CAPÍTULO CUATRO
El sacrificio Autenberry
Eres todo lo que yo esperaba... y que aún sigo esperando.
《ANDRÉ》
Residencia Autenberry - Brooklyn, Nueva York. Marzo 08, 1936.
Tenía mucho tiempo sin estar en esta casa, se podría decir que un año y medio, pero que importa, era mejor estar aquí que en la calle, bajo la lluvia y triste. La puerta se había abierto, no me giré para saber quien era, no estaba muy seguro de que fuera alguien que quisiera ver, tal vez todos me odiarían, o eso creí, pero no fue así.
─¿André? ─expresó mi papá─, ¿qué haces aquí? ─dijo él, caminó hacia el comedor y se sentó en la silla que estaba al frente de la mía.
─¡Se puede decir que regresé! ─contesté.
─¿Por qué tienes esa cara?
─Iba a ser padre hoy ─respondí─, pero mi hijo murió.
─¿Qué ocurrió?
─Se ahorcó con el cordón umbilical.
─Lo siento, André, ¿cómo está Ana?
─Muerta... le dio un paro cardíaco cuando estaba en labor de parto y no aguantó.
─La... lamen... lamento lo que pasó ─expresó papá, respiró hondo, él estaba en shock, ¿yo? Yo sólo tenía que ser fuerte─. Puedes quedarte todo el tiempo que quieras.
Bajé el rostro, no esperaba algo como eso, pero podía apreciar como un padre no abandonaba a su hijo, no como yo lo abandoné a él.
─¡Gracias!
La puerta se volvió a abrir, se escuchó como alguien gritaba "Papá ya llegué", era Fabio, recién llegaba, incluso se sorprendió al verme en el comedor.
─¡Fabio! ─exclamó papá.
─¿Sí?
─Ayudas a André a acomodarse en su habitación.
─¿Regresaste a casa? ─me preguntó Fabio.
─Creo que sí.
Iba detrás de Fabio rumbo a la que era mi antigua habitación, pero al entrar allí me llevé la sorpresa de que era un gimnasio en casa, todas mis cosas no estaban, eso era lo que me tenía más patidifuso.
─¿Qué esperabas, André? Te fuiste... no creí que volvieras, por como estabas; nadie lo creyó.
─Arrojaron todo lo mío a la basura.
─¡No! ─Me impacté, me giré y vi a Fabio─. Mamá tenía la esperanza de que volvieras y la convencí de poner todas tus cosas en el sótano.
─¿En el sótano? ¿Es una broma? ¿No podían ponerlas en el ático?
─¡Vamos, André! Es más fácil bajar las cosas que subirlas ─respondí Fabio─. ¡Sígueme!
Seguí a Fabio hasta el sótano y pude ver como prácticamente era una habitación en la parte más baja de la casa, estaba hasta mejor que mi antigua habitación, mi mamá y Fabio se habían lucido. Le pedí a Fabio que me dejara solo; tenía muchas cosas en las que pensar, pero antes debían saber como llegué hasta aquí... André, André Autenberry es mi nombre, soy el hijo menor de Hansel Autenberry, Fabio es mayor que yo sólo por dos años, actualmente tiene 19 años, tiene una relación con Lily Melgar, quieren formar una familia así como la que yo tenía. Ana Clarkson, el amor de mi vida, vivimos juntos todo el embarazo, hasta el embarazo; a veces no sé si hice bien al salir de casa a los 15 años, pero eso no importa, ya me fui y ya regresé, sólo que nada es igual.
Marzo 10, 1936.
Papá se había ido, mamá estaba en el salón de belleza con sus amigas. Solo, así desayunaba hasta que apareció Fabio, él me hizo compañía, estuvimos hablando de lo que me había pasado, consideró que era algo muy doloroso, pero aun así de mis ojos no brotaban lágrima alguna. Se levantó de su silla para irse al hospital, me ofrecí a acompañarlo. Ya estando en el auto rumbo al hospital Fabio dijo...
─¿Cómo has estado? ─Sólo lo miré de reojo, aún no estaba listo para responder─, digo, yo sólo me sorprendí, no sé cómo te sientes.
─Intento ser fuerte, hay quienes deben serlo, hay quienes le tocan serlo, hay quienes quieren serlo; me cuesta, pero lo intento.
Fabio se dignó en no volver a preguntar, total, creo que había respondido de la manera más valiente de todas, al menos eso creo yo.
Al llegar al hospital nos encontramos con el doctor que atendía a Fabio, se había hecho unos exámenes generales y al parecer todo no salió muy bien, Fabio resultó ser estéril, era peor que perder un hijo; saber que nunca tendrías uno.
