porque cada vez que abre la boca me demuestra lo patética que es.
El sonido de las risas de los señores resuenan en el pasillo. Mientras tanto, Diana queda callada y me mira con tanto desprecio que no sabe que decir, mucho menos como defenderse ante la ofensa que acabo de hacerle. El reclutador no habla y no se mete en la pelea, me da el derecho de responder al igual como lo hace el líder.
Esta noche sería insoportable, con esta mujer presente por supuesto que lo sería.
—Esta mujer tiene fuerza y agallas para tocar el punto sensible de la insoportable de Diana —se ríe el hombre de máscara de búfalo, acomodándose la corbata —. Deberíamos de darle una pistola en la mano para ver si es capaz de matarla.
¿Sería capaz de hacerlo?
Probablemente sí.
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