Luego de eso nos fuimos a una cafetería, yo intentaba consolarlo, no sé cómo rayos haría eso, pero lo intentaba, me pasaba la vida intentando. ¡Vaya suerte la mía! ¡Vaya mala suerte la de Fabio! Tal vez él no perdió a nadie, pero tampoco ganaría a alguien. Él se quedó en la cafetería, me pidió que lo dejara sólo y de cierto modo yo también quería estar sólo así que me fui a casa.
Opté por prepararme un café, mientras buscaba la leche y la azúcar, alguien tocaba la puerta, caminé un tanto despreocupado a la puerta, al abrir era una chica muy bonita, se veía muy joven, aunque que más me extrañaba era que estaba aquí y yo ni sabía quién era.
─¿Quién eres? ─le pregunté.
─Mi nombre es Celen, estoy buscando al profesor Autenberry.
─¡Él no está! Si gustas puedes esperarlo o dejarle un mensaje...
─¡No gracias! Lo veré mañana en la escuela.
Celen realmente era una chica muy extraña, pero pensar en ella no era mi prioridad por el momento, así no funcionaba esto. Esperé a que papá llegara a casa y le pregunté sobre Celen, éste no respondía muy bien a mis preguntas, casi todas las evadía, eso era un tanto molesto, hasta que llegué a la conclusión de todo.
─Engañas a mamá... con una menor de edad, ¡Oh por Dios!
─Las cosas no son como tú crees.
─¿Cómo son entonces? ─pregunté, molesto.
─Es complicado. ─Simplemente caminó hacia las escaleras y se fue a su cuarto.
Algo si era cierto, todo era complicado.
Iglesia Right Harmony ─ Brooklyn, Nueva York. Marzo 14, 1936.
Los días habían pasado y ya era el momento de despedirme de Ana y de mi hijo, necesitaba aliviar el dolor, necesitaba enterarlos, necesitaba llorar, hoy tenía que llorar, por fin debía llorar, pero las lágrimas no salían, decidí salir de la Iglesia y tomar un poco de aire. Vi como mi abuelo estaba sentado en una banca y decidí acercarme a él.
─Hola, abuelo...
─Hola, André, ¿no deberías estar con tu mujer y tu hijo?
─Tú lo has dicho, debería.
─Tu padre tenía razón. ─Lo miré confundido intentando entender, pero no se me hacía fácil─. El otro día hablé con tu padre, me contó lo fuerte que eres, por todo lo que has pasado a tu corta edad y aún sigues de pie, te admiro, muchacho.
─Gracias, abuelo. ─En eso Celen llegó y saludó a mi abuelo, también me saludó, yo devolví el saludo, ya que lo cortés no quita lo valiente, pero ella no era de mi agrado─. ¡No puedo creer que papá invitara a su amante al funeral de mi novia!
─Celen no es la novia de tu papá.
─¡Por Dios, abuelo! Ella fue a casa a preguntar por él, ¿me vas a negar que ellos sienten algo entre sí?
─Claro que no, pero no es porque ellos quieran, es porque el destino así lo quiso.
─No te entiendo. ─Y sí, yo no entendía nada, pero mi abuelo me explicó lo que ocurría, me contó el como Berenice Rinaldi sacrificó su vida para salvar la vida de una bebé inocente, tal vez yo no comprendía muy bien, pero eso era el sacrificio de juventud, dar tu vida, tus conocimientos, hasta tus sentimientos a otra persona, sólo es cuestión de tener voluntad para hacerlo, mucho amor para morir por alguien.
Después de la explicación del abuelo decidí volver a la Iglesia y darle el último adiós a mi familia, porque no estábamos casados, pero ellos eran mi familia. En eso recibo un mensaje de los familiares de Ana, su padre al parecer quería hablar conmigo, así fue que tuve que salir de la Iglesia nuevamente.
Mientras hablaba con el padre de Ana, logré escuchar algunos ruidos en la Iglesia, la gente salía del lugar, no entendía que ocurría, mientras seguía escuchando pude notar que era mi padre quien gritaba dentro de la Iglesia, me acerqué a Fabio y le pregunté qué ocurría.
─Es papá, habló algo sobre un sacrificio o algo así, no entendí muy bien...
Tal vez si mi abuelo no me hubiera hablado de eso, no lo hubiera entendido, pero la cosa no era entenderlo, sino verlo y también creerlo. Corrí rápidamente a la Iglesia, las puertas estaban cerradas, pero yo empuje y empuje, hasta que me harté y la pateé para abrir, sólo vi a mi padre caer, rápidamente fui con él, intentaba que reaccionara, pero no lo hizo, no me impresionó ver a mi padre muerto, me impresionó como del ataúd se escuchaban los llantos de un recién nacido. Miré dentro del ataúd y era mi hijo, estaba llorando; estaba vivo.
Fue así que creí en el sacrificio de juventud, en el como sí se puede dar la vida por quien amas...
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